La respuesta inmune Defensas inespecíficas Tu cuerpo está bien

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La respuesta inmune
Defensas inespecíficas
Tu cuerpo está bien protegido. Tu primera línea defensiva es el envoltorio de piel y el
revestimiento interno de las membranas mucosas. Tu piel, con su capa externa de queratina muy
resistente, es una barrera impenetrable siempre que no esté rasgada. Tus membranas mucosas
carecen de la capa externa resistente, pero poseen otras defensas. Por ejemplo, tus
lágrimascontienen lisozima, una enzima que destruye las paredes celulares de muchas bacterias.
Las células de tus vías respiratorias están armadas de cilios con los que barren fuera el polvo,
microorganismos, hollín y residuos celulares.
Tu saliva, como las lágrimas, contiene lisozima, así como otras enzimas destructivas, las
mismas que inician la digestión de tu comida. Cualquier invasor que entre con la comida hasta el
estómago será destruido por la acidez de tus jugos gástricos. Los sobrevivientes que alcancen el
intestino encontraran un huésped residente, la bacteria E. coli, preparada para defender su
territorio contra los intrusos.
Algunos patógenos, sin embargo, consiguen penetrar todas estas defensas, a través de
rasguños o pinchazos de la piel o de las membranas mucosas; con la ayuda de mosquitos,
garrapatas y otros artrópodos chupadores: o mediante otras estrategias con disimulo y perfidia.
Recuerda, los microbios también luchan por su existencia.
Una vez dentro los invasores se enfrentan a otro ejército compuesto literalmente por
millones de glóbulos blancos. Entre los primeros miembros de este ejército que entran en escena
cuando las barraras se han roto están los macrófagos (que comen cosas grandes,). Este
macrófago esta alargando su seudópodo hacia una célula bacteriana, igual que sus muy distantes
parientes, las amebas, que han estado haciendo lo mismo desde hace 1.000 millones de años.
El ejército de glóbulos blancos de tu cuerpo es, como los otros ejércitos, elaborado, muy
complicado y difícil: de entender en todos sus detalles, y muy caro: 1 de cada 100 células del
cuerpo pertenece a este ejercito. Normalmente gana sus batallas tan silenciosamente que incluso
se desconoce que ha habido una guerra. Como otros ejércitos, sin embargo, a veces es superado
y pierde. Y a veces se equivoca porque se: cometen errores en el servicio de inteligencia propio y
se organiza un ataque contra células amigas.
Fig. 6.1 Defensas inespecíficas
Cada ser vivo, y nosotros mismos en este momento, estamos rodeados de
microorganismos potencialmente perjudiciales.
Muchos de estos microorganismos no sólo pueden destruir las células, sino que pueden
alterar también numerosos procesos que están interrelacionados, de los cuales depende la vida del
organismo. Por lo tanto, la defensa contra estos microorganismos es un aspecto esencial de la
homeostasis.
A lo largo de la larga historia de la evolución, los organismos han desarrollado una gran
variedad de defensas para excluir los posibles invasores o para destruir los que ya han entrado. En
los vertebrados, estas defensas han evolucionado en una red compleja interrelacionada que
contiene fortificaciones estructurales, como la barrera formada por la piel; respuestas no
específicas que, como las armas de guerra, destruyen indiscriminadamente cualquier intruso que
las pise; y las respuestas muy específicas del sistema inmunitario, que, como fuerzas de élite,
montan un ataque dirigido precisamente a las características específicas del invasor.
Fig.6.2. Resumen de los mecanismos de defensa específicos e inespecíficos del cuerpo
Fig.6.3
La inflamación
1. La respuesta inflamatoria
Cuando los microorganismos penetran en la primera línea de defensa, la cubierta exterior
de la piel y el revestimiento interno de las membranas mucosas, se encuentran con una segunda
línea de defensa. Esta línea de defensa está formada principalmente por glóbulos blancos, como
el de la fotografía inicial, que viajan por la sangre la linfa.
Supón que te has hecho un corte en la piel. Las células de la zona liberan inmediatamente
histamina y otros compuestos que favorecen la circulación sanguínea en cl área y la permeabilidad
de los capilares próximos. Los glóbulos blancos, atraídos por estos compuestos químicos salen de
los capilares y se concentran en el lugar de la herida. Estas células engullen a los invasoras
externos, muriendo a menudo en el proceso Los coágulos de sangre comienzan a formarse y la
herida queda aislada. La temperatura local suele aumentar, creando un ambiente desfavorable
para la multiplicación de los microorganismos, pero favorable para el movimiento de los glóbulos
blancos Como resultado de una serie de sucesos, conocida como respuesta inflamatoria (Figura
6.4), la zona lesionada se calienta, enrojece y duele. La inflamación puede provocar también
efectos sistémicos (es decir, efectos por todo el cuerpo) además de los locales.
Una respuesta sistémica es la fiebre, causada por una proteína que ciertos glóbulos
blancos producen durante el proceso inflamatorio. La respuesta inflamatoria y la respuesta
inmunitaria, más especifica, dependen de la interacción de una gran variedad de glóbulos blancos.
Estas células, como los eritrocitos, tienen una vida limitada y deben ser substituidas
continuamente.
Todas las diferentes formas de glóbulos blancos o leucocitos, así como los glóbulos rojos,
se producen por división y diferenciación de células madre localizadas en la médula ósea de los
huesos largos. Un tipo particularmente importante de leucocito, capaz de fagocitar, es el
macrófago, con el que empezábamos el capitulo. Los macrófagos se encuentran no sólo en los
lugares de la infección, sino también se localizan en los ganglios linfáticos, bazo, hígado, pulmones
y tejidos conjuntivos, en donde atrapan cualquier bacteria o partícula extraña que haya podido
atravesar las barreras defensivas iniciales. Estas células son también importantes como veremos,
en activar los linfocitos, los glóbulos blancos que juegan el papel más importante en la respuesta
inmunitaria.
