de la sociedad oftalmológica hispano-americana

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ARCHIVOS
DE LA SOCIEDAD OFTALMOLÓGICA
HISPANO-AMERICANA
1932 – Enero
Sobre los tumores de la bolsa de Rathke
Miguel Vidaur1
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X XX II
E nero
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1932
N í m . 373
ARCHIVOS DE OFTALMOLOGÍA
HISPANO - AM ERIC ANOS
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I. — T R A B A J O S
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N úm . 73
O R IG IN A L E S
I g n a c io , S
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S
e b a s t iá n
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
Por
el D r .
M ig u e l V id a u r
Con motivo de una observación personal, cuyo diagnóstico,
aunque no ha sido comprobado quirúrgicamente, por los sín­
tomas clínicos parece tratarse de un tumor de la bolsa de Rathke,
me ha parecido interesante, basado en este caso, hacer algunas
consideraciones sobre esta clase de tumores, por ser tema de
actualidad y no haber encontrado en la bibliografía española
más que un solo caso operado por el D r. Díaz Gómez, que fué
presentado en el servicio del Dr. Marañón, el 25 de octubre
de 1930.
E l caso clínico, que me fué enviado para su examen por el
distinguido neurólogo D r. Bueno, es el siguiente :
D .a M ., soltera, de veinticinco años de edad. L o s antecedentes fam ilia­
res carecen de im portancia, h ace doce años tuvo la gripe, y después de ella
coimenzó la enferm edad actu al, hace siete años desaparecieron las re g las
sin volver a aparecer, después com enzó a notar que no veía bien del ojo
izquierdo y m ás tarde que no veía los objetos que venían de fu era adentro
con el ojo derecho, sentía .pérdida de e n ergías y observó que orinaba mucho
y tenía sed.
A R C H IV O S DE O F T A L M O L O G ÍA .
1
2
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
H ace año y medio tuvo dolores de cabeza violentos con vóm itos fáciles,
du rando un p ar de días, durante los cuales gu ard ó cam a, después lia tenido
algú n dolor de cabeza soportable.
H ace cuatro m eses consulta con un distinguido ginecólogo por su am e­
norrea, prescribiéndole invecciones de ovarial (sesenta inyecciones en tres
m eses). Al final de la prim era tanda tuvo fu ertes dolores de cabeza con vó­
m itos q ue du raron cu atro días ; al m es, le repiten los dolores de cabeza. E n
la actualidad se queja de m areos y pérdida de la visión, sobre todo en ©1
ojo izquierdo ; tam bién cuenta que se duerm e en todas partes.
E x p lo ra c ió n . — E sc a so pelo en el ¡pubis, m am as con grandes acúm ulos
de g ra sa . L a exploración neurológica es norm al, salvo una debilitación ge­
neral de los 'reflejos.
Fig\
1. —
H em ianopsia bitem poral
E x a m e n v is u a l: V . O. D . : 2/3. V . O. I. : cuenta los dedos .a tres m etros.
E x a m e a oftalm oscópico : E n el O . I. existe una atrofia de la papila pri­
m itiv a , en el O. D . se observa el cu ad ran te súperointerno de la pap ila de
color blanco. E x iste una hem ianopsia bitem poral. (Viéase fig. i.)
R a d io g ra fía ¡ del cráneo (fig. 2). — iLa silla turca está destruida, la lám i­
na cu ad rilátera y la s apófisis clinoides posteriores han desaiparecido, las apó­
fisis clinoides anteriores pun tiagu das. E n la región su p rasillar existen som ­
b ras que pueden a se g u rarse son concreciones calcáreas.
P o r 'el aspecto radiológico de la silla turca y la hem ian opsia bitem poral
con atrofia óptica p rim itiva, podía pen sarse en un tum or de la región hipofisa ria , pero por la edad rfe la enferm a, la am enorrea com o prim er síntom a,
los sín to m as adiposogenitales y Ja s m an ch as calcáreas, hacen pensar en un
tum or de la bolsa de R a th k e con sín tom as de T ub er, poliuria, polidipsia y
narcolepsia.
Com o m edio terapéutico se le aco n seja la -intervención q u irú rgica, ya que
la rad ioterapia es inútil en estos c a s o s ; pero habiendo consultado la enfer­
m a con otro m édico, éste le acon seja el tratam iento rad ioterápico. L a enfer­
m a, según me com unican, sigue peor.
V1DAUK
A l lado de los tumores de la
sillar, cuya entidad nosológica es
grupo de tumores distintos por su
clínicos, que forman un tipo bien
3
hipófisis de desarrollo intrade sobra conocida, existe un
origen, evolución y síntomas
definido de tumores intracra­
neanos y que se designan con el nombre de tumores suprasillares, los cuales han sido aislados y estudiados admirablemente
F ig .
2 .—L a
flecha indica los puntos blancos de las concreciones calcáreas
cara cte rísticas de la bolsa de R athke.
por C ushing. Para comprender lo que son los tumores de la
bolsa de R athke estudiaremos rápidamente la embriología de la
hipófisis. Ésta se forma por la asociación de dos evaginaciones,
una cerebral y otra faríngea.
E vagin ación cerebral. — Yem a nacida de pared inferior de
diencéfalo, cuya base forma la porción posterior de la hipófisis
y que queda unida por un tubo o infundíbulo de la hipófisis
adulta.
Evaginación faríngea. — L a evaginación se forma por de­
lante del velo primitivo del paladar, y consecuentemente en la
zona ectodérmica del aparato digestivo ; esta evaginación es la
bolsa de R athke o bolsa hipofisaria ; es interesante hacer resal­
4
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
tar que su epitelio es poliestratificado, igual que sucede con el
epidérmico.
El conducto formado en la evolución ontogénica normal es
seccionado posteriormente por los huesos de la base del cráneo
(esfenoides), los rúales durante su período cartilaginoso compri­
men primero y seccionan después dicho cordón epitelial. D e
este modo queda una porción del mismo situado debajo de la
mucosa faríngea y otra unida al lóbulo anterior de la hipófisis.
L a zona intermediaria ha sido atrofiada por el esfenoides, que
la estrangula durante su formación, como antes hemos dicho.
Erdheim (1909) ha podido reconocer en el 80 por 100 de los
adultos columnillas epiteliales orientadas de igual modo que el
conducto primitivo, y que representan restos del conducto cráneofaríngeo. Haberfeld ha descrito una hipófisis faríngea, la
cual estaría formada por depósitos epiteliales submucosos, cuyo
origen hay que señalarlo también de restos del conducto cráneofaríngeo. K ilian , Civalleri y Pendi han confirmado estas inves­
tigaciones.
De todos estos restos embriológicos pueden originarse tu­
mores, los cuales clínicamente se incluyen con el nombre gené­
rico de tumores de la bolsa de Rathke.
Erdheim (U eber hypophisengeschwulsten. Hirncholesteatoma, 1904) es el primero que ha descrito la posible transformación
m aligna de dichos gérmenes y distingue, primero, un grupo
que llama infundibular, cuyos tumores podrían asentar unos de­
trás dei quiasma y otros en los restos del conducto cránecfaríngeo, o típicamente pertenecientes a la bolsa de R a th k e ; segun­
do, tumores propiamente hipofisarios. Ambos grupos pueden
ser benignos 3^ m alignos.
Bartels (Z eitsrif. /. A ugenklinik, 16, 1906), Masera ( U eber
interesante geschivnlst der Schadelbasis, 199, 1910), Leegaard
(vlíis hipophysengeivebe besteliender retrofaringeales tumor) y
otros comprueban la opinión de Erdheim, y añaden detalles in­
teresantes.
F . Terrien y J . Gharam is estudian muy someramente la his­
tología de los tumores extirpados, viendo en unos casos que está
formado por un tejido conjuntivo denso, que limita cavidades
VIDAUR
O
quísticas de contenido gelatinoso, y que en otros faltan estas
cavidades.
C. Vincent, M. D avid y P . Puech estudian dos casos de
enfermos operados. En uno de ellos el tumor presentaba tam­
bién el aspecto quístico a que antes aludíamos, pero presentan­
do su pared formaciones papilares, compuestas de un eje con­
juntivo muy rico en vasos, y una cubierta epitelial, pero de epi­
telio semejante al cutáneo, respondiendo así a su origen embrio­
lógico, del que más arriba nos ocupábamos. En el seno de la ca­
lid a d quística se ven islotes de células epiteliales, las cuales los
autores las suponen de naturaleza epitelioide. E s raro observar
fases carioquinéticas en estas células. E l otro caso presenta
también un aspecto quístico, aunque su epitelio no es tan seme­
jante al cutáneo. L as células son de mayor altura y se parecen
más a los epitelios cilindricos. No obstante, esta forma, que es
la dominante, no es la única, ya que es frecuente apreciar zonas
de células aplastadas, estiradas, laminares, etc. ; algunas sufren
una degeneración coloide.
En resumen, la estructura de los tumores de la bolsa de
R athke es la de formaciones quísticas recubiertas por un epitelio
pluriestratificado, igual al que forma la mucosa de la cavidad
bucal y porción primera de la faringe.
Son, pues, los tumores de la bolsa de Rathke, quistes congénitos que se desarrollan a expensas de los restos del conducto
cráneofaríngeo, que durante su evolución dejan residuos de is­
lotes de células, que dan lugar a la formación de cinco grupos
diferentes: i.°, un islote superior epitelial (Erdheim), delante y
arriba en el pedículo de la hipófisis; 2.0, un islote inferior epi­
telial (Erdheim) en la inserción del pedículo de la hipófisis o por
debajo de la cápsula del lóbulo anterior ; 3 .0, un grupo celular
parahipofisario (D andv y Goetsch), que corresponde a la hipó­
fisis cerebral accesoria de Arai ; 4.0, un grupo celular epitelial
colocado intraesfenoidal (la hipófisis cráneofaríngea accesoria
de Arai) ; 5.0, la hipófisis de la bóveda faríngea colocada extracranealmente. Estos tumores pueden ser intrasillares, suprasillares o ambos a la vez.
Estos tumores, como son quistes congenitales, se presentan
6
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
con frecuencia en los niños y jóvenes, apareciendo precozmente
en los primeros años de la vida, pero pueden dar también sinto­
matología en la edad adulta, cuando su crecimiento es lento. En
un estudio reciente de Beckmann y K ubik, de 21 casos, la mitad
eran en personas de menos de veinte años ; los restantes, adultos
de cuarenta y tres a cincuenta y cuatro años. Estos quistes son
mucho más frecuentes de lo que vulgarmente se cree ; C ushing
ha operado 84 casos examinados histológicamente.
E l tamaño de estos tumores varía en grandes proporciones ;
se presentan desde los más pequeños quistes de paredes delga­
das, del tamaño de un guisante, y que no dan sintomatolog'ía,
hasta los enormes tumores multiloculares, blandos, quísticos,
con celdillas, o sólidos calcificados ; ambos del tamaño de un
puño, que dan lugar a hidrocéfalo secundario con síntomas ce­
rebrales variados y trastornos de la hipófisis y del hipotálamo.
Estos depósitos calcáreos facilitan muchas veces el diagnóstico,
considerándose como signo patognomónico de estos tumores
suprasillares, pues se presentan en el 85 por 100 de los casos.
SlNTOMATOLOGÍA
Cuando el quiste congénito asienta por encima de la silla
turca, da la sintomatología de los tumores suprasillares, desarro­
llándose hacia la parte superior de la cavidad craneana ; compri­
men el quiasma de los nervios ópticos, provocando un síndrome,
siempre el mismo, y constituido por una hemianopsia bitemporal, atrofia óptica prim itiva y ausencia de deformación de la
silla turca (fig. 3).
Cuando el quiste congenital asienta en la cavidad de la silla
turca, su sintomatología recuerda la de los tumores de la hipó­
fisis.
L a hemianopsia bitemporal con frecuencia se presenta com­
pletamente definida ; sus límites a veces varían de un día a otro.
Holmer dice que en algunos casos la pérdida del campo visual
empieza con un escotoma central o paracentral, propagándose
luego a la mitad temporal del campo visual (raras veces existe
VIDAUR
7
una hemianopsia pasajera con línea de separación ¡horizontal
hacia arriba o hacia abajo).
Brouver (de Amsterdam) dice que al principio se encuentra
un defecto del campo visual en el cuadrante superior, que poco
a poco se agranda y progresa hacia abajo ; las fibras del cua­
drante superior de la retina pasan por arriba del quiasma y las
F ig .
3.
— C orte sa g ita l al nivel del tumor (según Cushing)
I. 1, meningioma sobre el tubérculo de la silla 5 ; 2, quiasma de los nervios ópticos
levantado y em pujado por el tu m or; 3, cavidad del III ven trícu lo; 4, hipófisis sobre la que
no se ejerce todavía ninguna presión.
II. El tum or ha aum entado d e volumen.
III. El quiasma está aplanado. El tum or aplasta la hipófisis y penetra en la cavidad de
la silla. La pared anterior d el III ventrículo es empujada hacia atrás.
IV . El tum or ha aum entado m u ch o; es difícil su diagnóstico porque provoca síntomas
hipofisarios e infundibulares que embrollan el cuadro clín ico ; ya no es operable el tumor
9in grave peligro.
inferiores por debajo del mismo ; si la pérdida del campo visual
empieza en el cuadrante inferior, es un dato en contra de un
tumor intrasillar 3' a favor de un tumor suprasillar.
Según Favor)', los tumores de la bolsa de R athke corres­
pondientes al islote epitelial inferior ejercen en el quiasma una
presión de abajo y adelante contra el quiasma, produciendo al­
teraciones del campo visual en el cuadrante superior temporal.
Por el contrario, los tumores que salen del islote de arriba pro­
ducen presión de arriba y atrás sobre el quiasma, 3^ consecuen­
temente una hemianopsia en el cuadrante inferior con escotoma
central.
8
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
L as alteraciones del campo visual se presentan unas veces
con lentitud, otras con rapidez ; es más frecuente que la desapa­
rición del campo visual de fuera a dentro progrese con relativa
lentitud (pues no es frecuente que desde el principio desaparezca
el campo visual en forma bitemporal), hasta que, pasada la línea
media nasal, entonces desaparece con rapidez la parte superior
o inferior, pero la visión central se afecta pronto en forma sub­
jetiva (visión de niebla, etc.), pudiendo confundirse con la neu­
ritis retrobulbar.
E l estrechamiento bitemporal del campo visual tiene un
gran valor para el diagnóstico de los tumores suprasillares, pero
no hay que creer que este estrechamiento siempre sea simétrico,
como hemos visto, ni que siempre su progresión sea de arriba
abajo ; las excepciones a esta regla son numerosas, y cuando
ellas se presentan no ha}' que descartar el diagnóstico de tumor
suprasillar.
H
e m ia n o p s ia s
Atrofia óptica ■primitiva. — Al oculista le extraña muchas
veces, al principio, las pocas alteraciones que se encuentran en
el fondo del ojo en los tumores suprasillares, pero observando
con detenimiento se descubre una ligera palidez en una de las
papilas ; otras veces las papilas tienen una palidez atrófica evi­
dente y la atrofia óptica primitiva es cierta, debida a la presión
que el tumor ejerce sobre el nervio o el quiasma ; puede ser muy
ligera la atrofia y pasar desapercibida aun en enfermos atacados
de hemianopsia con agudeza visual reducida a Vio» dudando en
muchos casos de su existencia.
Además, hay que saber que a una atrofia prim itiva puede
superponerse una estasis papilar cuando aparece el síndrome de
hipertensión craneana, lo cual complica el problema. L a presen­
cia de la atrofia óptica necesita a veces largo tiempo.
También se ha observado la amaurosis con papila normal de
un ojo y atrofia de la papila con existencia de poder visual.
L a atrofia óptica no siempre está en justa relación con la ex­
tensión de los trastornos visuales, pues puede faltar largo tiem­
po o también en el ojo más debilitado ser menos clara que en el
VIDAUR
9
otro. U n escotoma central tiene siempre un pronóstico malo.
Pocas veces se desarrolla la atrofia en los dos ojos al mismo
tiempo ; de ordinario ciega primero un ojo, por la acción de
presión de un tumor suprasillar, antes que comience el segundo
Hemianopsia bitem poral parcial.
H em ianopsia bitem poral p ro gresiva.
F ig .
4
ojo a debilitarse en su visión, y en estos casos es, desde luego,
atacado un nervio óptico y más tarde el quiasma.
S i primero es atacado el quiasma por daño de presión y
existe defecto del campo visual simétrico bitemporal, entonces
progresa este defecto, no invariablemente de arriba abajo, sino
que puede quedar limitado al cuadrante inferior.
10
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
E n un caso de Holmes era normal el aspecto oftalmoscópico
del nervio óptico, después de cinco meses de la ceguera del ojo.
E l quiasma es la región más atacada en todos los tumores sillares
directa o indirectamente.
En algunos casos la ceguera se presenta lentamente en el
ojo atacado primero, pero es progresiva, y en el otro rápidamen­
te en el término de algunas semanas ; otras veces los trastornos
visuales quedan estacionarios durante meses con una mitad tem­
poral del campo visual. H ay casos en que existe largo tiempo la
ceguera de un ojo antes que se presenten en el otro trastornos
visuales. Un caso de Cushing duró este período, otiho años, pero
en general participan los dos ojos con algunos meses después
de la ceguera del primero.
Síntom as 'vestibulares. — M uskens (Amsterdam) dice que
distintos autores ihan demostrado la importancia de la presencia
de los síntomas cerebelosos (mejor síntomas vestibulares) en los
procesos suprasillares. Cushing y W alker han explicado los
mismos por participación del cerebro frontal. Barten, por lesión
de las vías cerebelosas y cerebrales. Van Bogaert, por lesiones
del núcleo rojo. Muskens cree que nuestro conocimiento actual
de las vías secundarias y terciarias vestibulares permite una
exacta explicación de este síntoma ; va una vía secundaria vesti­
bular del núcleo de la comisura posterior, donde continúa una
tercera neurona, al G lobus pálidas. Cuando el proceso participa
de las paredes del tercer ventrículo, se presentan por lesión de
estas vías los síntomas vestibulares, como también en un caso
del autor se presentó parálisis conjugada de la mirada.
