Bloque 2 TEMA 7

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Bloque 2. Análisis grupal de las organizaciones
Tema 7
Poder, dirección y liderazgo en el trabajo
Poder, autoridad y liderazgo en las organizaciones Modelos teóricos sobre
liderazgo Modelo integrado de liderazgo
OBJETIVOS:
1. Comprender la importancia del liderazgo en las organizaciones
2. Distinguir entre poder y liderazgo en las organizaciones
3. Conocer las principales aportaciones históricas de las distintas
investigaciones en temas de dirección y liderazgo
4. Evaluar del modelo integrado de liderazgo
ESQUEMA DE TRABAJO:
1. INTRODUCCIÓN
– Definición de poder y liderazgo
– Importancia del liderazgo en las organizaciones
2. La teoría de los rasgos
3. Las escuelas conductuales
– Ohio
– Michigan
4. El liderazgo situacional
– Modelo de Fiedler
– Modelo de Hersey y Blanchard
– Teoria del camino – meta
5. Liderazgo transformacional vs transformacional
6. Modelo integrado
(Extracto seleccionado de Meseguer de Pedro, M. y Soler
CONTENIDOS
Sánchez, M.I. (1999). Liderazgo. En M. García Izquierdo (coord). Psicología del
Trabajo y de las Organizaciones. (pp. 191-204). Murcia D.M.)
Poder, autoridad y liderazgo en las organizaciones
Líder, procede del vocablo inglés leader, que se traduce por guía, conductor,
persona que marca la dirección. Stodgill (1974) propone varias descripciones
del concepto de liderazgo: propiedad personal, arte de inducir obediencia, el
estilo en que las personas convincentes ejercen influencia e instrumento para
alcanzar metas.
Lo importante del concepto de liderazgo es que exista una influencia social
asumida tanto por el que influye como por los que se dejan influir, en este
contexto hay que tener en cuenta que no existe líder sin grupo ni grupo sin
líder. En el mismo sentido el líder es el "individuo que en una interacción social
influye en la conducta de un sujeto (bien sea grupo o individuo) con la
conformidad de éste último” (Fernández Ríos, 1999; pág. 590).
Un tema de debate en esta materia se centra en la diferenciación entre
liderazgo y administración. Zaleznik , A. dice que los líderes y los
administradores difieren en cuanto a motivación, en la forma como piensan y
en la forma como actúan. Los administradores tienden a adoptar actitudes
impersonales hacia las metas, a considerar el trabajo como un proceso
integrador para establecer estrategias y tomar decisiones, prefieren trabajar
con la gente y se relacionan de acuerdo al rol que desempeñan. Por el
contrario los líderes son mucho más activos y comprometidos con las metas,
consideran el trabajo desde posiciones de alto riesgo (en búsqueda de
oportunidades de negocio), y están más preocupados por las ideas,
relacionándose con los demás de manera más intuitiva y solidaria.
Por su parte Kotter, colega de Zaleznik en la Universidad de Harvard señala
algunas diferencias entre administradores y líderes. Una buena administración
trae orden y consistencia al formular planes formales, diseña estructuras
organizativas rígidas, y contrasta los resultados con lo planificado. Por el
contrario el líder trata del manejo del cambio, intentan establecer una visión de
futuro. Concluyendo que ambas funciones son necesarias en una organización.
Así, el liderazgo hemos de considerarlo como una de las funciones de la
dirección de las organizaciones, como ponen de manifiesto Adriensen y Dereth
(1998; pág. 3) al definir el liderazgo como "la parte de la gerencia de una
organización que influye en el comportamiento de los miembros del grupo y se
expresa a través de la dirección y coordinación de las tareas que realiza el
grupo dentro de la organización”. Al definirlo como una parte estamos
entendiendo que la gerencia tiene otras áreas de trabajo que para nada tienen
que ver con la tarea de dirigir, persuadir o influir. Stewart (1970), en este
sentido identifica cinco grandes áreas de actuación del directivo:
1.
Contactos fuera de la organización (viajes, conferencias, etc.)
2.
Análisis e interpretación de asuntos técnicos (lectura, redacción de
informes, etc.)
3.
Actividades de cooperación con otros colegas (reuniones, planificación,
toma de decisiones, etc.)
