The Perfect American

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The Perfect American
THE PERFECT AMERICAN
Páginas 2-3
Página 4
Páginas 5-6
Páginas 7-10
Página 11
Ficha artística
Resumen
Argumento
Entrevista con Philip Glass
Dennis R. Davies y Phelim McDermott
Páginas 12-14
Reflexiones sobre mi novela, P. S. Jungk
Páginas 15-17
Biografías
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The Perfect American
THE PERFECT AMERICAN
Philip Glass (1937)
Libreto de Rudy Wurlitzer, basado en la novela
Der König von Amerika de Peter Stephan Jungk
Estreno mundial, encargo del Teatro Real
y de la English National Opera de Londres
Director musical
Director de escena
Escenógrafo y figurinista
Iluminador
Coreógrafo
Vídeo
Dirección de animación
Director del coro
Asistente del director musical
Asistente del director de escena
Director de animación
Maestros repetidores
Walt Disney
Roy
Dantine
Hazel George
Lillian Disney
Sharon
Diane
Lucy / Josh
Chuck /un médico
Abraham Lincoln y
Un empleado de la funeraria
Una secretaria
Andy Warhol
Una enfermera
Dennis R. Davies
Phelim McDermott
Dan Potra
Jon Clark
Ben Wright
Leo Warner (59 Productions)
Joseph Pierce (59 Productions)
Andrés Máspero
Carlos Chamorro
Susana Gómez
Joseph Pierce (59 Productions)
Arnaud Arbet, Mack Sawyer
Reparto
Christopher Purves (barítono)
David Pittsinger (barítono-bajo)
Donald Kaasch (tenor)
Janis Kelly (soprano)
Marie McLaughlin (mezzosoprano)
Sarah Tynan (soprano)
Nazan Fikret (soprano)
Rosie Lomas (soprano)
Juan Noval-Moro (tenor)
Zachary James (bajo-barítono)
Beatriz de Gálvez (soprano)
John Easterlin (tenor)
Noelia Buñuel (soprano)
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid)
Actores
En colaboración con:
The Improbable Skills Ensemble
Ben Ash, Francis Christeller, Greig Cooke, Dom Czapski,
Joel O’Donoghue, Rachel López de la Nieta, Marta Masiero,
Hal Smith, Sarah Storer, Cree Dawn Barnett Williams
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The Perfect American
Edición musical
The Perfect American, de Philip Glass
Libreto de Rudy Wurlitzer, basado en la novela de
Peter Stephan Jungk
Dunvagen Music Publishers (Nueva York)
Duración aproximada
Prólogo y Acto I: 1 hora
Pausa de 25 min.
Acto II: 45 minutos
Fechas
22, 24, 27, 30 de enero
1, 3, 4, 6 de febrero
20.00 horas; domingos, 18.00 horas
Retransmisiones
La ópera se retransmitirá en directo el 6 de febrero, a las 20 horas,
en el Palco Digital del Teatro Real (www.palcodigital.com)
y en diferido en las cadenas de televisión TVE (España),
ARTE (Francia y Alemania), WDR (Alemania), France Televisions
y NHK (Japón).
También se podrá escuchar, en diferido, a través de Radio Clásica,
de RNE, en fecha todavía por determinar.
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The Perfect American
RESUMEN
Acusado de racista y de antisemita (aunque sin pruebas concluyentes de esto último), Walter Elias Disney (19011966) fue el creador de la mayor industria de cine de animación, cuyos productos han alcanzado una difusión
universal. Los seres de la factoría Disney son animales a los que se aplica una sistemática prosopopeya, y cuya
dimensión humanizada (conseguida mediante una base de imágenes de actores, la expresión de cuyos rostros se
adaptaba posteriormente al dibujo de los personajes) ha contribuido de forma decisiva a configurar el imaginario del
más edulcorado american dream en el periodo de entreguerras. Pero la marca Disney es merecedora de
reconocimiento por el asombroso acabado técnico de sus trabajos y por sus innovaciones técnicas, que le
permitieron realizar en 1928 el primer cartoon con sonido sincronizado (Steamboat Willie, protagonizado por Mickey
Mouse, doblado, por cierto, por el propio Disney) o la primera película de dibujos de la duración de un largometraje
estándar, Blancanieves y los siete enanitos, de 1937. La posterior degradación y empobrecimiento formal de los
productos de la factoría no empaña el carácter pionero de sus mejores realizaciones.
Autor de diecisiete óperas, Philip Glass (1937) fue uno de los creadores del minimalismo estadounidense, junto con
La Monte Young, Steve Reich y Terry Riley, estética de la que se distanció paulatinamente buscando una escritura
más simple y una forma menos compleja. Su música se basa en la repetición de secuencias que, si bien están
construidas con material plenamente diatónico, pierden el sentido y la direccionalidad propia de la música tonal al
provocar una suerte de congelación temporal. Pulsante, con fuerte insistencia sobre ritmos muy marcados, la música
de Glass tiene evidentes correlaciones con el rock y el pop, y de ahí la ocasional colaboración del músico de
Baltimore con artistas como Paul Simon, Suzanne Vega o Laurie Anderson. El encuentro entre Glass y Disney era
previsible e inevitable: se trata de dos exponentes altamente representativos de cierta estética estadounidense.
