El movimiento piquetero y las jornadas revolucionarias

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El movimiento piquetero y las jornadas revolucionarias
Extraido de PTS - Partido de los Trabajadores Socialistas
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TERCERA ENTREGA DE LA SERIE A 10 AÑOS DEL 19 Y 20 DE
DICIEMBRE DE 2001
El movimiento piquetero y las
jornadas revolucionarias
- La Verdad Obrera - 2011 - La Verdad Obrera Nº 455 - NACIONAL -
Fecha de publicación: Jueves 1ro de diciembre de 2011
Descripción :
A partir de la rebelión popular de diciembre de 2001 el movimiento piquetero fue un emergente de la crisis y la movilización social, que destacó la llamada
alianza del piquete y la cacerola, como representación de una fracción de los trabajadores desocupados.
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El movimiento piquetero y las jornadas revolucionarias
A partir de la rebelión popular de diciembre de 2001 el movimiento piquetero fue un emergente de la crisis y la
movilización social, que destacó la llamada alianza del piquete y la cacerola, como representación de una fracción
de los trabajadores desocupados. Si bien los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre tuvieron la impronta plebeya
de la juventud y los desocupados en los saqueos del Gran Buenos Aires y en la batalla de Plaza de Mayo, el
movimiento piquetero no se destacó por su participación organizada en los acontecimientos. La responsabilidad
principal recae fundamentalmente en la Asamblea Nacional Piquetera encabezada por Luis DElía de la FTV y Juan
Carlos Alderete de la CCC (el PO también integraba la dirección), que se negaron a movilizar en esos días.
Movimiento social urbano
El movimiento piquetero recibe su nombre de los levantamientos provinciales que desde mediados de los 90
protagonizaron los trabajadores desocupados de Cutral-Co y Plaza Huincul (1996-97), General Mosconi y Tartagal
(1997-1999-2000-2001) y Libertador General San Martín (1997), para nombrar a los más emblemáticos, y que
enarbolaron la consigna de trabajo para todos. Utilizando el piquete, método extraído del arsenal histórico de la
lucha de clases del proletariado, para el corte de ruta y el bloqueo de las petroleras, que impedía la circulación de
mercancías, los desempleados ocuparon el centro de la escena política nacional como fuerza de resistencia al
menemismo y luego a la Alianza. Teresa Rodríguez de Cutral-Co y Aníbal Verón de General Mosconi, caídos por las
balas asesinas de las fuerzas represivas del Estado burgués, se convirtieron en los mártires de la clase obrera
desocupada. En el caso de Mosconi la rebelión armada fue la respuesta a la represión estatal.
Sin embargo, la masificación del movimiento piquetero cobró impulso cuando ganó las barriadas del Gran Buenos
Aires durante la resistencia al gobierno de la Alianza -con los masivos cortes de la Ruta 3 en La Matanza durante los
años 2000-2001- y luego de la caída de De la Rúa, cuando el gobierno de Eduardo Duhalde otorgó más de dos
millones de planes sociales para amortiguar los efectos de la miseria y la crisis social. Esta masificación del
movimiento significó un retroceso de la demanda original de trabajo para todos y en el pedido de planes
asistenciales y bolsas de comida. El 26 de junio de 2002 los esbirros de la Bonaerense enviados por el gobierno
nacional y provincial -donde figuraban personajes como Felipe Solá, Carlos Soria y Aníbal Fernández- intentaron
liquidar al movimiento piquetero asestándole un golpe criminal en el Puente Pueyrredón, en el marco de lo cual
cayeron asesinados en la estación de Avellaneda Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. La respuesta de la
movilización popular obligó a Duhalde al abandono anticipado del poder.
Según señalábamos hace unos años, el movimiento piquetero se ajustaba a la siguiente caracterización:
movimiento social urbano de un sector de la clase obrera desocupada, que se nutre esencialmente de trabajadoras
del servicio doméstico y amas de casa de las barriadas populares, viejos trabajadores fabriles, ex obreros de la
construcción, además de una generación de jóvenes que nunca accedió al mercado de trabajo y una pequeña franja
de las poblaciones marginales de pobres urbanos. Su organización es esencialmente barrial y sus demandas van
del empleo y los subsidios hasta reivindicaciones de índole comunal. En este sentido, los movimientos piqueteros se
asemejan a los movimientos sociales reivindicativos de Latinoamérica1.
Piqueterismo
El movimiento piquetero luego de diciembre de 2001 estuvo dividido en dos grandes bloques. Uno conciliador,
encabezado por la FTV-CTA y la CCC, y otro de oposición al gobierno nucleado, por un lado, en la ANT donde se
encontraba el PO, Raúl Castells y el MTL del Partido Comunista y, por el otro, en los MTDs. Más allá de que la ANT
se diferenciaba del sector conciliador levantando un programa de confrontación con el gobierno, en la práctica las
movilizaciones piqueteras se limitaban a enarbolar las consignas generales y pedir en concreto planes de empleo y
bolsones de comida al igual que el sector de DElía y Alderete. Por otra parte, el vuelco de las corrientes políticas a
la organización de los desocupados transformó al movimiento piquetero en una miríada de colaterales de las
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agrupaciones y partidos.
