Cartografía y medio ambiente en la obra y en la época de Al Idrisi

Anuncio
CARTOGRAFÍA, TERRITORIO Y PAISAJE DE AL-ANDALUS EN LA OBRA
Y EN LA ÉPOCA DE AL-IDRISI.
Enrique López Lara
Universidad de Sevilla
Se realiza un estudio de de geografía histórica, analizando la época de Al-Idrisi
(siglos XII; 1110-1166) y el papel que representó en el conocimiento geográfico
y cartográfico de su época, en un territorio concreto al-Andalus.
I. Marco téorico:
La preocupación por el medioambiente (naturaleza, paisaje, territorio y su
relación con el hombre) no es nueva para el ser humano, pudiéramos decir que
es inmanente a éste. Sabemos que el hombre es el principal transformador del
medioambiente, quien tiene mayor poder de influencia sobre él, si bien en los
últimos siglos, con los avances técnicos, la preocupación ha crecido de forma
notable en sintonía con el deterioro experimentado en el medioambiente.
La geografía histórica, como rama especializada de la geografía, estudia el
medio ambiente ya que considera, certeramente, que influye en el proceso
histórico: lo acelera o lo frena, originando las peculiaridades típicas de un lugar,
si bien no puede cambiarlo radicalmente (SAMARKIN, 1981). Ello se explica
porque el propio medioambiente depende, a su vez, de otros factores de
desarrollo socio-económico, si se prefiere, del paradigma científico-económico
imperante en cada período histórico. El medio ambiente depende del nivel de
desarrollo de una sociedad ya que, en cada etapa histórica, es aprovechado,
utilizado y concebido de distinta forma: un terreno puede ser coto de caza,
campo de cultivo y/o lugar de explotación de recursos naturales, según las
apetencias y posibilidades de la sociedad que lo use. De tal manera, la
influencia del medio ambiente o medio natural en las primeras fases del
desarrollo histórico de la humanidad fue considerable, pero a medida que la
humanidad progresa ésta disminuye considerablemente.
Esta aportación se centra en al-Andalus: en primer lugar, analizando el
conocimiento geográfico y analizando el papel que el medio ambiente tenía en
el siglo XII (como elemento condicionante y condicionado); y ,en segundo
término, vislumbrando el papel de al-Andalus dentro del conocimiento
geográfico en la época del gran geógrafo musulmán al-Idrisi, señalando las
aportaciones más señeras, tanto del geógrafo como de la civilización islámica
dominante en al-Andalus.
II. Conocimiento geográfico en la época de al-Idrisi: al-Andalus,
eslabón final del Islam por occidente, Finisterre y encrucijada de
caminos.
A al-Idrisi le toca vivir en un momento histórico clave, el siglo XII, de
importantes transformaciones, que afectan a las relaciones entre cristianos (de
Occidente y de Oriente) y musulmanes (CARIOU, 1997). Si, por un lado,
Palermo (en Sicilia), Córdoba y Toledo (en al-Andalus) aparecen como ciudades
ejemplares de contactos y de convivencia pacífica entre las tres civilizaciones
mediterráneas, por otro lado, la llamada “Reconquista” y las Cruzadas aparecen
como procesos que enfrentan estas civilizaciones, dibujando lo que hoy se da
en denominar un “nuevo orden mundial” (Mapa nº 1)
Su obra cumbre, la Tabula Rogeliana o Geografía, realizada en torno a 1160,
se ubica cronológicamente entre la segunda y la tercera Cruzadas. Al-Idrisi con
una perspectiva estrictamente geográfica, solía soslayar referencias históricopolíticas, aunque señaló que tanto en Toledo como en Jerusalén los cristianos
sucedieron a los musulmanes, sin mayor valoración.
Mapa nº 1. El Mediterráneo en el siglo XII.
