José de ACOSTA, “Historia natural y moral de las Indias”

Anuncio
1
José de ACOSTA, “Historia natural y moral de las Indias”
Biografía: José de Acosta, misionero español, nacido en Medina del Campo en 1539; y muerto en
Salamanca, el 15 de febrero de 1600. A la edad de catorce años se hizo miembro de los jesuitas. Será
misionero en América del Sur desde 1571 hasta 1576, después fue a México, donde permaneció dos
años. Después de su vuelta a España publicó el “De natura Novi Orbis et de promulgatione evangelii
apud Barbaros" (Salamanca, 1588-89), que él tradujo al español ampliándolo. Después publicó
"Historia y natural de moral las Indias" (1590), que logró gran renombre, y fue traducido a varias
idiomas. Cuando murió era Rector de la Universidad de Salamanca.
Edición: ACOSTA, José de, “Historia natural y moral de las Indias”, México, FCE, 1979, 1°
reimpr. (Col. Biblioteca Americana, 38, Serie Cronistas de Indias; ed., con prólogo y anexos, de
Edmundo O'Gormann, sobre la ed. príncipe de 1590), pp. 13-14.
PROEMIO AL LECTOR
Del Nuevo Mundo e Indias Occidentales han escrito muchos autores diversos libros y
relaciones, en que dan noticia de las cosas nuevas y extrañas, que en aquellas partes se han
descubierto, y de los hechos y sucesos de los españoles que las han conquistado y poblado. Mas hasta
agora no he visto autor que trate de declarar las causas y razón de tales novedades y extrañezas de
naturaleza, ni que haga discurso e inquisición en esta parte, ni tampoco he topado libro cuyo
argumento sea los hechos e historia de los mismos indios antiguos y naturales habitadores del Nuevo
Orbe. A la verdad ambas cosas tienen dificultad no pequeña. La primera, por ser cosas de naturaleza
que salen de la filosofía antiguamente recibida y platicada, como es ser la región que llaman Tórrida,
muy húmeda, y en partes muy templadas, llover en ella cuando el sol anda más cerca, y otras cosas
semejantes. Y los que han escrito de Indias Occidentales, no han hecho profesión de tanta filosofía, ni
aún los más de ellos han hecho advertencia en tales cosas. La segunda, de tratar los hechos e historia
propia de los indios, requería mucho trato y muy intrínseco con los mismos indios, del cual carecieron
los más que han escrito de Indias, o por no saber su lengua o por no curar de saber sus antigüedades;
así se contentaron con relatar algunas de sus cosas superficiales. Deseando pues yo, tener alguna más
especial noticia de sus cosas, hice diligencia con hombres pláticos y muy versados en tales materias, y
de sus pláticas y relaciones copiosas pude sacar lo que juzgué bastar para dar noticia de las costumbres y hechos de estas gentes, y en lo natural de aquellas tierras y sus propiedades, con la experiencia
de muchos años y con la diligencia de inquirir, y discurrir y conferir con personas sabias y expertas;
también me parece que se me ofrecieron algunas que podría servir y aprovechar a otros ingenios
mejores, para buscar la verdad o pasar más adelante, si les pareciese bien lo que aquí hallasen. Así
que aunque el Mundo Nuevo ya no es nuevo sino viejo, según hay mucho dicho y escrito de él,
todavía me parece que en alguna manera se podrá tener esta Historia por nueva, por ser juntamente
historia y en parte filosofía y por ser no sólo de las obras de naturaleza, sino también de las del libre
albedrío, que son los hechos y costumbres de hombres. Por donde me pareció darle nombre de
Historia Natural y Moral de Indias, abrazando con este intento ambas cosas.