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The Perfect American
ARGUMENTO
Prólogo
Walt Disney despierta de su sueño alarmado por la presencia de una lechuza. El coro alaba la magia del mundo de
Disney.
Acto I
Escena primera
Walt y su hermano Roy cantan a la felicidad que existe en la granja en Marceline, donde los sueños se hacen
realidad: William Dantine, un antiguo empleado, quiere saludar a Walt, que le ignora.
Escena segunda
El hospital. Walt, ya anciano, lamenta el paso del tiempo. La enfermera, Hazel George, a quien Walt llama
Blancanieves, le besa en la frente: Walt se duele de que su apellido ya no es sino la marca de una fábrica, y pide que
lo criogenicen para despertar algún día curado y convertirse en el nuevo Mesías. Recibe entonces la visita de su
esposa, sus hijas y su hermano junto con el coro de directivos de la fábrica. Ante la bandera de las barras y estrellas,
Walt les hace jurar que jamás pronunciarán la palabra “morir”.
Escena tercera
Sede de Disney en Los Ángeles, años atrás. Walt y Roy deploran no haber adquirido más terrenos para evitar la
invasión de gasolineras, hoteles, restaurantes y tiendas de ropa. Walt, que dice ser de la misma materia que Henry
Ford y Thomas Edison, está convencido de que Ronald Reagan llegará a presidente si sigue sus consejos. Dantine
entra súbitamente y acusa a Walt de haberle despedido injustamente. Dos directivos le hacen salir.
Escena cuarta
Casa de Disney en Bel-Air. Walt es despertado por su esposa Sharon, que trae buenos informes médicos y que, junto
a sus hijas, le ofrece diversos regalos de cumpleaños. Llama a la puerta la niña Lucy, que entra en escena con una
máscara de lechuza y que no da la menor muestra de emoción al saber que Walt es el padre del Pato Donald y de
Mickey Mouse. Walt recuerda entonces que con siete años fue atacado por una lechuza, a la que mató.
Escena quinta
Disney conversa con un autómata que reproduce la figura de Abraham Lincoln, pero que no funciona debidamente.
Walt le recuerda que ambos tuvieron humildes orígenes y que ambos encarnan el espíritu de América, pero le
reprocha que la libertad de los negros haya ido demasiado lejos. El muñeco de Lincoln afirma con entusiasmo que ni
todos los ejércitos del mundo podrán aplastar a EEUU.
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The Perfect American
Acto segundo
Escena primera
Roy Disney, en su oficina, recibe a Andy Warhol, decidido a hacer un retrato seriado de Walt porque, a su entender,
ambos son la misma persona, pues ambos han retratado la belleza de América y ninguna de sus fealdades.
Escena segunda
Walt, en el jardín de su casa de Holmby Hills, está montado en un tren en miniatura junto a su esposa e hijas. El tren
descarrila al aparecer Dantine: Walt recuerda haberle despedido por haber intentado crear un sindicato. Dantine le
acusa de no haber ideado ni uno solo de los personajes que le han hecho famoso.
Escena tercera
Unidad de cuidados intensivos. El anciano Disney conversa con Josh, el niño que ocupa la cama vecina, emocionado
al conocer su identidad, porque es su héroe. La enfermera les recomienda salir a caminar.
Escena cuarta
El doctor informa a Sharon y sus hijas de que hay que extirpar a Walt el pulmón izquierdo a consecuencia de un
cáncer.
Escena quinta
Josh y Walt caminan por el pasillo del hospital. El niño le pregunta cómo tuvo tiempo de crear tantos millones de
dibujos y tantos personajes. Walt dice que no es él quien dibuja, sino quien decide. Josh afirma entonces que es
como Dios, a lo que Walt asiente. El niño regresa a su habitación y Walt huye al aparecer Lucy disfrazada de lechuza.
Escena sexta
Walt agoniza en el hospital ante el coro de directivos y el resto de los personajes, que cantan al mundo en que los
sueños se hacen realidad.
Epílogo
Dantine habla con el empleado de la funeraria: éste le informa de que Walt será incinerado. El coro alaba a
Disneylandia, donde todo es hermoso y no se pronuncia la palabra “morir”.
José Luis Téllez
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The Perfect American
ENTREVISTA CON PHILIP GLASS
«Un fenómeno americano fundamental»
[Revista del Real] Considerado el padre del minimalismo –su ópera Einstein on the Beach es la biblia de este
movimiento-, usted prefiere definirse como un compositor cuya música se basa en la repetición de esquemas
rítmicos. ¿Por qué?
[Philip Glass] El término hace referencia a un periodo específico de unos doce años, desde mediados de los sesenta
hasta Einstein on the Beach. Yo no creo que sea el padre, siempre me he considerado más bien como un primo…
Además, es una palabra que va perdiendo significado a medida que pasa el tiempo, ya que el grueso del trabajo que
yo he desarrollado es posterior. Para mí, Einstein on the Beach fue en realidad el final de una época, no tanto el
comienzo.
[RR] En su formación musical destacan sus estudios con Darius Milhaud y Nadia Boulanger, así como su colaboración
con Ravi Shankar, con quien indagó en los procesos aditivos de la música india. ¿Qué recuerdos guarda de esta
etapa?
