Nuevas formas de gestión empresarial

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TEMA 4
LAS NUEVAS FORMAS DE GESTIÃ N EMPRESARIAL
1. DE LA EMPRESA FAMILIAR A LA S.A.
1.1 Las empresas familiares.
Las empresas que inician la Revolución Industrial eran de propiedad individual o asociaciones similares a la
compañÃ−a.
En ellas, la propiedad y la gestión estaban unidas y era un sistema muy flexible para su creación y
desarrollo, aunque la baja de un socio o la aceptación de uno nuevo obligaba a reconstituir la sociedad. A
veces, se elevaba a la categorÃ−a de socio a una persona de confianza, que aportaba una especialidad o
habilidad necesaria. Al igual que la compañÃ−a, no existÃ−a lÃ−mite de responsabilidad, de modo que un
socio respondÃ−a con todos sus bienes por el total de las pérdidas de la empresa.
Estas empresas nacÃ−an y crecÃ−an mediante la autofinanciación, que consistÃ−a en reunir el ahorro de
familiares o amigos y en la reinversión de beneficios.
El sistema bancario inglés estaba especializado en el crédito a corto plazo, que podÃ−a servir para
financiar el capital circulante de la empresa, pero para financiar el capital fijo.
En la empresa existÃ−a lo que hoy se denomina un "problema de agencia", ya que existÃ−a miedo a delegar
la autoridad, por lo que pudiera suponer de mala gestión e incluso estafas; por ello se recurrÃ−a a hijos u
otros familiares constantemente, para la gestión ante la menor posibilidad de que un individuo estafe a su
familia.
1.2 El paso a las S.A en Gran Bretaña.
Aunque en 1824 se facilita la creación de sociedades anónimas ésta no será libre hasta la ley de 1862.
El cambio se deberá a la creciente necesidad de capital en empresas como la ferroviaria, mineras, bancarias e
incluso la industria textil algodonera.
Las ventajas de las S.A eran que al estar formadas por capitales y no por personas, las acciones se podÃ−an
vender libremente.
En segundo lugar, la responsabilidad se limitaba al capital puesto en la empresa.
En tercer lugar, las empresas tenÃ−an personalidad jurÃ−dica para contratar, demandar y ser demandadas.
La mayor parte de las S.A que se crean son antiguas compañÃ−as que se transforman en S.A. El capital
estaba concentrado en muy pocas manos y seguÃ−an siendo dirigidas como empresas familiares.
Entre 1885 y 1905 se produce en Gran Bretaña un movimiento de fusiones de empresas en el marco de la
depresión de 1873-1895. La mayor parte de estas fusiones son horizontales porque se trataba de luchar
contra la competencia, y hacÃ−an poco por integrarse verticalmente o diversificar la producción.
Sólo después de 1890 se inicia en Gran Bretaña una cierta tendencia a que las empresas sean dirigidas
por administradores contratados.
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1.3 Las S.A. en otros paÃ−ses europeos.
En Francia hasta le década de 1860, la mayor parte de las empresas eran familiares y existÃ−an muchas
dificultades para crear sociedades anónimas.
Las sociedades industriales se autofinanciaban, y además tenÃ−an mucho miedo de recurrir a los bancos. No
obstante, ya a diferencia de Inglaterra, la banca francesa participó ampliamente en la construcción del
ferrocarril, tanto en Francia como en el sur de Europa y Rusia.
En la primera mitad del siglo XIX, las sociedades anónimas francesas eran sobretodo empresas de transporte,
ferroviarias o de canales.
En la industria, las textiles eran muy pequeñas y la metalúrgico-mineras eran algo mayores.
En Francia, la clase media participó mucho menos que en Gran Bretaña en la compra de acciones.
En Alemania, la industrialización no se inicia hasta le década de 1840, y las sociedades anónimas eran
muy escasas, aunque la ley de 1851 facilitó su creación en sectores con tan alta necesidad de capital como
la minerÃ−a o la siderurgia, en donde habÃ−a mucho capital extranjero. La liberalización de la creación de
sociedades anónimas no se produce hasta la ley de 1869, pero era muy exigente con las S.A, que además de
la junta de accionistas debÃ−an tener dos consejos, un consejo supervisor, que se dedicaba a la gestión
estratégica, y un consejo ejecutivo, que llevaba la gestión ordinaria de la empresa.
En principio las empresas se autofinanciaban, pero lo que caracteriza a Alemania es la amplia participación
de la banca en la creación de grandes empresas industriales con forma de Sociedad Anónima durante el
último tercio del siglo XIX.
