A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 3 de julio de 2013,
habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en
el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
de votación: doctores Genoud, Soria, Negri, Pettigiani, se
reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia
en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva
en la causa L. 106.998, "Fani de Berardo, Alicia Isabel y
otros contra Loma Negra C.I.A.S.A. Indemnización por daños
y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S
El Tribunal del Trabajo con asiento en la ciudad
de Olavarría, perteneciente al Departamento Judicial Azul,
admitió parcialmente la demanda promovida, imponiendo las
costas del modo que especificó (fs. 792/805).
La parte actora dedujo recurso extraordinario de
inaplicabilidad
de
ley
(fs.
827/875
vta.),
el
que
fue
concedido por el órgano de grado a fs. 876 y vta.
Dictada
a
fs.
892
la
providencia
de
autos
y
hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la
Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I Ó N
de
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Genoud dijo:
I. El tribunal de origen, en lo que aquí interesa
por constituir materia de agravio, desestimó la demanda que
Alicia Isabel Fani de Berardo, Mariana, Patricia, María Paz
y
Matías
hijos,
Martín
Berardo
respectivamente-
-en
la
condición
interpusieron
de
contra
cónyuge
Loma
e
Negra
C.I.A.S.A. y La Caja A.R.T. S.A., por la que pretendían,
con
sustento
en
resarcimiento
las
de
disposiciones
los
daños
y
del
Código
perjuicios
Civil,
derivados
el
del
deceso de Héctor Martín Berardo, el pago de las vacaciones
referentes
al
último
período
laborado,
el
sueldo
anual
complementario sobre las mismas y el premio por veteranía
que le hubiera correspondido percibir en el año 1999.
Al expresar los motivos de la decisión, de modo
preliminar,
declaró
no
controvertido
que
el
causante
trabajó en relación de dependencia de Loma Negra C.I.A.S.A.
desde
el
ocurrido
1
de
el
5
enero
de
de
octubre
1969
de
hasta
2004,
su
y
fallecimiento,
que
desempeñaba
funciones como coordinador de abastecimiento en la planta
industrial sita en la localidad de Olavarría.
a.
En
lo
atinente
a
la
acción
por
daños
y
perjuicios, a partir de considerar probado que la causa de
la defunción fue un paro cardiorespiratorio no traumático,
el a quo se abocó al análisis de la configuración o no de
los presupuestos en los que la parte actora sustentó la
atribución
de
responsabilidad
civil
a
las
accionadas,
arribando a las siguientes conclusiones:
(i) Respecto de la vinculación causal entre la
afección cardíaca y el trabajo prestado para Loma Negra
C.I.A.S.A.,
con
soporte
declaraciones
testimoniales
fundamentalmente
rendidas
en
la
en
audiencia
las
de
vista de la causa, sostuvo que la parte actora no logró
demostrarla
(veredicto,
tercera
cuestión,
fs.
784
vta./787).
Ello así pues, si bien estimó constatado el grado
de responsabilidad que incumbía al causante en su tarea,
juzgó no acreditada una concreta incidencia del trabajo y/o
condiciones laborales en el daño cardíaco que padecía.
(ii) En cuanto a la atención médica brindada a
Berardo el 29 de septiembre de 2004 por el servicio médico
de Loma Negra C.I.A.S.A., valoró que fue adecuada y, por
tal razón, estimó no verificada una actitud configurativa
de culpa o negligencia y omisiva de su deber genérico de
seguridad (arts. 1109 del Código Civil y 75 de la Ley de
Contrato
de
Trabajo;
veredicto,
cuarta
cuestión,
fs.
787/789; sentencia, fs. 796 vta./797 vta.).
(iii) Acerca de la alegada responsabilidad de La
Caja A.R.T. S.A., declaró que la aseguradora probó haber
desarrollado actividad preventiva en el establecimiento de
la accionada, cumpliendo con sus deberes de seguridad y
vigilancia,
habida
fiscalización
de
cuenta
la
que
efectuó
empleadora
y
un
brindó
control
cursos
y
de
capacitación al personal (íd., fs. 789).
En la etapa de sentencia, afirmó que, en tanto la
A.R.T. fue traída a juicio como "citada en garantía" por
Loma Negra C.I.A.S.A., el análisis de su responsabilidad se
convirtió
en
una
cuestión
abstracta.
No
obstante,
en
conclusión que dejó expuesta a mayor abundamiento, señaló
que
la
parte
actora
no
comprobó
que
el
infortunio
se
produjo debido a deficientes condiciones de seguridad en
las que laboraba el causante, y tampoco acreditó que la
aseguradora
incumpliera
con
sus
deberes
de
seguridad
y
vigilancia. Al contrario, estimó que ésta justificó haber
dado adecuada satisfacción a tales deberes (sentencia, fs.
797 vta./798).
b. En lo concerniente a la pretensión de pago de
la
indemnización
proporcional
del
correspondiente
último
año
al
período
trabajado
(art.
de
descanso
156
de
la
L.C.T.) y el sueldo anual complementario sobre la misma,
con basamento en el recibo de haberes de fecha 8 de octubre
de 2004 -acompañado por la parte actora a fs. 68-, tuvo por
demostrado que Loma Negra C.I.A.S.A. les abonó por ambos
conceptos
las
sumas
de
$
4.151,96
y
de
$
346,
respectivamente, y, en consecuencia, desestimó el reclamo
(veredicto, sexta cuestión, fs. 790 vta.; sentencia, fs.
802).
c.
Con
referencia
al
premio
por
"veteranía",
juzgó procedente su pago, haciendo lugar al reclamo del que
le hubiera correspondido percibir al causante en enero de
2004 -consistente en el importe de seis sueldos-. Pero,
respecto del devengado en el año 1999, declaró prescripto
el pedimento.
Sobre
esto
último,
expuso
que
Héctor
Berardo
adquirió derecho al cobro de cinco sueldos en enero de ese
año, situando el comienzo del curso de la prescripción en
esa fecha. Y, atento que la demanda fue iniciada el 9 de
diciembre
de
2004,
no
verificándose
ningún
supuesto
suspensivo ó interruptivo del curso de la misma (veredicto,
quinta cuestión), estimó cumplido el plazo bienal previsto
en el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo, acogiendo
la defensa opuesta por la demandada (sentencia, fs. 798).
d. Finalmente, en lo tocante a las costas del
proceso, las impuso a Loma Negra C.I.A.S.A. en proporción
al reclamo por el que prosperó la demanda, y a la parte
actora
en
relación
a
los
restantes
rubros
sujetos
al
beneficio de gratuidad (arts. 19, 20, 22 de la ley 11.653 y
20 de la Ley de Contrato de Trabajo; sentencia, fs. 802,
803 y 804 y vta.).
II.
Contra
dicho
pronunciamiento
se
alzan
los
legitimados
activos
inaplicabilidad
denuncian
de
absurdo
con
ley
en
la
recurso
(fs.
extraordinario
827/875
vta.),
valoración
de
la
en
de
el
prueba
que
y
la
transgresión de los arts. 12, 37, 44 y 47 de la ley 11.653;
68, 2º párrafo, 163 inc. 6, 375, 384 y 474 del Código
Procesal
Civil
y
Comercial;
499,
901,
902,
1074,
1109,
1113, 3412, 3414, 3460, 3486, 3953 y 3980 del Código Civil;
12, 58, 75, 145, 149, 150, 151 y 152 de la Ley de Contrato
de Trabajo; 1 de la ley 9688; 5 de la ley 24.028; 4 de la
ley 24.557; decreto 1278; 14, 14 bis, 17, 18 y 19 de la
Constitución
nacional;
15
y
25
de
la
Constitución
provincial y violación de la doctrina que citan.
Exponen los siguientes agravios:
1.
indemnización
Se
por
desconforman
daños
y
por
el
perjuicios
rechazo
y,
en
de
ese
la
orden,
alegan:
a.
