ORACIÓN DE LA MAÑANA

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ORACIÓN DE LA MAÑANA
SÁBADO SANTO
1. PRESENTACIÓN.
(un lector, A)
A: Sábado Santo, el día de descanso de la tradición judía. Un día muy largo por delante, sin la
posibilidad de escaparse, de dejarse llevar por la rutina o dejarse absorber por el trabajo. Un
día donde nos tocará reflexionar, nos vendrán a la mente infinidad de recuerdos, de momentos
vividos con el que ahora yace muerto, de esperanzas puestas en el que ayer expiró en la cruz.
Y la pregunta de si todo esto tiene sentido, de si no es una gran mentira, la locura de un
rebelde al que la sociedad, anoche, puso en su sitio.
2. CANCIÓN : “JESÚS BUEN AMIGO”
(o cualquier otra canción que trate el tema expuesto en la presentación : soledad, abandono,
desesperanza ante la cruz. miedo a seguir adelante...)
Oye, mi amigo, hoy no es fácil que te siga por amor.
Oye, soy sincero, no me niegues que hace falta un gran valor.
Hoy ante mí se presenta un mundo nuevo,
y yo no sé cómo luchar...
Jesús, por qué me pides que te ame,
Por qué tu cruz quiere martirizarme.
Mi corazón hoy sufre solitario,
Si con el tuyo se hace solidario.
Perdóname por no saber amarte,
Perdóname, no quise yo olvidarme.
Jesús, buen amigo, qué le pasa a este mundo sin amor.
No quieren seguirte y andan locos en sus luchas de rencor...
Qué pasará en nuestras vidas si te marchas,
Qué pasará, dilo, Jesús.
Jesús, por qué me pides que te ame...
3. LECTURA BÍBLICA.
“Un hombre llamado José, miembro del Sanedrín, varón bueno y justo, procedente de
Arimatea en Judea, el cual no estaba de acuerdo con el Consejo ni con lo obrado por
ellos, y que esperaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilatos y le pidió el cuerpo de
Jesús.
Y habiéndolo bajado lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en
la roca, en el que todavía no había sido puesto nadie.
Era el día de la Preparación de la Pascua, y rayaba ya el sábado. Las mujeres que
habían acompañado a Jesús desde Galilea, lo siguieron de cerca, y vieron el sepulcro,
y cómo era colocado su cuerpo. Regresaron y prepararon aromas y ungüentos. El
sábado reposaron según el precepto.” (Lc 23, 50-56)
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4. SILENCIO (1 minuto aprox.)
5. TEXTO
(dos lectores, B y C, que pueden leer desde el mismo ambón o en ambones separados, como
se prefiera)
B: Había una vez un rey que vivía en un hermoso palacio. No es que fuera muy rico, ni muy
poderoso, ni siquiera demasiado inteligente.
Un día, al mirar al cielo, como hacía de costumbre, descubrió una estrella que andaba
buscando hacía muchísimo tiempo. Esa estrella , según la tradición, debía anunciar el
nacimiento del Rey más grande y famoso de todos los reyes.
Aquel mismo día, al atardecer, salió de la ciudad dispuesto a seguir la estrella hasta donde
fuese necesario. Se llevó para el camino un manto de piel, una bolsa llena de oro y perlas y su
mejor caballo.
C: Ese mismo día, muy lejos de allí, en una aldea llamada Belén, nacía un niño en un
pesebre. Venía de una familia humilde, pero desde su nacimiento, se sucedieron los
prodigios. Al poco de nacer, unos pastores se acercaron para adorarle, avisados por
ángeles, y el propio rey de Judea inició una persecución para asesinarle. Los que
compartieron con el Niño y su familia aquellos días, fueron conscientes de estar
participando de algo grande, de algo misterioso y hermoso a la vez, que les marcó de
por vida.
B: El Rey viajero ya había iniciado su camino, y llegó a una posada, y descubrió en ella a otros
tres reyes que buscaban lo mismo que él; quiso convencerles para ir juntos, pero ellos no
quisieron y lo dejaron solo.
Otro día, cuando caminaba por el desierto, encontró a un hombre que estaba siento
maltratado por unos bandidos. El Rey le dio su manto, y lo llevó en su caballo al pueblo más
cercano para que le curaran.
Le quedaba ya poco dinero, y vio pasar un convoy de prisioneros que iban a trabajar los
campos de un hombre muy rico. El Rey empleó el dinero que le quedaba en comprar su
libertad, y ellos, al verse libres, en vez de ayudar al Rey le quitaron hasta sus ropas, y se
fueron.
El Rey, decepcionado, sin nada más que un caballo, y ya muy cansado, siguió su camino,
siempre espoleado por la luz de aquella estrella que no podía dejar de seguir.