Fuente: http://classes.bnf.fr/idrisi/repere/index.htm
Sicilia, conquistada por los Normandos a los árabes tras larga contienda a fines
del siglo XI, presenta, transcurridas unas ocho décadas, una síntesis política y
cultural de las tres civilizaciones. Desde la perspectiva política, el reino
normando conserva de Occidente la naturaleza feudal de la relación entre señor
y campesino. Sus instituciones son similares a las del Imperio Bizantino y a las
del mundo musulmán. El rey se sostiene bajo una administración y un ejército
en su gran mayoría árabes. Cada comunidad religiosa práctica libremente su
propio culto y conserva sus leyes. La capital, Palermo se convierte en un
brillante foco cultural que acoge intelectuales y artistas de diversa procedencia.
Se hablan varias lenguas, lo que permite la difusión de los conocimientos
griegos y árabes. Los poetas cantan en árabe la gloria de un rey cristiano. El
arte mezcla todos los métodos y todo tipo de realización: palacios y jardines
musulmanes, iglesias de inspiración occidental y decoración bizantina…
Esta peculiar síntesis cultural y política duró poco más de un siglo. Se apaga
definitivamente con el último rey normando, a fines del siglo XII. Para
imponerse al rey de Sicilia en 1197, Federico de Hohenstaufen no duda en
adoptar medidas extremas, como la masacre y la deportación masiva de
musulmanes.
En Al-Andalus (España musulmana), sucede algo similar. En el año 711 los
árabes en su expansión cruzan el Estrecho de Gibraltar y conquistan casi toda
la Península Ibérica, donde se institucionaliza un nuevo emirato, después
califato, musulmán: al-Andalus. La España musulmana se transforma con
rapidez en una de las regiones más importantes del mundo islámico y en el
segundo foco cultural de su civilización.
En el siglo X, sabios y doctos de todos los horizontes acuden a Córdoba, sede
de un brillante califato, contando con varias escuelas y una importante
biblioteca. Judíos y cristianos viven en armonía en al-Andalus. Muchos se
arabizaron, lingüística y culturalmente, siendo bilingües: se trata de los
mozárabes, auténticos intermediarios culturales cuyo papel en la transmisión de
los conocimientos fue impagable.
La denominada “Reconquista” de al-Andalus se origina entre los siglos XI y XII,
en un momento de contactos rentables entre la brillante civilización islámica y
el Occidente cristiano. Tomada a los árabes en 1085 por Alfonso VI (10421109), Toledo se erige como centro de intercambios culturales. Las tres
religiones conviven pacíficamente: las minorías protegidas, musulmanes y
judíos, junto con los cristianos. En este clima tolerante, los científicos de todas
las confesiones discuten e intercambian ideas y conocimientos. Se producen
traducciones del árabe en latín.
Un auténtico equipo de traductores
profesionales, mozárabes, judíos y cristianos, permite el alcance de Occidente
del conocimiento clásico grecolatino, eso sí, revisado por el Islam. Filosofía,
medicina, astronomía, botánica, matemáticas..., todas las traducciones van a
desempeñar un papel decisivo en el renacimiento intelectual del Occidente en
los siglos XII y XIII.
A partir del siglo XI, una parte del comercio del occidente europeo (al-Andalus
y Magreb) con Levante Mediterráneo (Siria y Egipto) se realiza mediante barcos
italianos. Desde el Occidente musulmán o cristiano, se exportan hierro y otros
metales, madera y los tejidos como los paños de lana. A cambio, importan
productos orientales de gran lujo apetecidos en Europa, como tejidos que
reciben el nombre de su lugar de producción: "Damasco" de Damasco,
"baldaquino" de Bagdad, "muselina" de Mosul, "gasa" de Gaza….
Las Cruzadas, a pesar de su carácter militar, representaron la ocasión para
múltiples intercambios entre mundos diferentes. Las zonas de contacto – alAndalus, Sicilia y también Palestina - se convierten en regiones muy dinámicas
tanto desde el punto de vista comercial como desde el punto de vista cultural.