Atento
que
Loma
Negra
C.I.A.S.A.
no
negó
puntualmente la secuencia de los hechos y los padecimientos
del
causante
en
los
días
previos
a
su
deceso,
en
su
opinión, han quedado reconocidos, por un lado, que estaba
sometido a un tremendo estrés producto de las presiones que
sufría en el trabajo y, por el otro, el obrar negligente de
la empleadora con motivo de la descompostura que sufriera
Berardo el 29 de septiembre de 2004.
b. Al poner a su cargo la comprobación del nexo
causal entre el trabajo y el infarto, el a quo incurrió en
absurdo y violó el art. 375 del Código Procesal Civil y
Comercial.
Ello, en la inteligencia que tuvo por probado que
el 29 de septiembre de 2004 Berardo sufrió un infarto y que
tal
episodio
constituyó
un
accidente
de
trabajo,
como
también, que fue reconocido que aquél estaba en estado de
estrés.
En
acreditado
consecuencia,
que
el
trabajo
colige
se
que
se
convirtió
encuentra
en
una
"cosa
riesgosa" y, en tanto el art. 1113, 2º párrafo del Código
Civil establece la responsabilidad objetiva del guardián, a
su modo de ver, estaba a cargo de la patronal la prueba de
alguno de los eximentes que contempla la norma.
Desde otro ángulo, atento que el referido hecho
ocurrió en el trabajo y las leyes especiales en la materia
-entre las que cita las leyes 9688 y 24.028- consagran la
presunción de responsabilidad del patrón ante un accidente
de trabajo, interpreta que igualmente competía a Loma Negra
C.I.A.S.A. justificar que las tareas que exigía a Berardo
no ocasionaron o no influyeron en absoluto en el estrés que
padecía: su estado de salud, infarto y posterior muerte.
c. Controvierten las conclusiones del órgano de
grado
afincadas,
demostraron
la
por
una
parte,
vinculación
en
causal
que
los
entre
actores
la
no
afección
cardíaca de Berardo y el trabajo prestado para Loma Negra
C.I.A.S.A.; y por la otra, en que tampoco acreditaron que
ésta lo haya atendido en forma deficiente en su servicio
médico los días 29 y 30 de septiembre de 2004.
En tal sentido, aducen que incurrió en absurda
valoración de las pruebas, y puntualmente manifiestan:
(i) Respecto de la prueba oral recibida en la
audiencia de vista de la causa, le endilgan que efectuó un
análisis
parcial
y
arbitrario
de
las
declaraciones
testimoniales, no reflejando en el veredicto la versión
real de las exposiciones. Añaden que hizo lo propio con
referencia a la absolución de posiciones de ambas partes,
habida cuenta que sólo tomó los datos que "le servían",
soslayando meritar circunstancias relevantes que surgían de
las
mismas,
emanadas
del
representante
legal
de
la
empleadora quien reconoció que el proceso de venta de la
empresa se inició en el año 2005 y, de igual forma, el
letrado de la demandada admitió en la posición 10° de la
ampliación, que el causante era "exprimido" en su trabajo
(rec., fs. 836 vta./841 vta.).
(ii)
Objetan
la
ponderación
de
las
pericias
técnica y contable, y sobre el particular, argumentan que
el órgano de grado interpretó desacertadamente la primera
al concluir que la disminución del personal a cargo de
Berardo -que en 1985 ascendía a veintiocho operarios y en
el 2004 disminuyó a seis- implicó una baja de trabajo; al
contrario, en su opinión, tal circunstancia evidenció una
sobrecarga
de
tareas
en
el
causante.
Sobre
la
segunda,
sostienen que pasó por alto que dio cuenta del personal
médico de la planta y del procedimiento interno establecido
por Loma Negra C.I.A.S.A. para la atención y traslado de
accidentados que, en el caso, la empleadora incumplió, pues
no condujo al trabajador inmediatamente a una clínica el 29
de septiembre de 2004, cuando se descompuso.
(iii) En lo que consideran el más grave yerro del
sentenciante,
denuncian
que
se
apartó
irrazonable
e
infundadamente de la pericia médica producida a fs. 653/657
vta. y de su ampliación de fs. 684 y vta.
Ello así pues, por encima de las conclusiones del
perito
médico
oficial,
confirió
preeminencia
a
las
declaraciones testimoniales recibidas en la audiencia oral,
las que además -recalcan- fueron interpretadas en forma
inapropiada por el juzgador.
Tal proceder implicó, a su juicio, la violación
del art. 474 del Código Procesal Civil y Comercial, en
cuanto otorga validez y fuerza probatoria a los dictámenes
periciales, aplicando el sistema de la sana crítica.
También de los arts. 12, 37 y 44 inc. "d" de la
ley 11.653, atento que no valoró en conciencia esa prueba y
pese
a
tener
las
facultades
de
solicitar
aclaraciones,
ampliaciones
ordenar
la
o
explicaciones
producción
de
al
otra
perito
pericia
interviniente
(art.
37),
u
como
asimismo, de disponer otras diligencias probatorias (art.
12), no hizo uso de ellas, lo cual permitía suponer que
estimaba suficiente y eficaz la practicada por el perito
médico oficial doctor Martínez.
Sin embargo, no obstante que no fue objetada por
las partes, el a quo desechó sus conclusiones sin sustento
científico alguno, y de esa manera, transgredió la doctrina
sentada
por
esta
Corte
en
el
precedente
"Reboredo"
(L.
62.544, sent. del 23-II-1999), en la que hubo de declarar
que
consentida
habiendo
por
ejercido
las
el
partes
la
pericia
tribunal
de
origen
médica
en
y
la
no
etapa
procesal oportuna las facultades que le confiere el art. 12
de
la
actual
conclusiones
ley
no
11.653,
sean
la
circunstancia
vinculantes
no
de
que
sus
significa
que
los
magistrados puedan apartarse arbitrariamente de las mismas,
porque
la
desestimación
de
sus
conclusiones
debe
ser
razonable y científicamente fundada.
En la misma línea, con profusa cita de doctrina
de
esta
Corte,
alegan
que
el
sentenciante
incurrió
en
absurdo. Vicio que, a su modo de ver, se patentiza, pues
desoyó
lo
vinculación
dictaminado
del
trabajo
por
con
el
la
experto
acerca
patología
de
cardíaca
la
y
posterior muerte de Berardo e, igualmente, lo relativo a la
atención médica brindada por el empleador los días 29 y 30
de septiembre de 2004.
Respecto
del
nexo
causal
manifiestan
que,
contrariamente a lo afirmado por el tribunal de mérito, el
perito fue claro al determinar el padecimiento de estrés
por Berardo y que el mismo tenía su causa en el trabajo
prestado para Loma Negra (v. recurso, fs. 848/849 y 850
vta. y sgtes.).
Así,
señalan
que
el
experto
dictaminó
que
el
estrés asociado a otros factores de riesgo, tales como el
tabaquismo,
vida
sedentaria,
hipertensión
arterial,
colesterol elevado, factores psicosociales, sería capaz de
desencadenar
que,
apuntó,
manifestaciones
estaban
cardiovasculares.
presentes
en
Berardo,
Factores
existiendo
constancias de los mismos. Añadió que se debían considerar
las constancias registradas de estrés (día 12-IV-2002, fs.
136
y
29-X-2004
en
Servicio
Médico)
como
antecedentes
desencadenantes.
Con relación a la asistencia dada a Berardo por
el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., alegan:
En lo atinente al electrocardiograma que se le
practicó
el
29
de
septiembre
de
2004
que,
conforme
lo
informado por el médico de la empresa, doctor Ríos, no
mostraba
evidencias
de
trastornos
en
ritmo
o
de
lesión
aguda, el perito médico evaluó dicho estudio arribando a
una conclusión distinta, en tanto sostuvo que "se constatan
signos de lesión cardíaca, demostrables por la aparición de
ondas q, en las derivaciones DI, DII, aVF, y onda r, en Vi,
compatible con lesión cardíaca previa" (respuesta k).
Luce manifiesto, aducen, que en tal ECG apareció
un infarto o marcha irregular del corazón de Berardo, lo
cual, entienden, echa por tierra la conclusión del tribunal
de grado relativa a que no obraba en el expediente prueba
alguna
hubiera
que
certificara
padecido
que
en
taquicardia
esa
y/o
fecha
el
principio
trabajador
de
infarto.
Agregan que la mentada irregularidad, también fue detectada
por el médico Balado al recibir al causante cuando fue
internado el 4 de octubre de 2004, atento que a fs. 487
advirtió sobre las ondas "q" que presentaba tal estudio.
