Informe del Jefe Civil y Militar de la Provincia de Cúcuta,

Anuncio
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DEL JEFECIVIL y MILITAR DE LA PROVINCIA
DE CUCUTA
.--
Al SENOR JEFE CIVIL Y MILITAR
DEL DEPARTAMENTO,
CUUUT.-\.
-nUPUJl~NT.ALXBERTY1:100.
,Kr;¡11
DEL JEFE ClVIL·~ MILITAR DE LA -PROVINCIA DE CUCUT A
DEL DEPARTAMENTO
-
D'E SANTANDER.
Ejército del Norte, á S:j he:':,: : que el mismo General González
Valencia organizó desde el :'~I.
i 'pio de la guerra
y que con bizarría
sin igual comandó en "L'e:!'alo!lHo" y" Palonegro";
y la 7~ y la 10"
al mando respectivamente
de. los impávidos y briosos Generales Roberto Quijano y Manuel J?ined¡:. El día 11 de Junio último penetró
este Ejército á la Provincia f):}i' ::1 punto del" Diamante," y sin de.
mora continuó su marehn hnBí::' .·ituarse en los extramuros
(le esta
ciudad. Ya teníamos ilütü~;a:; ¡;~que el enemigo estaba fuertemente
atrincherado
y que pensal»: resistir; pero jamás nos figurarnos f)IH~
el -Tefede la plaza, el Incendiario 'de 0016n, el companero de Prestáu,
el falsificador de hilletes en New York, el que por sus crímenes tic.
ne que camhiarse de nombre donde quiera que va, jamás nos figura.
mos, repito, que cometiera la crueldad y la infamia de encerrar dentro de las trincheras ~t
las familias eOllservadoras, compuestas en RU
mayor parte de aucianos, señoras, señoricus y lIifío~, en las que había
ciegos, inválidos y enfermos, para cubrirse cobardemente con sus ro.
pas y pretnuuirse así jel villano! de las peripeeias del combate. Digno -Jefe, por cierto, de las hordas auarquistas que hacía largo tiempo
desolaban esta desgraciada tierra .
.Las obras de defensa de .la plaza de Cúeuta eran verdaderarnen.
te admirables.
Procuraré daros, señor Gobernador, una. idea aproximada de ellas, pues es difícil lH¡(cer con palabras
una desoripoióu
exacta de semejante fQrt-!J.eza.EI (,ircuito d:' h]fi t'l'ÍllcheraR, partieudo de la plaza (!?%a'íÍtaude~eJnceríaba
mÍI oehOl~iclltoR metros, pues
constaba dltt1~'ez y ocho manzanas d(~100 metros por hH]O mula una.
Las trinch:era.s estaban sitllHllas en ¡',lH boeaculles, en fom.a de áng'lllo hacia (\1 centro de las cuatro esquínas ; do nrodo que ('1 CIl:',!¡'¡~~'o
l'orlíl1d.iÍr fuego de frente y por .ambos.. ~alle01' Lit l'?"::íJ.{',:,.t:~'""t¡;,:,,¡ ,
cada trinchera era de gruesas vigus pr¡·,flln(lJ.!tmente "II+~'''''?lhlH; "~".
guía hacia dentro otra trinchera de ladrl'tr6R', inmedíat !i1PlIt,· .nid.
á lu anterior, y lnézo otra. de vigas, reforzando la de :aei,il!c ',_ ~.•m:
'maderas estaban aseguradas por dentro con rieles (';~ acero :Il:"il'mente clavados. En algunas trincheras había sacos IIpnos elF t.ier ru
en vez de ladrillos, 6 también lajas, planr-has rl« hj,~l'l'o &". Hahía
trínehp,ras que tenían metro y medio de espesor, PP¡'o la auchnra re~'I¡]ar era de un metro. To<1alSeran de dos pisos, pero hahía alguna»
de tres; y como en carla piso había agujeros {¡ pr;](lp,\1te distancía
para (lar fuego, cada trinchera era un eastill<: inexpuguable,
En too
das ]ns calles al rededor del circuito encermdo, linbí.: vigas en el
suelo, puestas hori:r.ontalrnente, sobre las (m:!!ps R.pextendía un estenulo de alambre con vúas agudteímas, hier: f'f1e!:.t,'ado Y tirante; .Y
hacia el centro de las rnismas (Jalles, en vi¡;aR vr-rticales bien enterradas, hicieron un enrejado de ]'1 miama d::l'le (',~ .\lambre, tirante tamo
hién y asegurado con grapas.
