EL REVERSO DEL TAPIZ

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EL REVERSO DEL TAPIZ
Un poeta, el escritor Féliz Vargas, es el protagonista de este cuento y lo es también de algunos otros
includos en la colección Blanco en azul. También este personaje dio nombre a una de las novelas de Azorín,
Félix Vargas, publicada en 1928.
La trama del cuento es bastante compleja y es el mismo narrador quien le aclara al lector los tres planos
(“tres espectáculos”) que se están dando en el cuento.
El primer plano es el del Félix Vargas real, al que se le representa pensando en un cuento que tiene que
escribir e imaginándose a sí mismo como protagonista: es el recurso tradicional de la metaliteratura, o sea
meter la literatura dentro de la literatura, el cuento dentro de otro cuento. Este Félix Vargas se estremece
por la extrañeza de lo que su imaginación va tejiendo y reflexiona sobre la imposibilidad para el hombre de
conocer su propio destino. Al final del relato, cuando su cuento está construido, él decide salir a la calle
antes de encontrar a un amigo suyo con el que ha quedado para dar un paseo en el coche nuevo de este
último. Sin embargo, topa con Nati Duran, una amiga de regreso de París, que lo convence para que se
quede con ella, renunciando a su cita. Lo que le salva la vida ya que dos horas después llega la noticia de la
muerte de su amigo en un accidente.
El segundo plano es el del Félix Vargas imaginario. Este Félix Vargas se encuentra en París y se estremece
por una figura enigmática que le revela que su vida va a depender de la decisión de un payaso en Albacete.
A continuación se ve de pronto un taller de reparaciones de coches en Albacete donde entra un hombre
que conviene en que se le arregle el farol de su camión para dentro de unos días. Mientras tanto el Félix
Vargas imaginario viaja hacia Madrid. En Albacete el payaso Míster Brown se despierta sin fiebre y decide
actuar en el espectáculo de aquella tarde: el destino de Félix Vargas ya se ha decidido. El mecánico no
arregla el farol para asistir al espectáculo del payaso; el dueño del camión sale con un farol solo y choca
contra el coche en el que se encuentra el poeta.
Nótese el final opuesto de los dos planos anteriores.
El tercer plano es el del tapiz. El título de este relato resulta ya extremadamente simbólico. Nos presenta
un tapiz, pero en su reverso, es decir, por su parte posterior, la que no podemos ver. Como se aclara a lo
largo del cuento, este tapiz representa el destino, que nos resulta desconocido hasta la muerte: sin
embargo, hay momentos en la vida en los que podemos entrever “el reverso del tapiz”, o sea momentos en
los que el diseño completo nos se presenta en su estremecedora complejidad.
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