Fig. 6.4 La respuesta inflamatoria.
Cuando las defensas del cuerpo son atravesadas, por ejemplo, con un fragmento de
cristal, las propias células del cuerpo y las células bacterianas segregan diversos compuestos
químicos que se liberan en el lugar de la herida. Estas substancias, entre ellas la histamina, hacen
aumentar el flujo de sangre en la zona, aumentan la permeabilidad de los capilares y atraen a los
leucocitos que migran de los capilares hacia la herida. Simultáneamente, se inicia la formación de
un coágulo, que da comienzo al proceso de cicatrización. Cuando los glóbulos blancos entran en
escena, prolongan sus seudópodos para engullir los microorganismos y otras partículas extrañas
Algunos leucocitos contienen gránulos que pueden verter rápidamente nuevas cantidades de
histamina que hacen aumentar la respuesta inflamatoria. Otros producen una proteína que
desequilibra el termostato interno y provoca fiebre
2. Leucocitos
Hay en la sangre cinco tipos de glóbulos blancos o leucocitos. Ante todo, están provistos
de núcleo; al carecer de hemoglobina son incoloros y, aparte, avanzan activamente con
movimientos ameboides. Estos elementos pueden moverse contra la corriente sanguínea, e
insinuarse por los intersticios de la pared vascular y así penetrar a los tejidos.
Los glóbulos blancos son mucho menos numerosos que los rojos. Suelen contarse unos
7.000 de los primeros por milímetro cúbico como promedio, pero este número varia de cinco a
nueve o 10.000 en distintos individuos, o incluso en los mismos a diferentes horas del día, pues el
recuento es más bajo por la mañana y más elevado por la tarde. Las personas desnutridas tienen
menos leucocitos que las normales, lo que supone menos resistencia a la infección y a las
enfermedades. El descenso a menos de 500 elementos por milímetro cúbico es mortal.
Dos de los tipos de glóbulos blancos, linfocitos y monocitos son producidos en el tejido
linfoide del bazo el timo y los ganglios linfáticos; Los otros tres neutrófilos, eosinófilos y
basófilos producidos en la médula ósea junto con los glóbulos rojos. Los tres contienen gránulos
citoplásmicos que difieren en tamaño y propiedades tintoriales.
Los neutrófilos normalmente representan 60 a 70 % de la población de glóbulos blancos
circulantes; pueden moverse activamente por movimiento amiboide, deslizarse por la pared de los
capilares entre células adyacentes y son importantes en la destrucción de bacterias y otros
agentes infecciosos por fagocitosis. Los neutrófilos también fagocitan los restos de células tisulares
muertas.
Los neutrófilos y otros glóbulos blancos son guiados hasta los puntos de infección por
sustancias químicas liberadas por los tejidos inflamados e infectados.
Los monocitos son los glóbulos blancos de mayor tamaño, y alcanzan 20 micrones de
diámetro. Al igual que los linfocitos más pequeños, no tienen gránulos citoplasmáticos.
Los
monocitos también se mueven activamente por movimiento amiboide y fagocitan bacterias. Al cabo
de varias horas de permanecer en el espacio tisular, los monocitos tienden a aumentar de tamaño
y se convierten en macrófagos, que pueden desplazarse con gran rapidez y devorar 100 o más
bacterias. Los neutrófilos son de capital importancia para resistir infecciones bacterianas agudas;
os monocitos adquieren mayor importancia en la tarea de contrarrestar infecciones crónicas. Los
macrófagos pueden ingerir grandes partículas de restos celulares y tienen importancia en la
limpieza de una región infectada tras haber sido eliminadas las bacterias. Los eosinófilos, que
tienen gránulos grandes que se tiñen con eosina y con otros colorantes ácidos, son amiboides
yfagocíticos. Aumentan considerablemente en número durante las reacciones alérgicas y durante
las infecciones con parásitos como los gusanos productores de triquinosis.
Los linfocitos son células muy interesantes que tienen potencial de convertirse en muchos
otros tipos de células del organismo. El linfocito puede hincharse y convertirse en monocito,
entrando así en los tejidos conectivos y otros espacios, y convirtiéndose en macrófago. Los
linfocitos también pueden penetrar en la médula ósea y convertirse en precursores de glóbulos
rojos o de glóbulos blancos granulocíticos, como los neutrófilos. Los linfocitos de los tejidos pueden
convertirse en fibroblastos y secretar fibras de colágeno, fibras elásticas y otros elementos del
tejido conectivo. Los linfocitos también pueden convertirse en células plasmáticas que producen y
secretan anticuerpos, de gran importancia en el proceso de inmunización. Un grupo final de
elementos circulantes formados en la sangre son los trombocitos ( plaquetas), que tienen
importancia porque inician la coagulación de la sangre. En muchos vertebrados distintos de los
mamíferos los trombocitos son pequeñas células puntiagudas y ovales con un núcleo. Los
trombocitos de los mamíferos son pequeñas plaquetas esféricas o en forma dc disco, que carecen
de núcleo. Son formados por la fragmentación de células gigantes, los megacariocitos, en la
médula ósea roja. Algunas plaquetas se forman de células fagocíticas de los pulmones. Con la
proporción de glóbulos blancos de cada tipo se obtienen los datos del llamado recuento diferencial.
Se obtiene una extensión fina y regular de sangre sobre un portaobjetos, se tiñe con el colorante
de Wright y se examina
al microscopio con el fin de contar y clasificar varios cientos de estos elementos. Los
valores promedio de una persona normal son:60 a 70% de neutrófilos, 25 a 30 % de linfocitos, 5 a
10 % de monocitos y casi 0.5 % de basófilos.
