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Canadá: Un contexto social
Una presentación ante la Organización de los Estados Americanos de
Eileen Sarkar
Viceministra Adjunta
Ministerio de Patrimonio Cultural de Canadá
Buenos días. Es un gran placer para mí tener la oportunidad de estar hoy aquí con
Ustedes. Para ayudar a poner en contexto nuestras deliberaciones, quisiera
presentarles brevemente el entorno social en el que viven los canadienses.
Les describiré los desafíos geográficos, lingüísticos y culturales a los que se han
enfrentado los canadienses en el pasado, así como los desafíos actuales. Les
presentaré asimismo un panorama de la diversidad de Canadá reflejada en nuestra
población de jóvenes. Por último, les describiré brevemente cuál es la respuesta con la
que, como país, pretendemos abordar los desafíos que se nos plantean.
Desde antes incluso de que los primeros europeos entraran en contacto con los pueblos
que vivían en esta tierra, Canadá se enfrentaba ya a desafíos geográficos, culturales y
lingüísticos. Si bien hemos realizado grandes progresos, todavía nos queda un largo
camino por recorrer.
Mucho antes de la revolución aportada por Internet y la globalización, los antepasados
de Canadá fueron el preludio de una nueva era de conectividad para los canadienses.
La construcción de un ferrocarril transnacional permitió a los canadienses viajar de una
costa a otra con relativa facilidad. Un aspecto aún más importante, sin embargo, es que
estas personas trajeron consigo ideas y culturas que reflejaban sus propias experiencias
personales, nacidas de sus raíces principalmente europeas e influidas asimismo por la
tierra en la que vivían en ese momento.
El sistema de confederación adoptado por Canadá divide a la nación en diez provincias
y tres territorios, con una superficie de casi 10 millones de kilómetros cuadrados, lo que
lo convierte en el segundo país más grande del mundo.
A pesar de la enorme superficie de que disponen los canadienses para establecerse, 51
por ciento del total de la población vive en cuatro zonas urbanas: Toronto, Montreal,
Vancouver y el corredor Calgary-Edmonton. Como pueden ver por las zonas marcadas
en amarillo del mapa, la mayor parte de la superficie de Canadá tiene una densidad de
población muy baja.
Esta tendencia de migración hacia las zonas urbanas se ha intensificado entre los recién
llegados a Canadá, de tal forma que el 86 por ciento de todos los inmigrantes viven en
las principales ciudades canadienses. Más concretamente, 62 por ciento de todos los
inmigrantes y 87 por ciento de todas las minorías visibles se han instalado en Toronto,
Vancouver y Montreal. Más que por razones laborales, los inmigrantes se sienten
atraídos a estas zonas urbanas por la red de familiares, amigos y apoyo comunitario que
ofrecen.
Dos provincias, Saskatchewan y Terranova, han registrado pérdidas netas de población
rural en los últimos tres censos. Esta despoblación de las zonas rurales de Canadá,
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junto con el aflujo de inmigrantes, plantea a las ciudades y municipios canadienses
importantes desafíos en materia de política y servicios.
El transporte y la comunicación son dos aspectos que presentan dificultades para
cualquier país, pero en Canadá, éstas se ven agravadas por su inmenso tamaño. Los
progresos iniciados con la construcción del ferrocarril siguen avanzando hoy día. En
este sentido, Internet ha desempeñado un papel importantísimo ayudando a superar los
desafíos geográficos y las diferencias culturales al permitir a los canadienses compartir
sus distintas vivencias.
La diversidad lingüística ha sido un tema muy importante en la historia de nuestro país,
desde antes de la llegada de los europeos y, después, con la colonización de los
británicos y franceses, y la exploración, hasta la época actual.
Esta diversidad lingüística constituye otra de nuestras características esenciales que no
puede desligarse de la diversidad cultural y está basada en nuestra dualidad lingüística
en inglés y francés. Los francófonos representan 6,8 millones del total de cerca de 30
millones de habitantes que tiene Canadá. La gran mayoría de estos francófonos, unos
5,8 millones, viven en la provincia de Quebec.
