Formación de Residentes y Estudiantes de Medicina en el Diagnóstico y Tratamiento de Pacientes con Diagnóstico Dual John N. Chappel, M.D. Departement of Psychiatry and Behavioral Sciences, University of Nevada School of Medicine Medical Director Alcohol and Drug Treatment Programs, West Hills Hospital, Reno, Nevada. Resumen. El tratamiento de los pacientes con diagnóstico dual consiste en la realización de un tratamiento simultáneo de trastornos adictivos y mentales. Según los datos disponibles este tipo de tratamiento no se realiza con frecuencia. Durante el estudio realizado entre diversos servicios psiquiátricos, los jefes de unidad dijeron que no habian informes sobre el diagnóstico dual, ní una programación para realizar el tratamiento combinado, normalmente las familias no se involucraban y se efectuaban pocas remisiones hacia el tratamiento combinado. Necesitamos encontrar profesores clínicos competentes y experimentados que hayan tenido experiencias positivas en el tratamiento de los trastornos duales. La formación de los profesionales de la salud mental y de las adicciones debe abarcar cooperación, entendimiento y respeto por los demás. Es necesaria la formación combinada de terapia química, psicoterapia, abstinencia del alcohol y otras drogas adictivas, programas de 12Etapas, temas religiosos y terapia del medio circundante.Para poder realizar dicha formación se han de superar las actitudes negativas y la ignorancia. Los programas de formación para los miembros de la facultad han permitido dar los primeros pasos en esta dirección, pero hasta el momento se han involucrado pocos colegios profesionales. Citamos algunos ejemplos de formación en cuanto a las remisiones, prescripción y psicoterapia. Destacamos la importancia de la experiencia clínica supervisada a la hora de tratar a los pacientes con diagnóstico dual. La adquisición de esta experiencia plantea un reto a los especialistas de psiquiatría y medicina de las adicciones. Palabras clave - adicción, diagnóstico dual, trastornos mentales, psiquiatría (Journal of Psychoactive Drugs Vol.25 (4), Oct-Dec 1993.) Todos los psiquiatras ven pacientes con diagnóstico dual. Los datos que justifican esta afirmación están aumentando. Por ejemplo los de la Epidemiologic Catchement Area (ECA) Study (Regier et al. 1990). La proporción general estimada de tiempo de vida para cualquier trastorno mental sin abuso de substancia es de 22.5%. De éstos, el 29% tiene un transtorno relacionado con el alcohol (22%) u otra droga (15%), con una importante superposición de los dos. Entre la población estudiada, el 37% de los que padecían un transtorno por alcohol tenían uno de enfermedad mental. En los transtornos por otras drogas la asociación era incluso mayor, el 53%. La necesidad de formación en el diagnóstico y tratamiento de este complejo grupo de pacientes presenta al menos dos vertientes. Los psiquiatras y especialistas en la medicina de las adicciones además del aprendizaje y los RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 patrones para tratar a los pacientes de diagnóstico dual, también necesitan trabajar juntos como un equipo de tratamiento. En teoría debería ser un trabajo de fácil realización aunque existen en el camino importantes impedimentos. En primer lugar, hay pocos programas de tratamiento para el diagnóstico dual. Los programas de tratamiento de dependencia química se han desarrollado independientemente de los programas psiquiátricos. Estos últimos son relativamente nuevos dentro del sistema sanitario. La mayoría de las unidades psiquiátricas de los hospitales generales fueron creadas después de la segunda guerra mundial. Algunas aún siguen luchando por ser aceptadas y respetadas en esos medios. Por tanto, tienen menos prespectiva para abrirse tanto hacia cambios como a nuevos retos. 13 Dentro del sistema sanitario las unidades de tratamiento de adicción de alcohol y otras drogas son aún mas recientes.Sus orígenes en los hospitales del estado en combinación con alcohólicos anónimos, a veces llamados el modelo Minnesota, lleva a muchas unidades a establecerse fuera de los hospitales. En las unidades de tratamiento de adicciones, la cobertura médica se realiza a menudo por médicos no psiquiatras de los que la mayoría también están en recuperación de una dependencia química. Las siguientes secciones subrayan los problemas e impedimentos en la formación de los diagnósticos duales. (El profesional que está familiarizado con estos problemas puede ir directamente a la sección “Lo que se debe enseñar”). NECESIDAD DE FORMACION La disociación entre los programas de tratamiento psiquiátricos y de dependencia química está reflejada en la educación psiquiátrica. La American Psychiatric Association (APA) Committee on Psychiatric Teaching in Substance Abuse realizó un estudio sobre los no graduados y la formación de los residentes en los Estados Unidos (Galanter et al 1989). Sólo el 38%, 86 de 228 unidades curriculares con programas de residencia estaban situadas en hospitales