Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2012;139(12):535–537 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial ? Es peligroso reducir excesivamente la presión arterial?: la curva J Is it dangerous to reduce excessively blood pressure? The J curve Nicolás Roberto Robles Cátedra de Riesgo Cardiovascular, Universidad de Salamanca, Salamanca, España Desde que se definiera por primera vez el riesgo que representa la PA elevada para la población general han pasado más de 100 años. La sociedad está concienciada, a veces en exceso, del problema que esto representa. Sin embargo, la posibilidad de daño ocasionado por un descenso demasiado intenso de la PA ha sido ignorado, cuando no silenciado. Es sabido que en la población anciana la PA baja es un predictor de mortalidad mayor que la hipertensión arterial1,2. Probablemente esto sea debido a la presencia de trastornos subyacentes, por ejemplo la insuficiencia cardiaca, que serı́an los causantes reales de la mayor mortalidad3. Sin embargo, el posible efecto nocivo de una reducción intensa de la PA puede verse en poblaciones más jóvenes. La primera descripción de este fenómeno fue realizada por Stewart en 1979, en pacientes tratados con antihipertensivos durante 6 años en los que se observaba una incidencia de infarto agudo de miocardio 5 veces superior cuando la PAD alcanzada era < 90 mmHg4. El nombre de curva J fue introducido por Cruickshank et al. en 19875. En un grupo de 902 pacientes de cardiopatı́a isquémica tratados con betabloqueantes durante 10 años estos investigadores observaron un aumento de la mortalidad cardiovascular cuando la PAD era menor de 85 mmHg. A este fenómeno lo denominaron curva J por el aspecto de esta en su plasmación gráfica. Aunque habı́a sido el primero en darle nombre, Cruickshank realizó una revisión del tema poco después6, y señaló que otros 5 estudios previamente publicados habı́an descrito una relación parecida entre morbimortalidad cardiovascular y la PA7–11, alguno tan conocido como el estudio HAPPHY7. Casi todos estaban realizados en hipertensos –no especı́ficamente enfermos de cardiopatı́a isquémica– y el tratamiento principal, al igual que en el estudio inicial de Cruickshank et al., habı́an sido los betabloqueantes, generalmente combinados con diuréticos. Un metaanálisis posterior de 48.000 pacientes tratados con antihipertensivos durante al menos un año volvió a mostrar una curva gráfica de la incidencia de episodios cardiovasculares de este tipo para aquellos que alcanzaban una PAD < 85 mmHg, aunque este efecto era detectable para la cardiopatı́a isquémica, pero no para la enfermedad cerebrovascular12. De nuevo en 1996 Merlo et al. encontraron que en pacientes ancianos la incidencia de episodios isquémicos cardiacos era mayor en aquellos tratados con fármacos antihipertensivos que en los que no recibı́an medicación. Aún más,los que alcanzaban una PAD < 90 mmHg tenı́an el doble de mortalidad que aquellos cuya PAD se mantenı́a por encima de estos niveles (4 veces más que aquellos que recibı́an medicación)13. El estudio HOT se diseñó para intentar demostrar la ausencia de esta curva J14. Para resolver este planteamiento se reclutaron más de 19.000 hipertensos esenciales, que fueron seguidos durante casi 4 años. Los pacientes fueron incluidos de forma aleatoria en 3 grupos cuyo objetivo era conseguir y mantener cifras de PAD con el tratamiento antihipertensivo cuyos valores fueran, respectivamente, < 90, < 85 y < 80 mmHg. Para conseguir el objetivo terapéutico se diseñó una estrategia de tratamiento escalonado abierto. Se iniciaba en monoterapia con felodipino en dosis única diaria y, eventualmente, se procedı́a a la posterior asociación de otros fármacos antihipertensivos, inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina, bloqueadores beta o diuréticos tiacı́dicos, hasta alcanzar y mantener la PAD prevista. El 91% de los pacientes del estudio HOT normalizaron su PAD y solamente se produjeron 8,3 muertes por cada 1.000 pacientes tratados por año, cuando la cifra prevista era de 12,3 según los estudios de intervención publicados con anterioridad, en los que el objetivo de control de la PAD era 95 mmHg15,16. Sin