Una historia maravillosa

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Una historia maravillosa Autor: Yirlani María Salas Alfaro. Escuela: San Pedro (Alajuela). Docente: Rosibel Salazar Molina. En un reino muy lejano vivía un rey con su esposa y sus tres hijas, eran muy felices, ya que en ese reino existía una gran felicidad y amabilidad entre el pueblo y el reino. Un día a la reina le dio una gran enfermedad que la hizo quedar en cama hasta que murió, desde ese día el rey se entristeció muchísimo y la felicidad se terminó para siempre. Entonces las tres princesas se prometieron entre sí hacer que la felicidad volviera al reino. Al otro día le fueron a preguntar a una gran adivina del pueblo cómo hacer para que la felicidad volviera. Ella les dijo que debían buscar tres objetos con un valor mágico y que estos se encontraban muy lejos de ahí; debían seguir las pistas que ella les daría, pero debían entenderlas muy bien, ya que muchas personas intentaron conseguirlos, pero al no entender las pistas se perdieron en esa dimensión mágica y ahí perecieron. Las tres princesas, quienes estaban muy indecisas, se preguntaron si valía la pena arriesgarse y en eso agregó la princesa menor: -­‐Yo creo que sí vale la pena, vivíamos en un lugar lleno de amor y todavía queda aunque sea un poquito de ese maravilloso don. Ellas estuvieron de acuerdo, entonces la adivina les dijo: -­‐ Les diré una a una las pistas, pongan mucha atención: la primera es “debajo de donde nació el duende”, ahí sabrán cómo encontrar la perla de la sabiduría; la segunda pista es “ dentro de la cueva de el gigante chúcaro”, ahí encontrarán el caballo dulce trotar, quien será el que las traerá de vuelta a casa, y la tercera y última pista es “entre en medio del oso y el caballo encontrarán cómo recoger la flor del amanecer”. Deben entenderlas muy bien -­‐dijo la adivina, mientras desaparecía. Las tres princesas apuntaron las pistas y acordaron salir de viaje al otro día muy de mañana, ya que debían pasar por muchos lugares y se duraba mucho en llegar donde se encontraban los unicornios, quienes eran los que tenían que llevarlas a la otra dimensión mágica para de ahí ir en busca de los tesoros escondidos. Al amanecer, las tres princesas partieron en busca del arcoíris en donde encontrarían a los unicornios para que las llevaran a la dimensión mágica de donde partirán en busca de la perla de la sabiduría, el caballo dulce trotar y la flor del amanecer. Al ir por la mitad del camino se preguntó la princesa mayor: -­‐¿Cómo encontraremos el arcoíris si todavía no llueve? Siempre después de la lluvia sale el sol y el arcoíris. Al terminar la interrogación, el cielo tronó y empezó a llover; parecía que el cielo la había escuchado… Después de largas horas terminó de llover y el gran arcoíris se resplandecía con sus siete hermosos colores. Entonces las princesas partieron hacia el principio del arcoíris para ir donde los unicornios, ya que en el final del arcoíris se encontraban los nomos, quienes eran muy peligrosos y celosos por sus ollas de oro. Llegaron donde los unicornios y viajaron hacia la otra dimensión. Por fin llegaron a aquel lugar mágico y hermoso, con cascadas, ríos, montañas y praderas, las princesas al ver aquello quedaron impresionadas, realmente era un lugar fantástico. Las tres princesas se repartieron los objetos y el animal por buscar: a la mayor le tocó buscar la perla de la sabiduría, a la mediana le correspondió buscar la flor del amanecer y a la menor hallar el caballo dulce trotar, ya que ella era más amable con los animales que la princesa del medio. Cada una se fue por un lugar diferente para lograr su objetivo. La hermana mayor salió en busca de “donde nació el duende”. Mientras caminaba iba pensando: -­‐¿Qué significa debajo de donde nació el duende? ¿Dónde quedará eso?-­‐ De repente chocó con un duende que parecía estar malhumorado: -­‐ ¿Qué te pasa niña? Fíjate por donde caminas-­‐, dijo el duende. -­‐ Discúlpeme, no lo vi y ¿le puedo hacer una pregunta señor duende?