[PhG] Fue un periodo muy intenso de estudio, ya que tuve que aprender todo de nuevo, retomar la práctica de
técnicas básicas de composición: armonía, contrapunto, análisis... A partir de esta experiencia y del trabajo con Ravi
Shankar, comencé a desarrollar un nuevo lenguaje musical, que me llevaría al minimalismo, que entonces no
formaba parte del establishment musical. Aquello cambió rápidamente en 1976 cuando estrené Einstein on the
Beach en el Met. Se hizo famosa enseguida en todo el mundo y supuso un punto de inflexión. Podía dedicarme a
hacer mi propia música, por lo que me considero muy afortunado.
[RR] Y eso no depende solo del genio sino también de la oportunidad…
[PhG] Sí, es cierto. En mi caso, en el momento en que empecé a trabajar y a ser conocido, el gran periodo de la
música dodecafónica estaba terminando. Fue un gran periodo con compositores dotados de mucho talento, pero
estaba claro que no les seguiría un grupo nuevo; había que comenzar desde algún otro punto. Era realmente el final
de aquella escuela que había empezado con Schönberg y Berg hacia 1912, y sabíamos que el futuro de la música no
estaba en el pasado. En el ámbito de la música, yo no pienso en la tradición del pasado porque es un modo de
sentirse libre de esta especie de prejuicio que intenta asignar valor histórico a cualquier trabajo.
[RR+ La temática de muchas de sus óperas bebe de fuentes literarias (Cocteau, Doris Lessing…). ¿De dónde nace esta
necesidad de acudir a referentes literarios?
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The Perfect American
[PhG] Esto sucede también con The Perfect American, que procede de un libro. Yo creo que no se trata tanto de
necesidad, cuanto de afinidad. En mi caso sucede que además de una educación musical convencional, tuve también
una formación universitaria, lo que es bastante inusual entre los músicos. Lo que me fascina del teatro es poder
trabajar con el escritor, con el dramaturgo. Habitualmente, como en el caso de The Perfect American, leo el libro y a
partir de él hago un esbozo de las escenas. Lo que me atrae de ello es poder trabajar sobre una interpretación de la
obra que puedo desarrollar, por lo que mi relación con el escritor es muy, muy activa. Conocí a Peter Stephan Jungk,
quien aceptó ceder la historia y entendió que yo quisiera trabajar con otro, aunque ha estado completamente
involucrado en todas las conversaciones. Leyó todos los bocetos e hizo sus comentarios. Contar una historia sobre la
escena es muy diferente a contarla en un libro, ya que no tienes mucho tiempo. Con The Perfect American pude
establecer las directrices de la obra, y para cuando el libreto estuvo acabado yo ya tenía una idea muy clara de cómo
debía ser la música.
[RR] La ópera se estructura en trece escenas sin conexión cronológica entre ellas, flashes que se encadenan en una
estructura que recuerda a otras producciones suyas como Corvo branco. ¿Cómo se ha desarrollado esta
deconstrucción en la partitura?
[PhG] Bueno, la obra termina con la muerte de Walt Disney y trata sobre los últimos tres meses de su vida. Comienza
con una celebración en su pueblo natal y termina con su muerte. Entre estos dos hitos, se suceden trece escenas, le
vemos envejecer, ir al hospital, etc., por lo que sí hay cierta cronología, nos vamos acercando poco a poco hacia su
final. No nos preocupamos mucho por la cronología, simplemente nunca perdimos de vista el hecho de que esta era
la historia de la muerte de una personalidad muy poderosa y creativa.
[RR] En The Perfect American, se presenta a Walt Disney como un megalómano, hipocondríaco, anclado en el
pasado, que se cree un hombre hecho a sí mismo, impulsor de un gran imperio, muy a la americana…. ¿Qué aspectos
de él ha resaltado más en la partitura?
[PhG] Todo lo que ha apuntado está en la ópera. Me gustaría puntualizar una cosa: cuando escribo una ópera, esta
no es un documental. Como diríamos en el lenguaje de los antiguos griegos, la ópera es una especie de poesía. Las
fuentes de la poesía son en parte el mundo real pero también el mundo de los sueños. Si realmente quieres conocer
la vida de Walt Disney, hay muchos libros para conocer detalles sobre fechas y cosas por el estilo, pero no hay
manera de hacer esto en una ópera.
[RR] Entonces, ¿qué es?
[PhG] Es como un sueño. Teniendo este concepto en mente podemos hablar de una cierta interpretación, porque va
saltando de un mundo al otro, este es el carácter de los sueños. El mundo del sueño y el trabajo creativo son muy
semejantes. Los dos constituyen un lenguaje común a los seres humanos.
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The Perfect American
Todos soñamos y todos somos también creadores. En parte creamos el mundo en el que vivimos que es
parcialmente, y quizá sustancialmente, resultado de nuestros sueños. La gente tiene visiones muy diferentes de la
realidad, de las relaciones, de la vida, de la muerte, de las cuestiones esenciales sobre la naturaleza humana… Por
ello, es en la riqueza de los sueños donde encontramos la profundidad y el sentido de nuestra existencia. El público
que vea The Perfect American hará su propia interpretación aunque pensará que el autor está proponiendo tal o cual
cosa. Y, sin embargo, es el espectador quien lo está haciendo.
