OPCIÓN A CHUSA.- ¿Se puede pasar? ¿Estás visible?

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EXTREMADURA / JUNIO 03. LOGSE / LENGUA / OPCIÓN B / EXAMEN
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OPCIÓN A
CHUSA.- ¿Se puede pasar? ¿Estás visible? Que mira, esta es Elena, una amiga muy
maja. Pasa, pasa, Elena. (Entra, y detrás ELENA con una bolsa en la mano, guapa, de
unos veintiún años, la cabeza a pájaros y buena ropa). Este es Jaimito, mi primo. Tiene un
ojo de cristal y hace sandalias.
ELENA.- (Tímidamente). ¿Qué tal?
JAIMITO.- ¿Quieres darle también mi número de carnet de identidad? ¡No te digo! ¿Se
puede saber dónde has estado? No viene en toda la noche y ahora tan pirada como
siempre.
CHUSA.- He estado en casa de esta. ¿A que sí, tú? No se atrevía a ir sola a por sus cosas
por si estaba su madre, y ya nos quedamos allí a dormir. (Saca cosas de comer de los
bolsillos). ¿Quieres un bocata?
JAIMITO.- (Levantándose del asiento muy enfadado, con la sandalia en la mano). Ni
bocata ni leches. Te llevas las pelas, y la llave, y me dejas aquí colgao sin un duro... ¿No
dijiste que ibas a por papelillo?
CHUSA.- Iba por papelillo, pero me encontré con esta, ya te lo he dicho. Y como estaba
sola... (...). (A ELENA) Pon tus cosas ahí. Mira, ese es el baño, ahí está el colchón.
Tenemos “maría” plantada en este tiesto, pero casi no crece, hay poca luz. (Al ver la cara
que está poniendo JAIMITO). Se va a quedar a vivir aquí.
JAIMITO.- Sí, encima de mí. Si no cabemos, tía, no cabemos. A todo el que encuentra lo
mete aquí. El otro día al mudo, hoy a esta. ¿Tú te has creído que esto es el refugio El
Buen Pastor, o qué?
CHUSA.- No seas borde.
ELENA.- No quiero molestar. Si no queréis, no me quedo, y me voy.
JAIMITO.- Eso es, no queremos.
CHUSA.- (Enfrentándose con él). No tiene casa. ¿Entiendes? Se ha escapado. Si la cogen
por ahí tirada... No seas facha. ¿Dónde va a ir? No ves que no sabe, además.
José Luis Alonso de Santos, Bajarse al moro.
CUESTIONES
1. Resuma el texto (1 punto).
2. En el texto se refleja un ambiente marginal, ¿le parece real el retrato que de él hace
el autor? Razone su respuesta (1,5 puntos).
3. Analice sintácticamente: No se atrevía a ir sola a por sus cosas por si estaba su madre,
y ya nos quedamos allí a dormir (2,5 puntos).
4. Responda a las dos cuestiones que se le plantean:
a) Explique qué significan las palabras siguientes: sandalias, pirada y refugio.
Escriba una frase con cada una de ellas (1,5 puntos).
b) Características del lenguaje vulgar, marginal y coloquial (1 punto).
5. El teatro de posguerra (2,5 puntos).
OPCIÓN B
Cuando sobrevino la catástrofe, maduramos deprisa. Los mayores bajaron la
guardia. Acobardados o luchadores, se vieron obligados a hacer frente a momentos
angustiosos. Nuestros padres olvidaron las normas, nos dejaron vivir. Se podía salir de
casa sin grandes dificultades. Se podían escuchar las conversaciones sin que nadie se
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fijase en nuestra presencia. Se podía ir sucio. Los estudios pasaron a un lugar perdido y
lejano. Se iba y se venía sin orden ni concierto, llevado por los acontecimientos. Se
aprendía que la guerra, nuestra guerra, era una guerra de buenos y malos, como se
pretende que sean todas las guerras, y nos aferrábamos fuertemente a los buenos que
nuestros padres patrocinaban. Se podía llorar de miedo y reír de miedo. Se olvidaba la
hora de levantarse. Se comía lo que aparecía sobre la mesa, a cualquier hora. Se habían
roto las rutinas internas de la vida familiar, Se habían abierto las puertas de la calle,
anárquica y variopinta. La gente huía, moría, amaba, odiaba, sufría, luchaba por
sobrevivir. Porque nosotros éramos la retaguardia. La vida familiar desvió su atención
del orden doméstico para fijarla en lo que sucedía en la calle. Y los niños salieron de sus
protegidos rincones y se sintieron libres e independientes entre los miedos y las ruinas.
