EL DON DE LA PROFECIA Y EL MINISTERIO DEL PROFETA

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EL DON DE LA PROFECIA Y EL MINISTERIO DEL PROFETA
Viviendo dignos de la vocación con que fuimos llamados…
Por Profeta Cliff Bell © 2012
Doy gracias a Dios por todos los profetas que Dios está levantando en estos días. Me alegro
que los ministerios del profeta y del apóstol han llegado a ser aceptados al grado que estamos
viendo hoy en el Cuerpo de Cristo. Esto fue algo que profetizó el Dr. Bill Hamon hace 30 años
cuando pocos profetas ni apóstoles fueron reconocidos- más ahora se está cumpliendo.
Al mismo tiempo, todavía hay muchos conceptos erróneos acerca de estos ministerios por
falta de conocimiento bíblico. Los conceptos erróneos resultan en abusos y problemas dentro del
Cuerpo de Cristo. En esta serie de enseñanzas quiero hablar acerca de la diferencia entre el don
de la profecía y el ministerio del profeta, y el propósito de Dios para ambos. En el proceso haré
mención de todos los cinco ministerios y también el llamado que tiene cada miembro del Cuerpo de
Cristo. Así que habrá also para todos en esta serie.
Para comenzar necesito echar un fundamento. Para lograr eso voy a iniciar en Efesios Capítulo 4,
en los primeros versículos...
Efesios 4:1-2 ~ «1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación
con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los
unos a los otros en amor, »
Antes que Pablo nos escribe acerca de los 5 ministerios, bajo inspiración del Espíritu Santo
él nos habla del carácter. Esto es sumamente importante, porque Jesús nos dijo que
conoceríamos a los profetas «por sus frutos» – no por sus profecías, milagros, talentos,
habilidades, personalidad, página de internet ni mercadotecnia. Hay una gran diferencia entre
aquellos que gritan e intimidan a la gente con su personalidad fuerte y los que hablan con
autoridad y denuedo dados por el Espíritu Santo. Tristemente, muchos no disciernen la diferencia.
El que tiene la unción del Espíritu Santo no dependerá de una banda de música que pueda
provocar una reacción emocional. El ministro que tiene una unción verdadera comprende que el
poder convincente del Espíritu Santo causa que las palabras lleguen al corazón del oyente. No
estoy en contra de los ministros que levanten sus voces. Tampoco estoy en contra de los que
tengan una banda musical que los acompañe (al contrario estoy a favor de), pero el que es
verdaderamente ungido por Dios no depende de esas cosas externas. Necesitamos más que
provocar una reacción emocional. El mensaje de verdad tiene que llegar al corazón – algo que
solamente el Espíritu Santo puede hacer. Jesucristo no tenía ni necesitaba un sistema de sonido
ni de la ayuda de un artista cantante para lograr la voluntad de Dios o hacer un impacto en los
quienes Le oyeron.
Somos exhortados a vivir dignos del llamado. Todos somos llamados a ser hijos de Dios y ser
hechos conformes a la imagen de Cristo (Juan 1:12; Romanos 8:29). El llamado a funcionar como
uno de los cinco ministerios viene de Cristo según Su elección, no la nuestra. Ser profeta, apóstol,
pastor, evangelista, maestro, o simplemente un creyente que ha desarrollado sus dones
espirituales es un honorque nos es dado por la gracia de Dios y no por nosotros
mismos. Nunca debamos permitir que el orgullo entre a nuestro corazón o que nuestra cabeza se
infle porque Dios nos usa para manifestar Su poder, hablar Su Palabra o ejercer autoridad
espiritual.
1
La verdad es que Dios quiere usar a todos Sus hijos para demostrar Su Reino y manifestar
lo sobrenatural (Juan 14:12; Marcos 16:17). El Espíritu Santo mora en el corazón de cada
creyente (1ª Corintios 3:16). Todos, cada hijo de Dios, hemos recibido de los dones del Espíritu (1ª
Corintios 12:7). El hecho que alguien está usando sus dones no le hace más especial que otro que
no los usa – simplemente significa que ha aprendido a usar sus dones por medio de la fe
(Romanos 12:6).
