Conozca como oraba Jes s

Anuncio
LA ORACIÓN DE JESÚS
Jesús es el punto de partida, el modelo y el maestro de la oración cristiana.
Lo que ésta tiene de específico, de nuevo, en contenido y en espíritu,
arranca de él1.
La oración de Jesús es la fuente de inspiración de la oración cristiana.
Jesús es el pedagogo que enseña con el ejemplo y la doctrina. La doctrina
corresponde a lo que él hace. Él es el que enseña a orar, para dirigirse a
Dios, el término "Padre", en un sentido análogo y bajo una experiencia de
filiación semejante a la suya. Enseña a buscar en la oración el contacto con
Dios, en diálogo directo, permanente"2.
Acerca de la oración de Jesús no es especialmente prolija la información
que nos ofrece el Nuevo Testamento. Pero sí suficiente para que el
creyente haga una idea de la espiritualidad de su maestro. Y esa
información se orienta como en dos direcciones: Jesús se atiene a las
prácticas oracionales judías de su tiempo, pero él mismo transciende ese
marco preestablecido, ampliándolo a nuevos ámbitos y circunstancias y
fecundándolo con una nueva savia experiencial.
"El evangelista san Lucas, sobre todo, no pierde oportunidad de hacer sentir
cómo la oración informa todos los momentos importantes de la vida y de la
obra de Jesús (v. gr. Lc 3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28s; 11,1; 22,41). Los
discípulos observan cómo hace oración, y, desde ahí bajo qué impulsos
obra en cada caso. Ello no queda sin efecto en el futuro de su vida y de su
acción apostólica.
La oración de Jesús permite, como ninguna otra puerta, penetrar en el
misterio de su persona"3.
1
GONZALEZ, A., La Oración en la Biblia, Cristiandad, Madrid 1968, p. 154.
2
Ib., p. 160.
3
GONZALEZ, A., o.c., 155-156.
Jesús oró en el desierto
La soledad favorece el silencio, y éste permite percibir mejor lo que hay en
el corazón del hombre. Por eso todo israelita sabe que sus antepasados
tuvieron que dar cuenta de sí en el desierto: "acuérdate del camino que el
Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto, con el
fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón" (Dt
8,2).
El desierto es un espacio de recuerdos, de experiencias pasadas y de
resonancia de promesas. El Bautista se retira al desierto, quizá movido por
su fiebre apocalíptica, que le enseña que por el desierto llegará el Reino de
Yahvé, y que precisamente allí hay que prepararle una calzada (Cfr Is.
40,3).
Jesús muchas veces se retira a la soledad a orar a su Padre (Mc 1,35; 1,45;
6,31ss).
No se puede olvidar que el desierto es lugar ambiguo en la tradición bíblica;
es lugar de fidelidad y de gozo, lugar de tentación y de lucha, de
discernimiento y de toma de postura ante Dios. Además del idilio
mencionado por Jeremías, a las espaldas de Jesús quedan otros
personajes experimentados en desierto: Moisés, escondido en el desierto y
lleno de miedo por haber matado a un egipcio (Ex 2,15), y llamado también
en el desierto para una misión nada fácil (Ex 3,1-11); Elías se dirige al
desierto para morir allí derrotado por la tozudez de sus compatriotas (1Re
19); los hijos de Israel murmuran en el desierto, se quejan de Yahvé y le
tientan; Juan el bautista se sitúa en desierto, para desde allí servir de
conciencia crítica a Israel, purificar su esperanza y reconducirlo a la
fidelidad; grupos de israelitas contemporáneos de Jesús preparan desde el
desierto entusiastas revueltas mesiánico-políticas (cfr Hch 21,38).
Jesús se retiraba a orar en el monte
Al israelita el monte le evoca densas experiencias religiosas. Dios probó y
halló fiel a Abrahán en el monte Moria (Gn 22) y allí mismo se le mostró
como señor de la muerte y de la vida. El Horeb es el lugar en que Dios
llama a Moisés (Ex 3), le encomienda una misión y le manifiesta su nombre
y su misterio, bajo la imagen de la zarza ardiendo. Todo Israel contempla el
Sinaí en llamas y en tormenta, lleno de resplandor de la presencia de Yahvé
y del humo de su esencia inabarcable (Ex 19); y el pueblo aprendió a orar
con las palabras: "toca los montes y echarán humo" (Salmo 104,32). En el
Horeb se encontrará Elías inesperadamente con la presencia de Yahvé que
pasa: "El Señor le dijo: "sal y quédate de pie en la montaña ante la
presencia del Señor". Y el Señor pasó" (2Re 19,17). Y los israelitas en
general, incluidos los del reino del Norte, van a adorar a la altura de Sión, al
monte de la Casa del Señor (cfr Is 2,2), pues "Sión está fundada sobre los
montes santos" (Ps 87,1). Es el lugar de encuentro con Yahvé, de oración y
adoración. También la mujer Samaritana recuerda que "nuestros padres
adoraron a Dios en este monte" (Jn 4,20).