universitarios afiliados. Encontramos “pocos informes sobre el diseño de programas” en cuanto a las necesidades específicas de los pacientes con diagnóstico dual, a pesar de su superioridad en los servicios psiquiátricos. No hay evidencia suficiente que indique la intención de estudiar durante la formación residencial “los argumentos de diagnóstico y tratamiento suscitados por estos pacientes”. El problema se ilustra mejor en un estudio realizado en la Universidad de California, San Francisco (Menicucci, Wermuth&Sorensen, 1988). Se entrevistaron a ocho jefes de unidad. Las unidades fueron selecionadas de los servicios del departamento de psiquiatría de dos grandes hospitales. Estas entrevistas mostraron que (1) el diagnóstico de los pacientes con diagnóstico dual estaba por dictaminar, (2) faltaba un proyecto convincente para el tratamiento combinado de los transtornos psiquiátricos y de abuso de substancias, (4) se aconsejaba a la familia que se involucrase, pero ésta no lo hacía por problemas de tiempo y presupuesto, (4) habían remisiones inadecuadas para el tratamiento combinado. En el momento de la admisión la mayoría de pacientes psiquiátricos con problemas de alcohol y/o otras drogas no eran identificados como pacientes con diagnóstico dual. Normalmente “el tratamiento” de los transtornos adictivos consistía en una remisión en el momento de la inducción. Además, “los jefes de las unidades psiquiátricas señalan que la falta de conocimiento del staff sobre el 14 tratamiento del abuso de substancias relegaba dicho tema a una consideración secundaria y problemática del tratamiento”. BARRERAS RELACIONADAS CON LOS SISTEMAS DE CREENCIAS Wallen y Weiner (1989) desde su amplia perspectiva de tratamiento en el hospital Eagleville, (fue uno de los primeros en combinar adictos al alcohol y a drogas en un mismo programa) describieron los impedimentos en el tratamiento de los pacientes con diagnóstico dual. Los problemas están en el sistema sanitario mental, en el sistema del tratamiento de la dependencia química y en otras áreas asociadas. Los problemas dentro del sistema sanitario mental, donde se forman los psiquiatras, son los siguientes : 1.La creencia de que la dependencia química es secundaria con respecto a algún tipo de transtorno psiquiátrico. Esto lleva a pensar que si cesas el consumo de alcohol o cualquier otra droga el tratamiento del transtorno psiquiátrico dará resultado. Así mismo se cree que la resolución de los conflictos internos con psicoterapia psicodinámica reducirá el abuso de substancias. De hecho, a medida que la ansiedad va en aumento ocurre lo contrario, aumenta el consumo de drogas. 2.La creencia de que los programas de 12-Etapas de Alcohólicos Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA) no son científicos y si religiosos. La ignoracia sobre este importante recurso de tratamiento se refleja en el hecho de que sólo el 53% de losprogramas residenciales psiquiátricos incluyen la asistencia a grupos de autoayuda (Galanter et al 1989). Los clínicos de salud mental evitan los temas religiosos que significaria perder importantes causas de vergüenza y miedo. 3.La creencia de que los transtornos por uso de substancias son relativamente simples y que responden a la recomendación de que el paciente acabe con el consumo del alcohol y otras drogas. Esta intervención no funciona con los pacientes de diagnóstico dual. También, es una visión que puede llevar a culpabilizar al paciente cuando el tratamiento no funciona. Wallen y Weiner identifican los siguientes problemas en pacientes que siguen el sistema de tratamiento de dependencia química: 1.La creencia de que la participación activa, honesta en los programas de 12-Etapas mitigará muchos problemas psiquiátricos. Esto puede dar RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 como resultado un perjudicial retraso en el tratamiento apropiado de la depresión, psicósis u otros transtornos inhabilitadores. 2.La creencia de que las personas en recuperación deben evitar toda droga psicoactiva, incluyendo la medicación. Si bien es cierto, que tanto en los alcohólicos como en otros adictos en fase de recuperación,las medicaciones controladas (pautas II-V) deben prescribirse con cautela, la posición oficial de AA es que sus miembros deben tomar la medicación prescrita para los transtornos psiquiátricos (Alcoholics Anonymous 1984). 