No me muevo hasta que el agua me llegue al cuello. Presentador/a: Hay tres mujeres una que es rubia y estuvo casada hasta hace poco, otra que tiene el pelo muy largo, el pelo hoy tiene rulos, quiero decir que se hizo rulos, pero que son auténticos, no es una peluca, porque hay réplicas de todo tipo, el pelo es negro, bueno castaño, así sobrevivimos todo el tiempo, en este mundo, y en algunas situaciones no habría que fiarse ni de un color de pelo... Todo es muy real acá. Hay otra mujer también que aprendió a cantar, para hacer lo posible. La pregunta es qué hacemos para hacerlo posible? Bueno esta chica un día se dio cuenta que había perdido mucho tiempo, la vida se le había ido esperando algo, alguien? Entonces cierra los ojos fuerte para verse la joven que fue, y no se ve. Si el tiempo, se dice me permitiera un encuentro conmigo, con la que fui, me elegiría? Me agarraría y me cogería? Y me quedaría conmigo? Esto es un discurso sobre la soledad. Lo estoy preguntando. Música. Entra Amalia. Entra la joven de rulos y de pelo largo. Amalia: Yo soy Amalia, estuve casada hasta hace poco, cuando conocí al que fue mi esposo él me habló orgulloso de su manera de ver las cosas: para adelante!, Confiar, cerrar los ojos y el amor... Yo cuando cierro los ojos sueño, entonces tardo en despertarme, cuando me despierto tengo miedo de enfermarme, y me enfermo. A veces me pregunto dónde empieza la verdadera diferencia entre soñar y estar despierto, en qué lugar las cosas empiezan a ser diferentes. Hay una diferencia primordial. Yo quiero que las cosas sean diferentes. Pero no sé ¿De nosotros dos quién logró algo?, soñé que era un pájaro y que me cazaban a escopetazos, desperté y estaba moribunda; “Me voy de casa” me dijo ¿Cómo? Tenía los ojos bien abiertos se rascaba algo con la mano metida en el bolsillo del pantalón. Yo, el pájaro moribundo, le dije: Si te vas no vuelvas “nunca”, te es tan fácil emplumarme con brea y echarte a volar. ¿Ese fue nuestro error? ¿Qué nos pasó? ¿Dónde quedaron los buenos momentos? ¿Los hubo? Quiero decir yo no me morí, al menos eso creo, sueño. A veces sueño que soy Omara Portuondo y que canto boleros en las noches de verano con un turbante en la cabeza y mirando el mar. Con tristeza miramos un amor que se nos va- es un pedazo del alma que se arranca sin piedad. La joven de rulos: El hombre estaba parado, ahí, solo, ya no llovía pero el agua seguía chorreando por su cara, lamía las gotas que pasaban por su boca, las otras le mojaban el cuello, no me gusta, no me gustó verle la lengua, ni el agua en las pestañas, ni la rigidez de su cuerpo, el deseo. Sin embargo me quedo mirándolo, no me fui, también dejé el agua que quedó en mi cara, así no tuve que llorar, siempre lo hago, siempre lo hice, desde el principio. Mucho tiempo atrás, también a fines del invierno, me encanta la lluvia en el invierno, tomé tres vasitos de ginebra, reí estúpidamente un buen rato y cuando pensé que iba a llorar, tenía la ropa interior en los tobillos, y estaba prendida a su espalda, respirando fuerte, queriendo espantar los perfumes sintéticos y atrapar esa noche con llovizna y su nariz metida en mi aliento, axila, sexo, tan despreocupada de él, tan despreocupada de la existencia del mundo. A: Ya pasó el tiempo y sigo arrastrando enfermedades viejas, mis padres siempre me acompañan hasta cuando sueño... Hoy cuando desperté pensé que estaba en la selva misionera y que mi padre maniobraba un gomón cerca de las cataratas. A veces pienso que cuando uno se despierta tiene las verdaderas intenciones. Una vez internada en el segundo piso de un sanatorio privado, en una habitación individual, que mis amigas y mis padres con buenas intenciones, decían que parecía la habitación de un hotel. Me cortaron el útero y me llevaron a esa pieza, casi de hotel, a que me recupere. Me cortaron el útero y lo cosieron, “quedó perfecto” dijo el sonriente y bien parecido cirujano, joven, moreno y con dientes blancos. Mis padres están viejos, envejecen tan velozmente que parecen insectos moribundos que chocan contra los vidrios y paredes intentando mantenerse en pie hasta la última luz. Yo pensé que me mentían y que me iba a morir. Debe ser aterrador ver la muerte tan cerca de un hijo. Yo vi en ellos la muerte cerca de mí. ¿Es una expresión de amor la mentira que decimos a nuestros hijos? ¿Y no es también una expresión de nuestro miedo? J. de R: Para mí la vida no es una dicha ni una desgracia. Puedo mentir pero no quiero