Empáticos y simpáticos - Dirección General de Bibliotecas

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Empáticos y simpáticos
AUTOR:
DIRIGIDO A:
DURACIÓN:
Javier Ortiz Flores
Jóvenes 13 a 17 años
5 sesiones de 90 minutos
Introducción
La empatía es esa competencia que nos permite desprendernos de nuestra
esencia y habitar otra, para comprender, entender y simpatizar con la
particularidad de los demás. Vista como herramienta de comunicación, desarrollo
personal y relaciones humanas, nos permite esencialmente conectar con las
circunstancias de nuestros semejantes.
La empatía sólo es propia del ser humano. En su novela de ciencia ficción
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Phillip K. Dick aborda el tema de la
empatía. Rick Deckard, es un policía de San Francisco y cazador de androides.
Para establecer si su presa es androide o humano, debe aplicar el test de medida
Voigt-Kampff, la empatía es el factor determinante de la prueba.
Durante el taller los participantes experimentaran la “regla de oro” de la simpatía:
trata a los demás como quieras que te traten a ti, y a la postre, llegar a adoptar la
“regla de platino” próxima a la empatía: trata a los otros como ellos desean ser
tratados.
Objetivo
Que el participante se sensibilice y cree un clima de empatía en su entorno, a
partir de los textos, actividades grupales y de introducción propuestas en el taller,
e invitarlo a formar parte de una cultura alocéntrica, es decir, de consideración
hacia los demás y evitar el egocentrismo.
Requerimientos
• Hojas de papel bond
• Lápices
• Bolígrafos
• Conos de plástico
• Gis
• Pedazo de cartón 40 x 20 centímetros
• Aros
• Pelotas de esponja o plástico (tamaño pelota de tenis)
• Espacio amplio para las dinámicas
• Computadora para proyectar video
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Sesión 1
Amigos… sí
Da la bienvenida a los participantes y agradece su asistencia e interés por el taller.
Comenta el objetivo general del mismo, así como las expectativas particulares de
la biblioteca para con ellos.
Dinámica de presentación
Me pongo en los zapatos del otro
Pide que escriban, de forma individual, las siguientes frases en papel y que las
completen:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Me siento bien cuando…
Me siento herido cuando…
Me gusto porque…
Me siento triste cuando…
Me siento querido cuando…
Me siento excluido cuando…
Me siento bien con mi familia cuando…
Me siento frustrado cuando…
Me siento bien con mis amigos cuando…
Mi mayor deseo es…
Quisiera que los adultos no…
Si pudiera hacer otra cosa hoy, elegiría…
Cuando terminen de escribir, prepara un espacio de la biblioteca donde los
participantes comiencen a caminar y deambulen en el área, de tal suerte que se
mezclen entre ellos. El ejercicio lo deben hacer en silencio. A una voz tuya,
pídeles que comiencen a hacer contacto visual entre ellos sin dejar de deambular,
anímalos para que venzan la timidez y rompan el hielo. Aliéntalos a que busquen
con solo la mirada una pareja de trabajo.
Formadas las parejas, se presentarán entre sí con su nombre y compartirán su
lista de frases. Posteriormente cada pareja se presentará ante las demás con sus
frases, de la siguiente manera: uno con sus manos entrelazadas por la espalda y
frente al grupo, mientras el otro, por detrás, pasa sus manos por entre los brazos
entrelazados del primero, de tal modo que usará sus brazos y manos para dar
énfasis a lo que expresará verbalmente su compañero. Al término de las
presentaciones, pide que elaboren un personalizador con su nombre y se lo
coloque en el pecho.
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Pregunta al grupo, en general cómo se sintieron con el ejercicio en el momento del
contacto visual y si creen tener algo en común con su compañer@ de trabajo a
partir de lo expresado en sus frases. Si en sus respuestas comentan que hay
cierta afinidad, es porque lo experimentado tiene que ver con la Empatía: una
habilidad que nos permite entender las necesidades, sentimientos y problemas de
los demás y al ponernos en su lugar podemos responder de forma correcta a sus
reacciones emocionales.
Actividad de lectura
Ahora comparte en voz alta el escrito La Amistad, contenido en el libro El Profeta,
de Kahlil Gibran (puedes consultar el texto en línea en el portal de la DGB, en la
pestaña BIBLIOTECA DIGITAL―LECTURA EN LÍNEA), o utiliza el propuesto en
el Anexo de lecturas.
Al terminar, pide que expresen su sentir acerca del texto y solicita que resuelvan
los siguientes cuestionamientos: ¿un amigo debe adaptarse a nuestra necesidad
de afecto?, qué requieres para conservar una amistad, ¿es importante que nuestro
amigo sea incondicional en todo? En nombre de la amistad, qué estarías
dispuesto a hacer.
Lo anterior te lleva a generar una tertulia en torno a la amistad y sus diversas
aristas, así que trata de mantener una posición neutra para dirigir la actividad.
Reparte a cada participante una mitad de hoja tamaño carta y pide que escriban
un concepto de amistad, el nombre de su mejor amig@ y por qué lo consideran
así. Permíteles que maduren sus reflexiones dando un tiempo determinado, y al
final, pide que de manera espontánea compartan sus escritos. Anima a comentar
los textos.
Despide al grupo, no sin antes, invitarlos a continuar con la sesión del día
siguiente, donde pondrán a prueba la responsabilidad conjunta.
