Octubre 1995 - Fundación San Valero

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EL MES DE LA ILUSIÓN.
Los despertadores han vuelto a sonar para nuestros alumnos y también para nosotros.
Septiembre atrae hacia las puertas del colegio a chicos y chicas cargados de nuevas
ilusiones y esperanzas. “Este año no será como el pasado, desde el principio intentaré
que todo funcione, ojalá consiga esto y aquello...” La mochila con libros recién
estrenados y la sonrisa dispuesta para acoger a nuevos y veteranos compañeros o
compañeras del centro.
A los profes también nos sucede algo parecido. “Esta carpeta para las nuevas
programaciones, este curso terminaré tal proyecto, ojalá podamos tal o cual cosa...” Y
no hay nada mejor que estar ilusionado de verdad. La ilusión es la antesala de la
esperanza y ésta el motor de toda actividad humana.
El derrotista jamás trabaja en otra cosa que no sea su propia desilusión. Allá donde se
encuentre la mala cara la justifica diciendo que hay que ser realistas y la falta de ideas
con descalificaciones.
La persona ilusionada siempre trabaja creyendo de antemano que será posible hacer
realidad su deseo. Allá por donde pasa genera confianza, no pide explicaciones
innecesarias y proclama sus proyectos para contrastarlos y mejorarlos con ayuda de
los demás.
Septiembre es mes de ilusión. Sus días deberían alargarse hasta finalizado el curso.
Los despertadores sustituirlos por las ganas de comenzar cada día nuestras tareas.
Meter en las mochilas lo nuevo y vivo, que suele pesar poquito, y vaciarla de todo lo
obsoleto y necrófilo.
Porque más vale ilusión por conseguir que el quejido de un “total para qué”. Anima ver
que en la Fundación San Valero estamos muchos pero todavía podemos ser y hacer
más. Seguro.
Rafa Roldán
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