Pasado el tiempo llegó a un puerto de mar, y divisó a un joven esclavo que iba a ser
embarcado para encarcelarlo; el rey ofreció a sus guardianes su caballo, y cambiarse por el
joven, para que éste fuera liberado. Los guardianes aceptaron, y encarcelaron al Rey en un
barco misterioso que lo tuvo prisionero durante treinta años. Pero el Rey, desde las grietas de
las maderas del barco, veía brillar la estrella, y su esperanza y su afán de búsqueda le
mantenían con vida.
C: Todos esos años, el niño que había nacido en Belén los pasó junto a su familia. Sus
mismos padres se sorprendían a veces de su crecimiento, de su sabiduría y de su
bondad. Discutía con los sabios del Templo sobre las Escrituras, y a la vez aprendía en
la escuela junto con los demás niños de su ciudad, Nazaret. Ayudaba a su padre en el
taller de carpintería, y además, a todo aquel que se lo pedía. Sus vecinos, sus amigos,
veían en él a alguien muy especial.
B: Después de aquellos treinta años de cautiverio, los guardianes decidieron soltar al Rey
viajero, porque ya era viejo y no les era de utilidad. Él, después de descansar un poco, siguió
caminando en la dirección que le seguía indicando la estrella. Caminó durante tres largos años
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por tierras extrañas, con enormes desiertos y lagos que parecían mares, siguiendo aquella luz,
que parecía brillar más que nunca. Y mientras avanzaba, oía historias fantásticas de un
hombre que hacía cosas maravillosas y a todos les llenaba el corazón con sus palabras.
C: Cuando aquel niño de Belén cumplió los treinta años, se fue de casa. Empezó a
viajar por el país, a decir cosas maravillosas, y a realizar prodigios. Muchos le
siguieron, y él mismo escogió a unos cuantos para que le acompañaran allí a donde
fuera. Por donde pasaba, la gente le escuchaba con avidez. Se curaron enfermos, se
multiplicaron panes y peces, se oyó llamar bienaventurados a los que sufren, a los que
lloran. Se oyó hablar de amor, de una nueva vida. Y los que le seguían tenían claro
que él era la respuesta a todas sus plegarias, a todos sus anhelos.
B: Un día, hacía el mediodía, el Rey viajero entró en una gran ciudad, y vio a mucha gente que
salía de las murallas. Se acercó para enterarse de lo que pasaba. Por fin vio que había tres
hombre crucificados. Cuál fue su sorpresa cuando vio que la estrella que había estado
siguiendo se posaba sobre el que estaba crucificado en medio. En ese momento, un rayo de la
estrella se metió en su corazón y comprendió que el rey al que había salido a buscar era aquel
que estaba allí crucificado; se llenó de alegría y comenzó a llorar, corrió hacia la cruz y se
abrazó a ella.
C: los que estaban junto al niño de Belén, junto al Jesús que ahora acababan de
crucificar, vieron a aquel hombre y le tomaron por loco. Le gritaron : “Déjale, no era
más que un mentiroso. Confiamos en él, lo dejamos todo por seguirle y esto es lo que
tenemos a cambio: nada. Con él han muerto todas nuestras esperanzas. Nos prometió
una vida nueva, y ahora está muerto. Sus palabras eran hermosas, y sus hechos
impresionantes, pero todo eso pasó. Ven, viejo, y deja descansar a los muertos.”
B: El viejo Rey estaba confundido. Entonces vio acercarse a una mujer mayor, con los ojos
hinchados por el llanto, pero con una expresión en el rostro mezcla de dolor, ternura y
comprensión. La mujer le dijo: “Tú, que le has buscado durante tantos años, no olvides lo que
su búsqueda te llevó a hacer por los demás, y conserva lo aprendido en este tiempo”
C: Y dirigiéndose a los que habían convivido con el crucificado, les dijo “No traicionéis
la confianza que él depositó en vosotros; seguid sus mandatos, recordad lo que
vivisteis con él”
C+B (al unísono): “CONFIAD Y ESPERAD”.
6. CANCIÓN : “TÚ ERES MADRE”
(o cualquier otra canción que exprese la figura de María como la que siempre confía en el
Señor, la que nos da ánimos en los momentos difíciles...)
Tú eres Madre, estás aquí,
me acompañas y me cuidas con amor.
Tú eres Madre, estás aquí
y me ayudas como tú a decir sí.
Tú estás cerca, junto a mí,
y en silencio vas orando ante el Señor.
Tú eres madre del amor,
vives cerca de los hombres con dolor.
En las calles de la ciudad,
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en la gente que trabaja por su pan;
vives, Madre, en el hogar
de la gente de sencillo corazón.
Tú estás cerca, junto a mí...
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