Iconografía cristiana en la Antigüedad Guía del patrimonio cultural de la Diócesis de Albacete II Blanca Gamo Parras. 17 de enero de 2013 GÉNESIS DEL CRISTIANISMO El cristianismo aparece durante los últimos años del reinado de Tiberio y los primeros de Calígula (37-40 d.C) como una corriente judía. La interpretación de la Torá, de la que también derivaba reconocer o no a Jesús como Mesías, provoca, progresivamente, la separación de las comunidades cristianas (formadas por personas de origen hebreo y de origen griego) de las comunidades «fariseas», y tras la guerra del 132-135 aparecen los primeros brotes de antijudaísmo cristiano y de anticristianismo fariseo. Del contacto con el helenismo se toman numerosos préstamos éticos e ideológicos, y el cristianismo se presenta como una escuela filosófica moral. Ya a fines del siglo II aparecen los grandes Padres de la Iglesia: Tertuliano, Hipólito, Clemente y Orígenes. A lo largo del siglo III el cristianismo se va romanizando progresivamente, o dicho de otro modo, a imagen de la religión romana se convierte en un culto dirigido por una élite sacerdotal, con potestad para presidir los ministerios y rituales, perdiendo su carácter original de relación intima entre el hombre y su dios. Se implanta en la administración pública, el ejército y las clases dominantes. En el reinado de Constantino se proclama el Edicto de Milán (313) que concede la libertad religiosa a los cristianos. El Edicto de Tesalónica, dado por Teodosio (380), convierte al cristianismo en la religión oficial del Imperio, culminando un proceso por el que se convierte en la religión protectora de la sociedad y del Imperio. LA IMAGEN EN EL CRISTIANISMO ANTIGUO El arte cristiano retrasa su aparición hasta el siglo III, sin que se conozcan exactamente las circunstancias o factores que incidieron en esta demora: En origen puede influir la tradición anicónica por prescripción bíblica (judaísmo). Levítico: “No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras grabadas para postraron ante ellas, porque yo soy Yaveh vuestro Dios” (26,1). Cuenta con una rica variedad de manifestaciones orales, himnos, cantos, sermones… usadas como cohesión y manifestación de la creencia. Es una religión de la palabra. Clemente de Alejandría (a. 150-216): “¿Creéis acaso realmente que Dios necesita para "existir" de la materia y de vuestro arte? Dios no necesita nada ni a nadie; ni puede ser expresado por mano humana alguna. ¡Vuestro arte es incapaz de reproducir exactamente la luz del sol, y, pese a eso, osáis representar el espíritu invisible de Dios!” (Stromata, V y VI). Cuando se produce la definitiva configuración y fortalecimiento de la religión se unifican criterios y el arte cristiano aparece de forma casi sincrónica por todo el Imperio. La comunidad de fieles desea ver en imágenes a Cristo, a los santos o las escenas principales de los libros sagrados. No en vano forma parte de sus raíces culturales, las religiones antiguas adoran y conocen a sus dioses a través de manifestaciones artísticas. Serán las catacumbas los primeros espacios que se adornarán con imágenes. Con la oficialización aparecen los edificios de culto, las basílicas, que son el marco idóneo para representar el nuevo arte, tutelado y financiado por el poder: civil (político) y religioso. En particular Roma y Constantinopla, testimonian el poder y la riqueza acaparada por la iglesia. Aunque la primera iglesia de la que hay testimonio arqueológico es la de Dura-Europos (Siria), construida hacia el 230, será a partir del siglo IV cuando se generalicen, añadiendo a las representaciones gran riqueza de color, de luz y de texturas para provocar la emoción en el interior del creyente. TEMAS DEL MUNDO CLÁSICO Del mundo clásico se toman prestados variados temas, no en vano es el marco cultural en el que se desarrolla el cristianismo temprano. Préstamos formales que modifican el sentido que las imágenes tenían. Orfeo La capacidad de Orfeo para domar a los animales salvajes con su canción, su heroico viaje a los infiernos, y su muerte violenta, recordaron a los primeros cristianos similitudes con Jesús. Él amansaba a las fieras; Cristo, a las almas. Además, el credo órfico propone una innovadora interpretación del ser humano, como compuesto de un cuerpo y un alma, un alma indestructible que sobrevive y recibe premios o castigos más allá de la muerte. También se suponía que Orfeo había desarrollado una obra poética y teológica en la que cantaba la genealogía de los dioses y la creación del mundo, y por esas razones, ya en la religión judía se había asimilado a David, el autor de los Salmos y rey de Israel, de cuya genealogía descenderá Jesús. David era considerado el autor de poemas cantados, los Salmos que los judíos veneran como la más alta y digna expresión de la piedad y la alabanza de Dios. Los profetas verán en él al Mesías o al antepasado del Mesías que debe traer la paz universal. “Vendré a salvar mis ovejas para que no sean asaltadas... Elevaré a la cabeza de mi rebaño a un pastor único: será mi servidor David. Él lo hará pastar y será para él pastor. Yo, Adonai, seré su Dios y mi servidor David será príncipe en medio de ellos. Concluiré con mi rebaño una alianza de paz, y suprimiré del país las bestias feroces y vivirá en seguridad” (Ezequiel, 34, 22-25). Museo de Sabrahta (Libia) Catacumbas de Domitila Moscóforo y Hermes Crióforo El moscóforo griego era el joven que llevaba los animales en los sacrificios, el portador de las ofrendas, y en este sentido, era un símbolo del culto. Esta imagen, existente en el mundo griego desde el s. VI a.C., fue tomada por los romanos para representar a Hermes/Mercurio crióforo (portador del cordero). Pausanias