4.
Labores de inspección de procesos, inspecciones en momentos de
críticos, resolución de problemas.
5.
Tareas de dirección de personal.
Con ello se pone de manifiesto que tampoco todo el éxito o fracaso del gerente
recae sobre el área de dirección, aun siendo ésta posiblemente de las más
importantes según sea su nivel jerárquico. La gerencia necesita de desarrollar
tareas que son propias de su actividad empresarial y que en nada tiene
influencia el liderazgo. Esto rompe un primer error muy extendido que la
gerencia es igual que la tarea de dirección, y que toda su actividad se
concentra en torno a esta área.
Modelos teóricos sobre liderazgo
Liderazgo como rasgo
El fundamento de este enfoque es que los líderes tienen ciertas
cualidades personales, a menudo innatas, como la inteligencia, el carácter, o el
carisma de las que carecen sus seguidores. Los rasgos son aspectos estables
de personalidad, características físicas o intelectuales. La investigación sobre
la personalidad de los líderes se desarrolló como consecuencia de la teoría de
los rasgos entre 1930 y 1950. Ordway (1935) propuso las siguientes
características de un líder: energía física, entusiasmo, afectividad, integridad,
dominio técnico, decisión, e inteligencia.. Hampton (1981) enumera la habilidad
para guiar y dirigir los esfuerzos de los empleados, inteligencia, autoconfianza y
decisión. Desde este punto de vista la cuestión estaría simplemente en medir
esas características de las personas, esos rasgos, para identificar a los líderes.
En distintos análisis que se han hecho sobre este enfoque, Stodgill (1974)
concluyó que las variables de personalidad explican una pequeña parte de la
varianza en la conducta de liderazgo. Para este autor las características que
con más frecuencia se asocian con el liderazgo son: actividad, inteligencia,
dominancia, confianza en sí mismo, motivación de logro y habilidades
interpersonales. Nos obstante más que rasgos de personalidad, en algunos
casos son más cualidades o habilidades. Jennyngs (1960) se lamentó del
fracaso total de esta escuela que fue incapaz de demostrar la existencia de un
solo rasgo asociado con el liderazgo.
Pascual (1987) resume las críticas que ha recibido la escuela de rasgos
de personalidad en las siguientes: Falta de pruebas científicas para poder
edificar una teoría del liderazgo basada exclusivamente en la personalidad; no
existe el perfil de personalidad de líder ideal; no se ha llegado a determinar la
relación entre determinados rasgos y la eficacia o éxito del liderazgo; no se ha
podido distinguir con suficiente validez a los líderes y a los que no lo son; y no
existen rasgos de personalidad suficientemente válidos para todas las
situaciones.
El interés científico por este enfoque ha disminuido enormemente
desde los años 50, sobre todo por la incapacidad de demostrar un patrón
universalista de personalidad que distinga claramente entre líderes buenos y
líderes malos. No obstante distintas investigaciones (Bass, 1981; House,
1977; Kenny y Zaccaro, 1983; Lord, De Vader, Allager, 1986) abandonan la
perspectiva universalista y hablan de rasgos latentes que en determinadas
circunstancias emergen, propiciados por el entorno. Esta visión contribuye a
dispersar la idea negativa sobre la teoría de los rasgos y confirmar que
ciertos líderes poseen una "aptitud natural "para la dirección y otros carecen
de ella.
Liderazgo como conducta
Ante la frustración producida por los resultados nada satisfactorios del
enfoque teórico de los rasgos, a partir de 1950 las investigaciones se centran
más que en lo que el líder es en lo que el líder hace, es decir, saber cómo
determinadas conductas del líder afectan a las actitudes y comportamientos del
grupo. Si la investigación de los rasgos hubiera acertado en sus conclusiones
tendríamos un criterio para seleccionar a la persona idónea que asumiera
posiciones formales en los grupos y en las organizaciones donde se requiere
ejercer funciones de liderazgo. Por el contrario, si los estudios de la conducta
lograban detectar los determinantes conductuales decisivos del liderazgo,
podríamos entrenar a las personas para que se conviertan en líderes y así
aumentar el número de líderes.
