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4B E L
NORTE
: Martes 5 de Junio del 2001
P E R FI L ES
H I S TO R I A S
Por MARÍA LUISA
MEDELLÍN
l sábado 5 de junio
de 1971 en punto de
las 12:00 del mediodía, Eduardo A. Elizondo escribía una
página para la historia. Se convertía
en el primer Gobernador de Nuevo León que, antes que
ceder a los designios del poder presidencial, prefirió renunciar al cargo. Algunos universitarios de la época señalan que la dimisión se debió
a que Elizondo no supo manejar bien
el conflicto de la UANL y chocó con
el Presidente Luis Echeverría.
Pero lo que en su momento quedó claro es que la población, en su
gran mayoría, apoyó la decisión de
Elizondo y censuró la intromisión de
Echeverría en un asunto local y la
alianza del Presidente con una Izquierda universitaria que rechazaba rendir cuentas, pese a la deteriorada situación financiera de la
UANL, bajo el pretexto de la autonomía.
“Serví lo más y lo mejor que pude”, leía esa mañana el Gobernador
ante los sorprendidos diputados reunidos en el Congreso, que apenas 10
horas antes habían aprobado la nueva Ley Orgánica de la UANL, centro
del debate político en el Estado.
“Estoy seguro de la buena fe que
los animó para buscar una solución
al conflicto existente, pero me parece que se sacrificó lo esencial en aras
de una paz temporal que poco significa.
“En mi modesta opinión, el medio adoptado (la Ley Orgánica) precipitará a nuestra Alma Mater en un
abismo del que difícilmente podrán
rescatarla las generaciones venideras”, expresó.
Elizondo se refería a la Ley Orgánica que los legisladores locales acababan de aprobar esa madrugada,
elaborada de la mano del Presidente Echeverría y pasando por encima
de la que el mismo Gobernador había puesto en marcha el 2 de abril
anterior.
Elizondo seguía leyendo: “Promulgar y hacer publicar el decreto
referido significaría actuar en contra de mis convicciones de universitario y de ciudadano; vetarlo implicaría problemas sociales y políticos
muy graves y complejos.
“Ante tal situación considero mi
deber retirarme del honroso cargo
que ostento y que he procurado desempeñar aplicando a ello todas las
fuerzas de mi cuerpo y todas las luces de mi entendimiento.
“Nada me será más placentero
que constatar el progreso de la Universidad de Nuevo León en beneficio
de la comunidad en que vivimos”.
Finalizado el mensaje, un grupo
de diputados lo acompañó hasta su
despacho.
Un día después, Luis M. Farías
ocupaba su escritorio y firmaba la
nueva Ley Orgánica de la Universidad.
Helio Ayala, uno de los legisladores que prefirió dejar el cargo tras
negarse a la aprobación de la nueva
ley, cuenta que Echeverría intentó
comunicarse hasta el último momento con Elizondo, pero el Gobernador no tomó la llamada.
“¡Nadie le renunciaba así al PRI!”,
dice Ayala con orgullo.
temporal sin ir a la esencia del problema”.
Cuando renunció Elizondo, la gente le manifestó de muchas maneras
su apoyo a su ex Gobernador. Cantú
Cerna renunció de inmediato.
E
El 2 de abril de 1971, Elizondo había
instalado una Asamblea Popular para que operara como autoridad máxima de la Universidad de Nuevo
León, como se le seguía llamando,
pese a que su autonomía había sido
decretada por el mismo Gobernador
desde 1969.
La Asamblea Popular estaba formada por representantes de los medios de comunicación, obreros, comunidades agrarias, maestros, alumnos, profesionistas, diputados y empleados organizados.
Sin embargo, de acuerdo a la nueva ley echeverrista, esa asamblea vulneraba la autonomía universitaria y
sería sustituida por una Junta de Gobierno.
Este organismo designaría al siguiente Rector entre una terna propuesta por el que estuviera en funciones
Eduardo A. Elizondo saluda a Luis M. Farías, el sucesor en la
Gubernatura de Nuevo León.
La renuncia
que conmovió a NL
Hoy, exactamente hace 30 años, Eduardo A. Elizondo
se convirtió en el primer Gobernador del Estado
en dimitir al cargo antes que ceder a la presión presidencial
El 3 de junio de 1971, dos días antes
de que el Gobernador renunciara,
Víctor Bravo Ahuja, titular de la SEP
y enviado del Presidente Echeverría,
ponía a disposición del Congreso local el documento para la nueva Ley
Orgánica de la Universidad, que dejaría sin efecto la de Elizondo.
La injerencia, sin embargo, venía
de meses atrás, cuando Bravo Ahuja fue comisionado para platicar con
los grupos disidentes al interior de
la Universidad.
Se reunió también con algunos
ex Rectores para conocer sus puntos de vista sobre el conflicto. Les pidió hacer un análisis de la ley actual
y proponer una nueva.
Todavía el 1 de junio, el Gobernador nuevoleonés confiaba en que
Bravo Ahuja aportaría una solución
factible al problema.
