MESOPOTAMIA Y ORIENTE PRÓXIMO. 1. Mesopotamia.

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MESOPOTAMIA Y ORIENTE PRÓXIMO.
Las regiones más occidentales de Asia, cerca
del Mediterráneo, donde hoy existen países
como Turquía, Israel, Líbano e Irak, fueron las
primeras en conocer la agricultura, la ganadería,
la metalurgia y todos los inventos que
estudiamos en los temas anteriores. En una de
estas regiones, Mesopotamia, apareció la
escritura.
1. Mesopotamia.
Mesopotamia es el nombre de la región
que se extiende entre los ríos Tigris y
Eufrates, una tierra muy fértil y una de las
primeras en practicar la agricultura. Esta
región está rodeada por dos desiertos, el de
Siria y el de Arabia al oeste y al sur
respectivamente, y por las montañas de
Anatolia y los montes Zagros al norte y al este.
Mesopotamia no es una tierra delimitada
por unas fronteras, sino abierta y bien
comunicada con su entorno. Esto hizo que sus
habitantes
recibieran
la
influencia
de
diferentas culturas y que su territorio sufriera muchas invasiones a lo largo de su historia.
Los primeros habitantes de Mesopotamia de los que tenemos noticia fueron los sumerios, un
pueblo de origen desconocido. Pero a lo largo de su historia, fueron muchos los pueblos que invadieron y
trataron de dominar Mesopotamia.
La Historia de Mesopotamia es
muy compleja porque en esa región se
sucedieron
muchos
pueblos
que
continuamente combatían por dominar un
territorio tan rico.
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1.3.1. Los sumerios.
Los primeros habitantes de Mesopotamia, los sumerios, son
de origen desconocido. Fundaron varias ciudades, como Ur, Urk
y Lagash, en la zona más meridional, cerca de la desembocadura
de los ríos Tigris y Eufrates; las ciudades estaban amuralladas
y tenían un templo, desde el que se administraba toda la vida y
la economía de la ciudad.
Hacia el año 3400 a. C. los sacerdotes de estos templos
inventaron la escritura para poder administrar y organizar sus
ciudades. Cada signo representaba una idea y a veces también
un sonido; al principio los signos eran dibujos reconocibles (la
cabeza de una vaca, una estrella, una montaña…), pero con el
tiempo se fueron simplificando hasta parecer abstractos; como soporte para escribir utilizaban
planchas de barro y hacían los signos con unos palitos
de madera que dejaban señales parecidas a puntas o
conos y por eso a esta escritura la llamamos
cuneiforme (“que tiene forma de cuña”).
El templo era el edificio más importante de la
ciudad mesopotámica. Era un edificio muy grande,
con una especie de torre escalonada que en sumerio
se llamaba zigurat, que quiere decir “que es alto”. El
templo era la casa del dios; en una habitación, el
santuario, se guardaba su imagen, a la que los sacerdotes vestían, engalanaban y preparaban comidas
varias veces al día. El zigurat servía para que el Cielo y la Tierra estuvieran en contacto y así los dioses
descendieran para estar entre los hombres.
Los sumerios desarrollaron mucho la agricultura, con sistemas de regadío como las acequias o las
norias, y para trazar los canales
y
dividir
los
campos
desarrollaron
mucho
las
matemáticas, especialmente la
geometría.
Su sistema matemático era
sexagesimal, se basaba en el
número
seis,
que
todavía
conservamos hoy en la medición
de ángulos o de las horas del día.
También fueron muy buenos
astrónomos, determinaron la
duración del año en 365 días,
conocían las constelaciones del
zodiaco y eran capaces de predecir los eclipses.
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1.3.2. Acadios, babilonios y asirios.
Junto a los sumerios había en Mesopotamia otros pueblos, como los babilonios y los acadios, y un
poco más al norte, los asirios. Estos pueblos eran muy distintos a los sumerios: eran semitas y tenían
lenguas muy parecidas que están emparentadas con el árabe o el hebreo. Los pueblos semitas eran
menos civilizados y pacíficos que los sumerios. Sus reyes no eran solo sacerdotes: eran sobre todo
guerreros, dirigían personalmente al ejército en la guerra y su poder se basaba en la autoridad y la
fuerza.