Ha habido varios estudios que analizan los estilos de conducta que suelen
presentar quienes realizan funciones de liderazgo. Señalaremos los más
conocidos: los estudios de la Universidad de Ohio, los de la Universidad de
Michigan, los realizados por Blacke y Mouton, y el modelo del continuo
autocrático-democrático.
Estudios de la Universidad de Ohio
Un grupo de investigadores de esta universidad (Fleishman, Stodgill,
Coons, a finales de la década de 1940), tras la administración de una serie de
cuestionarios en diversos contextos civiles y militares y mediante una análisis
factorial, identificaron dos factores que explicaban las principales
manifestaciones de la conducta de liderazgo descrita por los empleados. Estos
fueron denominados consideración e iniciación de estructura. La consideración
hace referencia al grado en que un líder actúa de un modo amistoso, da apoyo,
muestra confianza, muestra interés por sus empleados, acepta sugerencias; en
definitiva, busca el bienestar de los miembros del grupo. Un líder con alta
puntuación en esta variable es descrito como una persona que ayuda a los
empleados en sus problemas personales, que es accesible y que trata por igual
a todos los empleados. La segunda dimensión, iniciación de estructura, implica
el grado en que un líder define y estructura las tareas, los roles de los
miembros del grupo para lograr los objetivos formales del mismo. El líder
caracterizado como alto en esta variable puede describirse por aspectos como
el hecho de que asigna determinadas tareas a los miembros del grupo, espera
que mantengan niveles bien definidos de desempeño e insiste en cumplir con
los plazos de entrega.
En estas investigaciones se encontró que ambas dimensiones son
relativamente independientes, lo que significa que un líder eficaz puntuaría alto
en ambas dimensiones. Entre las conclusiones a las que llegan los estudios de
esta escuela encontramos: el apoyo socioemocional por parte del líder se
relaciona positivamente con la satisfacción de los miembros del grupo; una alta
orientación a la iniciación de estructura produce una alta efectividad del grupo;
si la orientación es exclusivamente hacia la inciación de estructura descuidando
la consideración produce efectos negativos y disminuye la efectividad del grupo
(Fleishman y Harris, 1962).
En conclusión los estudios de la Universidad de Ohio revelan que el estilo
basado en una gran consideración e inicio de estructura produce resultados
positivos, pero la existencia de excepciones indica que los factores
situacionales deben ser integrados en la teoría.
2.2.2 Estudios de la Universidad de Michigan
Prácticamente al mismo tiempo que los investigadores de Ohio, pero de
forma independiente, un grupo de investigadores de esta Universidad (Katz,
Khan, Likert) llevaron a cabo una serie de estudios con el fin de identificar las
relaciones entre la conducta de liderazgo, los procesos de grupo y el
rendimiento del grupo en el entorno laboral. La conducta de liderazgo fue
medida a través de cuestionarios y entrevistas. Y para el rendimiento se
emplearon medidas objetivas como rendimiento persona/hora, absentismo,
bajas, costes, etc. Sus hallazgos les llevaron a distinguir entre líderes
centrados en el empleado y líderes centrados en la producción. Los primeros
enfatizaban las relaciones interpersonales, el bienestar de los empleados,
permitían la participación en la toma de decisiones y, en general, favorecían
una clima de confianza. Los líderes centrados en la producción encaminaban
sus actividades a aspectos técnicos del trabajo y su principal objetivo era el
cumplimiento de las tareas del equipo, interesándose en la definición exacta de
las tareas, las relaciones, roles, etc.
Likert (1961; 1967), defendió la existencia de cuatro estilos de dirección:
Explotador-Autoritario: la dirección de la organización está centrada en la tarea
y explota a los empleados; Benevolente: la dirección es personalista y
paternalista; Consultivo: la dirección pide información a los empleados, pero se
reserva el derecho de la decisión final; Participativo: las decisiones se toman
por acuerdo general del grupo y con la participación de todos.
La conclusión a la que llegaron los investigadores de la Universidad de
Michigan reconoce que los líderes cuyo comportamiento está orientado al
empleado proporciona mayor rendimiento y satisfacción en el grupo.