Ello evidencia -a su juicio- la responsabilidad
de la demandada, habida cuenta que el médico de Loma Negra,
doctor Ríos no advirtió las anomalías que surgían de tal
estudio
y
medicación
tampoco
que
las
no
informó;
era
apropiada
prescribió
para
la
a
Berardo
situación
(corroborado por la pericia médica). Dicho profesional y la
empresa
omitieron
asistencial
a
trasladar
pesar
que
al
el
trabajador
manual
de
a
un
centro
procedimiento
implementado por la patronal para supuestos de accidentes,
indicaba lo contrario -agregado a la pericia contable-, no
le impidieron seguir trabajando y ni siquiera lo enviaron a
su casa, tanto ese día, como el siguiente en el que Berardo
acudió nuevamente a consultarlo, pues no se sentía bien y
Ríos, una vez más, no obró con prudencia (v. recurso, fs.
849 vta. y 850). Aseveran que éste "se lavó las manos"
indicándole que consultara a otro profesional.
Por
otra
parte,
destacan
que,
precisamente
el
perito médico expresó con claridad que, ante el resultado
del referido ECG, los síntomas que presentaba en el momento
y
los
derivado
antecedentes
en
que
forma
registraba,
inmediata
a
la
Berardo
consulta
debió
al
ser
centro
correspondiente para mejor evaluación (respuesta f, fs. 654
y vta.), como asimismo, que no debía continuar prestando
sus tareas habituales (fs. 684, vta. pto. f).
Sin
embargo,
arbitrariamente
conclusiones
se
consideró
con
la
agravian
pues
desvirtuadas
declaración
del
el
las
doctor
sentenciante
precitadas
Balado,
un
testigo que no es el perito y que conoció a Berardo sólo un
día (el anterior a su muerte), que no respondió a los
puntos de pericia -pues no era el perito oficial-, y además
denuncian que tergiversó sus dichos dado que en el pedido
de informes que dicho profesional contestó a fs. 486/487
brindó datos distintos.
Asimismo, le endilgan que ponderó equívocamente
la conducta del doctor Ríos, pues con ligereza afirmó que
éste
no
obligó
a
Berardo
a
continuar
con
sus
tareas,
cuando, en su opinión, un médico que obrara con prudencia y
previsión, si la situación -como ocurría en el caso- era
anormal,
en
rigor
debió
obligarlo
a
que
no
continuara
trabajando y derivarlo a un centro asistencial.
(iv) Por otra parte, alegan que el a quo incurrió
igualmente
pericia
en
absurdo
caligráfica
al
que
soslayar
reveló
la
valoración
circunstancias
de
por
la
demás
significativas, atento que constató que el 29 de septiembre
de 2004 el médico de la empresa no actuó bien, y luego,
intentaron cubrir o "tapar" algunas irregularidades.
En ese orden, aducen que el referido dictamen
detectó cambios de grafías en la documentación labrada por
Loma
frase
Negra
"Se
-obrante
indica
a
fs.
130/131-,
denuncia
a
médico
concluyendo
de
que
cabecera"
la
fue
ejecutada con otro implemento escritor, de otro color, en
otro momento escritural. También, verificó que se alteró la
hora de ese asiento, atento que donde decía 11 horas, ahora
se lee 12 horas.
Lo expuesto, demuestra, a su modo de ver, que la
demandada intentó enmendar su responsabilidad, y ello no
fue apreciado por el sentenciante.
d. Se agravian por la desestimación de la acción
incoada contra "La Caja A.R.T. S.A.".
Manifiestan
que
la
aseguradora
de
riesgos
del
trabajo -y la empleadora- se han esforzado en resaltar los
factores de riesgo ajenos al trabajo que padecía Berardo,
pero, a su juicio, debieron tenerlos en cuenta para evitar
que
el
estrés
laboral
profundizara
la
dolencia
del
causante.
En tal sentido, argumentan que si bien contaban
con
evaluaciones
antecedentes,
no
del
trabajador
lo
cuidaron,
que
revelaban
siendo
tales
responsables
civilmente por esa omisión.
De ese modo, consideran equívoca la conclusión
del tribunal interviniente afincada en que no se demostró
que las condiciones de seguridad fueran deficientes.
Tampoco probaron la realización de estudios para
medir el estrés, y, en caso que los hubieran hecho, aducen
no les dieron debida aplicación.
2.
Objetan
la
decisión
del
sentenciante
de
declarar prescripta la pretensión del pago del premio por
veteranía -consistente en cinco sueldos- que le hubiere
correspondido percibir al causante en el año 1999, cuando
hubo de cumplir treinta años de antigüedad en la empresa.
Básicamente sustentan la crítica en que revisten
la
condición
consecuencia,
de
no
herederos
pudieron
del
trabajador
reclamarlo
a
Loma
y,
en
Negra
C.I.A.S.A. antes de ocurrido el deceso de aquél, pues no
estaban en posesión de la herencia.
En tal sentido, denuncian que el juzgador violó
los arts. 3412, 3414 y 3466 del Código Civil, que vedan
cualquier acción a los actores antes de poseer la herencia
y el art. 3953 que establece que los derechos -como el
reclamado- son prescriptibles sólo desde la apertura de la
sucesión. De esa forma, señalan erróneamente aplicado el
art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo.
Además, aducen que los arts. 12, 145 y 149 de la
Ley
de
Contrato
de
remuneratorios
como
irrenunciables
y,
Trabajo
la
por
establecen
gratificación
ende,
que
en
interpretan
los
rubros
cuestión
que
son
devienen
imprescriptibles.
Por último, manifiestan que la entidad gremial
A.O.M.A, realizó el reclamo pertinente por el expediente
administrativo 2277-14.829/9 de la Secretaría de Trabajo,
conforme lo informado a fs. 447/466, y que tal actuación
benefició a todos los empleados de la empresa aunque se
tratara de personal jerárquico, pues, de lo contrario se
violaría el derecho de igualdad consagrado en el art. 14 de
la Constitución nacional.
3. Se agravian, igualmente, por el rechazo de la
pretensión tendiente al pago de las vacaciones no gozadas
por el causante, correspondientes al año 2004.
Sobre el particular, alegan que al considerar,
con sostén en el recibo de fs. 68, que se encontraban
pagas,
el
a
quo
incurrió
en
un
equívoco
pues
tal
instrumento revela que el pago fue insuficiente, en tanto
sólo se calcularon sobre el sueldo percibido por Berardo, y
no se computó al menos el premio por veteranía devengado en
enero de 2004, que fue admitido en la sentencia. Al decidir
de ese modo, transgredió el art. 155 incs. "a", "c" y "d".
Añaden que por su antigüedad en la empresa, el
causante tenía derecho a 35 días de vacaciones, y conforme
a la estimación que realizan les correspondería percibir la
suma de $ 6.318,20 más la de $ 526,52 por sueldo anual
complementario, siendo que se les pagó sólo $ 4.153,20 con
más $ 346 por sueldo anual complementario.
4.
costas
a
Por
su
último,
parte
por
controvierten
los
rubros
no
la
imposición
admitidos
en
de
la
sentencia.
En ese orden, denuncian -conforme la doctrina que
citan- que en materia de daños y perjuicios, la calidad de
vencido la tiene el demandado que fue condenado aunque lo
fuese en mínima medida.
Por
otra
parte,
aducen
que
el
a
quo
ha
transgredido los arts. 20 y 22 de la ley 11.653, en cuanto
contemplan
gratuidad
la
para
exención
el
de
gastos
trabajador,
y
el
añadiendo
beneficio
que
de
también
invocaron en la demanda el beneficio de litigar sin gastos.
Interpretan que ambos beneficios resultan violados al ser
condenada en costas su parte.
Además, consideran que debió aplicarse el art.
68, 2º párrafo del Código Procesal Civil y Comercial, pues
su parte tenía derecho a reclamar como lo hizo, por las
circunstancias que rodearon al caso y los daños derivados
del deceso de Héctor Berardo.
Por último, para el supuesto que se confirme la
decisión
sobre
este
punto,
impugnan
por
elevados
los
honorarios fijados sobre la parte de la acción que fue
rechazada en la instancia de grado.