3.La creencia de que las personas con transtornos psiquiátricos no son apropiadas para realizar el tratamiento dentro de los programas de tratamiento de dependencia química. A menudo, se asocia con la visión de que los psiquiatras y otros médicos son facultativos cuyas prácticas de prescripción hacen que sea inapropiado el hecho de que se involucren en el tratamiento de adicciones. cobertura puede subvencionar el tratamiento por un solo sistema pero no por el otro. Para el creciente número de pacientes con diagnóstico dual un tratamiento adecuado precisa la cooperación e integración en varios niveles, lo que es difícil de conseguir. Los mayores impedimentos se han dado en el sector público donde irónicamente, se dan los casos más severos. Durante años mi revisión minuciosa de casos del hospital del estado, el Nevada Mental Health Institute, fue censurada por los psiquiatras del centro. Nevada es uno de los estados que separa el tratamiento de los transtornos por abuso de substancias de otros transtornos psiquiátricos. La conclusión ha sido que el tratamiento por adición no puede ni debe realizarse en un medio psiquiátrico. Los resultados han sido trabajos psiquiátricos que contienen datos que apoyan el diagnóstico del abuso de substancias, aunque se han omitido el diagnóstico multiaxial y con mayor frecuencia el plan de tratamiento. También existen barreras para el tratamiento entre los sistemas de tratamiento de dependencia química y salud mental que incluyen las siguientes : Hoy por hoy, no existe un consenso sobre cuál es el mejor tratamiento para los pacientes con diagnóstico dual. En 1986 Kofoed y colegas describieron un tratamiento ambulatorio combinado para los pacientes con diagnóstico dual. Introdujeron el acrónimo PISA (psychiatrically impaired susbstance abusers,deterioro psiquiátrico en consumidores de substancias) que fue reemplazado por MICA (mentally ill chemical abusers,enfermos mentales consumidores de químicos), aunque parece ser que el término “diagnóstico dual” se utiliza cada vez más. Kofoed y colegas señalaron el siguiente patrón a seguir : 1.Una vez finalizada la hospitalización deberían seguir un tratamiento ambulatorio que tratase los dos problemas. 2.El tratamiento debería seguirse con un equipo unificado y en un lugar . El staff debería sentirse cómodo con la utilización de la medicación psiquiátrica y con las formas en que puede establecerse y mantenerse la abstinencia del alcohol y otras drogas. 3.Se ha de intentarse la coacción legal en vez de evitarla. 4.Disulfiram (Antabuse) es un medicamento beneficioso pero secundario para los pacientes en tratamiento 5.La psicoterapia es de gran ayuda incluso si no se consigue la abstinencia inmediata. 6.Para establecer una relación en cada tratamiento y su recuperación se utiliza la educación, discusión y persuasión junto con los factores de coacción legal y social. 1.Los medios residenciales intermedios, que ayudan a la transición de los pacientes a una vida plena en comunidad, a menudo rechazan a los pacientes con diagnóstico dual. Los medios de salud mental no los admiten porque son adictos a substancias. Los tratamientos de dependencia a substancias químicas no los admiten porque están bajo medicaciones psicotrópicas. Muchos pacientes finalizan en casas de acogida sin el soporte adecuado. 2.Existen diferentes expectativas en cuanto al éxito del tratamiento. Ningún sistema se lleva bien con la falta de obediencia y el deterioro de las facultades funcionales. En particular, el sistema de tratamiento de dependencia química tiene dificultades con la ayuda a largo plazo que necesitan algunos de los pacientes con diagnóstico dual, que incluye el mantenimiento y la formación vocacional y con los problemas contínuos o recurrentes en la otra área. 3.La procedencia de las subvenciones continúa separando los dos sistemas. En muchos estados los medios de salud mental y de abuso de substacias no sólo están separados sino que también se encuentran en diferentes departamentos del gobierno. La salud mental puede estar en el departamento de salud mientras que el alcohol y otros programas de drogas en el departamento de bienestar social o viceversa. Para complicar aún más el tema, la tercera parte de la RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 ¿EN QUE CONSISTE UN BUEN TRATAMIENTO? 15 Los resultados iniciales de esta intervención realizada en el Veterans Administration Hospital no fueron alentadores. Solo siete (22%) de 32 pacientes con diagnóstico dual finalizaron un año o más de tratamiento. La utilización del hospital por aquellos que aún se encontraban en tratamiento disminuyó significativamente (p<.02). Los abandonos precoces correspondían a aquellos que tenían dependencia a las drogas y transtornos de personalidad. Galanter y Castaneda (1986) revisaron la literatura sobre el abuso de substancias en pacientes psiquiátricos y llegaron a la conclusión de que no se había desarrollado un tratamiento efectivo y que eran necesarias nuevas modalidades de tratamiento. Wallen y Weiner (1989) describieron un programa que se desarrollaba añadiendo tratamiento psiquiátrico y staff a un programa de tratamiento de dependencia química ya establecido. Mirin y sus colegas (1989) describieron una intervención similar en un programa de tratamiento para alcohol y otras drogas desarrollado en un hospital psiquiátrico. Desafortunadamente ninguno de estos dos últimos estudios proporcionaron datos para apoyar la eficacia de sus intervenciones. No es de sorprender, ya que se espera que el éxito del tratamiento en pacientes con diagnóstico dual sea peor que en los pacientes con una dependencia química no muy complicada