Pero la guerra era también temer por los mayores. Saber que un amigo ha
perdido a su padre. La guerra es, a veces, perder al propio padre. La guerra es: “Corre,
baja, no llore s, las ventanas, cerrad las ventanas, Dios mío, no nos vencerán,
venceremos, no hay pan, no llores, no hables, los aviones, ¿dónde te has metido?, ¿dónde
os habéis metido?, ¿dónde están los niños?”.
Los niños siempre estábamos en otra parte, los niños vagábamos por las calles.
Recogíamos cascos de balas, atesorábamos trozos de metralla, explorábamos ruinas
humeantes. ¿Dónde están los niños? Los niños merodeaban por los cuarteles, pedían
chuscos a los soldados, hacían largas colas para conseguir patatas.
Josefina Aldecoa, Los niños de la guerra.
CUESTIONES
1. Resuma el texto (1 punto).
2. El texto muestra en primera persona el dramatismo de la guerra civil española, ¿le
parece válido su testimonio ante las guerras del siglo XXI? Razone su respuesta (1,5
puntos).
3. Analice sintácticamente: Los niños merodeaban por los cuarteles, pedían chuscos a los
soldados, hacían largas colas para conseguir patatas (2,5 puntos).
4. Responda a las dos cuestiones que se le plantan:
a) Explique qué significan las palabras siguientes: catástrofe, patrocinaban y
retaguardia. Escriba una frase con cada una de ellas (1,5 puntos).
b) Explique qué son homonimia, polisemia, sinonimia y antonimia (1 punto).
5. La novela de posguerra (2,5 puntos).
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RESPUESTAS
OPCIÓN B
1. Resuma el texto (1 punto).
Josefina Aldecoa narra la forma de vida en la retaguardia durante la guerra civil. Aunque
menciona los cambios experimentados en la vida de los adultos, se centra sobre todo en la de
los niños. Los padres se encontraban tan absortos por los graves acontecimientos que las
costumbres cotidianas se vieron alteradas; así los niños gozaron de una gran libertad para salir
a la calle, para jugar, para no estudiar... Pero aprendieron el miedo a la muerte de los seres
cercanos. Todo ello les hizo madurar más deprisa.
2. El texto muestra en primera persona el dramatismo de la guerra civil española, ¿le
parece válido su testimonio ante las guerras del siglo XXI? Razone su respuesta (1,5
puntos).
Respuesta libre.
3. Analice sintácticamente: Los niños merodeaban por los cuarteles, pedían chuscos a los
soldados, hacían largas colas para conseguir patatas (2,5 puntos).
El fragmento consta de cuatro proposiciones; tres de ellas, relacionadas por yuxtaposición
y coordinación; las dos últimas, por subordinación.
-
Proposición 1, yuxtapuesta coordinada copulativa con 2 y 3: Los niños merodeaban
por los cuarteles.
- SN Sujeto: los niños
- SV Predicado verbal: merodeaban por los cuarteles
- N del SV Pred.: merodeaban
- CCL: por los cuarteles
-
Proposición 2, yuxtapuesta coordinada copulativa con 1 y 3: pedían chuscos a los
soldados
- SN Sujeto (omitido): los niños
- SV Predicado verbal: pedían chuscos a los soldados
- N del SV Pred.: pedían
- CD: chuscos
- CI: a los soldados
-
Proposición 3, yuxtapuesta coordinada copulativa con 1 y 2 y principal de la siguiente:
hacían largas colas
- SN Sujeto (omitido): los niños
- SV Predicado Verbal: hacían largas colas
- N del SV Pred.: hacían
- CD: largas colas
-
Proposición 4. Esta proposición admite dos posibles análisis. Como subordinada
sustantiva complemento del nombre de la anterior, dependería del sustantivo colas.
Como subordinada adverbial final, del núcleo del predicado, hacían. Para conseguir
patatas
- SN Sujeto (omitido): los niños
- SV Predicado verbal: para conseguir patatas
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-
N del SV Pred.: conseguir
CD: patatas
Nexo subordinante: para
4. Responda a las dos cuestiones que se le plantean:
a) Explique qué significan las palabras siguientes: catástrofe, patrocinaban y
retaguardia. Escriba una frase con cada una de ellas.
b) Explique qué son homonimia, polisemia, sinonimia y antonimia.
a) - Catástrofe: suceso desgraciado que produce grave trastorno.