Enfoques situacionales
Los modelos hasta ahora desarrollados pertenecen a una tradición bastante
simplista que se podría denominar del rasgo o del estilo de liderazgo. Rasgo como
propiedad individual subyacente y estilo como conjunto de hábitos que conforman el
comportamiento. Considerando un modelo causal simple donde el liderazgo causa
satisfacción y mejora el rendimiento del grupo. Así, el comportamiento (y actitudes) de
los miembros de un grupo se creía que estaba determinado por el comportamiento del
líder y este comportamiento a su vez, estaba determinado por sus características
personales. Sin embargo, la realidad parece ser más complicada, lo que llevó a la
creación de nuevas teorías sobre dirección que desarrollaremos a continuación.
Teoría de la contingencia de Fiedler (1967)
Esta modelo es el primero que se desarrolla dentro de un enfoque
puramente situacional, propone que un buen rendimiento del grupo depende de
la concordancia entre el estilo de interacción del líder con sus empleados y el
grado en que la situación le confiere control e influencia.
Fiedler mide el comportamiento de liderazgo a partir de una propiedad
personal, una actitud que denominó LPC, que corresponde a las iniciales en
inglés de compañero menos preferido(Least Prefered Co-worker). Se le pide al
líder que piense en sus compañeros de trabajo, presentes y pasados para que
seleccione aquella persona que podría trabajar menos bien y la evalúe en
distintas escalas de adjetivos bipolares. Si obtiene una alta puntuación de LPC
se interpreta como una fuerte orientación a las relaciones interpersonales. Por
el contrario si obtiene una puntuación baja en esta escala, el líder estaría
orientado hacia la tarea. Por otra parte, incluye tres situaciones como
moderadoras: estructuración de la tarea, posición de poder (grado de poder
reforzado por la dirección de la organización) y relación líder-subordinado
(grado en que el líder tiene la lealtad y apoyo de sus empleados). Fiedler
(1967) definió la situación favorable del líder como el grado en que ésta le
permite ejercer su influencia sobre su grupo. De los numerosos estudios
empíricos realizados por Fiedler podemos concluir:
A) Los líderes orientados hacia la tarea son muy eficaces en grupos en los que
las condiciones son relativamente favorables o en casos donde son
totalmente desfavorables. Como muestra la figura 3, al afrontar una
situación de categoría I, II, III, VII u VIII, los líderes orientados a la tarea
conseguirán mejores resultados.
B) Los líderes orientados a las relaciones tienen más éxito en situaciones con
un grado favorable intermedio. Categorías IV, V y VI
C) El carácter del líder es difícil de cambiar, por lo que Fiedler recomienda
situar al líder en el grupo que mejor se adapte a sus características o
modificar las del grupo de modo que al combinarlas con el carácter del líder
se traduzca en una situación favorable.
Orientado a la productividad
Desempeño
Bueno
Orientado a las relaciones
Deficiente
Categoría
I
Favorable
II
III
Moderado
IV
V
Desfavorable
VI
VII
Relaciones
entre
líder- Buenas Buenas Buenas Buenas Deficientes Deficientes Deficientes
miembro
Estructura de la
tarea
Estructura
poder
de
VIII
Deficiente
Alta
Alta
Baja
Baja
Alta
Alta
Baja
Baja
Fuerte
Débil
Fuerte
Débil
Fuerte
Débil
Fuerte
Débil
Figura 3. Hallazgos obtenidos con el modelo de Fiedler (Fuente: Robbins, 1987)
La teoría de Fiedler ha recibido numerosas críticas (Graen y col., 1970;
Schriesheim y Kerr, 1977; Adriessen y Drenth, 1998). Entre las más
importantes destacamos las siguientes:
- La primera crítica es el carácter unidimensional que concede a la
variable LPC. No existe la posibilidad de combinar estilos, como ocurre en los
trabajos de la Universidad de Ohio, donde se presentó que la orientación a la
tarea y a las relaciones pueden darse simultáneamente.
- Otro aspecto que se critica de este modelo es su carácter estático. Se
cuestiona el significado de la puntuación LPC y su fiabilidad. Se ha observado
que la puntuación LPC varía según trabaje el líder con un grupo eficaz o con
otro no eficaz.
- No se concede importancia a la influencia que el líder puede tener sobre
la estructura de la tarea y sobre el clima del grupo con el que trabaja.
