PROGRAMA CENTROS COMPROMETIDOS CON LA EXCELENCIA EN CUIDADOS® GUIA DE PREVENCIÓN DEL RIESGO SUICIDA Pág. 2 COMPLEJO HOSPITALARIO UNIVERSITARIO DE GRANADA RECOMENDACION NIVEL DE EVIDENCIA Recomendaciones para la práctica 1. La enfermera se tomará seriamente cualquier afirmación realizada por un paciente que indique, sea directa o indirectamente, sus deseos de morir suicidándose, y/o toda información disponible que indique riesgo de suicidio. III 2. La enfermera trabaja para establecer una relación terapéutica con los pacientes sen riesgo de comportamiento e ideación suicida. IV 3. La enfermera trabaja con el paciente para minimizar los sentimientos de pena, culpabilidad y estigma asociados con el suicidio, la enfermedad mental y las adicciones. III 4. La enfermera proporciona cuidados en concordancia con los principios de seguridad y competencia cultural. III 5. La enfermera valora y gestiona aquellos factores que pueden impactar en la seguridad física tanto de los pacientes como de los miembros del equipo interdisciplinar. IV 6. a) La enfermera reconoce los indicadores clave que ponen a las personas en riesgo de comportamiento suicida, aún en ausencia de expresión explícita de suicidio. Para las personas que presentan indicadores de riesgo, la enfermera realiza y registra la valoración de la ideación suicida y el plan a seguir. b) La enfermera valora los factores protectores asociados con la prevención del suicidio. IV IV c) La enfermera obtiene información colateral de las fuentes disponibles: Familia, amigos, soportes comunitarios, historial médica y profesionales de la salud mental. IV 7. La enfermera moviliza los recursos basándose en el nivel de riesgo de suicidio obtenido en la valoración y las necesidades asociadas a este. IV 8. La enfermera se cerciorará de que la observación y el seguimiento terapéutico reflejen el cambio en el riesgo de suicidio del paciente. IV 9. La enfermera trabaja de forma colaborativa con el paciente con el fin de comprender su perspectiva y encontrar sus necesidades. IV 10. La enfermera utiliza un abordaje basado en la resolución de problemas mutuos (paciente ↔ enfermera) para facilitar el entendimiento de como perciben sus propios problemas y general soluciones. IV 11. La enfermera fomenta la esperanza en el paciente suicida. 12. La enfermera está al día de los tratamientos más actuales para proporcionar intervenciones de asesoramiento, derivaciones, monitorización y educación par ala salud, cuando sea adecuado. 13. a) La enfermera identifica las personas que pueden beneficiarse de los recursos, apoyos, etc. para los casos de suicidio y los deriva cuando es preciso. b) La enfermera puede iniciar y participar en el proceso de intervención psicológica breve “debriefing “ con otros profesionales del equipo de salud según el protocolo de la organización. 14. La enfermera busca apoyo a través de la supervisión clínica cuando trabaja con adultos en riesgo de ideación y comportamiento suicida con el fin de tomar conciencia del impacto emocional para la enfermera y mejorar la práctica clínica. IV IV IV IV Pág. 3 COMPLEJO HOSPITALARIO UNIVERSITARIO DE GRANADA RECOMENDACION NIVEL DE EVIDENCIA Recomendaciones para la formación 15. Las enfermeras que trabajan con personas en riesgo de suicidio deben tener el conocimiento y las habilidades adquiridas mediante el currículo básico de enfermería, oportunidades de desarrollo profesional continuado mediante la formación y orientación para los nuevos puestos de trabajo. 16. El currículo de enfermería debe tener contenido en salud mental, incluyendo la reducción y prevención del riesgo de suicidio, de una manera sistemática para promover las competencias clave en la práctica de la salud mental. IV IV Recomendaciones para la organización y directrices 17. Los centros sanitarios que admiten pacientes suicidas deben proporcionar un entorno seguro que minimice el acceso a cualquier medio de autolesión. IV 18. En los centros sanitarios que admiten pacientes suicidas, las dotaciones de personal de enfermería deben ser las adecuadas al paice3nte, ratio de enfermería y niveles de enfermeras: (p.e. generalistas, especialistas, auxiliares) para satisfacer con seguridad las necesidades imprevisibles de los pacientes suicidas en fase aguda. IV 19. Las organizaciones deben asegurarse que los incidentes críticos que versen sobre el suicidio sean revisados sistemáticamente para identificar oportunidades de aprendizaje en todos los niveles de la prestación de servicios. IV 20. Las organizaciones desarrollan políticas y estructuras en relación a la intervención psicológica breve “debriefing” por pares de los incidentes críticos, tales como una muerte por suicidio. Deben desarrollarse políticas de apoyo a los empleados y que minimicen los traumas. IV 21. Las organizaciones disponen de recursos que garantizan que todas las enfermeras tienen la oportunidad de ser supervisadas clínicamente y formadas de manera continua. IV 22. Las organizaciones implantan