Aquellos Recuerdos - Universidad Autónoma del Estado de México

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AQUELLOS RECUERDOS 1
Ma. del Carmen García Maza*
Con nostalgia recuerdo la primera casa donde se instaló la
Escuela de Artes Plásticas. Estaba ubicada en la calle 1 de Mayo y de
ella se contaban muchas historias. La casa fue construida a principios
de siglo como tal, es decir, para vivir, pero nosotros necesitábamos
adaptarla como escuela. Tuvimos que hacerle varios arreglos y
adaptaciones, y antes de iniciar el ciclo escolar de septiembre de 1996 semestre en el que naciera la Escuela- se llevaron a cabo las
adaptaciones, los acomodos y reacomodos.
La casa tenía dos patios, un recibidor y varios cuartos. Sobre el
recibidor se construyó un tapanco: allí se instaló la coordinación. Las
recámaras pasaron a ser salones de clase, oficinas y biblioteca. La
cocina se convirtió en laboratorio de fotografía y los baños conservaron
su función.
El primer patio y el largo pasillo que corría sobre su lado derecho
eran utilizados por los alumnos como lugar de reunión, patio de juegos,
cafetería, asoleadero, taller de serigrafía o escenografía para sus
fotografías. En esta área celebramos la primera posada de la escuela.
Como suele suceder en estas festividades navideñas, los adornos no se
hicieron esperar, pero fundamentalmente algo que todos disfrutamos y
evidentemente nunca puede faltar en estos momentos: un delicioso
convivio gastronómico con ricos tamales, atole y los imprescindibles
antojitos mexicanos. Nos quedamos con ganas de romper la piñata,
pero el reducido patio no se prestaba para tanto.
El segundo patio se techó con acrílico para ser utilizado como
taller de grabado. Sobre los cuartos de la servidumbre -que nosotros
usamos como bodegas- se construyó el salón de pintura y creatividad.
Desgraciadamente, a partir del mediodía era imposible entrar por el
calor que allí se sentía. Recuerdo que los alumnos bromeaban diciendo:
"aquí hasta las pinturas se derriten y los cuadros se chorrean"; ni qué
decir de nosotros mismos que acabábamos hechos una sopa, por lo
que el calor despertaba también algunos sudores y humores no muy
gratos.
UAEM. Sucesivas Aproximaciones de Nuestra Historia. Crónicas de la Universidad Autónoma del
Estado de México. Toluca, México, 2000, pág. 141 – 143.
* D. C. G., cronista de la licenciatura en artes plásticas.
1
Todas las modificaciones realizadas parece que no fueron
bienvenidas por "habitantes" de la casa, pues los estudiantes que se
quedaban haciendo sus tareas por la tarde, vivieron experiencias
"extrasensoriales" dignas de las mejores historias, chismes y rumores que
empezaron a circular. Contaban, por ejemplo, que de repente se
cerraban las puertas, o escuchaban a alguien tocando un piano -por
supuesto inexistente-; de repente las cosas cambiaban de lugar
inexplicablemente; también sentían algunas miradas fijas e invisibles,
venidas de un pasado muy lejano, se clavaban en lo que hacían. Como
nunca faltan los escépticos, siempre hubo quien encontrara razones
justificadas para explicar las fantasmáticas presencias. Así lo atribuían a
la revisión de algunos pintores surrealistas, entre los que Remedios Varo
atrajo mayormente la atención, o bien los aromas que el thinner y las
pinturas suelen poner en onda a los más despistados.
La casa colindaba por la parte de atrás con la Iglesia de Santa
Clara y sus campanas para llamar a los feligreses en ocasiones se
escuchaban tétricas, ya que coincidían con algún gato que saltaba la
barda persiguiendo a un ratón "habitante" de nuestra escuela. Para
completar el cuadro, teníamos como vecina a una funeraria, todos los
días éramos testigos de, como dice Jorge Manrique en sus hermosos
versos: "cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando..."
Así pues, nuestra vivencia con el más allá se daba directamente y por
vía de la imaginación. Todo esto era una aventura para los que ahí
trabajábamos: nos permitía ir poniéndole color al lienzo blanco de la
experiencia.
Cuando salimos de esa casa y nos trasladamos a una más nueva,
aquellos fantasmas no permitieron que nos fuéramos ilesos de allí, varias
cajas llegaron al nuevo domicilio con cosas rotas y otras jamás
aparecieron. Supongo que ellos las conservan como recuerdo, así
como todos nosotros los conservamos a ellos y a nuestros espejismos en
la memoria.
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