Sesión 2
Trabajo fenomenal
Da la bienvenida a la sesión del día al grupo y coméntales que para lograr un
objetivo planteado en cualquier escenario, una de las herramientas efectivas es el
trabajo en equipo. La colaboración del grupo requiere de observación, confianza,
cooperación, solidaridad y sentido de pertenencia.
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Dinámica grupal
Forma dos grupos con igual número de jugadores. En un espacio abierto (30 x 30
m. aprox.) delimita el terreno en dos partes. Sobre las líneas de los extremos
coloca cinco conos. Los participantes del equipo tienen que intentar robar los
conos del extremo opuesto y depositarlos en el suyo. Cada joven puede
apropiarse únicamente de uno de los conos. A partir del momento en que un
participante cualquiera entra en el campo contrario, corre el peligro de ser tocado
por los integrantes del otro equipo. Si eso sucede, tiene que quedarse inmóvil
hasta que un jugador de su mismo equipo pueda tocarlo con la finalidad de
liberarlo. Sin embargo, el jugador, puede ser tocado otra vez por algún contrario.
Si esto sucede cerca de la línea divisoria y no es rescatado con facilidad, pueden
formar una cadena, tomándose de las manos con sus compañeros y mantener
como mínimo un pie de un jugador dentro del propio campo. Es obvio que
mientras se organizan, los contarios pueden aprovechar para robar los conos, y el
juego finaliza cuando se consiguen todos o se logra inmovilizar a los jugadores del
otro grupo.
Al término de la dinámica pregunta a los participantes cuál fue la estrategia que
siguieron para obtener los conos del rival; a los que fueron capturados, cuál fue el
sentimiento que les produjo y si tuvieron la confianza de que los rescatarían para
integrarse nuevamente al juego. Plantea si la empatía es importante para la
colaboración en equipo y en qué momento la pusieron en práctica.
Actividad de lectura
Al terminar la ronda de comentarios, convoca a los participantes a que se sienten
en rededor y escuchen el texto El Problema, de Saadi (Anexo de lecturas) y detén
tu lectura antes del último párrafo.
Permíteles que contesten la pregunta al problema que se plantea. Lo anterior, en
virtud que tomarán el papel del sabio y tendrán que emitir un juicio como tal.
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Recuerda observar respeto hacia el grupo en todo momento, así como de sus
opiniones. Informa al grupo que pueden emitir una opinión en equipo con respecto
al problema planteado y recuérdales que deben llegar a un consenso.
Posteriormente, pide a cada equipo que plantee un problema para que busquen la
solución al mismo.
Sesión 3
La vida en equilibrio
Da la bienvenida a la sesión y realiza el siguiente juego. Éste exige una suerte de
fuerza y equilibrio, como la vida misma en cada una de nuestras decisiones.
Previamente marca en el piso dos líneas paralelas divididas por un espacio de 10
metros aproximadamente. Ahora, forma dos grupos y coloca a cada equipo detrás
de la línea viéndose de frente. En uno de los extremos, dale a un participante un
trozo de cartón de 40 x 20 centímetros y una pelota, éste tendrá que desplazarse
en cuclillas con la pelota sobre el cartón, mantener el equilibrio y regresar a su
marca con su equipo sin que la pelota caiga al suelo. Finalizado el trayecto, será el
turno de un integrante contrario que realice el ejercicio. Se dará un punto por cada
recorrido exitoso. El juego terminará cuando todos hayan realizado el recorrido y
gana el equipo que obtenga más puntos.
Al terminar comenten, en plenaria, cuál fue la clave para resolver el ejercicio, qué
habilidad tuvieron que emplear para llegar a la meta. Considera cuando la
respuesta sea el equilibrio, dar pauta a lo siguiente.
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Actividad de lectura
Ofrece en voz alta el primer capítulo de la novela juvenil de Jordi Sierra i Fabra,
Banda sonora, en la que el personaje principal, Vicente, un adolescente de 17
años, heredero del talento y la afición por la música de su padre Julián Prats
(músico de rock de los cincuenta y sesenta en España), lo visita en busca de
apoyo, pues al igual que él, Vic, como también le llaman, desea con todo el
corazón también ser músico (anexos de lectura).
Una vez terminada la lectura, pide a los participantes que externen sus opiniones
con respecto a su relación particular, ya que Vic es hijo de padres divorciados y
Julián tiene una nueva pareja. Pide que, se conecten con Vic y se pongan en sus
zapatos, para saber qué emociones les embargarían al visitar al padre ausente.
Pregunta qué le pedirían a su padre que hiciera por ellos para tener equilibrio en
su vida y lo escriban en papel. Esta reflexión es personal y no es necesario que la
compartan, pero si alguien lo desea, está en la libertad de hacerlo.
Continúa con la lectura del segundo capítulo, para que comparen lo anterior. El
texto completo lo encontrarás en el portal de la DGB: dgb.conaculta.gob.mx, en el
motor de búsqueda (http://bidi.libri.mx/indexNew.php), escribe el título del libro
Banda sonora. Si eres usuario de nuevo ingreso, regístrate con un correo
electrónico y crea una contraseña. Podrás consultarlo de forma gratuita.
Recomienda el uso del portal a los participantes al taller, así como en su
momento, a los usuarios de tu biblioteca.
Para cerrar la sesión, pide a los participantes que comenten acerca de una
canción con la que se identifican y porqué, ya que como dice el título de la novela
de Sierra i Fabra, todos tenemos “una banda sonora”. Al término, adelanta que en
la siguiente sesión se abordará lo referente a la cordialidad entre vecinos.
Sesión 4
La buena vecindad
Saluda y da la bienvenida a la sesión. Considera que es el tercer día de actividad
y el ambiente es relajado y cordial, realiza la siguiente dinámica: ¿Te agradan tus
vecinos?