III. El recurso, en mi opinión, ha de prosperar
parcialmente.
1.
Los
agravios
vinculados
al
rechazo
de
la
pretensión indemnizatoria por daños y perjuicios deben ser
acogidos en forma parcial.
Como
hemos
visto,
los
impugnantes
cimentan
la
crítica sobre varios órdenes de fundamentos:
1.1. a. Comenzaré por señalar que no es atendible
el argumento tocante a los efectos de la supuesta negativa
genérica llevada a cabo por Loma Negra C.I.A.S.A. en su
responde de demanda, dado que -como reiteradamente lo ha
dicho
esta
Corte-
constitutivos
del
la
interpretación
proceso,
y
en
de
general
los
escritos
de
cualquier
escrito judicial, resulta una cuestión de hecho reservada a
la
opinión
de
los
jueces
de
las
instancias
ordinarias,
quienes tienen amplias facultades para establecer el ámbito
litigioso
de
jurídico
las
cuestiones
procesal,
que
principio
integran
que
sólo
la
relación
reconoce
como
excepción el absurdo (conf. causas L. 96.953, "Gamarra",
sent. del 3-III-2010; L. 96.358, "Valentinelli", sent. del
22-IV-2009; L. 89.430, "Mezzadra", sent. del 2-VII-2008; L.
88.657, "Gómez", sent. del 31-X-2007; L. 89.026, "Zatti",
sent. del 27-VI-2005).
En ese contexto, el embate es ineficaz toda vez
que los agraviados no alegaron concretamente que hubiere
mediado una burda valoración del escrito de contestación de
la
demanda.
Sin
perjuicio
de
ello,
la
impugnación
en
definitiva, se conduce en el plano del mero disentimiento
con
el
razonamiento
sentencial,
sin
aportar
-como
es
menester- una explicación que compruebe la existencia de
una desinterpretación palmaria o grosera de las constancias
objetivas
de
la
causa
con
entidad
suficiente
para
configurar el mentado vicio, máxime que la empleadora no
sólo negó el carácter laboral de la causa de la muerte del
trabajador
además,
(ver
contestación,
desconoció
que
"el
fs.
236,
evento
"f"),
ocurriera
sino
bajo
que,
las
circunstancias, condiciones y con las consecuencias que se
describen en el escrito de inicio" (íd., fs. 235 vta. "b").
b. Tampoco les asiste razón en cuanto alegan la
violación del precepto que regula la carga de la prueba
(art. 375 del C.P.C.C.).
Observo
que
cimentan
la
crítica
en
premisas
equívocas, esto es, que el juzgador tuvo por probado que el
29 de septiembre de 2004 Berardo sufrió un infarto y que
tal
episodio
constituyó
un
accidente
de
trabajo,
como
también, que fue reconocido que aquél estaba en estado de
estrés.
Nada de ello es cierto.
El a quo apreció que el ECG que se le practicó al
causante en esa fecha no evidenció trastornos en ritmo o
lesión aguda (veredicto, cuarta cuestión, fs. 787 vta.), y
juzgó que no existía prueba alguna que certificara que en
esa oportunidad el trabajador hubiera padecido taquicardia
y/o principio de infarto (sentencia, fs. 796 vta. in fine).
De
todas
maneras,
expresamente
apuntó
que,
en
tanto en la demanda no se denunció "una acción violenta o
súbita", correspondía descartar en el caso la figura del
accidente
de
trabajo
y
evaluar
si
se
trataba
enfermedad accidente (sentencia, fs. 794 vta.
de
una
in fine).
Menos aún tuvo por admitido que el causante se encontrara
en estado de estrés.
Es decir que, en realidad, el órgano de grado no
tuvo por acreditados ninguno de los presupuestos para la
procedencia de la acción, sea con basamento en la Ley de
Riesgos
del
Trabajo
(24.557
-vigente
a
la
fecha
del
fallecimiento-) o desde la óptica del art. 1113 del Código
Civil, como equívocamente lo entienden los impugnantes.
1.2.
abordar
el
Despejados
los
cuestionamiento
tópicos
de
la
precedentes,
definición
del
cabe
a
quo
afincada en la ausencia de nexo de causalidad entre el
trabajo
y
la
afección
cardíaca
que
padecía
Berardo,
sustrato de la responsabilidad objetiva que se imputa a
Loma Negra C.I.A.S.A.
a.
Deviene
oportuno
recordar,
ante
todo,
que
determinar la existencia de tal nexo -causal o concausaly, en general, el análisis de las cuestiones de hecho y la
apreciación
del
material
probatorio,
constituyen
atribuciones privativas de los jueces de grado y ajenas a
la casación, salvo que se demuestre el excepcional vicio de
absurdo en la labor axiológica de los magistrados (conf. L.
95.659,
"Feliciotti",
sent.
del
28-V-2010;
L.
95.205,
"Macías", sent. del 22-XII-2008; entre otras).
En
el
caso,
si
bien
los
quejosos
aducen
su
configuración, no logran evidenciarlo. Veamos:
b.
En
el
fallo
de
los
hechos,
el
tribunal
interviniente expuso que la parte actora alegó al inicio
que por el cúmulo de tareas, las presiones y/o exigencias
de la patronal y las extensas jornadas de labor, acentuadas
en los últimos tiempos por la posibilidad de la venta de la
empresa, Héctor Martín Berardo se hallaba sometido a un
estado de estrés que le provocó el infarto, que luego causó
su
muerte.
A
su
turno,
la
empleadora
negó
el
carácter
laboral del mismo.
Para
definir
este
punto,
con
soporte
en
la
pericia técnica (fs. 528/545 y vta.), consideró probado que
el
trabajador
desempeñaba
tareas
de
organización,
coordinación de remates anuales de material en desuso de la
empresa, gestión de los almacenes, provisión de materiales
e insumos, atención de proveedores, y que también tuvo a su
cargo la implementación, actualización y mejoramiento del
sistema integrado de gestión SAP.
Puesto a analizar las condiciones bajo las que
aquél cumplió su débito laboral, forjó su convencimiento
fundamentalmente
a
partir
de
la
apreciación
de
las
declaraciones que los testigos brindaron en la audiencia de
vista de la causa, y ello, según manifestó, porque fueron
precisas, concordantes y convincentes (veredicto, tercera
cuestión,
fs.
784
vta./787).
Y,
tras
un
pormenorizado
análisis de las mismas, concluyó que ninguno pudo afirmar
que Berardo haya sido sometido a presiones empresariales o
tuviese que afrontar situaciones realmente "estresantes",
ya que señalaron que no recibía órdenes de trabajo sino que
era el encargado de darlas; que no se le imponían jornadas
de trabajo superiores a ocho horas; que su tarea era normal
para un empleado jerárquico no convencionado y responsable
del Departamento de Almacenes y que no se produjo en el
trabajo
ningún
inconveniente
previo
a
su
fallecimiento
(sentencia, fs. 795 vta.).
Confirió
igualmente
relevancia
a
la
prueba
de
posiciones rendida por la cónyuge de Berardo, pues declaró
que éste no cumplió jornadas mayores de ocho horas por
exigencias de la empresa.
Asimismo,
comprobado
que
mediante
en
el
la
año
pericia
1985
el
técnica,
reputó
causante
tenía
aproximadamente veintiocho personas a su cargo, y que en
los
años
subsiguientes
ese
número
descendió
primero
a
veintitrés -2001- y finalmente a 6 personas -2003 y 2004-,
de
lo
cual
coligió
que
el
trabajo
había
disminuido
(veredicto, tercera cuestión, fs. 785 y vta.; sentencia,
fs. 795 vta./796).
Respecto de la pericia médica, aseveró que si
bien
daba
cuenta
que
en
los
antecedentes
agregados
se
registraban constancias de estrés, entre los que refirió el
día 12-IV-2002 (fs. 136); el día 29-X-2004 en el Servicio
Médico de la planta (fs. 130) y el 5-X-2004 al ingresar al
Instituto Sacre Coeur (fs. 53), el perito no indicó al
trabajo
como
factor
causal
o
concausal
de
la
dolencia
(veredicto, tercera cuestión, fs. 786 vta.).
