La herencia de la Ley suprema de la vida Escrito por Nichiren [Fuente: Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio, Soka Gakkai, 2008, págs. 226-230.] Acabo de leer cuidadosamente su carta. Para responderle, la Ley suprema de la vida y la muerte, tal como se trasmite del Buda a todos los seres vivos, es Myoho-renge-kyo. Los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo fueron transmitidos por Shakyamuni y Muchos Tesoros –los dos budas que se hallaban dentro de la Torre de los Tesoros— al bodhisattva Prácticas Superiores, dando inicio a una herencia ininterrumpida desde el infinito pasado. Myo representa la muerte, y ho, la vida. Los seres vivos que experimentan las dos fases de la vida y muerte son entidades de los diez estados, o entidades de Myoho-regen-kyo. Según dice T’ien-t’ai, uno debe entender que los seres vivos y su entorno, y las causas y efectos que operan en ellos, son, en su totalidad, la Ley de renge (el os seres vivos y su entorno‖ se refiere a los fenómenos de la vida loto).1 Aquí, ―l y la muerte. Así, pues, es claro que donde hay vida y muerte está operando la Ley de causa y efecto, la Ley del loto. El gran maestro Dengyo señala: ―L as dos fases de la vida y la muerte son las funciones prodigiosas de la vida esencial. Las dos fases de existencia y no existencia son las verdaderas funciones de una vida inherentemente iluminada‖.2 Ningún fenómeno está exento de estas dos fases que son la vida y la muerte: ni el cielo ni la tierra; ni el yin ni el yang;3 ni el Sol ni la Luna, ni los cinco planetas,4 ni ninguno de los estados desde el infierno hasta la Budeidad. La vida y la muerte son, sencillamente, las dos funciones de Myoho-renge-kyo. En Gran concentración e introspección, T’ien-t’ai dice: ―El urgimiento s es el surgimiento de la naturaleza esencial de la Ley, y la extinción es la extinción de dicha naturaleza‖. Shakyamuni y Muchos Tesoros, los dos budas, también son las dos fases de vida y muerte. No hay ninguna diferencia o separación entre le buda Shakyamuni –quien obtuvo la iluminación hace incontables kalpas—, el Sutra del loto –que conduce a todas las personas a la Budeidad— y nosotros, las personas comunes. Entonar Nam-myoho-renge-kyo con esta conciencia es heredar la Ley suprema de la vida y la muerte. Esta es una cuestión de importancia primordial para los discípulos y seguidores laicos de Nichiren, y es lo que significa abrazar el Sutra del loto. Con respecto a aquel que se arma de fe y entona Nam-myoho-renge-kyo con la profunda conciencia de que ese es el último momento de su vida, el sutra 1 proclama: ―Cua ndo la vida de estas personas concluya, un millar de budas extenderán sus manos para recibirlos, librarlos de todo temor e impedir que caigan en los malos caminos de la existencia‖.5 ¡Cómo contener las lágrimas ante la dicha indescriptible de saber que no sólo uno o dos, no sólo cien o doscientos, sino nada menos que mil budas nos darán la bienvenida con los brazos abiertos‖ En cuanto a aquel que no cree en el Sutra del loto, los guardianes del infierno vendrán a buscarlo sin falta y se lo llevarán aferrado de las manos, porque el sutra señala: ―Cua ndo su vida concluya, entrará en el infierno Avichi‖.6 ¡Qué lamentable! Entonces, los diez reyes7 del mundo de los muertos lo someterán a juicio, y los mensajeros celestiales8 que lo han acompañado desde su nacimiento lo reprenderán por sus malas acciones. Piense que esos mil budas que tienden sus manos a todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren que entonan Nam-myoho-renge-kyo son como melones o campanillas que extienden sus delicados zarcillos. Mis seguidores hoy pueden aceptar y mantener el Sutra del loto debido a los firmes lazos que han creado con esta enseñanza en sus existencias pasadas. Con toda certeza, obtendrán el fruto de la Budeidad en el futuro. La herencia del Sutra del loto fluye en la vida de aquellos que jamás lo abandonan en ninguna existencia, ni en el pasado, ni el presente ni el futuro. Pero aquellos que no creen en el Sutra del loto y actúan contra él inmediatamente ―d estruirán todas las semillas que les permitirán ser un buda en este mundo‖.9 Como ellos mismos cercenan su propio potencial para manifestar la iluminación, no comparten la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte. Todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren deben entonar Nam-myoho-renge-kyo con la actitud de ser distintas personas pero centradas en un mismo propósito, trascendiendo todas las diferencias que