Neutrófilo
Eosinófilo
Basófilo
Linfocito
Monocito
Fig. 6.5 Tipos de glóbulos blancos
Funciones Protectoras De Los Glóbulos Blancos
La principal función de los glóbulos blancos es proteger al individuo contra los
microorganismos patógenos. Los neutrófilos y monocitos destruyen las bacterias invasoras
ingiriéndolas (de manera similar a como una amiba engloba una partícula de alimento). Las
bacterias fagocitadas quedan digeridas gracias a la acción de enzimas secretadas por el mismo
glóbulo. El leucocito sigue ingiriendo partículas hasta que sucumbe por el acúmulo de productos
desintegrados. Se ha observado, sin embargo, que los neutrófilos pueden englobar de cinco a 25
bacterias, y los monocitos hasta 100 antes de morir.
Si las bacterias penetranpor los tejidos del cuerpo, la destruyen las células por ataque
directo o por medio de productos químicos tóxicos de su elaboración. Entonces se dilatan los
vasos sanguíneos de la región una afectada con lo que es mayor la llegada de sangre a la misma;
así ocurre el característico enrojecimiento y aumento de la temperatura local, signos de
inflamación grandes que se tiñen con eosina y con otros colorantes. Las paredes de los vasos
más permeables dejan rezumar más líquidohacia los tejidos, con la consecuencia de edema. Los
glóbulos blancos, particularmente los neutrófilos, emigran por los intersticios de las paredes
vasculares, para que puedan fagocitar a los invasores y los remanentes de tejidos destruidos. El
Conjunto de las células tisulares muertas, las bacterias y los glóbulos blancos, vivos o muertos,
forman un líquidoespeso de color amarillento que recibe el nombre de PUS. Los glóbulos blancos
están atraídos hacia los puntos de infección por las substancias químicas emitidas por los
microorganismos invasores y por los tejidos inflamados.
Después de haber sido destruidas las bacterias, se repara el tejido aniquilado. Algunos
tienen la facultad de regenerarse por medio de la multiplicación de células contiguas; otros, en
cambio son de limitadas facultades en este sentido, de modo que recurren a la multiplicación de
tejido conectivo que forma lo que conocemos por tejido de cicatrización . En este mecanismo se
supone la actividad de los linfocitos, pues se acumulan en las zonas donde tiene lugar sangre la
regeneración. Los linfocitos cultivados fuera del organismo en medios estériles se convierten
fácilmente en células conectivas; es factible que este mismo proceso ocurra en el cuerpo para
facilitar el proceso de reparación.
El número de glóbulos blancos circulantes aumenta en el curso de muchas infecciones; el
recuento puede sobrepasar los 20.000 por milímetro cúbico en casos de apendicitis o neumonía.
Se supone que cada los tejidos inflamados ponen en circulación una sustancia ("factor promotor
leucocítico"), que por vía hemática llega a la medula ósea, donde estimula y activa la liberación de
glóbulos blancos, sobre todo de neutrófilos. De esto resulta que el número de leucocitos en la
sangre refleja la gravedad de la infección y, sucesivamente, los recuentos globulares tienen la
utilidad de apreciar el grado de restablecimiento del paciente. Algunas enfermedades se distinguen
por el aumento de cierta variedad de leucocitos por lo que resulta conveniente proceder al recuento
diferencial de linfocitos como medio de diagnostico. El número de linfocitos aumenta en la tos
ferina y la anemia perniciosa, por la permanencia a elevadas altitudes o en los trópicos, por las
quemaduras solares y en ciertas enfermedades crónicas como la tuberculosis. La fiebre tifoidea y
el paludismo generalmente provocan el aumento del número de monocitos, en tanto la neumonía,
apendicitis y otras infecciones bacterianas agudas típicamente multiplican el número de neutrófilos.
Los eosinófilos son más abundantes en la infestación por tenias, anquilostomas, triquina y
otrosparásitos animales, así como en la escarlatina, asma, padecimientos alérgicos, y algunas
dermatopatías.
Fig. 6.6 esquema de componentes sanguíneos
Fagocitosis
Una de las principales funciones de la inflamación parece ser el incremento que se observa
en la fagocitosis. Los fagocitos ingieren bacterias u otros microorganismos invasores fluyendo
(movimiento amiboide) alrededor de ellos y englobándolos. Al ingerir al organismo, la célula lo
envuelve con un fragmento de membrana que se desprende de su propia membrana celular. La
vesícula que contiene a la bacteria se denomina fagosoma. Uno o más lisosomas se adhieren a la
membrana del fagosomas y se fusionan con ella. Bajo el microscopio, los lisosomas se ven como
gránulos, pero al fusionarse con el fagosoma esos gránulos parecen desaparecer. Por esa razón,
el proceso se llama también desgranulación. El lisosoma libera un conjunto de poderosas enzimas
digestivas sobre la bacteria capturada, mientras que la membrana del fagosoma libera peróxido de
hidrógeno sobre ella Esas sustancias destruyen la bacteria y la degradan hasta convertir sus
macromoléculas en pequeños compuestos innocuos que pueden ser excretados o hasta utilizados
por el fagocito Después de que un neutrófilo fagocita 20 o más bacterias queda desactivado (quizá
por escurrimiento de sus propias enzimas lisosómicas hacia el citoplasma) y muere. Un macrófago
es capaz de fagocitar unas 100 bacterias durante su vida. Pero surge una pregunta: ¿son capaces
las bacterias de contrarrestar los ataques del cuerpo? Ciertas bacterias producen enzimas que
destruyen las membranas de los lisosomas, de modo que sus poderosas enzimas digestivas se
derraman en el citoplasma del fagocito y los destruyen. Otras bacterias, como las de la
tuberculosis, poseen paredes celulares o cápsulas que resisten la acción de las enzimas
lisosómicas.