[RR]¿Y de dónde nace su interés por esta figura?
[PhG] Uno de los aspectos más interesantes sobre Walt Disney es que es un fenómeno americano fundamental. No
tuvo una educación sólida, era una persona más bien ordinaria en ese sentido, pero tenía una gran visión del cine y
de la forma de contar historias, y a través de ello fue capaz de crear todo un universo que es conocido a nivel
mundial.
Con un pie en las nubes
[RR+ Sí, en un cierto momento, él dice: “Soy más famoso que Jesús”…
[PhG] ¡Y es cierto! Su audiencia es muy amplia, mucho más de lo que cualquier otro creador pueda alcanzar. Es un
auténtico fenómeno. Al mismo tiempo que tiene una enorme capacidad para conmover y llegar a la gente, es una
persona realmente ordinaria, anodina, pero esto no le hace más débil, sino más fuerte. Es su complejidad lo que
resulta atractivo. La gente que a mí me interesa es aquella que tiene un pie en la tierra y otro en las nubes, porque
en ellas podemos vernos reflejados mucho más a menudo que en gente o muy mala o maravillosa.
[RR] Walt Disney ha determinado la forma de ver el mundo de millones de niños. ¿Qué cree que les inculca con su
visión de un mundo infantilizado?
[PhG] Bueno, esa es una pregunta difícil y no estoy seguro de la respuesta. Disney es capaz, por ejemplo con
Fantasía, de pasar del mundo elevado del arte al mundo del entretenimiento. En este sentido se trata de un
fenómeno americano esencial, porque nosotros crecimos en una sociedad en la que existía una cultura popular y una
alta cultura que se mezclan, cosa que no ocurre en Europa, donde existe una importante división entre música
clásica y música popular.
[RR]¿Y quién es Dantine?
[PhG+ Dantine es un personaje curioso, es “el otro”, el contrapunto de Disney. Los que trabajaban para él reconocían
que lo que lograron no podrían haberlo hecho sin él, que les inspiraba y sabía exactamente lo que quería. Dantine le
reprocha no ser el autor de los dibujos, pero este era el trabajo de los dibujantes.
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The Perfect American
Él es quien le dice: “No eres tan importante, no eres más que un empresario esclavista y con éxito”, manifestando su
amargura y al mismo tiempo, poniendo en evidencia la elevada percepción que Disney tenía de sí mismo.
[RR+ Disney era un egocéntrico…
[PhG] ¡Sí, lo era! Yo compuse tres óperas basadas en los trabajos de Cocteau. Muchas de las cuestiones que han
surgido en esta ópera estaban en aquellas: sobre la vida, la muerte, el arte… Y seguramente, Cocteau era tan
egocéntrico como Disney. Para los artistas es difícil encontrar el equilibrio con la humildad, ya que una de las
principales cuestiones del ser humano es que para alcanzar el éxito necesita tener un alto concepto de sí mismo. Esto
lo descubrí también al componer una ópera sobre Gandhi. Resulta curioso que fuera al mismo tiempo una persona
muy humilde pero también bastante arrogante. ¡Gandhi! ¡Arrogante! ¿Puede creerlo? Disney era una persona que
vivía rodeada de cientos de personas que le adulaban constantemente, algo que a veces manejaba muy bien y otras
no tanto. Esto puede sucederle a cualquiera… Es el destino de los seres humanos, luchar contra sus contradicciones.
Cuando haces una ópera sobre alguien como Walt Disney tienes la oportunidad de ventilar estas cuestiones. No
podemos resolver los problemas, pero incluso reconocerlos ya supone un logro, pues la mayoría del tiempo lo único
que hacemos es negarlos.
Ruth Zauner / Ana García
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The Perfect American
DAVIES & MCDERMOTT
Un tandem “perfecto” para Glass
Pisan por primera vez este escenario madrileño, pero cada uno de ellos –Davies y McDermott– lleva en estas lides
toda una vida. Sus trabajos se han dado a conocer en el mundo del teatro lírico desde hace tiempo. Dennis R. Davies
es un director musical y pianista estadounidense que se ha labrado una sólida carrera que abarca los compositores
contemporáneos y los grandes clásicos de la música lírica o sinfónica. Phelim McDermott es un director de teatro
inglés que va del teatro independiente contemporáneo a la escena de los grandes teatros de ópera. En fin, un
tándem “perfecto” para este nuevo proyecto de Philip Glass en el Real.
Dennis Russell Davies
Como él mismo comenta: “he interpretado y dirigido la música de Philip durante muchos años *más de treinta+,
incluyendo los estrenos de seis sinfonías, algunas de sus óperas y los estudios para piano... Con cada nuevo trabajo
me ha ido mostrando cada vez más la habilidad con la que Philip ha ido refinando y ampliando las posibilidades
expresivas de su lenguaje musical con el fin de conmover a su público”. Aunque este director de orquesta ha
trabajado la producción musical de los grandes autores clásicos del repertorio sinfónico, se ha centrado en la obra de
importantes compositores contemporáneos: Hans Werner Henze, William Bolcom, Lou Harrison, Alan Hovhaness,
John Cage, Giya Kancheli, Arvo Pärt, Virgil Thomson, Aaron Copland y de forma especial en las creaciones sinfónicas,
líricas y pianísticas de Glass –como director pero también como intérprete–. Actualmente Davis es profesor de
dirección de orquesta en el Mozarteum de Salzburgo y director musical de la Orquesta Sinfónica de Basilea.