Sin embargo, las consecuencias serán desiguales según las civilizaciones. La
idea de cruzada siguió siendo completamente ajena a la mentalidad bizantina.
El desencadenamiento de masas pobres desorganizadas y de soldados fanáticos
no tenía nada de común con el supuesto suplemento de mercenarios esperado
por Bizancio. La incomprensión mutua entre occidentales y orientales conduce a
la toma de Constantinopla en la Cuarta Cruzada (1204). El desacuerdo, latente
desde hace varios siglos, se torna en hostilidad declarada, dando lugar a la
ruptura de la cristiandad, entre católicos y ortodoxos de manera definitiva.
Respecto al mundo musulmán, los cruzados aparecieron como enemigos e
invasores. Se consideraban como bárbaros, ignorantes y vulgares, a los que
solamente se reconoce su calidad de combatientes. Esta confrontación no
obstante no impidió la expansión del Islam: los musulmanes se apoderaron de
Constantinopla en 1453 e incluso acamparán delante de Viena en 1529.
III. Territorio y paisaje de al-Andalus en la época de Al-Idrisi:
naturaleza y aprovechamiento humano.
La situación geográfica de al-Andalus no ha variado desde la finalización de la
última etapa orogénica, al igual que su configuración. Sí que ha evolucionado, a
lo largo del devenir histórico, el papel desempeñado por alguno de sus rasgos,
tanto internos (riqueza del subsuelo, disposición orográfica…) como externos
(intereses geoestratégicos, descubrimientos técnicos y geográficos…) que
conforman la situación entendida como la posición geográfica y su relación con
el entorno espacial (LÓPEZ LARA, 1987).
La longitud de sus cotas (a la que hay que unir la navegabilidad del río
Guadalquivir), junto a su ubicación en la boca del mediterráneo ha impregnado
un carácter fuertemente marítimo a sus relaciones exteriores,
predominantemente extrapeninsulares. Ello, junto a la imagen de abundancia
de recursos mineros, agrícolas o pesqueros, climáticos y su rica cultura urbana
favorece la entrada de al-Andalus en la historia con luz propia, como foco
periférico de atracción. Hasta el siglo XV (descubrimiento de América) alAndalus fue un Finisterre, una periferia límite del orden conocido, el ámbito
espacial del Viejo Mundo. Sin duda, estamos ante una situación geográfica
privilegiada, una auténtica renta de situación.
Al-Idrisi visita al-Andalus en el convulso momento tras la desmembración del
Califato cordobés, con la presencia de los reinos de Taifas, entre los períodos
de dominio almorávide y almohade. Al-Idrisi en su obra, describe, enumerando
y caracterizando ciudades e itinerarios, explicando regiones con entidad
administrativa, ponderando en al-Andalus su producción agrícola a la que el
hecho urbano (BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002).
En su descripción geográfica de al Idrisi presenta la Península Ibérica como si
se tratara de un triángulo con centro en Toledo (Gráfico nº 1), en el que alAndalus se encuentra en la primera sección del cuarto clima (concepto usado
además para las compartimentaciones territoriales), estando los reinos
cristianos en el quinto clima. Es de destacar la importancia que le otorga al
concepto de centralidad geográfica.
Gráfico nº 1. Reproducción facsímil.
Fuente: Descripción de España. De Xerif Aledris, concido como el Nubiense.
Traducción y nota de don Josef Antonio Conde. Reproducció digital de l'edició de
Madrid: en la Imprenta Real por D. Pedro Pereyra ..., 1799.
http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=8633
Llama la atención que al-Idrisi resalte la importancia del Estrecho de Gibraltar,
como es sabido, punto estratégico antaño y hoy, por donde irrumpiría no
mucho más tarde almorávides y almohades, uniendo en aquel entonces más
que separando. Para al-Idrisi el origen del Estrecho es obra de ingeniería de
Alejandro Magno, que provocó la penetración de las aguas del océano en el
Mediterráneo. Interpretación, por otra parte, que se alinea con la línea mítica
establecida, con otros argumentos, por griegos y romanos.
