Niños de la calle en México

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OBJETO DE ESTUDIO.
Mi objeto de estudio se enfoca a los indigentes que viven en México, especialmente los niños de la calle.
Estos niños de la calle, viven en condiciones deplorables Los niños en la calle o niños trabajadores: son
aquellos que realizan actividades dentro de la economía informal, vendedores, payasos, pepenadores,
cargadores de bultos, etc. Estos generalmente no tienen un vinculo con sus familias o en su defecto lo
mantienen en malas condiciones contribuyendo a la economía familiar.
Mi objetivo es crear conciencia sobre el problema que vivimos en el país además de que al conocer el
problema podremos ser parte de una solución optima y satisfactoria.
JUSTIFICACIÓN DEL TEMA.
La justificación es obvia, este problema, si bien lo vemos día con día no hacemos nada al respecto. Es
necesario para el correcto desarrollo del país atacar los sectores mas marginados, es decir las personas que
tienen los recursos necesarios para una vida digna, sin esto el país jamás saldrá adelante, además de que si es
algo que vemos día con día, por lo menos debemos conocer un poco mas de este tema, causas y
consecuencias.
Este problema a tomado un carácter alarmante ya que ha crecido considerablemente en los últimos años,
además de que un contingente de niños indígenas se han incorporado a los ámbitos callejeros, en ocasiones
acompañados con sus familias que también viven de las actividades económicas informales.
HIPÓTESIS.
Las crisis económicas determinan de manera alarmante el crecimiento en el número de niñas y niños que
viven y trabajan en la calle, que provienen de grupos familiares y de comunidades populares que no logran
proporcionarles las necesidades básicas y que no cuentan con herramientas fundamentales para la crianza y
educación.
Generalmente los niños que viven en situación de pobreza extrema y conflictos familiares intensos son
aquellos que buscan una salida o un refugio en las calles, en cuanto a las familias los menores por falta de
afecto, abandono, maltrato han roto sus lazos familiares, o como generalmente sucede nunca han tenido una
familia. Por lo general, presentan alto nivel de adicción a las drogas.
METODOLOGÍA.
Para la realización de esta investigación busque en Internet acerca de los niños de la calle, utilicé la Encarta en
busca de información sobre indigentes, busque la pagina de una asociación dedicada a los Derechos de la
infancia en México El Caracol AC http://www.derechosinfancia.gob
MARCO TEÓRICO.
Una realidad urbana...
La ciudad de México se encuentra ocupada y competida por un sin fin de problemas, entre los que sobresalen
los niños y jóvenes de la calle. Ellos salieron del seno familiar buscando una alternativa de vida, encontrando
en la calle la sobrevivencia y marginación, muy parecida a la de su hogar, pero con una ventaja mayor: la
libertad.
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Han ganado los espacios públicos a fuerza de golpes y sacrificios; han desarrollado en las calles no sólo un
modo de vida, sino toda una cultura callejera, de la que poco entiende nuestra sociedad mexicana. Los señalan
como: "vagos", "malvivientes", "drogos" y sobre todo "improductivos".
Son referidos por los medios de comunicación solo como `Nota Roja'. Pero el escándalo es mayor si ya es un
joven. Carecen de existencia legal por la falta de documentación y por tanto de menos posibilidades de
empleo. En la calle la violencia y las adicciones se convierten en el riel donde su vida transita a toda máquina.
Las diferentes formas de abordar y entender el problema, han permitido que los servicios que varias
Instituciones ofrecen a los chicos, en muchos momentos duplicados, faciliten la profesionalización de los
mismos. Muchos de ellos conocen las Instituciones en detalle, haciendo uso de los servicios pero sin llegar a
la reflexión de su propia vida.
¿Quiénes son los niños y jovenes de la calle en la Ciudad de México?