Pide a los participantes que formen un círculo con sillas y que tomen asiento.
Ahora colócate en el interior del círculo y pregunta a cualquiera de ellos: ¿te
agradan tus vecinos? Si la respuesta es negativa, ¿entonces a quiénes
prefieres?”, suponiendo que conteste: Pablo y Lucía, éstos tienen que cambiar de
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lugar con los vecinos de aquel que acaba de responder. Es el momento que tú
como iniciador del juego aproveches e intentes tomar uno de los dos lugares que
momentáneamente los elegidos dejaron vacíos. Si por el contrario, es afirmativa,
el que está en el centro del círculo formulará la pregunta a otro participante. Ahora
bien, si la respuesta es: me agradan todos; al unísono los participantes deben
cambiarse de silla. El que quede sin asiento continuará con el juego, al centro.
La dinámica terminará cuando muestre desánimo o cansancio.
Guía al grupo a una conversación acerca de los vecinos, pregunta si es importante
la convivencia entre vecinos y porqué. Hablamos desde los vecinos de la
comunidad, el del salón de clases, etcétera. Cómo es la relación con ellos, si han
surgido conflictos, cómo los resolvieron. Pide que mediten si es importante la
empatía en las relaciones humanas y comenten.
Escritura creativa
Distribuye entre los participantes papel y lápiz y pide que continúen la historia con
este inicio de texto: “Tengo un amigo que se ha cambiado siete veces de casa,
porque siempre se encuentra con un vecino necio.”
Al final, solicíta que de forma espontánea compartan sus escritos y los lean en voz
alta. Anima a opinar sobre lo escuchado.
Ofrece un avance de la sesión final y despide al grupo.
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Sesión 5
Tu lugar, mi lugar
Da la bienvenida y organiza al grupo para practicar la siguiente técnica de
introducción: Emociones al aro.
Coloca cuatro aros en el suelo, separados cuatro metros entre sí y formando un
cuadrado. En el centro deposita otro aro y en su interior seis pelotas. Dentro de
cada uno de los aros se sitúa un jugador. Los jugadores, en número de cuatro,
tienen que intentar dejar tres pelotas en su aro robándolos del aro central o bien
de sus compañeros. En cada trayecto solamente puede tomar una pelota,
debiendo depositarla en su aro sin lanzarla. El resto de los compañeros deben
hacer lo mismo, sin interferir la trayectoria de los otros jugadores ni evitar que les
quiten las pelotas de su aro. Gana quien consiga colocar más rápido tres pelotas
en el interior de su aro.
Adapta el juego de acuerdo al número de participantes, esto es, divide en cuatro
equipos y que por turnos cada jugador funja como representante del equipo.
Al terminar la dinámica, pide que expresen sus sentimientos. Pon especial
atención en quienes se quedaron sin pelotas en el aro y considera las respuestas
de tipo emocional como la frustración, decepción, contrariedad, enojo, etcétera, ya
que sus contestaciones te darán elementos para tratar en la sesión sobre las
rupturas amorosas.
Actividad de lectura
Pregunta qué es lo más común que sucede durante una situación de truene
(recuerda la dinámica anterior, trata de relacionar las respuestas emocionales
obtenidas con la conversación) y propicia la ronda de comentarios.
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Posteriormente, pide a los participantes que tomen asiento y ofrece en voz alta el
texto Compromisofobia, de Fernanda de la Torre (anexo de lectura). Solicita sus
opiniones acerca de la situación central que nos ofrece la autora: el miedo al
compromiso y la ruptura sentimental.
Ahora, forma equipos de trabajo para que escriban sugerencias e ideas que
aporten una salida sana en una ruptura. Da un tiempo razonable para que cada
equipo consense. Al término, pide que lean y comenten sus resultados.
Para cerrar la sesión, aplica al grupo el test ¿Estás list@ para una nueva relación?
¿Cuál crees que sería tu reacción ante los siguientes supuestos?
Elige a, b o c
1. Acabas de terminar una relación y te llaman tus amigos porque hay plan este fin
de semana:
a. No quieres salir porque te sientes miserable y los rechazas.
b. Ya tienes un pie fuera porque ya no aguantas el encierro y chance y
hasta conoces esa noche a alguien que te haga olvidar.
c. No tienes muchos ánimos, pero si el plan suena bien, igual vas un rato
para distraerte.
2. Ya estando en la fiesta lo que haces es:
a. Ponerte a llorar en un rincón y contarle a quien se pueda tu pena.
b. Te pones hasta las chanclas para olvidar o ya no pensar.
c. Socializas sin muchos ánimos, pero ni te aíslas ni haces locuras.
3. Ante la posibilidad de toparte con tu Ex en algún momento:
a. No te importa porque al fin que ni te dolió y ya ni te acuerdas de su
existencia.
b. El sólo pensarlo te aterra e incluso ya has alterado algunas rutinas para
evitarle a toda costa.
c. Piensas que sería algo incómodo, pero no cambias tu vida por eso.
4. Tras la ruptura lo que has llegado a hacer se parece a esto:
a. Te sales de todas las redes sociales en las que está tu Ex porque no
quieres que te vea ni tu verle.
b. Inviertes una parte de tu vida en stalkear (vigilar o espiar) sus redes y le
preguntas a personas que le conocen qué está haciendo.
c. Lo borras, bloqueas o al menos silencias de tus redes sociales, por un
tiempo en lo que te recuperas.