o para los transtornos psiquiátricos. Una evolución interesante de los pacientes con diagnóstico dual fue la modificación de los programas residenciales de larga duración para el alcohol y adictos a otras drogas, llamados comunidades terapéuticas (CT). DeLeon (1989) cita que las investigaciones muestran un aumento de la psicopatología de los adictos a substancias admitidos en las CT. También concluye que “ la evidencia indica que existe una influencia positiva en el tratamiento de la psicopatología”. Los cambios realizados en las CT que aceptan pacientes con diagnóstico dual han sido : (1) se integran al staff profesionales de salud mental, (2) los planes de tratamiento incluyen medicación psiquiátrica y psicoterapia individual y (3) las actuaciones clínicas se desarrollan para poder tratar los episodios psicóticos o el comportamiento rebelde relacionado con los transtornos mentales. Actualmente se está realizando la evaluación de dichas modificaciones en las CT. Hay poca literatura sobre el tratamiento de los transtornos psiquiátricos subsecuentes en pacientes que están en fase de recuperación de dependencia química. Fisher y Weiner incluyeron un grupo de estos pacientes en tratamiento con los alcohólicos recuperados (GAO Committee on Alcoholism and the Addictions 1991). Aparentemente esta intervención funcionó bien con los dos grupos porque se apoyaron mutuamente. La literatura actual indica que la mayoría de cambios 16 se están produciendo en los programas de tratamiento de alcohol y abuso de drogas. Hay poca literatura que indique que las unidades psiquiátricas tradicionales están modificando sus programas de tratamiento para tratar a los pacientes con diagnóstico dual. A menudo los psiquiatras creen que los problemas de adicciones pueden tratarse con la misma eficacia tanto en unidades psiquiátricas como en unidades de tratamiento de adicciones. Esta actitud es una de las razones por la que el Group for the Advancement of Psychiatric Committee on Alcoholism and the Addictions recomienda que los transtornos de abuso de substancias han de ser una prioridad psiquiátrica (GAP Committee on Alcoholism and the Addictions 1991). El siguiente artículo de la American Journal of Psychiatry señala que “la mayoría de instituciones académicas poseen escasos o ningún profesional disponible para enseñar o formar a clínicos en dicha área” y subraya la necesidad vital de profesores clínicos competentes y experimentados que hayan tenido una experiencia positiva con el tratamiento. En ausencia de un tratamiento definitivo para los pacientes con diagnóstico dual, los profesionales deben seguir intentando proporcionar lo mejor de las intervenciones de los dos tratamientos. Esto significa cooperación, comprensión y respeto por la terapia química, psicoterapia, abstinencia del alcohol y dependencia a otras drogas, programas de 12-Etapas, temas religiosos y terapia del medio circundante. La psiquiatría está bien situada para trabajar con efectividad en este objetivo. ¿QUE SE HA DE ENSEÑAR? Actitudes y Comportamiento Los años 70 marcan el inicio de la educación médica moderna en el diagnóstico y tratamiento del alcohol y dependencia a otras drogas. Los programas Career Teacher resultan en pequeñas ganancias pero importantes en la historia de la medicina sobre las adicciones (Pokorny&Soloman 1983). Se creó la Association of Medical Educators and Researchers in Substance Abuse (AMERSA). El progreso continua pero aun queda un largo camino por recorrer. La insuficiencia en la educación médica no graduada se refleja en dos estudios. Bander y colegas (1987) demostraron que en un gran hospital educativo de Nueva York, habían importantes diferencias de opinión entre cirujanos, internistas y psiquiatras sobre el alcoholismo de sus pacientes. Un estudio posterior realizado por Moore y colegas (1989) mostraba una rara similitud entre las mismas especialidades para detectar y tratar el alcoholismo de sus pacientes. Los cirujanos eran los más negativos en cuanto a su actitud e identificaban un 25% menos de sus pacientes RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 alcohólicos. Los internistas eran menos negativos e identificaban cerca del 50% de sus pacientes alcohólicos. Los psiquiatras eran los más positivos e identificaban el 65% de los pacientes admitidos en psiquiatría. A pesar de esta comparación, los datos aportan poco a la psiquiatría para estar satisfecha. El 90% de los alcohólicos admitidos en psiquiatría presentaban un diagnóstico dual. De aquellos que fueron identificados como alcohólicos, sólo se les proporcionó tratamiento para su alcoholismo al 55% (21 de 38). Aún más descorazonador que estos datos, es el hecho de que los psiquiatras se resistían a proseguir la educación médica sobre la medicina de las adicciones tanto como sus colegas médicos y cirujanos (Bander et al 1987). Evidentemente ha de proseguir el esfuerzo para desarrollar actitudes más positivas combinadas con los conocimientos y los patrones de diagnóstico y la evaluación de