Algunos macrófagos vagan por los tejidos fagocitando la materia orgánica extraña y
cuando es conveniente liberan agentes antivirales. Otros se mantienen en un solo sitio y destruyen
las bacterias que pasan por ahí. Por ejemplo, los alvéolos pulmonares contienen grandes
cantidades de macrófagos tisulares que destruyen la materia extraña que penetra en los pulmones
junto con el aire inhalado.
Fig.6.7 La fagocitosis. Diversas células del organismo pueden realizar
la fagocitosis: polinucleares, monocitos y macrófagos.
Interferones
Los interferones son pequeñas proteínas que se diferencian de otros mecanismos
defensivos del cuerpo en dos aspectos:
1.- solo son activos contra los virus y
2.- no actúan contra ellos directamente, sino que estimulan la propia resistencia celular a la
infección.
Cuando un virus infecta una célula, ésta comienza a fabricar interferón que se une e
interactúa con los receptores de membrana dc las células vecinas (Fig.6.7). Estas células, así
estimuladas, producen enzimas que bloquean la traducción del RNA mensajero en proteínas.
parece ser que se necesitan muy pocos moléculas de interferón para proteger las células vecinas
dc la infección vírica.
Las moléculas de interferón también interactúan con los receptores de membrana de varios
tipos celulares de leucocitos, estimulando tanto la respuesta inmunitaria como inflamatoria. Hasta
hace poco los únicos interferones que se obtenían para fines de investigación eran las minúsculas
cantidades extraídas de las células de mamífero expuestas a virus en cultivos dc tejido.
Actualmente, gracias a la ingeniería genética del DNA, se puede producir interferón en
mayores cantidades. Estas nuevas cantidades se han usado para estudiar las posibles
aplicaciones clínicas en el control de las infecciones víricas y para explorar su efectividad contra
algunas formas de cáncer. Entre sus múltiples efectos, los interferones inhiben la proliferación
celular, lo que hizo pensar que, en un principio, podría ser la panacea para curar diferentes tipos
de cáncer. Sin embargo, hasta el momento, sólo una forma extremadamente rara de Leucemia
parece que responde al tratamiento con interferón.
Mecanismos de acción del interferón.
a.- Cuando un virus infecta una célula, esta libera moléculas de interferón que se une a receptores
de membrana de células no infectadas.
b.- Esta interacción estimula la síntesis de enzimas que bloquean la traducción del RNA m vírico en
proteínas víricas. Si hay otras partículas virales que invaden estas células, no podrán reproducirse.
Las moléculas de interferón también se unen a receptores de superficie en los leucocitos
c.- Estimulando las respuestas inflamatorias e inmunitarias.
Fig.6.8 Acción de un interferón
6.2 Defensas específicas
Los mecanismos de defensa inespecíficos destruyen los agentes patógenos e impiden que
éstos proliferen causando una infección mientras son movilizados los mecanismos de defensa
específicos. Son necesarios varios días para que se activen las reacciones inmunitarias
especificas, pero una vez funcionando, dichos mecanismos son extremadamente eficaces. Existen
dos tipos principales de inmunidad específica: la inmunidad mediada por células, en la que los
linfocitos atacan directamente al patógeno invasor, y la inmunidad mediada por anticuerpos, en la
que los linfocitos producen anticuerpos específicos encaminados a destruir el agente patógeno.
Los órganos de la inmunidad
1.- El sistema linfático humano consiste en una red extensísima de vasos y ganglios linfáticos por
los cuales circula la linfa, líquido incoloro que vuelve al torrente sanguíneo a través de
conductos que desembocan en las venas subclavias.
2.- EL sistema linfático, junto al bazo, timo, amígdalas y otras formaciones linfoideas conforman el
sistema inmune.
3.- El timo y la médula ósea son considerados como órganos linfoideos centrales.
4.- El bazo, los ganglios linfáticos y otras formaciones linfoideas son los órganos periféricos.
5.
Linfocitos T y B: efectores de la respuesta inmune
Todas las células de la sangre (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas) se originan en
la médula roja de los huesos. Algunos linfocitos migran hacia el timo, donde adquieren sus
competencias particulares. Se les llama linfocitos T. Se dice que el timo es la escuela de los
linfocitos T. Allí se vuelven inmunocompetentes.
Los linfocitos B son independientes del timo; adquieren sus propiedades en la médula
ósea. Luego los linfocitos B y T llegan a las zonas especiales del bazo, de los ganglios linfáticos y
otras formaciones linfoideas. En estos órganos linfoideos periféricos se realiza el contacto con el
antígeno, provocando la respuesta inmunitaria.
Fig.6.9 Las órganos del sistema inmune : Una red de conductos linfáticos colecta liquidoextracelular desde los tejidos
transportándolo hacia el sistema venoso y luego al corazón donde se mezcla con la sangre y es nuevamente bombeado
hacia los tejidos. El timo, el bazo y la médula ósea son órganos esenciales para la defensa del organismo
Función Del Timo
Presente en todos los vertebrados, la glándula timo tiene, hasta donde se sabe, por lo
menos dos funciones. Primero, de alguna manera todavía desconocida el timo confiere
competencia inmunitaria a los linfocitos T. Dentro de esa glándula, los linfocitos adquieren la
capacidad de diferenciarse y convertirse en células que reaccionan a la presencia de antígenos
específicos. Se piensa que esa "instrucción" recibida dentro del timo ocurre poco antes del
nacimiento y durante los primeros meses de vida postnatal, Cuando se extirpa experimentalmente
el timo a un animal de laboratorio antes de que suceda esa capacitación, dicho animal no es capaz
de adquirir inmunidad celular. Cuando el timo es extirpado después de ese periodo, la inmunidad
mediada por células no se ve mayormente afectada.
La segunda función del timo es la de glándula endocrina. Dicho órgano secreta varias
hormonas, entre las cuales se destaca la timosina. Si bien es poco lo que se sabe acerca de esas
hormonas se piensa que la timosina afecta a los linfocitos T después de que salen del timo,
estimulándolos para que completen su diferenciación y adquieran actividad inmunitaria.
