6L PUEBLO UH LA CAPITAL y EL SENOR 1'-,114 ~r ~~ f~ PEDRO RODRIGU.EZ. L'<> o\ -o \ \.0 N f \... / El señor Pedro J. Rodríguez, en una proclama dirigida al pueblo de la Capital asevera haber dejado en la imprenta de La Refar'ma los documentos justificativos de su inocencia en los vergonzosos crímenes cometidos en Bucaramanga en los dias 7 á 9 de setiembre por sus inmediatos agentes y amigos. i Se figura acaso tan digno sujeto que es ese el modo de vindicarse ante un pueblo humillado y avergonzado por el infame uso que él hizo de la autoridad? i No sabia el señor Rodríguez desde julio, que Bogotá es el lugar designado para la reunion del Congreso, y que una vez que él se habia elegido Diputado de Santander ha debido apresurarse á publicar esos documentos que comprueban su inocencia? Oh! cuán lentamente le corre á usted la sangre por las venas cuando se trata de las aciagas fechas ya mencionadas. ¿ Cree usted, señor Rodríguez, que toca al pueblo, á quien usted dice que representa, ir á buscar las pruebas de su inocencia y no á usted el presentarlas tan claras y perentorias que no dejen asomo siquiera de duda? Oh ! sí, señor Rodríguez: el pueblo quiere saber cómo esplica usted los nombramientos' hechos por usted en Collázos y Delgado Ruilova, malhechores de tiempo atras conocidos; cómo y por qué arte de encantamiento figura usted en medio de taa estimables sujetos en una fotografía ' tomada pocos dias ántes de tan nefandos sucesos; por qué abandonó usted á Bucaramanga al dia siguiente del asesinato del señor Estévez, en momentos en que la. turbulencia de las pasiones haria indispensable la presencia de la autoridad; por qué se rodeó usted, al volver á la ciudad, de los autores de los horrendos crímenes que usted tanto deplora y llora; por qué una reunion de más de doscientos individuos de Bu~aramanga, de todos los matices políticos, y de lo más selecto de la poblacion, acusó á usted ante el Presidente del Estado, como responsable de tan nefandos crímenes j por qué, en fin, ha callado usted hasta ahora? Diga usted, señor Rodríguez; le debia usted alguna suma de dinero á alguno de los alemanes revelados contra la autoridad el dia 8 de setiembre '? Qué ,hay de verdad sobre una disputa que se dice tuvo usted con ese desgraciado cuya insolencia (la de haber cobrado) castigó usted severamente con cuatro ó mas individuos de la fuerza armada, en algun lugar público? Desvanezca usted tanta calumnia: el alto puesto de honor que usted ocupa y la honra de la Nacion en el estrangero así lo exigen. Pero no nos salga usted otra vez con que el pueblo de Santander está. convencido de su inocencia por haberlo elegido su Representante, en el Congreso ,naoional primero, y despues en la Convencion; porque aquí sabemos ya demasiado por Gsperiencia propiá cómo se fraguan las elecciones y cómo se hacen elegir ciertos políticos? Y á propósito, dlganos: si usted no hubiera sido Gefe departamental en aquel aciago entónces, habria sido elegido siempre? Sin el apoyo de la Guardia colombiana. y de los veinte foragidos que soltaron en San Gil para que fueran á ganar las elecciones de Bucaramanga, y sin otras quisicosas que usted sabe y que nosotros adivinamos i se habrian apresurado los pueblos á elegirlo á usted Diputado á la Oonvencion? No, señor Rodríguez, la verdad es que el pueblo de Santander no lo ha mandado á usted al Oongreso sino que usted se ha venido. ' Tampoco nos salga usted con que es hijo del pueblo, con que la digna actitud que ha sumido la poblacion de la capital es obra de los oligarcas y no del pueblo, porque no pueden disponer de usted a su antojo. Aquí conocemos ya demasiado esas licencias demagógicas, y sabemos á qué conducen. Aquí todos somos hijos del pueblo; y si mucho nos holgáramos de ver en las curules del Congreso a algunos artesanos honrados que dan ejemplo de respeto al derecho ajeno, no por eso estamos dispuestos á hacernos cómplices de la demagogia desenfrenada. Desengáñese usted, señor Rodríguez: la cuestion no es de oligarcas, ni de independientes, ni de conservadores: es de colombianos; es de honor nacional. Todos, sépalo usted, todos, sin distincion de colores políticos, ni de clases, profesiones tÍ oficios, estamos dispuestos á no tolerar que en esta vez se juegue con la paciencia de los hombres honrados. Si uated es inocente, comprúebelo; si no, absténgase de llenar de vergüenza y ludibrio la Representacion nacional. No hay urgencia de que usted vaya al Congreso, miéntras no esté usted vindicado á los ojos del mundo entero. Las naciones civilizadas tienen hoy fijas sus miradas sobre el país de los bucaramangueros, y toca hoy á los bogotanos demostrar que aún corre sangre por sus venas; y lo demostrarán aun á despecho de las bayonetas de la Guardia colombiana. Vuélvase usted; señor Rodríguez, á la comarca en que es recibido con ovaciones y en que se ha perdido la dignidad, y no obligue á sus colegas á abochornarse á cada paso y al Gobierno nacional a ponerse en ridículo á los ojos de los representantes de las naciones estranjeras. Si aun queda algun patriotismo en su corazon, aguarde siquiera para. volverse a presentar en la escena ptÍblica, á que hayamos pagado á Alemania 10 que nos cobrará por nuestra imbecilidad é insensatez : no haga usted con su presencia en 'el Congreso que esa indemnizacion sea mayor, mayor la humillacion á que se nos sujete; y así quizá lleguemos á olvidar los dias de glorz'a que ha dado usted á la patria. Bogotá, Febrero l.0 de 1880. AO