Si es que todos vamos a usar nuestros dones y ser efectivos en el Reino de Dios, tenemos
que despojarnos del concepto errado de la separación entre el clero y el laico. Por años la
iglesia tradicional ha promovido la idea que solo los sacerdotes y «el clero» eran los cristianos
verdaderos con acceso especial a Dios mientras que los demás eran solamente «los
fieles». Permíteme asegurarle que no existe tal separación en la Biblia ni en el Reino de
Dios. Cada creyente tiene acceso al Trono de Dios y podemos acercarle confiadamente aun
cuando estamos hallados en una falla (Hebreos 4:16). Existen solamente los impíos y los justos
(Proverbios 3:33; Mateo 13:49). Si usted ha confiado en la muerte y resurrección de Jesús como el
pago de sus pecados y si Le haya confesado y hecho el Señor y Rey de su vida, entonces usted es
un hijo de Dios, justificado para con Dios, lavado por la sangre de Cristo y santificado por Su
Espíritu (Romanos 10:9-10, Efesios 2:8-9. 1ª Corintios 6:9-11; 2ª Corintios 5:21; Efesios 2:19).
Por otro lado, hay algunos quienes se llenan de orgullo cuando se dan cuenta que Dios les
puede usar para hacer algo sobrenatural. Éstos comienzan a creer las palabras de adulación
que otros les dan y se permiten ser exaltados en vez de dar siempre la gloria a Dios. Tal vez
siendo influenciados por el mismo concepto errado ahora piensan que son mejores y más
favorecidos que los demás. Cristo nos dijo en Lucas 10:20, «Pero no os regocijéis de que los
espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los
cielos.»
Tenemos que recordar a Dios pertenece todo el poder, toda la honra y la gloria (1ª Timoteo 1:17;
Apocalipsis 5:12). ¡Ay de aquellos que permiten que los hombres les pongan sobre un
pedestal! Es demasiado fácil caerse de los pedestales. Dios no comparta Su gloria con nadie.
Las cualidades que Dios busca en nosotros están en versículo dos: «toda humildad,
mansedumbre (la fuerza bajo control), paciencia y amor.» Los dones espirituales abundan,
pero entre los muchos que se dicen apóstoles y profetas he observado pocos que exhiben la
humildad y la mansedumbre. En parte, esto es porque los dones son dados, mas el fruto, la
madurez, el carácter de Cristo, se tiene que cultivar. Si es que prediquemos la Palabra de Dios,
entonces Dios en Su bondad confirma Su Palabra – no a nosotros (Marcos 16:20).
Todos pueden profetizar (1ª Corintios 14:31) pero no todos son profetas. De igual manera,
todos que creen pueden sanar enfermos y hacer las obras de Cristo aunque no todos son
apóstoles (Santiago 5:14-15; Marcos 11:24; Mateo 10:8). Dios usará «el que creyere» (Juan
14:12). La diferencia principal es que los quienes han sido llamados y comisionados por Dios a
uno de los cinco ministerios es el nivel de autoridad y de responsabilidad que Dios los da dentro
del Cuerpo de Cristo. Hablaremos más de esto en las siguientes partes de esta serie.
Siguiendo en Efesios 4, versículos 3 al 6 nos exhortan a mantener unidad y paz en el Cuerpo
de Cristo...
«3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu,
como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe,
un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.»
2
Lo que nos une es que tenemos el mismo Padre Dios. Yo creo en la paternidad espiritual. Yo
mismo tengo un padre espiritual aquí en la tierra, el Dr. Bill Hamon. Sin embargo, debamos
recordar que el único Padre Verdadero en el Cuerpo de Cristo es nuestro Padre
Celestial. Debamos estar ocupados en edificar al Reino de Dios y no nuestros propios castillos o
ministerios particulares (Mateo 6:33).