Liderazgo situacional de Hersey y Blanchard
Hersey y Blanchard (1982) plantean un modelo situacional donde
enfatizan que la eficacia del líder depende del entorno. En él se definen cuatro
estilos: dirigir, persuadir, participar y delegar que surgen de la interacción de
dos dimensiones (muy similares a las presentadas por los estudios de la
Universidad de Ohio). Describen los distintos comportamientos del líder de la
siguiente forma:
Comportamiento orientado a la tarea, definido como el grado en que el
líder posee la capacidad de organizar el trabajo de los demás, de explicar las
actividades que cada uno debe hacer, de establecer patrones de organización
bien definidos y canales de comunicación para conseguir sus trabajos;
comportamiento orientado a la relación, es decir, el grado en que el líder está
capacitado para mantener relaciones personales entre él y sus empleados.
Conducta de
ALTA
BAJA
ALTA
Conducta de tarea
AUTOSUFICIEN PARTICIPATIV
TE
O
CONSULTIVO
RECEPTIVO
M4
M3
M2
M1
PUEDE
PUEDE
NO PUEDE
NO PUEDE
QUIERE
NO QUIERE
QUIERE
NO QUIERE
Figura 4. Estilos de Liderazgo y Madurez del empleado.
Cómo factor situacional este modelo propone la madurez de los
empleados, que designa la capacidad y el deseo de las personas de asumir la
responsabilidad de dirigir su propio comportamiento. Entienden dos tipos de
madurez, una técnica y otra psicológica. La primera referida a la capacidad
(experiencia, conocimientos y habilidades) para desarrollar una tarea
determinada. Y la segunda, acerca de la voluntad (compromiso, motivación y
confianza) para llevar a cabo una tarea, igualmente, determinada. Señalamos
tarea determinada porque, como expresan los autores, no podemos considerar
la madurez salvo en relación a una tarea. No podemos considerar a nadie
globalmente maduro o inmaduro para todas las tareas.
Teniendo en cuenta estas dimensiones plantean cuatro estilos de
liderazgo y cuatro estilos de comportamiento del empleado (ver figura 4).
El estilo más adecuado de liderazgo será el que mejor se adapte al grado
de madurez de los empleados en una tarea concreta, pero además es tarea del
líder, no sólo adaptarse a esa madurez del empleado, sino que debe procurar
su propio autodesarrollo para que alcance el grado más alto de madurez. El
estilo de dirección más conveniente para el nivel de madurez del empleado en
una tarea concreta tendría las siguientes equivalencias:
M1, receptivo con E1, dirigir: El líder da instrucciones específicas y vigila
a sus empleados.
M2, consultivo con E2, persuadir: El líder explica sus decisiones y da
oportunidades para que sus empleados aclaren detalles.
M3, participativo con E3, participar: El líder comparte ideas con sus
empleados y les deja participar en las decisiones.
M4, autosuficiente con E4, delegar: El líder delega en sus empleados la
responsabilidad de tomar decisiones y su implantación.
En la figura 5 aparecen integrados los diversos componentes del modelo de
liderazgo situacional. A medida que los seguidores alcanzan altos niveles de
madurez, el líder no sólo sigue disminuyendo su control sobre las actividades
sino que además hace lo mismo con las relaciones interpersonales. En la etapa
M1, los seguidores requieren instrucciones claras y específicas. En la etapa
M2, se necesita a la vez una conducta muy orientada a la productividad y a las
relaciones. El segundo tipo de comportamiento compensa la falta de
habilidades de los seguidores y el primer tipo trata de que se adhieran
psicológicamente a los deseos del líder. La etapa M3 origina problemas
motivacionales que se resuelven mejor por un estilo de apoyo, no directivo y
participativo. Por último, en la etapa M4 el líder tiene poco que hacer, pues los
seguidores quieren y pueden asumir la responsabilidad del trabajo.