políticas relacionadas con el registro sistemático de las valoraciones sobre el riesgo de suicidio. IV 23. Las organizaciones promueven aquellos servicios disponibles tanto en la institución como en la comunidad que apoyan el cuidado a las personas en riesgo de comportamiento e ideación suicida. IV 24. Las organizaciones apoyan las oportunidades de desarrollo profesional de las enfermeras de salud mental. IV 25. Las organizaciones apoyan las investigaciones relacionadas con el suicidio y otras cuestiones de salud mental. IV 26. Las organizaciones desarrollan un plan para la implantación de las recomendaciones de la guía de buenas prácticas que incluyen: -La valoración de la preparación de la organización y de los obstáculos para la formación. Implicar a todos los miembros (tengan función de apoyo directo o indirecto) que contribuirán al proceso de implantación. -Oportunidades de debate continuadas y formación para reforzar la importancia de las buenas prácticas. -Dedicación de una persona cualificada para proporcionar el apoyo necesario a los procesos de formación e implantación. -La oportunidad de reflexionar acerca de la propia experiencia en la implantación de las Guías, desde un punto de vista personal e institucional. -Estrategias de sostenibilidad. -La asignación de suficientes recursos para su implantación y sostenibilidad, incluyendo el soporte organizado y administrativo. IV El suicidio y sus intentos configuran uno de los problemas más graves de salud actuales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 2012, el suicidio se encuentra entre las diez primeras causas de muerte, lo que supone que al año mueren en el mundo alrededor de un millón de personas y 1,8% del total de fallecimientos son por este motivo. Los datos de suicidio entre los jóvenes son muy preocupantes, entre los 15 y 24 años se establece entre la segunda y tercera causa de muerte, igual para ambos sexos. Las tasas de suicidio, aunque varían considerablemente entre países, han aumentado aproximadamente en un 60% en los últimos 50 años. En España, el número de suicidios ascendió a 3451 suicidios en 2008, cifra probablemente mayor debido a los efectos posteriores de la crisis económica. Además, sus repercusiones en el entorno son muy importantes, ya que las vidas de los allegados se ven profundamente afectadas a nivel emocional, social y económico. Es por ello de gran importancia la adopción de medidas y el desarrollo de estrategias encaminadas a la disminución de la conducta suicida como se recoge en la Estrategia de Salud Mental del SNS que contempla entre sus objetivos la prevención del suicidio y la evaluación de acciones especificas para disminuir la tasa de suicidio en grupos de riesgo. A pesar de que se desconocen muchos factores que inciden en el hecho, existen algunas hipótesis acerca de los agentes que intervienen y que pueden orientar la prevención de esta enfermedad. Entre los principales factores que podrían estar incluidos en ella, se hace especial mención a la vulnerabilidad o resiliencia individual en relación con el contexto social y cultural, la edad, el género, raza, religión o los factores genéticos. El sufrimiento, relacionado con distintas variables, que lleva a la persona a la desesperanza, es un factor determinante en la mayoría de los estudios. El suicidio hoy, no se puede considerar un fenómeno con una única causa, sino que muchos factores diversos, sociológicos, psiquiátricos y psicológicos (en su perspectiva social y clínica) entran en juego en relación con la muerte voluntaria. Teniendo en consideración estos datos, es prioritario y necesario que la conducta suicida sea prevenida y atendida eficazmente, para lo cual conviene conocer y detectar aquellos signos más o menos evidentes de ideación suicida que puedan aparecer en la clínica. Documentar la variabilidad de la práctica clínica, analizar sus causas y adoptar estrategias orientadas a eliminarla son iniciativas que inducen mejoras sustanciales en la práctica profesional y que fomentan la calidad. Entre dichas estrategias destaca la aplicación de Guías de Buenas Prácticas en Enfermería, basadas en una revisión sistemática con el propósito de dar respuesta a las incertidumbres de la práctica clínica diaria. Con la guía de valoración y cuidado de los adultos en riesgo de ideación y comportamiento suicida realizada por la Asociación Profesional de Enfermeras de Ontario (RNAO) se mejorará la calidad en la toma de decisiones clínicas basadas en la evidencia. Contribuirá a reducir la variabilidad de la práctica clínica en el manejo de la conducta suicida, ayudando a la toma de decisiones por parte de los profesionales sanitarios implicados y favoreciendo la mejora en la salud y la calidad de vida de la población. Se mejorará la información de pacientes y familiares favoreciendo su participación en la toma de decisiones y mejorar la información de toda la ciudadanía de manera que se logre reducir el estigma asociado a este problema de salud.