La metodología será la siguiente: 1) Lectura de un fragmento del Evangelio. 2) Comentario disparador y preguntas para pensar en forma personal. 3) Silencio para la meditación. Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Así comienza la convocatoria de los discípulos de Jesús en el Evangelio según San Juan. Hay un alguien que les muestra a Jesús, y los discípulos se ponen a seguirlo. No vino Jesús y les preguntó: “¿quieren ser mis discípulos?”. No. Él pasa por ahí y Juan el Bautista les dice a los que hasta ese momento eran sus discípulos: “Ahí va, Ése es”. Cuando le oyeron hablar así, comenzaron a seguirlo. ¿Cuál es el Juan Bautista de nuestra vida? ¿Quién o quiénes nos señalan a Jesús?... Este grupo, con toda humildad, intentó eso: poder decirles “Ese es Jesús. Síganlo”… Y una vez que lo seguimos… ¿qué? Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscan? Jesús se da cuenta que le siguen, no es ningún gil. Por alguna razón habrá pasado por aquel lugar en aquel momento. Pero cuando ve que lo están siguiendo no dice “que bien, que me sigan”. No. Se da vuelta y los encara: “¿Qué buscan?” ¿Qué buscan, chicos? ¿Qué buscamos? Jesús nos lo está preguntando a cada uno de nosotros hoy. ahora. ¿Qué le respondemos?... Yo busco… ¿Qué buscamos realmente cuando seguimos a Jesús? Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: Maestro ¿dónde vives? Les respondió: Vengan y lo verán. (VAMOS HACIA LA CRIPTA DONDE SE ENCUENTRA EXPUESTO EL SANTÍSIMO SACRAMENTO) Luego de breve momento de silencio se lee el texto completo y se abre una cartulina que dice: “y se quedaron con él”. Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: Maestro ¿dónde vives? Les respondió: Vengan y lo verán. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. ¿Qué quiere decir “Vengan y lo verán”? Jesús podría haber dicho: vivo en tal lado, pero no, él quiere que hagan su propia experiencia. Quiere que vayan con él, vean y se queden todo aquel día. ¿Qué es hacer la experiencia?. En la vida de todos los días nos pasa que hasta que no hacemos nuestra experiencia de algo no lo entendemos. Cuando un padre le dice a su hijo que no haga tal cosa parece que el hijo no lo entiende en el momento, pero una vez que se da la cabeza contra la pared lo comprende perfectamente. Vale aclarar que hacer la experiencia no es probar todo. No hace falta drogarse para saber que la droga hace mal. San Pablo escribe: “examinen todo y quédense con lo bueno”. No dice: “prueben todo”. Una persona puede contar su experiencia pero es difícil que el otro la haga suya. Y a su vez es fundamental para el progreso que uno pueda aprender de las experiencias de otros. Vivimos en esa tensión. Juan Bautista que ya había hecho experiencia de Cristo, cuando lo ve pasar lo señala y le dice a sus discípulos: “Ese es el Cordero de Dios”. Después de oír estas palabras ellos lo siguen, es decir, la experiencia de Juan les sirve para ponerse en camino. Pero necesitan hacer su propia experiencia: “Vengan y lo verán”. ¿Por qué?. En el campo, cuando un perro ve pasar una liebre comienza a ladrar, se pone como loco y sale a correrla. Así varios perros ven pasar a la liebre y también se ponen a correrla. Muchos perros más, al escuchar los ladridos, también salen a correr pese a no haber visto la liebre. Después de varias horas de correr los perros comienzan a cansarse. Aquellos que no vieron a la liebre y tan sólo corren porque escucharon los ladridos y persiguen a otros perros son los primeros en abandonar la cacería. Y es obvio, si ellos jamás vieron a la liebre. Ni siquiera saben si tal liebre existe, tan sólo saben que otros perros parece que la vieron y la están corriendo. En cambio, los que sí hicieron experiencia personal de la liebre, los que la oyeron y vieron, esos seguirán corriendo y posiblemente la alcanzarán. En estos momentos de mi vida, el hacer mi propia experiencia pasa por dos lados: 1. Cuestionar la “fe” que recibí de chico 2. Hacer experiencia de la pobreza 1) Quiero dar razones de mi fe (cf. 1 Pe 3, 15) Soy filósofo: deseo conocer, no puedo no preguntar La Iglesia jerarquía no es infalible. Se equivocó, se equivoca y se seguirá equivocando. Forma parte del crecimiento y la maduración el NO aceptar las cosas porque sí. Aunque llegue nuevamente a la misma respuesta necesito hacer esa experiencia. Es como hacer un giro de 360º. Uno vuelve al mismo lugar pero es claro que no es lo mismo ya que hay todo un camino hecho cosa que no hubiera pasado de haberse quedado ahí. Voy a saber por qué, para qué, y voy a poder compartirlo mejor y más convencido. Tengo la seguridad de que quién busca sinceramente la Verdad no puede tener miedo a cuestionar (Pero también es cierto que hace falta estar preparado porque uno puede pifiarla bastante con la mejor intención). Hay que tener en cuenta que lo experiencial no es sólo intelectual. No basta con leer libros. Hay que vivirlo. 2) Aquí se engancha con mi búsqueda sobre el tema de la compasión. - Maestro ¿qué es ser pobre? Vení y lo verás. Hacéte pobre conmigo en vez de leer tanto qué es ser pobre.