embargo, al final del seguimiento los 3 grupos presentaran valores promedio de PAD muy similares (85 mmHg en los pacientes cuyo objetivo era < 90 mmHg, 83 mmHg en los de objetivo < 85 mmHg, y 81 mmHg en los que debı́an conseguir < 80 mmHg). La consecuencia de este fenómeno fue la ausencia de diferencias significativas en la tasa de episodios cardiovasculares mayores entre los pacientes de los 3 grupos, que era el objetivo principal del estudio. Solo la incidencia de infarto agudo de miocardio fue significativamente menor en los pacientes aleatorizados a PAD < 80 mmHg comparada con la de los hipertensos aleatorizados a PAD < 90 mmHg. No obstante, no habı́a diferencia con el grupo con objetivo < 85 mmHg. En el subgrupo de hipertensos diabéticos (n = 1.501) también se comprobó que los pacientes aleatorizados a PAD <80 mmHg presentaban una reducción del 51% en el RR de episodios mayores cardiovasculares y una reducción muy significativa, del 66%, de la mortalidad de causa cardiovascular respecto a los diabéticos aleatorizados a PAD < 90 mmHg (de nuevo no habı́a diferencias con el grupo aleatorizado a una PAD objetivo < 85 mmHg). Correo electrónico: [email protected] 0025-7753/$ – see front matter ß 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2012.05.031 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 536 N.R. Robles / Med Clin (Barc). 2012;139(12):535–537 Posteriormente se realizó un análisis del riesgo en función de la PAD final conseguida por el tratamiento, con independencia del objetivo de PAD al que habı́an sido aleatorizados. La menor incidencia de episodios cardiovasculares se observó en los pacientes que alcanzaron valores promedio de PAS/PAD de 138,5/82,6 mmHg, es decir, esta era el nadir de la curva a partir del cual aumentaban los episodios cardiovasculares. Por otra parte, hay que señalar que, a diferencia del estudio de Cruickshank et al. donde todos los pacientes tenı́an una PAD < 80 mmHg, en el grupo estudiado en el ensayo HOT solamente una parte de ellos alcanzaron este objetivo, es decir, estaban en la zona de riesgo, como demuestra que la PAD media final fuera de 81 mmHg. Con un cierto optimismo se propuso que los resultados del estudio HOT demostraban definitivamente que no existı́a mayor morbimortalidad cardiovascular en los pacientes tratados cuya PAD alcanza cifras de 80 mmHg, incluso en los hipertensos con cardiopatı́a isquémica17,18. Aunque no se habı́a demostrado que un objetivo de PAD < 80 mmHg redujera la morbimortalidad cardiovascular más que una diana de PAD < 85 mmHg las Guı́as Europeas de Hipertensión Arterial de 200319, ası́ como el VII Informe del National Joint Committee20 recomendaron un objetivo de PA < 130/ 80 mmHg en pacientes diabéticos o con enfermedad cardiovascular de cualquier tipo (cardiaca, cerebral o renal). Posteriormente se conocieron los resultados del estudio INVEST (cuyas siglas provienen de INternational VErapamil-SR/Trandolapril STudy). INVEST incluyó más de 22.000 pacientes de 15 paı́ses, habiendo reclutado a personas con edades de más de 50 años que padecen hipertensión y enfermedad arterial coronaria. La media de edad de los pacientes fue de 66 años. El seguimiento medio de los participantes fue de 2,7 años. El estudio era una comparación de los 2 regı́menes de tratamiento disponibles para su utilización clı́nica: verapamilo comparado con atenolol. El estudio tenı́a como finalidad evaluar si ambas estrategias de tratamiento eran equivalentes para la prevención de episodios cardiovasculares con un objetivo de PA < 140/90 mmHg, y no se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos salvo en la incidencia de diabetes mellitus. En un estudio post-hoc se comprobó que en la PAS no habı́a una relación lineal entre el descenso de la PA y la reducción de la morbimortalidad, sino que esta se aplanaba por debajo de 119,2 mmHg. Más importante aún, habı́a una clara curva J cuando la PAD se reducı́a por debajo de 84,1 mmHg (el número de episodios se cuadruplicaba con PAD < 65 mmHg)21. A pesar de ello, las Guı́as Europeas de 2007 volvieron a insistir en reducir la PA por debajo de 130/80 mmHg en enfermos diabéticos o con enfermedad cardiovascular, es