Todas h:R jl¡;:,I •• ,,~ y ventanas
ext«riores de las casas del cireuito -sitiado, ('.Rtnbwll uundadaa con rielea,
durn.ientes ó ladríllos ; y á la altura de' l~:¡ 1:'otro sobra el cnlozntlo
llÍcieI'on agujeros en dichas paredes ext('T'i6r?s para hacer fuego;
de modo que para tomar una casa por la J'litr:1 de la calle, había
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Bucaramanga.
Honrado como fui por S. S~ con el nomhramiento de Jefe Civil
y Militar de esta Provincia, acepté el cargo con gusto porque se me
presentaba la oportunidad de contribuir con mi pequeño contingente al restablecimiento de la legalidad en este territorio, perdido para él Gobierno legítimo hacía cerca de diez meses; pero al mismo
tiempo sentía profuuda pena separarme del brillante Batallón G1Ímtsta; que táuto st:\ distiuguió en h. heroica y sangrienta campaña de
'''--Palonegro,'' porque quedaba imposibilitado para compartir con ese
grupo de valientes, la alta honra y digni¡¡imos laureles que habían
conquistado por s!ll audacia y su valor. Acepté el empleo sin prever
las grandes diflculüades con que iba á tropezar;
pero una vez posesionado, no vacilé e~l afrontar la responsaoilídad de tan extraordinaria situacióu y securrdar, en cuanto estuviera á mi alcance, los pianes del General en JM'e del Ejército expedicionario para la ocupación de la plaza de C~cllta, y los vuéstros, señor Gohernador, para
la organización civil d~ la Provincia.
El Ejército expedicionario al mando del renombrado General H.
González Valencia estabacompuesto
de tres de las Divisiones del
,
I
necesidad de salvar el enrejado de alambre, pasar sobre el esterarlo
y resistir el fuego nutriclís\mo de los agujeros de las caeas y de las
trincheras, pues como ya he dicho, éstas salían en forma do ángulo
hacia el centro de las bocaeallss,
El señor General Gonz~lez Valencia, antes de proceder á las
operaciones del sitio, intimo, rendición al Jefe de la plaza, quien creyéndose invencible por las fortalezas que lo defendían y la priaión de
las señoras, contestó nega\tivamente con insolencía ; coutestacíón
que el Jefe gobiernísta miró loon alto desprecio, pues sabía de lintemano el resultado ridículo de tanta jactancia.
En los días 15 al 17 de dicho mes fue rodeada la ciudad por
nuestros batallones, dejando sin cubrir una ó dos calles hacia el Occidcnte, con el fin de facilitarle salida al enemigo, pero últimamente
hubo necesidad de sitiarlo también por ese lado para impedirle la comunicación con el exterior y la provisión de víveres.
Bajo el nutrido fuego del enemigo, Que ya desde la alta torre de
la Iglesia en fábrica, corno de las trincheras, de las casas r de lOR
árboles, no cesaba un solo instante, nuestros soldados con la impavidez mas heroica y despreciando mil veces la vida, construyeron trineheras de ladrillos, frente á frente á las fortalezas contrarias, en mitad de la calle. Al mismo tiempo se tomaban las casas calle de por
medio eón las que el enemigo ocupaba, y los nuéstros se atrincheraban también" en las puertas y ventanas exteriores; y como asimismo
dábamos fuego desde los tejados, donde nos escndábamos
con sacos
de tierra, la situación de los sitiados se angustiaba día por día, pues
dominados por' nuestras trincheras, más altas algunas que las de ellos,
y por los fnegos de los tejados y los árboles, no podían transitar por
las calles del sitio sin caer bajo la certera bala de nuestros insignes
tiradores. Algunos oficiales y soldados del invicto Bomboná pudieron blindar una plataforma de las del F'errocarr'il, que ocuparon
en seguida; y empujada por sus mismos compañeros en la Iínca del
tranvía, llegó frente á la trinchera enemiga recibiendo fuego por todos lados, pero sosteniéndolo largo rato con noble bizarría. Relatar
aquí las acciones distinguidas de valor ejecutadaa por los nuéstros
durante el sitio sería tarea intermíuable.; sin embargo, como un acto
de justicia referiré oportunamente algunas de las más notables.