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5. Te enteras que tu Ex ya está saliendo con alguien más y parece que la cosa va
en serio con esa persona. Tú todavía no tienes pareja:
a. Piensas en buscarle para hablar “cerrar el círculo” y poder seguir con tu
vida.
b. Te quieres morir en ese preciso instante, sientes que no vales nada y/o
deseas que le vaya mal.
c. Reconoces que te resulta desagradable enterarte, pero al final sabes que
cada uno debe seguir con su vida.
6. Tras la ruptura te quedaste con algunas cosas que te recuerdan a tu Ex. Quizá
una chamarra que se le olvidó en tu casa, obviamente unas fotos y algún regalito
que te dio. ¿Qué haces?
a. Le marcas para preguntarle a dónde quiere que le mandes las cosas. Las
fotos las cortas en mil pedazos.
b. No quieres ni un átomo que te recuerde a esa persona, así que quemas
todo lo que se pueda y le mandas las cenizas en una caja o de menos lo tiras a la
basura.
c. La chamarra la guardas un tiempo por si te la pide y si no la tiras o
regalas; las fotos las quitas de los marcos y el regalo si te gusta lo sigues usando.
7. En el radio suena la canción que a ambos les gustaba y que te recuerda su
relación:
a. Le cambias de inmediato porque ahora odias esa maldita canción.
b. Esto para ti no es novedad, desde la ruptura la pones todo el día hasta
que acabas llorando.
c. La escuchas. Te trae cierta nostalgia, pero también buenos recuerdos.
Mayoría de “a”: Parece que tienes aún algunos temas por resolver de tu relación
anterior. Puede no ser tu mejor momento para iniciar una relación
Mayoría de “b”: Tienes serios problemas para superar tu relación anterior y es
muy probable que contamines la siguiente si entras así. Busca ayuda.
Mayoría de “c”: Buenas noticias, suenas a una persona emocionalmente madura.
El resultado que arroje el test a cada participante, mostrará qué tan maduro y listo
está para entablar una nueva relación de forma sana. Previamente a la sesión
puedes bajar y escuchar el podcast del programa de radio Martha Debayle en W,
para tener una idea de cómo aplicarlo. La referencia electrónica, así como la
dirección para bajar el podcast lo encontrarás en los anexos del taller.
Adicionalmente se enlistan dos videos que te servirán para complementar
información con respecto a cómo superar una ruptura amorosa y los errores al
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terminar una relación. Al final solicita que emitan comentarios, si están de acuerdo
o no con respecto a lo visto en los videos.
Para la clausura pide que se pongan de pie, formen un círculo y tomados de las
manos, uno a uno expresen con una sola palabra cómo se sintieron, su
experiencia o comentario para con el taller y cierra con la misma dinámica;
despide al grupo, invitándolos a las actividades de lectura permanentes de la
biblioteca pública.
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Anexos
Sesión 1
La Amistad
Khalil Gibran
Un joven dijo: Háblanos de la Amistad.
Y él respondió:
Vuestro amigo es la respuesta a vuestras necesidades.
Él es el campo que plantáis con amor y cosecháis con agradecimiento.
―Y él es vuestra mesa y vuestro hogar.
Porque vosotros, vais hacia él con vuestra hambre y lo buscáis con sed de paz.
Cuando vuestro amigo os hable francamente, no temáis vuestro propio “no”, ni
detengáis el “sí”.
Y cuando él esté callado, que no cese vuestro corazón de oír su corazón;
Porque, sin las palabras, en amistad, todos los pensamientos, todos los deseos,
todas las esperanzas nacen y se comparten en espontánea alegría.
Cuando os separéis de un amigo, no sufráis;
Porque lo que más amáis en él se aclarará en su ausencia, como la montaña es
más clara desde el llano para el montañés.
Y no lo permitáis más a propósito en la amistad que el ahondamiento del espíritu.
Porque el amor que no busca más que la aclaración de su propio misterio, no es
amor sino una red lanzada; y solamente lo inútil es cogido.
Y haced que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo. Si él ha de conocer el
menguante de vuestra marea, que conozca también su creciente.
Porque ¿qué amigo es el que buscaréis para matar las horas?
Buscadlo siempre para vivir las horas.
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Porque él está para llenar vuestra necesidad, no vuestro vacío.
Y en la dulzura de la amistad, dejad que haya risas y placeres compartidos.
Porque en el rocío de las cosas pequeñas el corazón encuentra su mañana y se
refresca.
Sesión 2
El problema
Le fue planteado a un sabio el siguiente problema:
―Un hombre está en un aposento, a solas con una joven a quien ama. La puerta
está bien cerrada, los sirvientes duermen y el galán se estremece de deseo.
Cómo dice el árabe: maduro está el dátil y el guardián del oasis no impide
cogerlo… ¿Tal vez rezando con fervor podrá este hombre vencer la tentación?
¿Qué respondes?
―Quizás se salve de la joven; más no se salvará de los murmuradores.
Saadi: “El jardín de las rosas”,
en El libro de la imaginación, Edmundo Valadés, compilador.
Sesión 3
Banda Sonora, de Jordi Sierra i Fabra
1
Dejó de canturrear (Stairway to heaven) y se detuvo.
Le sorprendió el edificio. No era nuevo, pero tampoco parecía viejo. Esperaba otra
cosa, guiado por las palabras de su madre, aunque tampoco hubiera podido
precisar de qué tipo un minuto antes, al doblar la esquina y seguir la numeración
hasta dar con la casa. Los automóviles pasaban cerca, zumbando, pegados al
bordillo que culminaba la estrecha acera. Junto a la puerta de entrada vio un
videoclub lleno de gente dada la hora. Los consumistas devoraban su alimento
visual inmediato.