2. LOS ORÃ GENES DE LA CONTABILIDAD EN LAS EMPRESAS INDUSTRIALES.
La adopción de sistemas fiables de contabilidad para la industria es uno de los problemas a los que se
enfrentan las empresas. En el siglo XVIII la contabilidad tenÃ−a tres fuentes:
-la primera era la contabilidad de las haciendas agrarias, que consistÃ−a en calcularle al administrador un
cargo en el que se recogÃ−an todos los ingresos que habÃ−a tenido, y un descargo en el que se recogÃ−an
todos los pagos o gastos que habÃ−a hecho.
La diferencia entre el cargo y descargo era el alcance, que podrÃ−a ser favorable o contrario al administrador.
Esta contabilidad servÃ−a para controlar las malversaciones y podÃ−a dar una visión de conjunto de la
hacienda, pero era poco útil para las empresas industriales; no obstante y por tradición, se utilizó en
algunas empresas que nacÃ−an (surgÃ−an o se creaban) a partir de una hacienda agraria como era el caso de
las minas, y a veces las fundiciones de hierro.
-La segunda fuente de la contabilidad era la partida doble de los mercaderes. Esta tenÃ−a la virtud de que
hacÃ−a frente a negocios a gran escala y a negocios llevados a distancia. Era apropiada para empresas cuya
gestión no podÃ−a ser llevada a cabo por una sola persona. ServÃ−a para impedir malversaciones y errores,
y para establecer el valor de un negocio en un determinado momento.
Para el control de agentes en lugares lejanos se utilizaba a veces una contabilidad de administración similar a
la de las haciendas.
La mayor parte de los contables habÃ−an aprendido con los mercaderes, pero ésta contabilidad no tenÃ−a
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en cuenta el capital fijo invertido que será uno de los problemas sustanciales de la empresa moderna.
Tampoco tenÃ−a en cuenta la contabilidad de costes y los fabricantes sÃ− quisieron hacer algún tipo de
contabilidad como estas últimas, adaptaron personalmente la contabilidad.
-la tercera fuente de la contabilidad es la de los verlagers o comerciantes-fabricantes. Además de la partida
doble controlaban las materias primas entregadas a los trabajadores, el alquiler de equipos en caso de existir, y
la venta de los productos, pero tampoco tenÃ−an en cuenta el capital fijo ni la variación de costes con la
producción.
Sobre esas bases los empresarios de la revolución industrial adoptaron su propio sistema de contabilidad que
debieron empezar a llevarla regularmente en algún momento del siglo XVIII.
A la tenedurÃ−a de libros se le pedÃ−a fundamentalmente dos cosas:
1. mantener la liquidez para hacer frente a los posibles pagos (necesarios).
2. Evitar o descubrir los errores, los robos y las malversaciones, que no siempre eran fáciles de distinguir.
Los auditores se crearon más para evitar errores que para descubrir posibles fraudes.
3. LA CONTABILIDAD COMO INSTRUMENTO DE LA DIRECCIÃ N DE EMPRESAS.
3.1. La contabilidad y los beneficios.
En un primer momento la contabilidad no fue necesaria porque los precios se situaban muy por encima de los
costes, lo que dejaba un amplio margen para hacer una polÃ−tica de precios y para absorber problemas
derivados de una planificación inadecuada.
El amplio margen que existÃ−a permitió a las empresas crecer y acumular capital reinvirtiendo una parte de
los beneficios y dedicando otra parte al pago de rentas a los socios.
Los sectores más competitivos como la industria algodonera o la del hierro, podÃ−an sobrevivir con los
precios del mercado sin grandes preocupaciones por los costes.
3.2 La contabilidad y los costes parciales.
Sólo a fines de la revolución industrial, algunas de las empresas más importantes utilizaron el cálculo de
costes para determinar los precios o los salarios y como ayuda la dirección, calculando el coste de un cambio
el método de trabajo, o el coste de un cambio en la tecnologÃ−a.
De todas formas durante el siglo XIX la contabilidad como ayuda a la dirección de empresas no pasó de un
estado embrionario.
Algunas empresas desarrollaron técnicas avanzadas para el cálculo de costes en aspectos puntuales como
para comparar la situación de distintos departamentos o de distintos productos y decidir qué producción
o qué departamento se debÃ−a ampliar, reducir o suprimir.