E: día 10 ele los corrientes llegó á la línea del sitio con el Batallón ArtilleríCl el General en Jefe del Ejército del .Narte, señor General Próspero Pinzón,
inmediatamente organizó una comisión de
caballeros honorables al Jefe de la plaza sitiada, para, que ordenara
la salida de las senoras y de los extranjeros. La comisión se trasladó al interior del círculo sitiado y principió la negociación; pero al
salir, de una de las trineheras hicieron fuego con felonía sin igual,
hiriendo de muerte al Corneta de órdenes de uno de los oficiales que
entraron. Traición tan manifiesta hizo comprender al General Pinzón que con aquella gente no se podía tratar de ningún modo, y dispuso el inmediato bombardeo de la ciudad. Los primeros tiros produjeron, como era natural, grandes estragos dentro de la población;
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pero temiendo el General en Jefe por Ir: suerte de nuestras familias
presas, resolvió suspenderlo j' se concretó al cañoneo de las trinchera". El General Pinzón dese' <111 llegada se hizo cargo de la dirección del sitio, con el acierto, vcror y sereniúatl que distinguen á tan
esclarecido Jefe.
Mientras táuto, las casas que ocupa bau nuestros Batallones, ca,
Ile de por medio con las de la línea de lOS sitiados, eran presa de las
llamas. No couviuiéndoles á éstos sentir tan cercanos nuestros fuegos, incendiaron los techos, puertas y ventanas de nuestra línea con
grandes bolas de trapo empaparlas de keroséu, cuyo fuego avivado
do por el fuerte viento (le esta época del año, consumó el incendio
en pocas horas. Los disparos de fusilería enemizos, uutridísimos en
esos puntos, impedían apagarlo. Lo único que se hacía era esperar
que cayer.a la casa y aprovechar la pH.r'~,~nue quedara en pie para
formar nueva trinchera en el acto. Entre los muchos edificios destruidos así, cito los de nuestros eopartídarios señores General José
Agustín Berti, Doctor Luis Cuervo Márquez y Corouel Tesalio Jácome.
La línea de operaciones úel sitie, hacia el Norte y Occidente de
la ciudad, estaba encomendada al ~e¡\')r General Berti, con los Batallenes Oúouta, Bomboná, Tiradores. Tener.fe, Cundinmnarca, Sanclemente-y Bolívar; y.el General Oonz.ile "':r1el1l~~aen persona dirigía la del Sur y Oriente, apoyarlo t:'i! :'lS :-!H~:gl1ones Ca8abianca,
Venceclor, Gramalote, 1? y 2'.' rJ: _:.ri:o!c:'(u: l:ld!m, Toledo, Páe.z y Patriota .. Parecía demasiada g'2ntf' ¡;a:,'i ¡Ii' :.itio de esta naturaleza;
pero no 10 era si se tienen en ene df~ l¿; ¡'.::b:'ag, verdaderas ó falsas,
pero en todo caso dignas do eré.lito ~:J~
fu.'e8tfi9 antecedentes,
de
una nueva y numerosa invasión vrueznlsua 1'11 apoyo de los anarquistas de aquí, de la cual se .iabh.b« ,sin r':'jtl'i"ü:ón alguna dentro
y fuera del sitio, en San Antonio ~/ "G¡('ua. El General en Jefe de
nuestro Ejército había dicta.Io sus órdenes (¡ fin de atender y rechazar á los invasores si se presentabau, ain quitarle al sitio un solo
soldado; tánto es así, que habiendo circulad» la noticia el día 8 de
Jos corrientes de una invasión por los lados del Srtlado óel Oerrito,
en una hora botó mil hombres sobre esos puutos dejando intacta la
línea de circunvalación.,
Dispuso el General Piuzóu el asalto á las tl'~ncheras del Sureste
(esquinas del Coronel J áeome de la plaza (Jalón) para el 14 de los
corrientes á las S P. M., ordenando al mismo tiempo amagar asalto
ti algunas de las del Norte ,y Occidente prra distraer la ateueión del
enemigo. Esta última orde», !:'JQ] recibirla j tal vez mal interpretada
por el Jefe de la loa Dívís.íón, . produjo un sacriflcío inútil, aunque
heroico en sumo grado. E:, -focto, una compañía del Tenerife, salvando con arrojo sin igual la cerca ~. e~ esterado de alambre, llegó
bajo horrible fuego enemigo, al pie de la trinchera del señor Julio'
Ramirez. El señor Geuer.il Luis :!\loral~':lBerti, t'Hgno Jefe del Oúcuta, en la violenta desesperación que 1.0 causo YO: la muerte segura
