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LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
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menzó á funcionar una bomba de vapor y otra
mientos dorados. Arreglado por los artistas
LA ISLA DE TRINIDAD
á las seis y cuarto. ¡ Y la primera voz de fuego
D. Ascensio Gómez y D. Vicente Moreno.
se había dado d las dos y media/ ¡Bonita
No contentos los ingleses con tener ya la TriLando de doble suspensión transformado en
muestra de cómo está el servicio de incendios nidad que fué... jayl... nuestra (4,544 kilóme- coy ó hamaca. Presentólo D. Mateo Muedra.
ha dado Barcelona, la primera ciudad indus
tros cuadrados, en las Antillas Menores), han Este carruaje llevaba 20fi00 ramilletes y
trial de España! A lo cual hay que agregar querido anexionarse otra Trinidad, propiedad 2,000 espirales. No se pudo agotar la Santa
que el material de mangueras se halla en de la República del Brasil, según dicen los bra- Bárbara. Los señores que lo ocupaban dieron
tan magnifico estado que la mitad del agua, sileros, que se halla por los 20° 30' latitud S., á suelta á más de 2^000 pajarillos, engalanados
cuando menos, se perdía desde la bomba al 700 millas de la costa del país de los diaman- con cintas de colores.
punto á que debía llegar, i Bravísimo I Agre- tes. Los ingleses, sin embargo, dicen que no
Carruaje del Sr. Jáudenes: tren de carreras
gúese á esto que no había carbón para hacer se anexionan nada, sino que se limitan á recu- adornado por los Sres. Jáudenes y Manglano.
funcionar la bomba de vapor, habiendo tenido perar lo suyo.
Carruaje Barca del bou, del Sr. Cidón, noque ir d por él al cuartel de artillería, y que el
La isla en cuestión es una roca de naturale- table por su fidelísima exactitud.
agua era escasa.
za volcánica, cubierta de bosques muertos,
Carruaje del señor alcalde: un colosal caraPor fin, ya puestos á trabajar los valientes pero tiene una buena ensenada. ¿Qué importa col. Dirigido por el arquitecto Sr. Camaña.
bomberos (que ninguna culpa tienen en la des- que no haya el menor vestigio de vegetación?
Todos estos y los demás carruajes que tomaorganización de que se lamentaba la gente) La Trmidad, habitada por cangrejos y aves ron parte en la batalla estaban atestadísimos
consiguieron dominar el incendio. Quedó apa- marinas, servirá admirablemente para el aga- de ñores de todas clases, y algunos de ellos
gado el fuego de la fábrica de pianos y cir- rre de un cable telegráfico entre Inglaterra y adornados con plantas de subidísimo valor.
cunscrito al piso bajo el del Vapor Vell de las
Llanas,
A las ocho y media se derrumbaban con estruendo tres de las cuatro fachadas de ía vieja
fábrica, facilitándose con ello la extinción del
fuego.
Cítanse humanitarios rasgos de abnegación
y heroísmo: un joven llamado D. Jaime José
Condells, de Santa Coloma de Parnés, salvó á
dos mujeres que se hallaban en un piso de la
casa incendiada, habiendo sufrido quemaduras
en la cara y manos, y encendido la americana al atravesar por entre las llamas. Los jóvenes Sres. Jorba y Curbi salvaron de la
muerte á dos niños, semiasfixiados, y otros
cuyos nombres sentimos ignorar. Militares y
agentes de la autoridad prestaron auxilio á
tres niños y un anciano vecinos de la casa número 8, cuya vida corría inminente riesgo. El
señor gobernador, Sánchez de Toledo, estuvo
á grande altura; y como se le hiciera presente
el peligro que corría al penetrar por dos veces en los edificios incendiados, respondió:
—Si resulto herido, me curarán; y si muero
me llevarán al cementerio.
Todos los balcones de la fábrica dé pianos
se desplomaron durante la noche del 8 al 9. Los
vecinos de las casas contiguas durmieron al
ISLA TRINIDAD (BRASIL) OCUPADA POR LOS INGLESES
aire libre, transformándose la calle de Mina
en campamento.
LOS SUCESOS DE LISBOA
Algunos mal aconsejados portugueses quisieran promover en Lisboa una agitación para
que el Gobierno hiciera cumplir la ley y no
permitiera en el vecino reino la existencia de
las congregaciones religiosas, no debiendo ex
trañarse que en la tierra del marqués de Pombal gocen de medianas simpatías los jesuítas y
los curas extranjeros.