A sí, pues, podemos ahora pensar provisionalmente en vías
esenciales para los movimientos de la mirada ; su lesión en el
hipotálamo da motivo a los síntomas vestibulares, así como tam­
bién los trastornos de los movimientos de la mirada en los pro­
cesos suprasillares.
Síntom as de hipertensión intracraneana. — Como estos tu­
mores se localizan cerca de la base del infundíbulo, pueden pro­
vocar una hidrocefalia del ventrículo medio y hasta de los ven­
trículos laterales, elevando la tensión intracraneana con la tríada
sintomática de cefalea, vómitos y estasis papilar. En general, se
V1DAUR
11
observan estos síntomas en los jóvenes, cuando el tumor se des­
arrolla precozmente en la infancia o adolescencia. En la esta­
dística de Beckman y K ube de 21 casos, en 7 se observaron do­
lor de cabeza y vómitos, y en 4 estasis papilar en pacientes de
ocho a diecisiete años.
Estos quistes congenitales, cuando nacen del grupo epite­
lial inferior, tienen, durante un largo período de su evolución,
un desarrollo exclusivamente intrasillar, pero luego en su evolu­
ción toman un desarrollo suprasillar, y en estos casos la imagen
radiográfica muestra un ensanchamiento en forma de cráter de
la silla turca y de su abertura con destrucción de las apófisis clínoides.
E n estos casos se presentan trastornos de la secreción endo­
crina y síntomas hipofisarios por atacar su cuerpo o su pedículo,
seg'ún que el tumor tome su origen del grupo celular superior o
inferior, dando lugar en la infancia al desarrollo de un infan­
tilismo del esqueleto y de la esfera sexual. En el mismo momen­
to en que se detiene el desarrollo de la esfera genital, termina
también el crecimiento general del individuo. A l mismo tiempo
presentan los enfermos un adelgazamiento general, que no les
separa mucho del cuadro de la caquexia hipofisaria de Simmond.
Estos trastornos de secreciones endocrinas se presentan
más en los jóvenes. De los 21 casos de Beckman y K ube, en
los 10 más jóvenes se presentaron trastornos de crecimiento,
acompañados al mismo tiempo de trastornos visuales y dolores,
y en los adultos no existían trastornos de crecimiento, sino
amenorrea, obesidad, frigidez y distrofias capilares.
D istrofia adiposo genital. — E l cuadro clínico es distinto se­
gún haya comenzado la enfermedad antes o después de la pu­
bertad. En los niños encontramos, al lado de la detención del
crecimiento y del poco desarrollo de los genitales, la falta de
caracteres secundarios del sexo, así como típicas aglomeraciones
de grasa en el vientre, pelvis y en el anillo óseo formado por las
clavículas, omoplatos, vértebras dorsales superiores, y el puño
del esternón también se encuentra en la nuca y pecho. Según
Jackson, el 79 por 100 de los tumores de la hipófisis, con sín­
drome adiposo genital, serían tumores de la bolsa de Rathke.
12
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
En los adultos consiste la enfermedad en una impotencia,
con atrofia de los genitales y una regresión de los caracteres se­
cundarios del sexo. Con un aspecto morfológico normal de los
genitales, se encuentra histológicamente una degeneración de
las células germ inativas y cesación de la espermatogénesis,
mientras que las células de Sertoli y el tejido intersticial apare­
cen normales. En el hombre los pelos de la axila y pubis faltan
en parte ; la piel se adelgaza ; la voz es más alta, y la región
de los peronés se palpa con grasa. En la mujer acaba con la
menstruación ; desaparece la lívido ; la mucosa de la matriz toma
carácter senil, v el útero se atrofia y retrae. En el ovario faltan
los folículos. L a obesidad puede desarrollarse sin trastornos en
la esfera sexual ; se origina con una adiposis de las células, por
lipoides y colesterina.
E l ligero dispituitarismo (Cushing) se caracteriza por aste­
nia, apatía, cierta somnolencia frecuente, poliuria y trastornos
tróficos de las extremidades. L a piel parece manchada, salpicada,
infiltrada por una malla obscura o azul ; los pelos son delgados
y no rara vez colorados de blanco ; las pestañas y cejas faltan,
y también los dientes. Este estado puede transformarse en la
distrofia adiposogenital o también desarrollarse fuera de él.
H ay casos que presentan síntomas de alteración de hipófi­
sis, hiperpituitarismo cromófilo, adenomas con hiperfunción del
lóbulo anterior, que en la edad joven, mientras las epífisis están
todavía abiertas, conducen al gigantism o y en los adultos a la
acrom egalia. L a presión sobre la hipófisis conduce al hipopituitarismo, que puede ser producido por un adenoma cronvófobo, concreciones calcáreas de los vasos del lóbulo anterior, etc.,
que por destrucción de este lóbulo en edades avanzadas produce
la caquexia de Simm ond. Cristiansen cita un caso con acrome­
galia y distrofia adiposogenital al mismo tiempo, sin trastornos
deí óptico, pero fuerte excavación de la silla turca en la imagen
radiográfica.
Síndrom e infundibular. — Rogaerl Ludo considera, desde
el punto de vista clínico, la hipófisis y la región del infundíbulo,
como pertenecientes a un sistema funcional inseparable, puesto
que los centros reguladores colocados en el infundíbulo v túber
VIDAUR
13
cinereum, accionan sobre los resultados orgánicos, en parte por
excitación de la secreción funcional de la hipófisis lesionada,
que ejerce su acción sobre los elementos celulares de la substan­
cia gris del túber, influenciando así los centros vegetativos, sin
que haya compresión directa de la glándula. A poya esta opinión
la falta de síntomas ópticos basales, ya manifestada por C ushing.
E l equilibrio nervioso hormonal se descompone en un círculo
funcional, y queda trastornado. E l síndrome infundibular com­
prende trastornos en la eliminación del agua, metabolismo del
azúcar y del cloruro sódico, trastornos del sueño, trastornos psí­
quicos, de temperatura, así como cardiovasculares.
1.° L a diabetes insípida será debida, según un grupo de
autores, a un trastorno funcional del lóbulo posterior de la hipó­
fisis ; para otros, a una lesión del núcleo mediano del túber
cinereum. Esta cuestión, desde el punto de vista anatómico y
clínico, no se puede hoy resolver, pues en algunos casos la hi­
pófisis y en otros la región del tuber cinereun y del infundíbulo
estaba intacta.
2.° E l metabolismo del azúcar pertenece a los síntomas
principales del síndrome infundíbulo tuberal, y se encuentran
también hiper o hipoglucémicos. Bogaert Ludo, en sus casos,
no ha observado una glucosuria y parece ser que se presenta
excepcionalmente en los tumores suprasillares ; la tolerancia del
azúcar es elevada por regla general.
3 .0 E l metabolismo del cloruro sódico se puede presentar
también bajo el cuadro de hipo o hipercloremia. E l conocimien­
to imperfecto del gobierno central del metabolismo del cloruro
sódico exige nuevas investigaciones.
4.0 Los trastornos del sueño se presentan en forma de cri­
sis periódicas, narcolépticas, que pueden ser interrumpidas por
fuertes estados de excitación. L a región dél infundíbulo y del
tuber deben también ser de importancia para la regularización
del sueño.
5 .0 L os trastornos psíquicos pueden desarrollarse en dis­
tintas direcciones ; en primer término puede existir apatía más
o menos pronunciada con la inteligencia obtusa, que puede
ser interrumpida por estados de excitación y hipermanías. Pue­
14
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
de también estar n o r m a l la inteligencia, existiendo sólo varia­
ciones especiales del carácter, trastornos de la memoria, en
muchos casos se presenta el cuadro de la parálisis progresiva.
6.° Los trastornos de la temperatura son raros, y se pre­
sentan en forma de una hipotermia, que es interrumpida por
elevaciones Ihasta de 41 y 42o con pulso y respiración normales.
7.° L os trastornos cardiovasculares se exteriorizan en arrit­
mias, extrasístoles, bradicardia v hipertensión.
8.° L os trastornos de la respiración se conocen, por esta­
dos apneicos, que son consecuencia de profundas inspiraciones.
9.0
Existen variaciones en el metabolismo basal, según
C ushing, en el sentido de una disminución de 39 grados. En la
acrom egalia es regla general una elevación del mismo.
10. Alteraciones en el metabolismo del pigmento. Los tras­
tornos de la región del infundíbulo, producen una hiperpigmentación, y las alteraciones en la región del lóbulo anterior de la
hipófisis, producen una depigmentación.
1 1 . L a propagación a la región interpeduncular y al tercer
ventrículo. El primer estadio interpeduncular se da con la pre­
sencia de trastornos de motilidad con participación del motor
ocular común, y pocas veces se reconocen por determinar tras­
tornos del equilibrio. E l estadio intraventricular puede condu­
cir adem ás de los trastornos del movimiento extrapiramidales,
hasta el parkinsonismo. Adem ás, pueden presentarse estados
dolorosos centrales, acompañados de trastornos vasomotores y
tróficos, por participación del tálamo, así como síntomas cerebelosos.
Alteraciones del líquido cefalorraquídeo. -— En los tumores
de la bolsa de Rathke, se encuentra en general un aumento de
albúm ina y globulina con linfocitosis a veces considerable, sobre
la que ha llamado la atención Cristiansen. En una de sus obser­
vaciones la pleocitosis era considerable. IE1 número de células os­
cilaba entre 21 y 20000 por milímetro cúbico. En todos los casos
de linfocitosis elevada, el examen anatómico ha demostrado siem-pre signos de desgaste óseo con reacción perióstica de defensa.
Cristianse dice que es debida a una m eningitis defensiva en la
vecindad de las cavidades faríngeas. Existen también observado-
VIDAUR
15
nes de quistes de Rathke con reacción celular acentuada (6 a 800
células por milímetro cúbico) con hiperalbuminosis y sin ningún
signo de reacción meníngea.
Metabolismo basal. — E stá disminuido en la mayoría de
los síndromes distróficos por tumores suprasillares, en relación
con los trastornos genitales, adiposidad o infantilismo observa­
do en estos enfermos, y aunque nunca es muy considerable,
puede dar alguna indicación para el diagnóstico y terapéutica.
D
ia g n ó s t ic o
¿ E s posible afirmar por los síntomas clínicos la existencia
de un tumor suprasillar ? P ara de Martel y para Cnshing, sí.
L os tumores suprasillares constituyen en la actualidad un tipo
bien definido de tumores intracraneanos, y provocan un síndro­
me, siempre el mismo, que está constituido esquemáticamente :
i.°, por una ihemianopsia b item poral; 2.0, por una atrofia óptica
primitiva, y 3 .0, por la ausencia de deformación de la silla turca
(síndrome quiasmático).
M uchas veces la historia del enfermo es la siguiente : Un
niño ya mayorcito o un adulto, observa que su vista baja o que
ve algo turbio, se le lleva a un oculista ; éste le exam ina y si no
hace la perimetría, como el fondo del ojo se encuentra normal,
se le escapa el diagnóstico ; se piensa en los senos, fosas nasales,
am ígdalas, dientes, etc., y quizá se opera de algo de esto. E l
médico general encuentra excelente su salud, no hay ningún
signo de insuficiencia hipofisaria, y no se Ihace el diagnóstico.
E l enfermo sigue perdiendo su visión y a veces la vida. Pero si
el oculista en el primer examen toma el campo visual, encuentra
un estrechamiento bitemporal, a veces una hemianopsia bitempoíal bien definida, la visión disminuida, y si exam ina con deteni­
miento el nervio óptico, encuentra una palidez más o menos
acentuada, y a veces una atrofia evidente con bordes netos, atro­
fia óptica prim itiva. U na radiografía de perfil muestra normal la
silla turca, y quizá observa las manchas calcáreas. E l diagnóstico
de cranio faringiom a suprasillar se impone. Por eso en los tu­
mores suprasillares, siempre debe examinarse el campo visual
16
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
muy detenidamente con objetos de pequeño ángulo visual, blan­
cos y coloreados, pues casi siempre en los comienzos, existen
anom alías del campo visual aun con el fondo del ojo normal.
En los tumores suprasillares se presenta a veces una hemianopsia a los colores, más tarde hemianopsia absoluta. Como este
síntoma se presenta mucho antes de existir otros síntomas de
tumor suprasillar, muchos interpretan como signo de neuras­
tenia, siendo por el contrario un síntoma precoz de tumor sillar.
E l segundo síndrome quiasmático es. la atrofia óptica primi­
tiva. E l oculista observa a veces una palidez ligera de una de las
dos papilas, otras veces tienen una palidez atrófica evidente con
bordes bien circunscritos normales, es la atrofia óptica prim itiva.
Cuando existen fenómenos de hipertensión intracraneana se pre­
senta el estasis papilar, superponiéndose a urna atrofia primitiva,
y complicando el problema. En general, la atrofia se presenta
primero en un ojo y más tarde en el segundo.
Exam en radiológico de la silla turca. — E l síndrome quias­
mático sin deformación de la silla turca se presenta en su forma
más pura en el meningioma suprasillar, nombre dado por Cushing al endotelioma meníngeo. Holm es Gordon, de Londres, no
lo considera adecuado, porque no representa el único tumor que
sale de las meninges. Tiene su origen, según Cushing, al nivel
del tubérculo de la silla turca, inmediatamente delante del canal
óptico. Holmes cree que también puede nacer delante del quias­
ma entre los dos nervios ópticos. Según R upp sale de las vello­
sidades aracnoideas. En dos meningiomas extirpados por Cush­
ing el examen 'histológico demostró tratarse en el primer caso
de un ligero psamoma (endotelioma de nodulos calcificados) fibroblástico degenerado, y en el segundo caso era un sencillo me­
ningioma fibroblástico.
Estos tumores se presentan en general en la edad media de
la vida, de cuarenta a cincuenta años ; sin embargo, Igersheim er
cita dos casos que empezaron en la juventud ; en el material de
C ushing Eisenhardt el más joven tenía veintisiete años y el más
viejo sesenta y seis.
E l meningioma es un tumor sólido, resistente, lobulado o en
forma de mora, sale primero de las células aracnoideas, crece
VIDAUR
17
lentamente y aparece calcificado sólo en 30 por 100 de los casos.
U na radiografía de perfil en el meningioma muestra una silla
turca completamente normal, una radiografía estereoscópica hace
ver un tubérculo de la silla más grueso y más denso que lo
normal, acompañado de una ihemianopsia bitemporal y atrofia
óptica primitiva, el diagnóstico de meningioma suprasillar se
impone.
L os síntomas cerebrales generales, dolor de cabeza v vómi­
tos, son raros en estos tumores, mientras que en los del conducto
de la hipófisis, sobre todo en los jóvenes, se presentan en pri­
mer término del cuadro clínico.
L os adenomas suprasillares salen o del pedículo de la hipó­
fisis por encima del diafragm a, o de su cápsula con asiento su­
perficial, deslizándose hacia arriba sin ensanchar la silla. Cush­
ing cita varios casos de adenomas cromófobos suprasillares.
E l cuadro sintomático es igual al del meningioma supra­
sillar, estrechamiento bitemporal del campo visual y atrofia óp­
tica prim itiva, pero las modificaciones de la silla turca son más
frecuentes que en el meningioma, son ligeras y se limitan a un
poco de desgaste de las apófisis clinoides posteriores. Además,
la evolución es más rápida, pero con mucha frecuencia es difícil
distinguir clínicamente un meningioma y un adenoma suprasi­
llar hasta verlo en el acto operatorio.
Tum ores de la bolsa de R athke. — Un signo característico
casi patognomónico de los tumores de la bolsa de Rathke, es
la presencia de manchas de calcificación por encima de lina silla
turca normal o ensanchada, la pared del quiste es casi siempre
el asiento de depósitos calcáreos, lo cual facilita el diagnóstico
permitiendo distinguirlos de los meningiomas y adenomas su­
prasillares. S e presentan en la infancia o edad juvenil. E sta s
manchas de calcificación se encuentran en la mayoría de los
casos, 85 por 100 según Cushing, v según Mackenzie y Sosman
el 80 por 100. E l volumen de estas calcificaciones varía desde al­
gunas manchas diseminadas, hasta el tamaño de un huevo gran­
de de gallina, son bien visibles en la radiografía y cuando los
depósitos calcáreos son muy ligeros y difíciles de reconocer, su
posición suprasillar no puede ser reconocida más que por una
A N C H I V O S DE O F T A L M O L O G ÍA .
2
18
SOBRE LOS TUMORES DE ]LA BOLSA DE RATHKE
radiografía ,estereoscópica. Cuando este tumor asienta por enci­
ma de la silla: turca, ésta conserva sus dimensiones y forma
normales y el síndrome quiasmáfico domina la escena.
Un tumor de bolsa de RatJhke puede ' desarrollarse lenta­
mente y no dar sintom atología hasta la! edad adulta. A veces,
por el contrario, alcanza un gran desarrollo en los primeros años
de la vida.
A sí como el adenoma hipofisario con hiperpituitarismo es la
panacea del adulto, la observación en un nifío de un tumor de
la región liipofisaria con hipopituitarismo, con frecuencia se
puede diagnosticar de quiste de la bolsa de Rathke. Por lo tan­
to, de todos los tumores intracraneanos los más fáciles para d iag­
nosticar son los de la bolsa de Rathke.
Sin embargo, cuando en un adulto se ve que la silla turca
no está deformada y que no existe'n sombras suprasillares, se
le confunde con un meningioma suprasillar.
Un signo que h ay que tener en cuenta también para el d iag­
nóstico de los tumores de la bolsa de Rathke, es su gran ten­
dencia a dar síntomas hipotalámicos (hemiparesia, ihemiasinergia, hem ianestesia indolora, hemianopsia en cuadrante superior).
Según Jackson, el 79 por 100 de los tumores de la hipófisis,
•con síndrome adiposo genital, serían tumores de R athke.
E l examen radiológico de la silla turca debe hacerse con
mucha atención, y por un radiólogo que tenga experiencia de
los tumores suprasillares. H ay que saber reconocer los pequeños
signos de desgaste de la silla turca, y. no considerar como nor­
mal una silla en la que los contornos están modificados por la
presión del tumor. Ha)' que saber conocer cuándo las apófisis
clinoides anteriores están adelgazadas v agudas, el dorso de la
silla empujado hacia atrás y adelgazado, el espesamiento del
canal óptico, el agrandamiento del agujero óptico, etc., etc.