Phelim McDermott
Este polifacético hombre de teatro escribe, dirige y actúa en numerosos espectáculos en los escenarios de Inglaterra
y Estados Unidos. Aunque su actividad se centra en el teatro, tiene tiempo para desarrollar nuevos proyectos en el
mundo de la ópera. McDermott ya ha trabajado en otra ocasión con Philip Glass. En 2008 realizó el montaje de
Satyagraha para el Metropolitan de Nueva York. En esta ocasión el propio Glass señaló en una entrevista con
McDermott que “la vida de una ópera está en la recreación que de ella hacen sus intérpretes; el autor es solo el
punto de partida”. Y añadió, refiriéndose a la labor de McDermott, que “la realización del espectáculo –lo que
contribuye a hacer real una ópera– es un trabajo muy duro en torno a la música”. Es sabido que en el mundo del
teatro este director es un audaz creador de espacios hipnóticos con todos los elementos escénicos que utiliza:
marionetas, objetos corpóreos e imágenes proyectadas. En la actualidad trabaja con su compañía The Improbable
Skills Ensemble.
Víctor Pagan
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REFLEXIONES SOBRE MI NOVELA
El perfecto americano y Walt Disney
El nombre Walt Disney, gran icono del siglo XX, me acompaña desde que tengo memoria. Y ello a pesar de que crecí
sin televisor en casa: mis padres me dejaban sentar frente al aparato de televisión, a mí, hijo único, solo cuando
estábamos de viaje por la costa este de los Estados Unidos o en Europa. Así que asocié mi excitación por abandonar
Los Ángeles (donde trascurrieron mis primeros años de vida) con instantes en habitaciones de hotel en los que veía
películas de dibujos animados de los Estudios Disney. Lo que más me atraía por aquel entonces eran los
cortometrajes sobre Mickey Mouse y el Pato Donald: me fascinaban y era adicto a ellos. Solo muchos años después
vi en el cine las obras largas Blancanieves y Pinocho, Bambi, Fantasía o Ciento un dálmatas.
Ya cuando tenía seis o siete años, un amigo íntimo de mi padre, el físico y médico del espacio alemán Heinz Haber,
me contó numerosas anécdotas sobre su jefe Walt Disney –cautivándome con sus historias sobre el estudio en
Burbanke. Haber trabajó como “Chief Science Consultant” para Disney, creó primero una película y un libro sobre el
uso pacífico de la energía atómica, y pocos años después el programa de televisión Man and the Moon, que en los
últimos años 50 del siglo XX debía dar la impresión de que los vuelos a la Luna no eran pura utopía. El modo en que
Haber habló de Disney lo recuerdo como si fuera hoy. Lo adoraba, admiraba e idealizaba, lo veía como una de las
grandes personalidades de la historia universal.
A finales de la década de los ochenta del siglo pasado decidí a acercarme a la biografía de Walt Disney, la vida de un
hombre que ya con treinta años era una celebridad internacional. Acababa de terminar una biografía sobre Franz
Werfel (1890-1945) y, tras este trabajo en el que estuve inmerso cuatro años, me había jurado a mí mismo que no
volvería a escribir jamás una biografía real. Estaba decidido a atreverme con otra cosa que me permitiera libertades
para inventar ciertos aspectos de una biografía. Disney, un mito, en muchos aspectos no del todo una figura “real”,
me parecía hecho a la medida para una obra de este tipo. Para empezar leí todas las biografías existentes sobre
Disney, en primer lugar el espléndido estudio de Richard Schickel, The Disney Version, o la de Bob Thomas, Walt
Disney - A Biography.
La imagen que me ofrecían era un tanto diferente a aquella hagiografía que me había proporcionado Heinz Haber.
Me fascinó cómo Disney se apropiaba y consideraba suyo todo lo que se creaba para él. Todas las creaciones que sus
cientos de colaboradores elaboraban para él, las engullía el nombre Walt Disney, perdiéndose en una especie de
agujero negro cósmico. Todos los dibujantes que trabajaban para Disney lo sabían desde el principio. En los
contratos de trabajo se detallaba incluso: “Si usted desea trabajar para nosotros, debe saber que su nombre será
silenciado o saldrá en segundo plano”.
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The Perfect American
Decidí escribir una pieza teatral sobre Walt Disney, en la que fui mucho más lejos que en los diálogos ideados por el
método del Nuevo Periodismo, y escenifiqué etapas completas de su vida incluyendo posibles enemistades y
amoríos. Dibujé sobre todo la figura de un antiguo colaborador furibundo, Wilhelm Dantine, procedente de Viena,
que se siente maltratado, despreciado y manipulado, y le busca varios años después de su despido, para vengarse de
la supuesta injusticia. Recuerdo todavía vivamente mi entusiasmo durante la escritura de la obra de teatro: ¡iba a ser
un triunfo en Broadway! ¿Cómo es que nadie antes de mí se había atrevido con el tema? ¡Ojalá acabara mi obra
antes de que a otro se le ocurriera la misma idea!, pensaba continuamente. Pero en cuanto la terminé, tuve la
sensación de que había fracasado, y la metí en el cajón.
