Tema 8. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) Esquema 1. La crisis del sistema de la Restauración (1898-1923) 1.1. Fracaso del reformismo "desde arriba". La Semana Trágica de Barcelona 1.2. La crisis de 1917 y la descomposición del sistema a) La crisis militar: Juntas de Defensa b) La crisis política: Asamblea de Parlamentarios c) La crisis social: la huelga general d) La descomposición del sistema: crisis política, conflictividad social, Guerra de Marruecos 2. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) 2.1. Las circunstancias y causas del golpe militar 2.2. El Directorio Militar (1923-1925) 2.3. El Directorio Civil (1925-1930) e) Hacia la institucionalización de la Dictadura f) Política económica y social 2.4. La oposición a la Dictadura y la caída del Dictador 3. La "Dictablanda" y la caída de la Monarquía Introducción El pronunciamiento militar de Primo de Rivera en 1923 puso fin a la Restauración. Antes de referirnos a dicho golpe y al régimen que instauró se hace preciso considerar el proceso de descomposición del sistema canovista y de agudización de la crisis de España, iniciada en 1898. El primer cuarto de siglo contempló el fracaso del regeneracionismo político desde dentro y Primo de Rivera se presentará como la solución desde el regeneracionismo militar. 1. La crisis del sistema de la Restauración (1898-1923) 1.1. Fracaso del reformismo "desde arriba". La Semana Trágica de Barcelona. El sistema de la Restauración había entrado en crisis tras el desastre del 98. La necesidad de acabar con los vicios del sistema (caciquismo y falseamiento electoral) y dar cabida a las demandas políticas y sociales de las fuerzas ajenas al sistema (democratización, atención a los nacionalismos, reformas sociales y económicas) había originado un “regeneracionismo”, que pretendía “modernizar” España y sacarla de su atraso económico, social y cultural. El regeneracionismo político de los partidos dinásticos de uno y otro signo (diversas propuestas reformistas de los conservadores Silvela y Maura y del liberal Canalejas) va a chocar con la resistencia de las fuerzas tradicionales del sistema y la de las fuerzas extraparlamentarias que desean mayor rapidez y profundidad en las reformas. Los partidos dinásticos fracasan en el intento de acabar con el caciquismo y aplicar la revolución desde arriba. Silvela tuvo que dimitir, Maura quedó desprestigiado tras la reacción contra él que sigue a la Semana trágica de 1909, Canalejas fue asesinado en 1912. La guerra de Marruecos y la semana trágica de 1909: La aventura colonial de Marruecos embarca a España en otra guerra por la resistencia de las tribus bereberes. Nuevas derrotas como la del barranco del Lobo (julio, 1909: más de 1000 muertos), la movilización de reservistas y el sistema de quintas (la redención no se suprime hasta 1912) motivaron la oposición de republicanos, socialistas y anarquistas a esta campaña. En julio de 1909, en Barcelona, se radicaliza la protesta ante el embarque de los reservistas hacia Marruecos hasta convertirse en una gran revuelta urbana, en la que se combinaron una huelga general obrera y grandes manifestaciones de anticlericalismo y antimilitarismo (hubo 75 civiles y 3 militares muertos y quema de 30 conventos). La represión fue durísima: 1.000 detenidos y 5 penas de muerte, incluyendo la de Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la “Escuela Moderna”, que provocó la campaña “Maura no" y la caída de este. 1 1.2. La crisis de 1917 y la descomposición del sistema. En 1917 estalló una crisis múltiple -militar, política y social- que incidió decisivamente en la descomposición del sistema de la Restauración. a) La crisis militar: Juntas de Defensa Después del 98 el ejército aspira a un mayor protagonismo político (asalto a la revista Cu Cut por una viñeta satírica contra el ejército y cesión del gobierno que aprueba la ley de Jurisdicciones). El descontento de la oficialidad (salarios, ascensos, privilegios de los africanistas) condujo a la creación, durante 1916 y 1917, de Juntas de Defensa concebidas como una especie de sindicato para defender sus intereses económicos y profesionales. A estas reivindicaciones fueron uniendo otras de carácter político. Cuando las declaran ilegales, la reacción es tal que obliga a dimitir al gobierno y a ceder a sus pretensiones. Con este movimiento el ejército adquiere más poder y autonomía, contando además con el apoyo del rey, tendiendo a posicionarse como un grupo de presión, que discute su sumisión al poder civil y reacio a cualquier crítica contra su institución. b) La crisis