La quietud general de la clase obrera ocupada por el papel de las burocracias sindicales impidió que el movimiento
piquetero pudiera fortalecer la fuerza de clase mediante el frente único obrero y por el contrario dió impulso a la idea
de que se trataba de la constitución de un nuevo sujeto social superador del proletariado. Esta ideología fue
pregonada centralmente por la CTA con su famoso lema de que el barrio es la nueva fábrica y su concepción de
que el sujeto a organizar eran los excluidos y retomada de diversas maneras por las distintas corrientes que
actuaron en el movimiento.
Nos centraremos en dos de ellas. MTDs, que, en consonancia con el pensamiento autonomista, visualizaban en la
organización de los desocupados una nueva forma de relación social solidaria que podía reemplazar a las relaciones
capitalistas mediante iniciativas cooperativistas. La otra, la del Partido Obrero, que, reconociendo a los desocupados
como parte de la clase trabajadora, enarboló la idea de que el movimiento piquetero era el embrión de la dirección
revolucionaria de la clase obrera argentina.
Para los autonomistas del movimiento piquetero, la lucha debía centrarse en aprovechar los recursos obtenidos del
Estado para desarrollar cooperativas y otras formas de organización social que permitieran negar en la práctica
cotidiana las relaciones capitalistas. Rehuían de esta manera del enfrentamiento político con el Estado burgués y
sus partidos que a través de los punteros realizaban el reparto de los planes y condenaban al movimiento a construir
una sociabilidad que partía de repartir la miseria y no de un programa y una política para expropiar a los
expropiadores.
En el caso de PO su posición lo llevó a formar junto al Partido Comunista el Bloque Piquetero Nacional y definir que
este frente de tendencias más las que conformaban parte del activo de la ANT, entre ellos Raúl Castells, constituía,
como dirección del movimiento piquetero, una guía histórica para la clase obrera de todo el mundo (...), una prueba
de que en medio de la barbarie del capital el proletariado se planta como la alternativa socialista a la barbarie
capitalista (...)2. No es el objetivo de esta nota profundizar en las consecuencias estratégicas de este
planteamiento, pero señalemos que resulta difícil ver que una alianza con partidarios de la conciliación de clases
como el PC o Castells sea una alternativa socialista de dirección, es decir de independencia de clase y lucha
revolucionaria contra el capital y su Estado. Poco tiempo después, en 2003, el PC cerró filas con el kirchnerismo y el
dirigente del MIJD con el derechista Blumberg.
Lo cierto es que los desocupados ni constituyen una realidad distinta a la de la clase obrera, sino que son obreros
sin trabajo, ni por ende un sujeto diferenciado llamado a sustituir a la clase trabajadora en la lucha contra el capital,
ni portadores en la miseria de nuevas relaciones sociales. Lo que mostró la rebelión popular de 2001 es que la
fuerza y organización de los desocupados escindida de la de los trabajadores de la industria y los servicios -por
responsabilidad central de la burocracia sindical y el terror producido por la desocupación- se vio limitada a pedir
planes y ayuda estatal -en gran medida por responsabilidad de las direcciones piqueteras- sin destacar, salvo
esporádicamente como en la defensa de Brukman y Zanon, tendencias reales a conformar el frente único obrero con
los trabajadores ocupados. La alternativa a la barbarie capitalista que desplegaba la ANT y el Bloque Piquetero se
negó constantemente a unificar las filas de los desocupados y los ocupados, como planteaban y practicaban los
ceramistas neuquinos en la Coordinadora del Alto Valle. Y no sólo eso sino que además, en las distintas ANT, se
opusieron a plantear, tal como sosteníamos desde el PTS, la consigna de preparar la huelga general con cortes de
rutas, ocupaciones de empresas y movilización general sobre el poder político como forma de superar los límites del
movimiento de diciembre y unificar a la clase obrera y el pueblo pobre en una gran acción en común, limitándose por
el cambio a agitar la unidad del piquete y cacerola.
Desde el PTS, junto a los compañeros de Zanon, dimos la pelea por unificar las filas de los desocupados en un
movimiento común con libertad de tendencias, de todas las corrientes antigubernamentales, para disputar la base
masiva de la CCC y la FTV y enfrentar las trampas de la cooptación y el asistencialismo que era el papel al que lo
reducía la política estatal y la orientación que lamentablemente sostenían sus direcciones.
El balance de los movimientos de lucha de 2001 y 2002 es a la luz de los acontecimientos presentes un gran capital
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político para preparar a las nuevas generaciones de militantes obreros y populares.
Post-scriptum :
1 Ruth Werner y Facundo Aguirre, Movimiento piquetero entre la lucha de clases y la institucionalización. Estrategia Internacional Nº 21.
2, Discurso de Jorge Altamira en el Acto del microestadio de Ferro (8/8/2002). Prensa Obrera Nº 766
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