de aquellos héroes, mandó en su auxilio la 4" COMpañía al mando del
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-7capitán Vidal Echeverría, la que salvando también los terribles alambres, se juntó con la del Tenerife en las paredes de la casa de dicho
señor Ramírez. No llevaban barras, picos ú otros instrumentos para
perforar las paredes de la casa; y aunque los nuéstros les botaron
botellas de kerosén para incendiar el maderamen, no podían verificarlo por el fuego activísimo de las trincheras en ángulo de las esquinas inmediatas y por el que se les hacía desde el piso superior de
la que intentaban quemar. Así se sostuvieron los nuéatros dando fuego hacia adentro por los agujeros que tomaron; pero habiendo llegado á conocimiento del General Berti esta situación, voló del puesto
que ocupaba en otro lugar y ordenó la inmediata retirada. Tuvo lugar ésta con suma dificultad, dejando en el campo veintisiete entre
muertos y heridos. Son dignos de mención los oficiales del Tenerife
Luis E. Silvestre, David Orjuela y Avelino Rodríguez, que quedaron muertos al pie de la trinchera y en el esterado de alambre.
De cualquier modo que sea, la orden del General Pinzón se cumplió, y mientras tánto, las trincheras del Sureste eran tomadas con
audacia y valor extraordinarios.
Allí se vió al General GONzALEZ
VALENCIA, á quien nadie supera en valor y actividad, acercarse {t
las trincheras y ponerles fuego personalmente con teas de seca caña.
Allí se-vieron al bravo ULLOA, ler. Jefe del fiero Üasahianca; á su
segundo el insigne CUADROSy á su Ayudante General, el valerosísimo ENRIQUE JIi\1ÉNEZ, escalar la fortaleza y penetrar al recinto
fortificado, bajo el nutridtsimo fuego de las otras trincheras.
Allí al
brioso DAVID CONDE, héroe de" Buenos Aires," quien á la cabeza
de su brillante VPrlcedor despreció mil veces la vida por tomar el redueto enemigo. Allí al esforzado ANTONIO COTE, quien en la cúspide de la elevada trinchera sostuvo en alto su espada basta que pa·
sara el último de sus heroicos Grtunclotes. Allí se vieron, en fin, á
todos los oficiales y soldados de los mencionados batallones rlespreciar con intrepidez el mortífero plomo enemigo y avanzar resueltamente en pos de sus pundonorosos Jefes. Nuestros contrarios ¡pena
da decirlo! al ver tan cerca á los legitimistas, huyeron á los solares
vecinos á dar fuego por los agujeros de las paredes. _.. _El Jefe anarquista, que ni una sola vez durante el sitio salió á
visitar siquiera las triueheras, al ver tomadas por el Gobierno dos de
las que él creía inexpugnahles fortalezas, se llenó de pánico y resolvió
la huida sin dilación. La verificó al día siguiente, de las 9 P. ;\1. en
adelante, á favor de una noche oscurísima y por un sitio que los
nuestros no podían guardar debidamente. Este punto era la" Garita,"
·llacienda donde termina la población por el Noreste y cuyas cercas
en forma de suave semicírculo son de tapia pisada. Esas tapias las
había tomado la revolución desde el principio del siti'); y como los
nuéstros no pudieron fabricar trincheras al frente, por ser potreros
descubiertos y pantanosos, era fácil la salida, sobre todo si la fa vorecia la oscuridad de la noche. De todas esas circunstancias se aprovechó el Jefe contrario y verificó su cobarde fuga, no para pelear en
easo de ser descubierto, sino para ir á ampararse en territorio amigo,
-8á una legua de distancia. }<JI General Berti, al saber lo ocurrido dos
horas después, salió con el General Morales B. y una compañía del
Oúcuta, mientras llegaba más refuerzo, en persecución del enemigo
.Yatacó la retaguardia, que fué desbandada por completo. Según datos que tengo á la vista, la revolución tuvo dentro de las trincheras
hasta 1,300 hombres; pero en la madrugada del 16 de los corrientes
no llegaron al 'I'áchira sino 300, heridos unos, enfermos otros y todos
hambreados.