Muestra un al-Andalus donde se detallan de forma precisa las distancias entre
ciudades y los elementos territoriales más sobresalientes, en especial ríos,
huertos y jardines. Sobresalen las referencias constantes a hecho urbano, zocos
y mercados, estado de las murallas, de las fortificaciones… lo que debe
contextualizarse en el momento histórico convulso de conflictos internos dentro
de al-Andalus.
Se trae a este texto la descripción de Sevilla que realiza al-Idrisi:
“Esta última ciudad es grande y muy poblada. Las murallas son sólidas;
los mercados, numerosos haciéndose en ella gran negocio. El principal
artículo del comercio de esta ciudad es el aceite, que se envía a Oriente
y a occidente por tierra y por mar; este aceite procede del Aljarafe, cuya
longitud es de cuarenta millas y que está toda cubierta de olivos e
higueras; se prolonga desde Sevilla hasta Niebla, en una anchura e más
de doce millas. Existen en ella ocho villas florecientes con gran número
de baños y hermosos edificios. Desde Sevilla hasta el punto que se
comienza este territorio hay tres millas. Se llama Aljarafe, porque, en
efecto, se va subiendo desde que se sale de Sevilla; se prolonga al norte
y al sur, formando una colina de color rojo. Las plantaciones de olivares
se extienden hasta el puente de Niebla. Sevilla está asentada sobre los
bordes del Gran Río; es decir, del Río de Córdoba”.
A pesar del estilo descriptivista de al-Idrisi, es de notar que destaca el valor
comercial de Sevilla y sus dos elementos claves de impulso económico: el río
Guadalquivir y las riquezas de aceite en el Aljarafe.
Pero al-Idrisi no sólo centra su trabajo en el Guadalquivir. Recoge impresiones,
itinerarios e informaciones de todos los territorios, caminos y ciudades de alAndalus. De cada espacio expresa su riqueza y especialidad característica, así
como sus productos singulares. Se ocupa, por ejemplo, dentro de la actual
Andalucía, del Campo de Gibraltar, del litoral mediterráneo, de las campiñas, de
las riberas del Guadalquivir, describiendo profusamente su nacimiento. Incluso
se recrea, en su estilo descriptivista, en zonas tales como el Cabo de Gata,
espacios litorales como Vera, Adra, Almuñécar…, vegas interiores como Guadix
y Baza, etc.
Especial reseña tiene las descripciones de ciudades, como Córdoba: “en suma:
la belleza y la magnificencia de Córdoba está por encima de todo lo que es
posible saber y descubrir”, citándose como la capital de al-Andalus, sede del
califato, ciudad de enorme grandeza por la excelencia de sus habitantes,
extensión territorial y por su magnífica Mezquita Mayor.
También es especial la descripción de la ciudad de Almería, ciudad principal de
al Andalus bajo dominio almorávide; lamentada por al-Idrisi al haber caído
temporalmente en poder de los cristianos, sus habitantes sometidos y el
caseríos destruido en el momento en que escribe su obra, hablando o
refiriéndose por ello al pasado y a sus recuerdos gloriosos. Ciudad asentada,
según el geógrafo, reflejando la realidad del sistema ramblar almeriense y de
su clima árido, sobre “terreno pedregosos por todos los lados”, “no vegetal”.
Pero bien fortificada, rica y abastecida por el valle de Pechina:
“Almería fue la principal ciudad de los musulmanes en tiempos de los
almorávides. Era entonces una ciudad muy industrial y se contaban en
ella, entre otras, ochocientos telares para tejer seda…. Antes de la época
actual alcanzó también Almería gran renombre por la fabricación de
utensilios de hierro y de otros objetos. El valle que depende de ella
producía una gran cantidad de frutos que vendían a bajo precio. Este
valle, que lleva el nombre de Pechina, se halla a cuatro millas de
Almería. Veíanse allí numerosos huertas, jardines y molinos, y sus
productos eran enviados a Almería. El puerto de esta ciudad recibía
embarcaciones de Alejandría y de toda Siria, y no había en toda España
gente más rica, ni más dada a industria y al comercio que sus
habitantes, como tampoco más inclinadas, ora al alujo y al derroche, ora
al afán de atesorar”.