No debamos estar en competencia el uno contra el otro (Lucas 9:49-50). Somos un Cuerpo
de Cristo. En el cuerpo hay muchos miembros y hay diversidad. Esto es por diseño divino. No
todos harán todo igual a nosotros; no todos tendrán el mismo enfoque. El chiste es que todos
tienen que estar conectados a la Cabeza que es Cristo, escuchar Sus directrices y obedecer. Él
nos une. Efesios 4:13 habla de la “unidad de la fe” no de la conformidad de apariencias o
acciones.
No debamos tener más alto concepto de nosotros mismos que el que debamos tener; debamos
pensar de nosotros mismos con cordura (Romanos 12:3). La humildad es esencial en la vida de
todo siervo de Dios que quiere tener un ministerio duradero. Dios resiste al soberbio mas da
gracia al humilde (Santiago 4:6).
Algunos ministros abusan de su autoridad espiritual y de la ignorancia de la gente para
exigir de ellos una obediencia completa. No permiten una opinión diferente, y no permiten
que alguien les haga una pregunta sincera. Eso es una de las cualidades principales del
espíritu de Jezabel. Esa es una cualidad que es común en las sectas, pero no debe de ser así en
el Cuerpo de Cristo. El siervo verdadero invita las preguntas porque quiere enseñar a otros – le
interesa el aprendizaje y el bienestar de aquellos que le escuchen; quiere que crezcan y que
alcancen su potencial.
El Apóstol Pablo recibió más revelación que cualquier otro ser humano, no obstante no exigió
obediencia ciega de sus hijos espirituales. Pablo dijo, «Sed imitadores de mí,” pero lo siguió
con las palabras, “así como yo de Cristo» (1ª Corintios 11:1).
Cualquier padre espiritual legítimo aquí en la tierra no exigirá más que Pablo porque sabe que la
meta de Dios es que seamos hechos conforme a la imagen de Cristo (no la de nosotros). También
entenderá que es un vaso humano, hecho de barro, falible y en necesidad de gracia como todos
los demás.
Es mi oración que todos se den cuenta del llamado que tienen, y que vivan dignos de ese
llamado. Algunos tienen llamado a uno de los cinco ministerios. Todos son llamados a ser sal y
luz en este mundo, perfeccionados para la obra del ministerio, creyentes que hacen las obras de
Cristo. Todos somos llamados a ser como Cristo y de ser fructíferos por Dios, viviendo en victoria
sobre todo pecado y maldad. Que el Espíritu Santo le ayude, amado lector, a responder
positivamente a los procesos de Dios en su vida para que llegue a ser un instrumento para honra,
santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra (2ª Timoteo 2:21).
No todos somos llamados a un oficio del ministerio quíntuple, pero todos han recibido una
medida del don de Cristo. ¿Qué significa esto?
Como esta es la segunda parte de una serie, recomiendo al lector que inicie con la primera
parte para aprovechar del fundamento que fue establecido antes de leer esta parte de la
enseñanza.
3
Estamos estudiando Efesios Capítulo 4. Primero somos exhortados a vivir digno del llamado
que Dios nos haya dado, y nos describe las cualidades que Dios busca de un ministro. Si todavía
no lo haya leído abra su Biblia y lea versículos uno a seis.
El versículo 7 nos dice algo poderoso para cada creyente:
«7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8 Por
lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.»
Todos nosotros, cada creyente, ha sido dada por gracia «una medida» del «don de
Cristo». El don de Cristo es su ministerio quíntuple. Cristo ejemplificó todos los Cinco
Ministerios en Uno. El Espíritu de Cristo mora en el corazón de cada creyente (Romanos 8:9; 1ª
Corintios 3:16). Por eso, cada creyente posee una medida del don de
Cristo, una medida (una cantidad, un grado, una porción limitada) de la unción apostólica,
profética, evangelística, pastoral y docente.