'
Desde las 3 de la madrugada del 16 se situó el General Pinzón
en la plaza de Santander, dictando órdenes severas para evitar robos y desórdenes, en lo cual fue secundado por la mayor parte de
los Jefes y oñclales de los cuerpos, especialmeute 'por el enérgico
General Parra. Empresa difícil hasta cierto punto por la anorrnalidad de la situación y aun por la oscuridad de la noche, pero que se
llevó á efecto en cuanto fue posible,
Al clarear la aurora del día mencionado j qué espectáculo tan horroroso se presentó á nuestra vista! Cúcuta no existía. Aquello no
era la bella ciudad del Norte, la perla de Santander,
sino un montón de ruinas, un hacinamiento de escom hros! Casas incendiadas,
techos hundidos, puertas y ventanas en mitad de las calles, pavimeutos deseulad rillados, el alambre con púas por todas partes, árboles
destrozados, familias llorando, enfermos, heridos; rostros demacrad08, suciedad, hambre, miseria, fetidez
la fetidez de trecientos
'cadáveres insepultos UIJOS, sepultados otros á flor de tierra por indolencia ó por falta de brazos ó escasez de tiempo!
._
Si el terremoto de 1875 causó estragos semejantes, nos conformábamos, por lo menos, con la voluntad de Dios; pero hoy no podemos conformarnos con la maldad de los hombres, porque se necesita
mucha y muy refinada para procurar, sin necesidad, la destrucción
de una ciudad como ésta. Y no es el Jefe anarquista
el principal
responsable; lo son en grado superior, dos de sus a láteres, muy
conocidos por sus bastardas pasiones, su cobardía {su ruin envidia.
Ellos y sus Jefes y los principales liberales de Cúcuta sabían perfectameute bien que la revolución había sido destrozada en "Palonegro,"
que Campo Elías y Chaparro eran un mito y que sus amigos del
'I'áchira les volverían la espalda en (manto los vieran perdidos. Porque debemos couveuir en que si los doce mil hombres que Uribe
presentó en " Palouezro " fueron armados, mantenidos y alentados
por el apoyo de Gobiernos extranjeros,. ese apoyo y esos auxilios se
le dieron á aquel Jefe creyéndolo competente para dirigir una er.'''·
pana; pero eu vista de las derrotas que ha sufrido, los amos se ::;
brán de cansary el mendrugo faltará. ~A qué, pues, esa resistenc'
inútil en Oúcuta, sabiendo que sería destruida ~ ~No es esto una re
finada maldad t
'
No terminaré esta parte de mi informe sin hacer mención de otros
de los principales Jefes que se distinguieron en los combates del sitio
ocupaeióu de la Plaza, como un tributo de reconocimiento á sus
importantes servicios. El Comandante General de la 7~ División se~T
-
9 _ ..
¡¡ur General Roberto Quijano, EU Jefe de Estado Mayor Hen.eral
Londoño y sus Ayudantes, presentes siempre en los momentos de
peligro y despreciando la gran epidemia de aquí: la fiebre amarilla,
que tantas víctimas ha hecho; el Jefe de Estado Mayor de la ~p
División, el valiente
Inoausable General Aurelío Parra, y sus Áj'U'
dautes el General Canal, Coronel Oamargo &a, siempre al lado de
su inmaculado Jefe.• oomnartiendo con él toda clase de sacrificios:
el General José Agustín Berti y sus Ayudantes Coronel Cárdenas,
Coronel Jácome y Agustín Castro exponiendo su vida á cada instante; los bravos Morales Berti, .Iefes del Cúcuta; General Jutio Albáu del Bomboná.; General Mendoza del Tiradores ; Coronel
Rubio del Tenerife ; el del Bolicar, Coronel Ampudia, el héroe de
Vetas, quien se distinguió por su valor y coballerosidad ; y los imponderables Jefes Pedro León Canal, hermanos Ortices, Sarmiento,
Pedro Pulido, lleriberto Alvarez, Belisario Calderón, Mogollón, Jordán, 001menares, Acebedo, Serrano, Hernáudez, 1\1orales &R, dis,-mestos siempre -3,afrontar el peligro con indomable energía.