Jesús repetidamente se retiraba a orar en el monte (Mc 6,46; Lc 22,39; Jn
18,2).
Jesús muere en el Calvario, siendo la máxima oración, que le lleva a la
Resurrección.
Jesús oró en
insignificantes
momentos
decisivos
y
en
momentos
Es importante resaltar que todos los momentos de grandes decisiones de
Jesús y todos los acontecimientos relevantes de su actuar están de algún
modo acompañados por la oración.
Basta recorrer los evangelios: acogida de su misión en el bautismo (Lc 3,2122); retiro en el desierto (Mc 1,12-13 par); elección de los Doce (Lc 6,1213); diálogo decisivo de Cesarea (Lc 9,18); experiencia de transfiguración
(Lc 9,28-29); oración en Getsemaní (Mc 14,32-42 par); oración en la cruz
(Mc 15,34s)4.
Lo más inmediato a Jesús es su Padre; por eso el primer destello en su
conciencia es la certeza de venir del Padre; le conoce antes de conocerse,
agradece su amor, y le venera antes de ocuparse en su quehacer o su
4
PAGOLA, J.A., ¿Cómo oraba Jesús?. En "Sal Terrae" 72 (1984), p. 260.
persona5.
Esto ha de tener como consecuencia la frecuencia, la continua oración de
Jesús, como algo que está presente y anima su vivir diario. Su misma
actividad está transida de la intimidad con el Padre (cfr Mc 9,28-29; Jn
11,41-42).
Jesús oraba a “puerta cerrada”
Jesús es el Maestro de la nueva comunidad del Reino. Enseña a sus
seguidores a vivir en comunión, y también a orar como auténtica familia de
los hijos de Dios. Les da la garantía de que su oración comunitaria será
siempre escuchada (Mt 18,19s); y la única oración que sabemos que Jesús
haya enseñado a los suyos nos ha llegado formulada en plural: perdónanos,
danos, etc. (cfr Mt 6,9-13).
Jesús se retiraba a orar en soledad (cfr Mt 14,23; Mc 1,35; Lc 5,16); sólo
una vez nos le presentan los evangelios orando en común con sus
discípulos (Mc 14,26).
Jesús recomendó a los suyos rezar en soledad, en la propia alcoba, con la
puerta cerrada (Mt 6,6). Es, evidente, una praxis que tiene que coincidir con
la comunitaria. Por ello se ha de considerarla como una enseñanza
doctrinal: la oración no puede convertirse nunca en motivo de ostentación;
la oración, el encuentro con el Padre, es don, por el que no cabe
agradecimiento u orgullo, sino actitud sencilla y agradecida.
Jesús oró en la cruz
Su condición Kenótica le llevó a vivir en la propia carne la angustia de la
ausencia y del silencio de Dios. Ya había experimentado su preludio en
Getsemaní (Mc 14,33ss; cfr. Jn 12,27); pero lo que allí se presentaba como
amenaza o temor tiene en la cruz los colores de cruda realidad. Y Jesús
echa mano de las expresiones del Salmo 22.
5
PIKASA, X., 25 temas de oración, CLAR, Madrir 1982, p. 76.
"Cuando Dios no llena de su presencia el vacío y la soledad inmensa de
Jesús, éste no (...) se encierra en su sufrimiento ni se aísla en su soledad
para hacer de ella el último refugio de su desesperación. Su oración es la
expresión de quien asume hasta el fin su misión solitaria, sin alivio ni
subterfugios, poniendo su esperanza sólo en el Padre"6.
La oración de Jesús en la cruz se realiza en la tensión entre la
inquebrantable confianza en el Padre y la experiencia desgarradora de un
Dios que se esconde, dejando paso al poder del mal y de la nada y al
clamoroso fracaso externo de la misión del enviado. La última oración de
Jesús explicita, como ninguna otra, que orar es encontrarse con Dios como
misterio, y, como misterio acogerle y adorarle.
(BLANCO PACHECO, S., La oración de Jesús. En "Vida religiosa" 70 (1991), pp. 349-359)
6
PAGOLA, J.A., o.c., p. 268.
Descargar