H aas L u d w ig ha hecho estudios muy detenidos sobre la
superficie de proyección de la silla medida en milímetros cuadra­
dos, señalando la ventaja de su método objetivo para determinar
el tamaño y amplitud de la silla por medio de curvas, gráficos,
rpentgenogram as anatómicos, medidas de.algunos puntos, etc:,
y llega a establecer diagnósticos, clínicos por sus diferencias mor­
VIDAUR
19
fológicas y de tamaño de la silla, en relación con la función de
la hipófisis.
Marimon J., en un trabajo, sobre las imágenes normales de
la silla turca, introduce, el concepto de «ángulo sillar» formado
por un lado, por el perfil de las células etmpidales y la a,pófisis
anterior de la silla turca;, y por el otro lado, por el perfil de la
apófisis posterior de la silla y su unión con el C livus (parte pos­
terior y declive de la cara superior del esferoides, dorso de 1^
silla turca), tanto más este ángulo se. aproxim a al recto, tanto
más normal es el estado de la hipófisis. Tanto más extenso es
éste, tanto más patológico es el estado dé la silla. E l autor da
también algunas líneas en el roentgenograma para orientarse rá­
pidamente. En enanos h.ip°fisari ° s v Marimon encuentra hue­
llas de trastornos embrionarios del cráneo, el ángulo sillar se
aproxim a a una línea recta, el espacio en la silla turca es muy
pequeño, también en los casos del tipo Frohlich es siempre muy
pequeña la silla. Llam a mucho la atención de la lúes hereditaria
para todas estas enfermedades.
F . R upp dice que la imagen radiográfica de una dilatación
de la hipófisis, no prueba un tumor del mismo, pues una presión
cerebral durante mucho tiempo, puede producir los mismos sín­
tomas. En los tumores de la hipófisis con ensanchamiento de la
silla, son visibles en la imagen radiográfica las apófisis clinoides
anteriores v posteriores, mientras que en los tumores suprasilla­
res pueden estar destruidas en alto grado.
L os tumores suprasillares son mucho más frecuentes que lo
que hasta ahora se ha supuesto, y én muchos casos son de tal
extensión que su punto de salida no se puede determinar con se­
guridad ni aun en la autopsia.
L os gliom as del quiasma también se observan en la juven­
tud, la edad media, según Cushing, en los 18 casos observados
era de catorce años. El estrechamiento, bitemporal afecta formas
muy irregulares, )'■ la hemianopsia es rara vez vertical. Se nota
con frecuencia un ligero grado¡ de prominencia papilar, debido
sin duda a la extensión del gliom a a lo largo del nervio óptico.
L a silla turca, si no está ensanchada, presenta con frecuencia
debajo de la apófisis clinoides anterior, una excavación pirifor­
20
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
me, consecuencia del
en sa n ch a m ien to
del agujero óptico por la
del t u m o r .
W alker Clifford, llama la atención sobre los aneurismas de
la base del cerebro, aneurismas suprasillares que provienen de
la carótida interna o del círculo arterial de W illis, que por com­
presión de las vías visuales basales, cinta óptica o nervio ópti­
co, dan los mismos síntomas que los tumores suprasillares. Cuan­
do son pequeños, no dan síntomas ; en general, están silenciosos ;
sólo con la rotura o rasgadura del aneurisma dan lugar al síndro­
me casi siempre característico, violento dolor de cabeza, pérdida
de conocimiento v hemorragia en el líquido céfalorraquídeo ob­
tenido por punción lumbar. S i el sujeto vive, se presenta una
parálisis del motor ocular común de un lado y frecuente aneste­
p resión
sia del trigémino.
Estos aneurismas pueden presentarse en la juventud v son
pequeños, va en edades más avanzadas pueden presentarse for­
maciones de grandes sacos aneurismáticos, que originan tras­
tornos visuales largo tiempo antes de la muerte, y dan síntomas
de tumor difíciles de diferenciarse de éstos clínicamente, ofrecien­
do grandes dificultades para el diagnóstico, pues rara vez se dan
a conocer por un síndrome pulsátil del paciente y tampoco dan
síntomas por auscultación, únicamente un aumento de la presión
sanguínea podía hacer sospechar su existencia.
También los trastornos arterioesclerósicos de los vasos, de
la arteria cerebral comunicante anterior, puede dar lugar a sín­
tomas de compresión de las vías visuales basales y producir tras­
tornos visuales.
La aracnoiditis crónica basal puede, por espesamiento de la
aracnoides por encima del quiasma y por formación de quistes,
dar lugar a síntomas parecidos a los tumores suprasillares, y
aunque la causa de esta enfermedad es obscura, hay que tener
en cuenta en primer término los traumas, las meningitis circuns­
critas y quizá la sífilis.
E l diagnóstico diferencial con el endotelioma suprasillar y
aneurisma basal es muy difícil, porque también en la aracnoi­
ditis faltan el dolor de cabeza y otros síntomas de aumento de
presión cerebral, y el examen de los rayos X es negativo y no se
V1DAUK
21
presentan trastornos endocrinos. Holmes describe dos casos en
los que el diagnóstico se hizo en la operación y curaron comple­
tamente.
E l cuadro clínico de los tumores intrasillares es determinade; por el punto de salida de la neoformación, por la dirección
de su desarrollo, las variaciones fisiológicas, situación de los
centros nerviosos atacados u órganos nerviosos y, finalmente
también, la edad en la cual este centro y órgano es atacado por
el tumor.
Su primer síntoma es muchas veces el síndrome quiasmático,
el segundo órgano que es atacado es la hipófisis o su pedículo,
seg'ún que el tumor tome su origen del grupo celular superior o
inferior, y en último término empuja hacia la pared del tercer
ventrículo y hacia la región ¡nfundibulartalámica.
Puesto que la hipófisis ejerce en la edad juvenil una deter­
minada influencia sobre la armonía del crecimiento del cuerpo y
sus órganos, así como sobre el desarrollo del carácter sexual,
se formará el síndrome del infantilismo en los casos en que salga
el tumor del grupo celular inferior.
En los adultos, los síntomas distróficos en el sentido de una
ligera caquexia o una adiposidad, es decir, el síndrome de dis­
trofia adiposogenital.
Si los tumores se dirigen hacia el tercer ventrículo, se des­
arrollan los síntomas del lado del infundíbulo, del túber cinereum, así como del hipotálamo, con síntomas diversos vegetati­
vos, neurológicos y a menudo psiquiátricos. La irrupción en el
ventrículo añade a estos síntomas el hidrocéfalo interno.
Como ya hemos descrito antes toda la sintomatología, no
vamos a repetirla.
L o s tumores de la bolsa de R athke intrasillares, los salidos
sobre todo del grupo epitelial inferior, muestran a la imagen
radiográfica un ensanchamiento en forma de cráter de la silla
turca y de su abertura y destrucción de las apófisis clinoides.
A veces, los tumores intrasillares muestran una excavación,
con tamaño normal de la abertura, y el crecimiento, en la mayo­
ría de los casos, se hace hacia el hueso esfenoides.
Los dalos más importantes para el diagnóstico diferencial
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
Stin :> p r im e r o , 1la 1edaid ; S e g u n d o , el e s t a d o d e la p r e s ió n in t r a ­
c r a n e a l ; tfercero, la é x ié t e n c ia o f a lt a d é t r a s t o r n o s e n d o c r in o s ;
c u a r t o , el r e s u lta d o d el e x a m e n p o r lo s r a y o s X .
En los tumores del conducto de la 'hipófisis se presentan más
trastornos endocrinos que en los propios tumores de la hipófisis.
Los tumores de: la hipófisis se diferencian por su ensanchamiento
üsüal y su excavación de la silla.
; Cushing ha ejecutado 186 exploraciones osteoplásticas,
iransfontales, según la técnica que él preconiza para descubrir
lá región quiaSifiátita, y el diagnóstico preoperatorio, en la ma­
yoría dé los casos, fúé confirmado. De 67 casos diagnosticados
dexran iofaringiom a, 45 acertó. De 46 casos diagnosticados de
adenoma hipofisario, en 33 exacto. En los 9 restantes había 3
craniofaringiom as, 2 meningiomas suprasillares, 2 tumores del
tércer ventrículo y 2 cuyas lesiones no se diagnosticaron. De 40
casos de meningioma, exacto en 23 ; en los 17 restantes, 7 eran
adenomas pituitarios, 6 craniofaringiom as, 2 aneurismas y 2
aracnoiditis.
De modo, que el diagnóstico de la naturaleza y asiento del
tumor se puede hacer en la mayor parte de los casos, no habien­
do ningún síntoma que por sí solo sea suficiente para suponer
la existencia de un tumor suprasillar, a excepción de las man­
chas de calcificación de la bolsa de Rathke, que puede conside­
rarse casi como un signo patognomónico.
E l ensanchamiento y las alteraciones de la silla turca están
con frecuencia en relación con los tumores intrasillares (adeno­
mas de la hipófisis), pero esta deformación de la silla por sí sola
en los cas.os dudosos, no permite diferenciar los tumores intra v
extrasillares, no es patognomónico como se creía hasta ahora
de la presencia de un tumor intra o suprasillar.
Toda hipertensión craneana es capaz de provocar alteracio­
nes indirectas al nivel de la silla turca proporcionadas al grado
y duración de la hipertensión producida por la hidrocefalia del
ventrículo medio.
V ig g o Ohristiansen, de Copenhague, hablando sobre el diag­
nóstico de los tümores súprásillares, dice que es difícil hacer el
diagnóstico diferencial y hav que guardar gran reserva.
VIDAUR
23
En un gran número de casos, nos contentaremos cuando
podemos localizar el tumpr en la región del quiasma, pero sin
hacer una exacta localización.
Para los clínicos, no existe ningún síntoma propio supra­
sillar. L os fenómenos vegetativos de adiposidad, sequedad de
la piefl, amenorrea, atrofia genital o hipertrofia, se encuentran
o faltan también en los tumores intra como extrasillares. Lo
mismo pasa con otros síntomas ; la poliuria, somnolencia, narcolepsia, los distintos síntomas de disfunción del centro basal
vegetativo (cianosis, edema, pigmentación anormal), y que se­
gún las. nuevas opiniones, son debidas a variaciones en la re­
gión del infundíbulo y túber cinereum, también se encuentran
estos síntomas con frecuencia en los tumores supra e intrasillares. Se trata, en general, de grandes tumores que se desarrollan
en los contornos del quiasma.
Con un tumor puro de la hipófisis, pueden presentarse los
síntom as de distrofia adiposogenital, que se quiere explicar por
una lesión del centro basal vegetativo a consecuencia de la pre­
sión o crecimiento del tu m o r; la prueba anatómica de esta hipó­
tesis es difícil de traer, sin embargo, desde el punto de vista
del tamaño del tumor. Con igual derecho, con el asiento del
tumor suprasillar, se origina un daño a distancia de la hipófisis,
dando lugar a esta enfermedad.
H o y sabemos que en la mayoría de 'los casos de tumores de
la región del quiasma, los trastornos visuales dominan en el
cuadro clínico, mientras que faltan los síntom as del túber, o
sólo existen en estado rudimentario. En más de 60 casos de
tumor de l a región del quiasma, observados por Christiansen,
muestran, menos de un tercio, sólo síntomas de hipófisis o sín­
tomas de túber.
De todos los tumores intracraneales, el diagnóstico más fácil
es el de la bolsa R athke. Por regla general existen particula­
ridades clínicas que permiten hacer un diagnóstico probable,
aunque no seguro.
24
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
T
r a t a m ie n t o
Con los progresos actuales en la cirugía cerebral, todos los
médicos debemos tener presente que no es la operación peligro­
sa la que mata al enfermo, sino el tumor que, llegado a cierto
grado de su evolución, se hace inoperable y acaba con la vida
del enfermo.
De Martel, hablando sobre los tumores del acústico, que
son los más difíciles para tratarlos quirúrgicamente, pues son
los que dan la más alta mortalidad operatoria, dice que antes no
veía más que tumores que habían llegado al último perícdo de
su evolución, y la estadística operatoria era muy mala, pero en
la actualidad, como le envían los enfermos cuando comienza el
tumor, es raro el enfermo operado que se le muere. Con los tu­
mores de la medula le pasa lo mismo, al principio se le morían
el 45 por too, luego el 25 por roo y hoy el 4 por too.
Es, pues, muy importante el diagnóstico precoz de los
tumores suprasillares, para poder hacer una extirpación más
fácil y completa. La neurocirugía de la región suprasillar, hasta
hace pocos años, era una cirugía noli me tange-re, pero en la
actualidad, después de los trabajos de Cushing, muchos enfer­
mos se curan con una intervención quirúrgica, aunque no siem­
pre está exenta de peligros.
Para aplicar bien el tratamiento quirúrgico o radioterápico,
lo primero que hay que hacer es un buen diagnóstico del tumor.
L as indicaciones operatorias en los tumores sillares se ba­
san : i.°, en los trastornos visuales ; 2.0, en los síntomas de pre­
sión cerebral, por el crecimiento interno del tumor, v 3 .0, en la
anormal función de la hipófisis.
En los trastornos visuales es absoluta la indicación de la
operación, de lo contrario sobreviene la ceguera, también está
indicada en los síntomas de presión la operación, en ciertas
circunstancias la trepanación o el Balkentisch ; la anormal fun­
ción glandular da sólo una relativa indicación, según el curso
de la enfermedad, casos de curso crónico que no ofrecen sínto­
mas graves generales durante años no exigen la operación con
V1DAUU
25
la urgencia de los casos de curso rápido, con la recidiva de vol­
ver a operar, o tratamiento radioterápico.
E xisten diversas vías de acceso para llegar a la silla turca
y región pituitaria. V ía nasal, subtemporal, lateral y frontal.
Para llegar a la región quiasmática, C ushing talla un colgajo
F ig .
5.—
C olgajo osteoperióstico tran sfontal de Cushing y separación
de la duram adre.
transfrontal osteoplástico (fig. 5), haciendo una incisión media
que desciende verticalmente del vértice hasta la raíz de la nariz,
luego hace una segunda incisión curva a lo largo de la ceja y
una tercera partiendo de la extremidad superior de la primera
vertical y paralela a la segunda, después de la liberación y tre­
panación con la fresa y sierra de G igli. E l colgajo osteoperiós­
tico se reclina, teniendo cuidado ele separar la duramadre, con
frecuencia adherida a la cara interna del hueso, la duramadre
frontal es despegada del techo de la órbita hasta el borde pos­
26
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
terior de la pequeña ala del esfenoides. Cuando es bien visible el
borde posterior de la pequeña ala del esfenoides en toda su
longitud, se incinde la duramadre (fig. 6) a todo lo largo de
este borde y un poco afuera y adentro hacia la línea media,
trangyersalmente a la unión del etmoides y del esfenoides hacia
F ig . 6. — Incisión de la duram adre y extirpación del tumor
la apófisis clinoides anterior, seccionando la membrana allí don­
de está adherida fuertemente a lo largo del surco olfativo. El
polo frontal del cerebro queda en el saco de la duramadre que le
separa del separador.
Por la incisión de la duramadre se ve la pequeña ala del
esfenoides y la cara superior del lóbulo temporal. Hacia dentro
se ve la apófisis clinoides anterior y el nervio óptico derecho,
y separando con cuidado el cerebro, el nervio óptico izquierdo y
la;región del quiasma, es allí donde se encuentra el tumor. Si es
un meningioma (fig. 7), se despega con cuidado hasta la in­
VIDAUIi
27
serción en el tubérculo de la silla y se quita en bloque, teniendo
cuidado de no lesionar el quiasma, los nervios ópticos o el tallo
del infundíbulo, siempre más o menos distendido. L a sección
del pedículo se facilita por el empleo del asa diatérmica, indis­
pensable para asegurar la hemostasia, pues la 'hemorragia es el
Fig\
7.
— .Según Cushing'.
I. A specto de un meningioma suprasillar; reposa sobre el nervio óptico derecho, en
parte ocu lto. 1 . m eningiom a; 2, nervio óptico derech o; 8, borde posterior de la pequeña
ala del esfenoides; 4, cara superior de la punta del lóbulo tem poral; 5 y G, bulbo y cinta
olfativa derechas reclinadas hacia adentro y atrás con el lóbulo frontal
II. El meningioma ha sido vaciado con el bisturí eléctrico para facilitar laextracción,
su punto de inserción ha sido seccionado y destruido co n el bisturí eléctrico.
III y IV . E xtracción de la parte profunda del tumor.
V . La excavación uniforme que deja el tumor después de su extirpación.
V I. El tum or en la form a que se encontraba con relación al quiasma y a la silla turca.
peligro en estos tumores ; no recidivan en general. Un adenoma
de la hipófisis se opera lo mismo, recidiva con frecuencia, pero
es fácil reoperarlo.
L a vía transfrontal da un 40 por 100 de mortalidad, según
C ushing (fig. 8). — E l quiste congénito es de un pronóstico
menos favorable ; Cushing se contenta con puncionarlo y quitar
todo lo que pueda, introduciendo luego el líquido de Zenker
para necrosar el resto de la pared. Cuando la 'hemianopsia es
28
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
completa, corta el quiasma, que no añade ningún trastorno a
la visión y tiene la ventaja de hacer desaparecer la distensión
del nervio óptico y la cinta óptica, pudiendo hacer así un mejor
tratamiento de su pared y de la cavidad tocando con el líquido
de Zenker (bicromato potásico, sublimado, sulfato de sosa).
E l resultado terapéutico obtenido en los meningiomas y los
adenomas suprasillares es bueno ; con frecuencia muchas veces
mejora la visión desde el día siguiente de la intervención.
F ig . 8. — Punción de la bolsa de R athke.
I. Vista del quiasma que reposa sobre una bolsa de R athke (quiste congenital). Se ve
delante del quiasma la parte anterior de la bolsa.
II. Punción de la. bolsa detrás del quiasm a; la aguja da paso a un líquido verdoso
cargado de pajitas características. N otar que el borde posterior del quiasma es p oco visi­
b le y se con funde con la bolsa.
