entrevista con un enfermero malagueño en médicos sin fronteras

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ENTREVISTA
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UN ENFERMERO MALAGUEÑO EN MÉDICOS SIN FRONTERAS (MSF)
Victoria Contreras Blancas
Periodista. Responsable de Comunicación, Prensa y Protocolo del Colegio
Oficial de Enfermería de Málaga.
Jacinto López Arrabal es de Málaga, empezó en el 96 a estudiar
Enfermería. Cuando terminó estuvo trabajando en Canarias,
Córdoba y Málaga y también se fue 2 años a Inglaterra porque
necesitaba el idioma y la experiencia en el extranjero para poder
entrar en Médicos sin Fronteras (MSF). En 2005 consiguió una
plaza en el Hospital Costal del Sol y en el 2006 pidió cedencia
para empezar su andadura como enfermero en países en vías de
desarrollo. Así es como se ha ganado la vida en los últimos 10
años, aunque a veces lo haya compaginado con trabajo en España,
pero cobra por su trabajo en MSF, como cualquier otro enfermero, aunque ésta no sea su principal motivación, sino “dar lo mejor
de ti mismo”.
Etiopía
Nos entrevistamos con Jacinto hace un par de meses, coinciciendo que pasaba un tiempo en Málaga para que
nos contara cómo es su día a día y qué le llevó a elegir esta forma de vida dentro de la enfermería.
¿Cómo decidió ser enfermero? Y en concreto, ¿trabajar para una organización humanitaria internacional?
Desde que estaba en Secundaria ya pensaba que quería trabajar en el ámbito sanitario. En concreto me decanté
por enfermería porque está más cerca del paciente. Y desde pequeño sentí curiosidad por lo que ocurría fuera
de mi entorno, cuando leía, viajaba…Recuerdo un reportaje de TV sobre el genocidio de Ruanda entre hutus
y tutsis y pensé que tenía que echar una mano fuera de España.
Ahora está en España. ¿Cuándo trabaja para MSF?
Empecé hace 10 años pero no es un trabajo continuo. Va por proyectos que duran desde 2 meses hasta un año,
por ejemplo. Yo prefiero tener tiempos de descanso porque es un trabajo que requiere mucho esfuerzo y por
ello he tenido periodos en los que lo he compaginado con trabajo en España o con la preparación de mi tesis
en Holanda.
¿Qué hace falta para trabajar en MSF?
Actualmente ha cambiado y es más complicado porque piden 3 idiomas, así que no sé si lo pasaría porque yo
solo hablo inglés. Te piden mínimo dos años de experiencia laboral, también formación en medicina tropical,
un currículum de vida, no solo profesional. Se valora la experiencia de vida personal, el ser una persona independiente o el que hayas viajado como mochilero, por ejemplo. También te plantean supuestas situaciones para
ver cómo responderías y qué decisiones tomarías. No es una entrevista de trabajo al uso.
¿En qué acciones ha trabajado con MSF?
En Lusaca (Zambia) en una epidemia de cólera. En Darfur (Sudán) en una zona de conflicto. También en Colombia en una brigada de salud por la ribera del río, llevando asistencia médica a sitios donde no llegaba por el
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control de la guerrilla. En Etiopía, en la frontera con Somalia en una zona de refugiados donde había una crisis
nutricional. En Haití en una epidemia de cólera después del terremoto. Y la última misión, de la que llegué a
finales de noviembre, ha sido en Guinea Bissau, por un pico de malaria existente y donde debíamos trabajar
sobre todo en el área de pediatría.
¿Tienen una preparación previa? ¿Cómo les destinan a un sitio u otro?
Sí, antes de salir tenemos un curso de formación sobre lo que vamos hacer en el terreno de trabajo, la situación
que nos encontraremos y cuál será nuestro acometido. También nos asesoran sobre seguridad y cómo lidiar
con las posibles dificultades si vamos a países en conflictos, donde hay una guerra o toque de queda, por ejemplo. Cuando vas a tus primeras misiones te envían a sitios más estables, no a conflictos. Los enfermeros no
solo estamos en la parte de asistencia directa, sino también en tareas de coordinación de equipos, como jefes
de misión o incluso como referente en malaria, por ejemplo, donde yo ya he trabajado hasta en 4 ocasiones.
En general la persona puede decidir a dónde no quiere ir y es muy raro que un cooperante se vuelva antes de
concluir la acción.
¿Cómo les reciben?
Normalmente de manera muy positiva. Donde se
trabaja no hay otros actores sanitarios. Hay países,
de los más pobres del mundo, donde las zonas periféricas están olvidadas y la estructura sanitaria está
prácticamente vacía, no hay medicación, existe dificultad en el acceso a esas zonas, la desconfianza de la
ciudadanía en el gobierno es muy elevada…Entonces
a poco que ofreces sanidad y medicación gratuita y
un acceso universal, especialmente a los niños y sin
distinción de sexo, edad, raza o etnia, nos abre mucho las puertas para trabajar en buenas condiciones.