Las bajas del enemigo entre muertos y heridos no fueron menos
ue cuatrocientos, pues también la viruela y la disenteria hicieron
estragos dentro del sirio ; y calculo en otros tantos los dispersos.
En la persecución que se les hizo la noche de la fuga, quedaron se»euta en 10R potreros del tránsito.
Las bajas de nuestro Ejército durante 10R treinta días del sitio, SOn
~¡LSsiguientes:
muertos por el enemigo, treinta y siete; por enfermedad, treinta; heridos, cuarenta y tres, y enfermos treinta y cinco.
Nosotros tenemos que lamentar la muerte <le dos Jefes uotables : la
del intrépido Gramas, y especialmente la del renombrado Cárdenas,
quien muy joven todavía se había hecho célebre por su audacia y su
valor. El enemigo cuenta entre sus muertos notables al General Manuel'Vaiero, miembro distinguido de una familia honorable; al Coronel Zamora, Coronel Ranjel y otros menos conocidos.
Tomada la plaza y derrotado el enemigo, mi primer cuidado fue
rnatalar la Prefectura para atender á los múltiples asuntos que se
presentaban;
así es que á las 8 a. m. de dicho día ya esta oficina
estaba funcionando .. El asunto más urgente á que tuve que eoncretarme, fue la provisión de víveres para el Ejército, el cual, con el
ingreso del "A.rtillería, 11 que trajo el General Pi uzón, exeedía de
3.000 hombres. Grandes inconvenientes encontré á este respecto
por el estado de ruina y miseria en que los anarquistas habían dejado esta Provincia en el corto tiempo de su dominación, Por otra
parte, las locomotoras y vehículos del Ferrocarril habían sido introcidos dentro del sitio "JT puestos de trincheras en algunas calles, con
los daños consiguieut.es ; y como en el 'I'áchira impusieron un derecho de 4-fuertes, OfO, por el tránsito de cada res para Colombia, y
establecieron retenes con pi fin de impedir el paso de víveres hacia'
este territorio, las dificultades se aumentaban y temí jg escasez en
el Ejército. Pero el decidido apoyo de los eopartídaríos, el hallazgo
de algunos ganados en las silban as, el denuncio de existencias de
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sal y harina en los almacenes y la infatigable actividad del General'
Berti, quien al día siguiente hizo salir las locomotoras por brechas:
que abrió en las trincheras, dando principio así al movimiento de víveres, obviaron los obstáculos y nuestros soldados tuvieron abundante subsistencia.
Acorralado como file en esta Provincia el :Ektércitoanarquista en
los meses de febrero, marzo y abril últimos, la devastación del territorio tomó caracteres alarmantes. Además del gasto que ocasionaba
el sostenimiento de la tropa, el (le la plétora de Generales que tenían y el de la abundancia de oficiales en los Estados Mayores y en.
los Depósitos, todos con buenos sueldos, el robo, ejercido en grande
escala, hizo que la miseria negara á los límites de 10 iueretble, N()
puedo dar aún á Usía datos precisos sobre este asunto, pues ahora
apenas me ocupo de.recogerlos y no quiero 'lanzar cargos infundados ;
pero sé positivamente que en el Táchira existen grandes depósitos
de bestias y ganados enviados allí por alguúos Jefes importantes de
la Revoluoióu. Ni se necesitan, según mi concepto, prolijas averiguaclones para poner en evidencia el inmenso latrocinio de que hablo.
Baste recordar que desaparecieron de la Provincia las reses de ceba
y de cría, las yeguadas y recuas de mulas y toda clase de semente. ras; que extrajeron más de dos mil cargas de café de las haciendas
de los conservadores, especialmente
de los señores Gral. Ramón.