hacerlo acá. Ahora quiero un whisky y quedarme callada. Voy a pensar en él. G: ¿Se puede amar sin miedo? P: Voy a intentar ser honesta y decirle que hoy me da asco su lengua porque eligió lamer a esa gran perra hasta la muerte. Ahora un favor, a lo mejor el último. Quiero irme en un barco que sale a la medianoche, sola. Y esto es algo que quiero hacer porque no nos mentimos los unos a los otros? A: A veces me pregunto porque dije “nunca” si lo que quería era que se quede. Rulos: Yo quiero vivir cerca del mar, soy del interior, me encanta el viento con olor, ¿qué voy a esperar? Alguien me dijo “ quiero una casa con un perro negro a la orilla del mar”. La vida cerca con ruido a mar. Me quedé pensando en la palabra mar, oiga como suena: mar. Me lamió en un vestuario, también en su casa y en su auto, en plena noche y estuvimos bebiendo hasta la salida del sol, mientras escuchaba el oleaje de los autos, rum, rum, rum. Es el ruido más triste del mundo. Perdí 3, 4, 5, años escuchando el rum, rum. Yo le dije lo que me hacía falta para seguir viviendo, me tocó, no, no es eso, dije. No me entendés. Sí que te entiendo, me dijo. Tirate de espaldas y escuchá el ruido de los neumáticos, el whisky que cae en el vaso, las voces de la noche. No, no es eso, no me entendés. Sé exactamente a qué te referís, me dijo. Solamente escuchá el sonido. ¿No es el mar? Perdí años de mi vida con el embeleso del rum rum- Pero para eso es la vida, para perderla. Entra la que vino a cantar. La que vino a cantar: Yo vine a cantar. (acomoda su guitarra y canta) A: qué lindo, qué lindo tema, además cantás muy bien, sí me gusta... P: Siempre fui celosa y se lo advirtió la brasa de mi cigarrillo rozándole la cara... de todos modos aquella noche, no la del ruido del mar, otra, sus ojos se entregaron con glotonería a las diversas muñecas, a las otras mujeres. Pero al día siguiente amaneció con un gran cansancio y a la noche tuvo miedo de la muerte. Me desperté y estuvimos en silencio. Supe que me amaba, ¿qué quieren los hombres de mí? En general, digo. Una cosa que hice fue irme. No sé bien por qué lo hice, me tomé un barco y me fui, no me fui sola. Me escapé. Esta mal escaparse y dejar solo a los otros. Yo lo dejé solo en la cama me levanté me vestí y me fui. ¿Habré odiado amarlo tanto? ¿Por qué tengo este pensamiento? La que viene a cantar: Yo lo que hice fue aprender música. Guitarra, composición. Un día estaba escuchando la radio y pasaron esta canción. En una parte dice Sticks ando Stones, palos y piedra, may brake my bones, pueden romperme los huesos, but words will never hurt me, pero las palabras nunca me van a dañar, entonces me dije, dios mío, si supiera alguien lo que estoy sintiendo cuando escucho esta canción, si alguien supiera cómo siento lo que está diciendo esta mujer... en ese momento que estaba escuchando la radio pensé que haría yo si supiera que voy a ser abandonada? Esto es un discurso sobre la soledad. Lo estoy preguntando. En un momento de mi vida me pregunté si iba a ser abandonada algún día. Sé que desde ese día trabajé para esto, para ser abandonada. ¿Qué hace la otra gente? ¿Qué debería hacerse? ¿Cómo se llega y se soporta esta... situación? Amalia: Sí, Omara Portuondo, esos turbantes con Compay Segundo de este lado y Ry Cooder acá. La que viene a cantar: Yo otra cosa que hice fue dejar de fumar, fue difícil. También di largos paseos de noche en mi coche, siempre pensando en el mundo y en la gente. El último pensamiento que tenía antes de dormirme, estaba lleno de muy buenas intenciones. A: Una de las cosas más difíciles fue vigilar mi sueño. No quiero ser una sonámbula, se está en mí evitarlo. Cuando no puedo evitarlo trato de memorizar mis sueños, hace poco tuve uno en el que mi madre era un pequeño ventilador, con un solo ojo negro. Soñándola me parecía muy natural de esa forma. Ella escribía en el aire un bello poema de amor a mi padre: Tus besos, escasos, inolvidables Cuando te extrañe, voy a recordar mi tamaño entre tus manos y el roce de tu boca y nariz buscando mi olor y mi risa del lado izquierdo del cuello. Cada abrazo hacia tu pecho lo recuerdo con tus dientes Apretados, soltando confesiones en mi pelo. Amanecerme con el hocico pegado. Te siento casi en la nuca. En la mejilla se aplastan tu ojo y las pestañas. La boca y la nariz pegadas al cuello casi donde termina y se forma un hueco, en ese lugar nace el beso. Rulos: No somos ni puritanos ni amorales. Somos otra cosa. Eso también lo