Hay un choque cultural…
Bueno, hay cierta resistencia por sistemas alternativos a la medicina y que no podemos menospreciar
porque forman parte de su cultura, sus creencias, sus hitos, rituales… hay que ser muy cuidadosos cuando
se interviene y respetar y compaginar ambos sistemas. El trabajar en comunidades en África me hizo ver la
Importancia de conocer el contexto cultural relacionado con la salud. No es igual un fallecimiento en África
que en Occidente y por eso decidí estudiar antropología social y cultural en Granada en 2011. Cuando concluí
quise enfocar mi trabajo a las comunidades y nos desplazábamos en clínicas móviles hasta grupos étnicos que
no iban al hospital por aislamiento o desconocimiento.
¿Se ha encontrado en situaciones de riesgo?
Yo personalmente no, al menos no lo he sentido así. Hay sitios donde las reglas de seguridad son muy estrictas.
Nuestros coordinadores desde Barcelona hablan previamente con ambas partes en las situaciones de conflicto
para garantizar nuestra seguridad y realmente la cifra de cooperantes que sufren daños es mínima.
Y con las epidemias, ¿piensan en que se pueden contagiar?
El trabajar en epidemias puede parecer un riesgo por la información que llega aquí, pero realmente el riesgo
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es por las condiciones de vida que tiene una población tan vulnerable. El personal sanitario es prácticamente
imposible que se contagie por la seguridad que se tiene en las pautas de trabajo. El caso del ébola fue realmente
paradójico porque compañeros que llegaron a España no fueron tratados muy bien simplemente porque no se
estaba preparado para esta emergencia, pero no porque realmente fuera una amenaza. Hay que ver las epidemias como una realidad, una aceptación de cómo está el mundo y no afrontarlo con miedo porque entonces
limitas tus actividades por el riesgo a que te pase algo.
¿Con qué se queda de los sitios en los que ha trabajado?
Aprendo mucho. La realidad es dura pero la capacidad de resistencia de las personas es enorme y eso te carga
de energía positiva. Hay un imaginario que rodea a cuando digo dónde trabajo pero solo soy un enfermero más
que hace su trabajo en otro país. Sigo disfrutando tanto como al principio de esa energía de la gente. Ahora soy
más crítico pero también más sereno por esa mirada antropológica.
¿Cuál es su próximo destino?
Ahora no tengo destino. Quiero hacer un viaje personal a India, con mi pareja. Vía terrestre con BlaBlaCar,
transporte público y quedándonos en casa de conocidos y amigos. No es un viaje de ocio, tampoco de trabajo.
No lo puedo describir pero sabemos que en la Europa del Este vamos a coincidir con movimientos migratorios, así que colaboraremos. Yo como enfermero y mi pareja de pediatra. Simplemente por echar una mano.
También hemos visto que por el camino hay muchas granjas ecológicas que se dedican a la recogida de frutos,
la elaboración de queso, vino…y también haremos algo de eso. Y cuando lleguemos a India y Nepal pues posiblemente colaboremos en alguna ONG pequeña que trabaje en alguna comunidad. El hecho de ser enfermero
te abre puertas y solo pretendemos vivir otra experiencia. No sabemos el tiempo que vamos a estar.
Y si comparamos el trabajo de enfermero en España o en esos otros países…
Cuando estás en una misión trabajas en la supervisión y eso es complicado en España. Aquí eres más prescindible. Allí cualquier persona que aporte es muchísimo más el impacto que provoca, y por eso es mayor la
gratificación y el salvar vidas de una manera más visible. Trabajas con una motivación, todo el equipo a una
y en muchas ocasiones son jornadas de 12 horas diarias, pero eso no importa. El sistema aquí es España es
muy estable, pero desafortunadamente el contexto sanitario español no es muy bueno por el descontento generalizado que hay, las miras de mejorar la calidad de la profesión, que no son escuchados por la gerencia o
los gobiernos, los recortes, un trabajo continuado 15 ó 20 años…Todo eso crea un ambiente de trabajo tóxico,
por el descontento personal y la lucha los derechos laborales no debe estar reñida la atención al paciente. Esa
sensación de queja la observo y no me anima a trabajar aquí dentro de unos años.
Entonces, ¿se ve siempre trabajando para MSF?
Mi vida ha sido poco estable, no sé cuando me voy
a parar. Quizás si tengo hijos si necesite más estabilidad. Estoy abierto a cualquier posibilidad, pero
es muy importante estar a gusto y estar donde vea
qué puedo aportar. Ahora en el viaje a India, por
ejemplo, no sé si nos quedaremos allí o cuándo regresaremos.
Sudán del Sur
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