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No tenía miedo, pero tampoco un excesivo valor. La palabra quizás fuese
simplemente expectación.
Y nervios.
Después de todo, la última vez había sido hacía mucho tiempo, probablemente
demasiado.
Suspiró de forma prolongada y entró en el vestíbulo de la escalera. Una portera,
entregada a la contemplativa paz de su cubículo acristalado, junto al ascensor, le
examinó mientras se acercaba. No le dejó abrir la puerta del camarín.
–Dónde va, joven? –quiso saber la celosa guardiana.
–Julián Prats –respondió él.
–Tercero primera.
–Sí, lo sé. Gracias.
Se coló dentro, cerró la puerta y pulsó el botón de su destino. El aparato se elevó
a buen ritmo. Volvió a pensar en lo que iba a decir, a hacer. Una vez más se
reconoció incapaz de llegar a tanto. No tenía por qué ser algo traumático.
A fin de cuentas era su padre.
¿Sería suficiente?
–¡Joder! –suspiró.
El ascensor se detuvo. Salió de él y se orientó en la penumbra del rellano. La
primera puerta quedaba a su izquierda. Cerró la del aparato y ya no esperó más.
Un timbre cantarín y agudo anunció su llegada. Tardó tres segundos en oír el
primer movimiento al otro lado de la madera. Su corazón comenzó a latir a buen
ritmo.
La puerta se abrió.
Todavía no la conocía, así que fue la primera sorpresa. Tendría unos treinta años
y era muy guapa, considerablemente guapa. Su madre la había descrito a menudo
como «la infeliz que le aguanta», y también con otra suerte de comentarios más
despectivos, desde «una loca como otra cualquiera» hasta «el petardo con la que
vive ahora». La primera impresión no se correspondía con nada de aquello. Claro
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que su madre también decía que él era muy confiado. La mujer que le sonreía
llena de prudencia desde el quicio de la puerta destilaba energía. En sus ojos
brillaba la determinación. En su cuerpo la plenitud. Esto último era visible pues
llevaba unas mallas de ballet, muy ajustadas. Parecía estar haciendo ejercicio.
–¿Sí? –le preguntó curiosa ante su silencio.
–¿Está Julián?
–No, pero no puede tardar –los ojos de ella se dilataron de golpe–. ¿Tú no eres...?
–Vic –confirmó él–. Bueno, Vicente.
–Ésta sí que es una sorpresa. Adelante, pasa.
Mantuvo el ánimo, la sonrisa, y no ocultó un comedido asombro que no tenía nada
de prevención, sino más bien de perplejidad. Cerró la puerta tras él y sin dejar de
mirarle le señaló el pasillo.
–Podría volver...
–¡Pasa hombre, pasa y espérale! –le interrumpió decidida–. ¿He de decirte que
estás en tu casa?
La precedió por el pasillo hasta una sala no muy grande coronada por una mesa,
varios estantes con libros, un televisor y un vídeo. Las paredes del pasillo estaban
llenas de pósters simbólicos, casi todos de los viejos grupos de su padre y
también de algunos conciertos en los que intervino con ellos o solo. En algún lugar
del camino su anfitriona recogió una toalla y se la puso por encima de los
hombros. Al detenerse ambos cambió súbitamente de expresión, considerando
una incierta posibilidad.
–¿Está bien tu madre? –preguntó.
–Oh, sí –la tranquilizó.
–Entonces me alegro aún más de esta visita. Por cierto, me llamo Montse –le
tendió su mano.
–Hola –correspondió Vic estrechándosela con fuerza.
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Le gustaba. Lo había hecho y dicho todo relajada y distendida. Tal vez fuese sólo
una primera impresión, pero le gustaba. En realidad, y por lo que recordaba de su
padre, era natural que fuese así.
Nadie puede vivir junto a una energía musical con piernas sin formar parte de su
ritmo, o sin tenerlo por sí mismo.
–¡Dios mío! –suspiró Montse–. Eres su vivo retrato, ¿lo sabes? ¿Qué edad tienes
ahora?
–Acabo de cumplir diecisiete.
–He visto fotos de Julián a tu edad. Es increíble. Ahí en el estudio hay más de una.
Pasa, será mejor que le esperes allí. Así podrás husmear entre sus cosas...
aunque, por tu bien, no remuevas nada ni se lo cambies de sitio. Es un
quisquilloso con lo suyo, ¿sabes?
Indicó una puerta lateral situada a la derecha, y al mismo tiempo estornudó
ruidosamente.
–Salud –dijo Vic.
–Será mejor que me seque el sudor y me cambie –admitió ella–. Lo dicho, estás
en tu casa, ¿de acuerdo? Vuelvo en cinco minutos. El tiempo de ducharme y todo
eso.