Estilo del líder
(Alto)
Alta
relación
y baja
Alta tarea
y
alta
tarea
relación
Persuadir
relaciones
orientado a las
Comportamiento
Participar
Delegar
Dirigir
Baja
relación
y baja
tarea
Alta
tarea
y baja
relación
(Bajo)
(Alto)
Comportamiento orientado a la producción
Baja
Maduro
Moderada
Inmaduro
Alta
Madurez de los seguidores
Figura 5. Modelo de liderazgo situacional
Hersey y Blanchard han desarrollado algunos instrumentos para medir los estilos
de liderazgo y la madurez de los empleados. El instrumento más utilizado ha
sido el Lead (Leadership Effectiveness and Adaptability Description). El apoyo
empírico encontrado a la teoría de estos autores ha sido parcial, con puntos
débiles tanto metodológicos como conceptuales (por ejemplo, la propia
definición de madurez, la no operacionalización de las conductas de cada uno
de los cuadrantes, o la no inclusión de otras variables intervinientes). A pesar
de ello, la teoría del liderazgo situacional ha realizado importantes
contribuciones en cuanto a la necesaria flexibilidad del líder en función de sus
empleados, y que éstos tienen la oportunidad de mejorar las posibilidades de
desarrollo de los mismos.
Liderazgo transaccional. Liderazgo transformacional.
Bass (1985) diferencia entre liderazgo transaccional y liderazgo
transformacional, el primero agrupa una serie de enfoques que conceptualizan
el fenómeno del liderazgo como el resultado de una interacción o transacción
entre el líder y los miembros del grupo. En la teoría transaccional se entiende el
fenómeno del liderazgo como un rol y no como un estilo. De esta manera el
líder representa un papel donde distribuye los recursos equitativamente en
función de la respuesta de los empleados y estos en contrapartida, se
esforzarán por alcanzar los objetivos propuestos.
El liderazgo transformacional se entiende como aquel en el que un líder
consigue, por un lado, crear una cultura en el grupo, transformando sus
valores, creencias y actitudes, por otro, que los miembros del grupo acepten
ambiciosas metas de rendimiento. Para conseguir estos objetivos el líder debe
conjugar al menos cuatro capacidades:
- Carisma: El líder debe formular una misión y estrategias que expresa
sus aspiraciones futuras sobre la organización o el grupo. Es el principal.
- Inspiración: Saber comunicarse con los miembros del grupo y que
acepten y compartan los objetivos de la organización.
- Estimulación: Capacidad que tiene el líder para conseguir el desarrollo
personal de cada miembro en particular y del grupo en general. Incluye
posibilitar a los miembros la solución de problemas y la toma de decisiones, así
como crear una atmósfera que premie la innovación y la creatividad.
- Consideración personal: En la línea de la dimensión descrita en los
estudios de la Universidad de Ohio, el líder debe atender personalmente a cada
miembro del grupo.
Teoría del Path-Goal (Camino-Meta)
Siguiendo a Evans (1970), House (1971) basó su modelo en la
integración de la teoría motivacional de la expectativa en el trabajo con la
conducta de liderazgo. Este modelo se basa en los estudios de la Universidad
de Ohio.
En esencia, este enfoque establece que la responsabilidad del líder
consiste en ayudar a sus seguidores a alcanzar sus metas y proporcionarles
suficiente dirección y apoyo para garantizar que éstas sean compatibles con los
objetivos globales del grupo u organización. La expresión “camino-meta” deriva
de la creencia de que un buen líder aclara el camino para que sus seguidores
lleguen al logro de sus objetivos de trabajo y recorran el camino con menos
dificultades, al reducir las desviaciones y errores. La iniciación a la estructura
sirve par aclarar el camino y la consideración facilita el recorrido.
Pero este comportamiento del líder será aceptable para los empleados en
la medida en que lo consideren una fuente inmediata de satisfacción o de una
satisfacción futura. El comportamiento del líder es motivacional en la medida en
que 1) hace que la satisfacción de necesidades por los empleados dependa de
un buen desempeño y 2) ofrece dirección, guía, apoyo y recompensas que son
indispensables para el rendimiento adecuado. Al probar las afirmaciones
anteriores acerca del comportamiento del líder, casi todos los estudios se han
concentrados en dos estilos de liderazgo: iniciación a la estructura y
consideración. Cuando los líderes manifiestan mucha consideración, los
empleados seguramente sentirán mayor satisfacción; en cambio una gran
iniciación a la estructura aclara los roles y debe favorecer el rendimiento. Pero
hay variables de contingencia en el subordinado y en el entorno de trabajo que
moderan la relación existente entre el estilo del líder y la satisfacción y
rendimiento de aquél. Entre estas variables se encuentran el grado de
estructuración de las tareas en el trabajo, la percepción de su propia capacidad
por parte del subordinado y su locus de control.