Pero,
además,
ponderó
que
el
experto
conoció
tales referencias a través de las constancias de autos,
razón
por
la
que
descartó
la
eficacia
convictiva
del
dictamen, pues, a su criterio, no explicó con claridad de
qué
manera
las
tareas
realizadas
por
el
trabajador
influyeron en el infortunio laboral.
En ese orden, estimó que los datos aportados por
el
perito
resultaban
insuficientes
para
justificar
la
vinculación laboral, máxime teniendo en cuenta que en el
dictamen
mencionó
consistentes
una
en
serie
de
sobrepeso,
factores
hipertensión
adversos,
arterial,
colesterol elevado, sedentarismo, tabaquismo; añadiendo el
a quo que los testigos dieron cuenta que el causante tenía
una
personalidad
factores
estos,
activa,
que
a
temperamental
su
juicio,
por
y
sí
autoexigente,
solos
podían
favorecer una crisis cardíaca.
Y, frente a ese escenario, concluyó que en el
caso no se probó que el causante estuviera expuesto a una
situación de tensión que excediera la normalidad de sus
tareas,
razón
por
la
que
no
correspondía
atribuir
responsabilidad objetiva al empleador (sentencia, fs. 796
vta.).
c. Lo expuesto verifica que el órgano de grado,
ejerciendo facultades que le son privativas (art. 44 inc.
"d", ley 11.653), analizó las pruebas aportadas no sólo
ateniéndose a su contenido, sino correlacionándolas en el
contexto de todos los medios aportados y, a resultas de
ello, asignó importancia decisiva para formar su convicción
en lo relativo a que no fue acreditado el nexo causal entre
la
patología
y
el
trabajo,
a
las
deposiciones
de
los
testigos recibidas en la audiencia oral, descartando las
conclusiones del perito médico acerca de este punto.
Testimonios, cuya ponderación vanamente intentan
cuestionar los impugnantes, dado que -como es sabido- en
razón del sistema de apreciación "en conciencia", es el
propio juzgador de grado quien tiene la facultad privativa
para apreciar la habilidad y mérito de las declaraciones
testimoniales que recibe, así como de la confiabilidad que
alguna o algunas de ellas le merezcan con relación a otras,
resultando tales apreciaciones insusceptibles de revisión
en
esta
instancia
extraordinaria,
salvo
efectiva
demostración de absurdo (conf. causas L. 97.272, "Cabrera",
sent. del 7-VI-2010; L. 87.409, "Enríquez", sent. del 6-VI2007,
entre
recurrentes
muchas
no
otras),
ejercitaron
sobre
todo
oportunamente
cuando
la
los
facultad
conferida por el art. 46 de la ley 11.653 (conf. causas L.
103.324,
"Sierra"
sent.
del
10-XI-2010;
L.
95.327,
"Rutkevicius", sent. del 18-III-2009).
En cuanto al dictamen médico, desatienden que el
juzgador se apartó fundadamente del mismo, receptando -en
rigor- la doctrina de esta Corte que estableció que la
pericia médica no es el medio de prueba adecuado para la
justificación de las condiciones y modalidades del trabajo,
pues
su
cometido
se
relaciona
con
la
existencia
de
la
enfermedad invocada determinando el origen de la misma y la
incapacidad laborativa derivada de aquélla (conf. causas L.
66.490, "Folmer", sent. del 16-II-1999; L. 67.105, "Vega",
sent. del 25-XI-1997; L. 66.915, "Barbieri" sent. del 17XI-1998; L. 41.813, "Díaz", sent. del 12-IV-1989, entre
otras).
Conclusiones estas que no han sido idóneamente
rebatidas por los interesados, que insisten en la pretensa
preeminencia de la pericia médica para constatar el mentado
nexo causal, y en su cometido, incluso, desinterpretan lo
dictaminado por el experto médico, habida cuenta que, en
concreto, éste no atribuyó al factor laboral los episodios
de estrés de Berardo, que daban cuenta los registros de la
empleadora.
Tampoco
son
de
recibo
los
cuestionamientos
tocantes a la ponderación de la prueba de confesión rendida
por las partes, y, específicamente, en tanto los quejosos
alegan
que
posición
el
10ª
letrado
de
la
de
la
demandada
ampliación
que
el
admitió
en
causante
la
era
"exprimido" en su trabajo.
Si bien el art. 409 del Código Procesal Civil y
Comercial
en
su
segundo
apartado
prescribe
que
cada
posición importará, para el ponente, el reconocimiento del
hecho a que se refiere, toda vez que las afirmaciones en el
pliego de posiciones forman prueba en contra de la parte
que
las
sent.
formula
del
(conf.
causa
18-VIII-2010),
en
L.
la
96.681,
especie,
"Desteffaniz",
observo
que
la
mencionada posición no fue propuesta en sentido afirmativo
sino como un interrogante (v. fs. 780 vta.), razón por la
que
cabe
concluir
que
el
ponente
no
efectuó
un
reconocimiento de tal circunstancia.
De todas maneras, sabido es y conviene recordar,
que
ponderar
los
efectos
de
la
confesión
es
facultad
privativa de los tribunales del trabajo, a cuyo fin tienen
un
amplio
margen
de
discrecionalidad
(conf.
causa
L.
51.649, “Salso”, sent. del 21-XII-1993).
Las restantes objeciones que porta el recurso no
revisten relevancia para modificar lo decidido, atento que
a
partir
de
una
apreciación
aislada
elementos
probatorios
intentan
resuelto,
método
no
proceso
debe
que
en
separada
mostrar
resulta
considerarse
y
el
aceptable
su
de
los
error
de
lo
dado
que
el
total
y
desarrollo
ponderado en su múltiple unidad (conf. causas L. 89.666,
"Ottone", sent. del 12-XII-2007).
En realidad, la crítica se limita a enunciar un
criterio
valorativo
discordante
con
el
de
los
jueces
intervinientes, evidenciando la pretensión de disputarle al
tribunal del trabajo la facultad de interpretar el material
probatorio,
lo
cual,
reiteradamente
se
ha
declarado
constituye
una
técnica
carente
de
idoneidad
para
representar la hipótesis de la efectiva configuración del
aludido vicio (conf. causas L. 89.305, "De La Tebes", sent.
del 14-IV-2010; L. 68.576, “Smit”, sent. del 24-VIII-1999;
entre muchas otras).
1.3.
El
reproche
orientado
a
descalificar
el
desarrollo por el cual el tribunal de grado concluyó que la
atención brindada al causante en el servicio médico de Loma
Negra
C.I.A.S.A.
rechazo
de
subjetiva
la
de
había
sido
pretensión
la
adecuada
fundada
demandada;
(que
en
fs.
la
derivó
en
el
responsabilidad
797
vta.)
resulta
procedente.
a. Al analizar este tópico, el órgano de grado
expuso que de la pericia médica surgía que Héctor Berardo
concurrió al servicio médico sito en el establecimiento por
déficit de aire durante las primeras horas de la mañana del
29
de
septiembre
de
2004.
Allí
se
le
practicó
un
electrocardiograma en el que se informó "sin evidencias de
trastornos en el ritmo o de lesión aguda", fue medicado,
con
indicación
de
consulta
al
médico
de
cabecera
(veredicto, cuarta cuestión, fs. 787 y vta.).
De la declaración testimonial rendida por Laura
Echaide -superior jerárquica del causante- extrajo que ese
día notó a Berardo agitado y lo acompañó al mencionado
servicio
donde
fue
atendido
por
el
médico
de
guardia,
doctor Alvaro Ríos; lo esperó y al salir el profesional le
entregó un electrocardiograma, sugiriéndole que fuera a ver
a
su
médico
de
cabecera.
Adujo
la
deponente
que
fue
decisión de Berardo continuar con sus actividades y que no
notó que tuviera necesidad de abandonar su trabajo, para lo
cual no existía ningún inconveniente (íd., fs. 787 vta.).