Es innegable que su existencia es reflejo de nuestra Sociedad; 40 millones de mexicanos somos pobres, de los
cuales 11 millones viven en la extrema pobreza; en esta urgencia por sobrevivir, las familias mexicanas se ven
obligadas a integrar a sus hijos en la búsqueda del sustento. El INEGI reportó que actualmente trabajan 459
mil niños entre los 12 y 14 años de edad, y el 61% de estos menores labora jornadas de más de 48 horas a la
semana. Nuestras leyes limitan el trabajo de los jóvenes de 16 años y lo prohiben para los pequeños, pero la
realidad lo impone. Así mismo se calcula que dos millones trescientos mil niños entre los 6 y 14 años no
asisten a la escuela. Sin dificultad, es posible tener una noción de la magnitud del problema.
En El Caracol A.C. pensamos que el proceso interno de la familia antes de expulsar a sus integrantes está
condicionado principalmente por factores de tipo socioeconómico, ya que las condiciones económicas de la
familia, la obligan a: involucrar a un mayor número de miembros a la economía de la misma
en consecuencia los espacios afectivos al interior del núcleo familiar se vienen reduciendo, descargando las
tensiones en los más vulnerables; no necesariamente los más pequeños.
Aquí se mezclan varios factores de personalidad y tolerancia de todos los involucrados, que pueden facilitar o
contener la salida.
Su número es aún incierto. Diferentes organismos hacen uso de las cifras según sus intereses, desatándose una
guerra de cifras. Esto no implica dejar de investigar el problema de los niños y jovenes de la calle sino
dimensionar nuestros análisis. En el Caracol pensamos que por un largo tiempo no se contará con un censo
real de la población callejera debido a variables como: la movilidad de los chicos, el anonimato que guardan y
las acciones institucionales aisladas.
De cifras y otras sorpresas...
Aún con todas las reservas que un conteo representa, a finales de 1995 el Gobierno de la Ciudad en
coordinación con UNICEF presentaron el 2o. Censo de Menores en Situación de Calle de la Ciudad de
México. Este estudio incluyó a 13,373 niños y niñas menores de 18 años de y en la calle. Se realizó en 16
Delegaciones Políticas del Distrito Federal, habiéndose contabilizado 1,214 puntos de encuentro. Las
delegaciones que presentaron mayor número de sitios fueron Cuauhtemoc con 20.95% y Venustiano Carranza
con 15.5%. Del total de puntos se estableció que 177 son utilizados por niños de la calle y 869 por chicos
trabajadores.
De manera global se concluyó que de 1992 a 1995:
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• El total de menores en la calle creció un 20%, a una tasa promedio anual de 6.6%.
• El rubro de niños de la calle la tasa de crecimiento fue de 81.3%.
• La actividad económica de mayor crecimiento fue la pepena con el 1,550%.
• Se reconoce la existencia de niños dedicados a la prostitución.
• Los puntos de encuentro crecieron un 135.73% en este periodo.
• Se observa una nueva generación de niños nacidos en las calles.
• En este censo, los niños de la calle representaron el 14.65%. A continuación un bosquejo estadístico:
• El 85.40% son varones contra el 14.60% de mujeres.
• La actividad económica característica es la nocturna a través de la mendicidad y limpia parabrisas.
• El problema es mayoritariamente adolescente: el 85.4% fluctúan entre los 12 y 17 años.
• El 75.35% proviene del Distrito Federal y Estado de México.
• El 70% consume drogas. Principalmente: activo, thiner, pegamento y marihuana.
• Las principales enfermedades reportadas fueron las respiratorias con el 64%, gastrointestinales 14%,
infecciones en la piel 3%, oculares 1%.
• El 49.46% tiene vida sexual activa y de ellos el 43.02% se inicio entre los 7 y 14 años.
• El 11.9 % es analfabeta .
• El 40 % inicio su vida en la calle entre los 5 y 9 años, el 60% entre los 10 y 14 años.
• 44.09% fue por maltrato, 23.66% por que la calle les gusta.
• Entre los riesgos de la calle reportan: 28% maltrato por la gente y 20% extorsión por policías.
• Un 62.37% ha sido detenido por drogas, vagancia o robo
HABITANTES DE LAS COLADERAS
Karina Avilés ¤ Sobre estas tres coladeras sólo una inscripción: STC−Metro.