González Valencia, doña Bamona C. -de Daza, doña Mariana G. nr&
Canal, don Oeterino Daza &~,&"; qne las haciendas de caña de azúear de otros conservadores corno las de los señores Tesalio Jáeome
y Virgilio Barco las tuvieron á su servicio basta agotar el fruto,)'
otras, como la del señor Parra, Picón, las pusieron en alquiler; que
el producto de los empréstitos al Comercio y á los particulares,
el
de la Empresa del Ferrocarril, del monopolio de ganarlos y el de la
sal, de la Aduana, las expropiaciones de mercancías, la contribución
directa en toda la Provincia ( que rué cobrada dos veces), lo mismo
que el degüello, los aguardientes, y otras muchas rentas, excedió de
UIl millón de pesos fuertes en plata, y que al soldado no se le pagaha sino una ración diaria de veinte centavos, con .baetante impuntualidad, Oonsidérese el valor de estas entradas, réstese el de las
armas y pertrechos que Foción Soto trajo de Maraeaibo y júzguese
del rumbo que tomaría el excedente.
Intencíonalmente
be dejado de incluir entre los robos de los
anarquistas, el del depósito de los elefaneíaeos, que la caridad cucuteña había acumulado por iniciativa del ilustre P. Babagliati.
Esos
fondos que alcanzaban ya á $ 50,000, existentes en poder de una
Junta, bastante honorable parte de ella, se consideraban como inviolables por el fíu humanitario, piadoso y caritativo á que estaban destinados. Pero ~qué se ba escapado á la voracidad radieal t ~En qué
se dístínguieron sino en la rapiña más desenfrenada?
¡Cuáles sen timientes exhibieron sino los de odio salvaje á los conservadores, en-o
vidia entre ellos mismos y ruindad por donde quiera? Meses antes
un personaje radical de aquí, había lanzado por la prensa la especie
'maligna <le que aquel eminente Sacerdote se había alzado
COI]
'ese sa-
grado depósito, j Quién dijera que lo que entonces fué una infame
-ealumuia para nosotros, se couvirtiera hoy para los radicales en trigo
te realidad'! Se repartieron tniserablemente el pan de los elefanciavos, se alimentaron con sus despojos, se vistieron con sus harapos ....
y luégo se llaman libe¡'ales, los protectores del derecho, los de Ia« práetioas puras!
.
La prisión de las señoras en el sitio de Oúeuta ;r el robo á los elefanciacos: hé aquí dos estigmas infamantes, además de los muchos
que sobre su frente lleva, del Partido Radical Colombiano. Y no lo
salva la conducta de UII Ignacio Vargas VHa, quien exponiéndose
mil veces tí la muerte en el furor del combate durante el sitio, se
consagró al servicio de las familias, protegiéndolas, eousolándolas ~'
auu alimentándolas;
;r con valor moral que lo ennoblece altamente,
protestó contra aquel proeediruieuto inicuo. Su voz es muy au tor-izada ; pero .... desgraciadamente
es la excepción!
. Tampoco debo pasar en silencio ciertos hechos, cuya relacíón
contribuye á caracterizar lo que por ironía se ha Hamado entre nosotros I'u9'tido Liberal, No quisiera referirme á la conducta observada
y "Terán,"
eutre los que
con nuestros prisioneros de "Peralonso1'
ngurabau, en grau mayoría, caballeros distiuguidos pOI.'su posición
social, riq ueza, ilustración, abolengo ;,' virtudes republicanas, Pri.
'rudos de la ración diaria con que cualquier Cuerpo Militar auxilia
~. los iufortuuados de esa clase; conducirlos con escolta á pedir li
mosua por las calles y plazas; .racionarlos dentro de un corral botándoles ta.jos de cana dulce como á los cerdos; castigarlos con pesadísimos grillos; sacarlos á trabajar diariameute tí todas las obras públicas cargados de prisiones; suprimirles, á veces, el alimento que
Ieseuviaban
las caritativas señoras conservadoras,
cuyos nombres
<callocon pena por no lastimar su modestia; registrarles
la comida
con manos asquerosas; encerrar desde temprano hasta sesenta en un
esteeeho calabozo. que era excusado á un mismo tiempo; asesinarDos,en Ja calle, por tentativa de fuga, y dentro de la cárcel, por
maltratos de hecho al carcelero; recibir la muerte á causa de maltratos á plan de machete, como sucedió con un anciano
indefenso Sacerdote; sufrir los vejamenes
insultos del populacho soez, del carcelero ;r aun de Jefes de alta graduación; estar sugeto á la vigilancia de un individuo infame, criminal empedernido, ebrio eonsuetudiuario ; ser conducidos tí pie por largos 'camiuos, bajo el sol abrazador de esta ¡región....