Las lenguas oficiales de Canadá, el inglés y el francés, están consagradas en nuestra
Constitución y protegidas por la Ley sobre los idiomas oficiales de 1969. La presión
sobre las lenguas oficiales de Canadá no deja de aumentar. Así, tan sólo desde 1996, el
número de personas cuya lengua materna no es ni el inglés ni el francés ha aumentado
un 12,5 por ciento, una proporción tres veces superior a la tasa de crecimiento del
conjunto de la población.
Los grupos lingüísticos procedentes de los países asiáticos y del Oriente Medio son los
que constituyen la mayor parte de ese porcentaje. Cabe destacar asimismo que, fuera
de la provincia de Quebec, las comunidades de lenguas oficiales minoritarias se están
viendo fortalecidas con el aflujo de inmigrantes francófonos, procedentes en su mayoría
de África y Oriente Medio, aunque también del Sureste asiático, América Latina y
Europa del Este.
La diversidad cultural no es un fenómeno nuevo para los canadienses. Desde la era de
la colonización hasta la época actual, y durante el desarrollo de nuestra sociedad y de
su marco jurídico y político, los principios del compromiso, el respeto y la equidad
reflejan una realidad que el Gobierno de Canadá defiende y trata de incorporar en todas
sus políticas y programas.
Una de las piedras angulares de la diversidad canadiense es la existencia del
multiculturalismo, una política adoptada oficialmente por primera vez en 1971 y aplicada
legalmente en la Ley de multiculturalismo de 1988, y que figura como una cláusula
interpretativa en la Constitución.
En Canadá creemos que la diversidad es una virtud que debe valorarse. Los ciudadanos
pueden tener múltiples vínculos e identidades, y sentir al mismo tiempo un fuerte apego
por Canadá y un sentido de pertenencia a Canadá.
Este modelo sólo puede funcionar en una sociedad en la que reine tanto la diversidad
como la inclusión, una sociedad en la que todos los canadienses puedan participar y a la
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que puedan contribuir plenamente, y en la que puedan beneficiarse de la vida social,
económica, cívica, cultural y política de Canadá.
Australia es el único país en el que la proporción de la población nacida en el extranjero
es mayor que en Canadá. Los nuevos datos del Censo de 2001 muestran que la
proporción de la población canadiense nacida en el extranjero ha alcanzado su nivel
más alto de los últimos 70 años. Más de 5 millones de personas, esto es, el 18 por
ciento de la población total, habían nacido fuera de Canadá.
Consideramos la diversidad como una ventaja y no como una barrera; en una economía
del conocimiento, todas las ideas cuentan. La diversidad es una fuente de creatividad e
innovación y consideramos que, gracias a nuestro enfoque, Canadá atrae como un imán
el talento y las inversiones.
Evidentemente, nuestra trayectoria no es perfecta. Nuestra historia nos ha enseñado
algunas lecciones difíciles y hemos experimentado los costos de la exclusión. Somos
conscientes de que debemos realizar esfuerzos deliberados para fortalecer nuestro
enfoque y encontrar soluciones al riesgo de fragmentación.
Cuando llegaron los primeros colonizadores, las comunidades aborígenes florecían por
todo el país. Estos colonizadores descubrieron comunidades de una gran riqueza
cultural y lingüística, tan variadas como el paisaje mismo.
Los Pueblos Aborígenes de Canadá siguen viviendo por todo el territorio nacional,
concentrándose la mayor parte en el Oeste canadiense. Se trata del grupo de población
de Canadá que presenta el mayor crecimiento. Un tercio de la población aborigen tiene
14 años o menos.
La tendencia hacia la urbanización en Canadá también se deja sentir entre la población
aborigen. Así, casi la mitad de este grupo de población vive actualmente en zonas
urbanas. No obstante, su tasa de empleo sigue siendo considerablemente inferior a la
de la población no aborigen, y sus sueldos son un 34 % inferiores a la media nacional.