Con relación a la exposición del doctor Alvaro
Ríos
-médico
de
guardia-,
el
juzgador
afirmó
que
aquél
reconoció haber atendido a Berardo en la prealudida fecha y
que le practicó un electrocardiograma. Agregó que no vio
nada urgente, que no tenía lesión aguda, que podía seguir
trabajando y que le indicó que consultara a su médico de
cabecera, a lo que añadió, que el trabajador regresó al día
siguiente a buscar un analgésico y le comentó que se sentía
bien.
Acerca
de
la
consulta
al
médico
de
cabecera
prescripta por Ríos, el a quo juzgó que no obstante la
irregularidad en el electrocardiograma de fecha 29-IX-2004
-detectada en la prueba pericial caligráfica de fs. 716/719
y vta.-, el hecho en sí -derivación al médico de cabecerafue ratificado en forma convincente y concordante por Laura
Echaide
y,
también
por
el
testigo
Raúl
Salerno
quien
confirmó que Berardo le había comentado que el servicio
médico le efectuó tal indicación, motivo por el que lo
consideró probado.
Asimismo,
declaración
de
confirió
Roberto
especial
Balado,
médico
relevancia
a
la
terapista
de
la
Clínica María Auxiliadora de esa ciudad, de la que extrajo
que Berardo fue internado en ese nosocomio el 3 de octubre
de
2004,
donde
se
le
realizó
un
electrocardiograma
sin
signos agudos; que al día siguiente sufrió un infarto, se
lo derivó al servicio de terapia intensiva y el nuevo ECG
que se le practicó arrojó un resultado distinto. Sobre la
aparición de ondas "q" en el primer ECG del día 29 de
septiembre de 2004 -del que daba cuenta la pericia médica a
fs. 655, punto K-, el juzgador señaló que el doctor Balado
expresó que no significaban nada, que a veces son producto
de
la
misma
contextura
física,
que
dicho
estudio
no
reflejaba la gravedad de lo que pasó después y que el
declarante
hubiera
aconsejado
a
Berardo
que
siguiera
trabajando (veredicto, fs. 788 y vta.; sentencia, fs. 797).
Con
ese
testimonio,
el
sentenciante
juzgó
desvirtuado lo dictaminado a fs. 654 in fine, punto "f" y
684 vta. por el perito médico interviniente en autos, en
cuanto
estableció
que
en
el
ECG
del
día
29-IX-2004
se
constataban signos de lesión cardíaca, demostrables por la
aparición de ondas "q" y que Berardo no debió continuar
trabajando, sino que tendría que haber sido derivado en
forma
inmediata
a
un
centro
de
mayor
complejidad
(veredicto, fs. 788 y vta. y sentencia, fs. 797).
Estimó, igualmente, que la falta de gravedad de
la afección sufrida por el trabajador en esa fecha surgía
evidente
de
la
prueba
confesional,
dado
que
en
las
posiciones 5ta. y 6ta. de la ampliación del pliego de fs.
213, su cónyuge reconoció haber viajado a Chillar el día 3X-2004 por un acontecimiento familiar y que aquél se quedó
solo en su domicilio. Sumó a ello que el testigo Schmale
dijo que ese día -3-X-2004- el causante cortó el césped de
su domicilio particular y que se encontraba solo; hechos
que
afirmó
conocer
por
comentarios
del
propio
Berardo
cuando fue a visitarlo a la clínica (veredicto, fs. 788
vta.).
Estas
circunstancias,
a
criterio
del
juzgador,
fueron contestes con lo expuesto por el médico terapista
doctor Balado respecto a que "nada hacía prever lo que pasó
después" y, por lo tanto, habilitaban el apartamiento del
dictamen médico en cuestión (sent., fs. 797 y vta.).
En la etapa de sentencia, previo declarar que no
obraba en el expediente prueba alguna que certificara que
el 29 de septiembre de 2004 el trabajador hubiera padecido
taquicardia y/o principio de infarto, como igualmente, que
el doctor Ríos lo haya obligado a continuar con sus tareas
y, recalcando las definiciones fácticas del veredicto, el
tribunal
interviniente
tuvo
por
demostrado
que
Héctor
Berardo recibió adecuada atención médica en el servicio
médico
de
Loma
Negra
C.I.A.S.A.,
concluyendo
que
no
se
verificó por parte de ésta una actitud configurativa de
culpa
o
negligencia
y
omisiva
de
su
deber
genérico
de
seguridad (arts. 1109 del Código Civil y 75 de la Ley de
Contrato de Trabajo; sentencia, fs. 796 vta./797 vta.).
b. Considero que asiste razón a los recurrentes
en
cuanto
alegan
que
los
fundamentos
expuestos
por
el
juzgador para descalificar la pericia médica sobre este
punto, resultan insustanciales y arbitrarios.
b. 1. Dable es recordar -como reiteradamente lo
ha sostenido esta Corte- que si bien es cierto que el art.
44 inc. "d" de la ley 11.653 confiere amplias facultades a
los órganos del trabajo para valorar el mérito y eficacia
de
la
pericia
médica,
de
cuyas
conclusiones
aún
pueden
apartarse habida cuenta que carecen de efectos vinculantes,
no lo es menos que la desestimación de la opinión del
experto debe fundarse en argumentos científicos capaces de
desvirtuarla, so pena de incurrir en absurdo (conf. causas
L. 97.473, "Aguirre", sent. del 23-III-2010; L. 82.126,
"Mortara",
sent.
del
27-IX-2006,
L.
81.184,
"Montes
de
Oca", sent. del 10-IX-2003; L. 67.664, "Ruiz", sent. del 8III-2000).
También, ha dicho este Tribunal que tal medio de
prueba constituye el más idóneo para establecer el origen y
la etiología de la dolencia, por lo que el apartamiento de
sus
conclusiones
debe
responder
a
motivos
razonables
y
científicamente
fundados
(conf.
causa
L.
99.422,
"Forcelli", sent. del 1-XII-2010).
En el caso, los impugnantes logran demostrar la
configuración del absurdo en la valoración efectuada por el
a quo, conforme lo he de explicar seguidamente:
b. 2. Del análisis de la pericia médica producida
a fs. 653/657 vta. y su ampliación de fs. 684 y vta., se
extraen
conclusiones
particularmente
relevantes
para
definir esta cuestión.
Así, el perito médico oficial, doctor Martínez,
tras
analizar
Héctor
Berardo
el
el
electrocardiograma
día
29
de
que
se
septiembre
de
practicó
2004
en
a
el
servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., dictaminó: "se
constatan signos de lesión cardíaca, demostrables por la
aparición de ondas q, en las derivaciones DI, DII, aVF, y
onda r, en Vi, compatible con lesión cardíaca previa" (v.
pericia, respuesta k, fs. 655).
Esa
evaluación
contrastó
notoriamente
con
lo
informado por el médico de la empresa, doctor Ríos, quien
indicó que el precitado estudio "no mostraba evidencias de
trastornos en ritmo o de lesión aguda".
En lo atinente a los recaudos que correspondía
adoptar el 29 de septiembre de 2004 cuando Berardo fue
atendido por el servicio médico de la empresa, el perito
fue muy claro al señalar que "Con el ECG, los antecedentes
de riesgo cardiovascular, que constan a fs. 130 tales como
'factores
de
dislipemia,
riesgo
cardiovascular,
antecedentes
tabaquismo,
familiares'
y
el
stress,
motivo
de
la
consulta, dificultad respiratoria y sensación de ahogo, el
Sr. Berardo debería haberse derivado en forma inmediata a
la
consulta
al
centro
correspondiente
para
mejor
evaluación" (v. pericia, respuesta "f", fs. 654 vta.; el
subrayado me pertenece).
Asimismo, a fs. 684 vta. pto. "f", recalcando lo
precedentemente expuesto, afirmó: "Con el resultado de un
ECG (+), prueba documental objetivable, por el motivo de
consulta
(sensación
de
ahogo,
dolor
precordial),
y
antecedentes personales (factores de riesgo y estrés), este
perito se encuentra en condiciones de decir, que el señor
Berardo
no
debía
continuar
con
sus
tareas
habituales,
debiendo haberse derivado en forma inmediata a un centro de
mayor complejidad" (íd).