La timosina ha sido estudiada clínicamente en personas en las cuales la glándula timo está
mal desarrollada; asimismo, se le ha estudiado como un modificador de la reacción biológica en
pacientes con ciertos tipos de cáncer. Es posible que estimulando la inmunidad celular de esas
personas se impida la diseminación de la enfermedad.
Linfocitos T y B
Los principales guerreros en las reacciones inmunitarias específicas son los millones de
millones de linfocitos que se encuentran distribuidos estratégicamente en el tejido linfático de todo
el cuerpo. En los anfibios y vertebrados más complejos hay dos tipos de linfocitos, los linfocitos T y
los linfocitos B. Según se piensa ambos tipos se originan en la médula ósea o en el hígado
embrionario.
En su camino hacia los tejidos linfáticos, los linfocitos T se detienen en la glándula timo
para ser procesados. La letra T del nombre de estos linfocitos se refiere precisamente a que se
derivan del timo de alguna manera la glándula timo influye en la diferenciación de los linfocitos
capaces de emitir una reacción inmunitaria. En otras palabras, los linfocitos T son la base de la
inmunidad mediada por células y
los linfocitos B son el fundamento de la inmunidad mediada por anticuerpos.
En las aves, esos linfocitos son procesados por la bolsa de Fabricio, órgano linfático
localizado cerca de la cloaca. La letra B del nombre de esos linfocitos se refiere a que se derivan
de esa bolsa, porque se les procesa ahí; los demás vertebrados carecen de ese órgano, pero
hasta la fecha todavía no se identifica en ellos el órgano equivalente. En los mamíferos es probable
que los linfocitos B sean procesados en la médula ósea conforme se van formando, o bien en el
hígado o el bazo fetales.
Aunque los linfocitos T y B poseen diferentes funciones y ciclos de vida, cuando se les
observa al microscopio óptico parecen ser idénticos. Sin embargo, las técnicas más complejas,
como la microscopia por fluorescencia, revelan que los dos tipos de linfocitos poseen
macromoléculas superficiales peculiares Asimismo, tienden a ubicarse en regiones separadas de
los nódulos linfáticos y otros tejidos linfáticos.
Fig. 6.10 Origen y funciones de los linfocitos T y B.
6.2.1 Inmunidad Mediada Por Células
La inmunidad mediada por células tiene por fundamento la actividad de los linfocitos T y los
macrófagos. Esas células destruyen los virus o células extrañas que ingresan en el cuerpo. La
mayoría de los linfocitos suelen encontrarse en un estado inactivo y se les denomina linfocitos
"pequeños". Existen miles de variedades diferentes de linfocitos "pequeños" cada uno de los
cuales tiene la capacidad de reaccionar a un tipo específico de antígeno. Cuando un antígeno
invade el cuerpo, los macrófagos lo engloban y lo llevan a los linfocitos. La variedad de linfocito
capaz de reaccionar a él; es decir, el linfocito se activa o sensibiliza de esa manera. Una vez
estimulados, los linfocitos aumentan de tamaño y luego se dividen por mitosis, dando origen de ese
modo a una clona de células idénticas. Esos linfocitos T se diferencian luego para convertirse en
linfocitos T citolíticos, de ayuda, supresores o células de memoria. Esas células especializadas se
conocen como subtipos celulares T. Los miembros de esa infantería celular salen luego de los
nódulos linfáticos y se abren paso hacia el área infectada.
Los linfocitos T citolíticos se combinan con el antígeno presente en la superficie de la célula
invasora y luego liberan un poderoso grupo de glucoproteínas conocidas como linfocinas. Algunas
linfocinas matan directamente a los microorganismos patógenos, mientras que otros les confieren
sensibilidad a otros linfocitos del área, con lo que aumentan las filas de guerreros celulares. Otros
linfocitos más incrementan la reacción inflamatoria, atrayendo hacia el área de infección un gran
número de macrófagos. Asimismo, las linfocinas estimulan a los macrófagos, haciéndolos más
activos y eficaces en el combate contra los agentes patógenos .
Los linfocitos T son especialmente eficaces en el ataque contra los virus hongos y los tipos
de bacterias que viven dentro de las células huésped. ¿Cómo saben estos linfocitos cuáles son las
células que deben atacar? Una vez que el microorganismo patógeno invade una célula del cuerpo,
las macromoléculas de esa célula se alteran, por lo que el sistema inmunitario las empieza a
considerar extrañas y los linfocitos T destruyen dicha célula. Los linfocitos T citolíticos también
destruyen las células cancerosas y, por desgracia, las células de los órganos trasplantados.
Cuando los linfocitos T son activados y dan origen a una clona, no todas las células
sensibilizadas que se producen salen del tejido linfático, sino que algunas de ellas permanecen ahí
como células de memoria. Esas células, o su progenie, viven durante muchos años. En caso de
que el patógeno invasor vuelva a atacar al organismo, las células de memoria producen una
respuesta mucho más rápida de lo que fue posible durante la primera invasión.
En ese tipo de respuesta (llamada reacción inmunitaria secundaria), los microorganismos
patógenos suelen ser destruidos antes de que tengan tiempo de establecerse y ocasionar los
síntomas de la enfermedad. Esa es la razón por la que no se sufre varias veces la misma
enfermedad, Casi todas las personas que contrajeron sarampión o varicela, por ejemplo, jamás las
vuelven a padecer.
Sin embargo, si eso es cierto, ¿cómo es posible que una persona pueda contraer un
resfriado más de una vez en su vida? Por desgracia existen muchas variedades del resfriado
común, cada una de las cUales es provocada por un virus ligeramente distinto, que posee
antígenos un poco diferentes. Para empeorar todavía más las cosas, los virus mutan con
frecuencia (lo que es un mecanismo de supervivencia para ellos), y eso los hace cambiar sus
antígenos superficiales. Incluso un cambio muy pequeño en los antígenos evita que las células de
memoria identifiquen al patógeno.