III. El quiasma lia sido seccionado para salvar lo que resta d e visión, desapareciendo
la distensión de la cinta y del nervio óptico. ,Se ha -practicado una extirpación bien limi­
tada d e la pared de la bolsa El interior se toca co n el ilíquido de Zenker.
E l tratamiento de los tumores de la bolsa de Rathke, aun­
que da buenos resultados, no lo es tanto como en otros tumores,
por ser quistes congénitos. L a mortalidad operatoria de las
intervenciones por tumores suprasillares es poca ; es una inter­
vención benigna.
No ha)- ninguna duda que en los tumores ele la hipófisis que
ensanchan el comienzo de la silla y se extienden haciéndose ca­
mino en la cavidad craneal, el método transesfenoidal ofrece sólo
un campo insuficiente que apenas llega a explorar la parte co­
locada intracranealmente, mientras que con los métodos intra­
craneales, pudiendo levantar el cerebro, es posible hacer una ex­
V1DAUK
29
tirpación ele toda la parte intracraneal v una amplia exploración
de todas las partes del tumor, que asientan sobre la silla. Pare­
cen por ello los métodos intracraneales de más eficacia cuando un
gran tumor forma prominencia en el interior del cráneo, y por ello
está indicada la operación intracraneal. La poca claridad del mé­
todo transesfenoidal se puede emplear en los tumores hipofisarios (fig. 8).
El Dr. Hirsch, de Viena, emplea el método de operación
suyo endonasal desde hace ya veinte años, ejecutado con aneste­
sia local. De una sola sección por la mucosa y pericondrio, serán
desprendidas las hojas de la mucosa del septum de los dos lados,
y quitado el cartílago y hueso que vace entre los dos, como
cuando es necesario para la perforación del seno esfenoidal.
Dentro del seno esfenoidal se encuentra a menudo la silla
turca ensanchada ; se abre con el escoplo, y, seccionada la dura,
se desprende el tumor.
En los tumores quísticos se extirpará ampliamente la pared
anterior del quiste. Sólo se obtendrá un feliz resultado con la
operación en los tumores accesibles que crezcan con predominio
hacia el seno esfenoidal y en grado moderado hacia la base del
cerebro, además de todos los tumores quísticos. Desde 191 1 ha
operado el autor 161 pacientes ; la mortalidad operatoria apenas
llega al 5 por 100. L os resultados son duraderos; en éstos cuen­
ta el autor aquellos casos en los cuales por la operación se ob­
tuvo una mejoría más larga de cuatro años ; en este grupo en­
tran 29 pacientes. Estos resultados son obtenidos por la opera­
ción en combinación a veces con el tratamiento postoperatorio
enérgico con el rádium. La intervención por el método endo­
nasal es menos grave.
E l resultado de la extirpación parcial de la hipófisis da lu­
gar a una mejoría de los trastornos visuales y las molestias sub­
jetivas, en especial los dolores de cabeza y demás síntomas de
presión. IEn la mayoría de los casos, el resultado de la operación
es muy favorable sobre los trastornos visuales, aunque, según
su extensión, los daños irreparables del nervio óptico quedan
más o menos persistentes. En los trastornos de la función de la
hipófisis se alcanzan muy buenos resultados en la acromegalia,
30
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
que a menudo conduce a una extensa regeneración. A veces,
después de una o dos semanas se observa una clara disminución
del volumen de las manos, pies y m axilar inferior (Hochenegg).
E l Prof. Marcelo Labbé, de París, ha publicado recienter
mente un caso de acrom egalia curado quirúrgicamente por Clovis Vincent, demostrando la valía de los progresos terapéuticos
ante una enfermedad que parecía antes incurable. Se trataba de
una joven de treinta y dos años acromegálica, con trastornos de
visión, disminución de la vista y disminución progresiva del
campo visual. Fué primero tratada por la radioterapia sin nin­
gún resultado. E l D r. Vincent intervino por vía transfrontal, ¡ha­
llando un tumor redondo del tamaño de una cereza entre los dos
nervios ópticos; al incinclir sale un líquido amarillo (adenoma
quístico).
A los quince días de la operación disminuye el volumen de
las manos y de los pies ; V . = i ; a los seis meses, todo nor­
mal. L a regresión de los síntomas se hace notar menos en la
distrofia adiposogenital, donde ni la función genital ni los de­
más síntomas de adiposidad experimentan influencia alguna.
R u p p usa la vía transfrontal en los tumores suprasillares y
m eningiomas de la fosa olfatoria, y la transesfenoidal para qui­
tar los tumores de la hipófisis.
Cushing cita un caso con hemianopsia bitemporal y dismi­
nución de V . = 20l7„ de un lado y 20/20o del otro ; con la extirpa­
ción de la bolsa de Rathke, aunque seguida de una poliuria de 12
litros en las primeras veinticuatro horas, se obtuvo una agudeza
visual normal de un ojo y de 1¡2 del otro, con ensanchamiento
del campo visual ; esto demuestra que la liberación del nervio
óptico de la acción de presión del tumor puede conducir a un
completo restablecimiento de la función.
Cita también muchos casos de m eningiomas suprasillares
con vuelta a la visión normal en ambos ojos, y otros con mejo­
ría de la visión y del campo visual. Cita asimismo casos de ade­
nomas encapsulados, cromófobos suprasillares, en los que no se
obtuvo mejoría de la función visual.
VIDAUR
O
p e r a c ió n
so bre
la
h ip ó f is is
31
de
S
ch lo ffer
( f i g . 9)
Abertura lateral de la nariz, después de la separación del
séptum se perfora el seno esfenoidal ; la pared ánteroinferior de
la silla con frecuencia está tan adelgazada por el tumor, que pue­
de fácilmente romperse con unas pinzas o tenazas ; luego sé seípara la dura por todos los lados del hueso, y seccionándola se
abre una ventana en ella ; el tumor se deja separar con una es-
Fig\
9. —
O peración sobre la hipófisis de Sch lo ffer.
pátula o cucharilla; el líquido céfalorraquídeo no sale con fre­
cuencia, porque la aracnoides a menudo alcanza sólo hasta el
diafragm a de la silla, mientras que en otros casos también se
extiende sobre una parte de la superficie de la hipófisis. Aunque
salga el líquido céfalorraquídeo, no es de gran importancia para
el pronóstico, aunque el peligro sea mayor para el desarrollo de
una meningitis.
En la cavidad hipofisaria se colocan tiras de gasa yodofórmica o con bálsamo del Perú, y que salgan por la fosa nasal ;
la nariz se vuelve a suturar y las tiras se quitan a los ocho días.
El método de Schloffer técnicamente no es difícil, y la interven­
ción no es grande ; es sencilla en los tumores que crecen hacia
abajo. De 30 casos se murieron seis de meningitis, hem orragia
del tercer ventrículo y por estado tímico linfático.
32
SOBRE LOS TUMORES DE I.A BOLSA DE RATHKE
O
p e r a c ió n
de
C
u s h in g
( f i g . 10 )
Después de resecar un,a ancha tira de los cartílagos y huesos
del séptum hasta la pared anterior del seno esfenoidal, se mete
un espéculo, por cuya abertura se ensancha la hendidura entre
las hojas de la mucosa del séptum y los cornetes de los dos la­
dos, y con ello se gana un campo amplio como en el procedi­
miento endonasal de Hirsch.
Cushing, de 68 casos operados, tuvo 7 muertos.
Vamos a presentar tres casos de tumores de la bolsa de
R athke operados y curados por M M . Clovis Vincent, Maree!
D avid y Pierre Puech.
O b s e r v a c i ó n 1 . — Se trata de un niño de diez años a quien se le extir­
pó el quiste el 7 de m ayo de 1920, fué la p rim era bolsa de Ratlliko que se
extirpó en F ra n c ia (figs. 1 1 , 12 V 13). P resen tab a el síndrom e quiasm ático,
habiéndose quedado ciego, crisis eclám psicas y g ran retraso en su desarrollo.
D espués de la operación desaparecieron las crisis, el niño creció, en­
gordó v se desarrolló notablem ente. El tum or se extirpó com pletam ente, a
excepción de un nóclulo calcáreo -que quedó en el fondo de la silla turca.
H istológicam ente el tum or era un adam antinom a típico.
O b s e r v a c i ó n II. — Joven de veintidós años. D esarrollo norm al. T uvo
sus p rim eras re g las a los catorce añ o s y desaparecieron a los dieciséis. F u é
VIDAUR
F ig .
F ig .
11.
— Niño operado por C lovis Vincent, el 7 de m ayo de
de bolsa de R ath ke operado en F ran cia.
33
1 920 ;
prim er caso
12 .
— R a d io g ra fía antes de la intervención. Se observan volum inosas c a lc i­
ficaciones su p rasillares y un pequeño nódulo calcificado in tra silla r.
A R C H IV O S D E O F T A L M O L O G ÍA .
3
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOI.SA DE RATHKE
34
el p rim e r sín tom a. E sto indica que en la in fan cia y la pubertad el tum or no
se d esarrolló lo suficiente para trasto rn ar el aparato regulador del crecim ien­
to v de la- evolución gen ital. M ás tarde fué alterado. E l ap arato de la regu-
F ig . 13 . — Pieza extirpada. L a parte inferior era in tra silla r; por el surco negro
que separa las dos p artes pasaba el nervio óptico, el quiste visible en la parte
superior era supraquiasm ático.
F ig .
14 .
— Campo visual. O. D .: ciego. O. I.: hem ianopsia tem poral izquierda, se
ve que sólo se conserva la m itad nasal del C. V .
lación térm ica fué trastornado al m ism o tiempo q ue la enferm a presentaba
una crisis de c e falea y trastornos visu ales. T u v o durante algu nos dfa9 una
tem peratura de 39,6 sin g ran rem isión m atinal y que duró una sem an a.
E s ta íhiperterimia se acom pañó de epistaxis y se pensó en una ¡fiebre tifoidea.
E ste síndrom e de hiperterm ia con epistaxis que se observa en los tum ores
que com prim en el suelo del tercer ventrículo no son raros, v es digno de
V1DAUR
35
tener en cuenta. D icen que quizá la hiperterm ia en la fiebre tifoidea se e xp li­
que p or la acción del bacilo o sus toxinas en los centros patógenos del túber.
Sín to m a s visu a les. — C egu era del ojo derecho. N orm al en el izquierdo,
con h em ian opsia tem poral izquierda, con palidez de los dos segm entos tem ­
porales. C am po visu al se ve 1® m itad nasal del cam po visu al del ojo izquier­
do (fig. 14), que sólo se conserva. R a d io g ra fía del cráneo (fig. 15). L a silla
turca está destru ida. L a lám ina cu adrilátera y las apófisis clinoides poste­
riores han desaparecido. L a s apófisis clinoides anteriores están afiladas, pun-
F ig . 15 . — R a d io g ra fía . Se ve antes de la intervención, a la izquierda, la silla
turca destruida, y la lám ina cu ad rilátera y apófisis clinoides posteriores han des­
aparecido, los an terio res están afilados, puntiagudos, muy tran sparentes. L a
placa de la derecha es después de la intervención y se ven dos clips colocados
sobre las paredes de la bolsa.
tiagudas, m uy tran sparen tes. L a red superior del seno esfenoidal ad elgaza­
da y la cavidad del seno m en os gran d e que en el estado norm al. E xiste n
som bras en la región, ¡pero no se puede a se g u rar sean concreciones. P o r los
trastorn os del cam po visu al y el aspecto radiológico de la silla turca, parece
se tra ta de un tum or de 1a región 'hipofisaria. P o r la edad de la en ferm a y
el hecho de ser el p rim e r sín tom a u n a supresión de las reg las pensam os que
se trata de un tum or l e la bolsa de R a th k e .
O peración. — Se encontró una bolsa de R a th k e (fig. 16), quiste que con­
tiene un líquido verde pajizo característico, extirpación de la cúpula con
tije ras, dos clips colocados sobre los ■vasos de la pared q u ística, lo que re9ta
se rellen a de algodón im pregnado en el líquido de Z en k er.
C úpula de la bolsa situ ad a debajo del q u iasm a (fig. 16). T ie n e la form a
d e una b olsa de dos cm. de largo , 18 m m . de lancho, 12 m m . de alto.
H isto lo gía . — (F ig . 17.)
O b s e r v a c i ó n I I I . — Señorita de diecinueve años. A la edad de once
a ñ o s decía su m adre era como una pequeña bola. T e n ía m uslos de m ujer
y algu n os pelos en el pubis y ax ila s, y sobre todo, unos pechos que asom -
36
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
F ig 16 . — Tumor extirpado, es la cúpula de la bolsa que estaba bajo el quiasm a;
tiene la form a de una bolsa de 2 centím etros de larg o , 18 m ilím etros de ancho
y 12 m ilím etros de alto.
En medio se ve el esqueleto
conjuntivo. Abajo el papilom a.
F ig .
18 . —
F ig .
17 .
Se ven series de núcleos de
núcleos epitelioides
H em ianopsia bitem poral.
VIDAUR
37
brab an a toda la fam ilia. Su m adre los ap lastaba con una fa ja para dism i­
nuir su volum en. E r a m uy g ru esa (adiposidad). N unca tuvo las reg las. M ás
tairde c e falea s -con obnubilaciones -visuales p asaje ras y g an as de dorm ir.
D espués crisis de cefalea intensa y d ifu sa. V óm itos. U n día se acu esta al
m ediodía y no se d espierta -hasta que le llam an al día sigu iente al -mediodía,
a las veinticuatro horas. -La tem peratura tenía- 35 a 36 grados durante cinco
días.
Trastorn os oculares. — O jo dereoho : V . = 1/10. O jo izq u ierd o : = 4/10Cam.po visual hem ian opsia bitem poral (fig. t 8 ) . Fon do del ojo : ojo derecho
F ig . 19 . — R a d io g ra fía antes de la intervención. A la izquierda: S illa turca nor­
mal sin ninguna calcificación. Después de la intervención. A la derecha: Se ve la
presencia de clips en el fondo de la silla turca; los clips de arrib a están colocados
sobre la m eníngea media.
aspecto atrófico de la papila, bordes netos ; ojo izquierdo, atrofia menos
acentuada, bordes netos. R a d io g ra fía del cráneo (fig. 19). S illa turca norm al,
nin gu n a calcificación.
P o r los trastornos del cam po visu al. A trofia p a p ila r v síndrom e adiposo
genital se diagn ostica de tum or hipofisario. P o r em pezar an tes de la puber­
tad, y a pesar de no e xistir calcificaciones-, parece probable un tum or de la
b olsa de R a th k e . iLa- ausencia de alteración de la silla turca hace pensar
en un tum or suprasi-llar.
E n la intervención se -encontró un quiste de R a th k e . P o r punción salió
un líquido verde obscuro -conteniendo p ajitas b rillantes, dos tapones de algo­
dón im pregnados en el líquido de Z e n k e r se pusieron en el interior de la
bolsa. E l fragm en to de la bolsa extirpado tiene la form a de un capullo de
gu san o de seda. E sta b a bajo el quiasm a saliente entre los nervios ópticos.
E r a la rg o de 3 om ., ancho de 13 m m. -La superficie in terior de aspecto ver­
doso. Se ven en ia extrem idad pequeñas nudosidades blancas que crujen con
la pinza (fig. 20). H istológicam ente e ra un adam an tin om a (fig. 21).
38
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
F ig . 2 0 . — Frag m en to de bolsa extirpado. Tiene la foim a de un capullo de gusano
de seda. E stab a bajo el quiasm a saliente, entre los nervios ópticos. 3 centím etros
de la rg o y 18 m ilím etros de ancho. Se ven en la extrem idad pequeñas nudosidades
blancas que crujen con la pinza.
F ig . 2 1 . — H istología. A la iz q u ie r d a : la parte verru gosa de la pared del quiste.
A rrib a: la capa conjuntiva. Abajo: la capa de células en palizadas, la capa de
células epiteliales con núcleos más claros y la capa de células epitelioides.
A la d e re c h a : P arte de la figura precedente a m ás aumento. A rrib a: el esbozo
de la disposición en p alizada, debajo la capa de células epiteliales con núcleo, des­
pués las células vesiculosas. H ay ciertos aspectos con crecim iento y la d egen era­
ción de ciertas células vesiculosas.
VIOAUR
39
D espués de las intervenciones sobre esta región se observa casi siem pre
un síndrom e clínico p articu lar, sed, hiperteronia, vóm itos ; éstos y la sed se
calm an tom ando polvos de posthipófisis. La- en ferm a quedó satisfech a de la
operación. No su fre m á s de dolores de cabeza y lo que ve lo h ace m ejor
que antes.
C l. V incen t insiste sobre la necesidad de operar estos enferm os pronto,
antes de la atrofia óptica.
T
u m o r d e la b o l s a d e
R
a t h k e c it a d o , p o r
O
l iv e c r o n a
N iño de seis años (fig. 22), con ataques de dolor de cabeza v vó m ito s;
el exam en neurológico n egativo, pero el exam en radiológico puso de relieve
F ig .
2 i.
— Caso O livecrona. Niño de seis años.
la existen cia de un típico tum or su p rasillar calcificado (fig. 23). E x a m in a n ­
do el fondo del ojo, se encontró los bordes papilares borrosos, la s ven as di­
la ta d a s y tortuosas.
O peración. — S e encontró un tum or quístico conteniendo un líquido
pardo am arillento con cristales de colesterina, era del tam añ o de un huevo
de gallin a y se quitó la parte anterior haciendo un dren aje. A los tres m eses,
reproducción del dolor de cabeza y estasis papilar, se hizo una segund a inter­
vención, saliendo líquido pardo am arillento con cristales de colesterina, el
q uiste se extendía de 6 a 7 cm. h acia adentro y arrib a, cubierto de incrus-
40
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
F ig .
23.
— R a d io g ra fía . Som bras calcáre as suprasillares.
F ig . 2 4 . — C orte sa g ita l entre los hem isferios. Se ve que en la parte posterior del
quiste extirpado existe todavía una g ra n cantidad de la pared del quiste, con
incrustaciones de ca l, coge el III ventrículo y está separado por una membrana
en dos grandes cavidades. En conjunto form an los dos quistes una cavidad riel
tamaño de una m andarina grande.