Sólo cuando se acercaba el centenario del nacimiento de Disney la volví a recordar, recuperé la obra del cajón y la
convertí en una novela. En esta biografía novelada aparecían de nuevo algunos elementos de la obra original como la
furibunda contrafigura de Wilhelm Dantine, pero también la reproducción en Animatronic de una reparación que
representa a Abraham Lincoln, o la enfermera del estudio Hazel George, de la que sigo convencido hasta hoy que
estaba más estrechamente unida a él que su propia familia. Der König von Amerika (El rey de América), que apareció
en otoño de 2001, se convirtió en una obra nueva en muchos aspectos. Entre tanto, además, ha sido traducida a
cinco lenguas y a partir de enero de 2013 recorrerá el mundo bajo otra forma: una ópera compuesta por Philip Glass.
La elegante y ágil firma de Disney, que tan bien conocemos, se convirtió para mí en la clave de su personalidad: se la
puede ver en cada uno de los productos Disney, pero fue uno de sus numerosos dibujantes el que la rasgueó en una
ocasión para él, y Walter intentó imitarla una y otra vez laboriosamente. Uno se siente profundamente asombrado
ante el hecho de que uno de los hombres más influyentes del siglo XX, cuyo nombre seguirá teniendo sentido para
los seres humanos dentro de doscientos o trescientos años, en el fondo no creara a ninguno de sus célebres
personajes personalmente. Sólo a través de la irradiación carismática de su personalidad, consiguió que cientos de
artistas dieran lo mejor de sí, lo extraordinario de sí mismos, para ornarse con estas plumas ajenas. Sin sus ideas, sus
visiones, todas aquellas películas que llevan su nombre no existirían.
Describo a Walt Disney como una persona reaccionaria y autoritaria, pero por otra parte también como un hombre
que no podía soportar la visión de una gota de sangre, sufría insomnio y lloraba con facilidad. Era un ser
atormentado, padecía constantes depresiones, y pese a su fama y el mayor respeto que suscitó –acumuló 32 Óscar e
innumerables galardones más–, siempre dudaba de sí mismo. Era alcohólico, bebía whisky incluso de día, era un
fumador compulsivo y tomaba pastillas continuamente, ya que padecía enormes dolores de espalda. El peso de su
trabajo era inmenso, pues en sus estudios no pasaba nada sin que él lo supervisara: él era el controlfreak absoluto.
Todo lo poco que no era capaz de generar en el aspecto creativo, pues eso se lo dejaba a su ejército de talentosos
dibujantes –“soldados”, se plasmaba por el contrario en una involucración absoluta en cada segundo de sus
películas, cada milímetro de sus parques temáticos, cada mínimo detalle del sistema de sus estudios.
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The Perfect American
Al mismo tiempo, íntimamente, siempre fue un niño al que le gustaba recorrer el jardín de su propiedad, una villa en
Beverly Hills, con un modelo de locomotora construida a escala 1:8. En cada discurso público repetía la misma frase:
“Durante toda mi vida me oculté tras un ratón y un pato”. Con motivo de la inauguración de Disneyland, en Anaheim
en 1955, apareció sobre el escenario con un globo sin pronunciar palabra; y ya no se separó de él todo el día. En
Disneyland poseía una vivienda del tamaño de una casa de muñecas en la que pasaba la noche a menudo. Como un
niño visitaba su propio Disneyland, en muchas ocasiones en medio de la noche y completamente solo.
Era un hombre inculto que continuó siendo toda su vida un joven sencillo del campo. Durante la escritura de la
novela, visité el lugar en el que había crecido: a semejanza de la enigmática palabra “Rosebud” de Ciudadano Kane,
que el legendario magnate de la prensa susurra en su lecho de muerte, la pequeña localidad de Marceline en el
estado de Missouri representa casi todo lo que conformó a Walt Disney. Pequeño nudo ferroviario, Marceline
mantuvo su apariencia por completo rural. Como Mark Twain y Harry Truman, también Walt Disney pasó su infancia
en el campo en Missouri, en el corazón del Medio Oeste americano. Cuando la pequeña ciudad festejó en 1938 el
cincuentenario de su fundación, el periódico local le pidió al mundialmente famoso personaje su comentario. “Los
acontecimientos más importantes de mi vida se produjeron en Marceline”, escribió, “siendo niño experimenté y
comprendí allí más de lo que posiblemente comprenderé y experimentaré jamás en el resto de mi vida”. En
Marceline me muestran un alto olmo que creció en el que fuera el terreno de la granja de los Disney, que éste
calificó como su “Bellybutton Tree”, como su “árbol umbilical”, pues de niño es donde se echaba a su sombra. Sobre
todo en la calle principal de Marceline, la Kansas Avenue, bordeada a ambos márgenes por edificios bajos y
provincianos, comprendí el significado de este lugar para la biografía de Walt Disney. Cada edificio singular se
asemejaba sorprendentemente a los distintos edificios a lo largo de la calle principal de Disneyland, La Main Street
USA; Disney les encargó a los arquitectos de su ciudad ideal: ¡reconstruidme la Marceline de mi infancia!