Sin
categóricas
formar
su
embargo,
el
definiciones,
convicción
a
a
quo
dejó
confiriendo
la
lado
esas
preeminencia
para
declaración
de
testimonial
del
médico terapista que atendió a Berardo en la Clínica María
Auxiliadora, doctor Balado, quien, como hemos visto -según
las partes de su testimonio extractadas en el veredictohabría sostenido que las mentadas ondas "q" que aparecieron
en el primer ECG del día 29-IX-2004 "no significaban nada,
que a veces son producto de la misma contextura física, que
dicho
estudio
no
reflejaba
la
gravedad
de
lo
que
pasó
después y que el declarante hubiera aconsejado a Berardo
que siguiera trabajando".
Ahora bien, no obstante su condición de médico,
Balado no deja de ser un testigo que fue llamado al proceso
para exponer ante el tribunal las observaciones propias de
los hechos ocurridos, y que como bien se indica en el
recurso, conoció a Berardo sólo un día (el anterior a su
muerte), no habiendo respondido puntos de pericia, toda vez
que su cometido no era el de analizar científicamente las
cuestiones médicas, función esta, técnica y específica que
corresponde a la prueba pericial, para la que precisamente
fue designado un perito en tal especialidad.
Además,
en
lo
que
considero
un
grave
yerro,
cierto es también -como lo destacan los recurrentes a fs.
839 vta.- que el a quo desatendió que ese testigo, en
respuesta a un oficio solicitado por la parte actora (fs.
334), que fue ordenado y librado por el tribunal (v. fs.
343,
pto.
II.
y
fs.
392/393),
informó
lo
siguiente:
"Debíamos explicar la situación de un hombre de 57 años con
shock cardiogénico. Esta es una situación poco habitual en
la
práctica
médica
diaria.
Un
5%
de
los
pacientes
que
padecen infarto agudo de miocardio se comportan de esta
manera. Se nos ocurrió como probable (conjeturas nuestras
carentes de datos objetivos aunque teóricamente posibles)
que las ondas "q" que se registraban en las derivaciones D
II, D III, aVF, y la "r" de V1 podían corresponder a una
secuela necrótica padecida previamente que hubiese pasado
inadvertida,
circulación
cuyo
deterioro
colateral
dada
haya
por
sido
ramas
mitigado
de
la
por
arteria
descendente anterior. Al ocluirse esta mostró el daño en
territorio de ambas arterias. Creí por ese motivo que el
ECG que se había tomado en su lugar de trabajo dos días
antes
era
importante
(no
mostraba
cambios
agudos
de
isquemia reciente). Sí, los ECG siguientes a su internación
mostraron imagen de injuria en cara anterior extensa..."
(ver a fs. 486/487; el subrayado me pertenece).
Informe
que,
indudablemente,
resulta
contra-
dictorio con la declaración que luego el doctor Balado en
calidad de testigo rindió en la
audiencia de vista de la
causa y, pese a tal incongruencia, ninguna valoración hizo
el sentenciante sobre el particular.
Surge nítido, en consecuencia, el absurdo en que
incurrió
el
tribunal
de
origen
al
apartarse
de
las
conclusiones del perito médico oficial.
c.
Además,
estimo
propicio
hacer
referencia
a
otros aspectos de la decisión -igualmente indicados en el
recurso- que evidencian el desacierto del a quo, tiñendo de
absurdo la valoración global de esta cuestión. Veamos:
(i)
Confirió
importancia
para
formar
su
convencimiento a las declaraciones del personal de Loma
Negra C.I.A.S.A que estaba directamente involucrado en la
denuncia de mala atención médica, esto es, el doctor Alvaro
Ríos y la superior jerárquica de Berardo, Laura Echaide,
cuando
la
condición
de
aquéllos
requería
apreciar
sus
dichos con un plus de severidad.
(ii) En ese contexto, resulta desafortunada la
ponderación del proceder del médico de la empresa, en tanto
sostuvo que "no se probó que éste haya obligado a Berardo a
continuar con sus tareas", pues, a la luz de lo dictaminado
por el perito médico, aquél debió impedir que el causante
continuara
trabajando
y
derivarlo
inmediatamente
a
un
centro asistencial de mayor complejidad.
(iii)
caligráfica,
Por
se
otra
parte,
detectaron
en
la
cambios
de
prueba
grafías
pericial
en
la
documentación obrante a fs. 130/131 labrada por Loma Negra,
allí se concluyó que la frase "Se indica denuncia a médico
de cabecera" fue ejecutada con otro implemento escritor, de
diferente
color,
en
distinto
momento
escritural,
e
igualmente, se constató la alteración de la hora de ese
asiento, dado que donde decía 11 horas se lee 12 horas.
No obstante la envergadura de las irregularidades
constatadas,
mencionado
el
juzgador
informe
restó
pericial,
eficacia
probatoria
confiriendo,
al
nuevamente,
prevalencia
a
los
dichos
de
los
testigos
en
cuanto
declararon haber escuchado que a Berardo se le indicó que
consultara con su médico de cabecera.
d.
En
función
de
lo
expuesto,
estimo
que
los
impugnantes han logrado rebatir eficazmente la conclusión
del a quo afincada en que Loma Negra C.I.A.S.A. brindó al
causante
adecuada
atención
en
el
servicio
médico
del
establecimiento el día 29 de septiembre de 2004.
Consecuentemente, si mi propuesta es compartida,
corresponde
casar
el
veredicto
de
fs.
783/791
y
la
sentencia de fs. 792/805 en lo que ha sido materia de
agravio y con los alcances establecidos en este apartado.
Las
actuaciones
deberán
volver
al
tribunal
de
origen para que, nuevamente integrado y renovando los actos
procesales necesarios, establezca la incidencia causal que
pudo
tener
defectuosa
en
el
atención
deceso
de
médica
Héctor
Martín
brindada
por
Berardo
Loma
la
Negra
C.I.A.S.A. y, en función de ello, atendiendo a los planteos
y defensas de las partes, dicte un nuevo pronunciamiento.
1.4. En cambio, no han de prosperar los agravios
concernientes al rechazo de la acción incoada contra "La
Caja A.R.T. S.A.".
a. Como se desprende del relato de antecedentes,
con soporte en la pericia técnica, el a quo declaró que la
aseguradora probó haber desarrollado actividad preventiva
en el establecimiento de la accionada, cumpliendo con sus
deberes
de
seguridad
y
vigilancia,
dado
que
efectuó
un
control y fiscalización de la empleadora y brindó cursos de
capacitación al personal (íd., fs. 789).
En la sentencia, se resolvió que el análisis de
su
responsabilidad
se
había
convertido
en
una
cuestión
abstracta por haber sido traída a juicio como "citada en
garantía"
por
Loma
Negra
C.I.A.S.A.
De
todas
formas,
a
mayor abundamiento, expuso que la parte actora no demostró
que el infortunio se hubiere producido debido a deficientes
condiciones de seguridad en las que laboraba el causante, y
tampoco acreditó que la aseguradora incumpliera sus deberes
de seguridad y vigilancia. Al contrario, estimó que ésta
justificó
haber
dado
adecuada
satisfacción
a
tales
obligaciones (sentencia, fs. 797 vta./798).
b. Las precitadas definiciones no han sido objeto
de
una
quienes,
crítica
en
idónea
realidad,
por
parte
introducen
de
los
recurrentes,
nuevas
alegaciones
pretendiendo responsabilizar a la aseguradora de riesgos
del
trabajo
por
la
supuesta
falta
de
implementación
de
ciertas medidas de índole preventiva no invocadas en el
escrito de demanda.
Dicha
argumentación
constituye
un
planteo
novedoso que ha sido introducido por primera vez ante esta
instancia extraordinaria en forma extemporánea, resultando
por ello inatendible (conf. causas L. 94.899, "Botelli",
sent. del 22-XII-2008; L. 90.222, "Romero", sent. del 19IX-2007).
2.
De
igual
modo,
el
agravio
concerniente
al
acogimiento de la defensa de prescripción del premio por
"veteranía" devengado en el año 1999, no es de recibo.
Para resolver esta cuestión, el a quo sostuvo que
el plazo de prescripción de un crédito se computa desde que
el mismo es exigible, con cita de la doctrina legal sentada
en el precedente "Juno" (conf. L. 80.604, sent. del 18-IX2002).
