novela española de posguerra 40 y 50.2bach

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LA NOVELA ESPAÑOLA DE POSGUERRA (AÑOS 40 Y 50)
(Introducción) (Es necesario, como siempre, antes de iniciar el tema, hacer una
breve mención de la situación del género en los años inmediatamente
anteriores. En este caso, se deben resumir los aspectos más significativos de la
novela anterior a la GCE)
La GCE supuso una profunda ruptura en el desarrollo del género de la
novela, tal como lo habían planteado los autores de la Generación del 98 y los
del Novecentismo. Muchos de estos autores y la siguiente generación se
enfrentó, después de la guerra, al exilio y la censura, que juzgaba las obras más
en su contenido ideológico que en sus valores literarios. A pesar de todas las
dificultades, en la posguerra, la novela tuvo un profundo desarrollo. Era un
género literario apropiado para expresar el pesimismo existencial (novela
existencial de los años 40) y del afán de denuncia y crítica (novela social de los
años 50).
Algunos autores españoles, desde el exilio, siguieron su obra, sin la
mordaza de la prohibición , pero estaban condenados a que su principal
destinatario, los propios españoles, no llegaran a leer sus obras hasta mucho
más tarde, cuando la situación política se haría menos represora. Algunos de
estos autores del exilio fueron: Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala,
Rosa Chacel, etc.
Años 40:
Esta década, en lo que se refiere al género de la novela es una etapa de
desorientación, donde conviven varias tendencias y también se inicia la
búsqueda de nuevos caminos. Mencionaremos, a continuación, las tendencias
más representativas:
a) Novela “ideológica” o de los “vencedores” de la GCE. Autores.
Agustín de Foxá y Rafael García Serrano.
b) Continuadores del “costumbrismo”. Sus novelas describen los
ambientes de la burguesía desde técnicas y temas realistas; se trata de
un “realismo tradicional”, inspirado en Galdós o en Baroja y que nada
tiene que ver con el realismo de la novela social posterior, de los años
50. Autores: J. A. de Zunzunegui, Ignacio Agustí, José Mª Gironella.
c) Novela humorística. Autores: Wenceslao Fernández Flórez, Álvaro
Cunqueiro.
d) Novela existencial. Es la corriente más innovadora. Posee un tono
sombrío y pesimista; su técnica es realista y aborda el tema de la
posguerra y sus consecuencias. Sus personajes son seres
desorientados existencialmente, tristes y frustrados.
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, 1942, fue la
obra esencial de esta corriente. Se le puso el nombre a su
planteamiento de “tremendismo”. Se destacaba con este término su
argumento truculento, las escenas de violencia, la lengua que imitaba
el habla rural. A través de su protagonista, que narraba su vida, una
serie de peripecias ligadas a crímenes, se ofrecía una imagen de la
España “negra”, un individuo sometido a sus instintos, que marcaban
con determinismo absoluto su conducta. Se veía con un profundo
pesimismo existencial la España de la posguerra. A pesar de la
crudeza de esta novela, logró burlar la censura, quizás por la
vinculación al franquismo de Cela, que bajo la dictadura desempeñó
el cargo de censor, y porque la acción, sutilmente, en vez de situarse
en el presente, se situaba antes de la guerra. La novela tremendista de
Cela y sus continuadores tiene su equivalente en poesía a la corriente
que se llama “desarraigada” y que está representada por Dámaso
Alonso, con su obra Hijos de la ira, 1944.
La corriente existencial en la literatura española recibía dos
influencias: la del existencialismo francés y autores como Albert
Camus, El extranjero, 1942, una obra de marcado pesimismo,
desgarrado y desolador, y la influencia del neorrealismo italiano.
Además asimiló la tradición realista española, en sus diversas
manifestaciones: la novela picaresca, del Naturalismo, Baroja, y la
novela social de los años 30.
Otros autores significativos de la novela existencial son
:Carmen Laforet, Nada, 1945 y Miguel Delibes, Cinco horas con
Mario, 1966.
Años 50: (realismo social)
Otra obra de Cela iba a ser la esencial de esta nueva corriente que
marcará la década de los 50. Se trata de La colmena, publicada pro
primera vez en 1951 en Buenos Aires. En este caso la censura
prohibió la obra, no por su contenido político o social, que era
evidente, sino por sus referencias eróticas, por su “inmoralidad”.
Esta novela representa un modelo de la novela “objetiva”. Tiene
un personaje colectivo, formado por diversos personajes que
representa el Madrid de la posguerra. En vez de capítulos, está
formada por secuencias, que dan originalidad a su estructura y
una visión fragmentaria del tiempo y el argumento. Cada
secuencia se centra en un personaje de esa inmensa “colmena” que
es la España, la sociedad del fin de la GCE. Su contenido “social”
deriva de su intención crítica, de denuncia, unida a su pesimismo
existencial, a la incertidumbre que manifiesta en relación con el
destino humano. El autor, aunque “realista” no es neutral, no
renuncia a la valoración, a la ironía, al juicio, desde su posición de
autor omnisciente, de los personajes y su conducta. Es la España
de posguerra, la España del hambre, del frío y del miedo. Su
realismo se denomina “Realismo crítico”.
Otros autores del “realismo crítico” son Juan Goytisolo,
Alfonso Grosso, José M. Caballero Bonald, etc.
El realismo social, además del “realismo crítico” que
acabamos de explicar, se manifiesta en otra tendencia que recibe el
nombre de “realismo objetivista”, en el que el autor se limita a ser
espectador de la realidad que plasma en sus novelas. Renuncia a
criticar, juzgar, denunciar, valorar y se limita a exponer, plantear,
reflejar.
Su novela se propone como “testimonio” y el
comportamiento de los personajes se somete a una serie de
estímulos externos que permiten explicar la conducta. Se valora en
la caracterización del individuo, lo observable, lo externo, las
acciones y las palabras. Se desprecia el estudio psicológico de los
personajes. La presencia del narrador, que pretende, como se ha
dicho, la máxima objetividad, se reduce al mínimo, no valora ni
critica
la materia narrada; es un “realismo de cámara y
magnetofón”. El protagonismo de los personajes está muy
limitado, el interés del relato se centra en la situación y el contexto.
Por eso muchas de estas novelas tienen un personaje colectivo y
no individual.
(Conclusión)
La novela social tiene el interés de ser la expresión de una visión
de la literatura, la que considera que la obra literaria debe ligarse a una
determinada circunstancia histórica, ser su reflejo, su testimonio y estar
comprometida con ella..
El peligro del “realismo social” consistió en valorar excesivamente el
contenido político de las obras y dejar al margen otros aspectos, como los
esencialmente literarios y formales.
El “realismo social” fue superado por una nueva novela, que desconfía
del poder del realismo como técnica literaria eficaz para transformar al sociedad
a través de sus mensajes políticos y comprometidos. La técnica del realismo está
agotada y hay que buscar nuevos caminos, que se fundamentan en la
“experimentación”. La obra más representativa de esta nueva actitud en el
género es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, 1962.
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