política: Asamblea de Parlamentarios La crisis política era evidente: en 1916 se habían cerrado las Cortes y en 1917 se decretó el estado de excepción y se recrudece la censura de prensa. Ante el descrédito de los partidos dinásticos, Cambó (Lliga Regionalista) convoca una Asamblea de Parlamentarios. El 19 de julio acuden a Barcelona 71, de un total de 760, de todos los partidos políticos (Lliga, PNV, socialistas, republicanos y algunos liberales) salvo los conservadores. Exigen la Convocatoria a Cortes Constituyentes y la aplicación de un programa reformista que contemplara las reivindicaciones de los partidos nacionalistas. Era un nuevo intento de reforma del sistema de la Restauración hecho desde dentro y, en cierto modo, “desde arriba”. c) La crisis social: la huelga general La UGT y la CNT, ante la subida de los precios y la inestabilidad política convocan una huelga general en agosto de 1917, que tiene como último fin la caída de la monarquía (convocatoria de Cortes Constituyentes por un gobierno provisional). La huelga, iniciada en Barcelona el 13 de Agosto, se extiende durante una semana por Andalucía, Madrid, Asturias, País Vasco..., paralizando los núcleos industriales. La convocatoria era indefinida, pero no fue apoyada ni por la Asamblea de Parlamentarios, que defendía los intereses de la burguesía, ni por las Juntas de Defensa. La intervención del ejército (ley marcial) fue rápida y dura. Hubo más de setenta muertos, dos mil detenidos y el comité de huelga fue condenado a cadena perpetua. d) La descomposición del sistema Crisis política: Aunque el sistema de la restauración se mantiene cinco años más, la crisis del 17 lo dejó herido de muerte. Ante la inestabilidad, se recurre a los gobiernos de concentración, con la inclusión de los políticos más importantes de las distintas tendencias (Maura, Romanones, Cambó...), pero las disputas internas y el exaltado clima social hacen imposible sus propuestas reformistas. Desde 1918 el turnismo no evita una continua inestabilidad. Conflictividad social: las noticias de la revolución soviética aumentan sensiblemente las huelgas y los enfrentamientos, especialmente en Andalucía (trienio bolchevique, 1918-21). En 1920, al terminar la primera guerra mundial, se produce una recesión económica, aumenta el paro y suben los precios. Esta crisis recrudece la tensión social, radicalizándose aun más el movimiento obrero (huelgas, lockout. Son los años del pistolerismo: los patronos forman grupos de pistoleros y sicarios a sueldo que, con el apoyo tácito del gobierno que aplica la ley de fugas, se enfrentan a los anarquistas que, por su parte, incrementan los actos de violencia terrorista. Mueren más de 200 personas: líderes anarquistas moderados, patronos y Eduardo Dato (1921). Guerra de Marruecos: La conmoción de la derrota de las tropas española en Marruecos (desastre de Annual, 1921: 13.363 muertos, por 1.000 rifeños) fue muy importante en España. El 2 rey y el ejército son atacados como culpables. El informe Picasso que adjudica la responsabilidad del desastre al rey y al ejército iba a ser debatido en el Congreso. A su publicación se anticipa el general Primo de Rivera que, con el apoyo del ejército, la burguesía catalana y el consentimiento tácito del rey, da un golpe de estado. Es la dictadura de Primo de Rivera. 2. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) La larga crisis del sistema canovista se resolvió de forma inesperada mediante el golpe de Estado de Primo de Rivera, reformista y regeneracionista, aceptado por el monarca. 2.1. Las circunstancias y causas del golpe militar. El 13 de Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, el jerezano Miguel Primo de Rivera, mediante un telegrama se pronunció contra la legalidad constitucional. Tras unas horas de vacilaciones, Alfonso XIII acepta la dimisión del gobierno de García Prieto y le encomendó al general la formación de un nuevo gobierno. Con este apoyo tácito Alfonso XIII une su suerte a la de la Dictadura. Primo de Rivera declaró el estado de guerra y reclama plenos poderes para crear un gobierno fuerte y así acabar con la crisis y el desprestigio del régimen constitucional El mismo Primo de Rivera en un Manifiesto, dirigido "al país y al ejército", expresa su propósito regeneracionista contra los políticos tradicionales. Se trataba de poner remedio a la crónica crisis política, "libertar a la Patria de los profesionales de la política". La crisis de los partidos dinásticos había desembocado en un clima de inestabilidad continua y de bloqueo del sistema parlamentario. El desprestigio de la política