La asignación de costes por departamentos era realizada llevando cuentas separadas por cada departamento,
lo cual era bastante obvio adaptando las prácticas de los mercaderes.
Sin embargo el cálculo de costes generales nunca se desarrolló y se hacÃ−a oculto, porque no era muy
necesario.
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Los costes anteriores a la instalación se calculaban bastante bien, teniendo en cuenta el coste de capital, el
tipo de interés, los métodos de producción, las alternativas entre fabricar un producto u otro, la escala
de la producción y la ubicación de la empresa.
En general, las estimaciones de costes parciales y de costes unitarios se podÃ−a hacer con bastante fiabilidad.
3.3 El fracaso del cálculo de los costes totales.
Algunas empresas, llevaron a cabo intentos de cálculo de los costes totales relacionado las distintas cuentas
que llegaban por separado.
Sin embargo los intentos fueron poco satisfactorios por lo general.
En el caso de Wedgwood los precios no se fijaban según los costes sino en función del mercado y lo que
admitÃ−a el precio de la competencia. En la industria algodonera lo único que se hacÃ−a era tratar que los
costes quedaran por debajo de los precios del mercado, incluso en un sector como la ingenierÃ−a civil
(construcción de obras públicas), la contratación (cantidades muy elevadas de capital) se hacÃ−a en
función de estimaciones muy poco precisas.
El fracaso de la contabilidad de los costes se debÃ−a:
1. Por una parte a la falta de tradición y de conocimientos contables para industria.
2. En segundo lugar estaba relacionado con un problema general de reclutamiento de personal por la escasez
de contables y su falta de preparación para tener en cuenta grandes cantidades invertidas en capital fijo.
3. en tercer lugar, se debÃ−a a la escasez en general de personal administrativo, que además de llevar la
contabilidad controlaba el tiempo, la calidad, mantenÃ−a la correspondencia...
4. EL FRACASO DE LA CONTABILIDAD DE CAPITAL.
Las empresas de la revolución industrial fueron incapaces de integrar el capital fijo en sus esquemas
contables.
La empresa tÃ−pica era una sociedad colectiva similar a la compañÃ−a, en la cual el capital aportado por
cada socio recibÃ−a anualmente una cantidad correspondiente al interés que se pagara en los préstamos.
Esto significa que el capital de los socios era tratado igual que un capital procedente de un préstamo, el
resto de los beneficios estaba destinado a incrementar el capital de la empresa mediante la autofinanciación.
Por ello, el capital total de la empresa diferÃ−a pronto del capital original, pero el reparto de beneficios se
seguÃ−a haciendo según la fórmula inicial.
La retribución del capital según este sistema era la misma en los distintos sistemas de la economÃ−a.
DependÃ−a de los lÃ−mites legales que hubiera para cobro de intereses y no dependÃ−a de que los
beneficios fueran mayores o menores o del riesgo que existiera en un negocio.
Ejemplo :
Capital Tipo de interés Beneficios Reparto a socios
A. 100 5% 50 5
B. 100 5% 25 5
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Con este sistema no tenÃ−a sentido pensar en la tasa de rendimiento de los capitales empleados en la empresa
puesto que en todos los casos la retribución del capital es la misma.
Por otra parte existÃ−a una confusión entre lo que eran capital y lo que la beneficio. Cuando se querÃ−a
calcular periódicamente los beneficios, lo que se hacÃ−an era valorar el conjunto de la empresa, haciendo un
balance total de los activos y deduciendo (prestando) por una parte el capital inicial de los socios y por otra el
pasivo, la diferencia de sÃ− era positiva eran beneficios, cuando en realidad hoy en dÃ−a se considerarÃ−a
un patrimonio neto de la prensa.
Por ello, todo aumento de capital de la empresa tras su fundación original era considerado como beneficio.
En la empresa tampoco se tenÃ−a en cuenta la depreciación del capital, es decir los gastos de mantenimiento
de instalaciones, reparación y renovación de maquinaria, que eran considerados como uno más de los
gastos corrientes del ejercicio en que se realizaban.
Las empresas no tenÃ−an generalmente fondos de reserva para la depreciación, por ello los beneficios
podÃ−an variar mucho entre dos ejercicios no en función de los resultados obtenidos sino en función de los
gastos hechos de mantenimiento y renovación de equipos. En cualquier caso, con este sistema la empresa no
se descapitalizaba ni variaba la cantidad a cobrar anualmente por los socios puesto que ésta dependÃ−a de
los tipos de interés.
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