VIDAUR
41
taciones calcáreas ; se pudieron e xtirp ar dos tercios de su porción ánterosuperior, hubo h em o rragia, se lavó con suero 'fisiológico, cerrándose la herida,
pero el niño m urió al d ía sigu iente con aum ento de tem peratura.
E n la autopsia (fig. 24), se ve que en la parte posterior quedó sin e x tir­
p a r u n a gran parte de la pared quística con incrustaciones de cal ; este quiste
h ace irrupción en el tercer ventrículo por delante y está separado por una
m em brana, en dos grandes cavidades, form ando en conjunto los dos quistes
un a cavid ad del tam año de una m an d arin a grande.
C aso
de
los
doctores
T
e r r ie n
y
C h a r a m is
M ujer de treinta y seis años (fig. 25) con vértigos, dolores de cabeza y
dism inución de la visión : ojo izquerdo casi ciego, ojo derecho ve m uy poco ;
F ig .
25. —
Caso T errien y C haram is. Mujer de treinta y seis años.
atro fia óptica con estasis papilar ; cam po visu al (fig. 26), el ojo derecho con­
se rv a sólo el lado n asal. R a d io g ra fía de la silla tu rca ap lan ada v d esapari­
ción de las apófisis clinoides posteriores, punción lum bar, hipertensión (75
centím etros m anóm etro de C laude), albúm ina, linfocitosis m uv abundante.
Se diagnosticó un tum or de la región hipofisaria y fué enviada la enferm a a
C lo vis V in cen t, quien hiz j el diagnóstico de tum or su p rasillar, in tervinien­
do por la vía trah sfro n tal de C u sh in g, el tum or fué extirpado a pedazos con
el bisturí diatérm ico, se presentó gran hem orragia v m urió la enferm a al
día sigu iente de la operación. E l tum or m edía 5 cm . de largo y 4 de ancho,
ocupaba la región sup rahipofisaria e in vad ía el tercer ventrículo. E l exa-
42
F ig .
SOBRE LOS TUMORES DE LA BOLSA DE RATHKE
27.
— H isto lo gía. E^tá form ado por un tejido conjuntivo denso que lim ita
cavidades quísticas de contenido gelatinoso.
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
43
m en h istológico (fig. 2ü) dem ostró se tratab a de un tum or de la bolsa de
R a th k e : era un adam antinom a.
E ! tratamiento radioterápico de estos quistes congénitos
nunca se debe emplear. Primero, porque son en absoluto insen­
sibles a los rayos X , lo mismo que los meningiomas. Segundo,
porque perjudica al nervio óptico, haciendo avanzar su atro­
fia ; y tercero, porque, como dice Foerster, de Breslau, si se
quiere operar después del tratamiento radioterápico resulta más
grave la intervención, por la proliferación del tejido conjuntivo
que ha ocasionado. Unicamente en los adenomas de la hipófisis
está quizá indicada la radioterapia. L os meningiomas también
son insensibles al tratamiento radioterápico.
I I . — S O C IE D A D E S
C IE N T IF IC A S
S O C IE D A D O F T A L M O L Ó G IC A D E C A T A L U Ñ A
S e s ió n
del
i
6
de
octubre
de
19 31
D r. A m sler (L ausanne) : N o t a s r e f e r e n t e s a l t r a t a m i e n t o d e l d e s ­
p r e n d i m i e n t o d e la r e t i n a .
A bierta la sesión, el presidente de la entidad, D r. A rru ga, hace la pre­
sentación del conferenciante v la justificación del tem a.
Del tem a hace re sa lta r su im portancia, señalando el tratam iento de
Gonin com o el descubrim iento terapéutico m ás trascendental en oftalm olo­
gía, desde los trab ajo s de L a g ra n g e y E llio t, al descubrir el tratam iento
fistulizante del glau com a crónico ; Gonin nos ha dado un cam ino a seguir
con resultados prácticos que va han tocado gran núm ero de enferm os ataca­
dos de esta g ra v ísim a enferm edad, llam ad a desprendim iento de la retina.
D el autor, hace el D r. A rru ga un cum plido elogio, señalándole no sólo
como discípulo y colaborador del P ro f. G onin, sino como a m aestro, ya que
personalm ente h a tenido in icia tiv a s fru ctíferas, cual son su s señaladores y
sus esquem as topográficos, y adem ás posee una vastísim a1 clientela, de la
que ha de h ab er sacado un fruto experim ental que nos ha de ilu strar
m ucho.
H echa la presentación, el D r. A rru g a invitó a ocupar la presidencia de
honor a l D r. M enacho, por su prestigio dentro v fu era de la entidad.
44
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
E l D r. M enacho agradeció la distinción e invitó al D r. A m sler a des­
a rro lla r su teima.
(Publicado iii extenso en estos A r c h i v o s .) ( i ).
S e s ió n
del
d ía
17
de
octubre
de
19 31
D r. A m sler, de L a u s a n n e : C ontinuación del desarrollo de su trabajo
sobre el desprendim iento de la retina.
E l D r. A rru g a in vita «' ocupar la presidencia al P ro f. P alo m ar de la
T o rre , como a em inente oculista y como reconocim iento al acto realizado al
ven ir de Z arag o za p ara asistir .a dicha conferencia.
E l D r. A m sler dedicó esta sesión a la proyección de fo to g rafías de
piezas patológicas y dibujos de casos in teresantes de desprendim iento de la
retina.
En prim er lu g a r proyectó en la pantalla las fo to g ra fía s de las piezas
patológicas del P ro f. Gonin que m as trascendencia han tenido en la génesis
del método terapéutico descubierto por él. D espués fueron proyectados dibu­
jos de diversidad de tipos de d esgarros de la retina y de aspectos variab les
de fondo ocular en esta enferm edad.
A seguido el D r. A m sler relató la historia clínica de varios casos inte­
resantes, com entando con los d ibu jos esquem áticos proyectados en la p an ­
talla la evolución de cada uno de ellos, gráficam ente señalada.
F in alm en te, el D r. A m sler se ofreció a los com pañeros para contestar
a la s dudas que se le expusieran.
El P rof. P alo m ar abrió la discusión sobre el tema.
D r. So ria : Y o quiero decir alg u n a s p alab ras, no para discutir las opi­
niones ni los hechos aquí expuestos por el D r. A m sler, sino p ara exp resar
la coincidencia de m is puntos de vista con algu n os de los del orador y los
resultados de mi experiencia personal sobre el apasion ante asunto del tra ta ­
m iento quirú rgico del despegam iento retiniano. N o me referiré m ás que al
despegam iento idiopático.
D esde imis prim eros escarceos en la especialidad yo estoy fuertem ente
im presionado por el cuadro, verdaderam ente tem ible, de esta afección ocular.
Y o he h e d ió casi cada día, y sobre todo ante cada nuevo caso de despren­
dim iento idiopático, esfuerzos extraord in arios p or encontrar la cau sa ínti­
m a, prim ordial, de la afección, sin poder, en la m ayoría de los casos, en­
con trar una explicación sa tisfac to ria del fenóm eno patológico. Sin em bargo,
alg u n a s veces hem os podido a sistir al desarrollo de un despegam iento reti­
niano, precedido por la aparición de alteraciones de tran sp aren cia del cuerpo
vitreo y que p a ra un gran núm ero de autores serían la causa determ inante
del proceso.
D esde el punto de vista del tratam iento, nosotros hem os ensayado todos
los m edios que han sido recom en d ad os: el reposo en cam a, la adm inistración
de p urgantes y de diaforéticos, las inyecciones fuertem ente hipertónicas —
10 a 15 por 100 — profun d as, in traten on ian as, las esclerotom ías posteriores,
la operación de D eutschm ann, el procedim iento Sourdille y , por fin, el mé­
todo de G onin.
(I) Véase número de diciembre 1931.
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
45
T odos y cada uno de los tratam ientos enum erados, nos han proporcio­
nado éxitos ; sin em bargo, es .posible que el m ejor, por los resultados obte­
nidos, sea el procedim iento de G onin.
E n lo que respecta .a la curación del despegam iento, estam os de acuer­
do con la s ideas exp uestas por el D r. A m sler. E x iste , en efecto, una cu ra­
ción anatóm ica y una curación funcional, que, desgraciadam ente, no m a r­
chan siem pre ju n ta s. Si la curación anatóm ica, si la reaplicación de la
retina se obtiene en una proporción relativam ente elevada de casos, la cu­
ración funcional no se logra con tanta frecuen cia. E sto depende, en prim er
lu gar, de la an tigü ed ad del despegam iento y de la precocidad con que se
instituye la terapéutica. iPor otra parte, el em plazam iento de la lesión y
sobre todo el sitio ocupado por el desgarro, intervienen de un modo notable
en la curabilidad de la afección. E l D r. A m sler nos h a hablado v a de este
asunto y me lim ito a exp resar mi conform idad a lo dicho por tan em inente
colega.
L a m ayor dificultad del método Gonin está constituida, a mi modo
de ver, por la e xacta localización del d esgarro. E l sitio ocupado por éste
y su tam año, son, a lgu n as veces, tan .poco favorab les que en un cierto
núm ero de casos fracasam o s o nos consideram os fracasad os ante tal pro­
blem a.
Y p ara term inar, D r. A m sler, yo le felicito m u y cordialm ente ; puede
estar absolutam ente seguro de que su s conferencias han sido perfectam ente
com prendidas y útiles, pues que am bas reflejan su sagaz espíritu clínico y
han sido expuestas en un len gu aje claro y preciso con la m ayor sinceridad.
D r. M enacho : Señ ores : T u v e el honor de ser segundo je fe de clínica
del D r. L . de W ecker cuando fui a com pletar m is estudios a P a rís, v per­
m anecí dos años en la C lín ica de la, calle de C h erch e-M id i, que hizo célebre
el prestigio del gran m aestro, del que pude ad m irar las férreas dotes de
carácter, la solidez de sus conocim ientos m édicos, su gran criterio clínico y
la perseverancia p a ra conducir hasta el fin las investigaciones clínicas que
em prendía. D igo esto a propósito de sus trab ajo s relativos al desprendi­
m iento de la retin a y a su tratam iento, uno de los m uchos a que dedicó su
form idable actividad ; pero sólo aludiré (por la relación que tienen con el
tem a que nos ocupa) a la punción escleral que hizo siguiendo las ideas de
W olfe, y a las cauterizaciones esclerales que le he visto h acer y a las que
perm anezco fiel desde hace m uchísim os años, y a las que yo designo con e]
nom bre de m i m aestro (cauterizaciones g alv án icas esclerales).
Pero es cierto que el procedim iento de cauterizaciones esclerales, .a pesar
de su in negable eficacia, era un medio incom pleto que ha venido a perfec­
cionar el D r. Gonin con su s trab ajo s relativos a su estudio m ás preciso,
que h a hecho com prender la necesidad de una localización m ás perfecta de
las lesiones, y la m ayor eficacia, de la cauterización penetrante d e la escle­
rótica a través del desgarro de La. retina, que este sí m erece ser llam ado el
P ro cedim ien to G on in, y con este nom bre se está em pezando a extender por
m uchas clínicas, en vista de la eficacia que se le reconoce.
Y después de estas p alab ras de ju sticia en honor de W ecker v de G onin,
debo rendir un hom enaje de reconocim iento al D r. M arcos A m sler, que ha
defendido la cau sa de su ilustre colega de iL ausann e en las dos m agn íficas
46
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
conferenoias, dadas a ye r y hoy en esta T rib u n a, y de las que le estam os
profun dam ente agradecidos.
E i D r. L lo b e ra felicita al D r. A m sler y le pregu nta si puede darle deta­
lles sobre los casos de desprendim iento de retina en operados de catarata.
E l D r. A m sler in dica al D r. A rru ga que cree m ejor puede con testado él.
E l D r. A rru ga m an ifiesta que considera m ucho m ás g rave el desprendi­
m iento en los afáqu icos que en ios individuos con cristalin o. L o s casos que
ha tenido se lo han indicado. Q uizá lo explique la m avor m ovilidad del
vitreo, p ues el continente del vitreo es m ás esférico en los afáquicos, ya
que el cristalin o hace proem inencia en el vitreo y algo lim ita su m ovilidad
■al h acer el ojo m ovim ien to s de rotación. R especto a si h a y m ayor número
de desprendim ientos de retina en los operados de extracción in tracap su lar o
e x trac ap su lar, no puede p ro nun ciarse definitivam en te por poca experiencia,
y aunque en su trabajo del C ongreso de S a n tia g o de 1930, m anifiesta cree
ser la casualidad el haber tenido vario s casos de desprendim iento, h a leído
y a vario s trab ajo s de autores que los señalan tam bién.
A provecha la oportunidad para con testar a la pregunta del día anterior
del D r. A m sler re feren te a los resultados operatorios con el método de
G onin. T ien e la satisfacción de decir que son análogos a los publicados en
el C o n g re so de A m sterdam de 1929, es decir, un 50 por 100 de éxitos en los
casos favorab les y un 10 por 100 en los casos d ifíciles. L le v a tratados, ade­
m ás de los 33 casos relatad os en A m sterdam , m ás de 90 casos m ás.
E l D r. B a rra q u e r dice que los desprendim ientos de retina en los casos
de extracción in tracap su lar de la c a tarata cree han de ser imás frecuentes
con la pinza que con la ventosa, porque la pinza extrae la catarata con b ar­
bas (fibras zonulares) y la ventosa no, v si con la pinza sale la catarata por
el borde superior del cristalin o, puede qu ed ar la herida con enclavam iento
de dichas fibras que faciliten el desprendim iento de la iretina al se rv ir de
vía de infección exóg'ena. L o que convendría es, en tal caso, hacer un recu­
brim iento con ju n tiva!.
E l D r. A m sler contesta som eram ente las indicaciones que se le han
hedho y agrad ece infinitam ente el acogim iento cordial de la Sociedad, el
honor q ue le hacen tom ando parte en la discusión abierta y lo que 9e ha
m anifestado en ella. L o agrad ece en p articu lar por creerlo dirigido en gran
parte a la persona que representa, su m aestro el P ro f. G onin.
E l D r. A m sler es vivam ente aplaudido.
E l D r. A rru ga m an ifiesta al D r. A m sler su sincero y profundo agrad eci­
m ien to en nom bre de la Sociedad, m anifestándole que la Ju n ta D irectiva de
la m ism a le concedió am plias facultades p ara hacer todo lo posible a fin de
que estas sesiones tuviesen lu gar, por lo cual testim onia tam bién el a g r a ­
decim iento a los individuos de dicha Ju n ta , agradecim iento que h ace exten ­
sivo a todos los colegas presentes que h an dado realce a estas sesiones.
T e rm in a haciendo votos para que 110 sea la últim a vez que el D r. A m sler
lio n re la tribuna de esta Sociedad.
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
S O C IE D A D
47
O F T A L M O L Ó G IC A D E
S e s ió n
del
19
de
octubre de
V IE N A
193 i
K rasso : Un caso de| lenticono posterior. — N iñ a de seis años.
O jo derecho norm al. V isión 6/c. H iperm etropía de 2,25 D . E n el ojo izquier­
do, exteriorm ente norm al, h a1}' restos de m em brana p upilar em brionaria.
Con ilum in ación oblicua se ve en la pupila una som bra excéntrica. Con el
auxilio de la tran silum inación se d istingu e una catarata polar posterior de
2 mm. de diám etro, rodeada de un anillo de 1 m m . de ancho, uno de cuyos
lados p arece negro, m ien tras que el otro se ilum in a de un m atiz dorado.
C uando se e xam in a al espejo plano y se le hace g irar, se producen m o vi­
m ientos con trarios como en los queratoconos, m ien tras que por fu era del
anillo los m ovim ientos son en la m ism a direcoión. E l fondo del ojo es nor­
m al ; los vasos aparecen como rotos detrás del borde de la catarata. L a niña
cuenta los dedos a 30 y h a sta iai 40 cm. C uando se acom oda cuidadosam ente
la lám p ara de fisura y se utiliza un fascículo estrecho, los planos de discon­
tinuidad y h a sta la s superficies del nódulo senil resultan visibles.
■La superficie posterior del núcleo em brionario se cu rv a h acia atrás.
Inm ediatam en te detrás de él se encuentra una opacidad y detrás de ésta una
calota tran sparente. E l espesor total del cristalin o está aum entado en l/4.
E n correspondencia con la a rteria h ialoid ea subsiste una protrusión como
una ve rru ga . L a opacidad m ás posterior del cristalin o se com pone de gotitas se p arad as y se asem eja a un rodete cristalin o de Som m erin g. E l d iag­
nóstico por el procedim iento de G u llstrand (observando pequeñas im ágenes
reflejadas), no pudo ap licarse en este caso a cau sa de la opacidad. E l d iag­
nóstico por medio de la lám p ara de hendidura pudo tam bién efectu arse
fácilm ente en cuanto al cristalin o de dos focos. V o g t fué el p rim ero que desoribió el anillo circundante en la base de la calota. E n los dos casos e xam i­
nados h a sta el presente con la lám ina de fisura, la opacidad sólo se extendía
h asta la superficie del núcleo senil, pero en este caso se extendía h asta la
superfioie del núcleo em brionario, lo cual prueba que la alteración se originó
m uy pronto.
S U r n : C ristales de colesterina en el cristalino al principio de
la formación de una catarata incipiente. — M ujer de setenta y seis
años, con ca tarata intum escente en el ojo derecho y catarata incipiente en el
ojo izquierdo. E s ta últim a m uestra a la ilum inación oblicua una reverb era­
ción de colares. A la lám p ara de fisura se ven opacidades subcapsulares y
radiales. E n la cápsula h a 1}' incrustaciones de cristales con las aristas trun­
cad as : cristales de colesterina. E l nivel de colesterina en la san g re es de
2 m g. por 100, siendo por lo tanto norm al.
