JUVENTUD ¿DIVINO TESORO

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Esta reflexión del padre Benito Angel Santecchia sdb fue escrita entre tantas otras, entre los años 1992 y 1997.
La intención de la presente invitación es intentar una verificación o refutación de los escritos de Benito respecto de la
juventud de hoy, 2009. Qué cosas han cambiado, cuáles se mantienen, cómo acompañar a los jóvenes de hoy…
Podríamos haber hecho un multiple choice para hacer una evaluación más rápida, pero creemos que con ese método se
perdería la riqueza de la experiencia que cada uno tiene en el ámbito juvenil.
Si bien son muchas las visiones sobre la juventud, recogidas en este artículo, nos interesaría en principio, saber:
1) ¿Cuál es el lugar geográfico donde se inserta tu experiencia en la pastoral juvenil actual? ¿Cuál es el ámbito pastoral de tu
experiencia: colegios, movimientos, parroquias, etc.?
2) ¿Con qué imágenes de las siguientes se identifica actualmente a los jóvenes de hoy? ¿Por qué?
3) ¿Según tu experiencia con ellos, qué otras imágenes podrían surgir?
4) ¿Alguna otra observación o aporte?
“DIEZ PIEZAS DE UN ROMPECABEZAS
Jóvenes de hoy… ¿Qué se dice de ellos? ¿Serán lo que dicen las encuestas? ¿Qué piensan ellos de lo que se piensa de ellos?
1. “Individualistas”
Los jóvenes dioses: son 5.600.000 y tienen entre 16 y 23 años. Los jóvenes de hoy son “yoístas”. No leen, aman la música y el dinero.
No tienen líderes, ni ídolos, ni modelos. No se proponen hacer ninguna revolución. Hacen el amor con la naturalidad con que se
toman un helado en la puerta de un iridiscente salón de videojuegos. Condenan a los verborrágicos políticos de toda laya, que les
dieron exactamente nada. La nueva religión de los jóvenes pone al tope de los mandamientos el individualismo al mango. Todo les
importa tres pitos. (Noticias 1991)
2. “Sanos”
Se puede definir a la juventud argentina como: una juventud esencialmente SANA, que conserva los valores morales fundamentales,
con profunda fe en Dios y el país, admiradora de Cristo y que se apoya fundamentalmente en la familia. Escéptica en cuanto a la
imagen que tiene principalmente de los políticos y los empresarios, y en menor medida de la iglesia. Se ve amenazada por la falta de
oportunidades laborales, el flagelo de la droga, la poca confianza que ofrece el presente del país y la pérdida de los valores morales”.
(Comisión nacional de pastoral de juventud, 1990)
3. “Crueles”
Los adolescentes de hoy: más libres, más solos y más CRUELES. Ignoran la guerra de las Malvinas. Aman a los Simpson. De política
sólo hablan de la corrupción. “Gronchos” y “grasas” son los sujetos de su racismo. Hacen llorar a sus maestras. Saben de ecología. No
conocen los límites de la disciplina. En los colegios la relación con los chicos es mucho más permisiva. Los padres son más
permisivos y culposos que los de épocas anteriores. Las malas palabras son una forma más de comunicación, tanto entre los chicos
entre sí, como en su relación con los profesores. No son respetados en los comercios y son mal mirados cuando, solos, intentan entrar
en algún comercio. Los hijos de la democracia sienten la hostilidad de una ciudad que se ha puesto “pesada”, pero, sufren también las
consecuencias de un prematuro abandono por parte de padres demasiado ocupados. Libres como nunca, solos y crueles, los hijos de la
democracia son más ni menos que el espejo de los difíciles, excitantes y fascinantes años que hemos vivido”. (Ámbito financiero,
1993)
4. “Defraudados''
¿Qué piensan los adolescentes? Cerca de la mitad se sienten defraudados por la sociedad en que viven. La mayoría de ellos les echa la
culpa a los políticos. Más del 90 por ciento está convencido de que existe corrupción en la policía, en la política, en la justicia y entre
los funcionarios del gobierno. Alude frecuentemente a la esperanza, pero, también convive con el temor. Así discurre el destino de los
cientos de chicos –entre 13 y 18 años– consultados. Todas las respuestas sugieren la búsqueda de una razón para vivir. O modelos que
en las sociedades justas y estables son evidentes. (Clarín 1992)
5. “Lucidos”
Si cada época moldea una mentalidad diferente, ¿qué clase de generaciones viene creando esta suerte de huracán de la historia con
que culmina el siglo XX, con el fin de las dictaduras, el derrumbe de la sociedad comunista y las proezas de la tecnología? Los
jóvenes del siglo XXI ya se están diferenciando claramente de sus antecesores. No hacen del sexo un estandarte de liberación. No se
construyen búnkers o sectas para aislarse del resto; al contrario se sienten formando parte de la misma comunidad con los adultos y
aunque advierten muchas fallas en el mundo, quieren mejorarlo desde adentro. No son los ‘pasotas’, ni la “generación sin futuro”. Son
una generación que percibe naturalmente al mundo a través de tos medios de comunicación. Una generación notablemente lucida.