derivaba también del fraude electoral, inherente al sistema de la Restauración ("en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión"). También la conflictividad social es causa del golpe: el temor de las clases acomodadas a la revolución social, dado el auge del movimiento obrero y la creciente conflictividad campesina, el pistolerismo patronal y la violencia anarquista ("Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y obreros; (…) indisciplina social, que hace al trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agraria e industrial"). Esta situación indigna a los militares, defensores de la idea de orden, autoridad y disciplina. Por otro lado, el auge de los nacionalismos periféricos hacen temer a las fuerzas más conservadoras del país por una posible desmembración de España. Por último, era una realidad después de 1898 el creciente protagonismo del ejército en la vida política del país: los militares se sienten de nuevo supervisores de la vida política; el Rey se ha mostrado siempre próximo a ellos y han crecido sus acciones de desafío al poder civil. El desencadenante último fue el informe Picasso, que amenazaba con poner de manifiesto las deficiencias del ejército de Marruecos y las decisiones militares equivocadas que se tomaron en el desastre de Annual, que costaron 13.000 muertes, y especialmente la actuación "temeraria" del general Silvestre, protegido de Alfonso XIII, que le animó a la acción que condujo al desastre. Contaba el golpe con circunstancias internacionales favorables: el temor de la burguesía al movimiento obrero, tras la revolución bolchevique (1917), había debilitado a las democracias occidentales y alentado la aparición de regímenes autoritarios como el fascismo en Italia (1922). El golpe de Primo de Rivera pretendía, pues, solucionar los graves problemas de España desde la perspectiva del regeneracionismo militar. Él mismo se presentaba como un cirujano de hierro para “máximo 90 días”. Desde el principio contó con el apoyo de los militares y de las clases más favorecidas y la pequeña burguesía, cuyos intereses representa. Fue bastante popular (actitud favorable de la prensa, salvo la republicana). Incluso los políticos que resultaron desplazados se abstuvieron de condenarlo. Solo la voz de algunos intelectuales se levantó para advertir del peligro que suponía la dictadura. Ejemplos de ello, fueron Unamuno, que pagó su actitud con el destierro a Fuerteventura o Azaña o Pérez de Ayala. La mayoría del pueblo o se alegró o contempló con pasividad la llegada de Primo de Rivera. Muchos creyeron que se trataba de un paréntesis político o una solución de urgencia (el famoso cirujano de hierro de Joaquín 3 Costa) para remediar los males políticos, económicos y sociales del país. La dictadura, que debería ser solo un instrumento temporal, se presentó a sí misma como si no tuviera ideología y tal vez por eso contó con la aceptación de personas de ideología diversa; como los conservadores, liberales o los socialistas. 2.2. El Directorio militar (1923-1925). El golpe dio paso a la dictadura militar. Primo de Rivera formó un Directorio militar, con él como presidente y ministro único, cuya misión era “asesorar” al dictador, sin tener rango de ministros. Las primeras medidas muestran con claridad el carácter de dictadura de una reorganización del Estado al margen de los principios del liberalismo: suspensión de la Constitución, disolución Cortes, cese de las autoridades civiles; atribución de la capacidad de dictar leyes y de suspender las sentencias de los tribunales; prohibición actividad de los partidos políticos dinásticos; disolución de Ayuntamientos y Diputaciones siendo sustituidos sus miembros por personas afines al régimen; supresión de la Mancomunidad de Cataluña y prohibición de cualquier manifestación de los nacionalismos. La militarización de la vida política se extendió a todos los niveles de la administración, pues recayeron en militares los gobiernos civiles, y militares eran los delegados gubernativos en los ayuntamientos. Estas medidas pretendían terminar con la oligarquía y el caciquismo, pues le quitó el poder a los partidos, elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial en teoría para acabar con el caciquismo, aunque, al poner al frente de los municipios a una junta formada por los mayores contribuyentes, en realidad solo se sustituía unos caciques por otros. Las medidas de gobierno estarían orientadas a solucionar el problema del orden público: declaración del estado de guerra, dura represión contra el PCE (fundado 1921) y los anarquistas (CNT), promueve la actuación de somatenes (civiles armados que colaboran voluntariamente en el mantenimiento del orden público). Otro gran centro de preocupación del primer gobierno de Primo de Rivera fue solucionar el problema de Marruecos. Él mismo asume en 1924 el mando de las tropas de Marruecos (Alto Comisionado de Marruecos) y organiza, en colaboración con Francia, el desembarco de Alhucemas (1925), que acaba con la resistencia rifeña y la entrega a las autoridades francesas de su cabecilla, Abd el-Krim. 2.3. El Directorio Civil (1925-1930) a) Hacia la institucionalización de la Dictadura Frente a la provisionalidad con que se presentó el golpe, se asienta la idea de institucionalizarlo. En diciembre de 1925, Primo de Rivera restablece el Consejo de Ministros, formando un nuevo gobierno de carácter mixto, El nuevo gobierno fue conocido como Directorio civil por la entrada de políticos civiles (seis civiles y cuatro militares), como José Calvo Sotelo (ministro de Hacienda) o el conde de Guadalhorce (Fomento). Ya un año antes, con esta idea de crear un nuevo sistema político que sustituyera al liberalismo, y en la línea de los sistemas corporativos y de partido único que estaban surgiendo en Europa (fundamentalmente en la Italia de Mussolini), nacería la Unión Patriótica, como partido único. Carente de otra ideología que no fuera el apoyo a la monarquía y la defensa de la religión católica, su función sería la de aportar un artificial respaldo social al dictador y dotar de cuadros a la administración. En 1927 se crea una Asamblea Nacional Consultiva que, según decía el Real Decreto-ley que la fundó, "no ha de ser un Parlamento, no legislará, no compartirá soberanías", sino un "órgano 4 de información, controversia y asesoramiento de carácter general que colaborará con el Gobierno". Era un remedo de Parlamento, aunque de carácter corporativo, formada por representantes de las provincias, las actividades económicas, el Estado y por los altos cargos. Debía elaborar con carácter de anteproyecto un código (Estatuto Fundamental de la Monarquía) que sustituyera a la Constitución de 1876, aunque no pasó de mero proyecto. Primo no consiguió institucionalizar su régimen; la oposición aumentó considerablemente al percatarse de la intención de Primo de perdurar en el poder. b) Política económica y social En ambos aspectos consiguió éxitos notables; el crecimiento económico fue espectacular y los conflictos laborales remitieron de forma importante hasta 1929. Política económica: Fue un periodo de crecimiento económico, aumento importante de las infraestructuras y crecimiento industrial en siderurgia-metalurgia, cementos-construcción y energía eléctrica. Este crecimiento económico se ve favorecido por una buena coyuntura internacional (felices años veinte) y se caracteriza por un alto grado de intervencionismo estatal (propio de los regímenes dictatoriales): protección a la producción nacional: elevación de tarifas arancelarias, ayudas a empresas; concesión de monopolios a compañías arrendatarias como CAMPSA (importación, refinado, distribución de petróleo), Tabacalera, Loterías o Telefónica; fomento de obras públicas (carreteras, ferrocarriles, pantanos, hidroeléctricas...); aparecen las Confederaciones Hidrográficas como organismos públicos para la planificación y gestión de los recursos hidráulicos. Las grandes obras públicas, como las Exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla (19291930), fueron utilizadas como escaparate del régimen. La contrapartida de esta política fue el aumento de la inflación y de la deuda pública, lo que se pondrá de manifiesto cuando acabe el ciclo expansivo de los años 20. A este modelo económico se le ha denominado nacionalismo económico, radicalizando el ya existente desde finales del siglo XIX. Política social: La pacificación social y la disminución de los conflictos laborales la llevó a cabo intercalando la represión con la negociación y la concepción paternalista. Las opciones radicales del movimiento obrero (PCE y CNT) fueron reprimidas duramente. Este intervencionismo estatal también en las relaciones laborales se manifiesta con la creación de la Organización Corporativa Nacional, inspiradas en la doctrina social de la Iglesia, compuesta por grandes corporaciones de trabajadores y patronos que debían solucionar sus conflictos consensuadamente (comités paritarios) o con la intervención del gobierno. Estos comités paritarios fueron, en parte, responsables de la paz social. El protagonismo de la UGT aumentó considerablemente (consigue algunos logros como la extensión de la Seguridad Social, el seguro de maternidad, el subsidio a familias numerosas) apareciendo como la representante de la clase obrera. 