S a j a r : Sobre el tratamiento del bleiarospasmo. — A fines de
1929 S a f a r habló sobre el tratam iento del b lefarospasm o por el alcohol
por el procedim iento de la aquinesia ; pero los efectos sólo du raron algu n os
m eses y adem ás h ab ía recaídas. U n a nueva serie de invecciones no acos­
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
48
tum braba a ser afo rtu n ad a, -ai cau sa de capas como de callosidades que
envolvían los nervios. E l caso refractario descrito por B achstez fué tratado
tam bién en van o por S a fa r . E l buen efecto de la inyección por el procedi­
m iento de la. aquinesia de O ’B rie n , en la región de la parótida duró so la­
m ente un m es. D espués, la en ferm a presentó grave s trastornos cerebrales
seniles, a cu ya consecuencia m urió. E sto prueba que se tratab a de altera­
ciones o rgán icas en el cerebro. -La neurectom ía periférica de F rie d e no dió
resultado en 2 casos ; la destrucción de la parótida fué seguida de recaídas.
S a fa r procede del modo sigu iente : punción con la a g u ja a una distan cia de
la oreja de un través de dedo por debajo del proceso cigom ático. L a a g u ja
se conecta a un aparato farádico y se busca el punto en que el orbicular esté
irritado. E n ton ces se hace com unicar Ja a g u ja con un aparato de alta fre ­
cuencia v se coagu la el nervio que ha sido encontrado por 1ai a g u ja . E s
preciso servirse de a g u ja s aislad as, porque de lo contrario se form a una
necrosis de la piel. T am bién se puede em pezar ihaciendo una incisión de
5 m m . en la piel con objeto de p alp ar los nervios por medio de lina corriente
de F a ra d a v y coagu larlos después. En un caso operado en m arzo de 19 3 1,
sólo fueron m uertos y destruidos los troncos nerviosos que conducen al orbi­
cular. E n estas region es no h a habido h a sta ahora espasm os. E n un caso
operado hoy, el éxito inm ediato h a sido m uv bueno. L o s é xito s serán, a
no dudar, m ás duraderos que los que se obtienen con las inyecciones de
alcohol, si se acepta una an alo g ía con las n e u ralgias del trigém ino, tra tad as
por K ü rsch n e r por la electrocoagulación del g an g lio de G asser, siendo en­
tonces m ejores los éxitos que con las invecciones de alcohol.
D
is c u s ió n
:
M a rb u rg : L o s m úsculos están bajo la influencia de la inervación ciné­
tica y tónica. L a inervación parte del sistem a estriom esencefálico. E sta parte
de la inervación resulta tam bién atacada en el procedim iento de S a fa r, pero
es dudoso que lo resulten tam bién la inervación sim pática v la p arasim pática. Podría hacerse un exam en farm acológico p or medio de ginergen o, de
papaverin a y de novatropina. T am bién podría cocainizarse el gan g lio esfenopalatino por vía n asal. Solam ente en el caso de ser ineficaz este trata­
m iento podría ser indicada un a operación.
Sa c h s em plea pequeñas dosis de atropina y de novatropina. R ecuerda
su procedim iento de avanzam iento del elevador del párpado superior v del
debilitam iento del orbicular ; procedim iento que resultó eficaz en todos los
casos, salvo uno. Puede taimbién operarse partiendo del lado de la con ju n ­
tiva con objeto de e vitar una cicatriz. D espués de la operación se aplica un
cristal protector.
S a fa r : E n los casos en cuestión no tuvo éxito el tratam ien to farm aco­
lógico. E l procedim iento de Sach s puede aplicarse cuando es solam ente el
orbicular el que está enferm o ; pero si están tam bién afectados los m úsculos
de las m e jilla s v de la frente, entonces parece ser insuficiente dicho proce­
dim iento.
F ia lh o : Contribuciones y explicaciones deI tratamiento de la
esclerotomia del glaucoma crónico. — A ctualm ente, en los tratam ien ­
tos, predom inan las operaciones fistulizantes.
P rim ero
H olth,
Borthen
y
SOCIEDADES CIENTÍFICAS
49
Schloesser intentaron el enclavam iento del iris en la herida operatoria. L a ­
g ran g e h a divulgado la form ación de fístulas. L a trepanación de E llio t're p re ­
senta una variación del procedim iento de L a g r a n g e . E l método origin al de
E lliot es, desde hace seis años, la operación p referida por F ia lh o , siguiendo
exactam ente l'as indicaciones origin ales de E llio t ; considerando F ia lh o que
las alteraciones del procedim iento de E llio t no contribuyen a favo recer dicho
procedim iento. E l trépano de i imm. es insuficiente y el de 2 m m . es dem a­
siado g r a n d e ; por lo tanto, h ay que servirse de un trépano de 1,5 mm.
E l de 2 m m. ocasiona con frecuencia un cojín filtran te y una hipertonía
perm anente. Im porta m ucho que el trépano sea m uy cortante p ara que la
esclerótica 'resulte perforada desde la cu arta o la q uinta rotación. S i el iris
se prolapsa en la herida es preciso cogerlo rápidam ente y cortarlo. S i no
h ay prolapso puede prescindirse de la iridectoinía y h ay que h acer todo lo
posible p o r coger el iris. F ia lh o ha visto solam ente dos veces un prolapso
del iris al cabo de veinticuatro horas. P a ra fac ilitar la iridectom ía se puede
ensanchar la herida en sus dos extrem os por medio de la lanza. F ia lh o hace
una larga incisión en la con ju ntiva a una distan cia de 8 m m . del limbo v
separa la conjuntiva, de la esclerótica. L a s alm ohad illas filtrantes llan as y
grandes son m ás ve n tajo sa s que las pequeñas m uy con vexas. E s ta s últim as,
adem ás de ser d e sagrad ab les p ara el enferm o, son pelig rosas a cau sa de las
posibilidades de infección. F ia lh o no ha visto m ás que una infección un año
y m edio después de la operación. L a cicatriz filtrante se form a m ás fá c il­
m ente cuando la tensión es a lta (por encim a de 55 m m . H g .). C uando m ás
baja sea la tensión origin al, m enor será el éxito. Si la tensión es dem asiado
elevada h a y peligro para e) cristalin o y tam bién hay peligro de h e m o rragia
in traocular e.v v acu o. P o r lo tan to, es preciso esforzarse en am in o rar la ten­
sión por m edio de m ióticos antes de la operación, lo que puede (hacer­
se hacien do presión sobre el bulbo. Si se ejerce por la esclerótica por
m edio del dinam óm etro de B aill'ard, una presión de 100 m m . H g . so­
bre el ojo, la tensión dism inuye h a sta el punto de escaparse a toda m e­
dida, p ara vo lver quince m inutos después a su estado norm al. U n a tonom etría reiterada hace irnás lento el aum ento de tensión. En casos patológicos
sobreviene a veces una dism inución de la tensión, por ejem plo, de 76 -a 60
m ilím etros. E n las seclusiones de la pupila no h ay que esperar efecto alguno.
En otro caso, el ojo fue puesto durante dos m in utos bajo 150 m m . H 20 , y
entonces b ajó 40 m m . su tensión. E s ta dism inución de tensión puede provo­
carse con éxito antes de la operación. L os casos se com portan de diferente
m an era después de la operación. P o r ejem plo : la operación de uno de los
ojos de un enferm o fué un éxito y el estado continuó satisfacto rio durante
un m es ; después enferm ó el otro ojo y fu é operado ; dos m eses después la
tensión era norm al en .ambos ojos. E l ojo derecho tenía una cicatriz filtran­
te, y en el ojo izquierdo la ab ertura estaba rellena de m a sa s cicatrizales,
pero am bos ojos funcionaban bien. T am bién h ay casos m enos satisfac to ­
rios ; algú n resultado incom pleto o una corrección dem asiado extrem ad a de
la tensión. E s necesario se g u ir observando los casos por lo m enos durante
tres a cuatro m eses, antes de tener los valo re s de la tensión unifonmeq.
A sí, en un caso de 60 m m . de tensión, ésta era de 17 después de la opera­
ción, aum entando luego p aulatinam ente h a sta llegar a 22 m m . U n a s veces
A R C H IV O S DE O F T A L M O L O G ÍA .
PRENSA OFTALMOLÓGICA
50
la visión se conserva bien cuando se regu la la tensión ; otras veces la fun­
ción continúa buena durante m ucho tiempo, aunque no se h a y a conseguido
d ism in u ir suficientem ente la tensión, y hay tam bién casos en que la función
con tinú a em peorando a pesar de la, dism inución de la tensión.
M eller recuerda los p eligros de la irid ectom ía de G r a e fe cuando la ten­
sión es dem asiado elevada. C uando se hace una esclerectom ía posterior antes
de Jai iridectom ía, 110 siem pre se con sigue d ism in u ir la tensión, porque el
cuerpo vitreo es tan espeso que no sale de la herida ; entonces puede provo­
carse una fuerte h e m o rra g ia del cuerpo vitreo y no se aclara h a sta después
de algu n os m eses, form ándose a lg u n a s veces un tejido blanco sobre la re­
tina. E n un caso, M eller ya h ab ía puesto un ojo glaucom atoso duro bajo
presión durante diez m inutos por medio del dinam óm etro de B aillard , obte­
niendo una dism inución de la tensión. iLa idea de F ialh o de en san ch ar la
herida por imedio de la lanza cuando no h a y prolapso del iris, es tam bién
b astan te acertada, porque d e este m o d o resulta m ás fácil la iridectom ía.
L o esencial en la trepan'aoión de E lliot es servirse de trépanos bien cortan ­
tes. D espués de la trepanación con un trépano poco cortante h ay casi siem ­
pre una obstrucción ulterior de la fístula a cau sa de los trau m atism os
su frid o s por los tejidos.
III. — P R E N S A
O FTALM O LÓ GICA
K L IN IS C H E M O N A T S B L A E T T E R F . A U G E N H E IL K U N D E
Resumen de H . Oroz
D
ic ie m b r e d e
1930
Un caso de afección linfom atosa de la con jun tiva
H.
S ie m u n d
(T u binga
L oca liz ad a en la con ju ntiva del párpado superior y su fondo de saco,
ofrecía el aspecto de un tracom a o de una con ju ntivitis de P arin au d .
E l a n álisis histológico y el cuadro hem ático fijaron el diagnóstico.
O scilaciones de la presión ocular tra s contusiones del globo
D
r.
E.
M
arx
y Sra. A .
E.
Q
uartero
(R oterdam )
T r a s una contusión violenta, con d esgarro de coroides, desprendim ien­
to p erip ap ilar de esta m em brana v retroflexión de la porción superior del
iris, gran d es oscilaciones de tensión de cero a 130 m m . v a ria s veces repe­
tid a, p ara q u ed ar por fin estabilizada al cabo de cuatro sem an as. H acen
PRENSA OFTALMOLÓGICA
51
depender estos cam bios de la irritación y sedación altern ativas' de los ner­
vios sim páticos reguladores del calibre de los vasos de la úvea.
E tio lo g ía de la p ap ila de estasis.
—
P
rof.
D
r
. C. C
h a r l in
( S a n t ia g o d e C h ile )
D e 52 casos que abarca su estadística, 26 se debían a neofonmaciones
in tracran eales (7 gom as), 19 a afecciones sifilíticas, 7 a la urem ia, 2 a m e­
ningitis j j a cau sas diversas. E n las neoform aciones casi siem pre existían
síntom as focales (16 veces en 19 enferm os).
U n individuo con estasis, incapaz de valerse por sí solo, con síntom as
de foco, presión san gu ín ea norm al, sistem a cardiorrenal intacto, hiperten­
sión del líquido cefalorraquídeo con albúm ina aum entada y pocas células,
es el enferm o tipo de tum or intraoraneal.
S ífilis . — D e los 19, 7 presentaban sín to m as focales v 12 no. Cuando
existen sín to m as focales, el cuadro es m uy parecido al de los tum ores, pero
el líquido es rico en células y el W asserm an n positivo. Sin em bargo, como
el aum ento de elem entos form es en el líquido no es un dato constante, con­
viene siem pre h acer un tratam iento de prueba antisifilítico.
En el segundo grupo de sifilíticos (sin sín tom as de foco) el cuadro del
líquido fué siem pre m uy variab le : m uchas células y W asserm an n positivo
o lo contrario. T o d a estasis de etiología dudosa debe ser som etida a trata­
miento antisi'filítico.
U rem ia. — L o s enferm os acu san estas características : fuerte hiperten­
sión san gu ín ea, insuficiencia renal, estado general m alo v sistem a cardio­
va scu la r alterado. 'L a estasis urém ica es una retinitis album inúrica sin reti­
nitis. Com o tratam iento : régim en alim enticio y sa n g ría s repetidas ; aunque
h aya sospecha de sífilis no se in stituirá el tratam iento específico.
T u bercu lo sis. — E levacion es de tem peratura, m al estado gen eral, sín ­
tom as de irritación m eníngea y líquido con albúm in a au m en tad a, linfocitosis, m enos cloruro sódico y bacilos en ocasiones.
E n tre las cau sas d ive rsas figuran : una m eningitis postan gin osa ; una
hipertensión esencial del líquido cefalorraquídeo ; una eclam psia y una de
origen sin u sal.
A sí, pues, por el hecho de encon trar una
inclinarnos a adm itir un tum or de cerebro y
pues en m ás del 50 por 100 de los casos se ve
procesos susceptibles de ser influidos por un
papila de estasis no debemos
recom endar una intervención,
que la estasis obedece a otros
tratam iento m édico general.
T ratam ien to de la s inflam acion es de con jun tiva y córnea, del
tracom a especialm ente, con bicarbonato sódico, como conse­
cuencia de in vestig acio n es del pH de la secreción conjuntival. — D r . B . v. P e l l a t h y y D r . H . S c h n e i d e r (Budapest).
E x a m in a d a la secreción conjuntiva! de 80 individuos, encontraron d is­
m inuido el pH constantem ente en los afecto s de con ju ntivitis y queratitis,
por lo que estando atacada a la acidez dicha secreción, la adición de álcali
pondría a los tejidos en m ejores condiciones de ludha. Em pezaron con in­
vecciones de bicarbonato sódico al 1 por 100, procedim iento doloroso que
PRENSA OFTALMOLÓGICA
52
substituyeron por la aplicación de la substan cia en polvo en la clínica y el
colirio a dom icilio al 5-8 por 100 o com presas al 2-3 por 100. E ste tra ta ­
m iento siem pre resultó beneficioso.
E n el tracom a el espolvoream iento después de raspado, unido a los
m idriáticos, v a m uy bien.
T am b ién en las con ju n tivitis orónicas no infecciosas y en las úlceras
dió buenos resultados. Se cu idará d : no ap licar sim u ltáneam ente el b icar­
bonato y los astrin gen tes ; de uno a otro rem edio se d ejará p a sa r de m edia
a una hora.
Fo to te ra p ia de la s enferm edades o cu la re s con la lá m p a ra de
irra d ia ció n u ltra v io le ta focal m odelo II. — P r o f . D r . A . G u rm ann
(iBerlín).
U tiliza como foco la lám p ara W olfraim too W . de cristal tran sparente
a los u ltravioletas filtrad o por uviol y condensado por lente de cuarzo de
20 D . ; alcan za rad iaciones h a sta de 280 /í/x. D osis : 30-50 p or 100. D. E .
V a m uy bien en eczema de los párpados y blefaritis m arg in al ; en ésta
se activan lo s efectos aplicando previam ente al borde del párpado fluoresceína al 2 por 100.
E n las con ju ntivitis crónicas, previa eversión del párpado y sen sib ili­
zación de fluoresceína, la irradiación de un m inuto y medio repetida cad a
cuatro a diez días, da buenos resultados.
E n la q u eratitis escrofulosa, 5-10 sesiones de uno a dos m inutos.
E n el ulcus serpens se ap licará dos veces al d ía dos m inutos, acom pa­
ñado del tratam iento ordinario.
E l herpes de la córnea y la queratitis superficial curan rápidam ente en
ocho a diez d ías ; actúan aq u í com o específicos.
P a r a el tratam iento de la s iritis se añ ad irá otra lám in a de uviol, su s
tituyendo la lente de cu'arzo por una o rd in aria, p a ra sólo d e jar actu ar a lo s
rayos de 320-500 /í /j..
T ra ta m ie n to de la am b lio p ía ta b a co a lco h ó lica con el n itro esclerán
D
r
.
R.
P
f l im l in
E l nitroesclerán, producto de la casa T o sse de H am bu rgo, es una solu­
ción de nitrito sódico1 2-4 por 100 en suero fisiológico ; su s efectos son
vasod ilatad or e hipotensar. C om o pauta general em pezar por in yectar en
las ven as 0,02 cm 3 de la solución I cada dos o tres días y al cabo de
cu atro o cinco inyecciones poner 0,04 de la solución II, individualizando
el tra ta m ie n to ; a veces se presentan m areos, sensación de congestión y
elevación térm ica que hacen suspender el tratam iento.
E n los 16 enferm os tratad o s se apreciaron m e jo rías, aunque de grado
variab le. N o se ap licará en los casos en que e xista a'rterioesclerosis cere­
bral por el peligro de u n a apoplejía.
A c e rc a del tra ta m ie n to de la s enferm edades del fondo dél ojo por
el n itrito de a m ilo , se g ú n Im re. — D r . ¡VI. P r o c i í s c h (Viena)
'L a inhalación de 1-2 gotas de nitrilo de am ilo olofan te cuatro o
cinco días v a m uy bien en la retin itis p ig m en taria, 9us resultados son
PRENSA OFTALMOLÓGICA
53
variab les en la atro fia de la coroides v de poco valo r en las atrofias del
óptico, m ejora m ucho la sensibilidad lu m inosa y el estado de adaptación,
lo que quizá explique, el beneficio instantáneo que experim entan los en­
ferm os. C ontraindicado en la arterieesclerosis y en la degeneración senil
de la m ácu la.
P a r a la casu ístic a de alteracion es ra rá s de fondo
D r . J. S z e k e l y ( G r a z )
D escribe un colobom a rudim entario en la parte in ferior de la entrada
del nervio óptico y un segundo caso en el que el colobom a rad icab a en la
porción tem poral de la p ap ila.
L a tinción de la córnea, seg'ún Galeno, m ediante el sulfato de
hierro y el tanino, h a y que d a rla al olvido. — D r . S . H o l t h
(O slo, N oruega).