Hacia el año 2350 a. C. el rey Sargón de la ciudad de Acad ocupó la zona sur de Mesopotamia y
fundó un imperio. En el siguiente milenio, en el año 1728 a. C. apareció otro rey importante, Hammurabi,
en la ciudad de Babilonia, que también se apoderó de muchas ciudades de Mesopotamia; este rey es
famoso por haber redactado un código, un conjunto de leyes, que mandó
grabar en una gran piedra en escritura cuneiforme; sobre las leyes
aparece el mismo rey recibiendo las leyes del dios más importante de
los babilonios, el dios del sol Shamash.
Hacia el año 1400 a. C. los asirios, que procedían de las regiones
montañosas del norte, se apoderaron de toda Mesopotamia; los reyes
asirios eran violentos, sometían a sus enemigos con gran crueldad y les
obligaban a pagar tributos de esclavos y dinero. Construyeron grandes
ciudades con magníficos palacios como el de Asur o Nínive donde hay
grandes relieves de piedra que representan a los reyes asirios cazando,
dirigiendo la guerra o participando en ceremonias religiosas.
1.4. La religión mesopotámica.
La religión de los pueblos de Mesopotamia era politeísta. Muchos de
los dioses eran divinidades de origen sumerio que los demás pueblos de
Mesopotamia adoptaron y les cambiaron el nombre.
•
•
Los dioses más antiguos eran dioses de los elementos
primordiales, como Anu, dios del Cielo, Enlil, dios de la
tempestad y el viento y Ea, el Creador de los hombres.
Los principales astros también se consideraban dioses como Sin,
la Luna, Shamash, el Sol e Inanna, el
planeta Venus, que era también la
diosa del amor y a la que los
babilonios, con el nombre de Isthar,
convirtieron en una de las diosas
más importantes.
• Además de dioses, en la religión
mesopotámica existían genios, seres
alados intermediarios entre los
hombres y los dioses. Había genios
malvados, que traían todo tipo de
desgracias y había genios protectores que se solían representar como
toros con alas y cabeza humana.
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Los árboles también eran sagrados para los mesopotámicos porque se elevan
hacia el cielo enlazando el mundo de los dioses con el de los hombres; en
todos los templos se veneraba algún árbol y los adivinos intentaban averiguar
la voluntad de los dioses escuchando e interpretando el rumor de sus hojas.
Se ha conservado un relato acerca de los orígenes del mundo la Creación
y otro que narra el Diluvio Universal, en el que los dioses deciden castigar a
todos los seres humanos menos a uno, que se salvó.
1.5. Literatura y arte.
Uno de los relatos más importantes de Mesopotamia es el poema de
Gilgamesh.
Este poema cuenta como a este rey de la ciudad de Uruk, que era muy
cruel con su pueblo, los dioses le enviaron a Enkidú, un hombre salvaje para
que se enfrentara contra él; pero Enkidú y Gilgamesh se hicieron amigos y
juntos derrotaron a Umbaba, el gigante que guardaba el Bosque de los Cedros
y a un peligrosísimo toro enviado por la diosa Isthar. Cuando Enkidú murió,
Gilgamesh sufrió una profunda tristeza y, temiendo su propia muerte, viajó
en busca de Uta Natispún, al que Enlil hizo inmortal tras haberse salvado del
diluvio. Uta Natispún le indicó donde encontrar una planta que daba la vida
eterna, pero Gilgamesh, después de pasar grandes apuros para conseguirla, la
perdió y tuvo que resignarse a morir algún día.
El arte mesopotámico estaba muy unido a la religión. Los fieles que
acudían a los templos mesopotámicos depositaban en ellas exvotos, figuritas
con las que recordaban al dios lo que le habían pedido y aseguraban su
fidelidad; los exvotos suelen ser imágenes del propio fiel, que aparece en
actitud muy respetuosa, mirando fijamente al frente, donde estaría el dios y
con las manos unidas en gesto de oración. Así aparece uno de los reyes
sumerios, llamado Gudea, del que conservamos muchos de estos exvotos.