Así las cosas, dióse el caso de que desaparecieran siete ú ocho niños de ocho á diez años
de edad, de cuyo paradero nada absolutamente
se sabe, y alguien hubo de soltar la absurda
especiota de que los robaban los reverendos
Padres de la Compañía de Jesús para recluirlos en sus conventos y educarlos en sus doctrinas para las contingencias del porvenir: suposición que no se le ocurre ni al mismo que
asó la manteca. Soliviantados así los ánimos,
bastó una torcida interpretación de haber un
seminarista ayudado á levantar á un niño que
se cayó al tropezar con él en una plazuela,
para que el populacho se revolviera contra el
desventurado joven, lanzándole piedras y agrediéndole con palos al grito de:—¡Mueran los
jesuítas I ¡ Matadlosl, pudiendo á duras penas
librarle de aquellas furias los municipales.
Para colmo de fatalidad pasaba á la sazón un
Sacerdote, y el pueblo arremetió también contra él, quedando gravemente herido, hasta que
Salió un destacamento de soldados que logró
salvarle, conduciéndole en un coche al gobierno civil. Las turbas entonces se dispersaron
Por toda la capital, yendo á caza de sacerdotes.
Parece que hay unos quince eclesiásticos herí
dos, habiéndose hecho unas sesenta detenciones. El desorden fué prontamente reprimido,
y el Gobierno está seguro de poder sofocar
cualquier algarada que se intentase repetir.
la Argentina. La extensión de la isla es de 7
millas de largo por 2 de ancho, y su pico más
alto se eleva á 200 pies sobre el nivel del mar.
LIBROS VIEJOS
(CONTINUACIÓN)
LA FERIA DE VALENCIA
La feria que por Santiago celebra la ciudad
de Valencia es ocasión á que se ponga de manifiesto el buen gusto artístico que tanto caracteriza á aquella capital, en la cual es ingénito
el sentido de lo bello. Esta envidiable cualidad
se revela en cuantas circunstancias se ofrecen
para demostrarla; podrán otras ciudades contar con atractivos diferentes de los de Valencia, pero ninguna le sobrepuja en cuanto se refiera á invención decorativa.
El concurso de carruajes que tomaron parte
en la batalla de flores ha sido este año brillantísimo, y nos complacemos en reproducir las
fotografías de la mayoría de los que fueron
premiados.
La luna del amor tuvo el primer premio.
Trazó el boceto el pintor Sr. Cebrián Mezquita. Fué presentado por los tertulianos de la
casa de Campo Romero. En este carruaje se
hizo un verdadero derroche de claveles.
D. Alfredo Mompeó presentó un cañón montado sobre una cureña: el cañón disparó 2,500
ramilletes. Dirigió su construcción el señor
Mongrell.
El Casino de Cazadores exhibió un carruaje-pradera. Sobre el testero se levantaba un
pino con un nido de palomas, de las cuales había un centenar. De este carruaje salieron más
de 4,000 ramilletes. Dirigiólo D. Vicente Peris.
Carruaje de D. César Santomá: figuraba un
paracaídas. Hizo un fuego horroroso.
Carruaje figurando una canastilla de sar-
Así como se ha hablado mucho, y aun abusado, de la teoría del misoneísmo, real enfermedad humana, que no es más que una exageración teratológica de muy natural sentimiento de constancia y solidaridad biológicas; así,
también, se puede señalar como vicio del espíritu moderno la preocupación, en cierto modo opuesta al misoneísmo, de considerar todo
lo que es de nuestro tiempo, muy superior en
cualquier respecto á lo de épocas anteriores.
Un sociólogo moderno se fija, en un estudio
reciente, para sacar aplicaciones que nada tienen que ver con mi asunto, en esta tendencia
que produce no pocas ilusiones respecto del
mérito comparativo de nuestra edad y las que
la precedieron. Tiene razón Gumplowitz en
cierto modo, y sus observaciones son ciertas;
pero también esta equivocación humana es
exageración y extravío de algo que, en sus
justos límites, es legítima pretensión. Nuestra
edad no es en todo y por todo mejor que las
anteriores, pero en muchos respectos, y en
general, y á la larga, cada tiempo supone
un adelanto, un progreso respecto de todos
aquellos precedentes con que guarda alguna
relación de desenvolvimiento.
Sin necesidad de que la ley universal de la
vida sea un progreso, hipótesis que parece
magnífica, y acaso más bien empequeñece que
sublima la idea del cosmos; sin tener que recurrir á la famosa y asendereada evolución, ni
menos á reminiscencias heguelianas, no falta
base racional para sostener que en limitado
ciclo de existencia el progreso evolutivo existe, y nosotros somos testigos del movimiento
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