Abajo de lo que parece un campo estrecho y calvo, el camellón de la avenida de Los Cien Metros, viven como
si estuvieran enterrados 40 niños tallas 10, 12, 14 y hasta la 16.
Se encuentran en el olvido de la muchedumbre de la Central del Norte; a diario, miles de personas que viajan
en los vagones de la línea 5 del Metro pasan a un lado de sus casas sin que nadie conozca lo que pasa en
aquellas coladeras, ubicadas al margen izquierdo de la vía, y de cara a una de las sucursales de Banamex.
Más adelante, un puente amarillo les sirve para atravesar la avenida y llegar mediante unos cuantos pasos a
sus bañeras.
Conocidos como Los Ponis, integran una banda de siete mujeres y 33 hombres que han formado su propio
mundo en tres cajas de cemento con tapa.
``Desde hace muchos años están habitadas. Los del Metro han cerrado unas y nosotros abierto otras'', dice
El Ponchis, jefe de la familia.
Así que ya son varias generaciones las que han abierto coladeras.
De ojos grandes y ``pispiretos'', a sus 20 años cuenta que llegó allí a los 9 y desde entonces había ``otros
morros''.
Unos llegan y otros se van, dice, no se sabe quiénes fueron los antecesores ni el porqué de su partida.
Pero lo difícil, asegura el líder, es entrar a los grupos que viven en las coladeras. En el caso de Los Ponis,
``un chavo se tiene que rifar un tiro con otro chavo de la banda y otras cosas, pero son bien personales''.
Además, existen otras formalidades, como ``saber de dónde vienen, si son chivas (espías) y por qué quieren
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estar acá'', señala El Ponchis.
Roselín Reyes García, de 13 años, cuenta que una amiga llamada Fernanda ``me dijo que iba a presentar a
unos chavos de la Central. Así los conocí, y también a mi novio; él estaba sentado afuera de la coladera.
``Me salí a los 12 años de mi casa porque mis papás me pegaban; estuve unos meses en Casa Alianza y aquí
voy a cumplir un año.'' Con el rostro pálido y una mirada dulce, agrega que le gusta vivir en el lugar porque
``no está tan feo, me gusta ver a la gente y que me cuiden''. Los Ponis están organizados, pero fuera de
tiempos, horarios y obligaciones.
Mientras que unos duermen bajo retazos de cobijas en aquellas profundidades, otros se encuentran en la
Central del Norte de maleteros, limosneros y cuidadores de autos; algunos torean carros para vender chicles
o limpiar parabrisas sobre la avenida de Los Cien Metros, y otros platican fuera de las coladeras. Pero
siempre, cuidándose entre sí.
``Comemos a la hora que llegue el hambre'', y también cuando los dueños de puestos de comida −−de los
alrededores−− se deciden a regalarles un poco de lo suyo.
A veces, ``pedimos para un taco'', dice Roberto. ``A mí me regalan tamales en la Central'', agrega Jose Luis.
``Antes me traían unas señoras de comer, pero ahora ya no'', señala Roselín. A lo que el jefe de familia
añade: ``Si hay feria, tenemos para las tortillas, jamón, queso, aguacate y chiles''. Pero de cualquier manera,
``cuando hay que comer, comemos todos''.
Los Ponis coinciden en que la unión es lo que los mantiene allí. ``Me gusta compartir con mis amigos la
ropa, la comida, el jabón, el desodorante'', afirma Roberto. Sin embargo, estos adolescentes han establecido
que las ganancias que obtienen de sus oficios son administradas por cada quien.
``Si te pones al tiro, ganas como 100 pesos, y 50, si estás de concha, pero también existe la tentación de
robar'', señala El Ponchis.
Y según el jefe de familia, es dinero que en su mayoría utilizan para comprar droga como ``el activo y la
mariguana. Yo les digo que dejen todas esas cosas, yo lo dejé desde que alguien me dijo que Dios me quería''.