decir, en pacientes con cardiopatı́a isquémica22. El estudio ONTARGET es el mayor de los ensayos de tratamiento para la reducción de la morbimortalidad cardiovascular en pacientes con alto riesgo de este tipo de episodios. El diseño fue aleatorizado y a doble ciego, con 3 brazos paralelos. Tras un tratamiento inicial (2,5 mg de ramipril durante 3 dı́as, seguido de 40 mg de telmisartán y 2,5 mg de ramipril durante 7 dı́as, y después 5 mg de ramipril más 40 mg de telmisartán durante 11-18 dı́as), se aleatorizó a los pacientes a recibir ramipril 10 mg/dı́a, telmisartán 80 mg/dı́a y la combinación de ambos hasta las dosis máximas de cada uno, ramipril hasta 10 mg/dı́a y telmisartán hasta 80 mg/dı́a. Finalmente se incluyeron 25.620 pacientes, el 75% con antecedentes de cardiopatı́a isquémica, y un tercio, diabéticos. El resultado final del estudio fue que no habı́a ventaja terapéutica para ninguna de las 3 ramas de tratamiento. La reducción de los valores de PA obtenidos en cada una de las ramas del estudio fue muy similar en cada una de ellas: ramipril -6/-4,6 mmHg, y telmisartán -6,9/-5,2 mmHg, para PAS y PAD, respectivamente. La rama de tratamiento combinado alcanzó una reducción media de -8,4/-6 mmHg. Estos pacientes, al inicio del tratamiento partı́an de valores de PA relativamente bajos (aproximadamente 142/82 mmHg en el momento de ser aleatorizados). En consecuencia, la PA media en el grupo de tratamiento en combinación era 133/76 mmHg. El bloqueo dual produjo una mayor tasa de hipotensiones, sı́ncopes, diarrea y deterioro de la función renal. En general, el riesgo de abandono por cualquier efecto secundario fue un 20% mayor en la rama combinada que en la monoterapia. Lo más importante, cuando se analizaron los resultados según la PA alcanzada, fue que la gráfica volvı́a a dibujar una curva en J para la morbimortalidad por cardiopatı́a isquémica, aunque no para el ictus23. La consecuencia final fue una revisión precipitada, pero sensata, de las Guı́as de 2007 por parte de la Sociedad Europea de Hipertensión, recomendando como objetivo de PA una reducción por debajo de 140/90 mmHg. En los pacientes diabéticos y con enfermedad cardiovascular asociada se aconsejaba acercarse a los 130/80 mmHg como objetivo final, sin sobrepasarlos24. Messerli y Panjrath25 hicieron una excelente revisión de las evidencias en torno a la curva J en 2009, inmediatamente después de la publicación de los resultados del ONTARGET. En ella se recogen 22 estudios en los que se habı́a encontrado una relación de curva en J entre la morbilidad y/o la mortalidad cardiovascular y la PA (4 de ellos incluidos en la revisión de Cruickshank; el artı́culo original de este autor no se recoge). En 21 ensayos se confirmaba este tipo de relación matemática para la cardiopatı́a isquémica, en 11 para el ictus y en 8 para la mortalidad no cardiovascular. Además, comentaban otros 4 estudios donde los autores habı́an negado la curva J pero esta se habı́a comprobado en análisis posthoc; entre ellos, se encontraba el estudio HOT. Recientemente se han publicado los resultados del estudio Secondary Manifestations of Arterial Disease, donde se siguieron 5.788 pacientes con manifestaciones de enfermedad vascular; se encontró que la morbimortalidad cardiovascular aumentaba a partir de un punto nadir igual a 143/82 mmHg26. Si bien las evidencias a favor de la existencia de la curva J son numerosas, parece que los argumentos en su contra son escasos. Invalidado el estudio HOT, apenas queda el estudio CAMELOT (Comparison of Amlodipine vs Enalapril to Limit Ocurrences of Thrombosis) como respuesta. Se asignó al azar a 1.991 pacientes normotensos con enfermedad coronaria a tratamiento con amlodipino o con enalapril. El objetivo primario fue la tasa de episodios cardiovasculares (muerte cardiovascular, infarto no fatal, revascularización coronaria, hospitalización por angina, hospitalización por insuficiencia cardiaca congestiva, ictus fatal o no fatal, o enfermedad vascular). El amlodipino redujo la PA en 5/3 mmHg y un 31% (reducción absoluta 6,5%) los episodios cardiovasculares frente a placebo. El enalapril redujo la PA en 5/2 mmHg y disminuyó no significativamente un 