Tanto igual cabe decir de Málaga o Granada, con la descripción de murallas, de
sus actividades económicas, de sus suburbios y arrabales, de las huertas
circundantes, de la especialización de las pasas en Málaga… El relato queda
estructurado en la enumeración jerárquica de un sistema de ciudades y sus
respectivas áreas de influencia, entre las que existe un camino o itinerario, una
distancia, riquezas etc.…Se trata de una visión del territorio muy humanizada
“en el espacio comprendido entre Jaén, Baeza, Guadix, hay muchos lugares
florecientes que parecen villas bien habitadas y con abundantes cosechas”
Las riquezas que resalta en cada ciudad son diversas: las peras de Dólar, los
yesos y baños de Alhama, el azúcar de Almuñécar, los gusanos de seda y el
azafrán de Jaén (con 3000 alquerías), la extraordinaria fertilidad agrícola de la
vega de Carmona, el lino de Elvira, las pasas de Málaga, los minerales de Ferris,
el aceite de Sevilla… además de las riquezas en sustancias vegetales y
minerales más o menos exóticas (aloe, valenciana, ámbar…).
En suma, al-Idrisi relata un territorio “afortunado” (MARCHENA, 1987) que se
pone en relación con el trazado de los caminos, la localización de las fortalezas,
la riqueza del hecho urbano y en especial con la localización de las fuentes y
aprovisionamientos hídricos, ya para usos agrícolas ya para uso urbano.
Desde la perspectiva ambiental, ha de decirse que los musulmanes andalusíes
denotaron una gran preocupación por la vegetación, en sintonía con el
apuntado culto al agua, con su cultura hidráulica.
En este sentido, ha de señalarse que el agua y la vegetación se cultivan desde
una doble perspectiva: una, en tanto que objetivos productivos (con la
introducción de nuevas plantas, intensificación de cultivos, mejoras de la
técnicas de riego, progreso de la técnicas agrícolas…) como objetivos estéticos
u ornamentales (jardines, alamedas…)
En los escritos y tratados andalusíes más conocidos, entre los que destaca AbuZacarias e Ibn Bassal, se referencian siempre diferentes especies vegetales,
describiéndose con detalle la siembra y plantación tanto de frutales como de
especies forestales: álamos blancos y negros propios de terrenos pantanosos,
pinos que deben ser plantados en terrenos arenoso o en huertas cuando se
tiene necesidad de sombra, castaños, nogales, laureles, madroños, acebuches,
avellanos, encinas…
OJEDA (1989) comenta que aunque se desconocen datos concretos sobre el
bosque musulmán andalusí, testimonios de distintos geógrafos andalusíes dan
una idea de ello. La percepción que tenía de la arboleda los andalusíes era
esencialmente estética y dominada ya que le interesaba más el jardín o la
alameda que el bosque asilvestrado.
Uno de los geógrafos clásicos del siglo X, época del esplendor omeya, al-Razi,
describiendo las diferentes coras andalusíes, destaca en la cora de Jaén el
bosque de Cazorla con su potencial en madera. También comenta los grandes
matorrales perimarismeños del Guadalquivir, como terreno idóneo para la
ganadería, así como el bosque cultivado olivarero del Aljarafe de Sevilla.
Al Idrisi en sus descripciones utiliza en sus descripciones geográficas algunos
conceptos genéricos para describir los bosques “montañas de árboles”,
resultando llamativa la identificación de los términos de “higuera” y “árbol”,
referenciando numerosos veces el término higuera, árbol frutal cultivado con
profusión en al-Andalus.