pueda haber entre ellas10 hasta volverse inseparables como los peces y el agua en que nadan. Este lazo espiritual es la base para la trasmisión universal de la Ley suprema de la vida y la muerte. Aquí yace el verdadero objetivo de la propagación de Nichiren. Cuando estén unidos así, hasta el gran deseo de la propagación universal podrá concretarse. Pero si alguno de los discípulos de Nichiren rompe la unión de distintas personas con un mismo propósito, será como un guerrero que destruye su propio castillo desde adentro. Nichiren ha estado tratando de hacer que todo el pueblo del Japón despierte a la fe en el Sutra del loto, para que ellos también puedan compartir la herencia y manifestar la Budeidad. Pero, en cambio, me han perseguido de muchas maneras y, por fin, han hecho que me desterraran a esta isla. Sin embargo, usted ha seguido a Nichiren, aun cuando ello le trajo aparejados sufrimientos. Me aflige profundamente pensar en su angustia. El oro no puede ser quemado por el fuego ni corroído o arrastrado por las aguas, pero el hierro es vulnerable ambos. El sabio es como el oro; el necio, como el hierro. Usted es como el oro 2 puro, porque cree en el ― oro‖ del Sutra del loto. El sutra afirma: ―Asícomo el monte Sumeru es la más elevada de todas las montañas, lo mismo sucede con este Sutra del loto‖.11 También afirma: ―Labuena fortuna que uno obtiene de esa manera […] no puede ser quemada por el fuego ni arrastrada por las aguas‖.12 Han de ser lazos kármicos del distante pasado los que lo destinaron a convertirse en mi discípulo en un momento como este. Shakyamuni y Muchos Tesoros sin duda comprendieron esta verdad. No hay forma de que el sutra esté diciendo falsedades cuando expresa: ― Las personas que habían conocido la Ley vivieron en distintas tierras de Buda, aquí y allá, y renacieron constantemente en compañía de sus maestros‖.13 ¡Es admirable que usted haya preguntado sobre la transmisión de la Ley suprema de la vida y la muerte! Nunca he sabido de nadie que se interesara en el tema. En esta carta le he respondido de manera detallada, así que, por favor, grábela en lo profundo de su corazón. Lo importante es que lleve a cabo su práctica con la convicción de que sólo Nam-myoho-renge-kyo es la herencia trasmitida de Shakyamuni y Muchos Tesoros al bodhisattva Prácticas Superiores. La función del fuego es arder y dar luz. La función del agua es limpiar la suciedad. El viento barre el polvo e infunde vida a las plantas, los animales y los seres humanos. La tierra hace crecer los árboles y la hierba, y el cielo proporciona la humedad vital. Los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo también son así. Son el cúmulo de beneficios que trajeron consigo los Bodhisattvas de la Tierra, discípulos de la verdadera identidad del Buda. El Sutra del loto dice que el bodhisattva Prácticas Superiores aparecerá ahora, en el Último día de la Ley, para propagar esta enseñanza, pero ¿ha sucedido esto? Haya o no aparecido el bodhisattva Prácticas Superiores en este mundo, Nichiren ya ha dado el primer paso en la propagación de esta enseñanza. Decídase a extraer el inmenso poder de la fe, y entone Nam-myoho-renge-kyo con la oración de que su fe sea correcta y firme en el momento de la muerte. Jamás busque otra manera de heredar la Ley suprema de la vida y la muerte, y manifiéstela en su vida. Sólo entonces comprenderá que los deseos mundanos son la iluminación y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana. Aun el hecho de abrazar el Sutra del loto resultaría inútil sin la herencia de la fe. En otra oportunidad le daré más detalles. Con mi profundo respeto, Nichiren, el shramana del Japón. 3 En el undécimo día del segundo mes, noveno año de Bun’ei (1272), signo cíclico mizunoe-saru. Respuesta al honorable Sairen-bo Antecedentes Esta carta, fechada el undécimo día del segundo mes de 1272, fue enviada por Nichiren Daishonin a Sairen-bo Nichijo, un creyente que había sido sacerdote de la escuela Tendai y que, por razones que se ignoran, también se encontraba exiliado en la isla de Sado. Se conocen pocos detalles de Sairen-bo, aunque se sabe que era oriundo de Kioto y que había estudiado en el monte Hiei, sede de la escuela Tendai, antes de ser desterrado. También estuvo presente en el debate de Tsukahara, que se llevó a cabo los días decimosexto y decimoséptimo del primer mes de 1272, frente al Sammai-do, la morada donde vivía el Daishonin en Tsukahara. En esa confrontación, el Daishonin venció incuestionablemente a las escuelas