(Clarín 1992).
6. “Posmodernos”
Nuestros adolescentes en la posmodernidad. En 1988 se encuesta a adolescentes de 4 escuelas diferentes de la Capital –de 14 a 18
años–, varones y mujeres. Con respecto a la sexualidad todos los jóvenes encuestados manifiestan tener información, obtenida en su
mayor parte a partir de los padres. Una tercera parte ha tenido relaciones sexuales; más los varones que las mujeres. Más de la mitad
está de acuerdo con las relaciones sexuales prematrimoniales. ¿Y la afectividad? No dan cuenta de un amor intenso y apasionado –
como se supone– sino más bien de un tipo de vínculo breve, superficial; exhibicionista y, aun así o tal vez por eso mismo, cansador.
¿Con quién se identifican nuestros jóvenes? En algunos grupos surgió la ausencia total de modelos de identificación: “no tenemos con
quien identificarnos; los profesores, los que gobiernan, no queremos ser como ellos”. ¿Qué pasa en la familia? Si bien hay un
cuestionamiento con respecto a lo cotidiano de la vida familiar, no lo hay respecto a valores básicos de los padres. (G. Obiols y S. de
Obiols)
7. “Suicidas”
Los jóvenes son la franja más proclive a quitarse la vida. La Argentina es el país latinoamericano con mayor índice de suicidios y en
el nivel mundial se ubica en el 11º lugar. Entre los menores de 21 años el índice de suicidios aumentó casi un 90% en 1992-1993. El
suicidio es democrático: se registra en todos los niveles sociales. (La Nación 1994)
8. “Sectarios”
Las nuevas tribus urbanas. Cada vez más los jóvenes se agrupan en SECTAS que tienen códigos estrictos y puntuales ritos de
iniciación. Se identifican con una estética precisa. La música juega un papel fundamental en sus vidas individuales y en la cohesión
del grupo. Su ámbito natural es la noche, que cambia la geografía de la ciudad y la entrega casi vacía. Una ideología, aunque a veces
difusa, los aglutina. Rechazan la autoridad y la represión. Llaman “botón” a cualquiera que coarte su libertad. Reivindican la
marginalidad. No les gustan los caretas (caretas son los que viven como Dios manda). Desprecian el mercantilismo. Ellos son un poco
los dueños de la calle y los que le dan color y sabor a veces picante. Los “modernos” son una especie intelectual. Desarrollan ante
todo un arte de la indumentaria que consiste básicamente en el pastiche: acumular sobre el cuerpo prendas de distinto origen y
antigüedad, como por ejemplo el chaleco del abuelo, la camisa rayada del tío, un saco verde y un jean. Si Discépolo se indignaba
porque el mundo es un cambalache, los modernos lo disfrutan. (Clarín 1994).
9. “Minutistas”
En nuestra sociedad se ha dado un proceso curioso y significativo: muchas generaciones crecieron en una cultura de “grandes odios”,
como por ejemplo peronistas y radicales. Boca y River. Ford y Chevrolet, capitalismo y comunismo...Y esos grandes odios
alimentaron movimientos de distinto tipo, asociados por ideologías y –en el fondo– valores de lealtad, fidelidad. En la actualidad, en
esta época del suceso y del hecho, crecemos en una cultura de “pequeños amores”, en la cual ofrecemos la “vida” por pequeñas
circunstancias, como puede ser la “vida por una moto”, “la vida por un auto nuevo”, “la vida por un encuentro sexual”, aun poniendo
en juego y arriesgando valores, ideas, la propia vida. Es esta cultura del suceso, la que privilegia el “instantismo” o “minutismo” a
costa de sacrificar el proyecto. Como dice Mamerto Menapace, los adolescentes tienen sueños y los adultos se los comercializan...
Esta generación como tal vez ninguna otra está estimulada hacia la ausencia de proyecto con todas las perturbaciones personales y
sociales que esto ocasiona. (Jóvenes en los ‘90, 1993).
10. “In-identificables”
En los 90 hay que ser jóvenes, con independencia de la edad que uno tenga. Ya no hay mujeres canosas y muy pronto dejará de haber
hombres pelados. Si treinta años atrás, la apariencia subsumía a los jóvenes en el mundo de los adultos, hoy los adultos se disfrazan de
jóvenes, porque nuestra sociedad parece no tolerar las diferencias. Pero, si todos tienen el mismo aspecto, ¿quiénes son los jóvenes?
¿Qué es lo distintivo de ser joven en este particular lugar y momento histórico? Cada sociedad define lo que entiende por juventud. En
ocasiones, es un comienzo biológico y un final social. Para algunas sociedades, la primer gota de sangre desencadena un ritual de
iniciación, en el que la tribu entera festeja que hay entre ellos otra mujer fértil. Para los judíos todo varón de 13 años debe cubrirse la
cabeza y leer en voz alta un texto que lo identifica como tal. Hace 30/40 años se dejaba la infancia al ponerse los pantalones largos.