-­‐, le respondió la princesa. -­‐Claro, eso sí que sea rápido. -­‐ ¿Qué significa debajo de donde nació el duende? ¿Y dónde queda eso?, por favor dígame. -­‐ Está bien, donde nació el duende es una cueva y la cueva queda detrás de aquel árbol, eso es lo único que te puedo decir-­‐, mientras caminaba muy rápido. La princesa se fue para el árbol y buscó detrás de él, ahí vio una cuevita que apenas cabía ella de pie, entonces fue entrando poquito a poco a la cueva. Cuando ya estaba muy dentro cayó en un hueco que más bien parecía un túnel. En el fondo del túnel se veía una lucecita, la princesa caminó hacia la luz y ahí encontró una recámara, en la que había una gran llave y junto a ella un pergamino en el que decía: “Esta gran llave abre un cofre en el que se encuentra la perla de la sabiduría y éste se encuentra escondido en el palacio del rey Teófilo”. La princesa del medio se fue por el primer camino que encontró. Al rato de caminar le dio sed, oyó como un río y se fue a ver qué era, pues se llevó la sorpresa de que era un río, el río de los sueños, pero ella no lo sabía; así que bebió de esa agua y cayó en un profundo sueño. Al despertarse estaba dentro de una almeja gigante y junto a la princesa una pequeña llave la cual estaba atada a un pergamino; ella leyó el pergamino, el cual decía: “esta llave abre un cofre en donde se encuentra la flor del amanecer y que éste se encontraba en el palacio del rey Teófilo”. La princesa recogió la llave y el pergamino y salió de la almeja y del río. La princesa menor se fue a buscar la cueva del gigante, mientras caminaba escuchó unos gruñidos: -­‐¡gigante querer dormir! Ella se asustó mucho y se escondió en unos matorrales que encontró. Entonces se fue siguiendo los gruñidos hasta que llegó a una gigantesca cueva, ella iba a entrar cuando una vocecita le dijo: -­‐¡no, no entres todavía!, la princesa se volvió y vio que la vocecita venía de un monito. -­‐ El gigante todavía no está dormido, hasta que empiece a roncar-­‐, dijo el monito. La princesa dio las gracias al monito y obedeció, esperó hasta que el gigante empezara a roncar para poder entrar a la cueva. Al rato el gigante empezó a roncar. Entonces la princesa fue entrando poco a poco hasta que llegó al final de la cueva donde había una puerta, pero estaba cerrada con llave y la llave que la abría la tenía el gigante colgando del cuello. La princesa se acercó lentamente y con mucho cuidado para ver si lograba sacarle la llave al gigante. Mientras intentaba sacarle la llave, el gigante se volvió, la princesa se dio un gran susto, pero lo volvió a intentar hasta que logró quitarle la llave. Entonces abrió la puerta y se maravilló al ver aquel caballo tan hermoso que era blanco como la nieve, con las patas de color café con leche y con unas enormes y hermosas alas doradas, parecía haber salido del cielo. La princesa montó al caballo y le dijo: ¡vámonos de aquí!. El caballo obedeció y salieron volando por arriba del gigante para que no se despertara. Pero no resultó, el gigante se despertó y se puso muy furioso al ver que le robaban el caballo y dijo: -­‐
¡me las vas a pagar niña! La princesa no puso atención a lo que dijo el gigante y le ordenó al caballo adentrarse en el bosque para buscar a sus hermanas. De repente vio a sus hermanas reunidas en el bosque, entonces descendieron. Al llegar todas se pusieron muy contentas de estar las tres juntas, se montaron al caballo y fueron al palacio del rey Teófilo. Al llegar se sorprendieron de aquel lugar tan bello con muchas plantas, flores y enredaderas, aquello era maravilloso. Las princesas escondieron el caballo y treparon por una enredadera hasta una de las ventanas. Ese día el rey Teófilo estaba muy malhumorado y grite aquí y grite allá. Ellas lo vieron y se asomaron por todas las ventanas hasta que vieron la habitación que contenía los dos cofres; muy cuidadosamente entraron, pero la menor se tropezó y quebró la ventana. El rey al escuchar el estruendo se fue a ver qué pasaba. Ellas se escondieron para que no las vieran, por fin el rey se retiró de la habitación y las princesas salieron de su escondite para donde estaban los cofres. Entonces las dos princesas que tenían las llaves abrieron los respectivos cofres y sacaron la perla de la sabiduría y la flor de amanecer. De repente algo mágico ocurría, la perla y la flor se unieron formando algo extraordinario, y de ahí salió la madre de ellas. -­‐ ¡Está viva y sana! ¡Mamá estás aquí! ¡Al fin logramos encontrar la felicidad eterna, gracias a ti mamá y a nuestro esfuerzo!-­‐, decían las princesas con lágrimas en los ojos. Después salieron de ahí montadas en el caballo dulce trotar y llegaron a casa, sanas y salvas. Ese día la felicidad volvió al reino por siempre. 
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