EL TRÁGICO DESAMOR EN “BORDAS DE HIELO” En el presente

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EL TRÁGICO DESAMOR EN “BORDAS DE HIELO”
Joaquín Gustavo Calderón Obregón
Colegio Lord Byron
En el presente ensayo, analizaremos uno de los muchos poemas de Vallejo
que persiguen un motivo amoroso, no obstante trágico: “Bordas de hielo”.
Consideramos que César Vallejo crea un hablante poético que se dirige hacia
su amada por medio de un símbolo, un barco cada vez más lejano que parece
perderse en el horizonte, con la intención de retratar lo desdichado de un amor
no correspondido.
César Vallejo fue un destacado representante de la literatura peruana
nacido en Santiago de Chuco, localidad perteneciente al departamento de La
Libertad. Su producción literaria es vasta; no obstante, la técnica que lo llevó a
ser un hito de la literatura es la poesía. Nuestro poema en específico pertenece
al primer poemario del poeta, “Los heraldos negros”, publicado en 1919. Este
se presenta como una evolución, ya que los primeros poemas aparecen
marcados por la huella del modernismo mientras que los últimos exploran una
leve influencia vanguardista.
Dividido en cinco secciones, nuestro poema pertenece a la sección
titulada “Plafones Ágiles” del poemario, la cual nos remite a las artes plásticas y
al mundo del adorno (dado que un plafón es un tipo de ornamento),
calificándolos de ágiles debido a su carga emotiva. Se encuentran en esta
sección los temas bíblicos, la angustia, el sentimiento de culpa, la ausencia y el
anhelo de un amor. Siendo esta última la temática que se aprecia en este
poema.
Con la intención de demostrar nuestro planteamiento, analizaremos el
poema teniendo en cuenta su título y la distribución estrófica que posee, que
nos envuelve en una gradación estructural de tres momentos.
En primer lugar, analizando el título, decimos que el yo lírico
posiblemente incluyó una sinécdoque con “bordas” (los bordes superiores de
los costados de un barco) para referirse a un barco por medio de una relación
parte-todo. Es gracias a esta sinécdoque, que el yo lírico logra retratar su
desgraciado amor refiriéndose al barco, el cual posiblemente es un símbolo del
amor platónico del hablante.
Del mismo modo, el hablante adjetiva al barco visto anteriormente con
“hielo” para retratárnoslo como algo gélido, y que por ende no es agradable al
tacto ni emana afecto o calor hacia nuestro hablante. Es debido a esto, que el
amor del yo lírico hacia esta mujer, que vendría a estar simbolizada en las
“bordas”, se vuelve frustrado.
Es así como el hablante lírico creado en “Bordas de Hielo”, por medio
del título, nos identifica al barco como símbolo de la mujer hacia la cual está
dirigida su amor, estableciendo un primer indicio de lo infortunado de este al
adjetivarlo con la palabra hielo.
Ahora, analizaremos el primer momento de la gradación estructural del
poema. En este, vemos que la primera estrofa nos refiere al amor no
correspondido y por ende frustrado que el yo lírico siente y como es que este, a
través de la descripción de su rutina, enfatiza esta falta de retribución que
conforma el retrato de su desventurado amor.
Vemos que el hablante lírico revela que su rutina está dada en función a
esta mujer. Apreciamos esto, en el primer verso del poema: “vengo a verte
pasar todos los días”. Resaltamos en este caso, que el yo lírico incluye la
palabra “todos” con la intención de enfatizar un exceso en su rutina, la cual
sería únicamente verla pasar debido al gran amor que este siente por ella, y es
justamente con esta limitación al solo verla y no interactuar con ella, que el
hablante nos demuestra su trágico amor no correspondido.
