1 «La verdad, la bondad y la belleza» Hay dos clases de belleza

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ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES
ESTÉTICA 401210
Lectura lección reconocimiento unidad 3
«La verdad, la bondad y la belleza» Hay dos clases de belleza: belleza libre (pulchritudo vaga) y
belleza sólo adherente (pulchritudo adherens). La primera no presupone concepto alguno de lo que
el objeto deba ser; la segunda presupone un concepto y la perfección del objeto según éste. Los
modos de la primera llámense bellezas (en sí consistentes) de tal o cual cosa; la segunda es añadida,
como adherente a su concepto (belleza condicionada), a objetos que están bajo el concepto de un fin
particular… En el juicio de una belleza libre (según la mera forma), el juicio de gusto es puro. No
hay presupuesto concepto alguno de un fin para el cual lo diverso del objeto dado deba servir y que
éste, pues deba representar, y por lo cual la libertad de la imaginación, que por decirlo así, juega en
la observación de la figura, vendría a ser sólo limitada.
Pero la belleza humana (y en esta especie, la de un hombre, una mujer, un niño), la belleza de un
caballo, de un edificio (como iglesia, palacio, arsenal, quinta), presupone un concepto de fin que
determina lo que deba ser la cosa; por lo tanto, un concepto de perfección.
Constituyen la principal tríada de conceptos con que tradicionalmente se consideró que había de
enfrentarse la filosofía. Sin embargo, sea lo que fuere de los otros, la Belleza ha sido siempre
competencia de la teoría estética, y en palabras de Kant, se dinamiza su significado al asegurar que
el deleite producido por la belleza es el único verdaderamente desinteresado y libre; aunque también
lo ha sido la verdad, en la persuasión de que la estética debía presentar la verdad en torno a la
belleza. No obstante, formular la pregunta de «¿Qué es la belleza?» en el sentido en que la palabra
«belleza» se utiliza hoy, sería formular una pregunta demasiado limitada, porque aspiramos a
proponer cuestiones de valor con respecto a todos los objetos de la experiencia estética. La palabra
«belleza» tiende a implicar la connotación de algo agradable a la vista o al oído; y puesto que las
obras de literatura son (como observábamos anteriormente) artes ideo-sensoriales más que
sensoriales, no quedan incluidas fácilmente en esa clasificación . «Una bella pintura» suena bastante
bien, pero no «una bella novela». Incluso en el arte visual y auditivo no todas las obras a que
atribuimos valor estético pueden considerarse bellas. Podemos, por ejemplo, considerar el Guernica
de Picasso como una obra de gran valor estético; pero algunos de sus admiradores pueden pensar
que no agrada a la vista, siendo la palabra «bella» demasiado pálida en este caso. Las obras de arte
pueden impresionarnos profundamente, reorientar nuestras ideas o nuestros sentimientos,
conmovernos o aturdirnos, pero no necesitamos encontrarlas agradables; y, sin embargo, es esta
cualidad hedonista la ordinariamente connotada cuando denominamos a algo «bello». En las
reflexiones que siguen, utilizaremos ocasionalmente el término «bello» cuando parezca apropiado
hacerlo; sin embargo, cuando lo hagamos, lo emplearemos como sinónimo de «valor estético», no
en el sentido más estricto de asociado con la cualidad agradable. La expresión «valor estético» se
refiere al concepto más general, y, en consecuencia, nuestra pregunta es: «¿Qué es el valor
estético?» ¿Qué se entiende al atribuir valor estético a un objeto?, ¿en qué nos basamos?, y ¿cómo
puede defenderse la pretensión de que algo posee valor estético?
Arte y verdad: ¿existe armonía o contraposición entre el arte y la filosofía? Platón dijo que
“contraposición” ¿Cuál? Lo personal, lo subjetivo, lo particular, predominan sobre lo impersonal, lo
objetivo, lo universal; en consecuencia se desea la armonía social, dentro de lo cual no cabe el
disgregador –según Platón-, es decir el artista.
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Asimétrico a este argumento, se presenta el de Aristóteles, quien propone que entre el arte y el
conocimiento hay y debe haber armonía, en cuanto el artista explora de otro modo la realidad, por
lo tanto lo subjetivo no se puede aislar de la reflexión sobre la realidad.
En consecuencia el arte tiende también a mejorar nuestro conocimiento de la realidad, lo cual
incluye lo terrible, lo absurdo, lo contradictorio y lo siniestro.
John Hospers sostiene la tesis que el “juicio estético” –o juicio de gusto- no es un juicio sobre la
verdad o la falsedad de algo. Por consiguiente separa los campos de lo bello, de la ética y el
conocimiento. Sin embargo acepta que la obra de arte contiene posiciones acerca de la realidad, es
decir, contiene una concepción del mundo. Generalmente implícita, plantea la discusión de la
verdad como base de los conceptos de “fidelidad y naturaleza humana”.
Arte y belleza: Savater retomando algunas de las posturas de Jorge Santayana, piensa que los
valores estéticos no pueden jamás estar separados de los valores vitales del ser humano, aunque,
añade él, deben ser distinguidos en ciertos aspectos de los demás. La belleza es perfección: los
valores estéticos, que priman sobre los valores morales, deben extenderse y difundirse a través de
todos los actos de la vida humana.
Santayana en su obra El sentido de la belleza, asegura que “nada salvo lo bueno de la vida entra en
la textura de lo bello. Lo que nos encanta de lo cómico, lo que nos espolea de lo sublime y lo que
nos conmueve de lo patético, es el vislumbre de algún bien; la imperfección tiene valor sólo como
una incipiente perfección” . Para santayana la belleza es percepción antes de ser juicio; es esto lo
que explica su situación primaria de placer; pero el placer no es más que un elemento constitutivo
de la belleza; habría por tanto que añadirle valor.
En pocas palabras podría decirse que lo bello comparte con lo bueno y lo delicioso la tarea de lograr
que haya más vida y menos muerte.
La clasificación tradicional de las teorías del valor estético en «subjetivistas» y «objetivistas» es
natural:
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a) Una teoría del valor estético es objetivista si sostiene que las propiedades constitutivas del valor
estético, o que hacen estéticamente valioso un objeto, son (en cierto sentido bastante estricto)
propiedades del mismo objeto estético. Santayana (1992)
b) Una teoría es subjetivista si defiende que lo que hace a algo estéticamente valioso no son sus
propiedades, sino su relación a los consumidores estéticos. Como el que les guste, les agrade, les
provoque experiencias estéticas en respuesta a él, etc.
Santayana, Jorge. (1992) Las preguntas de la vida. Barcelona: Ed. Ariel
García. Manuel (1914). Crítica del juicio, Madrid: Ed. Vicente Jorro.
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