los transtornos de abuso de substancias. Todos los médicos deberían saber realizar la rutina del seguimiento en el alcoholismo y otros transtornos adictivos (Cyr&Wartman 1988). Dicho énfasis debe continuar a lo largo de la formación de la residencia psiquiátrica y no relegarlo al poco tiempo empleado en la formación del abuso de substancias. La formación de los clínicos no graduados se compone de cursos especializados. Sólo alguno de ellos dice haber estado un período de tiempo en unidades de tratamiento de adicciones. La Universidad de California San Diego (Suchckit&Berger 1989) y Texas Tech (Arredondo et al. 1989) ofrecen cursos especializados que los estudiantes pueden realizar en vez de una parte o de toda la especialidad psiquiátrica. El verdadero problema con la formación clínica no graduada es que los estudiantes de medicina ven muchos pacientes con diagnóstico dual durante el período de rotación psiquiátrica pero con escaso éxito en el tratamiento. Por todo el país, el patrón que se repite es la frecuente identificación y desintoxicación combinada con escaso o ningún tratamiento. Tras el tratamiento psiquiátrico, es extraño ver la consulta y el traslado a la unidad de tratamiento de adicciones. Al igual que lo es la educación y el estímulo para asistir a las reuniones de AA o NA mientras están en la unidad residencial. Esta situación va cambiando lentamente. Se necesita trabajar más para acelerar el proceso. Esto necesitará el cambio de patrones de práctica de todos los médicos y psiquiatras. En esta área es interesante, el nuevo Faculty Fellow Training Program en alcohol y abuso de drogas. Desde 1989, un creciente número de escuelas de medicina han empezado a formar a uno de los miembros facultativos en cada uno de los departamentos de asistencia primaria de medicina interna, medicina familiar, obstetricia, ginecología y pediátrico. La psiquiatría se incluye indiRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 rectamente ya que muchos de los expertos facultativos están localizados en dichos departamentos. Dentro de su departamento, cada miembro facultativo se encarga de desarrollar una unidad de disciplina específica para la formación de los cursos electivos y residentes. El programa Faculty Fellow se realiza y desarrolla por la experiencia obtenida en la Career Teacher Program. En parte, responde, a la recomendación hecha por el GAP Committee of Alcoholism and the Addictions (1991). Por suerte, las subvenciones continuarán hasta que todas las escuelas médicas hayan llevado a cabo esta formación. La formación residencial en psiquiatría es un gran reto para la especialidad. Se desarrolla lentamente, pero con seguridad en la dirección adecuada. Actualmente el Residency Review Committee exige “la supervisión clínica en la gestión del tratamiento de los pacientes con alcoholismo y abuso de drogas, incluyendo la desintoxicación y la gestión de los pacientes de largo plazo en medios residenciales y/o ambulatorios y la familiaridad con los grupos de auto ayuda” (American Psychiatric Association 1989). Esto significa que los psiquiatras estarán mejor preparados para diagnosticar y tratar a los pacientes adictos. Mientras que esta formación es una clara necesidad, no asegura que el aprendizaje adicional y los patrones se aplicarán adecuadamente a los pacientes con diagnóstico dual. Parte de la dificultad en tratar el alcoholismo y otros problemas de drogas en medios psiquiátricos o de tratamiento de no adictos, es que dichos transtornos adictivos son relativamente silenciosos. Los mecanismos de defensa de negación, proyección, minimización, evitación, omnipotencia y grandiosidad descritos en el artículo del GAP (GAP Committee on Alcoholism and the Addictions 1991) permite a la adicción esconderse bajo la superficie de los medios residenciales, lugar en que se encuentran la mayoría de las necesidades. Dos experiencias ilustran esta realidad clínica. Hace algunos años, al desarrollar la política del West Hills Hospital, se trasladó a los pacientes con diagnóstico dual de unidades de tratamiento psiquiátrico y de adicciones. Se han realizado traslados de pacientes con diagnóstico dual de la unidad de adicciones a la de psiquiatría, pero no se han hecho desde psiquiatría a adicciones. Para estos pacientes, el patrón normal es permanecer en psiquiatría y enviarlos fuera para recibir educación sobre adicción. La segunda experiencia ha sido que los pacientes desintoxicados del alcohol y de otras dependencias en medios psiquiátricos o médicos, raramente acuden a unidades de tratamiento de adicciones para seguir el tratamiento, aunque el médico que les ha atendido se lo recomiende. Durante su formación, una lección clave que los 17 médicos han de aprender es que se consigue muy poco en el tratamiento de las adicciones con la desintoxicación, retirando el alcohol u otras drogas del paciente. Esto solo es al inicio. Durante estas primeras experiencias del tratamiento aparece la negación. Tanto el médico como el paciente están afectados