LA VERDADERA PUREZA

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LA VERDADERA PUREZA
XXII Domingo del Tiempo Ordinario
CICLO B
- 7,l Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén, se acercaron a Jesús.
- v. 2 y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir
sin lavar.
- v. 3 Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse las manos,
siguiendo la tradición de los antepasados;
- v. 4 y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay
muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los
vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
- v. 5 Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus
discípulos no proceden de acuerdo a la tradición de nuestros antepasados, sino que
comen con las manos impuras?”
- v. 6 El les respondió “¡Hipócritas!” Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de
la Escritura, que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos
de mí.
- v. 7 En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos
humanos.
- v. 8 Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los
hombres.
- v. 14 Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y
entiéndanlo bien.
- v. 15 Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace
al hombre impuro es aquello que sale del hombre.
- v. 21 Porque es del interior del corazón de los hombres, de donde provienen las
malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
- v. 22 los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la
envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
- v. 23 Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al
hombre.
Mc. 7,1-8. 14-15. 21-23
Introducción:
Después de la interrupción durante cinco semanas de la lectura del Evangelio de
San Marcos, período en el que fue intercalado el capítulo sexto del Evangelio de San
Juan, donde se incluye el relato de la multiplicación de los panes seguido del largo
discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, en este domingo se retoma las lecturas del
evangelio correspondiente al presente año (ciclo B), con el relato donde se presenta la
enseñanza de Jesús con respecto a las exigencias tradicionales que tenían los judíos
sobre el tema de la pureza y la impureza.
Ante la pregunta de los fariseos y escribas cuestionando el comportamiento de
los discípulos, en la repuesta de Jesús se pueden distinguir dos partes. En la primera, se
dirige a sus interlocutores partiendo de la Palabra de Dios al citar una enseñanza del
profeta Isaías. En la segunda parte, Jesús se dirige a la gente para explicarles que la
cuestión de la pureza depende de poseer un corazón sano y puro.
Aportes para la Lectura:
- 7,1 Unos fariseos y escribas venidos de Jerusalén se acercaron a Jesús. Los fariseos
y escribas eran los representantes de la religión legalista de los judíos. En general los
fariseos eran críticos de Jesús, y siempre lo estaban acechando. Los escribas eran
teólogos que interpretaban la Ley. Ambos grupos buscaban vivir fielmente según la
voluntad de Dios y lo hacían aferrándose totalmente a las prescripciones establecidas en
la Ley.
- v. 2 Al acercarse, los fariseos y escribas comprobaron que los discípulos de Jesús
prescinden de los ritos de purificación antes de comer.
- v. 3 El hecho de lavarse las manos no tenía nada que ver con la higiene personal, sino
que era una de las normas ceremoniales que los escribas habían establecido. El no
lavarse las manos no significaba, para los fariseos, estar sucios en el sentido físico, sino
ser impuros ante los ojos de Dios.
Este rito o norma estaba incluido dentro de las prescripciones que todo judío fiel
tenía la obligación de cumplir. Normas que fueron impuestas por los escribas o doctores
de la Ley y que no se remontaban a Moisés ni aparecían en la ley escrita del Antiguo
Testamento. Eran las llamadas “tradiciones de los antepasados” que se las llegaba a
colocar en el mismo nivel de la Ley de Moisés.
Para los judíos era una carga pesada cumplir con todas las prescripciones y el
que no lo hacía era considerado trasgresor de la misma Ley. Por el contrario, el que
cumplía externamente la Ley, se consideraba un hombre justo, piadoso y mejor que los
demás.
- v. 4 Además, el texto alude a los cuidadosos lavados que se deben practicar cuando
se regresa de la calle, por el temor de haber tocado involuntariamente algo “impuro”.
También enumera la cantidad de utensilios de cocina que se debían lavar por haber
estado en contacto con las diversas comidas que por cualquier motivo podían haber sido
motivo de impureza.
- v. 5 El grupo de fariseos y escribas al observar que los discípulos no cumplían con
las leyes de pureza relacionadas con la alimentación, interpelan a Jesús. Le reprochan
que sus seguidores actúen al margen de las tradiciones judías. No seguir la “tradición de
los antepasados” equivalía a ignorar la voluntad de Dios mismo.