Los jóvenes de Canadá presentan hoy día los niveles más altos de instrucción de toda la
historia de Canadá. 61 por ciento de los canadienses con edades comprendidas entre
los 25 y 34 años han obtenido algún tipo de diploma o certificado de estudios
postsecundarios, lo cual representa un 12 por ciento más que en 1991. No obstante,
aunque un nivel más alto de instrucción puede abrir las puertas a mayores ingresos, no
es garantía de ello. Durante las dos últimas décadas, los jóvenes no han experimentado
un incremento de sus ingresos medios.
En algunos casos, incluso han perdido terreno y obtienen menos ingresos que los
grupos más experimentados de mayor edad.
Éste puede ser uno de los factores que contribuye al descontento que sienten hoy día
muchos jóvenes canadienses. Sólo el 38,8 % de los jóvenes canadienses con edades
comprendidas entre los 18 y los 24 años votaron en las últimas elecciones federales
que, de hecho, registraron el índice de participación general de votantes más bajo de la
historia de Canadá (61,2 %).
Hoy más que nunca, parece que los jóvenes están optando por formas no tradicionales
de participación política. Así, los jóvenes son más propensos a incorporarse a
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movimientos políticos de tipo activista que a afiliarse a partidos e instituciones políticas
formales.
No obstante, parece que si bien el activismo ofrece a los jóvenes un camino viable para
participar en la vida pública, los jóvenes permanecen “fuera de” las principales
instituciones de poder.
Los canadienses han demostrado de forma contundente que valoran la diversidad y las
ventajas que ésta reporta. La han descrito como uno de nuestros “valores canadienses
esenciales”.
En consecuencia, solicitan al gobierno que promueva y fortalezca los cimientos que ya
existen.
Programas como Intercambios Canadá, ofrecen a los jóvenes la oportunidad de
descubrir este inmenso país y aprender más acerca de los elementos naturales y
humanos que nos caracterizan a todos como canadienses.
Juventud de Canadá en el Trabajo es otro programa que patrocina experiencias de
trabajo de verano y oportunidades de pasantías para los diplomados universitarios sin
trabajo o subempleados. Éstos no son sino dos de los medios utilizados por el Gobierno
de Canadá para fomentar un sentido de la ciudadanía compartida entre todos los
canadienses a fin de construir una sociedad inclusiva para todos.
A diferencia de otras muchas sociedades, los canadienses no disponen de símbolos
tales como un único idioma común o una misma cultura u origen étnico para crear un
sentido de ciudadanía.
En el modelo canadiense de ciudadanía común, cada persona define para sí misma en
qué consiste ser canadiense. Esta identidad, a su vez, va tomando forma influida por la
interacción con el resto de los ciudadanos.
Los estudios sobre la materia han demostrado que los componentes básicos de esta
identidad son tres: que las personas tengan confianza mutua, así como en las
instituciones canadienses; que las experiencias y vivencias compartidas contribuyan a
crear un sentimiento de orgullo y apego por este país; y, por último, que el compromiso
con la democracia e instrumentos jurídicos como la Carta Canadiense de Derechos y
Libertades, creen un sentimiento de objetivo común caracterizado por el compromiso, la
responsabilidad colectiva y el respeto de la diversidad.
Sin embargo, ésta no es una labor que el gobierno federal pueda acometer solo. La
estructura federalista de Canadá divide claramente las responsabilidades entre el
gobierno federal y sus homólogos provinciales.
Un aspecto que reviste especial importancia es la responsabilidad de las provincias en
cuanto a la educación de los más jóvenes. Los niveles de gobierno federal y provincial
deben establecer vínculos estrechos para garantizar que los valores esenciales que
entraña ser ciudadano canadiense sean aprendidos de igual modo que aprendemos
matemáticas o gramática.
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El dinamismo y creatividad de nuestras comunidades es también un elemento clave que
contribuye a garantizar que todos los jóvenes canadienses tengan la oportunidad de
desarrollar su pleno potencial en una sociedad armoniosa y unida.
No he hecho sino darles una visión general de los verdaderos desafíos que plantea este
proceso continuo. Fomentar la diversidad y trabajar para lograr la equidad es un
proyecto continuo. Estamos trabajando muy duro para ayudar a los canadienses en
esta aventura.
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