15,3% (reducción absoluta 2,9%) los episodios cardiovasculares frente a placebo. Tomados en conjunto los pacientes que recibieron intervención (amlodipino o enalapril), no hubo diferencias en el objetivo primario frente a placebo, aunque se alcanzó una PA media en torno a 125/75 mmHg27. Se ha sugerido que el estudio FEVER (Felodipine Event Reduction) también estarı́a en contra de la curva J. Este fue un estudio doble ciego, aleatorizado en 9.711 pacientes hipertensos chinos, en los cuales se demostró una reducción significativa en los episodios cardiovasculares con un tratamiento antihipertensivo más intenso (dosis baja de hidroclorotiazida y felodipino), que alcanzó una PAS media de 138 mmHg, en comparación con otro menos intenso (dosis baja de hidroclorotiazida y placebo), que alcanzó una media de 142 mmHg. El tratamiento intensivo consiguió una reducción significativa de los accidentes cerebrovasculares y también de todos los episodios cardiovasculares (entre el 25 y 35%) y muertes por esta misma causa28. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la PAD alcanzada fue de 82,5 mmHg en el grupo de intervención y de 84,5 mmHg en el grupo placebo, es decir, por encima de donde se ha señalado el punto de inflexión de la curva J en otros estudios y sin diferencias entre los grupos. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. N.R. Robles / Med Clin (Barc). 2012;139(12):535–537 En general, como se ha visto en los estudios referidos previamente, la aparición del fenómeno de curva en J ha sido más fácil de identificar cuando se ha considerado como objetivo primario la morbimortalidad cardiovascular, y cuando se toman como muestra pacientes que padecen de cardiopatı́a isquémica. En su revisión de 1988 Cruishank ya sugirió un problema de perfusión del miocardio como causa de la curva J, pero él mismo reconocı́a la ausencia de argumentos cientı́ficos que apoyaran esta suposición4. A este respecto, Hasebe et al. demostraron que en pacientes hipertensos con angina de pecho, si se examinaba la relación directa entre episodios cardiovasculares y PAD, parecı́a existir una relación lineal progresiva, pero si se tomaba como variable la gravedad de las lesiones coronarias, esta relación tomaba forma de curva en J29. Recientemente, en el estudio CREDO-Kyoto, realizado en pacientes en los que se habı́a realizado revascularización coronaria, se vuelve a demostrar que en aquellos con PAD < 70 mmHg la mortalidad cardiovascular es mayor que enlos pacientes con PAD > 70 mmHg. Sin embargo, cuando se ajustaban los resultados para los factores de riesgo y los antecedentes de enfermedad cardiovascular de los enfermos incluidos, la diferencia dejaba de existir. La interpretación es que la hipotensión es una condición necesaria, pero no suficiente, para que aumente la morbimortalidad cardiovascular30. Como colofón cabe señalar que parece demostrado que existe un aumento de morbimortalidad cardiovascular cuando se producen reducciones excesivas de la PA con el tratamiento antihipertensivo. Este fenómeno puede estar relacionado con la presencia de lesiones arterioscleróticas coronarias y, de hecho, parece afectar especialmente a la morbimortalidad por cardiopatı́a isquémica. El nadir de la curva parece estar por encima de los 80 mmHg de PAD, por tanto no es conveniente realizar reducciones de la PA más allá de esta cifra, particularmente en pacientes con alto riesgo cardiovascular. Aunque es posible que este fenómeno no afecte a la enfermedad cerebrovascular, la recomendación deberı́a entenderse como igual para todos los pacientes cardiovasculares, puesto que no es posible descartar en estos enfermos una lesión cardiaca silente. Bibliografı́a 1. Badia Farré T, Formiga Perez F, Almeda Ortega J, Ferrer Feliu A, Rojas-Farreras S, Grupo Octabaix. Relación entre presión arterial y mortalidad a los 4 años de seguimiento en una cohorte de individuos mayores de 80 años. Med Clin (Barc). 2011;137:97–103. 2. Gorostidi M, de la Sierra A. Tratamiento de la hipertensión arterial en el paciente muy anciano. Med Clin (Barc). 2011;137:111–2. 3. Vatten LJ, Holmen J, Krüger O, Forsen L, Tverdal A. 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