En los dos primeros libros se trata lo que toca al cielo y temperamento y habitación de aquel
orbe; los cuales libros yo había primero escrito en Latín, y agora los he traducido usando más de la
licencia de autor que de la obligación de intérprete, por acomodarme mejor a aquellos a quien se
escribe en vulgar. En los otros dos libros siguientes se trata lo que de elementos y mixtos naturales,
que son metales, plantas y animales, parece notable en Indias. De los hombres y de sus hechos (quiero
2
decir de los mismos indios, y de sus ritos y costumbres, y gobierno y guerras y sucesos) refieren los
demás libros, lo que se ha podido averiguar y parece digno de relación. Cómo se hayan sabido los
sucesos y hechos antiguos de Indios, no teniendo ellos escritura como nosotros, en la misma Historia
se dirá, pues no es pequeña parte de sus habilidades haber podido y sabido conservar sus antiguallas,
sin usar ni tener letras algunas. El fin de este trabajo es, que por la noticia de las obras naturales que el
Autor tan sabio de toda naturaleza ha hecho, se le dé alabanza y gloria al Altísimo Dios, que es
maravilloso en todas partes. Y por el conocimiento de las costumbres y cosas propias de los indios,
ellos sean ayudados a conseguir y permanecer en la gracia de la alta vocación del Santo Evangelio, al
cual se dignó en el fin de los siglos traer gente tan ciega, el que alumbra desde los montes altísimos de
su eternidad. Ultra de eso podrá cada uno para sí, sacar también algún fruto, pues por bajo que sea el
sujeto, el hombre sabio saca para sí sabiduría y de los más viles y pequeños animalejos se puede tirar
muy alta consideración y muy provechosa filosofía. Sólo resta advertir al lector, que los dos primeros
libros de esta historia o discurso se escribieron estando en el Pirú, y los otros cinco después en Europa, habiéndome ordenado la obediencia volver por acá. Y así los unos hablan de las cosas de Indias
como de cosas presentes, y los otros como de cosas ausentes. Para que esta diversidad de hablar no
ofenda, me pareció advertir aquí la causa.
LIBRO SEXTO
CAPÍTULO 1
Que es falsa la opinión de los que tienen a los indios por hombres faltos de entendimiento.
Habiendo tratado lo que toca a la religión que usaban los indios, pretendo en este libro escrebir
de sus costumbres y pulicia y gobierno, para dos fines. El uno, deshacer la falsa opinión que
comunmente se tiene de ellos, como de gente bruta, y bestial y sin entendimiento, o tan corto que
apenas merece ese nombre. Del qual engaño se sigue hacerles muchos y muy notables agravios,
sirviéndose de ellos poco menos que de animales y despreciando cualquier género de respeto que se
les tenga. Que es tan vulgar y tan pernicioso engaño, como saben bien los que con algún celo y
consideración han andado entre ellos, y visto y sabido sus secretos y avisos, y juntamente el poco
caso que de todos ellos hacen los que piensan que saben mucho, que son de ordinario los más necios
y más confiados de sí. Esta tan perjudicial opinión no veo medio con que pueda mejor deshacerse,
que con dar a entender el orden y modo de proceder que éstos tenían cuando vivían en su ley; en la
cual, aunque tenían muchas cosas de bárbaros y sin fundamento, pero había también otras muchas
dignas de admiración, por las cuales se deja bien comprender que tienen natural capacidad para ser
bien enseñados, y aún en gran parte hacen ventaja a muchas de nuestras repúblicas. Y no es de
maravillar que se mezclasen yerros graves, pues en los más estirados de los legisladores y filósofos,
se hallan, aunque entren Licurgo y Platón entre ellos. Y en las más sabias repúblicas, como fueron la
romana y la ateniense, vemos ignorancias dignas de risa, que cierto si las repúblicas de los mexicanos
y de los ingas se refirieran en tiempo de romanos o griegos, fueran sus leyes y gobierno, estimado.
Mas como sin saber nada de esto entramos por la espada sin oílles ni entendelles, no nos parece que
merecen reputación las cosas de los indios, sino como de caza habida en el monte y traída para
nuestro servicio y antojo. Los hombres más curiosos y sabios que han penetrado y alcanzado sus
secretos, su estilo y gobierno antiguo, muy de otra suerte lo juzgan, maravillándose que hubiese tanto
orden y razón entre ellos. De estos autores es uno Polo Ondegardo, a quien comúnmente sigo en las
cosas del Pirú; Y en las materias de México, Juan de Tovar, prebendado que fue de la Iglesia de
México y agora es religioso de nuestra Compañía de Jesús; el cual por orden del Virrey D. Martín
3
Enríquez, hizo diligente y copiosa averiguación de las historias antiguas de aquella nación, sin otros
autores graves que por escrito o de palabra me han bastantemente informado de todo lo que voy
refiriendo.
El otro fin que puede conseguirse con la noticia de las leyes y costumbres, y pulicia de los
indios, es ayudarlos y regirlos por ellas mismas, pues en lo que no contradicen la ley de Cristo y de su
Santa Iglesia, deben ser gobernados conforme a sus fueros, que son como sus leyes municipales, por
cuya ignorancia se han cometido yerros de no poca importancia, no sabiendo los que juzgan ni los
que rigen, por dónde han de juzgar y regir sus súbditos; que además de ser agravio y sinrazón que se
les hace, es en gran daño, por tenemos aborrecidos como a hombres que en todo, así en lo bueno
como en lo malo, les somos y hemos siempre sido contrarios.
Descargar