No todos tienen un llamado al oficio del apóstol, pero todos tienen el Espíritu de Cristo y una
medida del don de Cristo que incluye la cualidad apostólica. «Apóstol» literalmente
significa«enviado y delegado». Todos hemos sido enviados por medio de la Gran
Comisión para anunciar el Evangelio con milagros, señales y prodigios (Marcos 16:17-18; Juan
14:12).
No todos tienen un llamado ministerial como profeta, pero todos tienen el Espíritu de Cristo,
y una medida del don de Cristo que incluye la unción profética. Todos los hijos de Dios
pueden oír Su voz y ser guiado por el Espíritu Santo (Juan 10:27; Romanos 8:14). Todos podemos
profetizar (1ª Corintios 14:31). Una diferencia es que los que Dios escoge y llama a ser profetas
serán probados, preparados y comisionados a representar esa parte del don de Cristo con una
responsabilidad mayor y una autoridad para lidiar con asuntos de mayor peso.
No todos serán llamados como evangelistas como Luis Palau. Pero todo cristiano ha sido
otorgado una medida de la unción evangelística y puede ganar almas. El ganar almas es
parte de la naturaleza de Cristo, así que todo aquel que es verdaderamente nacido de nuevo y que
ha recibido una nueva naturaleza será motivado a ganar almas aunque tenga un llamado
primordial que es diferente. Si somos ovejas de Cristo vamos a ganar almas, porque ovejas
engendran a ovejas. Los que no lo hacen son estériles espiritualmente hablando, faltan visión, se
han permitido ser apagados por la religiosidad o el temor, y en algunos casos faltan un encuentro
verdadero con Dios.
No todos son llamados al oficio de pastor. No todos pueden ser el pastor titular de una
congregación. Pero todos pueden ayudar a pastorear y cuidar a otro del rebaño. Aunque no
todos serán llamados como maestros, todos pueden enseñar a otros de lo que haya aprendido de
la Palabra de Dios por lo menos con sus propios hijos y familia como lo que hicieron Lois y Eunice
con Timoteo (2ª Timoteo 1:5). Otros puedan operar en un nivel mayor como Priscila y Aquila que
enseñaron doctrina más completa a Apolos (Hechos 18:26). Es lo mismo con lo profético,
evangelístico, pastoral, y maestral.
No todos tienen un llamado a desarrollarse como maestro bíblico o a escribir manuales y dirigir
seminarios o enseñar en escuelas bíblicas. Sin embargo, cada cristiano puede enseñar (o si usted
no se siente cómodo con la palabra «enseñar» podemos usar la palabra «compartir») de lo que
haya aprendido. Cada cristiano debe de poder conseguir una Biblia y aprender lo suficiente
para explicar el camino de la salvación y de los rudimentos de la Palabra de Dios.
4
Al principio tal vez solo pueda uno compartir como la mujer samaritana en Juan 4:29, «Venid, ved a
un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?» O tal vez como el
hombre a quien Cristo le abrió sus ojos,«una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora
veo»(Juan 9:25). Hebreos 5:12 expresa la voluntad de Dios que, en tiempo, todos llegasen a
ser maestros en alguna capacidad: «Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las
palabras de Dios.» Debamos todos siempre seguir aprendiendo más para que seamos aun más
útiles en el Reino de Dios. En estos días con la abundancia de Biblia y recursos de estudio bíblico
no hay escusas de quedarnos en la ignorancia.
Cada cristiano debe poder orar por los enfermos y ministrar lo sobrenatural. Juan 14:12
dice: «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre.» Estas palabras de Jesucristo Mismo inician con «de
cierto, de cierto os digo» indicando que esta es una Verdad importante y poderosa por
nosotros. Entonces nos declara que una de las cualidades de un creyente – que haremos las
mismas obras que Él Mismo hacía. ¡El movernos en lo sobrenatural es una parte de nuestra nueva
naturaleza en Cristo!
Nuevamente, en Marcos 16:17 Cristo nos dice: «y estas señales seguirán a los que creen…».
