El sueño de la abundancia

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El sueño de la abundancia
Escrito por Administrator
Lunes 10 de Junio de 2013 01:53 - Ultima actualización Lunes 08 de Julio de 2013 19:12
POR FERNANDO GÁLVEZ DE AGUINAGA
La realidad no está conformada únicamente por lo que tocamos y vemos en el mundo tangible,
en definitiva, los pensamientos y los sentimientos forman parte de la realidad humana y por
ende de la “Realidad”, así también la vida de nuestro subconsciente y en ella el sueño como
espacio privilegiado, es parte importante de nuestra realidad, puesto que pasamos gran parte
de nuestra vida dormidos.
Pero además, nuestro país es un territorio de gran espiritualidad y en el que los pueblos, desde
tiempos prehispánicos han explorado las realidades paralelas y atesorado un conocimiento de
ellas que hace que en muchos caso los mundos mágicos convivan con los cotidianos y sean un
todo indisoluble. La pintura de Alberto Aragón Reyes está posicionada en ese ámbito, sus
personajes deambulan por sueños o realidades paralelas como las que cantaba María Sabina
en sus rezos.
Vale recordar que Alberto es oaxaqueño y la diversidad étnica de esa región de México lo ha
hecho encontrarse desde niño con ese pensamiento mágico, aunque su desarrollo ha sido
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cosmopolita y abreva de otras tradiciones literarias, artísticas y espirituales. Lo interesante es
notar cómo las realidades mágicas acontecen interactuando con la realidad cotidiana, porque
entonces podremos calibrar su importancia y no pensar en ellas como espacios fantásticos
llenos de hadas y seres improbables en lugar de lo que son, herramientas de conocimiento
para ayudarnos a entender e incidir en nuestro propio mundo. Me explico con ejemplo: en su
libro más reciente intitulado “Monte Sagrado- Templo Mayor” Alfredo López Austin y Leonardo
López Luján, cuentan lo siguiente: “En 1932 una lluvia torrencial, definida por los habitantes del
Valle de Amatzinac como una gran serpiente de agua, provocó la caída de tal cantidad de
piedras en la escarpa noroccidental del cerro de Chalcatzingo, que dejó al descubierto parte de
la cara de una gran peña donde se alcanzaba a ver un fragmento del relieve que
posteriormente sería conocido como El Rey. Allí estaba plasmado un personaje en posición
sedente dentro de una cueva cuya entrada adquiere la figura de las fauces de un monstruo. El
personaje descansa en majestad sobre un sitial en forma de xonecuilli (símbolo pluvial y
estelar) y sostiene entre los brazos, como si fuera un infante otro símbolo idéntico. Por la boca
de la cueva salen bandas con roleos que pueden ser interpretadas como corrientes de viento, y
fuera de la cueva, en la parte superior, hay figuras de nubes que derraman lluvia.” Creo que
esta larga cita, ejemplifica esta interacción entre el pensamiento mágico y la realidad, puesto
que la tormenta puso al descubierto el petrograbado monumental de un señor del imaginario
Olmeca que controlaba entre otras cosas las aguas y los vientos que movían las nubes.
Esta es la sensibilidad de donde surge el imaginario surreal de nuestro pintor. No tiene que
haber una situación o escena muy compleja para que Alberto Aragón nos transmita con fuerza
esta sensación inquietante de que estamos en un espacio no tradicional, sino en un tiempo
alterno, un mundo de leyes distintas. Por ejemplo su autorretrato con luz lunar es una de las
piezas maestras de la exposición, junto con “Representación del deseo”, dos obras que son
acercamientos faciales y que sin embrago tiene una fuerza tremenda e inquietante, tanto por la
afortunada utilización del color y las luces, como por una economía de recursos que en su
frontalidad se abre a mil puertas sugerentes.
Ya en imágenes más complejas, destaca en definitiva “La pesca”, puesto que tanto la
composición, es decir, la manera en que se han dispuesto las formas y los colores que se han
utilizado, hacen que una escena aparentemente cotidiana de la vida rivereña, en que dos
personajes rapados recogen el trasmallo de las redes para pescar junto con su carga de peces,
se transfigura en una situación llena de simbolismo y magia desbordante. La genialidad de la
obra consiste precisamente en convertir una labor en algo trascendente, entonces se toca el
“punctum” en el que descubrimos que la vida en sí es la magia suprema, que el mundo es el
milagro, que la tierra, los ríos y los mares se tocan con el cielo. ¿No será que a la humanidad le
hace falta en estos tiempos regresar a ver la naturaleza como un territorio sagrado de donde
surgen todos los prodigios? Gracias a la saga de los personajes de Alberto Aragón, podemos
repensar esto.
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