Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(6):e43–e44 ARCHIVOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE OFTALMOLOGÍA www.elsevier.es/oftalmologia Sección histórica Una herida ocular que supuso la muerte de un rey en la boda de Felipe II e Isabel de Valois An eye wound that led to the death of a king in the wedding of Philip II and Elizabeth of Valois C. Gutiérrez-Ortiz ∗ Unidad de Oftalmología, Sección de Glaucoma y Neuro-Oftalmología, Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Alcalá de Henares, Madrid, España La paz de Cateau-Cambrésis firmada en 1559 por Felipe II de España y Enrique II de Francia ponía fin a un largo conflicto armado que España y Francia venían teniendo por el control de Italia. Tras la derrota francesa en la batalla de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558) se firma esta paz por la que Francia renuncia a Milán y Nápoles (ahora en manos de Felipe II). Esto supuso que el imperio hispánico se hiciera con el control de la península italiana1,2 . Otro de los puntos del tratado fue la concertación del tercer matrimonio de Felipe II con la hija de Enrique II, Isabel de Valois3 . Precisamente, en las fiestas de celebración de este matrimonio, se produjo un accidente singular que supuestamente ya había sido predicho. Un astrólogo había escrito que Enrique II debía evitar todo combate en campo cerrado, especialmente a los 41 años, porque en esa época parecía correr el riesgo de sufrir una grave herida en la cabeza. La reina, Catalina de Médicis, presa de la preocupación, invitó a la corte al célebre Nostradamus, pero este confirmó el horóscopo como queda recogido en sus Centurias astrológicas, concretamente en el cuarteto número LXXXV4 : El león joven al viejo sobrepasará. En campo bélico por singular duelo, En jaula de oro los ojos le atravesará, Dos choques uno después morir muerte cruel. Los detalles ocurridos durante el día del torneo y los días que le precedieron se encuentran plasmados en las memorias ∗ del mariscal de Vieilleville5 , quien presenció todo el torneo y estuvo siempre al lado del rey. El 29 junio de 1559, estaban a punto de celebrarse los festejos con un torneo en París, concretamente, en la place des Vosgues, ante el palacio des Tournelles. El rey hizo su entrada en la palestra luciendo los colores de la eterna favorita, Diana de Poitiers. El que defendía el campo debía romper 3 lanzas, y los asaltantes, una. Enrique había de medir sus armas la primera vez con Filiberto de Saboya, la segunda con el duque de Guisa y la tercera con Gabriel Montgomery, capitán de sus guardias escoceses5 . Se dice que se pidió y advirtió a Enrique II de Francia que no participara en dichos festejos o,más bien, que lo hiciese de una forma moderada. Pero Enrique era fanático de este deporte y no perdía oportunidad de participar en él. Así pues, Enrique justó. El combate entre Enrique II y el joven conde de Montgomery se saldó con tragedia. Enrique ganó el primer duelo pero, durante el segundo, Enrique II salió seriamente herido5 . Antes de entrar en combate, sonaron las trompetas y los clarines, ensordeciendo hasta aturdir a los presentes. Pero cuando los combatientes entraron en liza y comenzaron a correr los caballos, todas las músicas se callaron como presintiendo el desdichado desastre que aconteció. Al conde de Montgomery se le rompió la pica en la cabalgada y una astilla de madera se coló por la rejilla del casco del rey (fig. 1)5 . Le atravesó el ojo derecho y el cerebro. La reina se desmayó, y el rey, ya sin sentido, fue transportado a palacio después de pronunciar estas palabras: «soy muerto»5 . Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] 0365-6691/$ – see front matter © 2012 Sociedad Española de Oftalmología. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.oftal.2013.12.012 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. e44 ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(6):e43–e44 Figura 1 – Lámina que representa el torneo entre Enrique II y el conde de Montgomery. Esta herida produjo en el rey una agonía de 10 días. Fue atendido por los mejores médicos y cirujanos. Ambroise Paré fue autorizado a reproducir la herida en algunos reos ejecutados para investigar cómo y de qué forma curarla, sin obtener resultado alguno. Incluso Felipe II envió desde Bruselas a Andrea Vesalio, que tampoco pudo evitar la muerte del rey. Se limpió la herida y se extrajeron las astillas incrustadas en el ojo y se le administró una poción de ruibarbo y momia, una dieta antifebril y decocciones laxantes a base de cebolla perlada6 . Enrique II de Francia falleció el 10 de julio de 1559. Después de la muerte del rey, Vesalio hizo las siguientes observaciones: «El lado externo del ángulo del ojo derecho estaba completamente denudado de membrana y áspero y en su cara profunda y posterior, todavía se encontraron una gran cantidad de astillas, algunas de ellas ocupando una posición entre la cavidad orbitaria y la cara inferior del mismo que por sus extremos penetraron las túnicas del ojo. La duramadre estaba en putrefacción y había supurado directamente hacia abajo [. . .]. La condición pútrida que se había presentado daba prueba de que el cerebro había chocado con el cráneo, siendo conmocionado por el golpe, y no que su estado hubiese sido causado por una lesión craneal. (Hemorragia y conmoción cerebral por contragolpe y no solo por traumatismo directo, que es lo habitual en los traumatismos craneoencefálicos). (La muerte se produjo más por parálisis por conmoción cerebral por contragolpe).»6 Es sorprendente la magnífica disección cerebral realizada por Vesalio y la pormenorizada descripción de las heridas cerebrales del rey. Enrique II fue enterrado en la basílica de Saint-Denis. Le sucedió Francisco II, un joven de 15 años que junto con su madre, Catalina de Médici, no pudo frenar la pujante extensión del movimiento de los calvinistas franceses (hugonotes). La inestabilidad política que siguió dio lugar a las guerras de religión entre católicos y protestantes hugonotes que desde 1562 hasta 1598 asolaron Francia. bibliograf í a 1. Floristán A. Historia Moderna Universal. Madrid: Editorial Ariel; 2011. 2. Lynch J. España bajo los Austrias. Imperio y absolutismo (1516-1598). Madrid: Ediciones Península; 1970. 3. Fernández Álvarez F. Felipe II y su tiempo. Madrid: Editorial Espasa; 2001. 4. Bergman K. Las profecías de Nostradamus. Madrid: Editorial EDAF; 2005. 5. Surrea Y, Aragón M. Discursos de medallas y antigüedades. Valladolid: Editorial Maxtor; 2003. 6. Barón Fernández J. Andrés Vesalio: su vida y su obra. Madrid: Editorial: Consejo superior de investigaciones científicas; 1970.