La única cualidad es ser un creyente. Las señales que alistó incluyen el ministerio de liberación
de opresión demoníaca, el hablar en otras lenguas, el ministerio de sanidad. También nos indica
que si estamos involucrados en esta clase de actividad que Dios nos protegerá de peligros
naturales tanto como ataques directos de otros.
Hechos 10:38 declara: «cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de
Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.» En la misma manera, ahora nos toca a nosotros hacer las
mismas obras que hizo Jesús, y con la misma unción del Espíritu Santo.
Muchos cristianos erran pensando que tienen que entrar al ministerio a «tiempo
completo» dejando sus empleos seculares para tener significancia o valor - pero Dios no
tiene hijos de segunda clase. No todos tenemos la misma función ni visibilidad, pero todos
formamos parte del Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:27). Cada miembro del Cuerpo de Cristo es
importante. Históricamente, solo como 2% de los hijos de Dios viven solo del ministerio. Estos 2%
tienen el cargo de equipar a los demás con relación a las verdades del Reino de Dios. Efesios
4:12 lo dice de esta manera, «a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.» O
sea, para que el resto del Cuerpo de Cristo (el 98%) pueda seguir trabajando reconociendo
que sus empleos son dados por Dios como vehículos por medio de los cuales puedan ser
sal y luz en este mundo.
Dios no quiere que todos vuelvan ministros detrás un púlpito. Dios desea que Sus hijos
tengan una presencia poderosa en todo aspecto de la cultura, (algunos usan el término «los siete
montes») para ser agentes de reforma y de transformación.
Si Dios le ha colocado a usted en una posición secular, en el gobierno, las escuelas, los
negocios, etc., ¡no busque salir de ahí! Busque ser una agente de transformación en donde
sea que Dios le ha puesto. Puede ser que la corrupción y las prácticas no bíblicas que le rodean le
entristecen a su espíritu. Es mi esperanza y oración que así sea, y que usted se levante con una
pasión por Dios al tal grado que usted comenzará a hacer algo para cambiar la condición de su
mundo. La unción del Espíritu Santo y la medida del «don de Cristo» que usted necesita
está disponible para que tenga éxito.
5
Zacarías 4:6 nos revela cómo será: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos.» La misma unción del Espíritu Santo que me de la gracia a profetizar, le
dará la gracia de manifestar el carácter y el poder de Dios en ese ambiente. La palabra profética y
la demostración del poder de Dios pueden llamar la atención de otros; pero es el carácter de
Cristo, Su amor en nosotros que les convencerá.
Si usted está salvo, entonces usted tiene el mismo don de la vida eterna que tiene cada pastor o
evangelista. Si usted está lleno del Espíritu Santo, la misma unción que está disponible a
cada apóstol, en cada profeta, en cada ministro que está detrás un púlpito también está
dispuesta para su vida para representar el Reino de Dios en esa parte de la cultura. Si usted
es oveja de Cristo, Cristo dijo que usted puede oír Su voz (Juan 10:27). Eso significa que usted
puede ser guiado por el Espíritu Santo en su diario vivir (Romanos 8:14) y entregar mensajes
departe de Dios por medio de la misma unción profética (1ª Corintios 14:31), y que la«medida» del
don de Cristo el Profeta que usted necesita para representarle bien ya está en usted.
¿No es esto algo poderoso?
Ahora, esta unción y la medida del don de Cristo que está en usted no se manifestarán
simplemente porque Dios se lo dio. Cada uno de nosotros tenemos que «avivar el fuego del don
de Dios» que nos fue dada como Pablo le exhortó a Timoteo (1ª Timoteo 4:14; 2ª Timoteo 1:6). En
otra nota quiero explicar más acerca de lo que distingue uno que tiene un llamado a ser un
profeta. Pero también quiero compartir más acerca de los principios bíblicos que tenemos todos
que poner en práctica para activar los dones espirituales a los cuales todos tenemos acceso.
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