En función de ello, juzgó que Berardo adquirió
derecho al cobro de tal beneficio -consistente en el cobro
de cinco sueldos- en enero de 1999, cuando alcanzó 30 años
de antigüedad en la empresa.
Asimismo, expuso que no obraba en el expediente
prueba
alguna
denunciado
que
ante
demostrara
la
que
patronal,
el
ni
trabajador
ante
la
hubiera
autoridad
administrativa la modificación del premio en cuestión. En
ese
sentido
avalado
Obrera
con
señaló
su
Minera
oponiéndose
a
que
firma
de
su
la
no
la
constaba
que
presentación
República
aplicación
y,
Berardo
de
la
-seccional
ello
sin
hubiera
Asociación
Olavarría-,
perjuicio
de
destacar, que no era tema controvertido que se desempeñó
como personal jerárquico no convencionado.
Luego, en atención a que la demanda fue iniciada
el 9 de diciembre de 2004, y toda vez que no obraba en
autos
supuesto
alguno
de
suspensión
o
interrupción
del
curso de la prescripción, juzgó cumplido el plazo bienal
previsto en el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo,
acogiendo
en
tales
términos
la
defensa
opuesta
por
la
empleadora a fs. 242 vta.
Esas
eficazmente
conclusiones
por
los
no
impugnantes
han
que,
sido
como
replicadas
hemos
visto,
cimentan la crítica en que, por su condición de herederos,
sólo pudieron reclamar tal beneficio a partir del deceso de
Berardo.
Tales
argumentos,
además
de
no
haber
sido
esgrimidos en ocasión de evacuar el segundo traslado (fs.
330 y vta.), desatienden que el juzgador estimó que el
causante estuvo habilitado para peticionarlo -y no lo hizodesde enero de 1999.
3. El cuestionamiento vinculado al rechazo de la
pretensión de pago de la indemnización correspondiente al
período de descanso proporcional del último año trabajado
-2004-, no prospera.
Advierto
que
los
impugnantes
modifican
impropiamente la extensión del pedimento realizado en la
demanda.
En efecto, allí, en concreto, reclamaron el pago
de
la
suma
de
$
4.508
en
concepto
de
las
aludidas
vacaciones, sin efectuar requerimiento alguno con relación
al sueldo anual complementario (v. apartado 2° in fine, fs.
76 vta. de la demanda).
En esta instancia, ante el resultado adverso de
su pretensión, por haberse juzgado satisfecho el pago del
aludido ítem, alegan los recurrentes la supuesta existencia
de
diferencias
estimación-
del
que
surgirían
premio
por
del
cómputo
veteranía
del
-para
año
2004
su
y,
además, por entender -equívocamente- que al causante le
asistía derecho al cobro del total de la misma -35 días- y
no
de
la
parte
proporcional
de
la
fracción
del
año
trabajada (conf. art. 156 de la L.C.T.).
Por
lo
expresado,
atento
que
el
juzgador
se
expidió sobre el concreto reclamo formulado en la demanda,
estimo que la decisión sobre esta parcela debe confirmarse.
4. El planteo que versa sobre las costas no corre
mejor suerte.
a. El tribunal de grado las impuso a Loma Negra
C.I.A.S.A. en relación al reclamo por el que prosperó la
demanda, y a la parte actora respecto de los desestimados
(art. 19 de la ley 11.653), si bien a esta última con el
beneficio previsto en el art. 22 de dicho plexo (sentencia,
primera cuestión, fs. 802).
b. Liminarmente, observo que si la solución que
he propiciado en el apartado 1.3. del capítulo III., es
compartida,
no
corresponde
que
me
expida
sobre
el
cuestionamiento de la imposición de costas por el rechazo
de la acción de daños y perjuicios incoada contra Loma
Negra C.I.A.S.A..
c. Hecha esa aclaración, no se verifica en la
especie la violación de los arts. 20 y 22 de la ley 11.653,
dado
que
expresamente
se
dispuso
en
el
decisorio
la
aplicación a los actores del beneficio de gratuidad.
Por
imposición
otra
de
parte,
costas
tal
al
beneficio
vencido
-como
no
impide
la
equívocamente
interpretan los interesados-, sino que sus efectos sólo se
proyectan de pleno derecho como un eximente de pago hasta
que
se
mejore
de
fortuna
(conf.
causa
L.
101.639,
"Palavecino", sent. del 22-XII-2010).
Respecto de la pretensión de que se les aplique
la dispensa prevista en el art. 68, 2º párrafo del Código
Procesal Civil y Comercial, cabe señalar que la atribución
vinculada al análisis de la situación de cada parte y la
decisión de imponer en consecuencia, a una u otra, las
costas del juicio, valorando al mismo tiempo si se dan los
supuestos
como
para
hacer
uso
de
las
posibilidades
de
eximición total o parcial previstas por el ordenamiento
procesal,
constituye
una
facultad
privativa
de
los
tribunales de grado (conf. causa L. 76.973, "Recchioni",
sent.
del
8-VII-2008)
y,
por
ende,
insusceptible
de
revisión en esta instancia extraordinaria.
Por
último,
deviene
inatendible
el
agravio
relativo a los estipendios fijados por el a quo -que los
recurrentes consideran elevados-, pues, sabido es queála
regulación
de
los
honorarios
judiciales
de
los
profesionales no es revisable en casación, ya sea en lo que
atañe a su monto como respecto a las bases adoptadas para
fijarlos,
sido
salvo
siquiera
57.679,
circunstancias
invocadas
"Clemente",
en
sent.
la
del
excepcionales
especie
que
(conf.
19-XII-1995;
no
causas
L.
han
L.
35.801,
"Ibáñez", sent. del 1-IV-1986; L. 34.745, "Procopio", sent.
del 13-VIII-1985; L. 33.231, "Goicochea de Romero", sent.
del 30-XI-1984).
Sumado
a
ello,
los
impugnantes
omitieron
la
indispensable denuncia de la transgresión de la norma legal
que se vincula con los agravios que exponen, exigencia esta
última de insoslayable cumplimiento, de conformidad con las
prescripciones establecidas por el precepto que regula el
recurso extraordinario intentado (art. 279, C.P.C.C.; conf.
causas L. 93.387, "Capodarco", sent. del 26-VIII-2009; L.
82.918,
"M.,
"Zacarías",
P.",
sent.
sent.
del
del
19-IV-2006;
13-XI-2002;
L.
L.
58.515,
74.966,
"Ferrari",
sent. del 21-IV-1998; entre muchas otras).
IV.
compartida,
Por
procede
lo
expuesto,
hacer
lugar
si
mi
propuesta
parcialmente
al
es
recurso
interpuesto
y,
en
consecuencia,
revocar
la
decisión
de
grado con el alcance determinado en el apartado 1.3. del
capítulo
III.
de
la
presente,
debiendo
procederse
al
reenvío de las actuaciones a efectos que, con una nueva
integración,
procesales
el
tribunal
necesarios
y
de
origen
dicte
un
renueve
nuevo
los
actos
pronunciamiento.
Costas en esta instancia por su orden (arts. 68 y 289,
C.P.C.C.).
Con el alcance expresado, voto por la afirmativa.
Los
Pettigiani,
señores
por
los
jueces
mismos
doctores
Soria,
fundamentos
del
Negri
señor
y
Juez
doctor Genoud, votaron también por la afirmativa.
Con
lo
que
terminó
el
acuerdo,
dictándose
la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se
hace
lugar
parcialmente
al
recurso
extraordinario
de
inaplicabilidad de ley traído con el alcance establecido en
el apartado III. punto 1.3. del voto emitido en primer
término.
Vuelvan
para
que,
con
las
actuaciones
nueva
al
integración,
tribunal
renueve
de
origen
los
actos
procesales necesarios y dicte un nuevo pronunciamiento con
arreglo a lo que aquí se ha resuelto.
Costas
de
esta
instancia
por
su
orden,
en
atención al progreso parcial del recurso (arts. 68 y 289,
C.P.C.C.).
Regístrese y notifíquese.
HECTOR NEGRI
DANIEL FERNANDO SORIA
LUIS ESTEBAN GENOUD
EDUARDO JULIO PETTIGIANI
GUILLERMO LUIS COMADIRA
Secretario
IG
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