por esta negación. Es necesario que el médico posea una amplia experiencia para poder entender la realidad del dictamen “la adicción es la única enfermedad que te dice que no la sufres”. Remitir Un problema habitual al trabajar con pacientes adictos es su resistencia a ser remitidos. Los médicos les remiten, pero los pacientes no acuden al tratamiento. Con los pacientes de diagnóstico dual existe el mismo problema. Con los pacientes psiquiátricos, la técnica que funciona bien para remitir a los pacientes hacia tratamiento médico no funciona con el tratamiento de adicciones. Sisson y Mallam (1981) demostraron este principio en un estudio sobre el traslado de pacientes hacia AA. Facilitar información de la hora, fecha y lugar además de animarles para asistir a una reunión de AA, resultó un fracaso. Realizar una llamada telefónica durante la sesión de terapia por un miembro de AA que habló con el paciente y telefonear la noche de la reunión, dió como resultado la asistencia del 100%. Al relacionar al alcohólico con una persona se obtiene una diferencia significativa en el éxito de las remisiones. Es fácil no valorar la ansiedad y resistencia que los adictos muestran hacia el tratamiento. El paralelismo más cercano en otros transtornos psiquiátricos sería la paranoia y los transtornos de personalidad. Este fenómeno puede ser la razón por la que los transtornos de abuso de substancias se clasificaron como transtornos de personalidad en el DSM I y II. Prescribir En la formación sobre el tratamiento de los pacientes con diagnóstico dual, la práctica de prescribir debe tener un peso específico. En dicha área, la psiquiatría ha recibido muchas críticas tanto de la comunidad en recuperación como del nuevo campo en desarrollo de la medicina sobre las adicciones. Un estudio realizado por Jones y Helrich sobre 13.058 médicos mostró interesantes patrones. Los psiquiatras de esta muestra consideraban el alcoholismo un síntoma, más que una enfermedad. No se ponían de acuerdo con que la abstinencia de por vida en los alcohólicos fuese necesaria. La mitad recetaba benzodiacepinas para tratar el alcoholismo crónico. Más o menos el mismo número de médicos utilizaban fenotiacinas (48%) y antidepresivos (59%). Un estudio mas reciente realizado por Wiseman y Spencer-Peet 18 (1985) halló que al 54% de los alohólicos diagnosticados se les recetaban benzodiacepinas antes de ser admitidos al tratamiento por alcoholismo. (No se anotaron los principios de prescripción de los médicos) La educación médica en el postgraduado necesita hacer énfasis en la prescripción racional de la medicación a controlar (ej. crear dependencia). Las cuatro áreas principales incluirían (1) prescribir para prevenir la adicción iatrogénica (2) prescribir en los pacientes dependientes del alcohol y otras drogas que no están en fase de recuperación (3) prescribir para los síntomas de abstinencia del alcohol y otras drogas y (4) prescribir para pacientes en recuperación de la dependencia química. De estas áreas las tres últimas son de gran importancia a la hora de trabajar con pacientes con diagnóstico dual. Es interesante un estudio reciente que revisa el riesgo de abuso de benzodiacepinas entre los alcohólicos (Ciraulo, Sands&Shader 1988). A pesar de que los autores no hallaron documentación convincente sobre este tema, recomendaron un régimen de prescripción similar al utilizado en la recuperación de la dependencia química. La prescripción de apoyo en la recuperación incluye la siguiente secuencia para tratar los síntomas médicos o psiquiátricos de los pacientes : 1.Educar al paciente sobre la interacción entre la medicación controlada y los transtornos adictivos. 2.En primer lugar prescribir aliviadores de los síntomas comportamentales. Estas incluyen la sistemática relajación muscular, ejercicio aeróbico, leer sobre grupos de 12-Etapas, escuchar música, rezar y otras. 3.Prescribir aliviadores que no produzcan dependencia.Estos incluyen antiestamínicos, antidepresivos,antiespasmódicos,antinflamotorios, anticonvulsivos, buspirone (Buspar) y otros. 4.Prescribir para ayudar a la abstinencia, disulfiram (Antabuse) o naltrexona (Celupan), 5.Prescribir medicación que produce dependencia. Puede ser necesario en condiciones agudas, en dolor especialmente agudo. Los problemas pueden m i nimizarse por (a) educar al paciente y su sistema de apoyo, (b) expectativa de ansiedad y deseo de consumir droga (eliminar toda irritación, rabia e impulsos para evitar rechazar o culpar al paciente cuando esta respuesta ocurra), (c) seguimiento por visitas frecuentes, (d) volver a instaurar el plan de recuperación del paciente para prevenir la recaída, (e) recurrir al sistema de soporte de la recuperación, incluyendo los miembros de AA/NA y grupos de casa y RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 (f) retirar la medicación tan pronto como sea posible. Zweben y Smith (1989) han descrito los principios de prescripción en los pacientes con diagnóstico dual. Sin embargo, el mantenimiento con