Le dejó sin esperar respuesta, así que acabó de entrar en lo que Montse había
llamado «el estudio». Pronto entendió el motivo. Realmente era un estudio, no de
grabación, pero sí de trabajo, ensayo y cualquier menester relacionado con la
música. Se encontró en una gran sala de unos cuatro por seis metros cuadrados
en la que, pese a todo, no quedaba mucho espacio para moverse. Las paredes
estaban acolchadas, lo mismo que el techo, para aislar el ruido de fuera adentro y
de dentro afuera. Dos de las paredes aparecían cubiertas de estanterías llenas de
discos. La colección de su padre. Alrededor de unos diez mil álbumes. Todos en
vinilo. Las otras dos quedaban reservadas a otros muebles más bajos y pequeños,
cerrados, a las fotografías que colgaban de ellas apretadamente y a un buen
número de aparatos y equipos, entre los que vio un par de magnetófonos de
bobina, de dos y cuatro pistas, un excelente sistema de alta fidelidad y
amplificadores, altavoces, ecualizadores, sintonizadores y demás. En el suelo
descansaban dos cómodas butacas, varios taburetes, un piano eléctrico, un
sintetizador, un órgano, una batería y un sinfín de pedales. No vio ninguna
guitarra, pero no abrió los muebles para comprobar si se hallaban tras sus puertas
como esperaba.
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Todo era diferente allí. En el otro piso, hacía ya cuatro años de ello, no lo tenía tan
bien puesto ni arreglado. Ni siquiera recordaba tantas cosas ni tanto instrumental.
Claro que aquélla había sido una época difícil, una de las peores según escuchó y
creía recordar. Su madre y los abogados marcaron precisamente entonces las
diferencias.
Cuatro años. Ya no estaba siquiera seguro de conocerle.
Miró las fotografías. A muchos ni los identificaba, pero a otros sí. Los conjuntos de
los años sesenta, Bravos, Sírex, Mustang, Lone Star, Canarios, Salvajes, Ángeles,
Brincos; y también los de los años setenta, Máquina, Agua de Regaliz, Iceberg,
Companyia Eléctrica Dharma, Orquesta Mirasol, Fusioon, Música Urbana, Triana,
Asfalto. De los años ochenta apenas había fotos de músicos saltando a través del
tiempo, veinte años después. Buenos tipos, como Max Suñer, Santi Arisa, Carles
Benavent, su propio padre y otros. Julián Prats le sonreía desde la distancia,
asomando en cada imagen. Allí estaban algunos de sus grupos, Los Agresivos,
Talión, Mercado Persa, JJJ, Caña Brava...
Se acercó a los discos. Él apenas tenía un centenar de CD’s, comprados con todo
el amor y la buena administración de sus ahorros, propinas y chanchullos. Se le
hizo la boca agua y el oído música al ver las colecciones completas de Led
Zeppelin, Muddy Waters, B. B. King, Eric Clapton a través de todas sus etapas y
formaciones, Jimi Hendrix, Dire Straits, Jeff Beck y joyas varias, desde guitarras
puros como Lee Ritenour, Pat Metheny o Larry Carlton a grupos del calibre de los
Beatles, Rolling Stones, Police, Genesis, Yes, Deep Purple, Pink Floyd,
Creedence Clearwater Revival y un larguísimo etcétera. Daría su vida por
escuchar aquello detenidamente, y más por poseerlo.
En otro tiempo...
Si las cosas se hubieran producido de una forma diferente, ahora todo estaría en
su propia casa, o él allí.
Sin embargo tampoco tenía ningún sentido pensar en ello.
Continuó mirando la colección de discos. De vez en cuando escapaba de sus
labios un gemido, un gruñido o cualquier otro signo de admiración. Alvin Lee, John
Mayall, John McLaughlin, Peter Green, Stephen Stills, Santana, incluso Robert
Johnson, la leyenda del Delta. Un tesoro artístico. La historia recogida en apenas
unos metros de estanterías.
Iba a abrir uno de los muebles, vencido por la curiosidad, para comprobar si su
padre tenía aún las guitarras, cuando escuchó dos cosas.
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Primero, la voz de Montse, gritándole desde alguna parte y con potencia, si quería
tomar algo, que ya estaba lista. Segundo, casi al mismo tiempo de terminar ella y
antes de que pudiera responder, el ruido de la puerta del piso al cerrarse después
de que alguien hubiese entrado en él.
Sesión 5
Compromisofobia
Medalla de San Gabriel Arcángel. Metal grabado
Suelo rezar a San Gabriel Arcángel, para que aclare mis pensamientos. Y a pesar
de que perdía a Carla sé que lo hace. El problema no está en San Gabriel sino en
la infinita necedad que tenemos algunos cuando no queremos reconocer al amor
de nuestra vida.
Nunca tuve problemas para empezar una relación. Soy extranjero, puedo decir
que guapo, así que las mujeres se acercaban sin que tuviera que hacer muchos
esfuerzos. El verdadero problema era hacer que la relación durara. A las pocas
salidas me sentía acosado, harto, desencantado y listo para salir huyendo. Todo
mundo pensaba que era un Don Juan, lo cierto es que no quería que las mujeres
se acercaran demasiado, que se enteraran de mi problema. Una noche o dos y
estaba listo para salir corriendo. En un principio me preocupaba qué pensarían, si
las haría pasar un mal rato. Después de un tiempo dejé de hacerlo.
Afortunadamente me había construido una reputación de Don Juan, así que ellas
quedarían tranquilas pensando que el problema era justo ese: que yo era un Don
Juan y no hay alguno que quiera una relación seria. De cierta manera era buena
salida para todos.
De hecho, fue esa la fama la que me ayudó a esconder mis problemas
sexuales. En un principio me aterraba que fueran a hablar acerca de mi disfunción
eréctil, pero pronto aprendí que cuando uno es un Don Juan, las mujeres no lo
dicen ya que asumen que el problema es de ellas y bueno, la verdad es que yo no
las desmentía.