sé. Cantora: Yo otra cosa que hice fue querer a una mujer. Rulos: Él creyó que yo era un perro. La playa soleada y fría con viento de arena. Él vio al perro quiero, demasiado cerca de las olas, se sentó cerca del animal, inmóvil y amarillo, antes caminó hasta que el animal, el gran perro se hizo persona, era yo... Cantora: Eso fue una ilusión de imanencia. (pausa) Explicación. Rulos: Sí, yo, con el culo en el agua, con tos, con ganas de no hablar. A: (como ida) Con ganas de no hablar, con mocos, con tos, con un aborto que no podía esperar. Pensé en regalarle el feto a mi hermana. Necesito dinero para dárselo a una partera gorda y sangrienta, le dije, una que me saque el embarazo. Partera comprensiva que me saque el feto. Feto como calcio, feto como hierro, feto con tus ojos, le grité, con tu inteligencia, tu hambre de soledad!!!! ¿Por qué te vas? Le pregunté. Porque prefiero huir que inmolarme, me dijo. Terminó de fumarse el cigarrillo, me dio un beso en la mejilla y se fue. Cantora: No es muy grato recordar... todo, digo. Nadie lo hace, está bien. No es muy grato para mí recordar triste y enloquecida la separación de sus muslos. Pero lo hago. Rulos: Yo tengo fascinación por lo marítimo. Una vez un hombre muy inteligente que yo conocí y que era escritor, escribió sobre mí. Cantora: Yo no puedo pensar un lugar tan exacto. (dibuja en el aire con sus dedos) La separación de sus muslos. Mucho tiempo atrás, también a fines del invierno, yo volaba en mi coche por alguna ruta. Todavía fumaba. A la chica de los muslos la conocí esa tarde en un parador. Era tan linda. Ya no llovía pero ella se lamía las gotas de sus labios. Yo no he tenido suerte en la vida, quiero decir que yo me iba de la ciudad. ¿La distancia esclarece cualquier situación confusa? Yo me iba me alejaba. Quería olvidar algo, no lo quiero decir, algo no grato. La veo me pide que la lleve, y acá estoy. No me pasa todo el tiempo. Ahora no sé bien que iba a decir. (pausa) A mí en apariencia me gusta que alguien se presente como un maravilloso objeto de conveniencia sexual. Ella se acercó y me preguntó si yo ya me iba, pero sus ojos? No decían: acá estoy, me ofrezco, soy joven. Cada pestañeo no era: no puedo evitar el sortilegio, el hechizo que provocó inevitable, inocente, perverso. No puedo evitar ser deseada de esta manera, no puedo evitar que el mundo, en ese momento Yo era el mundo, que el mundo me desee hasta la locura? Y yo que soy masoquista decidí aniquilarme en el ventilador de tus piernas y después cuando estaba con la cabeza entre mis piernas se quedó dormida, había tomado dos cervezas, un vodka con speed, un fernet con coca cola y amanecía. Yo nunca amé tanto a una mujer. Las contrapartidas del coqueteo... Ella siguió viaje sin mí dos noches más tarde, y yo volví a la ciudad para olvidarla... A. Yo estoy teniendo sueños muy raros. ¿Qué es inmolarse? ¿Qué significa exactamente? ¿Cuándo las cosas comenzaron a ser diferentes para nosotros? ¿Por qué es mejor huir descaradamente que inmolarse, por qué? ¿Por qué no? Solíamos tener la misma clase de necesidades. ¿Por qué la distancia esclarece cualquier situación confusa? ¿Era confusa la situación? ¿Qué es un hijo? ¿Es nada un hijo? ¿Quiero cerrar los ojos y que algunas imágenes no vuelvan? ¿O querría que permanecieran para siempre Rulos: Yo muchas veces pensé que no iba a ser posible para mí... y me sentaba en el patio de mi casa a contemplar las plantas. Una vez yo tenía nueve o diez años, y me quedé sentada en la arena, y dije: no me muevo hasta que el agua me llegue al cuello y me quedé, y pensé que mi mamá o mi papá iban a venir y yo tendría que disimular, me dispuse a esperar la crecida o el rescate, pero el tiempo pudo más y, quiero decir que no sucedieron ninguna de las dos cosas que yo necesitaba que pasen porque nadie vino a rescatarme y el agua no creció tanto como para ahogarme, estuve toda la mañana al sol y me insolé, nadie vino a rescatarme del sol tampoco quiero decir que no morí ahogada, pero me quedé sola al sol y mis padres por qué no vinieron a buscarme en toda la mañana? Tuve fiebre muy alta y supe que tarde o temprano me abandonarían tal vez nadie me dejaría morir al sol, ni ahogada, pero hay mil, miles, millones de maneras de abandonar a alguien, y ese día me empecé a preparar. Todo lo que hice a partir de ese momento fue construir, para el abandono. La que vino a cantar canta. SE suman Amalia y Rulos. Fin. Septiembre 25. 2001. Tolosa. Laura Valencia