H a intentado revivir el an tiguo procedim iento de G aleno, pero' sus
resultados no le satisfacen , pues el 'tanato de hierro, efecto de la reacción,
es m al tolerado por el ojo en los leucom as vascu larizados. T an to el sulfato
de hierro com o el tanino los em plea al 5 por 100. P a ra obtener una pupila
en leucom as gran d es vascu larizados, lo m ejor es el cloruro platín ico 2
por 100 con hidrato de h id racin a 2 por 100 ; posteriorm ente puede im itarse
el iris con cloruro de oro 2 por 100 e hidrato de hid racina 2 por 100. L a s
sales de p lata, tanto el nitrato com o el lactato dan m anchas poco pigm en­
tad as ; su color varía de castañ o a verde oJiva, según el color de las ano­
m alías tatu ad as.
Contribución al estudio de las an om alías de crecim iento de las
p estañ as. — P o r el D r . F . E i s n e r
U n bulbo aberrante d ab a lu g ar al crecim iento de una pestañ a a través
del fondo de saco in ferior ; el proceso recidivó tres veces, dando lu g a r a
erosiones de la córnea. L a s dem ás pestañ as norm alm ente im plan tadas.
T ratam ien to de la blenorrea de saco por la yodipina
P rok .
D r . A. L o w e n s t e i n
E l hecho de qué bronquiectásicos inyectados de lipiodol con fines ra­
diográficos, m ejo ran de su bronquiorrea, Iha m ovido al au tor a utilizar la
yodipina al 10 por 100, de m ayor poder desinfectante, en las supuraciones
de saco. L o s resultados obtenidos son excelentes, bastando, en ocasiones,
uno o dos lavad os p ara que cesen la supuración y el lagrim eo.
In vestig acio n es clín ic a s sobre las relacion es entre osm osis,
presión a rte ria l y presión ocular. — P r o f . D r . E. W i e c h m a n n
(M agdeburgo)
Poos, en un trab ajo y a anteriorm ente resum ido, dió a conocer la rela­
ción in versa existente entre la glucem ia y la tensión ocular, desaconse­
jando, por lo tanto, el empleo de la insulina en los diabéticos glaucom ato-
PRENSA OFTALMOLÓGICA
54
sos. E l autor, con un m ayor núm ero de observaciones y teniendo en
cuenta el papel de la h idrem ia, e stim a que en el aum ento de tensión por
la in sulin a no sólo interviene la hipoglucem ia, sino la inhibición que la
insulina produce en el funcionam iento 'renal con retención de a g u a. Si la
insulina se da a gran des dosis, h asta producir ataque hipoglucém ico (100
unidades), sobrevienen gran d es sudores y b aja de tensión ocular. L a in­
sulina, pues, teóricam ente em pleada a gran d es dosis, podría ser un m edio
de re b a ja r la tensión en los glau com atosos, y a dosis u su ales no h a y peli­
gro en d arla si al misimo tiem po s e prescribe una dieta pobre en sal v
diuréticos.
E n tre la tensión san gu ín ea y ocu lar no encontró n ingu na relación en
sus experiencias.
¿D esprendim iento de la lám ina zonular, m em branitas depen­
dientes de la cáp su la del cristalin o o precipitados membraniform es? — D r . A. B u s a c c a (San P ab lo, B rasil).
C ree el autor que las m em branitas que V o gt describe como cau sa del
glau com a cáp sulolen ticu lar no son descam aciones de la cristaloides ante­
rior, sino precipitados m em braniform es independientes del cristalin o. Su s
observaciones anatom opatológicas son, por otra parte, controvertidas por
R ehstein er, con el que en este trabajo m antiene discusión.
V id rios de contacto pigm entados an ularm ente en el albin ism o
P r iv .- D
oz.
D
r
. K.
W .
A sch er
(P ra g a )
E n lu gar de los m edios quirúrgicos propuestos por F ried e para com ba­
tir el deslum bram iento de los albinos y del tatuaje de la con ju ntiva palpebral y periferia de la córnea, preconizados por K n app con «1 m ism o fin,
propone el autor el empleo de vidrios de contacto de p e rife ria opaca im i­
tando la esclerótica y el iris, quedando sólo perm eable la pupila, la que en
determ inados casos, si la fotofobia es m áxim a, puede tener el tinte corres­
pondiente al H a lla u e r 6o o U m b ral 25 por 100. E ste m ism o cristal se rv iría
para corregir la am etropía si existiese.
L a refracción de la córnea como carácter hereditario
D
r.
P. J.
iW a a r d e n b u r g
(Arnhem)
E x a m in a la refracción de la córnea en 67 fam ilias, de las que 16 te­
nían descendencia gem elar, y encuentra que: la lev de M endel sólo en
contados casos sirve p a ra d ar una explicación satisfacto ria de las re la­
ciones re fractivas entre padres e hijos. E n el m ayor núm ero se hace pre­
ciso recurrir a la ley de la poliimería, advirtiendo la existen cia de h asta
cinco factores hom óm eros, según W illson -E h le.
R esultados de la <cUeberblicksperimetrie». —
D
r
.
F.
S alzer
(M unich)
T r a s un acabado estudio crítico de los diversos procedim ientos de perim etría y cam pim etría, se ocupa de los resultados obtenidos con el suvo, en
dieciséis años de práctica clínica.
PRENSA OFTALMOLÓGICA
55
E n su perfeccionam iento actu al, la ccUeberblicksperim etrie» puede
considerarse como un valioso procedim iento de exam en que perm ite una
rápida orientación sobre las alteraciones del cam po visu al. N o sustitu ye ni
a la perim etría ni a la ctampimetría de B je rru m , pero estos dos m étodos de
exam en pueden realizarse con su aparato, sin m over al paciente, en blan­
co y con colores de lum inosidad escalonada. E l m ism o aparato sirve tam ­
bién p ara el exam en del sentido lum inoso de la totalidad de la retina o
de cualquier sector de la m ism a. A com pañan al trab ajo 56 figu ras sobre
otros tantos defectos de cam po, determ inados por su m étodo y controlados
con los dem ás;
Ideas a c e r c a de la etio lo g ía de las u v e ítis, esp ecialm en te
sobre la s de « ca u sa desconocida». — D r . W . G i l b e r t (H am burgo)
E n 1922 dió a conocer una estadística de 500 casos de iridociclitis, de
los que sólo el 17 por 100 eran de etiología no precisable. E n el curso de
estos últim os íaños, se ha ido viendo el im portante papel que en las in fla­
m aciones de la úvea ju e g an la tuberculosis, infecciones focales, sepsis in­
testinales y alteraciones m etabólicas de origen endocrino, cau sas que con­
venientem ente valo rad as h'arán b a ja r a un reducido tanto por ciento las
uveítis que h a sta ahora escapaban a la investigación etiológ'ica.
Consideraciones c rític a s e h istó ricas sobre la turbidez an u lar
de la cristalo id es an terior tra s contusiones (Turbidez an u lar
de Vossius). — D r . M. H a n d m a n n (Dobeln).
E l estudio dilatado de l'a cuestión y 8 casos propios bien estudiados,
le
llevan a las conclusiones que siguen :
1 . a iLas contusiones son la cau sa m ás frecuente pero no exclu siva de
esta form ación anu lar. E n algu n os casos raros, h em o rrag ias espontáneas
o h em orragias tard ías por contusión pueden o rig in arla.
2 .a L a teoría de V o ssiu s de la im presión del borde pupilar del iris a
m odo de sello sobre la cristaloides, determ inante del anillo, h a y que ab an­
don arla. E l anillo de V o ssiu s es sim plem ente 1111 depósito an u lar o discoi­
deo de precipitados sobre la cristaloides, 'a p artir de la cám ara anterior.
L a porción central de la cápsula del cristaJino, la correspondiente a la zona
pupilar, tiene especiales condiciones de aspereza, porosidad y perm eabilidad
que l'a hacen m uy propicia p ara el depósito y aun inclusión de los corpúscu­
los pulveru lentos existentes en la cám ara anterior.
3 .a Interrupciones tran sito rias o retardos en la circulación de la co­
rriente del hum or acuoso favorecen probablem ente la form ación del anillo
o disco.
4.a L a rareza en p resen tarse el anillo depende de que su form ación
requiere la existencia de num erosos factores favorab les que sólo por e x ­
cepción se presentan juntam en te.
5.a L a com posición del anillo queda por determ inar, pues aunque la
estructura de la imanch’a, finam ente g ran u lo sa, h ab la en favo r de su n atu­
raleza p ig m en taria, todo Jo dem ás inclina a pensar que se trate de san g re
o de productos derivados de la m ism a.
56
PRENSA OFTALMOLÓGICA
A cerca de las posibilidades de aclaram ien to de las m anchas de
la córnea. — D r . R . F r i e d e (Iagerndorf)
E l aclaram iento espontáneo puede A chacarse en parte a la existen cia de
su b stan cias especificas en lin fa y san gre y tam bién al m a sa je que los p árp a­
dos en su s m ovim ientos, realicen sobre la cicatriz y al q uim ism o de las
lág rim as. E n los niños pequeños (lactantes), sabido es que las turbideces
llegan hasta a d esaparecer merced a la in u sitad a fu erza regeneradora de
su organism o, pero a p artir de los cinco años ya poco puede esperarse de
esta facultad n atu ral.
L o s m edios em pleados con fines aclaran tes, excluida la queratoplastia,
pueden d ividirse en tres grupos :
i . ° M edicam en tosos. L a m ayor parte son sub stan cias dotadas de es­
caso poder irritan te, por lo que actúan m ás bien por leucoserosis, siendo
su s efectos m uy m oderados. Aquí figuran las in stilaciones de tin tura de
opio, colirio astrin gen te am arillo, de tiosinam in a, pom adas de calom el v
óxido am arillo, dionin'a a diversas concentraciones, etc. E n determ inados
casos las in stilaciones de benzoato de litio al i p or 100 (Mazel) y de hiposulfito sódico (M árquez), de com probarse lo que dichos autores afinman,
darían m uy buenos resultados.
H a sta la fecha parece ser que lo que m ejor va es la iontoforesis al
cloro y yodo.
2 ° L o s m edios operatorios incluidos en este grupo (raspado, legra­
do, extirpación, incisiones), determ inan una irritación m ás acentuada so­
bre la cicatriz, a la que lia córnea tiene que responder necesariam ente con
un proceso regen era ti vo m ás o m enos acusado. C om o estas intervenciones
tienen su indicación en las cicatrices superficiales, se requiere un estudio
previo de la cicatriz a la lám p ara de hendidura.
3 .“ R e su lta de la com binación del i . ° v del 2.°. U n m étodo reciente­
m ente preconizado es el raspado de la cicatriz y frotación consecutiva con
aceite de W in tergrü n . A juicio del autor, no vale lo que cuesta, pues due­
len m ucho durante uno a dos días el ojo y la cabeza, v a cla ra poco. L a
dionina en sub stan cia, previo raspado, le suple con ven taja. L a .aplicación
de cloruro sódico en su b stan cia, a seguido del raspado, da b astan te dolor v
poco éxito, y otro tanto le ocurrió con la solución concentrada de oxicianuro. L a tiosinaimina al 15 por 100, frotada sobre incisiones lineales de la
cicatriz, em peoró la situación.
C ree, sin em bargo, que en este grupo debe trab'ajarse y que no será
im posible d ar con algo verdaderam ente eficaz.
O tro medio que .también puede ser 'investigado son los rayos X a dosis
pequeñas activadoras de la m itosis.
E n breve prom ete dar a conocer los buenos resultados obtenidos m e­
d ian te la q u eratoplastia perforan te, según K ra u p a .
Sobre un caso de degeneración am iloid ea p rim aria de la córnea
D
r
.
E. F.
L
e w ic o j e w a
.(Moscú)
E l exam en histológico de la córnea dei caso que presenta, dió como
resultado el h allazgo de un tejido anorm al dispuesto en dos zonas ; una
PRENSA OFTALMOLÓGICA
57
profunda, esponjosa, m uy rica en vaso s, aunque alterados, y ota^a subepitelial com pacta, .ambas in filtradas de una substan cia hom ogénea con las re­
acciones propias de la m ateria am iloide. E n la zona esponjosa el depósito
hialino parece h ab erse realizado a p artir de los vasos, m ientras que en la
superficial aparen ta ser resultado de una verdad era degeneración de ]'a?
lam in illas. Com o en los casos descritos por . otros autores no se hace m en­
ción de la existen cia de vaso s, hecho fu ndam ental p'ara la explicación p a ­
togénica del proceso, piensa el autor o que pasaron desapercibidos por las
grandes alteraciones que presentan o que los exám enes histológicos re ca­
yeron en períodos menos propicios.
O bservacion es a ce rc a del v a lo r p rá ctico de la lá m p a ra de cobalto
de R o ssler, en el exam en de la refracción.
—
D r.
K.
A p in
(R ig a , Leton ia).
Opin'a que por ah ora no es recom endable, pues los errores son muy
frecuentes. D ebe laborarse, sin em bargo, aprovechando el -mismo principio
utilizado por R o ssle r p ara determ inar h asta qué punto es susceptible de
derivaciones prácticas.
A M E R IC A N JO U R N A L O F O P H T H A L M O L O G Y
M
arzo
de
193 i
De las m em branas lam elares de la superficie anterior
del crista lin o . — H o l l o w a y y C o w a n
D espués de una revista de la literatu ra, p asan los autores a describir
4 casos que contribuyen a ilu strar los trastornos de la lám in a zonu lar de
la cápsula anterior del cristalino, que alg u n as veces están relacionados con
lesiones debidas al calor o a o tras cau sas.
T ratam ien to de las infecciones de la órbita. —
G
reen
G reen trata de un grupo de casos, unos de ellos ciertos y otros sim u­
lados, de estas infecciones, tratad os por los métodos apropiados a cada
caso. E n algu n os se em plearon apropiados m étodos conservadores ; en otros
fué necesaria una m oderada intervención q u irú rgica ; m ien tras otros requi­
rieron m edidas rad icale s p ara lim itar la infección y s a lv a r la vid a de los
pacientes.
Com plicaciones o rb ita ria s en las sin u sitis. — V a i l
L a s com plicaciones orbitarias m ás usuales en las sin usitis son mucocele,
osteoperiostitis, tum efacción difusa orbital, abscesos, com plicación del n er­
vio óptico, uveítis y trastornos funcionales, particularm ente en los m úsculos
in frao cu lare s y extraocu lares. L o s sín to m as m ás o m enos constantes son
lagrim eo, edem a de los p árp ados, episcleritis fugaz y proptosis. D escripción
de cinco casos.
58
PRENSA OFTALMOLÓGICA
P icad u ra de abeja en la córnea. — Y
oung
E n este trab ajo está m inuciosam ente revisad a la literatu ra concerniente
a la s picad u ras de ab eja y o tras lesiones an álog as, considerando principal­
m ente la an atom ía v la quím ica de los agu ijon es y la base de v a ria s com ­
plicaciones de lesiones, como el glau com a y el absceso corneal. E s tá citado
un caso en que la córnea h ab ía recibido dos picad u ras de ab eja y el paciente
tuvo que s u frir la enucleación del ojo a causa de los sufrim ientos y de la
irritación . P a ra la extirpación de los agu ijon es fueron necesarias cuatro
operaciones bajo an estesia.
A spectos bacteriológicos e inmunológ-icos de la iritis. —
K
olm er
E n los casos de iritis que pueda ser debida a infección focal deben
aprovecharse las v e n ta ja s que proporciona el estudio bacteriológico y expe­
rim ental del tejido del iris y del hum or acuoso. K o lm er h ace resaltar la
posibilidad de que la iritis y o tras afecciones con ella relacion adas, pueden
ser debidas a exotoxin as solubles d erivadas de estreptococos o de otras b ac­
terias en focos de infección distantes.
Infecciones endógenas en la etiología de la iritis aguda
SCH N ABEL
D e un grupo de casos de uveítis ha sacado Schnabel algu n as conclu­
siones sobre la probable influencia de la infección focal sobre el trastorno
ocular. M ien tras m uchos ataques in flam atorios se calm an prontam ente
después de la elim inación de infecciones endógenas, otros pacientes sufren
recaídas a pesar de la elim inación, habiendo tam bién ataques que ceden
sin p restar atención a la infección focal, aunque éstos existan m an ifiesta­
m ente.
V aluación de factores etiológicos en la iritis aguda
H
o llow ay
E l autor valú'a los sigu ientes factores respecto a la iritis aguda según
su im portancia en el orden indicado : i.° , infecciones focales ; 2 .0, sífilis ;
3 .0, cau sas in determ in adas ; 4.0, tuberculosis probable ; 5 .0, enferm edades
in feccio sas y exantem a ; 6.°, afecciones de la piel.
Hipótesis referentes a la lla m a d a am bliopía exanopsiá
H
ow ard
M
orton
E l autor considera equivocada la denom inación «am bliopía exanopsiá».
D ice que los ojos ¡a los cu ales se aplica esta denom inación son con génitam en te am blíopes por cau sa de defectos relacionados con la neurología es­
tru ctural y funcional, con visión m acu lar y a veces paraim acular im perfec­
ta ; de m odo que la am bliopía es realm ente la cau sa y no la consecuencia
de exanopsia.
ÍNDICE V ANÁLISIS
IV . — IN D IC E
Y
A N Á L IS IS
59
B I B L IO G R A F IC O S
'Causas y prevención de la ceguera. — P o r el
D
r
. M
é r id a
N
ic o l ic h
(M álaga)
P o n en cia oficial p ara la ((Conferencia M undial de T ra b a jo s para los
C iegos». N u e v a -Y o rk , .abril de 1 9 3 1 . — M .
L a o rgan ización social de los cieg o s en F ran c ia , In g laterra,
B é lg ic a y Holanda. — P o r el D r . M é r i d a N i c o l i c h (M álaga)
M em oria de un v ia je de estudios, pensionado por Ja Ju n ta p ara am ­
pliación de E stu d io s e In vestigacion es C ientíficas en el E x tra n je ro (julioseptiem bre de 1929).
A unque resulta retrasad a la publicación, es un inform e que despierta
el interés de .todos, por d iv u lg a r entre nosotros el estado de esta cuestión
tan trascendental. E l au tor pondera entre todas las organizacion es, la que
en In g la terra se h a dado al problem a, que ha adquirido tan ta im portancia
desde la g u erra europea v que de un modo harto sensible aum entó el
núm ero de ciegos. — M.