2.4. La oposición a la Dictadura y la caída del Dictador. Desde un principio se opusieron a Primo de Rivera algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, la tendencia parlamentaria del PSOE, el PCE, la CNT, además de intelectuales, como Unamuno u Ortega y Gasset, y los estudiantes universitarios. También hubo sectores del ejército críticos con Primo de Rivera. Sin embargo, el nuevo régimen contó con el consenso de las clases conservadoras y la colaboración puntual de ciertos sectores del movimiento obrero. Algunos dirigentes de los partidos dinásticos participan en conspiraciones militares (la sanjuanada, 1926). Otro intento lo dirigió el conservador Sánchez Guerra (1929). 5 El enfrentamiento con los estudiantes y los intelectuales llevó a la censura, cierre de universidades, destierro de algunos intelectuales (Unamuno fue deserrado a Fuerteventura). El conflicto dio lugar a la aparición de la Federación Universitaria Española (FUE). Los republicanos se agrupan en la “Alianza Republicana” que desarrolla una amplia campaña en el exterior. Las medidas anticatalanistas (abolición Mancomunidad, prohibición del uso público del catalán o la sardana) originan el rechazo del catalanismo de izquierdas (aparición del grupo “Estat catalá”, formado por Maciá, que intenta una invasión armada desde Francia en 1926). La CNT fue contraria, aunque algunos explotaron la posibilidad de diálogo (Ángel Pestaña): los más radicales crean en 1927 la FAI. El PSOE, que había tenido una postura ambigua, se muestra totalmente en contra en 1929 pronunciándose a favor de la República. 3. La “Dictablanda” y la caída de la monarquía. Al apreciar la intención de institucionalizar el régimen, diferentes grupos se unen a la oposición; la burguesía catalana y vasca (por sus veleidades contra el nacionalismo periférico), los pequeños patronos (por el protagonismo de la UGT), parte del ejercito y, al final, el propio Rey. Ante la pérdida de todos sus apoyos, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y Alfonso XIII nombró al general Berenguer para que hiciera la transición a la monarquía constitucional; promete convocar elecciones a lo que se oponen los partidos tradicionales desarbolados tras el paréntesis de la dictadura. El propósito pacificador y la lentitud del cambio hacen que la oposición denomine a esta etapa “la Dictablanda”. El movimiento obrero, liberado después de años de represión, incrementa sus protestas y se produce un incremento de los desórdenes públicos. Ante el descontento general, Berenguer dimite y el rey nombra al almirante Aznar (febrero de 1931), con el compromiso de convocar elecciones empezando por las municipales. En este contexto los republicanos, los catalanistas de izquierdas y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto, 1930), por el que se comprometían a derribar a la monarquía y formar un gobierno provisional en la futura segunda república. En diciembre del mismo año un levantamiento militar intenta establecer la República en Jaca, siendo fusilados sus dirigentes, los capitanes Galán y García Hernández, tras fracasar en su intento Las elecciones municipales del 12 de Abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito nacional contra la monarquía. El triunfo de los republicanos en las grandes ciudades hizo estallar el júbilo popular y la renuncia de Alfonso XIII. CONCLUSIÓN La dictadura de Primo de Rivera iba a ser el precedente y el laboratorio de experimentos que después consolidaría Franco. Primo de Rivera obtuvo éxitos económicos, la pacificación social y puso fin al conflicto de Marruecos, pero también acabó con el intento de un sistema democrático puro que superara el pactismo de los partidos dinásticos y el sistema pseudo democrático de la Restauración. Por otra parte, la Dictadura fue como un retorno a la política del siglo XIX donde el protagonismo político recayó en el ejercito. Además de este renacido prestigio de la violencia y el menosprecio por las urnas, el golpe de Primo de Rivera cerró todo camino para encontrar dentro de la monarquía constitucional, según Santos Juliá, la solución al problema constituyente que los diferentes movimientos -obrero, republicano, reformista, catalanista, militar...- habían planteado, al menos, después de la triple crisis de 1917. En lugar de una reforma de la Constitución, España se encontró de pronto sin Constitución. Otra vez a empezar de nuevo, pero ahora desde otro regeneracionismo: el republicano-socialista. 6