IV. Aportaciones al conocimiento cartográfico y geográfico de alIdrisi:
Al-Idrisi ofrece una síntesis de informaciones geográficas, heredadas de los
textos de la Antigüedad o bien derivadas de observaciones obtenidas en sus
múltiples viajes. Utiliza en su cartografía el sistema de Ptolomeo ya que, al igual
que Avicena y Averroes, al-Idrisi integra el conocimiento griego en su cultura.
Estos científicos árabes son los que posibilitaron la transmisión del conocimiento
grecolatino y su redescubrimiento en Occidente a partir del siglo XIII
(MARTÍNEZ-GROS, 1998). Traducidos del latín, sus textos van a transformar la
visión del mundo. Sincretismo cultural que fue tradición en la cultura árabe
medieval ya que a partir del siglo VII, el pueblo árabe musulmán asimila todos
los conocimientos que encuentra en su expansión territorial.
La Geografía de al-Idrisi es producto de una exploración del mundo realizada al
servicio del rey normando Roger II de Sicilia a mediados del siglo XII. Se trata
de un atlas que describe de manera precisa los distintos reinos o países, sus
ciudades principales, sus vías de comunicación y sus fronteras, los mares, los
ríos y las montañas. Al-Idrisi comenta los mapas siguiendo itinerarios, como si
se tratase de una guía, como hemos visto en el caso de al Andalus.
Suministra información de toda clase, tanto geográfica como económica y
comercial, histórica y religiosa. Además de la compilación de los conocimientos
ya realizada por sus antecesores, al-Idrisi se dotó con un método para
completar y comprobar su información. Estableciendo una concordancia entre
los conocimientos, la Geografía se presenta como una tentativa de control
intelectual del mundo.
Se saben pocas cosas sobre la vida de al-Idrisi. Nace en Ceuta en 1100,
originario de una familia árabe noble procedente de la actual España. Realiza
sus estudios en Córdoba, por aquel entonces primer centro cultural del Islam
occidental. Adquiere conocimientos de medicina, botánicos, farmacológicos…
Domina el latín, habla griego y redacta algunos libros, de los cuales un Tratado
de las medicinas simples. Gran viajero, al-Idrisi recorre el Mediterráneo desde la
edad de dieciséis años. En 1139 que se instala en Palermo, llamado por Rogelio
II, y emprende, bajo la dirección del rey, un trabajo de investigación y
compilación geográfica que va a durar dieciocho años.
Comienza la redacción propiamente dicha en 1154, seis meses antes de la
muerte del rey. Acabará probablemente hacia 1157, fecha después de la cual se
pierde completamente el rastro de al-Idrisi, muriendo hacia 1165.
En su prólogo, al-Idrisi asigna a Rogelio II la iniciativa del proyecto y del
método que siguió. En primer lugar, al-Idrisi consulta los libros de geografía
árabes. Comprueba a continuación la información con científicos y con viajeros
con experiencia. Demostrando un espíritu crítico severo, cuestiona
conjuntamente la información, luego las individualiza, enviando emisarios para
corroborar sus declaraciones, rechazando la información contradictoria.
Para asegurarse de la veracidad de los datos, traza un mapa graduado, con
ayuda de un compás de hierro, sobre una mesa de dibujo. Después de este
meticuloso trabajo de investigación, al-Idrisi elabora un gran mapa del mundo
orientado al sur y dividido en latitud, en siete "climas " y en longitud, en diez
secciones.
Las fuentes de al-Idrisi son tanto coetáneas al «Estrabón árabe» como mucho
más antiguas; las noticias que nos transmite, unas veces muy precisas, otras
muy superficiales. El objetivo de al-Idrisi era confeccionar una obra con datos
contemporáneos, obtenidos por él mismo o por medio de otros informantes.
Pero si de alguna región no conseguía informaciones más precisas, recurría a
un reducido grupo de geógrafos (Tolomeo, Orosio y diez autores árabes) que
para él tenían plena autoridad en la materia.