Pero, en nuestra cultura de hoy, ¿en qué momento se empieza socialmente a ser adolescente? ¿Al dejar la escuela primaria o al primer
baile, que ya son durante la primaria? A los quince años, las familias de clase media, celebran el ingreso de sus hijas al mercado
matrimonial con una fiesta que debe mostrar la capacidad económica del grupo. Además, ¿hasta cuándo son jóvenes? ¿Hasta la
mayoría de edad legal? ¿Hasta que trabajan? ¿Hasta que dejan la casa paterna? (Jóvenes en los ‘90, 1993).
¿SON REALMENTE ASI?
Después de este zapping, de este desfile de imágenes truncas ¿qué impresión tiene usted? ¿La de haberse asomado a un
borracho calidoscopio? ¿Se atrevería a armonizar las 10 fichas recién presentadas? ¿Es esta la realidad juvenil? ¿No será el
sensacionalismo de los medios que vende esta imagen de la juventud actual? “Que una mujer haga mil pedazos a un diario, no
interesa a ningún hombre: pero, que un hombre haga mil pedazos a una mujer interesa a todos los diarios”.
Así reza un slogan de la prensa anglosajona. La atrayente piel de los medios, ¿no estaría rindiendo tributo a esa consigna? O
será que este arlequinado panorama es el único sayal que le calza a la juventud moderna. Y que, entonces, cada enfoque tiene algo de
verdad.
Según lo que usted conoce, ¿la minoría o la mayoría son así? En la Argentina ¡hay casi 6 millones de jóvenes! ¿Se atrevería a
ensayar un porcentaje?
¿No fueron acaso siempre así?
“Tienen malos modales y desprecian la autoridad. Son irrespetuosos con los adultos y se pasan el tiempo vagando en las
plazas, charlando entre ellos. Contradicen a sus padres, monopolizan la conversación, comen con glotonería y tiranizan a los
maestros”. ¿A qué docente jubilado pertenecen estos rezongos? Según el testimonio de Platón, estas palabras fueron pronunciadas por
Sócrates, 500 antes de Cristo. ¡Hace 2.500 años! No es superfluo recordar que Sócrates fue condenado a beber la cicuta; pero, no, por
los jóvenes, sino porque su prédica chocó a los espíritus conservadores.
¿Continente o archipiélago?
Compartimos la observación del P. Juan Vecchi sdb, Vicario del Rector Mayor, estudioso de fenómenos juveniles: “Se tiene
la impresión de que lo dicho hoy no vale para mañana. Se está frente a una masa proteica que puede cambiar fácilmente su
configuración. El barómetro juvenil marca siempre “variable”. Es una realidad fugaz en continua transición. En tugar del término
clase o condición juvenil se usa como imagen la galaxia, el planeta, el archipiélago y otras que destacan a la vez la extensión del
campo, la dificultad de determinar sus límites y las diferencias objetivas y subjetivas que hay en él” (Razón y fe 1992).
Pero, abandonemos provisoriamente el efervescente archipiélago de los jóvenes, para pasar al aparentemente sólido
continente de los adultos.
…
¿HEREDARAS EL VIENTO?
A pesar de que el artículo no se cierre a la esperanza, alguno puede comentar: ¡Qué de “pálidas”! ¿No hay alguien con mejor
onda? Sí. Luisa Kaplan, por ejemplo, quien considera al adolescente actual como un ser profundamente ético, idealista y apasionado y
no comparte la opinión de quienes lo consideran conformista, cínico, interesado, indolente y no comprometido políticamente... No
sólo Kaplan, quizás también usted. Y ciertamente, un servidor.
Pero, esto supone meterse dentro del mundo juvenil. No mirarlo desde afuera. Entenderlo como ellos lo entienden. No como
entenderíamos nosotros nuestro propio mundo. Penetrar el significado de sus símbolos. No condenarlos dividiéndolos entre buenos y
malos, ni comparándolos negativamente con los de “nuestra época”. Interpretarlos como Jesús interpretaba la “cultura” de los pobres,
no como hacían los falsos profetas, que no entendían el corazón del hombre y se erigían en jueces de vivos y muertos...
Supone que tanto la educación como la evangelización sean asumidas como desafío permanente y no como una cosa hecha,
que se debe repetir de generación en generación. Supone no sólo un cambio de mentalidad, sino, y más, una mentalidad de cambio.
¿Y los valores perennes de nuestro humanismo? Precisamente, sólo se los preserva de la caducidad inscribiéndolos en los
tiempos nuevos. Fuera de su propio contexto histórico, los valores perennes se asemejan a los negativos de una foto: una figura
ambigua y enigmática.
Sólo revelarán su “misterio” si se los sumerge en un baño revelador, por más ácido que sea. Y hoy ese baño es la cultura
juvenil.
¿Y ahora que? ¡Y ahora comienza el Trabajo práctico!”
Fuente: SANTECCHIA, Benito Angel, Treinta y tres reflexiones pastorales. Catequesis teológicas para nuestro tiempo, Instituto
Superior Juan XXIII – Proyecto, Bahía Blanca – Buenos Aires, 2007, 209-219.
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