Cada antígeno "diferente" es tratado por el cuerpo como un nuevo reto inmunitario. Las
victimas del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) son deficientes en linfocitos T y
presentan una proporción anormalmente alta de linfocitos supresores respecto a los linfocitos de
ayuda. El resultado es que la capacidad para resistir a las enfermedades se ve gravemente
reducida, por lo que las victimas de SIDA mueren a causa de enfermedades como neumonía o
cáncer. Si sospecha que una variedad de un virus que induce una forma rara de Leucemia es la
causa del SIDA; ese síndrome suele ser transmitido por contacto sexual (sobre todo el con tacto
homosexual) o por transfusiones sanguíneas.
Fig. 6-11. Inmunidad mediada por células. Cuando es activado por un antígeno, el linfocito T produce una gran clona de
células.
Muchas de ellas se diferencian para convertirse en linfocitos T citolíticos que emigran hacia el sitio de la infección y tratan
de destruir los patógenos invasores.
6.2.2 Inmunidad Mediada Por Anticuerpos
Los linfocitos B son causa de la inmunidad mediada por anticuerpos, que también recibe el
nombre de inmunidad humoral. Igual que sucede con los linfocitos T, existen miles de variedades
de linfocitos B, cada una de las cuales es capaz de reaccionar a un tipo específico de antígeno.
Los linfocitos B activados se dividen para producir grandes clonas de linfocitos inmunológicamente
idénticos. La mayoría de esas células aumentan de tamaño y se diferencian para convertirse en
células plasmáticas, las cuales pueden ser consideradas linfocitos B maduros. Las: células
plasmáticas poseen un extenso retículo endoplásmico rugoso, muy desarrollado, para la síntesis
de proteínas, ya que son las células que producen los anticuerpos. Las células plasmáticas no
salen de los nódulos linfáticos, como sucede con los linfocitos T; solamente los anticuerpos que
secretan salen del tejido linfático y llegan, a través de la linfa hasta el área infectada.
Algunos linfocitos B activados no se diferencian en células plasmáticas, sino que se
convierten en células de memoria cuya función es semejante a la de los linfocitos T de memoria.
Los linfocitos B de memoria siguen produciendo pequeñas cantidades del anticuerpo mucho
tiempo después de que la infección fue superada.
Ese anticuerpo, que forma parte de la fracción de gamma-globulina del plasma, se vuelve
parte del arsenal químico del cuerpo. En caso de que el mismo patógeno vuelva a entrar al cuerpo,
ese anticuerpo circulante se encuentra disponible de inmediato para destruirlo. Al mismo tiempo,
las células de memoria se dividen con rapidez para producir nuevas clonas de las células
plasmáticas adecuadas
Fig. 6.12. Inmunidad mediada por anticuerpos. Cuando es activado por un antígeno el linfocito B se multiplica y forma
grandes clonas celulares. Muchas de las células se diferencian para convertirse en células plasmáticas que secretan los
anticuerpos. Dichas células permanecen dentro de los tejidos linfáticos pero los anticuerpos son transportados hasta el
sitio de infección por la sangre. Luego se forman complejos antígeno-anticuerpo que desactivan directamente algunos de
los microorganismos patógenos y que a la vez "encienden" el sistema del complemento. Algunos de los linfocitos B se
convierten en células de memoria las cuales siguen secretando pequeñas cantidades de anticuerpo durante muchos años
después de que la infecciónterminó.
Lectura complementaria
Importancia De Las Células De Memoria
Las células de memoria también fabrican anticuerpos, pero se diferencian de las células
plasmáticas en su longevidad: las células plasmáticas viven sólo unos pocos días, mientras que las
células de memoria continúan en circulación durante mucho tiempo, toda la vida. Así pues, cuando
por segunda vez un organismo patógeno infecta el cuerpo, la producción de anticuerpos comienza
inmediatamente y en grandes cantidades, por lo que se suele prevenir cualquier posible
multiplicación importante del patógeno. Esta respuesta rápida por las células de memoria es la
fuente de inmunidad a muchas enfermedades infecciosas, como la viruela, sarampión, paperas o
polio, una vez que han pasado. También es la base de las campañas de vacunación contra varias
enfermedades.
Las vacunas se pueden preparar tomando un patógeno parecido, menos virulento, como
en el caso de la vacuna de la viruela; un patógeno muerto, como en el caso de la vacuna de Salk
para la polio; o una cepa debilitada que ha crecido en otro organismo huésped o en un cultivo de
tejidos, como pasa con la vacuna oral de Sabin (más usada) contra la polio.
Se ha utilizado recientemente la ingeniería genética para sintetizar proteínas antigénicas
puras que se encuentran en la superficie de los patógenos. Constituye una poderosa herramienta
para la preparación de nuevas vacunas. Por ejemplo, se ha fabricado una vacuna segura y eficaz
contra el virus de la hepatitis B, uno de los virus más extendidos por todo el mundo y que ataca al
hígado.
La aplicación de la ingeniaría genética en la confección de vacunas elimina el problema de
posibles infecciones o contaminaciones que pueden provocar efectos negativos.
6.3Anticuerpos Y Su Estructura.
Fig. 6.13. Diagrama de la estructura de la molécula de inmunoglobulina IgG, compuesta de dos cadenas ligeras y dos
cadenas pesadas unidas por enlaces de disulfuro. Se indican las regiones constantes (c) y variables (v) de las cadenas. Las
cadenas de carbohidratos están unidas a las cadenas pesadas en los puntos indicados, CHO.