En el pantano
La vida de estos adolescentes se encuentra repartida en tres coladeras: la primera mide 2 por 2.5 metros y
tiene 4 de profundidad. ``Allí se queda El Ponchis, El Calaca y su novia, y otra chavita'', debido a que es un
espacio que Los Ponis destinaron para las parejas de la banda y las mujeres sin compromiso.
Con la distancia que separa a cualquier tumba de otra en un cementerio se halla la segunda coladera, de
mayor extensión (3.5 de ancho por 5 de largo), aquí, los 40 miembros de la banda tienen que descender seis
metros para ir por el jabón, champú, crema, pasta de dientes, ropa y otros artículos personales, ordenados en
unas cajas de jitomate sobrepuestas que colocaron en un rincón de aquella coladera. Lugar donde hay un
pantano que embarrara su olor pestilente en esos cuatro muros, mismos que se mantienen ardiendo en
cualquier época del año, y sofocan con su calor a los de la banda.
El resto de esta segunda coladera consiste en un pedazo de cemento que la banda debe remendar con palos y
cartones, ``porque de repente se sale el agua''. Allí duermen.
Otro de los peligros diarios es que sólo hay dos peldaños para bajar los seis metros de la coladera, pero uno
se encuentra al principio y el otro al final y aseguran que ``ya ha habido muchos que se han golpeado''.
Aunque ninguno ha caído al pantano, éste se encuentra allí, amenazante, convirtiendo su saliva en un río de
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basura, botellas de plástico y una que otra rata, que emergen de su esófago de tres metros de profundidad.
En esa oscuridad, cuando ya ni siquiera el boquete por donde les llega luz cumple sus funciones, Los Ponis
suelen prender una vela −−cerca de las 7 de la noche−−que funge como centro de la plática de los que
llegan en ese momento. A su vez, los que ``saben sumar'' sacan sus libretas de la cajonera para enseñarles a
otros.
Por su parte, El Ponchis aprovecha para estudiar La Biblia. Desde que se convenció de que ``al que ama a
Dios las cosas le vienen para bien'', espera pronto dejar las coladeras para iniciar una nueva vida como
educador de chavos de la calle.
La banda debe estar en alerta durante la noche. A pesar de que con Los Munras −−vecinos de coladera−−
``la llevan bien'', a veces ``vienen otras bandas a agandallar, a pasarse de listos y nosotros tenemos que
combatir'' para defender ``el honor''.
Y para defender el espacio, deben de cuidarse del Sistema de Transporte Colectivo−Metro. Hace dos años,
parte de Los Ponis vivía en la misma región pero diferente ``tumba'', llamada La Coladera de la Muerte.
Tuvieron que salir resignados y sin oponerse a las autoridades del Metro, debido a que esa coladera contenía
cables de alta tensión y ``nos podía electrocutar a todos''.
El Sistema de Transporte Colectivo la cerró y para remplazarla el líder decidió abrir la segunda coladera, en
donde habitan únicamente los hombres de la banda.
La tercera y última se localiza después de bajar el puente amarillo.
Los Ponis la utilizan como bañera ``porque tiene una tubería de agua potable'' que les permite asearse ``cada
tercer día''.
CONCLUSIÓN.
Para la situación de estas personas en nuestro país es alarmante, por lo que debemos conocer el tema para
poder formar parte de una solución. El problema tiene diferentes aspectos en las que se encuentra el
económico, este es el mas influyente en esta situación, por lo que las autoridades son las responsables de dar
una solución pronta.
Debemos reconocer que este fenómeno es muy complejo y afecta directamente a la sociedad, debemos
preocuparnos particularmente en el aumento de niños menores de 5 años nacidos en las calles, y debemos
crear conciencia en que en las calles los niños no pueden estar seguros además de que esta vida no es sana
para su buen desempeño en la sociedad.
Para finalizar, creo que mi hipótesis si fue cierta ya que efectivamente este problema es producto de la
situación económica del país, aunado a esto las clara desintegración familiar que se presenta en las familias de
bajos recursos.
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