El video de la retroexcavadora

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NEGOCIOS
LATERCERA Domingo 4 de mayo de 2014
COLUMNA
Por César
Barros
El video de la retroexcavadora
E
n estos días resulta inevitable
referirse a la reforma tributaria y “al video”, que como todas las malas ideas, nadie lo
hizo...
Hablemos primero del video.
Francamente, es una pena
recordar el lenguaje de fines de los 60: ricos
y pobres, poderosos y “los otros”, latifundistas y campesinos. Yo creo que la crisis
del 73 no hubiera ocurrido, o hubiera tenido otro resultado, si los chilenos hubiéramos sido más cuidadosos con las palabras y
con las formas: “Momio ladrón, al paredón,
y las momias al colchón…”, nadie les trancaría el paso, había que avanzar sin transar
y crear el poder popular. Lamentablemente,
ese rito de palabras y formas fue efectivo:
los que se consideraban “momios” y “momias” pensaron que efectivamente podrían
llevarlos a unos al paredón y a las otras al
colchón, lo que provocó una emigración
notable hacia Argentina, España y Australia..., ventas de activos a precio vil y el dólar
negro por las nubes. Y los que se quedaron,
pasaron a la fase siguiente: la estrategia de
destrucción total del adversario que los llevaría al paredón y/o al colchón.
Como 20 años después nos enteramos que
no tenían muchas armas, que aquello del
paredón y del colchón eran sólo bravatas.
Que los cubanos no estaban “ni ahí” con el
MIR y sus acompañantes y que, al final, era
como un asalto con armas de juguete.
Pero como la contraparte no lo sabía, y
convenció a los que tenían armas de verdad
que lo que se gritaba, afirmaba y trasuntaba
era cierto, y que -en el ambiente de la Guerra Fría- Chile era el próximo dominó que
caería a la órbita comunista.
Y ahora vemos cómo algunos desconformados cerebrales parecen querer darse “el
lujito” de repetir la primera escena del drama chileno de los 70.
Y todo esto para nada. Porque el video de
marras no se requiere para convencer a los
parlamentarios ni ministros de la Nueva
Mayoría. Tampoco a los empresarios ni a los
emprendedores. La Nueva Mayoría tiene los
votos. Tiene la calle. Y tiene argumentos.
Lo que toca, más que producir videos sin
sentido, es una discusión seria y desapasionada, para un cambio cuántico en las
reglas del juego de nuestro sistema económico. Y como los que pensaron este
“Transantiago de la recaudación” nunca
han pagado IVA ni llenado formularios
para pagar impuestos de primera, segunda
categoría o para qué decir del global complementario, se levantan voces de inquietud y de sorpresa.
¿Se estará transformando el SII en una especie de Gestapo tributaria? ¿Los asesores
tributarios no existirán más? ¿Qué pasa con
los emprendedores y su financiamiento?
Pero esto no para ahí: se quieren recaudar
varios puntos del PIB para financiar algo
bastante etéreo: educación de calidad para
todos y gratuidad para todos. Claro que no
nos han contado cuánto va para la educación preescolar, cuánto para la básica, la
media, la técnica o la universitaria. Los estudiantes no están de acuerdo, varias universidades tampoco, muchas municipalidades se oponen. No vaya a pasar como el “royalty minero”, que era para financiar
tecnología e innovación y terminó en cualquier parte, menos en aquello para lo que
fue creado.
Ya que tienen los votos para aprobar cualquier impuesto (menos para las piscolas),
los temas a discutir son harto más áridos
que “la igualdad”, la confrontación con los
“poderosos de siempre” y otras filosofías. Lo
que queda es una discusión bien latosa, con
los economistas, para ver cuáles serán los
impactos de la reforma en el PIB potencial,
en el empleo y la inversión. Con los contadores y auditores para ver el “modus operandi” de la ley en su versión final, cuáles
serán los límites de la “Gestapo recaudadora” y miles de detalles de funcionamiento.
Lo mismo con los odiados abogados tributaristas (que al parecer le han encontrado más
contradicciones que la Biblia al proyecto).
Es decir: hacer todo con calma, para que
no les pase como con el Transantiago: que
era una idea genial que nos libraría de las
plagas de las micros amarillas. Que sería barato, amigable y sin “tacos” en las calles. Sus
choferes simpáticos y los recorridos pensados por poderosos computadores. Bueno, la
verdad es que como en todas las cosas, lo
fundamental estaba en los detalles y no en
la “gran idea” de los estadistas y los profesores que idearon el monstruo.
A la Presidenta “no le tincaba”, pero tanto
le insistieron sus técnicos que le dio el vamos. Sólo para decir después que el glorioso
Transantiago “era una mala palabra”. Y no
ha dejado de parcharse, subsidiarse y modificarse hasta ahora. Y si le preguntamos a la
gente si está mejor ahora, o antes con las
“amarillas”, podríamos llevarnos una gran
sorpresa.
Los grandes cambios requieren no sólo de
ideas grandilocuentes: hay que hacer que
funcionen. Ojalá mejor que las del pasado.
Aquí, con la reforma tributaria se tienen
que dejar de lado los eslóganes, la politiquería y las filosofías, y concentrarse en
que de verdad funcione: que la clase media
no pague el pato (hasta ahora el argumento
en contrario es discutible: todo depende de
cómo se defina clase media). Que no afecte
a los emprendedores, que la piscola siga barata y que haya una interpretación clara de
las fórmulas. Que declaren inconstitucional
a la Gestapo tributaria, y que se prohíban
los campos de concentración para los expertos que nos van a decir cómo, con esta
nueva ley, podemos pasar más piola.
En definitiva: diálogo y no retroexcavadoras. Discusiones técnicas y no videos.
Estudios aburridos de consecuencias y
normativas.
Pero, sobre todo, que digan primero cómo
se van a gastar la plata: antes de ver el financiamiento de cualquier proyecto, se
analiza el proyecto en sí en detalle, para ver
su rentabilidad privada y social. Se ve la ingeniería gruesa y la de detalle. Se calcula
cada ítem hasta la saciedad. Y sólo una vez
que eso está completo, se ve cómo financiarlo. Aquí vamos con todo al revés: estamos discutiendo a quién le sacamos el financiamiento y cómo, con cuánta fuerza y
cuántas garras le aplicamos. Pero el detalle
de la reforma educacional, que nos traerá
calidad, masividad, gratuidad, igualdad y
productividad, aún no aparece.
* Economista
RR Esta imagen ha sido sacada del video que “viralizó” La Moneda para contrarrestar críticas a la reforma tributaria.
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