Tras mi viaje a Marceline, vi a Walt Disney desde una perspectiva diferente y más clemente: no se me hizo más
simpático, pero lo comprendí mejor. Su biografía es, en cierto sentido, trágica. Procedente de orígenes sencillos, creó
un imperio increíble. Pero pocos meses antes de su muerte, declaró: “¡Si todavía contara con quince años, todo lo
que sería capaz de crear dejaría a la sombra lo que hasta ahora he hecho!”. Relativamente pronto, con 65 años,
murió en diciembre de 1966 de un cáncer de pulmón. Su último deseo no se cumplió: él quería que con la por
entonces todavía joven técnica de la crionización se le congelara y se le conservara en Disneyland. Un día, según sus
fantasías, se le despertaría de sus sueños, se curaría su enfermedad y reviviría. Su familia lo consideró uno más de
sus delirios mentales. No sólo no le congelaron sino que hicieron incinerar sus restos.
Peter Stephan Jungk
Autor del libro El americano perfecto
Traducción de Ruth Zauner
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The Perfect American
BIOGRAFÍAS
Philip Glass
Compositor
Nació en Baltimore, Estados Unidos (1937). Graduado de la Universidad de Chicago y la Juilliard School de Nueva
York. En el comienzo de la década de 1960, Glass pasó dos años de intensos estudios en París con Nadia Boulanger,
en donde conoció al músico indio Ravi Shankar. En 1974 ya había creado una extensa colección de nueva música para
The Philip Glass Ensemble y para la Mabou Mines Theater Company. Este período culminó con la Music in Twelve
Parts, y la ópera Einstein on the Beach en la cual colaboró con Robert Wilson. Desde entonces, ha compuesto música
para danza, teatro, ópera, cine, conjuntos de cámara y orquestas. Sus composiciones han recibido nominaciones a
los premios Oscar (Sinfonía nº 7 y Sinfonía nº 8), Academy Awards (Kundun, The Hours, Notes on a Scandal) y un
Globo de Oro (The Truman Show). Entre las óperas que ha compuesto, se encuentran Waiting for the Barbarians
(estrenada en 2005), Satyagraha, Orphée y The Voyage, obras que han sido apreciadas en la English National Opera,
el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de Linz y la Ópera de Portland.
Dennis Russell Davies
Director musical
Nació en Toledo (Ohio) y se graduó de la Juilliard School. Muy apreciado en el campo operístico y orquestal por su
amplio repertorio y brillantez técnica. Actualmente es director musical de la Bruckner Symphony Orchestra y de la
Ópera de Linz, así como de la Orquesta Sinfónica de Basilea. Fue nombrado director musical de la Orchestre Français
des Jeunes en 2011, agrupación con la que ha realizado giras en Francia, Alemania y Austria. En el terreno operístico
ha dirigido obras como Fidelio, La zorrita astuta, Die Meistersinger von Nürnberg, La traviata, Le nozze di Figaro y Les
contes d’Hoffmann en centros líricos de gran prestigio, como el Metropolitan de Nueva York, la Opéra national de
Paris, la Staatsoper de Hamburgo, la Bayerische Staatsoper de Múnich y los festivales de Bayreuth y de Salzburgo. Ha
colaborado con distinguidos creadores teatrales, como Harry Kupfer, Robert Wilson, Götz Friedrich y Achim Freyer.
Como director o pianista, tiene más de ochenta grabaciones comerciales en el mercado, algunas de las cuales han
sido premiadas por la crítica. Ha grabado todas las sinfonías de Bruckner, Haydn y Glass. En el último año ha dirigido
Der Rosenkavalier y Maria Stuarda en la Ópera de Linz y Wozzeck en la Ópera de Basilea.
Phelim McDermott
Director de escena
Ha dirigido y actuado desde 1984. Fue cofundador, con Julia Bardsley, de dereck dereck Productions. Desarrolló, con
Julian Crouch y Elephant Eye Productions, una versión musical de The Addams Family para Broadway.
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The Perfect American
Entre otros espectáculos teatrales que ha dirigido, se encuentran Alex (The Arts Theatre), The Ghost Downstairs
(Oeicester Haymarket), Dr. Faustus and Improbable Tales (Nottingham Playhouse), The Servant of Two Masters
(West Yorkkshire Playhouse) y Midsummer Night’s Dream (English Shakespeare Company). Dirigió la Gala del 125
Aniversario de la Metropolitan Opera de Nueva York. Con la agrupación Improbable ha colaborado en producciones
como Lifegame, Animo, Coma, Spirit, Sticky, Cinderella, The Hanging Man y Theatre of Blood. Ha dirigido la ópera
Satyagraha, en 2010 para la English National Opera londinense y la reposición en 2011 para el Metropolitan Opera
de Nueva York. Ha recibido numerosos premios por su actividad artística y en 2004 fue nombrado doctor honorario
por la Universidad de Middlesex. Recientemente ha dirigido el espectáculo lírico The Enchanted Island en el
Metropolitan Opera de Nueva York.