Comportamiento del líder
*Consideración
*Iniciación a la estructura
Resultados
*Desempeño
*Satisfacción
Variables de contingencia
*Características de los empleados
*Características del ambiente de trabajo
Figura 6. Modelo simplificado de la teoría camino-meta
La consideración sirve de ayuda para los empleados en situaciones
estructuradas y no estructuradas; asimismo el inicio a la estructura culminará
en una satisfacción mayor cuando las tareas son ambiguas o productoras de
estrés que cuando están muy delimitadas. Cuando las tareas no son claras, los
empleados aprecian que el líder aclara el camino que lleva al logro de las
metas. Por su parte, una gran consideración origina un alto grado de
satisfacción en el empleado si está realizando tareas estructuradas o rutinarias.
Tratándose de trabajos bien delimitados y estructurados, los intentos del líder
por explicar los que ya son claros serán vistos por el subordinado como
redundantes.
Son abundantes los estudios que prueban esta teoría del camino-meta.
En general corroboran que la iniciación de estructura es más eficaz cuando los
empleados trabajan en tareas no estructuradas; en cambio, la consideración
produce mayor satisfacción cuando se trata de trabajos estructurados y sin
ambigüedades. Con todo, los hallazgos son más compatibles con las
predicciones de la satisfacción que con las del desempeño.
El constante interés manifestado por los investigadores al evaluar y
modificar la teoría revela confianza en sus líneas generales. Los problemas se
relacionan con la necesidad de esclarecer más las variables que incluye, la
manera de medirlas y las predicciones incongruentes de los resultados del
desempeño y la creciente complejidad de la teoría a medida que se agregan
otras variables moderadoras. Cabe esperar que la investigación aporte en el
futuro la solución de tales problemas. Sin embargo, cada día se hace más
obvio, en los abundantes estudios dedicados al liderazgo o las variables de
contingencia que regulan la relación entre estilo y eficacia.
Este modelo ha recibido numerosas críticas entre las que se
encuentran las referidas a la demanda de la tarea (Schriesheim y Kerr, 1977)
y cómo debe ser el comportamiento del líder. La crítica más importante es
en lo referente a la operacionalización de la conducta del líder (por ejemplo,
la monotonía y la repetitividad)
Otros aspectos analizados de esta teoría es la influencia del líder en la
orientación hacia la consecución de las ”metas” de los empleados,
considerando este comportamiento como una guía en la ejecución de las
tareas (Fulk y Wendler 1982). Esta conducta contribuye a la satisfacción de
los miembros del grupo, sin embargo, estos autores señalan que el líder no
motiva hacia la ejecución.
Downey, Sheridan y Slomm (1976) muestran diferencias jerárquicas en
la forma de actuar. Los líderes suelen preferir independencia en su
comportamiento, lo que conlleva a una menor implicación en las tareas
propias del grupo.
A pesar de estas críticas, la teoría ofrece un modelo de liderazgo
donde la conducta del líder aumenta la satisfacción de los empleados y la
conducta estructurada puede ser fuente de tensión, pero muy útil en tareas
ambiguas o estresantes.
Modelo integrado de liderazgo
El tema del liderazgo ha dado origen a multitud de teorías. Pero desde una
perspectiva general ¿qué significa todo esto?. A continuación, describimos
algunos aspectos comunes en las teorías y su aplicación a las organizaciones.
Un examen detenido nos revela que los conceptos de “tarea” y “persona” se
hallan en casi todas las teorías. La dimensión de tarea recibe el mismo
significado en el modelo de Fiedler, pero el grupo de la Universidad de Ohio la
llama “iniciación a la estructura”, lo mismo que los seguidores de la teoría del
Camino-Meta. Los investigadores de la Universidad de Michigan la llaman
“orientación a la producción” y Blake y Mouton le dan el nombre de “interés por
la producción”.