Del mismo modo, en el primer hemistiquio del segundo verso el yo lírico
se refiere nuevamente a su amada por medio de otra sinécdoque: “vaporcito
encantado” (verso 2). Decimos en este apartado, que se habla acerca del
vapor que deja atrás un barco que desde el título se establece como el símbolo
de la mujer. Así, el yo lírico enfatiza la ausencia de su amada en su vida, aun
cuando él la observa todos los días. Es este vapor que deja su amada al
marcharse lo que mantiene al hablante detrás de su utópico amor, por medio
de este encanto que el hablante nos refiere.
Asimismo, en el segundo hemistiquio de este mismo verso, el yo lírico
enfatiza su lejanía: “siempre lejos…” (verso 2). Aquí, apreciamos, que el yo
lírico, mediante el uso de “siempre” como adverbio, que la lejanía de su amada
es invariable e perenne, lo cual hace de su amor algo penoso que no hace más
que entristecer al hablante.
De la misma forma, en este hemistiquio, nuestro hablante hace uso de
los puntos suspensivos al terminar su enunciado para sugerir una
desesperanza producto de la falta de atención por parte de la mujer. Esto
último ahonda más la idea de que este amor es algo trágico, ya que provoca
desesperanza en un hablante que cada vez se vuelve más melancólico.
Luego, en el tercer verso nuestro hablante establece una imagen al
decir: “Tus ojos son dos rubios capitanes”. Aquí, notamos que la imagen nos
sirve para decir que la mirada de la mujer es la que guía la vida del yo lírico,
dado que estos ojos son referidos como capitanes. Así, el yo lírico logra
mostrarnos que su amor hacia esta persona es algo incondicional,
independientemente de que esto lo haga sufrir, lo cual vuelve su amor mucho
más desdichado.
Al igual que el caso anterior, el cuarto verso establece una imagen: “Tu
labio es un brevísimo pañuelo”. Es por medio de esta, que el yo lírico nos
quiere decir que lo que el recibe de ella no es más que una breve interacción,
además leve ya que un pañuelo es suave y da la sensación de ser efímero. Así
vemos que nuestro hablante posee un amor enormemente grande que solo se
ve retribuido con breves interacciones, haciendo trágico este enamoramiento.
Finalmente, el yo lírico nos dice que el pañuelo suave descrito con
anterioridad “ondea en un adiós de sangre” (verso 5). Identificamos esto como
una metáfora en la cual el yo lírico nos dice que su amada lo rechaza de una
manera muy dolorosa, entendiendo la “sangre” como signo de pérdida y
sufrimiento. El uso de esta palabra del mismo modo, le da un corte calamitoso
y funesto al sufrimiento de nuestro hablante.
Establecemos entonces la primera etapa de la gradación estructural de
“Bordas de hielo”. En la cual el yo lírico todavía se muestra como víctima
pasiva de este amor no reciproco trágicamente retratado, siendo este el que
sufre por el amor que siente.
No obstante, esto cambia en el segundo momento del poema, el cual
está dado por la segunda estrofa. Este, como segunda etapa de la gradación,
nos revela una ruptura de código que se produce debido a la no
correspondencia del amor del yo lírico, lo cual establece un proceso en el
trágico enamoramiento de nuestro hablante.
De esta forma, en el verso 6 el yo lírico nos repite, tal y como si se
tratara de un estribillo: “Vengo a verte pasar; hasta que un día”. No obstante,
vemos que en este las cosas son sutilmente distintas, el yo lírico reemplaza el
“todos” por un “hasta que”. Nuestro hablante pudo haber realizado este cambio
como una muestra del cansancio y voluntad de abandono que experimenta. Es
de este modo, que identificamos que el hablante incluye este cambio de actitud
para mostrar su reacción hacia un amor trágico que no hace más que
provocarle sufrimiento.
Asimismo, el yo lírico, dentro de su sufrimiento, aún describe a su
amada con amor “embriagada de tiempo y de crueldad” (verso 7). En esta
adjetivación vemos que el yo lírico hiperboliza la sinestesia del estado de su
amada, a la cual describe como “embriagada de tiempo”. Ya que una persona
no puede embriagarse de tiempo, no obstante su amada si lo está. Y esto es,
ya que el yo lírico, buscó retratar lo extraordinario de su amada. Esto nos
ayuda a decir que el amor incondicional que este hablante siente es
desdichado ya que vemos que le produce penas.