Los anticuerpos son proteínas altamente específicas llamadas inmunoglobulinas que se
producen en reacción a la presencia de antígenos determinados. Una inmunoglobulina típica
consta de cuatro cadenas peptídicas: dos cadenas pesadas idénticas y dos cadenas ligeras
idénticas (fig. 6-13). Cada una de las cadenas ligeras está constituida por 214 aminoácidos,
mientras que cada una de las posadas consta de más de 400. Las cadenas polipeptídicas se
mantienen juntas mediante puentes disulfuro (—S—S—) y enlaces covalentes, lo que también
estabiliza su configuración. Cada una de las cadenas tiene una región constante y una región
variable.
La región constante o región C puede ser concebida como la parte estándar de una llave,
es decir, la parte por la que se le sujeta al usarla. En sus regiones variables, el anticuerpo se pliega
tridimensionalmente, adoptando una forma que le permite identificar un antígeno específico y
combinarse con el. La región variable o región V es la parte de la llave que corresponde de manera
única a un antígeno específico (la cerradura). Cuando se encuentran, el antígeno y el anticuerpo
encajan mutuamente de mar era análoga a una cerradura y su llave, lo que es necesario para que
el anticuerpo sea eficaz. Sin embargo, el ensamblaje no es tan preciso como en el caso de las
enzimas y sus sustratos.
Un antígeno cualquiera puede unirse con diferentes grados de fuerza, o afinidad, con cierto
número de anticuerpos diferentes. En el curso de una reacción inmunitaria, uno de los fenómenos
que ocurren es la producción de anticuerpos cada vez mejores, más fuertes (de mayor afinidad) Un
anticuerpo típico es una molécula en forma de Y la cual contiene dos sitios activos (fig. 6-12) que le
permiten unirse con dos moléculas del antígeno. Eso, a su vez, se traduce en la formación de
complejos antígeno-anticuerpo. Pero, ¿cómo “identifican" los anticuerpos sus antígenos
particulares? En un antígeno proteínico existen secuencias específicas de aminoácidos que
constituyen el determinante antigénico. Dichos aminoácidos confieren a una parte de la molécula
de antígeno una configuración especial que es "identificada" por un anticuerpo o célula sensible,
No obstante, el mecanismo es mucho más complejo que esto. Por lo general, un antígeno posee s
a 10 determinantes antigénicos en la superficie; algunos poseen 200 o más. Dichos determinantes
pueden ser distintos entre sí, por lo que hay varios tipos de anticuerpos diferentes capaces de
combinarse con un solo complejo antigénico.
Ciertas sustancias presentes en el polvo, al igual que algunos medicamentos, s m
demasiado pequeños para ser antigénicos y, no obstante, estimulan reacciones inmunitarias.
Dichas sustancias, a las que se dio el nombre de heptenos, se vuelven antigénicas al combinarse
con una molécula de mayor tamaño, generalmente una proteína.
Clases De Anticuerpos.
Las inmunoglobulinas se agrupan en cinco clases conforme a su estructura. En el extremo
constante las cadenas pesadas de los anticuerpos poseen una secuencia de aminoácidos
característica de la clase de anticuerpos de que se trate. Mediante el uso de la abreviatura Ig para
referirse a inmunoglobulina, las cuales reciben los nombres de IgG, IgM, IgA, IgD e IgE. En los
vertebrados más simples sólo se observa IgM. En los anfibios ya hay IgM e IgG.
En los mamíferos se encuentran esas dos clases de inmunoglobulinas más la IgA, mientras
que en el humano se encuentran las cinco clases de compuestos. Cada una de las clases de
anticuerpos tiene una función diferente. Quizá al evolucionar los animales más complejos les
resultó ventajoso poseer una variedad de clases de anticuerpos con funciones especializadas.
En el humano alrededor del 70% de los anticuerpos presentes en la sangre pertenecen al
grupo IgG; dichos anticuerpos forman parte de la fracción de gammaglobulina del plasma. La IgG
contribuye a generar inmunidad contra muchos patógenos diseminados por la sangre, entre los
cuales hay bacterias, virus y algunos hongos. La IgG, junto con los anticuerpos tipo IgM, son la
causa de la fijación del complemento, como se vera en la siguiente sección. Las inmunoglobulinas
tipo IgM son eficaces contra las bacterias, pero también funcionan como los anticuerpos que
caracterizan el tipo sanguíneo.
Las inmunoglobulinas tipo IgA son los principales anticuerpos de las secreciones del
cuerpo como las secreciones mucosas de nariz, vías respiratorias y aparato digestivo, las lágrimas,
la saliva y las secreciones vaginales. Se piensa que los anticuerpos tipo IgA son importantes para
proteger el cuerpo contra las infecciones que tienen por causa patógenos inhalados o ingeridos.
Aunque todavía se desconoce la función de las inmunoglobulinas tipo IgD, éstas, junto con las IgM,
se encuentran en la superficie de los linfocitos B. Las inmunoglobulinas IgE, los mediadores de las
reacciones alérgicas, se estudian en una sección posterior.
Funcionamiento De Los Anticuerpos.
Fig. 6.14 Debido a que la molécula del anticuerpo tiene dos lugares de unión con el antígeno, un solo anticuerpo puede
unirse a dos células o partículas diferentes provocando su aglutinación. Los glóbulos blancos fagocitan estas grandes
masas de partículas extrañas junto con los anticuerpos.
Los anticuerpos identifican al agente patógeno como extraño al organismo al combinarse
con los antígenos presentes en la superficie de aquél. No es raro que varios anticuerpos se
combinen con varios de esos antígenos, creando una masa de complejos antígeno-anticuerpo
aglutinados. La combinación del antígeno con su anticuerpo activa una serie de mecanismos de
defensa:
1. El complejo antígeno-anticuerpo puede desactivar al patógeno o su toxina. Por ejemplo, cuando
un anticuerpo se fija a la superficie de un virus, éste pierde su capacidad de fijarse a la célula
huésped.