Christopher Purves
Walt Disney
Nació en Cambridge y antes de dedicarse a la ópera perteneció al grupo de rock Harvey and the Wallbangers. Debutó
como barítono en la English National Opera interpretando el personaje de Masetto (Don Giovanni). Ha colaborado
estrechamente con el director Richard Jones, en títulos como Wozzeck en la Welsh National Opera, Falstaff en el
Festival de Glyndebourne y Tonio de Pagliacci en la English National Opera. Otras apariciones operísticas incluyen
Gianni Schicchi en la Royal Opera de Londres, Peter Grimes en el Teatro alla Scala de Milán, Lescaut de Manon
Lescaut en la Opera North, y Al gran sole carico d’amore de Nono en el Festival de Salzburgo y en la Staatsoper de
Berlín. Recientemente ha participado en el estreno mundial de Written on Skin de Benjamin, producción que se ha
visto en el Festival Aix-en-Provence, la Nederlandse Opera de Ámsterdam y el Capitole de Toulouse.
David Pittsinger
Roy
Este bajo-barítono estadounidense se graduó en la Universidad de Connecticut y en la Escuela de Música de Yale. Se
ha presentado en prestigiosos escenarios líricos y posee un amplio y variado repertorio que incluye el protagonista
de Mefistofeles de Boito (Ópera de Pittsburgh), los cuatro villanos en Les contes d’Hoffmann (Ópera de Filadelfia),
Rodolfo en La sonnambula (Teatro Massimo de Palermo), Seneca de L’incoronazione di Poppea (Theater an der
Wien), Escamillo en Carmen (Ópera de Santa Fe), Scarpia en Tosca y Don Giovanni (Florida Grand Opera). Es un
invitado frecuente en el Metropolitan de Nueva York donde ha cantado en producciones como Tosca, Don Carlo,
Thaïs, La bohème, Lulu y Hamlet de Ambroise Thomas. Recientes compromisos le han llevado a San Francisco, Viena
y Nueva York donde ha participado en títulos como Die Zauberflöte, Iolanta y Manon, respectivamente.
(www.davidpittsinger.com)
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The Perfect American
Donald Kaasch
Dantine
Nació en Denver y al finalizar sus estudios musicales fue admitido en el programa de jóvenes cantantes de la Lyric
Opera de Chicago, en donde interpretó papeles principales de tenor, su cuerda, para dar el salto a una consistente
carrera internacional que le ha llevado al Metropolitan de Nueva York (La clemenza di Tito), la Opernhaus de Zúrich
(Mitridate, re di Ponto), la Opéra national de Paris (Die Zauberflöte), el Festival de Salzburgo (Tancredi), la Royal
Opera House de Londres (Don Giovanni) y el Teatro alla Scala de Milán (Faust), entre otros prestigiosos escenarios.
Recientemente ha interpretado a Herodes (Salome) en Lieja y Tichon (Katia Kabanova) en París. En el Real ha
cantado en Boris Godunov de Musorgski, Rise and Fall of the City of Mahagonny de Weill e Il prigioniero de
Dallapiccola.
Janis Kelly
Hazel George
Reconocida como una de las más destacadas cantantes actrices de su generación, su desempeño artístico la ha
llevado a participar en el mundo de la ópera, el cine y la televisión. Estudió en Glasgow, Londres y en París. Ha
mantenido una larga relación con la English National Opera, en donde ha interpretado a la Condesa (Le nozze di
Figaro), Romilda (Xerxes), Despina (Così fan tutte) y el titular de Alcina. Otros personajes han sido Violetta (La
traviata), Magda (La rondine), Iris (Semele), Miss Jessel (The Turn of the Screw) y el papel principal de La zorrita
astuta en escenarios como la Ópera de Flandes, el Liceu de Barcelona, el Capitole de Toulouse, la Opera North (Reino
Unido) y el Festival de Aix-en-Provence. Recientemente ha sido Madame Jouvenot (Adriana Lecouvreur) en la Royal
Opera de Londres, Mrs. Nixon (Nixon in China) en el Metropolitan de Nueva York y a Lady Billows (Albert Herring) en
la Ópera de Los Ángeles.
Marie McLaughlin
Lillian Disney
Esta reconocida soprano escocesa cursó sus estudios musicales en su ciudad natal, Glasgow, y en Londres. Su
repertorio incluye, entre otros personajes, a Micaela (Carmen), Donna Elvira (Don Giovanni), Hanna Glawari (Die
lustige Witwe), Violetta (La traviata)‚ Susanna (Le nozze di Figaro) y Despina (Così fan tutte). Ha colaborado con
directores musicales (Barenboim, Bernstein, Haitink, Mackerras, Levine, Sinopoli) y escénicos (Guth, Jones, McVicar,
Pasqual) de gran prestigio. Es invitada con regularidad en escenarios como el Metropolitan de Nueva York, la
Staatsoper de Viena, la Royal Opera de Londres, la Opéra national de Paris, y los festivales de Glyndebourne, Aix-enProvence y Salzburgo. Recientemente ha interpretado el personaje de Marcellina (Le nozze di Figaro) en París, Milán
y Barcelona. En el Teatro Real ha cantado en The Turn of the Screw.
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