Normas morales

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La moral es un conjunto de normas o reglas de acción y de valores (como "bueno", "justo", "honrado"...), ya
que las normas indican que algo se debe hacer porque se considera como "bueno"... Toda la sociedad actúa de
este modo, se rige según el código, y el individuo debe aceptarlo si quiere que todo le vaya bien.
La sociedad en la que vivimos posee normas de conducta, y desde muy pequeños, aprendemos qué "debemos
hacer" y qué es "bueno". No es concebible una sociedad sin tal código de normas. Por eso, el ser humano es
un animal "social" y necesariamente "moral".
• Cuando un niño nace, no esta del todo hecho. Tiene que ir haciéndose a sí mismo, y ésa es su
responsabilidad moral principal. Pero, la base biológica, la socialización, los aprendizajes de su
cultura... tienen gran influencia. Somos el resultado de nuestra libertad aunque existan condicionantes.
• Tanto la moral colectiva o social como la personal requieren una justificación racional. Sino, las
normas se cumplirían simplemente por ser las normas y no podrían ser criticadas ni habían razones
para poder cambiarlas. Por ejemplo, si en una sociedad se practica la tortura, nada se podría decir en
contra, ya que sólo tenemos como respuesta: Es la norma. En el momento de justificar la moral
interviene la ética.
• Todo ser humano debe tener la capacidad de reflexionar éticamente. Si en una sociedad existe la pena
de muerte, esta práctica puede estar justificada como defensa de los ciudadanos. Pero en algún
momento, los mismos ciudadanos podrían comenzar a dudar de este hecho porque se preguntarían si
es una norma racional.
• La ética se limita a proponer principios que sirvan de "fundamentación" de las normas morales, la
metaética a determinar que una argumentación moral sea correcta. Por tanto, es responsabilidad de
cada individuo qué principios morales elige, qué normas de conducta saca de ellos y qué aplicaciones
hace de los mismos.
• Desde un punto de vista sociológico, el hecho de que las creencias y prácticas sociales nos lleguen del
exterior no significa que luego nosotros no las modifiquemos según nuestros criterios.
El que la moral sea un hecho social plantea serios problemas a la ética como el relativismo moral.
El relativismo cultural sostiene que todas las culturas son iguales, que valen lo mismo.
Cada sociedad, cada cultura es absoluta y no se puede comparar con ninguna otra, porque cada una de ellas
tiene sus valores propios.
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Según lo que entendamos por relativismo moral, podemos destacar los siguientes puntos:
• Si por relativismo moral entendemos que las normas morales varían de una sociedad a otra o con el tiempo,
todo el mundo está de acuerdo en ello .
• Las variaciones no solo afectan a las normas, sino también a los modelos ideales morales, es decir, a los
valores.
• Si por relativismo moral entendemos que las normas morales han de ser siempre normas para el ser
humano, este relativismo es aceptado por todos los autores. Ya Aristóteles decía que la moral es siempre
una moral para el ser humano, no para dioses ni para animales, y el termino medio en que consiste toda
virtud es el termino medio humano.
• Pero si lo que se entiende por relativismo moral es que no es posible que existan principios éticos
universales, entonces el relativismo moral parece inaceptable. La razón humana posee una exigencia de
universalidad que alcanza también al mundo de la ética.
Lo que parece variar de unas culturas a otras es la aplicación de los principios, que no necesariamente
son los mismos. Por ejemplo, en algunos pueblos se provocaba la muerte de los ancianos y en nuestra
cultura se hace todo los posible por prolongar su vida. Pero, seguramente en los dos casos se hace con
los mismos principios que es el amor y el respeto a los ancianos y a la vida en general.
Por otro lado, si no se puede llegar a principios morales universales, ¿en virtud de que se puede
condenar los genocidios y la tortura?, es decir, ¿ que fundamento tendríamos para proclamar una
Declaración Universal de los derechos del ser humano?
El pluralismo lo que defiende es que hay una pluralidad de culturas pero que unas son mejores que otras y que
dentro de cada cultura puede haber diferencias internas.
Según esta teoría:
La defensa indiscriminada de la diversidad cultural es presentada a menudo como una forma de combatir el
imperialismo, promover la tolerancia y el igualitarismo entre las culturas.
Pero el culto a la diferencia es conservador y fomenta la discordia entre los pueblos. Porque aunque
aparentemente coloca a todas las culturas en el mismo plano, los valores de cada cultura terminan siendo
absolutos y sin posibilidad de ser discutidos desde la racionalidad. Están fuera de toda critica.
Por tanto, aunque el relativismo cultural sea una manera aceptable de referirse a las diferencias culturales, no
constituye la única actitud admisible.
El relativismo pone en cuestión los derechos del hombre y eso nos llevaría a pensar que tradiciones como la
ablación del clítoris, el canibalismo, la lapidación o la pobreza son rasgos culturales dignos de ser conservados
como logros valiosos.
