Blog 3 Francisco y las religiones A. Oppenheimer

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Francisco y las religiones
(Artículo en El País, 24 mar 2013)
El nuevo papa podría convertirse en el
sumo pontífice más comprometido con
el dialogo interreligioso que se
recuerde en tiempos recientes
Andrés Oppenheimer
Lo más interesante del Papa Francisco tal vez no sea sólo el hecho de que es
el primer papa latinoamericano, sino también que podría convertirse en el sumo
pontífice más comprometido con el dialogo interreligioso que se recuerde en
tiempos recientes.
Acabo de leer su libro Sobre el cielo y la tierra, que publicó en 2010 junto con el
rabino argentino Abraham Skorka, y me impresinó la vocación del nuevo papa
por mejorar las relaciones con otros credos.
A la luz de lo que dice el entonces cardenal Jorge Bergoglio en el libro de 222
páginas, que fue publicado en Argentina y ahora probablemente se convierta
en un bestseller mundial, no resulta sorprendente que durante su discurso
inaugural en el Vaticano el martes hubiera tantas referencias a miembros de
otras religiones.
En su primer sermón como Papa en la Plaza de San Pedro, Francisco
agradeció la presencia de los dignatarios de la Iglesia Católica Romana,de los
representantes de la comunidad judía y de otros grupos religiosos, y de los
jefes de Estado y de gobierno, en ese orden.
En comparación, no hubo referencia alguna a miembros de otras religiones en
el sermón inaugural del papa Benedicto XVI el 24 de abril de 2005. (Aunque,
para ser justo, hay que decir que el Vaticano empezó a mejorar gradualmente
sus vínculos con otras religiones durante los papados de Juan XXIII, Juan
Pablo II y Benedicto XVI.)
Entre las 150.000 personas que se congregaron en la plaza para la asunción
de Francisco se contaban grupos de la iglesia cristiana ortodoxa -—incluyendo
a su líder Bartolomé I, el primer patriarca de esa iglesia que asiste a una
asunción papal en casi 1.000 años--, así como muchos rabinos, imanes y
pastores evangélicos.
En su libro, un diálogo con Skorka acerca de religión, el holocausto, la política y
varios otros temas, Bergoglio recuerda con orgullo sus iniciativas para construir
puentes con otros líderes religiosos durante sus años como Arzobispo de
Buenos Aires.
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Además de ser huésped frecuente en las sinagogas judías y de invitar a
rabinos a las misas católicas, de conducir un programa con Skorka en un canal
de la iglesia y de participar en ceremonias en memoria de las víctimas del
holocausto, Bergoglio cambió el protocolo en las ceremonias oficiales de Te
Deum, con el objeto de reconocer la presencia de líderes de otras religiones.
En Argentina, un país constitucionalmente católico apostólico romano donde
usualmente los presidentes asisten a un Te Deum los días de fiesta nacional,
era tradición que el Arzobispo de Buenos Aires escoltara al presidente a la
salida de la iglesia después de la ceremonia.
“Todos ustedes, los religiosos de los demás credos, quedaban solos en un
sitio, eran como muñecos de exposición. Cambió esa tradición: ahora el
presidente sube y saluda a todos los representantes de los credos”, le dice
Bergoglio al rabino en el libro.
Bergoglio también fue un invitado frecuente de las misas cristianas
evangélicas, y de las ceremonias religiosas islámicas.
En el libro, Bergoglio recuerda haber sido criticado por algunos miembros de su
propia iglesia por haberse arrodillado delante de 7.000 asistentes a una misa
evangélica oficiada en el estadio Luna Park de Buenos Aires. Días más tarde,
una revista tituló que el Arzobispo de Buenos Aires había traicionado a su
Iglesia.
“Para ellos, rezar con otros era un acto de apostasía”, recuerda Bergoglio,
refiriéndose a los autores del artículo. “Cada cual reza según su tradición.
¿Cuál es el problema?”.
Explicando las razones de su vocación por mejorar los lazos con otras
religiones, Bergoglio explica que él cree en el dialogo, y que el diálogo implica
“que el otro tiene algo bueno para decir”.
En otra parte del libro, Bergoglio explica que la globalización no debe ser como
una bola de billar, con una superficie uniforme, sino que debe tener “la figura de
un poliedro, donde todos se integran, pero cada cual mantiene su peculiaridad
que, a su vez, va enriqueciendo a las otras”.
Mi opinión: Sería fantástico que Francisco aplicara la misma apertura a
problemas tales como la sexualidad, los preservativos -—está en contra de
ellos, incluso en el contexto de luchar contra el sida—, y otros problemas
sociales.
Pero en un mundo en el que la religión ha sido causa de tantas guerras —y lo
sigue siendo— el diálogo interreligioso que practicó Francisco en Argentina es
una buena noticia. A diferencia de sus más recientes predecesores, Francisco
se crió en un ambiente de convivencia entre varias religiones. El dialogo
interreligioso para él no es solo un ejercicio intelectual, sino vivencial.
Seria buenísimo si Francisco hace a escala mundial lo mismo que hizo en
Buenos Aires con otros líderes religiosos, y si sigue respondiendo a quienes lo
critican por ello con un simple: “¿Cual es el problema?”
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