El tiempo vuela y mis amigos, tanto en México como en Francia, se fueron
casando. Mi cabello empezó a escasear y mi abdomen a crecer, los años dorados
estaban por terminar. Fue en esa época que conocí a Carla, una guapa mujer de
Álamos, Sonora. Alta, rubia y extremadamente lista y simpática. Salimos una vez,
dos, tres, todo era fácil con ella. A pesar de que trabajaba durante todo el día,
siempre tenía listas unas deliciosas cenas románticas con vino y velas. Era franca,
amable, sencilla y divertida, de verdad disfrutaba mucho estar con ella. Además,
no preguntaba nada ni le molestaba mi problema; no hablaba de la relación y
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tampoco me presionaba. De pronto ya éramos “Carla y Philippe”, la gente hablaba
de nosotros en plural y lo que era peor, nosotros hablábamos de nosotros en
plural: ¿Qué les llevamos?¿A qué hora llegamos? Y cosas por el estilo, lo raro es
que, curiosamente, no me molestaba.
Creo que el momento de shock llegó unos meses después cuando escuché
a Carla hablar por teléfono y se refirió a mí como “mi novio”. Generalmente me
llamaba Philippe y yo a ella Carla, nada de pronombres que denotaran posesión.
No volvió a repetirse y respiré tranquilo, pero no por mucho tiempo. La palabra
“novia” fue multiplicándose como los gremlins. Los amigos dejaron de referirse a
Carla por su nombre y empezaron a decirle: “tu novia”. “¡Qué encantadora es tu
novia!”, o “¿vienes con tu novia?”. Cierto, Carla es encantadora, pero eso de que
fuera mi novia, estaba por verse. Bueno, eso pensaba yo.
Finalmente, tuve que aceptar que estaba en una relación. Ella estaba tan
enamorada, tan feliz de estar conmigo, que el haber dicho que no, le hubiera roto
el corazón.
Me gustaría pensar que me traicionaba el subconsciente, pero la verdad es
que no, o por lo menos, no todo el tiempo. Dentro de mí sabía que mi relación con
Carla sería algo pasajero. El problema era que ella parecía no entenderlo. Cierto,
no hablaba de que la relación fuera seria, pero tampoco decía lo contrario. Yo
trataba de darle señales, de alguna manera “vacunarla” contra la realidad, que
supiera que yo no quería tener un compromiso. En reuniones con amigos soltaba
frases como: “No creo en el matrimonio” o “si algún día me caso, me gustaría que
mi esposa fuera…” y aquí siempre ponía algo imposible que fuera Carla, algo así
como británica o mulata. Sabía que eso la lastimaba, pero nunca me decía nada.
Tenía miedo a perderme, terror, así que prefería no decir nada.
En varias ocasiones, ante discusiones triviales, como a cuál lugar iríamos o
qué película veríamos, si se presentaba una diferencia, yo me quedaba en silencio
un rato y decía: quizá sería mejor que no siguiéramos juntos, entonces Carla hacía
lo que yo quería.
Por supuesto que durante ese tiempo no me daba cuenta de lo cruel y
enfermo de mi actitud. Por una parte, en la cama me esforzaba por complacer a
Carla, si bien la penetración era difícil, había muchas otras formas de hacerla
gozar. La llenaba además de regalos y la invitaba a viajes. Lo único que no podía
soportar es que ella se acercara o tratara de mover la relación a otro nivel. Me
acostumbré a ser “Carla y Phillipe” pero hasta ahí, nada de títulos de posesión.
Entre más me quería, más me alejaba. Así empecé a terminar la relación
con cualquier pretexto. Que si no sé qué quiero, que no siento lo mismo, que
estamos desconectados. Carla sufría cada vez que terminábamos.
Independientemente de lo que decía, ella sí quería una relación seria. Tenía
treinta y tantos años y quería formalizar, y tener hijos.
Recuerdo una vez que habíamos terminado, me la encontré en la
despedida de solteros de un amigo en común, me topé a Carla. Habíamos
quedado de tener una relación cordial. Ella trató de darme celos con un amigo,
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bebió demasiado y acabó llorando en la fiesta. Hay algo terrible en saber que
alguien nos quiere tanto. Lejos de volverme una mejor persona, el poder que
ejercía sobre Carla me llevó a maltratarla aún más. Sabía que haría todo por estar
conmigo y eso me llevaba a alejarme cada vez que se me antojaba.
Inconscientemente, me gustaba sentir ese poder, que con palabras o sin ellas
podía manipular a Carla, podía terminar la relación y reanudarla a mi
conveniencia. Ese diciembre no quería llevar a Carla a pasar Navidad con mis
padres a Francia, así que terminé la relación a finales de noviembre y la reanudé
en enero. Una llamada en Año Nuevo, algunas palabras de arrepentimiento por mi
parte y listo. La relación comenzaba de nuevo tan pronto aterrizaba en la Ciudad
de México. Me sentía poderoso al poder controlarla. En realidad, era una persona
diminuta, que no sabía amar y que creía que esos juegos de control podían durar
para siempre.
Como en muchas cosas en la vida, a pesar de que a primera vista parece
inesperado, con el tiempo te das cuenta que las señales de alarma estaban ahí
desde siempre, pero no quise verlas. Carla seguía siendo cariñosa, tierna, pero
también se molestaba más por mis ausencias, reclamaba más algunas cosas y
viajaba frecuentemente a visitar a su familia. Eran las primeras gotas de una
tormenta, pero las ignoré.