Tierra Pura y Palabra Verdadera, como así también a otros sacerdotes de Sado y de varias provincias septentrionales. A raíz de ese debate, muchas personas –entre ellas, Sairen-bo— se convirtieron a la enseñanza del Daishonin. Sairen-bo fue un sacerdote de elevado nivel de instrucción, a quien el Daishonin envió varios ensayos importantes, como El verdadero aspecto de todos los fenómenos y La herencia de la Ley suprema de la vida. Había muchas cuestiones doctrinales del budismo que Sairen-bo deseaba resolver; por eso, formuló sus preguntas al Daishonin, una por una. Y este, a su vez, decidió responderlas en forma escrita. El Daishonin lo elogió de esta manera: ― ¡Es admirable que usted haya preguntado sobre la transmisión de la Ley suprema de la vida y la muerte!‖. En su respuesta, el Daishonin explora el prodigio de la propia iluminación del Buda, y los medios prácticos para que la gente común pueda desarrollar este mismo estado. En el primer párrafo, señala que Nam-myoho-renge-kyo es la herencia de la Ley suprema de la vida, y que dicha Ley se transmite del Buda a todos los seres vivos. Después, analiza de qué manera podemos heredar la Ley suprema de la vida y manifestarla en nosotros mismos. Esta Ley fluye en lo profundo de la vida de aquellos que creen en las enseñanzas del Sutra del loto, practican exactamente de acuerdo con ellas y entonan el daimoku. El Daishonin afirma que no existe ninguna distinción entre el buda Shakyamuni, el Sutra del loto y nosotros, los hombres y mujeres comunes. 4 Desde el punto de vista del budismo del Daishonin, esta declaración significa que no hay ninguna diferencia o separación entre Nichiren Daishonin –el Buda del Último Día de la Ley—, la Ley de Nam-myoho-renge-kyo –o el Gohonzon que encarna dicha Ley— y nosotros mismos, los que entonamos Nam-myoho-renge-kyo. Desde el punto de vista del tiempo, la herencia –la relación mística entre la Ley y la vida de las personas— fluye eternamente a través del pasado, presente y futuro, sin que se interrumpa en ninguna existencia. En cuanto al espacio, el Daishonin proclama que la herencia de la Ley suprema circula en la vida de sus discípulos y seguidores laicos que trabajan en perfecta unión para hacer realidad un mundo pacífico y feliz en bien de todos los hombres. Después de expresar que la Ley suprema existe en el interior de los seres humanos, Nichiren Daishonin explica cómo heredar dicha Ley. Recalca cuán importante es la postura de practicar como si ―est e instante fuese el último‖, para manifestar la Budeidad innata, un estado que trasciende la vida y la muerte. Cuando habla de los mil budas y de los diez reyes del infierno, revela la continuidad de causa y efecto que atraviesa el pasado, presente y futuro. El estado de vida que predomine mientras uno esté vivo es el que subsistirá en la próxima existencia. Que uno pueda recibir la herencia de la Ley depende íntegramente de su fe. Por eso, advierte con severidad en la conclusión: ―Au n el hecho de abrazar el Sutra del loto resultaría inútil sin la herencia de la fe‖. Notas 1 Profundo significado del “Sutra del loto”. Doctrinas esenciales transmitidas en la escuela Tendai del Loto. 3 El ying y el yang son dos principios universales de la antigua filosofía china. El yin es el principio femenino, negativo, oscuro; el yang es el principio masculino, positivo, luminoso. Se creía que su interacción determinaba el destino de todas las cosas. 4 Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. En el siglo XIII, todavía no se conocían los cuerpos celestes más remotos, y tampoco se contaba la Tierra entre los planetas. 5 Sutra del loto, cap. 28. 6 Ib., cap. 3. 7 Figuras simbólicas de la tradición religiosa popular. Una tradición china consideraba el infierno como un tribunal demoníaco donde se juzgaba a los difuntos por sus malas acciones. 8 Deidades que, según se creía, habitaban en los hombros del ser humano desde el momento del nacimiento para registrar cada uno de sus actos. Representan la ley de causa y efecto que rige la vida humana. 9 Sutra del loto, cap. 3. La conjugación se ha adecuado al contexto de la frase. 10 La frase ― trascender todas las diferencias que pueda haber entre ellos‖ podría traducirse, literalmente, como ― sin pensar en el yo y en los otros, en esto y en aquello‖. Esto no debe 2 5 11 12 13 verse como una negación de la individualidad, sino como una exhortación a superar las brechas que dividen a las personas, originadas en el egocentrismo. Sutra del loto, cap. 23. Ib. Ib., cap. 7. 6