2. El complejo antígeno-anticuerpo estimula la fagocitosis del patógeno por los macrófagos y
neutrófilos.
3. Los anticuerpos de los grupos IgG e IgM trabajan sobre todo a través del sistema del
complemento. Dicho sistema consta de unas 11 proteínas que están presentes en el plasma y
otros líquidos del cuerpo.
En condiciones normales, las proteínas del complemento están inactivas, pero un complejo
antígeno-anticuerpo desencadena una serie de reacciones que activan el sistema. Se dice que el
anticuerpo "fija" el complemento. Luego, las proteínas del sistema del complemento trabajan para
destruir los patógenos. Algunas proteínas del complemento digieren porciones de la célula
patógena; otras la recubren por completo, un proceso que recibe el nombre de opsonización.
Ese fenómeno, al parecer, hace mas "sabrosos" los microorganismos patógenos, ya que
los macrófagos y neutrófilos comienzan a fagocitarlos con avidez. Las proteínas del complemento
también incrementan el grado de inflamación. Dichas proteínas no son específicas, sino que
actúan contra cualquier antígeno siempre y cuando hayan sido activadas por un complejo
antígeno- anticuerpo. Los anticuerpos identifican de una manera muy específica al patógeno;
luego, las proteínas del complemento terminan el trabajo destruyendo a los agentes patógenos.
Fig. 6.15 Diferentes reacciones complejo antígeno-anticuerpo.
Diversidad De Los Anticuerpos.
Uno de los problemas más intrigantes en inmunología ha sido la explicación de la tremenda
diversidad y número de anticuerpos. El sistema inmunitario tiene la potencialidad de producir
millones de anticuerpos diferentes, cada uno de los cuales está programado para reaccionar a un
determinante antigénico distinto. Se han planteado dos teorías principales para explicar esa
diversidad. La teoría de la línea germinal propone que el humano nace ya con un gen diferente
para la producción de cada región variable que sea posible en los anticuerpos. Uno de los puntos
en contra de esa teoría es que un mamífero sólo posee alrededor de un millón de genes y que sólo
un pequeño número de ellos pueden estar dedicados a la codificación de anticuerpos; así, no
existen en el hombre suficientes genes para explicar los millones de anticuerpos distintos que se
observan en el.
La teoría de la mutación somática afirma que el humano sólo hereda unos cuantos tipos de
genes para la síntesis de las regiones variables de los anticuerpos y que en el DNA de los linfocitos
ocurren mutaciones que producen miles de linfocitos distintos en lo que se refiere a las regiones
variables. De esa manera, cada gen de la región V (variable) somáticamente formado es capaz de
combinarse con un gen de la región C (constante) para integrar la molécula de inmunoglobulina.
Así, cada variedad de linfocito podría ser programada para la síntesis de anticuerpos específicos.
Dichas mutaciones ocurrirían en el timo o el órgano equivalente a la bolsa de Fabricio.
Las investigaciones más recientes indican que la explicación correcta podría ser una
combinación de esas dos teorías. La capacidad de sintetizar diferentes anticuerpos es hereditaria,
pero también es muy factible que la diversidad aumente por mutación y recombinación génicas.
Conforme a la teoría más actual existe un solo gen para codificar la porción C de cada tipo de
anticuerpo. Sin embargo, uno de varios cientos de genes puede codificar la síntesis de la región V
de la cadena ligera y uno de varios cientos codificar la reglón V de la cadena pesada. Existen
también cuatro o cinco genes diferentes que codifican los segmentos que se localizan entre las
regiones C y V de cada cadena.
La formación de un anticuerpo activo implica la recombinación de una de muchas regiones
V posibles con los segmentos intermedios. Luego, esos segmentos se ligan con un segmento
correspondiente a la región C. Este proceso ocurre durante la producción de las cadenas ligeras y
pesadas por igual. Entonces, las dos cadenas se asocian para integrar el anticuerpo completo. En
el curso del desarrollo del organismo se registra también una elevada tasa de mutación en la
región V del DNA, lo que, por supuesto, contribuye a incrementar la diversidad en la estructura de
los anticuerpos. Empero, incluso en ausencia de tales mutaciones, se ha estimado que se pueden
obtener unos l8 000 millones de anticuerpos diferentes mediante la recombinación de unos 300
genes independientes en el monto de su expresión sintética.
Reacciones Primaria Y Secundaria
La inyección de un antígeno en un animal inmunocompetente activa la producción de
anticuerpos, que aparecen en el plasma sanguíneo del sujeto 3 a 14 días después.
La primera exposición a un antígeno estimula una reacción primaria.
Después de la
inyección del antígeno hay un breve periodo de latencia, durante el cual aquel es identificado y los
linfocitos apropiados comienzan a formar clonas. Luego ocurre una fase logarítmica, durante la
cual la concentración del anticuerpo se eleva en forma logarítmica por varios días, hasta alcanzar
un nivel máximo . Por último, se inicia la fase de declinación, durante la cual la concentración de
anticuerpos disminuye hasta llegar a un nivel muy bajo.
Una segunda inyección del mismo antígeno, incluso años después de la primera, evoca
una reacción secundaria . Debido a la presencia de células de memoria, esta reacción suele ser
mucho más rápida, con periodo de latencia más corto y una acelerada formación de anticuerpos y
linfocitos T, Durante la reacción secundaria se producen más anticuerpos que en la primera, y la
fase de declinación es más lenta. En una reacción secundaria el anticuerpo predominante es la IgG
(en vez de la IgM). La afinidad o fuerza de acoplamiento del anticuerpo también aumenta después
de Una exposición secundaria al antígeno. La cantidad de antígeno necesaria para evocar la
reacción secundaria es mucho menor que la necesaria para una reacción primaria. Los refuerzos
de las vacunas se administran con el objeto de provocar una reacción secundaria, reforzando la
memoria inmunitaria de los antígenos patógenos.
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