- Patrocinaban: defendían, favorecían; en este caso concreto, significa seguir una
determinada corriente ideológica.
- Retaguardia: en tiempo de guerra, indica la zona no ocupada por los ejércitos.
Las frases propuestas son:
Las víctimas todavía no se han recuperado de la catástrofe.
Este partido político patrocinó el cambio de la Ley del Jurado.
Todos los conflictos bélicos repercuten negativamente en las ciudades de la retaguardia.
b) Estos cuatro términos designan fenómenos semánticos que comparten una base común,
el que a un significante le corresponda un único significado, y viceversa, es totalmente
excepcional; lo más frecuente es que se produzcan estos fenómenos.
- Sinonimia: Se define como la relación existente entre términos con distinto significante
que poseen el mismo significado. Por ejemplo, contento, feliz, dichoso. No existe la
sinonimia perfecta sino que se pueden distinguir clases de sinonimia:
Sinonimia conceptual: los términos remiten al mismo concepto: gordo, grueso.
Sinonimia referencial: los términos remiten al mismo referente, pero no significan lo
mismo: el sol y el astro rey.
Sinonimia contextual: los términos pueden conmutarse en un contexto dado sin alterar el
significado de la secuencia: el libro me resultó pesado/aburrido.
- Polisemia: Es la relación semántica en la que a un mismo significante corresponden
distintos significados: banco: a) asiento para varias personas, b) institución financiera.
- Homonimia: En este caso, la identidad de significantes de un signo lingüístico es un
fenómeno casual. No existe relación alguna entre los términos que, con frecuencia,
pertenecen a categorías gramaticales distintas: haz (conjunto de ramas cortadas)/haz
(imperativo del verbo hacer).
- Antonimia: Fenómeno semántico que consiste en la oposición de significados. Esta
oposición puede ser de diversos tipos:
Antónimos en sentido estricto: son los términos opuestos que admiten gradación:
grande/pequeño.
Complementarios: todo elemento que no pertenece a uno, pertenece necesariamente al
otro: varón/hembra.
Recíprocos: se implican mutuamente: comprar/vender.
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5. La novela de posguerra (2,5 puntos).
El ambiente de desorientación cultural de la posguerra española es muy acusado en el
género narrativo. La década de los 40 es una época de ensayo para buscar fórmulas narrativas
que permitan reanudar el desarrollo de este género. Son importantes dos obras: La familia de
Pascual Duarte (1942) de Cela y Nada (1944) de Carmen Laforet. En la primera el autor toma
de la picaresca española el recurso de que la obra se presente como si hubiera sido escrita en
primera persona por el propio protagonista, un humilde campesino. El ambiente sórdido y
asfixiante en el que está situada la segunda la relaciona con el existencialismo europeo.
En la década de los 50, que supone el auge del realismo social en la novela, volvemos a
encontrarnos con Cela, La colmena (1951) y Delibes, El Camino (1950). Sin embargo, entre
1954 y 1962 publican sus obras los representantes más destacados de la novela social, Goytisolo,
Aldecoa, Sánchez Ferlosio, El Jarama (1956). Según estos autores, el novelista debe denunciar
las miserias e injusticias sociales. Los temas tratados son: la dura vida en el campo, el mundo del
trabajo, la burguesía insolidaria, la evocación de la guerra...; temas siempre expuestos con
técnicas narrativas y lenguaje sencillo y directo. Este adopta el estilo de una crónica, desnudo de
virtuosismos formales.
A comienzos de la década de los 60 se ma nifiesta el cansancio del realismo. En 1962
Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos abre un nuevo camino. En esta obra la denuncia social
se realiza a través de una profunda renovación de las técnicas narrativas y de estilo. Los
novelistas experimentan una influencia de los grandes innovadores europeos (Joyce, Kafka) y de
los autores del "boom" de la narrativa hispanoamericana.
La novela adquiere complejidad en el tratamiento de los temas, en la estructura, en las
formas de narración. A los autores ya mencionados se añaden escritores jóvenes como Juan
Marsé, Ultimas tardes con Teresa y Juan Benet, Volverás a Región.
Las inquietudes experimentales crecen al entrar en la década de los 70. La novela
experimenta cambios profundos; pero a partir de 1975 se aprecia una moderación de los
experimentos. Incluso algunos novelistas más jóvenes se interesan declaradamente por formas
tradicionales de narración, por el placer de contar historia. En esta línea habría que mencionar
autores como Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta, o más recientemente Antonio
Muñoz Molina.
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