Las manifestaciones contra la llamada Ley de Elizondo se intensificaron y, como en otras ocasiones,
trastornaron la Ciudad. Además de
los universitarios, ahora se sumaban
más obreros tras el asesinato, la tarde del sábado 29 de mayo, del líder
de la CTM, Rodolfo Gaytán, quien había apoyado el movimiento estudiantil.
Así las cosas, el Gobernador y el
titular de la SEP sostuvieron un encuentro que se alargó por 11 horas.
Al final, no se llegó a conclusión alguna.
En clara alusión a Elizondo,
Echeverría mandó una carta el 4 de
junio a todos los Gobernadores: los
exhortaba a abstenerse de intervenir en el régimen interno de las universidades.
¿Qué tan relevante fue esta carta para la decisión que Elizondo haría pública unas horas después? Sólo el propio ex Gobernador lo sabe y
prefiere mantener la respuesta para sí.
BAJO PERFIL,
POCAS PALABRAS
2 EL NORTE daba cuenta de la histórica renuncia de Eduardo
A. Elizondo.
y recibida a su vez de las juntas directivas de escuelas y facultades.
La nueva ley eliminaba también
el examen de admisión, naciendo
así el pase automático.
En Monterrey, como en el mundo, eran tiempos de revueltas universitarias, y el hecho de que un militar fuera en ese momento Rector
de la UANL –el coronel Arnulfo Treviño Garza– luego de los recientes
hechos del 68, irritaba más los ánimos de la comunidad universitaria.
La punta de la madeja en el conflicto entre el Gobierno y la Universidad se puede asir el 9 de marzo de
1968, tres años antes, previo al Primer Informe estatal.
Al abrir las páginas del periódico
de ese día, los regiomontanos leyeron con asombro el Plan Elizondo:
“La situación financiera de la
Universidad se deteriora cada vez
más", decía el Gobernador. "Sus recursos crecen a un ritmo menor que
el de sus necesidades. Si se continúa así, vendrá su bancarrota, a
menos que se disminuya su cupo o
se deprima la calidad de su enseñanza, ya que el Estado no puede
darle más dinero sin abandonar importantes renglones de la actividad
pública....
“Quienes puedan pagar deben
hacerlo y quienes no puedan, pero
quieran y puedan superarse, deben
recibir educación a crédito, restituyendo (el préstamo) cuando estén en
mejores condiciones económicas”.
Los organismos empresariales publicaron un desplegado de apoyo. Los
estudiantes y trabajadores que se oponían se manifestaron en las calles.
El Consejo Universitario rechazó
el plan, aunque Elizondo no desistió, iniciando un camino de antagonismos.
ENTRE PROTESTAS
Y PRESIONES
Los estudiantes se organizaron y formaron un consejo estudiantil, relata el catedrático Miguel Covarrubias, quien presidía la directiva de
Filosofía y Letras y se la pasaba entre clases y juntas –más juntas que
clases–, porque también era secretario de prensa del Sindicato de Trabajadores de la UNL y maestro de
prepa.
“Fuimos al despacho del Gobernador y le entregamos un pliego de
peticiones. Él nos dijo que la propuesta sería acogida por el Gobierno”.
Pedían la destitución del Dr. Héctor Fernández como Rector y más
recursos para la construcción de
edificios, la investigación y la academia.
“No estábamos de acuerdo con la
política estudiantil elitista que proponía el Gobierno, y como medida de presión tomábamos la Rectoría o algunos
planteles y nos manifestábamos en las
calles”, explica Covarrubias.
2 En este cartón se publicó un extracto del texto que Elizondo
leyó ante los diputados.
Los alumnos acusaban a Roberto Moreira, Secretario General de la
Universidad, de contar con una “policía estudiantil” que se infiltraba en
las manifestaciones y agredía al estudiantado.
Hoy, Moreira ríe a carcajadas al escuchar esto. Dice que como se encargaba de los asuntos políticos y estudiantiles, lo veían como la representación de la autoridad a atacar, por eso
en todos los camiones ponían su caricatura con la leyenda “Fuera Moreira”.
“En las manifestaciones quizá
hubo escaramuzas, pero nada de importancia”, recuerda. “En mi tiempo --del 67 al 69-- no hubo muertos
ni lesionados porque la política de
Elizondo era de prudencia”.
Cuenta que en 17 ocasiones los
muchachos tomaron la Rectoría y no
hay evidencia de hechos de sangre.
“Media hora antes, los líderes me
avisaban y me daban tiempo de sacar al personal, de cerrar las oficinas”, afirma Moreira. “Debo decir
que por parte de ellos tampoco hubo violencia; nunca faltó un cinco,
ni se perdió ni se destruyó nada”.
Eran tiempos turbulentos. Los
cambios ocurrían, pero a costa de
ánimos encendidos en pro y en contra de cualquier iniciativa.
El 22 de octubre de 1969, Elizondo propuso al Congreso una iniciativa para otorgar la autonomía a la
institución, algo que no fue bien visto por algunos sectores que decían
que crearía inestabilidad.
3
ASAMBLEA VS JUNTA
EL ENVIADO FEDERAL
La reforma se aprobó y, además,
se concedió que el Rector fuera electo por el Consejo Universitario y los
directores por las juntas directivas.
