De la Dama de Hierro a la Dama de Cristal

Anuncio
Sábado, 22 de octubre de 2005
De la Dama de Hierro a la Dama de Cristal
Julio Pomés
Director del 'think tank' Institución Futuro
________________________________
www.expansiondirecto.com/firmas/pomes
E
s inevitable la comparación del acceso de
Angela Merkel a la cancillería alemana con
la conquista del cargo de primer ministro
por parte de Margaret Thatcher en 1979.
Repasemos algunas similitudes. Se trata de la primera
vez que una mujer alcanza esa distinción en Alemania y
Reino Unido, respectivamente, y ambas pertenecen a un
partido conservador. Las dos llegan al poder en un
momento económico difícil, en el que el gasto social
constituye uno de sus principales aprietos.
Tanto Thatcher como Merkel defienden la conveniencia
de una mayor participación y responsabilidad de la
sociedad civil, frente a los que piensan que la solución
de las dificultades depende, sobre todo, de la
intervención estatal. Por último, estas dos mujeres
acceden al cargo a pesar de una contestación sindical
considerable, sostenida por unas clases populares
temerosas de perder un bienestar, imposible ya de
mantener.
Identificación de los problemas
Respecto a las diferencias, el prestigio de la premier
británica se caracterizó por acreditar una clara visión de
cuáles eran los problemas del país y las soluciones para
sacar al Reino Unido de la crisis económica. Margaret
supo inspirar confianza porque demostró que
verdaderamente se involucraba con convicciones que
exhibía. Resistió sin titubear las salvajes huelgas
mineras y su firmeza le otorgó una victoria histórica
ante unas reivindicaciones insostenibles. Tuvo la
habilidad de extender el capitalismo a quienes antes no
habían soñado con ser propietarios de su vivienda o
disponer de un puñado de acciones. Esta transformación
social le granjeó un apoyo estable de los que en la
nueva situación deseaban proteger sus pequeñas
nuevas fortunas.
La firme determinación de Thatcher para poner en
marcha sus políticas, guiada por la creencia de que
estaba para servir a la sociedad y no para atender a
intereses particulares, le llevaron a gobernar durante
tres mandatos. Liderazgo, sentido de misión, políticas
orientadas al largo plazo, consistencia y concordancia
entre pensamiento y acción, son lecciones que deberían
aprender muchos gobernantes actuales. Fue consciente
de que cuando se gobierna en función de las encuestas,
aunque se vencen las escaramuzas del efímero corto
plazo, la nación pierde la guerra del definitivo largo
plazo.
Si a Thatcher se le denominó la Dama de Hierro, a
Merkel se le podría llamar la Dama de Cristal. La
fortaleza de Margaret contrasta con la debilidad
extrema del forzado matrimonio de conveniencia
que representa el Gobierno de coalición. Esa
fragilidad, unida a que tanto el CDU como el SPD
van a exigir al Ejecutivo una transparencia
‘cristalina’ de sus deliberaciones, propiciará un
acoso permanente que restará capacidad estratégica
a la acción del gobierno. Los secretos de alcoba son
básicos para que una unión sea fructífera en el
capital largo plazo.
Estar a la defensiva de una enterada opinión pública
desgasta. Respecto a las dotes personales, Angela
dista mucho de poseer las habilidades
comunicativas y poder de convicción para exigir
sacrificios que sí tuvo Margaret. La victoria de
Merkel es pírrica: el precio del poder le ha obligado
a hacer demasiadas concesiones, como un gobierno
con mayoría del partido opositor.
Otra diferencia es su diferente batalla europea.
Thatcher peleó por conseguir más ayudas, Merkel
combatirá por escatimar su contribución al
presupuesto comunitario. Por último, la premier
apenas tuvo desgaste dentro de su partido, donde
su liderazgo fue indiscutible, mientras que la
canciller tendrá fuertes peleas con los abundantes
descontentos del CDU que siguen sin estar
convencidos de su valía.
Dos realidades diferentes
La principal conclusión que deriva de la comparación
de las dos líderes es que la revolución radical que
impulsó la Dama de Hierro, tan indispensable hoy
para Alemania, es imposible de acometer desde el
consenso que rige en la cancillería. Es probable que
la política que emplee Merkel no diste mucho de la
condescendiente acción de gobierno que hubiera
aplicado Schröder si hubiera ganado las elecciones.
La moderación no resolverá la crisis alemana, sino
que consolidará su languidez y hará más ardua la
regeneración que esa nación precisa. Thatcher pudo
ser enérgica a voluntad. Merkel deberá ser
complaciente por obligación. Margaret tuvo el
mérito de superar la recesión británica. Angela
apunta a ser una señora llena de esas buenas
intenciones de las que el infierno está empedrado.
Descargar