Un día, cuando llegué a su departamento, me sorprendió con una cena
romántica, había preparado todo lo que me gustaba y el vino que prefería. De
pronto empezó a hablar, quería saber hacia dónde iba esta relación y qué quería,
que ella ya no se sentía bien con esta indefinición. Desde luego no quería casarse
al día siguiente, pero sí quería saber si teníamos un futuro juntos. Usé mis trucos y
mis tácticas dilatorias de siempre para zafarme, pero esta vez no pude. Carla dijo
que necesitaba saberlo y que ya no podía esperar, que tenía que tomar
decisiones. Me dijo que verdaderamente me amaba y que quería pasar el resto de
su vida conmigo. Le dije que necesitaba un poco de tiempo para aclarar mis ideas,
le pedí una semana para pensarlo. Carla me dio la cadena que solía llevar con
una medalla de San Gabriel Arcángel. “Para que aclares tus dudas” me dijo. Debí
de haberme dado cuenta que iba en serio, que estaba verdaderamente
enamorado de Carla y que era buena noticia porque era una mujer extraordinaria
que me amaba de verdad. Debí haberle pedido que fuéramos a una terapia y
arreglar mis problemas, pero no hice nada.
Desde luego que no llamé a Carla a la semana, tardé dos y no respondió.
¡Qué raro! Volví a llamarla pero nada. Finalmente, a la cuarta llamada, contestó.
Eran cerca de las nueve de la noche y la invité a cenar. Ella se negó y me dijo que
ya tenía otros planes, que iría con unas amigas a un bar. Le dije que ahí la
alcanzaba, que tenía muchas ganas de verla. Nada más colgar, cambié de
opinión. No quería ir al bar. Estaba cansado y tenía una junta de trabajo temprano
al día siguiente. Pensé que lo entendería, ella siempre lo hacía. Le mandé un
mensaje a la media hora el cuál no respondió. ¡Cuántas veces me he arrepentido
de no haber cumplido mi palabra! He pasado horas enteras pensando cómo sería
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hoy mi vida si hubiera ido a ese bar. Un trayecto de veinte minutos desde mi casa
que no efectué y que cambió mi destino. Esa noche Carla conoció a Pepe, quien
con el tiempo sería su marido y padre de sus hijos.
Por supuesto que la busqué al día siguiente y muchos después, pero Carla
se negó a verme. El poder que tenía sobre ella había desaparecido. Le llevé
flores, regalos, envié mensajes sin parar a su celular. Traté hasta de devolverle su
cadena con la medalla de San Gabriel Arcángel. Nada funcionó. Carla me pidió
que dejara de buscarla, que ya no sentía nada por mí y que estaba enamorada de
Pepe. No volví a verla.
La vida es una Rueda de la Fortuna y esos días marcaron un cambio para
los dos. La relación con Pepe dio estabilidad a Carla y, además, recibió una
promoción en su trabajo. Yo perdí el mío. Cambié de giro, dejé el mundo de las
leyes y puse un negocio. Fracasé rotundamente. Finalmente, tuve que decidir
dejar México y volver a casa de mis padres en Francia. Derrotado, sin ahorros, sin
trabajo y sin saber qué hacer, volví a la habitación que había dejado hacía tantos
años. Ahí, al encender la computadora, me enteré que todos felicitaban a Carla.
Me sorprendió ya que no era su cumpleaños. Al leer los mensajes me di cuenta
que las felicitaciones se debían a que estaba embarazada.
Lloré como nunca lo había hecho, me hubiera gustado enviarle una
felicitación sincera, pero no pude. Si tan sólo hubiera ido a ese bar…
En Relatos de desamor: Una visita al Museo de las Relaciones Rotas,
Fernanda de la Torre, Ed. Lectorum, 2014. pp. 105-111.
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Bibliografía
Torre Verea, María Fernanda de la, Relatos de desamor, una visita al museo de
las relaciones rotas. México, Editorial Lectorum, 2014. 131 p.
Valadés, Edmundo (selec.), El libro de la imaginación, México, Fondo de Cultura
Económica, 1976. 274 p.
Bibliografía complementaria
Dick, Phillip Kindred, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Blade Runner,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Coordinación Nacional de
Desarrollo Cultural Infantil, Oceano. 2010, 314 p. 813/D48/S74.
Referencias electrónicas
Motor de búsqueda de libros electrónicos en la plataforma de la Dirección General
de Bibliotecas, en: http://bidi.libri.mx/indexNew.php.
Libros electrónicos en la plataforma de la Dirección General de Bibliotecas:
Bantulá, Jaume, Mora Verdeny, Josep María. Juegos multiculturales: 225
juegos tradicionales para un mundo global. eBook.
Gibran, Kahlil. El profeta, Argentina, Libronauta, 2002, 98 pp. eBook.
Sierra i Fabra, Jordi, Banda sonora, Ediciones Siruela, 2011 en formato
digital.
Test y podcast ¿Estás listo para una nueva relación?
http://www.marthadebayle.com/sitio/md/radio/estas-list-para-una-nueva-relacion/.
Video: Cómo superar una ruptura amorosa, en:
¿Por qué nos cuesta trabajo recuperarnos después de terminar con una
persona que hemos amado tanto? El Dr. Eduardo Calixto, experto
neurofisiólogo, nos comparte 5 tips para superar de manera más rápida y
eficaz una ruptura amorosa, en:
https://www.youtube.com/watch?v=gDU_scAaa9Q.
Video: Los errores al terminar una relación, en:
¿Terminaste una relación y sientes la necesidad de volver a ella pidiendo
disculpas? El Dr. Eduardo Calixto te explica por qué nos sentimos así y qué
ocurre en nuestra mente cuando terminamos con alguien, en:
https://www.youtube.com/watch?v=s-SnMYKjZLc.
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