De 1969 a 1971 pasaron seis personas por la Rectoría: Arnulfo Treviño Garza, Héctor Fernández, Oliverio Tijerina, Manir González, Héctor Ulises Leal y Enrique Martínez.
INTERVIENE
ECHEVERRÍA
Una mañana, en los primeros meses
del 71, Napoleón Cantú Cerna, Secretario de Gobierno de Eduardo A.
Elizondo, recibió una llamada de
Mario Moya Palencia, Secretario de
Gobernación de Echeverría.
Le decía que un grupo de estudiantes estaba en la Alameda de la
Ciudad de México repartiendo volantes en los que se leía que la Universidad de Nuevo León vivía un grave
conflicto.
“Yo le respondí que no era cierto”, recuerda, “que en Nuevo León se
vivía un ambiente de trabajo, de paz
y tranquilidad, que desgraciadamente por cuestiones extrauniversitarias había una minoría hostil
muy activa alentada por fuerzas de
la extrema izquierda, pero no pasaba a mayores”.
Incluso, asegura que la prensa
nacional vino a Monterrey a constatar lo que sucedía, pero se devolvieron a los pocos días porque no ocurría nada.
Cantú Cerna piensa que nunca
hubo un conflicto en el sentido real
de la palabra.
“Eran unas cuantas personas,
ciertamente con apoyos políticos, pero que no representaban ni la fuerza mayoritaria ni la razón tampoco, en este problema”.
Desgraciadamente a Echeverría
le hicieron llegar estas noticias magnificadas, relata Cantú Cerna, y él,
con demasiada cautela, creyó que la
situación podría agravarse y extenderse a otros Estados.
Y como estaba muy reciente la
tragedia del 68, el Presidente decidió intervenir.
“Elizondo estaba preocupado,
pero tenía claro que la Ley Orgánica que propuso era lo mejor para la
Universidad porque había sido consensada con la comunidad: buscaba una institución de educación superior, no un refugio de izquierdistas.
“Echeverría tenía otras ideas más
populistas que chocaban con el modo de pensar que había en Nuevo
León”, explica. “Él buscaba una paz
Texto íntegro que Eduardo A. Elizondo
leyó hace 30 años.
El Gobernador Eduardo A. Elizondo
tomó posesión de cargo el 4 de octubre de 1967 y permaneció en la Gubernatura tres años y ocho meses.
A partir de su renuncia, hoy hace exactamente 30 años, en muy escasas ocasiones ha hablado públicamente del tema.
Se le buscó de nuevo. Atendió la
llamada, pero cortesmente declinó
la entrevista. Dice que ha elegido
mantener un perfil bajo.
“Estoy muy a gusto alejado de la
vida pública, me manejo en 'low profile', y así quiero seguir”, dice vía telefónica desde su despacho de abogado en el edificio Los Soles.
A principios de 1990, habló de algunas de las razones alrededor de
su renuncia:
“Yo creí (en) respetar la autonomía de cátedra, que es como debe
ser entendida la autonomía, y hacer
que la comunidad interviniera sobre todo en los manejos económicos
de la Universidad.
“Ahí se originó una reacción minoritaria, pero como ya se sabe, las
minorías son más que las mayorías
cuando las mayorías no se mueven”,
dijo. “De las mayorías tienes el apoyo tácito, mientras de las minorías
el rechazo es explícito.
“El Presidente Echeverría se
asustó por temor a que el problema
de la Universidad tuviera una reacción contraria a su Gobierno, que
surgieran movimientos de solidaridad en la República.
“Yo no podía ir en contra de mi
propia conciencia. Si alguien dice
que me tumbó el Presidente, no es
cierto. Yo tengo espíritu de servicio,
no de servil, y no podía permitir que,
por sumisión, se echara por tierra
todo lo que había consultado con la
comunidad”.
LA TURBULENCIA
POST-ELIZONDO
A la renuncia de Elizondo vendrían
tiempos más críticos, considera Moreira. Hubo más paros y manifestaciones.
La gente de Ulises Leal, el nuevo
Rector, llegó al grado de tomar el
Hospital Universitario durante seis
meses y en un mitin murió accidentalmente un muchacho que se aferró al arma de un policía y ésta se
accionó. La calma llegó a la UANL
hasta 1973.
“A Elizondo se lo grillaron en el
DF”, dice su ex colaborador, “y como él se negó a hacer una tercera
ley para la Universidad, lo sacaron
de la jugada, porque como gobernante ha sido de los mejores en
Nuevo León”.
De la renuncia de Eduardo A. Elizondo han pasado tres décadas, la
Universidad conserva su autonomía
y la Junta de Gobierno sigue siendo
la máxima autoridad.
Algunas medidas que él hubiera
adoptado están vigentes, como el aumento en las cuotas, el examen de
admisión y un consejo consultivo externo.
“Deseo sinceramente que el futuro demuestre que estuve equivocado al juzgar los efectos de la medida legislativa en cuestión”, leía Elizondo aquel sábado 5 de junio de
1971... y se alejaba para siempre de
la vida política.
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