Los climas, zonas térmicas paralelas a Ecuador, son de una anchura desigual y
el atlas traduce una singular deformación: el mundo es muy ancho, casi
extendido en longitud, de oeste a este, con relación a su extensión en latitud.
Con este método, heredado de Ptolomeo, al-Idrisi prosigue la obra de sus
antecesores, aportando una lógica científica. Un conjunto importante de
comentarios completa el texto de la Geografía.
Realiza una compartimentación cartográfica en setenta secciones (sesenta y
nueve si se tiene en cuenta que una de ellas es sólo mar), comentando lo que
en el mapa no puede representar: descripción de la naturaleza, de los caminos,
de las distancias, elementos arquitectónicos, relaciones comerciales, maravillas,
fortificaciones, costumbres de los diversos lugares... La información es
excepcional en tanto su contenido como en su volumen: más de 5.000 nombres
de lugares, ríos y montañas. Sin embargo, la amplitud misma y el
enciclopedismo de la información reunida han derivado en errores de copia y
confusiones.
Al-Idrisi es heredero, en primer lugar, de la geografía árabe, y más
concretamente de la geografía "administrativa", corriente que incluye obras
sobre la recaudación del impuesto y las carreteras del imperio que se describen
con todo detalle las provincias, las ciudades y los campos.
El método de al-Idrisi manifiesta a este respecto un espíritu crítico notable.
Descartará todo lo que no puede comprobarse. La información de libros sólo es
utiliza para las regiones más alejadas. Los viajeros son los que informan de los
países más cercanos, interrogando al-Idrisi a todos los comerciantes o
emisarios de paso en Palermo.
Reúne la información relativa a Europa, aún inédita en la geografía árabe y
gran novedad del libro. Al-Idrisi consulta relativamente poco a los geógrafos
latinos, pero accede a los archivos diplomáticos del Palacio donde recoge y
dibuja información sobre territorios franceses, alemanes, españoles o italianos.
Por su método riguroso y sistemático, por su voluntad de asociar el Este y el
Occidente, por el cruce desde diversas disciplinas, al-Idrisi ofrece una
descripción "moderna" del mundo conocido, la primera tentativa de esta clase
y, analizada desde hoy, una de las obras de mayor calado y repercusión en la
historia de la humanidad, un hito en la historia de la cartografía.
V. Bibliografía:
CARIOU, D. (1997), La Méditerranée au XIIe siècle, PUF, coll. "Que Sais-Je",
Paris.
BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES (2002). Descripción de España.
De Xerif Aledris, concido como el Nubiense. Traducción y nota de don Josef
Antonio Conde. Reproducció digital de l'edició de Madrid: en la Imprenta Real
por D. Pedro Pereyra ..., 1799.
http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=8633
BIBLIOTHÈQUE NATIONALE DE FRANCE (2005) al-Idrisi. La Mediterranée au
XIIeme siècle. http://classes.bnf.fr/idrisi/pres/index.htm
LÓPEZ LARA, E. y LÓPEZ PÉREZ, F. (1987) “La situación de Andalucía en el
mundo”. Geografía de Andalucía. Tomo I. Ed. Tartessos. Sevilla. pp. 135-205.
MARCHENA GÓMEZ, M. (1987) “La imagen geográfica de Andalucía”. Geografía
de Andalucía. Tomo I. Ed. Tartessos. Sevilla. pp. 207-320.
MARTÍNEZ-GROS. G. (1998) "La Division du monde selon Idrisi", Le Partage du
monde, échanges et colonisation dans la Méditerranée médiévale,. Dir. Michel
Balard y Alain Ducellier, Publications de la Sorbonne, Paris.
OJEDA, J. (1989) “El bosque andaluz y su gestión a través de la historia”.
Geografía de Andalucía. Tomo V. Ed. Tartessos. Sevilla. pp. 315-355.
SAMARKIN, V. (1981) Geografía histórica de Europa occidental en la Edad
Media. Akal Ed. Madrid. pp.258
Descargar