cuenta que Hermes había ahuyentado la peste de la ciudad de Tanagra llevando un cordero a sus espaldas. Por ello llego a ser un símbolo de la filantropía (el amor a los hombres). Por ello serán el modelo perfecto para la imagen del Cristo Buen Pastor, que cuida y rescata a sus ovejas perdidas (alegoría de las almas), un símbolo de la Redención. Hermes además tenía la función de conducir las almas de los difuntos, al igual que por mediación de Cristo el alma del hombre piadoso llega a la vida eterna. “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre" (Evangelio según San Juan 10,11-18) Acrópolis Atenas H. 570 a.C. Museo Barracco, Roma Gador, Museo de Almería Isis El culto a Isis, como la Diosa Madre y Reina del Cielo, asociada con frecuencia con los cuernos de la luna, comenzó en Egipto con la V Dinastía y se extendió por Oriente Próximo y el Imperio romano. Una de las escenas más representadas es la de Isis amamantando a Horus (Harpócrates para los griegos). Isis fue el modelo para todas las reinas de Egipto, que eran conocidas como "hija de Dios", "gran esposa del rey" y "la madre de Dios". El concilio de Éfeso (431), donde la doctrina de la maternidad divina fue brillantemente defendida por Cirilo de Alejandría, aprobó el culto a María como Madre de Dios. Los textos de los primeros Padres de la Iglesia identifican la maternidad de la Virgen con la Iglesia, y así como Cristo fue engendrado por obra del Espíritu Santo, el neófito accede por el bautismo a una nueva vida por obra del Espíritu de Dios, y María, como madre de la cabeza mística de la Iglesia, se convierte en madre de todos los cristianos, es decir, en la propia Ecclesia, y como madre los amamanta y proporciona los cuidados necesarios como hizo con su propio Hijo. “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste” (Lucas, 11, 27). La imagen de María lactans (lactante) es un préstamo de Isis Lactans adoptado por los cristianos coptos (de Egipto) para su representación; desde aquí se difundió al resto, aunque en Occidente fue casi desconocida hasta el siglo XIV. Musée de Picardie, Amiens Museo Pio Clementino, Vaticano Medina el Fayum, Museo copto, El Cairo Thoas de Lemnos El rey Thoas de Lemnos sirve de base para la iconografía de Noé saliendo del arca, que en este tiempo siempre se representa como una caja (arcón o arca) y no como un gran barco. El mito cuenta lo siguiente: “Las mujeres de Lemnos decidieron asesinar a todos los hombres de la isla como consecuencia de una maldición de Afrodita; pero la hija del rey Thoas, llamada Hypsipyla, decidió salvar a su padre. Le entregó la lanza con la que ella misma debía matarlo y lo escondió en el templo de Dionysos. Al día siguiente lo llevó a la playa vestido como el dios, montado en su carro ritual. Thoas consiguió echarse al mar en un arcón y así consiguió salvarse”. (Arce, 2000, 285) Pergamon Museum, Berlin. Catacumbas de San Calixto, Roma Endimión “Como Endimion destacara por su belleza, Selene se enamoró de él y Zeus le otorgó que escogiera lo que desease. El escogió dormir eternamente, permaneciendo inmortal y sin envejecer” (Apolodoro, Biblioteca I, 7,5) Para los romanos, la historia de Endimión reflejaba perfectamente el deseo de conseguir tras la muerte la felicidad eterna. Y es esta iconografía, la del bello pastor dormido bajo un arbusto, la utilizada por la plástica cristiana que añade un último capítulo (que no está en los textos sagrados) a la narración de Jonás, mostrándole adormecido bajo un arbusto después de ser vomitado por la ballena, como una alegoría del alma en el paraíso. Cástulo, Linares Carranque, Toledo Escenas cinegéticas En la cultura romana el tema de las cacerías es muy apreciado, y a partir de los siglos III y IV se representa en ricos mosaicos por todo el imperio. A los grandes propietarios les gusta verse reflejados en sus actividades cinegéticas, pero además, los temas de cacerías tienen un componente filosófico derivado del platonismo. La virtus, o prevalencia del Bien sobre el Mal, se refleja de manera ejemplificante en la caza, donde el hombre vence a la bestia, es el triunfo sobre la muerte, y por ello una alegoría apropiada para ser representada en sarcófagos y estelas funerarias. Dentro de las cacerías, la del ciervo es el tema más querido en sarcófagos: los cuernos de los ciervos, que se renuevan periódicamente, se consideran, en muchas culturas, símbolo de regeneración. Los cristianos lo asocian al bautismo (regeneración) y con Cristo, cazador de almas. “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío” (Salmo 41, 2) Ontur, Museo de Albacete Centcelles, Tarragona Banquetes En la cultura romana se celebraba el ágape funerario o refrigerium; los familiares y amigos del difunto celebraban un banquete después del entierro, y luego otra vez en el noveno día después del funeral, y posteriormente cada año. Esta costumbre se mantuvo con los primeros cristianos que, de forma ritual, seguían llevando alimentos a las tumbas y catacumbas en honor de los mártires cristianos y de sus familiares. Pero además el refrigerium se convierte también en el banquete eucarístico o fractio panis cuando encima de la mesa, ante los comensales, aparecen los panes y los peces o los panes y el vino (alusión a la vez a la Eucaristía, a los dos milagros de la multiplicación de los panes y al milagro de las bodas en Caná). Cuando éstos no se representan, se piensa que la escena es entonces la del banquete celestial. No en vano, la Santa Cena es una preparación del Banquete Mesiánico en el que Cristo volverá a encontrarse con los suyos. San Pablo (epístola a los corintios): “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Co 10, 16); “Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan” (1 Co 10, 17). Lucas 22,28-30: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.” Catacumbas de Pedro y Marcelino, Roma Mérida, Museo Nacional de Arte Romano (MNAR) Traditio legis El otorgamiento por parte del emperador de un cargo o poder se simbolizaba en época romana con la entrega del rotulus. Esta iconografía, bien conocida y entendida en la antigüedad, sirvió para representar la traditio legis o entrega de la ley, y se introduce por primera vez en los conocidos “vidrios con figuras de oro” a finales del s. III – principios del s. IV d.C. Cristo aparece como maestro de la sabiduría y rememora la figura del filósofo (túnica, pallium, sandalias y pelo corto); Pedro, como sucesor coge la ley con las manos veladas, símbolo de respeto. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18) Disco de Teodosio I, Almendralejo (Badajoz) RAH L’Almoina, Valencia, Museo de la ciudad, Valencia Hellín, Real Academia de la Historia Veneras La venera en origen está asociada a la diosa Venus/Afrodita ya que procede de veneror denominativo de Venus, y en origen remite a su culto. Ya en época imperial se recrea profusamente en diversos monumentos: aras, sarcófagos, etc., en relación a contenidos precisos y también como reflejo del nicho donde se cobija a un dios, al emperador, cónsul…, es decir personas venerables: dignas de reverencia y respeto. Cuando la jerarquía eclesiástica se hizo poderosa asumió los símbolos del Imperio, entre ellos la venera que pasa a cobijar los emblemas principales de la religión cristiana: Cristo, apóstoles, santos, Virgen María…, y se ofrece veneración a aquellos objetos situados bajo el ábside o los nichos de las iglesias. Pero además se transforma en nimbo para expresar santidad y a veces se superpone a las cabezas de Cristo o los santos. Acinipo (Ronda), Museo de Málaga Mérida, Museo Nacional de Arte Romano Coronas, nimbos, palmas, Victoria Desde época griega la laurea o corona de laurel es símbolo de victoria y triunfo y como tal fue adoptada por los emperadores romanos. En los contextos funerarios cristianos representa la victoria de Cristo —simbolizado por el crismón—, sobre la muerte. Para griegos y romanos, los dioses y emperadores estaban rodeados por un nimbo o aureola de luz divina que irradiaba a su alrededor, y así es como se representa la santidad en la imaginería cristiana. La palma tiene su origen en las carreras de carros del circo, al vencedor se le entregaba una hoja de palma como símbolo del triunfo. Este símbolo también fue adaptado por el cristianismo para simbolizar la victoria del mártir sobre el Mal. La Victoria/Nike era para griegos y romanos portadora de la buena suerte. Se la suele representar con alas y llevando una corona de laurel o una palma por lo que acabará siendo asociada al triunfo cristiano. También será la base para la representación de los ángeles (angelus=mensajero) al fundirse con los erotes alados (los Eros-Cupido) de la plástica romana. Mosaico de los Aurigas, Mérida, s. IV, MNAR San Apolinar el Nuevo, Ravena, s. VI Sarcófago de Ramiro el Monje, ss. II-III San Pedro el Viejo, Huesca. Iglesia de Santa María, s. VII Quintanilla de las Viñas, Burgos, Aves “Pero todavía hay otra ave sagrada, la llamada fénix. Yo la he visto solamente en pinturas, pues acude a ellos muy de tarde en tarde, sólo cada quinientos años, según dicen los de Heliópolis, y sólo acude a ellos, afirman, cuando se les ha muerto el padre. Si se parece a sus pinturas, he aquí su tamaño y su aspecto: de sus plumas, unas son de color de oro, otras rojas en contorno y en tamaño se parecen muchísimo al águila. De esta ave cuentan, pero yo soy incapaz de creérmelo, que hace lo siguiente: levanta el vuelo en Arabia y lleva al santuario del Sol el cadáver de su padre, que ha recubierto de mirra, y lo entierra en él. Y lo traslada así: primero modela un huevo de mirra que ella misma sea capaz de sostener, y prueba si puede llevarlo: cuando ya lo ha comprobado suficientemente, vacía el huevo y mete a su padre dentro y cierra con más mirra el orificio por donde ha abierto el huevo y ha metido a su padre dentro. Cuando el padre está dentro, el huevo pesa lo mismo que pesaba antes, y envuelto así el ave fénix lo traslada a Egipto, al santuario del Sol. Esto es lo que dicen que hace esta ave.” (Heródoto, Historia, II, 73). ”Sólo hay un ave que se vuelve a sembrar y a generar a sí misma: los asirios la llaman fénix. No se alimenta de cereales ni de hierbas, sino de lágrimas de incienso y del jugo del amono; cuando ha cumplido cinco siglos de vida, al punto sube a las ramas más altas de una cimbreante palmera y con sus garras y su pico incontaminado se construye un nido. En cuanto ha recubierto el fondo con casia y espigas de suave nardo, con canela desmenuzada y con rubia mirra, se tiende encima y termina su existencia inmerso en perfumes. Entonces, dicen, del cuerpo del padre renace un pequeño fénix que ha de vivir otros tantos años. Cuando la edad le ha dado fuerzas y es capaz de soportar la fatiga, libera las ramas del elevado árbol del peso del nido, y devotamente se lleva lo que fue cuna suya y sepulcro paterno; tras llegar a través del aire ligero a la ciudad de Hiperión, lo deposita en el templo de Hiperión ante las puertas sagradas.” (Ovidio, Metamorfosis, XV). Esta ave mítica fue asimilada al pavo real y éste se convierte así en el animal funerario por excelencia. Dado que se creía que su carne era incorruptible, se asocia con la resurrección, con el alma y con la eterna bienaventuranza, pero además el pavo real musa su plumaje en primavera y así se ligó con la Pascua, la muerte y resurrección de Cristo. Fue muy representado en mosaicos de iglesias y