Los nativos de estas culturas pueden considerar que estas practicas son una parte irrenunciable de su identidad
cultural y los intentos de combatir estas tradiciones, son actos destinados a destruir su identidad.
Estas practicas y muchas otras atentan contra los derechos más elementales de las personas.
Existen unos derechos éticos universales por encima de las construcciones culturales. Por tanto, todas las
culturas que mantienen estas prácticas no son dignas porque no contienen valores defendibles. El respeto por
la integridad humana impide respetar cualquier pauta intercultural.
Es verdad que estos principios chocan con normas morales presentes en muchas culturas, incluidas la nuestra,
pero podríamos considerar que mientras las normas éticas afectan a todas las personas, las normas morales
son sólo inherentes a cada cultura.
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El problema se planteó por primera vez en el s. V a.C., esta época es conocida como la llustración Griega .
Los sofistas( que habían comprobado las diferentes prácticas morales en las regiones de Grecia) defendieron
que no era posible hablar de una moral universal: las normas y principios morales solo tienen valor relativo, y
cada pueblo, incluso cada individuo considera como bueno lo que le parece.
El tema volvió a plantearse en el s. XVIII, nueva época de llustración. Tuvo lugar una doble revolución: la de
dependencia social de los principios y reglas morales y la de la reorientación kantiana de la ética. Como
consecuencia apareció una interpretación estrictamente racionalista de la moralidad y una teoría sociológica
del mismo aspecto.
El problema, sin embargo, queda permanentemente planteado y aumenta en nuestra época, como
consecuencia del relativismo cultural, defendido por la mayoría de los antropólogos actuales: ni existen
prácticas culturales universales, ni se pueden considerar que unas sean superiores a otras. Desde el principio
ya existían teóricos que pensaban de ese modo.
Protágoras, sofista griego del siglo V a.C., es uno de los primeros defensores del relativismo. Su teoría
rechaza la existencia de un conjunto de valores universales y que estos valores morales son la creación
independiente de cada sociedad. Por esta razón, es moralmente imposible juzgar a una persona por sus
acciones fuera de su cultura. Esta también es la conclusión a la que llega el antropólogo William Sumner
quien esta a favor del relativismo en el sentido de que la moralidad está firmemente basada en las tradiciones
y folklore de una cultura. Por lo tanto, los valores morales tienen que ser relativos ya que las tradiciones
cambian de cultura a cultura.
Estas prácticas morales pueden diferir excesivamente. Por ejemplo, para algunas personas el hecho de causar
una muerte accidental puede causar grave sufrimiento, mientras que a otras no les parezca de importancia. El
suicidio puede ser considerado como un acto de gran honor y valentía mientras que para otros sea imposible
de concebir. Se puede distinguir que en general, el valor de la vida, los valores, creencias, costumbres, etc., se
van invirtiendo y alternando en una escala de prioridades concreta para cada grupo social.
Filósofos como Platón, Aristóteles y Kant creen firmemente que existen verdades morales universales que
surgen de la naturaleza humana y son independientes de sus convenciones sociales particulares. Estos
reconocen el pluralismo cultural en un sentido positivo pero lo rechazan en uno normativo. Aceptan la
realidad de la diversidad de culturas y sus respectivas creencias morales, pero niegan que las creencias y
prácticas varían entre culturas.
El autor James Rachels, propone una serie de críticas contra el relativismo que permiten mostrar las
inconsistencias de este sistema ético (o más bien antitético). Rachels reconoce tres aspectos necesarios para la
simple supervivencia de cualquier sociedad: cuidar a los niños, decir la verdad y no matar. Fallar en
cualquiera de estos aspectos podría eventualmente acabar con la sociedad, pues, como animales sociales,
nuestra conservación depende del trabajo en grupo y las relaciones interpersonales. Esto, por otro lado, sólo se
podría decidir si una acción es buena o mala solamente considerando los principios de la misma sociedad, lo
que lleva a un grave problema, la reforma o el progreso moral serían inaceptables.
Rachels propone, además, que aceptar el relativismo como el sistema ético implicaría la imposibilidad de
criticar o condenar a cualquier otra sociedad. Este es uno de los principales problemas con el relativismo ya
que la moralidad o inmoralidad está determinada por el estándar de la sociedad particular. Esto no permite
resolver conflictos. Por otra parte, también crea el sentido de conformidad social que no permite la reforma
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moral o el mejoramiento de la sociedad. Esto, a su vez, lleva a que la faltante de una moral dominante cree
imprecisión, especialmente en sociedades policulturales o aún entre miembros de una misma sociedad. Pero,
aunque el relativismo falle en temas morales, admite la importancia de mantener un juicio amplio ante las
circunstancias particulares.
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