Los relieves asirios también tenían una función propagandística:
representaban a su rey cazando animales salvajes, emulando al héroe
Gilgamesh.
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2. Los judíos.
En la región de Palestina, a partir del año 1500 a. C., se asentaron diferentes pueblos de origen
semita; algunos procedían de Mesopotamia y otros (los seguidores de Moisés) de Egipto. Algunos de
estos pueblos o tribus, como los judíos y los israelitas, tenían religión monoteísta y se unieron bajo una
monarquía. Hacia el año 1000 a. C. el rey judío David conquistó Jerusalén, que convirtió en capital, y él y
su hijo Salomón sometieron a las tribus vecinas y ocuparon Palestina.
Tras la muerte de Salomón el reino se dividió y se debilitó y el año 587 el rey de Babilonia,
Nabuconodosor, conquistó Jerusalén. A partir de esa fecha muchos judíos decidieron abandonar su
tierra y emigraron a otras regiones de Mediterráneo: es lo que se conoce como la diáspora o dispersión
del pueblo judío.
Los judíos eran una excepción entre los
pueblos de su época porque creían en un solo Dios, al
que llamaban Yahvé, que es exclusivo de los judíos, a
los que Él había escogido como pueblo prometido pero
a los que también imponía severos mandamientos,
omnipotente y creador de todas las cosas.
3. Los fenicios.
Al norte de Palestina está el Líbano, donde se
instaló otro pueblo semita: los fenicios. No formaban un
reino unido, sino que vivían en ciudades independientes,
cada una con sus leyes y gobierno, las más importantes de
las cuales eran Biblos, Sidón y Tiro. Estas ciudades
estaban pegadas a la costa y se dedicaban al comercio; sus
barcos recorrían todo el Mediterráneo e incluso exploraron las costas atlánticas del norte de África,
de la península Ibérica y de las islas Británicas, buscando materias primas, sobre todo metales, y
productos que comprar y luego vender en otros puertos.
Los fenicios no fueron solo los mayores intermediarios del Mediterráneo. También producían
artículos muy apreciados, como los paños teñidos de púrpura (“fenicios” quiere decir en griego “hombres
de púrpura”) y el garum, una salsa de pescado. Para facilitar el comercio y la comunicación con los
pueblos extranjeros inventaron las monedas y el alfabeto, que permite leer y escribir con mucha más
facilidad; estos inventos fueron pronto copiados
por los griegos y otros pueblos del Mediterráneo.
También con ese objetivo fundaron
colonias en todo el Mediterráneo, la más
importante de las cuales fue Cartago, en la costa
de Túnez; en la península Ibérica fundaron Gadir,
hoy Cádiz o Malaca, Málaga. Estas colonias
irradiaban la cultura fenicia a las regiones en que
se asentaban y cuando Fenicia cayó en poder de
los babilonios, en el siglo VI a. C., se hicieron más
importantes que sus metrópolis.
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4. Los persas.
Los persas o aqueménidas eran un pueblo que llevaba muchos siglos en la meseta de Irán. No
tenían relación con los sumerios ni con los demás pueblos de Mesopotamia, sino que eran de origen
indoeuropeo, un gran grupo de pueblos que hacia el año 1200 a. C. invadió Europa y, desde el siglo VI a.
C., también Mesopotamia y la India.
El año 539 a. C., el rey persa
Ciro conquistó a otro pueblo de ese
mismo grupo, los medos, y construyó un
gran imperio. se apoderó de Babilonia y
dominó Mesopotamia. Su sucesor, Darío, ocupó Egipto y la península de Anatolia.
El emperador de los persas, llamado “el gran rey”, tenía poder absoluto sobre sus súbditos y
recibía tributos de todos los pueblos conquistados. Su imperio estaba muy bien organizado, dividido en
provincias o “satrapías” al frente de las cuales había un funcionario de su familia o de la nobleza más
importante. Tenía un gran ejército permanente formado por mercenarios de todas las regiones del
imperio pero con un cuerpo especial formado solo por persas: los llamados “inmortales”. Los reyes
persas mandaron construir magníficos palacios como el de Persépolis o el de Susa; tenían grandes salas
de recepción llenas de columnas cuyos capiteles tenían la forma de un toro.
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