No obstante, se dice que también está embriagada de crueldad, lo que
significa que el yo lírico ha empezado a marcar distancia de su amada.
Dándose cuenta que es muy posible que esta lo ignore intencionalmente y se
divierta viéndolo sufrir.
Así, nuestro hablante establece una consecuencia a las acciones
crueles de esta mujer: “la estrella de la tarde partirá!” (verso 9). Notamos que
se reivindica su persona al decir que él es el que partirá, recurriendo a un auto
símbolo en la estrella de estas tardes, iluminadas por nuestro hablante, en las
cuales solía observar a su amada pasar. Siendo esta iluminación un símbolo
del cariño que le proporcionaba a su amada. El signo de exclamación final, solo
contribuye al énfasis de esta idea ya que con este, el yo lírico crea un tono de
amenaza en su verso. Siendo esta amenaza la reacción repentina que se
produce como efecto del sufrimiento que este amor trágico trajo consigo.
Concluyendo este segundo momento de la gradación estructural del
poema, decimos que en este, el yo lírico se cansa de no ser correspondido por
su amada de modo que se produce una ruptura en el amor que siente,
expresando un evidente cambio de actitud que sirve de muestra de lo nocivo
del amor trágico.
Por último, analizaremos el tercer momento que confiere la tercera
estrofa. Este nos revela la etapa final de la gradación estructural, en la cual el
yo lírico asume un tono trágico para narrar la aún posible consecuencia de que
haya sido ignorado por su idílico amor.
También expresa su confusión con la indiferencia de esta mujer que no
lo ama de vuelta por medio de una antítesis: “Las jarcias; vientos que
traicionan; vientos de mujer que pasó!” (versos 10-11).
Aquí apreciamos que el yo lírico contrapone a las jarcias, las cuales le
otorgan dirección al barco, con los vientos que traicionan, los cuales confunden
el rumbo del barco. De este modo, nuestro hablante retrata su confusión como
un nuevo efecto del amor trágico al no ser correspondido.
Es por esto que en el verso 12 el yo lírico da una sentencia: “Tus fríos
capitanes darán orden”. En este caso, identificamos que el yo lírico establece
una evidente causación entre su partida y la frialdad de esta mujer. Como
vimos anteriormente, la mirada fría de su amada será precisamente “el capitán"
de nuestro hablante. Dado esto, será el continuo rechazo de la fémina el que
finalmente decida la triste partida de nuestro hablante.
El yo lírico finaliza el poema dando a conocer la consecuencia final de
las acciones de esta mujer: “y quien habrá partido seré yo…” (Verso 13). Así, el
hablante termina de reivindicarse de este amor al decir que él será el que se
vaya, dejando en el olvido a este amor trágicamente no correspondido,
culminando su gradación estructural.
No podemos dejar de lado, que esta consecuencia sigue estando en
futuro condicional y acompañado de puntos suspensivos. Es por esto, que
notamos que el yo lírico todavía nos quiso transmitir su inseguridad en su
próxima acción. Es precisamente esta inseguridad en el partir lo que revela que
este amor que el hablante siente es desmedido, aun cuando este le provoca
tristeza, retratándolo como algo infortunado.
Para concluir me gustaría hacer énfasis en la maestría poética de César
Vallejo al crear a este hablante lírico que trágicamente retrata su desamor.
Para ello se vale de recursos literarios con los cuales alcanza destacables
niveles de estética y representación, volviendo al poema una obra universal y
genérica. Este carácter universal es debido a que la situación trasmitida por
medio de la creación de este hablante es muy común y tiene un final verosímil,
el cual es que el que ama termina incómodo y triste por la indiferencia del que
ignora.
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