La dimensión de la persona recibe un tratamiento similar, denominado como
liderazgo “orientado a las relaciones personales”, “orientado al empleado” o
“consideración”. Parece evidente que el comportamiento de liderazgo puede
reducirse a dos dimensiones (tarea y persona), pero los investigadores siguen
distinguiendo los casos en que las orientaciones son dos extremos de un
mismo continuo (uno puede tener alta puntuación en uno de los dos o en
ambos) o bien dos dimensiones independientes (obtener una puntuación alta o
baja en los dos).
- Algunos rasgos han resultado, con el tiempo, no ser predictores de la eficacia
del liderazgo. El hecho de que un directivo posea inteligencia, dominio,
seguridad en sí mismo y propiedades afines no garantiza en absoluto que sus
empleados sean productivos y estén satisfechos. No es tan fuerte la capacidad
de estos rasgos para predecir el éxito del líder.
- Los primeros enfoques sobre el trabajo-persona (entre ellos las teorías del
grupo de Ohio, las del grupo de Michigan y la teoría de Blake y Mouton)
ofrecen poca fiabilidad. La afirmación más sólida que podemos hacer a partir
de tales teorías es que los líderes que destacan por su orientación a los
empleados logran que éstos estén satisfechos. La investigación es demasiado
variable para hacer predicciones sobre la productividad o sobre el efecto que la
orientación a la tarea tiene en la productividad y en la satisfacción.
- Las abundantes investigaciones dedicadas al modelo de Fiedler no han
confirmado la teoría en su totalidad, pero sí algunas de sus partes. Cuando
existen situaciones de la categoría I, IV, V u VIII, se justifican la utilización del
cuestionario del compañero de trabajo menos preferido para evaluar si existe
correspondencia entre el líder y la situación y el uso de esa información para
predecir la productividad y la satisfacción.
- La teoría del liderazgo situacional de Hersey y Blanchard reconoce de manera
explícita que la capacidad y la motivación del subordinado condiciona el éxito
del líder. Pero, pese a su amplia aceptación, la falta de apoyo empírico hace
que la teoría no tenga una base sólida.
- El teoría del camino-meta representa un enfoque del trabajo-persona. El uso
de las características del trabajo como variables moderadoras ha tenido
bastante éxito sobre todo en la predicción del comportamiento en la
organización. Se propone más bien como un instrumento para dirigir la
investigación que como una pauta segura de la acción directiva.
- Por último, hay que señalar que a pesar de la revisión de los modelos
propuestos sobre el liderazgo no es posible presentar un modelo que integre
todos ellos. Algunos de los motivos por los que no es posible esta unificación
se resumen, según Andriessen y Drenth (1998) en:
- El estilo de liderazgo es considerado como un proceso dentro de la
organización. El comportamiento del líder y de los miembros del grupo viene
determinado por la estructura organizacional, las expectativas de rol y las
características del entorno.
- Los líderes, dependiendo del nivel jerárquico que ocupen en la organización,
difieren en funciones y tareas, y esto requiere de habilidades y capacidades
distintas. Existen diferencias personales entre ellos, así como diferentes niveles
de responsabilidad y autonomía.
- El comportamiento del líder depende de las expectativas y metas de los
miembros del grupo y de las condiciones del entorno.
- El líder y los miembros del grupo se encuentran en estrecha relación, la cual
está basada en relaciones de intercambio complejas.
- El líder debe conocer las expectativas y metas de los miembros de su grupo,
la complejidad y dinámica de la situación y los posibles cambios que pueden
ocurrir.
En resumen, para comprender el liderazgo y mejorar su eficacia es necesario
tener presente a los miembros del grupo, sus necesidades, sus habilidades,
sus capacidades y a la propia organización. La conducta de liderazgo se
encuentra modulada por procesos sociales, tales como la influencia y el poder
del resto de miembros de la organización.
Si bien no podemos hablar de un modelo integrado en el marco de la teoría
organizacional, la influencia del liderazgo en las organizaciones ha dado lugar a
movimientos que adoptan estilos de gestión basados en lo que se ha
denominado dirección participativa. Se han llevado a la práctica la dirección por
objetivos, la implantación de círculos de calidad y grupos de trabajo autónomos
que adoptan como principio la implicación e intervención de los empleados en
el proceso de toma de decisiones y solución de problemas, intentando
conseguir su contribución y responsabilidad para alcanzar objetivos comunes
(Sánchez, 1999).
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