metadona es un caso especial de prescripción en el tratamiento de adicción a los opiáceos. Este tratamiento es el mas aceptado debido el aumento de riesgo de infección HIV por el consumo intravenoso. Los psiquiatras deben familiriarizarse con el mantenimiento con metadona, incluyendo los efectos antipsicóticos que se producen en algunos adictos esquizofrénicos. (Mirin, Weiss&Michael 1988). Psicoterapia Un escollo en la formación de los residentes en las unidades de tratamiento de adicciones es que la psicoterapia individual tiende a no ser valorada. Esto deriva del ya conocido fracaso de la psicoterapia como el único tratamiento para la dependencia química. Vaillant 1983 halló que muchos de los graduados en Harvard que fueron alcohólicos habían intentado primero la psicoterapia. Esta no les ayudó en su alcoholismo y algunos incluso sintieron que habían retrasado su recuperación. Woody y colegas (1985) demostraron que al incluir la psicoterapia profesional en un programa de tratamiento de adicciones, aumentaba el éxito del tratamiento. Al igual que los adictos a opiáceos, también los pacientes con diagnóstico dual mejoraban con psicoterapia profesional. El beneficio incluso se extiende a los pacientes con transtornos de personalidad antisocial, siempre que estén deprimidos. positiva con el tratamiento” como factor para la formación psiquiátrica de la competencia clínica al diagnosticar y tratar las adicciones (GAP Commitee on Alcoholism and the Addictions 1991). Una de las formas más efectivas para obtener esta experiencia es recuperarse uno mismo de la dependencia química. Al comparar las actitudes de 307 médicos en recuperación con 962 que no lo estaban , pero que mostraban un gran interés en la medicina de las adicciones y eran más positivos (p<.05) en (1) realizar un pronto diagnóstico, (2) utilizar terapia de grupo, (3) utilizar la analítica de orina durante el tratamiento, (4) involucrar a miembros de la familia del paciente, (5) ver el alcohol y la adicción a las drogas como una enfermedad que se puede tratar. (Veach&Chappel 1990). No sería realista pensar que se puede reproducir el trauma de la adicción y la experiencia de la recuperación en cada estudiante médico, residente y médico. Dada la ubicuidad del problema, se deberían realizar mayores esfuerzos educacionales que en el pasado. Una experiencia educacional prometedora es la profesionalidad de la formación durante la residencia que han iniciado algunos programas de tratamiento de adicciones como el Betty Ford Center. Estudiantes de medicina, médicos y otros profesionales de la salud realizan este programa durante una semana y participando activamente. La evaluación preliminar indica que esta experiencia resulta postiva por encima del obtenido en formaciones más tradicionales. Evaluación. Formación Clínica No existe ningún substituto para la experiencia clínica supervisada. El efecto es tan poderoso que un grupo de internistas de Harvad llegaron a la conclusión que “la estrategia mas directa para influir en los patrones de un médico y en el comportamiento de su práctica, parece proceder de la formación y experiencia clínica relacionadas con su práctica, antes que cambiar las actitudes o aumentar el conocimiento” (Warburg et al 1987). Les impresionó las diferencias existentes entre los residentes que habían realizado un mes de rotación en una unidad y aquellos que habían realizado series de seminarios. En la educación psiquiátrica la pregunta no es si lo residentes deben o no rotar por las unidades de dependencia química, sino durante cuánto tiempo; tres meses puede ser el tiempo mínimo necesario para aprender los elementos de la psiquiatría de las adicciones. Además de esta experiencia, los residentes también deberían tener la oportunidad de aplicar lo aprendido . El comite GAP recomienda tener una “experiencia RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 Es esencial la evaluación de cualquier experiencia educacional. Para este propósito se han utilizado exámenes excritos y orales. A veces la experiencia de un examen oral puede ser igual de traumática para los examinadores como para el examinado. Un examinador redactó lo siguiente (Peyser 1989) : “Rechacé el puesto en el consejo de psiquiatría porque tenía que examinar a los candidatos. A menudo había visto que los examinadores dejaban de preguntar sobre el uso del alcohol o las drogas mientras entrevistaban a pacientes borderline, narcicistas o deprimidos o a pacientes que sufrian de pánico o ansiedad o de rasgos antisociales. Incluso si los pacientes o su familia presentan una historia sobre abuso de alcohol o drogas y que el paciente había experimentado sobredosis o admisiones a urgencias y a pesar de mis sugerencias, los candidatos no mencionaban estos hechos en los diagnósticos diferenciales o en la discusión sobre los planes de tratamiento, gestión del caso o problemas de medicación”. Esta reflexión sobre la educación psiquiátrica muestra cuán 19 difícil es cambiar un sistema consolidado. Sin embargo, vemos