Hechos de esta naturaleza
deshonran el
buen nombre colombiano,;r pareeertau iuoreíbles si no pudiéramos
exhibirlos COIl pruebas evidentes.
Pero ha;r otro crimen, de consecuencias más trascendentales
sin
duda, que hiere el patriotismo, que mancilla el honor y la hidalguía
naeíouales y Que por haber sido cometido por altos personajes de la
Revolución merece la reprobación general y la protesta de los buenos ciudadanos, Quiero hablar del plagio ejecutado en la Frontera
en dos íudívídues de nacionalidad venezolana. Lanzados de su país
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-12por la ola revolueíonaria, penetraron gozosos; en el nuéstro, seguros
de encontrar la franca
hidalga hospitalidad, tradicional entre nosotros, con que siempre hemos brindado al extranjero perseguido por
la política i pero en vez de la acogida á que eran acreedores, se les
captura, se les encierra en prisión y se les remite á la Frontera, donde son entregados á las autoridades venezolanas. No habían cometido delito alguno comúu: su falta consistía en no ser partidarios
del régimen que impera en su país. Los que cometieron este delito
de lesa patria son indignos del nombre de f'.olombianos,han procedido como salvajes, han pisoteado la dignidad nacional. Por complacencia vil se han oonstituído en verdugos de la inocencia, en COIleulcadores del derecho ageno, en agentes serviles de pasiones extrafías. Boy los señores Coroueles Daniel Guerrero
Ismael Arellano,
encerrados en el Castillo de San Carlos, maldecirán la hora funesta
en que buscaron hospitalidad en Colombia, y en que, confiando en
su generosidad, no hallaron otra cosa sino la alevosía y la traición.
Otros hechos, que en cualquier parte se considerarían como deli-:
tos, no tíeueu signifloación ninguua al lado de los que he referido.
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Allanamientos, unas veces, en altas horas de la noche, de caeas res-
petables de familiaseouservadoras,
y explosión inesperada, otras, en
las ventanas' de diohas casas, de cohetes y recámaras, sin otro objeto
que el de intranquilizar y alarmar i prisiones repetidas de jóvenes
decentes i prisión de una sonora respetable (la protectora de los presos) y registro de sus ropas i maltratos frecuentes á plan de machete iviolencias, robos, delaciones . _. _
- - Estas faltas, y otras
que sería largo enumerar, podrían calificarse apenas como "retozos
democráticos."
He dictado los siguientes decretos, que en copia tengo el hono:.
de remitir á Usía:
Sobre nombramiento
de Jefes Civiles y Militares de los Muni•
•
mplOs,
/"
Sobre organización de la Aduana, interinamente.
Sobre instalaeióu de la Colecturía de Hacienda y nombramiento de Colector',
Por el cual se organizan las rentas de aguardiente
y degüello
por cuenta del Gobierno, .
.,*
Sobre circulacióu de moneda nacional,
Sobre nombramiento de una Junta calificadora de enemigos del
Gobierno,
.
.
Sobre Hospitales militares y nombramiento de una Junta de Sanidad,
.
Sobre organización de nn cuerpo ambulante de telegrafistas,
Sobre organización de otras rentas &a &a
-13Concluyo este largo y pesado informe, rogando á Usía se sirva
excusar mi lenguaje, severo á veces, siempre incorrecto. I.1apremura
del tiempo y mi falta de aptitudes, son causa de lo segundo; lÍ, lo
primero me obliga la suprema injusticia de esta guerra cruel y sangrienta en que estamos envueltos, hecha expresamente para medrar
y para saciar venganzas innobles y am bieiones infundadas.
Todo el t'artido Radical alzarlo eu armas en la vasta extensión
de la gepública; todos sus Jefes en acción y su valiente oficialidad
llenando los campamentos; cuatro naeiones vecinas apoyando y auxiliando la Revolución, directa ó indirectamente, pero siempre con eficacia; abundancia de dinero, de armas y pertrechos; y si todos estos elementos, y otros más, se han eonfabuludo para derribar un Gohierno presidido por un aucianode ochenta y seis años, y no han
podido hasta ahora ni siq uiera soñar con el triuufo,-es prueba evidente de que la Providencia nos proteje por la santidad de nuestra
causa, y de que muy pronto lucirá para Colombia el iris resplandeciente de la Paz.
Dios guarde á Usía.
.JORGE FERRERO.
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