Contributo a lia ca su ístic a delle lesioni ocu lari da vaccino
D
r
.
M.
D
e- P e t r i
(Italia)
(Contribución a la casu ística de las lesiones oculares de la vacuna)
El autor aporta 6 casos de infección vacun al de los párpados, de los
cuales 5 se 'referían a m adres que se habían infectado asistiendo a sus
hijos que h ab ían sido vacunados, y el sexto era de una niña que se infectó
de la pústula cau sada por la propia vacuna de su brazo. E n este últim o la
m arch a fue b en ign a, y en los dem ás se desarrolló con extrem a gravedad,
aunque en 4 la acción del tratam iento fué favorab le. (L e ttu ra o fta lm o ló g ica ,
m ayo de 19 3 1.)
L ‘oculo-m iasis (L a m iasis ocular). —
D
r
. G.
M
ontan elli
(Italia)
E l autor aporta 4 casos de o ftalm om iasis extern a .que observó en su
clientela, y estudia, h asta en el terreno experim en tal, la patogenia, el cu rso
y el resultado. E n sus enferm os, la enferm edad procedía de accidentes del
trab ajo. (L e ttu ra o ftalm o ló gica, m ayo de 19 3 1.)
S u lla circolation e arterio sa del m ascellare superiore e d ell'an tro
di H igm oro n ell‘adulto. — D r . F e r r e r i G i o P e ru g ia (Italia)
V aliéndose de in dagaciones rad iológicas en cad áveres de adultos, inyec­
tados por Jas carótidas con suspensión de .minio en vase lin a, h a estudiado
el autor la disposición de los ram os colaterales anteriores de la 'arteria m a­
60
ÍNDICE Y ANÁLISIS
x ila r in te rn a, que van a distrib uirse en el tejido del m a x ila r superior del
antro de H igm oro, habiendo podido establecer que existe una com unicación ■
súperoan terior (o m axiloorbita-ria) que, según cree, es suborbitaria y otra
p ósteroinferior (m axilop alatin a) que, según cree, es alveolar superior. (R iv is ta O to-N eu ro-O ftalm o ló gica, m ayo-jun io 19 3 1.)
Pan n us corneale ulceroso recid ivan te, in rapporto a lia
m enstruazione (P annu s corneal recidivante en relación con
la m enstruación).
—
D
r
.
I.
N
eu sch ü ler
(Rom a)
E l au tor h a podido ob servar un caso de pann us tracom atoso recidi­
vante, c u y a s agravacion es coincidían con la m enstruación.
A poyándose en datos recogidos en la- literatura m édica, respecto a las
relaciones existentes entre la m enstruación y las enferm edades oculares,
cree que d ich as lesiones, especialm ente las de la córnea, dependen de alte­
racion es m etabólicas, celu lares, 'relacionadas con trastornos del sim pático,
debidos a -modificaciones de las g lán d u las de seoreoión interna, cuyo funcio­
nam iento su fre un desequilibrio en el período m enstru al.
H abiendo observado el autor que las ulceraciones recidivantes resisten
a todo tratam ien to que no sea la autohem ioterapia, cree que -esto sólo se
exp lica por dos razones, a saber : por el hecho conocido de la m ejoría del
tracom a bajo la acción del autosu ero y por la probable inm unidad adquiri­
da contra la toxina m en stru al (L ettu ra oftalm ológica, junio de 19 3 1.)
R icerch e sp erim en tali e observacion i cliniche su l coniportaniento
e sul m ecanism o d ella reazione p u p illare a lia con vergen za
(In vestigacio n es experim en tales y observaciones clín icas acerca del
com portam iento y sobre el m ecanism o de la reacción pupilar a la con­
vergencia). — Por e-1 D r. V . G u a l d i .
E l autor, con experim entos practicados por m edio de lentes y p rism as,
ha conseguido disociar y a sea ópticam ente, o bien por acción concom itante,
independizar la acom odación de la convergencia y entram bas de la fijación
p ró xim a. H a dem ostrado, com o consecuencia de los resultados de dichos
experim entos v de consideraciones deducidas del exam en de casos clínicos y
de los a n á lisis del m ecanism o de la reacción , que la contracción pupilar que
se verifica en la fijación de la visión pró xim a, no es un reflejo ni una re­
acción equivalente a la acom odación y a la con vergen cia, sin o un m ovi­
m iento concom itante a la m ism a con vergen cia ; y que, por (¡reacción pupilar
a la -convergencia» se debe entender solam ente la típica y estable reducción
p u p ila r que se -efectúa al m ism o tiempo y prqporcionalm ente al m ovim iento
de convergencia de los bulbos oculares. (B olletin o d ’ O culística, agosto 1 9 3 1 .)
Élém ents de Biom icroscopie O culaire
L o s doctores Lém oine y V a lo is han tenido el acierto de publicar en
una obra de m ás de 300 p ág in as cuantos datos son precisos p ara que una
persona m edianam ente instruida en nu estra especialidad pueda lle g ar a
vencer en breve plazo las num erosas dificulades que ofrece el dom inio del
ei
ÍNDICE V ANÁLISIS
moderno método de reconocim iento. Adem ás del texto, com prende 156
grabados que hacen m ás asequible el conocim iento de todos los detalles
que la técnica presenta y que h a ría n necesaria la intervención del m aestro
p ara su conocim iento eficaz.
Em p ieza el libro con la exposición de los principios generales de la
biom icroscopia tratados de un m odo asequible a l'a m ayoría de los oftalm ó­
logos, y p a s a después al exam en de los diferentes tejidos del ojo, p a ra ir
detallando las lesiones que en ellos se desarrollan, abundando los d'atos clí­
nicos que sus autores, tan duchos en el m anejo del aparato, se com placen
en aportar.
Aun p resen tada p or tan hábiles m aestros, la cuestión presenta dificul­
tades, y a que no b asta la descripción oral para suplir detalles de técnica,
con los que a veces en un m om ento puede e vitar un hábil práctico largos en­
sayos, que ponen a prueba la paciencia del aprendiz durante repetidos y pe­
nosos en sayo s ; pero de todos m odos facilitan notablem ente su estudio y su
dom inio, y adem ás puede servir p ara los que, conociendo el procedim iento,
deseen com prender sus detalles m ás com plicados, para dom inar por com ­
pleto el procedim iento.
L a obra ha sido editada por M asson y C .a, editores, P a rís. — M.
L a reacción de los linfáticos; de la con ju n tiva bulbar en la
infección tuberculosa
E l D r. J . L ijó P a v ía publica en los A rch ivo s de T isio lo g ía , de B uenos
A ires (marzo de 19 31) un trab ajo sobre tan im portante tem a, en el cual
sostiene que la reacción de los lin fáticos de la conjuntiva bulbar es an áloga
a la que produce la flictena y la form a d ifu sa de pequeños folícu los disem i­
nados. C ree que dichas m anifestacion es están íntim am ente ligad as al pro­
ceso de inm unización contra la tuberculosis, y adoptando la doctrina de
B a n k e , que distingue tres casos en la evolución de la infección tuberculosa
y desarrollándose en la segund a los procesos biológicos que llevan a la in­
m unidad, clasifica las alteraciones descritas, en esta segund a fase.
L a evolución de la infección tuberculosa está som etida a las m ás di­
versas cau sas : reinfecciones, enferm edades astenizantes, su rm en age (en
buen castellano, ponosis), y senectud, que, provocando sensibles variacio ­
nes de las reaccion es alérgicas, pueden favo recer la aparición de alteraciones
lin fáticas generales, regionales o locales, en cu alquiera época de la v id a .— M.
Dos casos de m en in gitis sero sa con edem as de la papila
D
re s.
R
ollet,
P a u f iq u e y
L
it e
B
ussy
E n el prim er caso se tratab a evidentem ente de sífilis, pudiendo ser eli­
m in ad a la posibilidad de una papilitis ; curación por el tratam iento antisifi­
lítico. E n el segundo caso se pensó prim ero en un tum or in tracran ean o ; la
etiología no pudo d eterm inarse con certeza ; la curación re q u irió mucho
tie m p o ; las punciones lu m b ares ejercieron favorable influencia en el edema
papilar. (S o c . d ’ Ophtkdm. de L y o n , sesión del 13 de enero de 19 3 1.)
62
VARIA
V. — V A R I A
Com unicaciones del Consejo Internacional O ftalm ológico
I. E l X I V C ongreso Internacional O ftalm ológico se celebrará en
M adrid a principios de abril de 19 33. L o s tem as principales que van a ser
tratados en este C on greso, son :
a) iLa t u b e r c u l o s i s d e l i r i s y c u e r p o c i l i a r . — M étodos m odernos
d el tratam iento. P o n e n te : D r. E . V . L . B ro w n , U n iversity of C hicago,
950 E . 59th. Street. C h icago I I I . (U . S . A.) A n atom ía patológica. Ponen­
t e : P ro f. D r. ]. Igersh eim er, B re n tan o strasse 1, F ra n k fo rt a. M ain (Ale­
m ania). D iagnóstico y diagnóstico d iferen cial. P o n en te : D r. H enri L a ­
g ra n g e , 5, avenue Danie.! L esu eu r, P a rís V I I (F ran cia).
b) D e s p r e n d i m i e n t o d e l a r e t i n a . — E tio lo g ía . Ponente : D r. H . A rru ­
g a , A ragón 2 7 1, B arcelon a (E spañ a). T ratam ien to m édico. P o n e n te : Doc­
tor G. O vio, V ia le C astro , P retorio 66, R o m a (Italia). Tila tu m iento opera­
torio. Ponente : P ro f. D r. A. V o g t, R á m istra sse 73, Zürioh (Suiza).
Se ru ega a aquellos que h an publicado artículos que de cu alq uier modo
tengan relación con estos dos tem as, los envíen a los señores ponentes.
I I . iL'as com unicaciones hachas en este C ongreso deben principalm ente
corresponder a estos dos tem as. Sin em bargo, serán reservadas dos o tres
sesiones, entre las cu ales hab rá una sesión de dem ostración p ara com u­
nicaciones libres.
E l núm ero de conferencias será lim itado, tanto de aq uéllas que co­
rresponden 'a los tem as principales como los de la s conferencias libres. Por
eso estas con feren cias deben estar ni m ás tardar el 1 de diciem bre de IQ32
en poder del Secretario del C onsejo In tern acion al de O ftalm ología.
A fin de poder a se g u ra r la m ejor elección de todos los tem as, una C o ­
m isión Internacional de ocu listas ex'am inará prim ero todas las conferencias
enviadas. L o s que h an enviado con feren cias, recibirán después una com u­
nicación anunciando si podrán ser d esarrollad as o no.
I I I . Sobre las relaciones que fueron publicad'as en el X I I I C ongreso
Internacional O ftalm ológico, como lo h abía rogado el C onsejo In tern acio­
nal O ftalm ológico, todo el cuerpo de in form ad ores tom ará decisiones defi­
n itivas durante el X I V C ongreso. E sta s decisiones serán com unicadas 'a los
ocu listas in dividualm ente, a las sociedades oftalm ológicas y c. q. a los go­
biernos, p ara poderlas ap licar prácticam ente si es posible.
P o r eso se ru ega con in sisten cia a todos los ocu listas que todavía pudie­
ran hacer observaciones o críticas sobre las conclusiones de las relaciones
arriba m encionadas (las cuales se pueden h'allar en el tomo IV de las
a c ta s del X I I I C on greso Internacional O ftalm ológico) que com uniquen
estas observaciones o críticas antes del r.° de m ayo de ig%2 al secretario
del C onsejo Internacional O ftalm ológico.
IV . E l ponente del tem a «A natom ía p atológica de la iridociclitis tu­
berculosa», P ro f. D r. J . Igersh eim er, ruega a todos Jos que posean prepara­
ciones especiales o cortes de casos de iridociclitis tuberculosa, se las en­
víen lo m ás pronto posible p ara su inspección.
VARIA
63
L o s ocu listas que deseen am p liar en el extran jero el conocim iento de
su especialidad, sea por una corta visita a clínicas del extran jero, sea por
una visita m ás la rg a como voluntario, podrán dirigirse al secretario del
Consejo In tern acion al O ftalm o ló g ico , quien, tratará de obtener p ara él lo
que desea.
V I . Se
en el año 1929 durante el X I I I C on greso Internacional
celebrado en Scheveningen, que se estableciese una biblio­
teca oftalm ológica. Y a se coleccionan allí la m ayo r parte de las revistas o f­
talm ológicas. 'L'a biblioteca e stá establecida en ILeyde (Leiden). T ra ta r á , de
aquí en adelante, de coleccionar todo lo -que se publique en el terreno de
la oftalm ología. E s por eso que se ru ega cortésm ente a los colegas que en­
víen un ejem plar de su s publicaciones (en fo rm a de artículos de revista,
libros, disertaciones, etc.) al bibliotecario de la B ib lio teca Internacional
O ftalm ológica, Sr. D.r. J. K roo n , S tatio n sw eg 25, L eyd e (Leiden), H olanda
S egu irán n u evas com unicaciones sobre la m anera de tra b a ja r de la b i­
blioteca.
P o r el C on sejo In tern acion al O ftalm ológico, E l Secretario : E . M arx,
In vich tin g voor O oglyders. O ostm olen w erf 5, R otterdam (H olanda).
r e s o lv ió
O fta lm o ló g ic o ,
N oticias
ILa Sociedad O ftalm ológica de B uenos A ires celebrará el próxim o C o n ­
greso H ispano-A m ericano de O ftalm ología en S an tiag o de C hile, durante el
mes de febrero de 1932, siendo encargado del C om ité central organizador,
e.l P ro f. C h arlin , de San tiag o de C hile. E s to s A r c h i v o s hacen votos por el
feliz éxito de la A sam blea. — M.
N u estro activo y distinguido colaborador, D r. H a n s L au b er, que desde
hace m ás de veinte años viene colaborando en A r c h i v o s , en cargad o de la
reseña de las A ctas de la Sociedad O ftalm ológica de V ie n a, ha sido elegido
profesor nu m erario de oftalm ología de la U n iversidad de V a rso v ia , cu ya
cátedra com enzará a desem peñar desde este m ism o curso.
P a ra los que conocem os las alt’as dotes de inteligencia v de actividad
que reúne el D r. L au b e r, no cabe duda de la brillante actuación que des­
arro lla rá al frente de la enseñanza oftalm ológica en l'a U niversidad de
la capital polaca. — D r . M . M e n a c h o .
N uestro director, el P ro f. M árquez, catedrático de o ftalm o lo gía en l'a
F a c u lta d de M edicina de M adrid, asistió el dom ingo 15 de noviem bre,
invitado por la «Société d ’O phtalm ologie de P arís» a d ar una conferencia
sobre : L a s com bin aciones cilindricas y la esquiascafrig con cilindras, con
m otivo de h ab er sido elegido para dicha C orporación como socio de honor,
distinción que nuestro com pañero ostentará, así como los doctores Nordenson y G alle m ae rts. T a n alta distinción es un merecido hom enaje a los tra ­
bajos del D r. M árquez, que le ¡han valido el crédito de su personalidad
científica.
E n la m ism a ocasión, tom ará parte a la reunión de la « L ig a In ter­
nacional de la lucha contra el tracom'a» (día 13) v en la ((Asociación In ter­
nacional para la prevención de la ceguera» (día 14).
SUMARIOS DE REVISTAS DE OFTALMOLOGÍA
64
V I.
— S U M A R IO S D E
R E V IS T A S
DE
O F T A L M O L O G IA
(Publicados por acuerdo de la Conferencia Internacional de La H aya, julio 192T)
R e v ista Oto - Neuro - O ftalm ológica y de C iru g ía neurológica
S u m a r io
núm .
del
io .
O ctu b re
de
193i
D r. A . M a g it o t : E l h u m o r acuoso en el glaucom a.
D res. M . T e u liére s y ] . B e a u v ie u x : L a s m an ifestacion es oculares tar­
días en la en cefalitis epidém ica.
D r. F . González V a n r e ll: Sín tesis.
D r. B e rfo rt M attos : P h otograph ia a cores do fundo do olho hum an o.
D r. ] . L . P a v ía : L a re tin o g ra fía en colores. P rim e ras experiencias de
fo to g rafía directa del fondo de ojo con p lacas y film s outócrom os.
S u m a r io
del
núm
.
i i
.
N
o v ie m b r e
de
1931
D r t ] . L . P a vía ■: L a crotm orretinografía o la re tin o g ra fía en colores.
P rim e ra s experiencias de fo to grafía directa del fondo de ojo con placas y
film s autóorom os.
D r. P . B a M a r t : 'L a s oscilaciones de la a g u ja en el tonómetro.
A m erican Jo u rn a l of O phthalm ology
S u m a r io
del
núm
.
io
. O
ctubre
de
193i
L t . C ol. R . H . E l l i o t : Som e after-th ough ts on trephining fo r glau com a.
P a u l L . D ay, W illiam C . L an gsto n and C. S . O 'B r íe n : C ataract and
other ocu lar ch an g es in yitam in 'G deficiency.
E u g e n e M . B la k e : Spontaneous extru sión of intra-ocular foreign bodies.
H en ry M . E m m o y s : T h e use o f fascia lata in an exten sive keratocele.
L eo L . M a y e r : Epinephrin in p ro gressive m yopia.
C.
E t F e rre e a n d G ertrude R a n d : T h e effect of relation to background
on the size and shape of the form field fo r stiimudi of d ifferen t sizes.
E v e re tte I . E v a n s and R u th K e r n : T h e relation o f the parathyroid
glan d to cata ra ct.
G . F . M un n s : A ccidental vaccination of the evelids.
A m brose E a r¡e E d g e r t o n : A m o n th ’ s S e r v ic e w i t h D r. H olland a t
Sh ik a rp u re , India.
F . B ru ce F ra lic k and M ary E lle n F ra lic k : R ap id hot celloidin m ethod
of im bedding w hole eves fo r m icroscopic study.
S a ra d in d u S a n y a l : Periodical excretion of calcium urate from the conju n ctiva.
Im p r e n ta
L A NEOTIPIA
:
libia, de Cataluña. 116 . Tel. 73701
BARCELONA
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