que se está produciendo un cambio. Los exámenes proporcionan un estímulo motivacional para los médicos. La realización en 1983 de un examen para el título llevó al incremento de asociados en la American Society of Addiction Medicine (ASAM), ésta aumentó sus miembros en 1981 (AMSA 1981) de 700 a unos 4.000 en 1990 (ASAM 1990). La decisión tomada por la American Board of Psychiatry y Neurology de realizar un examen de cualificación en psiquiatría de las adicciones fue de similar ayuda (GAP Committee on Alcoholism and the Addictions 1991). También sería importante añadir un porcentaje específico de preguntas sobre alcohol y depencencia a otras drogas en los tablones de anuncios utilizados en las residencias médicas, como se ha hecho en la sección de Psiquiatría de Residentes para la realización de exámenes. Los exámenes por escrito tienen mayor fuerza si realizan una réplica de los problemas clínicos. Además del conocimiento los cuadros clínicos se pueden utilizar también para evaluar el juicio y la toma de decisión. Una variación interesante del cuadro clínico la desarrollaron Adelman, Bahnassi y Munetz (1990). La intención de estas preguntas fue evaluar las actitudes respecto a la prescripción de los pacientes con diagnóstico dual. Normalmente estos pacientes consumen alcohol o drogas de la calle, se sienten clínicamente peor, aumenta su decepción y otros síntomas, desarrollan resistencia y no cumplen los planes del tratamiento que incluyen la medicación. Las opciones clínicas van desde opciones permisivas a restrictivas e incluyen : A. Prescribir medicaciones regulares y decirle al paciente que deje de beber o consumir. B. Prescribir la medicación necesaria y decirle al paciente que deje de consumir. C. Educar al paciente sobre el problema y recomendar a AA/NA. Volver a la clínica cuando esté sobrio. D. Educar al paciente y remitirlo para realizar un tratamiento o no le prescribirá. Quedar para realizar una nueva evaluación. REFERENCIAS Adelman, S.A; Bahnassi, A&Munetz, M.R. 1990. Permissiveness toward substance abuse in the pharmacotherapy of dual diagnosis patients. Substance Abuse 11(4):192-96. Alcoholics Anonymous. 1984. The AA member-Medication and other drugs. New York : Alcoholics Anonymous World Services. 20 E. El paciente ha de ingresar en el hospital o en un tratamiento residencial, o no le prescribirá. Hay problemas en estos puntos porque no pueden reproducir la complejidad de la realidad de las situaciones clínicas . He utilizado todas las opciones con pacientes diferentes, incluyendo A, que normalmente no tienen ningún efecto. Aunque, pueden ser beneficiosas como estímulo para el aprendizaje. Para que este aprendizaje se realice, es necesario que las facultades concuerden con el criterio descrito en el artículo de GAP (GAP Committee on Alcoholism and the Addictions 1991). Los departamentos interesados de las facultades en decanos o presidencia, se hallan dentro de los rangos de la Association of Medical Educators and Researchers in Substance Abuse (AMERSA), the American Academy of Psichiatrists in Alcoholism and the Addictions (aaPaa) y la American Society of Addiction Medicine (ASAM). CONCLUSION La educación médica y psiquiátrica sobre el diagnóstico y tratamiento de los pacientes con diagnóstico dual están en sus inicios. A pesar de la extensa documentación que existe sobre la permanencia de estos pacientes, a menudo el tratamiento psiquiátrico ignora el lado adictivo del problema. Esto se dá con mayor facilidad por el hecho de que las medicaciones psiquiátricas eliminan muchos de los signos y síntomas de la adicción, los pacientes prefieren negar el problema adictivo y los psiquiatras prefieren no tratarles, especialmente si han tenido poca o ninguna formación en medicina de adicciones. Hay necesidad de“profesores clínicos experimentados , competentes con conocimiento en el abuso de substancias y experiencia positiva de tratamiento” (GAP Committee on Alcoholism and the Addictions 1991). La actual laguna existente podría cerrarse con mayor rapidez si las escuelas médicas cooperasen con AMERSA, aaPaa y ASAM, en desarrollar estandars y criterios para ser utilizados en la educación médica. American Psychiatric Association. 1989. Special essentials (requirements) for graduate education in psychiatry. Washington, D.C.:Residency Review Commitee. AMSA. 1981. AMSA News: Alcoh. Clin. Exper. Res., 5:582. Arredondo, R.; Weddige, R.L.; Pollard, s&McCorkle, A.J. 1989. Implementing a substance abuse curriculum in a medical school. Academic Psychiatry 13:44-47. ASAM : Profile of ASAM Member specialties. 1990. ASAM News 5:7, May-June. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 3 – 1995 Bander, K.W.; Goldman, D.S.; Schwartz, M.A.; Rabinowitz, E.&English, J.T. 1987. Survey of attitudes among three specialties in a teaching hospital toward alcoholics. Journal of Medical Education 62(1):17-24. Moore, R.D; Bone, L.R.; Geller, G.; Mamon, J.A.; Stokes, E.J.&Levine, D.M. 1989. 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