en pinturas de catacumbas. “… ¿Y quién sino Dios, Creador de todas las cosas, dio a la carne del pavo real muerto la prerrogativa de no pudrirse o corromperse?...” (San Agustín, La ciudad de Dios, XXI, cap. IV) Los pájaros bebiendo son otro motivo muy usual en la iconografía cristiana, simbolizan de nuevo el renacimiento, beben de la fuente de la vida y así se convierten en eternas como el alma; de entre ellas las palomas además simbolizan el Espíritu Santo y la paz. Para la cultura clásica la paloma estaba consagrada a Venus, convirtiéndola en símbolo del amor. Pero además era un animal sacrificial, que se ofrecía como símbolo de purificación. Tolmo de Minateda, s. II, Museo de Albacete Mérida, s. VII, MNAR Basílica de Sabratha, Libia, s. VI Pietas romana En Roma la piedad es el respeto por el orden, el natural, el social y el religioso, incluyendo las ideas de devoción y respeto, y ese sentido de asunción de la voluntad (divina en el caso cristiano) y sumisión, es el que se expresa gestualmente levantando las manos. Monte Cillas, s. IV Museo de Huesca Procedencia ignorada, s. V, Museo Copto de El Cairo Museo de la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona, Siglo V SIMBOLOGÍA DE CRISTO Eucaristía El vocablo para designar al pez en griego fue usado por el cristianismo antiguo para referirse a Cristo mediante su acróstico: IXΘΥΣ: Iota I=Jesús, Ji X=Christos, Theta Θ=Theou (de Dios), Ípsilon Υ=Uios (Hijo), Sigma Σ=Soter (Salvador) = Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. “Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y luego, dejadas sus redes, le siguieron”. (Marcos 1, 17-18) El pan y el vino son las dos especies eucarísticas, la segunda representada a veces mediante vides (vendimia eucarística) y pámpanos. Así, estas tres figuras aluden a distintos milagros de Cristo, pero también a la eucaristía. "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre. El que cree en mí jamás tendrá sed." (Juan 6, 3); “Quien come mi carne y bebe mi sangre, está en mí y yo en él.” (Juan 6, 57) Catacumbas de San Calixto, Roma, s. III Pasión Los judíos sacrificaban un cordero para la conmemoración de la Pascua por lo que la imagen de este animal era perfecta para simbolizar la pasión y muerte de Cristo, y por tanto la redención conseguida por su muerte. “Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1, 29) “Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.” (Isaías 53,7) Esta es la base para la figura del Agnus Dei, que posteriormente tendrá un gran éxito, un cordero coronado, herido que porta un estandarte coronado por la cruz. Sarcófago del ciclo de la Pasión, s. IV, Museo de Bellas Artes de Valencia Resurreción El crismón está formado por las dos primeras letras de la palabra Cristo en griego . Frecuentemente aparecen colgando las letras y (alfa y omega, primera y última letra del alfabeto griego), principio y fin lo que aporta un sentido de eternidad. De hecho, cuando aparecen invertidas (relativamente frecuente), se interpretan en sentido funerario, tras la muerte viene la resurrección (nacimiento a una nueva vida). “Yo soy el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios-- el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1, 8) El crismón fue asociado con la visión de Constantino (batalla del Puente Milvio contra Majencio del año 312); el emperador tuvo una visión, un signo del cielo que le anunciaba la victoria, el centro del Sol una cruz de luz, con la inscripción: HOC SIGNO VINCES (con esta señal vencerás). Desde ese momento el estandarte romano (el lábaro) llevará el crismón. Resurreción y triunfo unidos. El triunfo del cristianismo y de la nueva sociedad romana, cristiana. Puerta de la villa, Mérida, ss. III-IV La Almoina, Valencia, s. VI Begastri, Cehegín, s. VI-VII PASAJES BÍBLICOS Aunque hay más temas, algunos de los más usuales tienen que ver con la salvación. El Ordo commendationis animae (recomendación del alma), compilaba oraciones fúnebres que se recitaban para la salvación del alma del difunto su alma, ya desde los primeros tiempos, aunque su aparición no se puede fechar con precisión. "Padre, libera su alma como liberaste a Noé del diluvio, a Isaac de manos de Abrahán, a Jonás de la ballena, a Daniel de los leones, a los tres jóvenes del horno y a Susana de los viejos. Tú también, hijo de Dios, libera su alma. Tú que has abierto los ojos al ciego de nacimiento, curado al paralítico y resucitado a Lázaro". La primera parte alude a temas del Antiguo Testamento, salvaciones milagrosas de Yahvé; mientras que la segunda, ofrece milagros de Cristo. El arca de Noé “Y se acordó Dios de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que estaban con él en el arca; y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las aguas. Y se cerraron las fuentes del abismo y las compuertas del cielo, y se detuvo la lluvia del cielo. Las aguas bajaron gradualmente de sobre la tierra, y al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían decrecido. Y en el mes séptimo, el día diecisiete del mes, el arca descansó sobre los montes de Ararat. Las aguas fueron decreciendo paulatinamente hasta el mes décimo; y el día primero del mes décimo, se vieron las cimas de los montes. Y aconteció que al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que él había hecho, y envió un cuervo, que estuvo yendo y viniendo hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. Después envió una paloma para ver si las aguas habían disminuido sobre la superficie de la tierra, pero la paloma no encontró lugar donde posarse, de modo que volvió a él, al arca, porque las aguas estaban sobre la superficie de toda la tierra. Entonces extendió su mano, la tomó y la metió consigo en el arca. Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma desde el arca. Y hacia el atardecer la paloma regresó a él, y he aquí, en su pico traía una hoja de olivo recién arrancada. Entonces Noé comprendió que las aguas habían disminuido sobre la tierra. Esperó aún otros siete días, y envió la paloma, pero ya no volvió más a él. Y aconteció que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, se secaron las aguas sobre la tierra. Entonces Noé quitó la cubierta del arca y miró, y he aquí, estaba seca la superficie de la tierra. Y en el mes segundo, el día veintisiete del mes, estaba seca la tierra. Entonces habló Dios a Noé, diciendo: Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca contigo todo ser viviente de toda carne que está contigo: aves, ganados y todo reptil que se arrastra sobre la tierra, para que se reproduzcan en abundancia sobre la tierra, y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra. Salió, pues, Noé, y con él sus hijos y su mujer y las mujeres de sus hijos. Y todas las bestias, todos los reptiles, todas las aves y todo lo que se mueve sobre la tierra, salieron del arca según sus familias. Y edificó Noé un altar al Señor, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocaustos en el altar. Y el Señor percibió el aroma agradable, y dijo el Señor para sí: Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho. Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán. (Génesis 8, 1-22) La representación del arca de Noé resultaba una imagen familiar, ya que tanto en la cultura clásica, como en la egipcia los muertos realizaban un viaje en barca al otro mundo. Catacumbas de Pedro y Marcelino, Roma Campo Santo Teutónico, Roma, Inst. Arqueológico Germánico Sacrificio de Isaac “Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham. "¡Abraham!", le dijo. Él respondió: "Aquí estoy". Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré". A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: "Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes". Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". Él respondió: "Sí, hijo mío". "Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?". "Dios proveerá el cordero para el holocausto", respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡Abraham, Abraham!". "Aquí estoy", respondió él. Y el Ángel le dijo: "No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único". Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: "El Señor proveerá", y de allí se origina el siguiente dicho: "En la montaña del Señor se proveerá". Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: "Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz". (Génesis 22, 1-18) Iglesia de la Santa Cruz, Écija, s. V Hellín, s. IV, RAH San Justo de la Vega (Astorga), s. IV, MAN Jonás y la ballena “…Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos. Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?. Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra…Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más. El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros…Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor. Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos. Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches… Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó… Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”. (Jonás, 1 y 2) Jonás permanece en el interior de la ballena tres días hasta que lo escupe y es llevado hasta una playa, al igual que Cristo permaneció muerto tres días hasta su Resurrección. “Porque así como tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de un gran pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra.” (Mateo 12, 40) Carranque, Toledo, s. IV, Museo de Santa Cruz Elda, s. IV, Museo Arque. Municipal Daniel en el foso de los leones De la historia de Daniel en el foso de los leones hay dos versiones. “Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase. Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño. El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos. Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones. Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.” (Daniel, 6) “… Al enterarse los babilonios, se enfurecieron mucho; se amotinaron contra el rey y dijeron: «El rey se ha hecho judío: ha destruido a Bel, ha matado a la serpiente, y a los sacerdotes los ha asesinado.» Fueron, pues, a decir al rey: «Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a toda tu casa.» Ante esta gran violencia, el rey se vio obligado a entregarles a Daniel. Ellos le echaron en el foso de los leones, donde estuvo seis días. Había en el foso siete leones a los que se les daba diariamente dos cadáveres y dos carneros; entonces no se les dio nada, para que devoraran a Daniel. Estaba a la sazón en Judea el profeta Habacuc: acababa de preparar un cocido y de desmenuzar pan en un plato, y se dirigía al campo a llevárselo a los segadores. El ángel del Señor dijo a Habacuc: «Lleva esa comida que tienes a Babilonia, a Daniel que está en el foso de los leones.». «Señor - dijo Habacuc - no he visto jamás Babilonia ni conozco ese foso.» Entonces el ángel del Señor le agarró por la cabeza y, llevándole por los cabellos, le puso en Babilonia, encima del foso, con la rapidez de su soplo. Habacuc gritó: «Daniel, Daniel, toma la comida que el Señor te ha enviado.» Y dijo Daniel; «Te has acordado de mí, Dios mío, y no has abandonado a los que te aman.» Y Daniel se levantó y se puso a comer, mientras el ángel de Dios volvía a llevar al instante a Habacuc a su lugar. El día séptimo, vino el rey a llorar a Daniel; se acercó al foso, miró, y he aquí que Daniel estaba allí sentado. Entonces exclamó: «Grande eres, Señor, Dios de Daniel, y no hay otro Dios fuera de ti.» Luego mandó sacarle y echar allá a aquellos que habían querido perderle, los cuales fueron al instante devorados en su presencia.” (Daniel, 14, 28-42) Esta segunda versión, más rica en detalles, corresponde a un fragmento elaborado a partir de fuentes apócrifas añadido a posteriori al libro de Daniel. Bordj El Loudi, s. V. Museo de El Bardo (Túnez) Belalcázar, s. IV, Museo de Córdoba Los tres jóvenes hebreos en el horno “…Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mandase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo… Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado. Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego …Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? … Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor… nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira … y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo…Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses…Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.” (Daniel, 3) Catacumbas de Priscila, Roma, s. III Museo de Cádiz, s. IV Susana y los viejos “Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios; sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos. Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo." Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos. Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla. Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios. Estaban, pues, los dos apasionados por ella, pero no se descubrían mutuamente su tormento, por vergüenza de confesarse el deseo que tenían de unirse a ella, y trataban afanosamente de verla todos los días. Un día, después de decirse el uno al otro: "Vamos a casa, que es hora de comer", salieron y se fueron cada uno por su lado. Pero ambos volvieron sobre sus pasos y se encontraron de nuevo en el mismo sitio. Preguntándose entonces mutuamente el motivo, se confesaron su pasión y acordaron buscar el momento en que pudieran sorprender a Susana a solas. Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín. No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho. Dijo ella a las doncellas: "Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme." Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la puerta lateral para traer lo que Susana había pedido; no sabían que los ancianos estaban escondidos. En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella, y le dijeron: "Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas." Susana gimió: "¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor." Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir. Y dijeron en presencia del pueblo: "Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín." Mandaron a buscarla, y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes. Susana era muy delicada y de hermoso aspecto. Tenía puesto el velo, pero aquellos miserables ordenaron que se le quitase el velo para saciarse de su belleza. Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían. Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios. Los ancianos dijeron: "Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas. Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos. Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó. Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven. No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos." La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte. Entonces Susana gritó fuertemente: "Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí." El Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, que se puso a gritar: "¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!" Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: "¿Qué significa eso que has dicho?". El, de pie en medio de ellos, respondió: "¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel? ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!". Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.". Daniel les dijo entonces: "Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.". Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo." Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos." Respondió él: "Bajo una acacia.". "En verdad - dijo Daniel - contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio." Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: "¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad. Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?" El respondió: "Bajo una encina." En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros." Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él. Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente. Jilquías y su mujer dieron gracias a Dios por su hija Susana, así como Joaquín su marido y todos sus parientes, por el hecho de que nada indigno se había encontrado en ella. Y desde aquel día en adelante Daniel fue grande a los ojos del pueblo.” (Daniel, 13). Este texto es en realidad una interpolación apócrifa del s. I a.C. Susana representa el alma salvada, la del buen creyente, casto y piadoso, pero además su figura se universaliza al ser considerada como símbolo de la Iglesia acosada (por judíos y paganos), que sale triunfante. Catacumbas de Priscila, s. III Fragmento de sarcófago, Arlés, s. IV, Museo de arte cristiano VIDA DE JESÚS La Anunciación: es muy importante porque es el inicio de la Redención. Se representa a la Virgen entronizada con el ángel anunciándole la noticia con el brazo extendido. Guarrazar, Toledo, s. VII, Real Armería, Madrid La adoración de los Reyes Magos: o Epifanía (salvación universal). El número de reyes que aparecen es variable, y el hecho de que los magos sean extranjeros y de otra religión (ni judíos ni cristianos) es muy importante ya que dan un carácter de universalidad a la Redención. Turuñuelo, Medellín, s. VI, MAN San Apolinar el Nuevo, Ravena, s. VI Poza de la Sal (Burgos), s IV, Museo de Burgos PROMESAS DE SALVACIÓN Los milagros se Cristo se interpretan en clave de salvación, la fe hace posible la curación y la redención. Iglesia de El Salvador, Toledo, s. VII. Jesus y la samaritana “… así que llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob había dado a su hijo José. Estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo: —Dame de beber. Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. Entonces la mujer samaritana le dijo: — ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana? —porque los judíos no se tratan con los samaritanos—. Respondió Jesús y le dijo: —Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber,” tú le hubieras pedido a él, y él te habría dado agua viva. La mujer le dijo: —Señor, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de él, y también sus hijos y su ganado? Respondió Jesús y le dijo: —Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: —Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga más acá a sacarla.” (Juan 4, 5-15) Museo de Cluny, ss. V-VI Vega Baja, Toledo, Museo de Santa Cruz Deir Abu-Hennis, Egipto, s. VI, Museo Copto de El Cairo Curación del ciego Bartimeo “Llegan a Jericó. Y cuando salía (Jesús) de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: "¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!" Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"Jesús se detuvo y dijo: "Llamadle." Llaman al ciego, diciéndole: "¡Animo, levántate! Te llama." Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: "¿Qué quieres que te haga?" El ciego le dijo: "Rabbuní, ¡que vea!" Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado." Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.” (Marcos 10, 46-52) Resurrección de Lázaro “Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo". Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?" Jesús les respondió: ¿Acaso no son doce las horas del día? que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él". Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo". Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará". Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo". Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él". Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: "¿Dónde lo pusieron?" Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!"Pero algunos decían: "Este, que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?"Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto". Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste.Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!" El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar". (Juan 11, 1-44) Curación de la hemorroisa “ Mucha gente lo seguía y lo estrujaba, y una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, yendo más bien a peor, oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues se decía: “Si logro tocar aunque sólo sea su manto, quedaré curada”. Inmediatamente se secó la fuente de su sangre y sintió que estaba curada del mal. Y Jesús, dándose cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se volvió en medio de la gente y preguntó: ¿Quién ha tocado mi manto? Sus discípulos le replicaron: ¿Ves que la gente te está estrujando y preguntas quién te ha tocado? Pero él miraba alrededor a ver si descubría a la que lo había hecho. La mujer, entonces, asustada y temblorosa, sabiendo lo que le había pasado, se acercó, se postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu mal.” (Marcos 5, 24-34). NUEVOS ACTORES: APÓSTOLES Y SANTOS La nueva religión tiene nuevos protagonistas, además de la figura de Cristo (las anteriores escenas de su vida y milagros), aparecen discípulos, apóstoles y también mártires y santos. Apóstoles Los apóstoles se representan en forma de colegio apostólico (los 12) flanqueando a Cristo, como en el caso del sarcófago de las Vegas de Pueblanueva donde una inscripción en la parte alta identifica los personajes: Simon Chananeus · Iacobus · Alfei · Thomas · Filippus · [Paulus · Petrus ]· T · [Iacobus Zebedei · Ioannes ]· An[dreas · Barthol]omeus · Ma[tt]heus · [Iudas Iacobi]: Simón Cananeo, Santiago el Joven, Tomás, Felipe, Pablo, Pedro, Jesucristo, Santiago el zebedeo, Juan, Andrés, Bartolomé, Mateo, Judas Macabeo. Sarcófago de las Vegas de Pueblanueva, Toledo, s. IV. Museo Arqueológico Nacional Los apóstoles también se representan de manera individual, y en este caso suelen ser los evangelistas, identificados por portar libros; su imagen acabará en forma de tetramorfos (león, águila, toro y hombre) en una representación que parece provenir de la segunda teofanía del Apocalipsis: “Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león; el segundo viviente, semejante a un toro; el tercero tenía semblante como de hombre, y el cuarto era semejante a un águila voladora. Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: santo, santo, santo es el señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos” (Ap. 4, 6-9). Estos seres son asimilados por los escritores cristianos con los evangelistas, Ireneo en el s. II (Contra los herejes) o San Jerónimo en el siglo IV (Comentario a Ezequiel). Lucas Marcos Mateo Juan Capitel de los evangelistas, s. VII, Museo de Córdoba Santa Perpetua Perpetua sufrió martirio en el anfiteatro de Cartago (Túnez) en el año 203. Su historia está recogida en las actas de la Passio SS. Perpetuae et Felicitatis, que tienen tres partes: la primera (cap. 3-10), escrita por Perpetua; la segunda (cap. 11-13) por Saturo, compañero de martirio; y la tercera (preámbulo y epílogo) corresponde al compilador, probablemente Tertuliano. Tuvieron mucho éxito en la iglesia africana y de la Passio hablan Tertuliano (De anima, 55,4) o S. Agustín (Sermones 280, 282; De natura et origine animae, 1-10,12...); por tanto, la visión de la mártir era una escena reconocible para los cristianos, en una nueva muestra de promesa de salvación. “Vi una escalera de oro, extraordinariamente larga, que ascendía hasta el cielo, pero tan estrecha, que solo una persona podía subir. A ambos lados había toda clase de armas colgadas: espadas, lanzas, garfios, puñales. Se hallaban dispuestas de tal modo, que quien subía descuidadamente, sin mirar hacia arriba, recibía inmediatamente una multitud de heridas. Al pie de la escalera había un inmenso dragón, que acechaba a los qué querían subir y trataba de impedirles que lo hicieran. El primero en subir fue Saturo, quien se había entregado espontáneamente por nosotros, pues él nos había instruido en la fe y se hallaba ausente en el momento que nos hicieron prisioneros. Al llegar a lo alto de la escalera, Saturo se volvió y me dijo: "Perpetua, aquí te espero; pero cuídate de que no te muerda el dragón". Yo le respondí: "En el nombre de Jesucristo, no me morderá". Al punto, el dragón apartó su cabeza, como si me tuviese miedo, y la colocó sobre el primer escalón, de suerte que para dar el primer paso tuve que pisarle la frente. Seguí subiendo y vi un gran jardín, en cuyo centro se hallaba un hombre alto y de cabello blanco, vestido de pastor, ordeñando sus ovejas; alrededor había millares de personas vestidas de blanco. El hombre levantó la cabeza, fijó en mí sus ojos y me dijo: "Bienvenida, hija mía." Y me llamó y me dio unos quesos; yo los tomé en mis manos y me los comí; y todos los que nos rodeaban decían Amén. Desperté al oír esa palabra y mi boca tenía todavía un aroma muy agradable. Inmediatamente conté lo sucedido a mi hermano y ambos comprendimos que nos esperaba el martirio y renunciamos a toda esperanza de este mundo.” (BAC, D. RUIZ BUENO, ACTAS DE LOS MÁRTIRES, 419-440) En el calendario filocaliano de Roma (del tiempo de San Dámaso), su fiesta es el 7 de marzo. Después se perdió la memoria de su celebración hasta que a principios del s. XX Pío X lo reinstauro, con motivo de unas excavaciones cerca de Túnez, en la vieja Cartago, en las que aparecieron los restos de una basílica paleocristiana y fue hallado el epitafio de estas célebres mártires. Visión de santa Perpetua, Quintanabureba, Burgos, s. IV, Museo de Burgos San Simeón el Estilita A finales del siglo V, el culto de Simeón es muy popular en Siria y en toda la cuenca oriental del Mediterráneo. El santuario construido alrededor de la columna del santo en Qalat Seman, no lejos de Alepo, se convirtió en la meca de peregrinación del cristianismo hasta el siglo VII. San Simeón tuvo muchos discípulos como Daniel el Estilita (m. 493 d.C), el propagador del movimiento en Constantinopla. Los monjes estilitas vivían encima de columnas, pero tenían alrededor una comunidad de discípulos que les proporcionaban lo necesario para la supervivencia. Fuera de las horas de oración, sermoneaban a los peregrinos, realizaban exorcismos y curaciones milagrosas. San Menas Menas nació en Egipto el año 285. Hijo de Eudoxios un gobernador y de Euphemia, sus padres eran cristianos. Menas fue soldado romano y sufrió martirio por sus creencias, muriendo el año 309. Dice la tradición que tras la muerte, su cuerpo estuvo expuesto al fuego durante tres días pero no se quemó. Su hermana trasladó el cuerpo del mártir a Alejandría, donde quedó en una iglesia, y posteriormente, durante el papado de San Atanasio de Alejandría, un ángel se apareció al Papa y le ordenó que llevase en un camello a Menas hacia el desierto. Cerca de un pozo de agua, al final del Lago Mareotis, no lejos de Alejandría, el camello se detuvo y no se movía, y allí fue enterrado. Tras diversos avatares, finalmente se construyó un santuario en su honor, objeto de peregrinaciones durante la antigüedad, hasta el punto que las ampullae o frascos con agua del santuario de San Menas, circularon por todo el Mediterráneo. San Simeón, s VI, Ma'aret (Siria), Museo del Louvre San Menas, s. VI, Museo Cerralbo ALGUNA BIBLIOGRAFÍA Aja Sánchez, 2006: “Egipto y la asimilación de elementos paganos por el cristianismo primitivo: cultos, iconografías y devociones religiosas”, Collectanea Christiana Orientalia 3, 21-47. Arce (ed.), Centcelles. El monumento tardorromano. Iconografía y arquitectura, Bibliotheca Italica, Monografías de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, CSIC, 25, «L'Erma» di Bretschneider, Roma Arce, 2000: “Noé en Mérida (Augusta Emerita)”, Archivo español de arqueología, Vol. 73, Nº 181-182, 285-294 Fernández Ochoa y otros, 2011: “Cubierta de sarcófago con el ciclo de Jonás hallada en Carranque (Toledo)”, Archivo Español de Arqueología, 84, 231-242. Fernández Ubiña, 2009: “Genealogía del cristianismo primitivo como religión romana”, ’Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones, 14, 59-86. Grabar, 1967: El primer arte cristiano, Madrid. López Monteagudo, 1991: “la caza en el mosaico romano. Iconografía y simbolismo”, Antigüedad y Cristianismo VIII, 497-512. Sotomayor, M. 1975: Sarcófagos romano-cristianos de España. Estudio iconográfico, Granada. Vidal, S. 2005: La escultura hispánica figurada de la Antigüedad Tardía (siglos IV-VII), Col. Corpus Signorum Imperii Romani - España, Murcia. En red Revista Digital de Iconografía Medieval, UCM. CER.ES (colecciones en red, fondos de los museos españoles)