- v. 6-7 Jesús responde a la inquietud de sus interlocutores, utilizando un texto del
profeta Isaías, donde hace referencia a que los preceptos que ellos exigen, no son leyes
de Dios, sino tradiciones de los hombres (Is. 29,13).
Con la palabra “hipócrita” se designaba en el mundo griego a un actor, aquel que
simulaba actitudes o sentimientos ante un público; fuera de la escena equivalía a
“farsante”.
Los fariseos y escribas hablaban siempre de fidelidad a Dios, pero su actitud
interior, que desprecia a los que no siguen su interpretación de la Ley y la tradición, no
puede ser más opuesta a la idea del Dios rico en misericordia. Esta discordancia entre la
apariencia y el real sentimiento es lo que lleva a Jesús a llamarlos “hipócritas”.
- v 8 Sin transición Jesús pasa del texto profético a una grave acusación personal; ellos
han abandonado la observancia del mandamiento de Dios, poniendo en su lugar normas
humanas (“tradición de los hombres”) a las cuales le atribuían autoridad divina. Jesús
las califica de meramente humanas, sin origen ni autoridad divina alguna.
- v. 14-15 Jesús va a anunciar un principio válido para “todos” los hombres, judíos o
no, y por eso convoca a la gente como antes había llamado a los “Doce” (Mc. 6,7).
Su anuncio, diametralmente opuesto a la doctrina que enseñaban los escribas y
seguían los fariseos, establecía lo que de verdad aleja al hombre de Dios. Que no es lo
exterior; el hombre no sale del ámbito divino por realidades que están fuera de él. El
mundo exterior no se presenta como un enemigo del ser humano o como peligroso para
su relación con Dios. Jesús, por lo tanto, hecha por tierra tanto las prescripciones
referidas a los alimentos, como las referidas a las personas.
En la segunda parte del anuncio afirma que es el hombre mismo quién puede
alejarse de Dios. El hombre no se contamina por nada externo, se contamina por sí
mismo. Lo creado, lo que existe, no es impuro ni sucio, pero el hombre desde su
interior, puede crear lo impuro, lo sucio, lo manchado.
- v. 21-23 Jesús reitera que la verdadera impureza, la que ciertamente mancha al
hombre, es la que sale del corazón contaminado por el pecado.
Marcos enumera doce acciones o conductas que concretan las malas ideas o
intenciones. Seis de ellas se expresan en plural, indicando acciones habituales y seis en
singular, señalando disposiciones viciosas que son la raíz de un modo de actuar
irracional.
Y es en el corazón del hombre donde manan los malos propósitos, los adulterios,
la codicia de dinero, la envidia, la difamación, etc. Esto sí hace impuro al hombre y no
tanto lo que come o deja de comer.
Aportes para la Meditación:
La Palabra de Dios nos aclara las diferencias entre las tradiciones humanas
(interpretación que hacían los escribas y fariseos), sobre lo puro e impuro y la
interpretación que hacía Jesús sobre ese tema. ¿No seremos fariseos en nuestra
interpretación de las leyes religiosas, dando importancia a cosas exteriores y
descuidando las que realmente valen la pena?
Jesús nos invita una vez más, a descubrir que en el interior de nuestro corazón
están las cosas que verdaderamente agradan o no a Dios. ¿Qué cosas alberga nuestro
corazón que no están de acuerdo con las enseñanzas de Jesús?
¿Dejamos de lado los mandamientos de Dios por añadir por cuenta propia
tradiciones de los hombres? ¿En qué situación se nota?
¿Qué herramientas o elementos (oración, reconciliación, eucaristía, caridad,
solidaridad) nos ayudan a purificar y mantener un corazón puro en nuestra relación con
Dios.
Modelo de Oración:
Señor:
Danos la fuerza necesaria
para evitar que nos detengamos
en cosas secundarias;
y surjan cosas buenas de un interior
verdaderamente sano y liberado.
Cambia nuestro corazón
y purifícalo con tu gracia.
Contemplación/Compromiso:
En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que
dejemos unos cuantos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su
Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos
comprometemos, qué acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos.
Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su
Palabra.
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