l crecimiento personal y las relaciones positivas en profesionales de

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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LAS EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Trabajo Fin de Grado
Crecimiento Personal y
Relaciones Positivas en
profesionales de la
salud: cuando la
Inteligencia Emocional
puede ser una ventaja
Alumno: Rocío Cruz Jerez
Tutor:
Dpto:
Prof. Dª. Mª Pilar Berrios Martos
Psicología
Junio, 2014
ÍNDICE
Página
Resumen y Palabras clave
4
1. Introducción al concepto de Inteligencia Emocional
5
1.1 Antecedentes de la Inteligencia Emocional
5
1.2 Modelos de la Inteligencia Emocional
9
2. Evaluación de la Inteligencia Emocional
14
2.1 Medidas de auto-informe
14
2.2 Medidas de ejecución
17
2.3 Medidas de observación externa
18
3. Aplicaciones de la Inteligencia Emocional
18
3.1 Beneficios en la salud
18
3.2 Beneficios en el trabajo
19
3.3 Beneficios en el ámbito educativo
21
4. Avances empíricos en el estudio de la Inteligencia Emocional
22
4.1 Estudios sobre Inteligencia Emocional y el Síndrome de Burnout
22
4.2 Estudios sobre Inteligencia Emocional y el Bienestar Psicológico
23
5. Objetivos e Hipótesis de trabajo
24
6. Metodología
25
6.1 Participantes
25
6.2 Procedimiento
25
6.3 Instrumentos
26
2
7. Resultados
27
7.1 Análisis descriptivos y de correlaciones
27
7.2 Análisis de regresión
28
8. Conclusiones
31
9. Referencias
34
3
Resumen
El objetivo de este estudio ha sido comprobar si existe relación entre la Inteligencia
Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB), el Crecimiento Personal (CP) y las Relaciones
Positivas con los demás (RP). Para ello se ha trabajado con una muestra de 115 enfermeros
activos (80 mujeres y 35 hombres) con edades comprendidas entre 22 y 60 años (M=41,7;
DT=9,25) a los cuales se les administró el “Trait Meta-Mood Scale” para evaluar la IE, el
“Maslach Burnout Inventory” para evaluar el SB y la “Escala de Bienestar Psicológico” de
Ryff para evaluar el CP y las RP. Los resultados más importantes indican que las personas
con mayor Claridad y Reparación Emocional poseen mayores niveles de crecimiento personal
y relaciones positivas con los demás. Además, también encontramos que la Realización
Personal es buen predictor del crecimiento personal mientras que la Reparación Emocional
predice las relaciones positivas, el crecimiento personal y la realización personal.
Palabras clave: Inteligencia Emocional, Burnout, Crecimiento Personal, Relaciones
Positivas, Enfermería.
Abstract
The aim of this study was to determine whether there is a relationship between emotional
intelligence (EI), the burnout syndrome (SB), Personal Growth (CP) and Positive Relations
with others (RP). This work was done with a sample of 115 active nurses (80 women and 35
men) aged between 22 and 60 years (M = 41.7, SD = 9.25) to which were given the "Trait
Meta -Mood Scale "to evaluate IE, the" Maslach Burnout Inventory "to assess the SB and the"
Scale of Psychological Well-Being "from Ryff to evaluate the CP and RP. The main results
indicate that people with greater clarity and emotional repair have higher levels of personal
growth and positive relations with others. In addition, we also found that personal
accomplishment is a good predictor of personal growth while the emotional repair predicts
positive relationships, personal growth and personal accomplishment.
Key Words: Emotional Intelligence, Burnout, Personal Growth, Positive Relations, Nursing.
4
1. Introducción al concepto de Inteligencia Emocional
El concepto de inteligencia emocional (IE) es un término reciente, si bien en las últimas
décadas ha provocado un gran número de publicaciones entre la comunidad científica.
Aunque fue a partir de 1995 cuando el concepto adquirió la fama gracias a la obra de Daniel
Goleman “Emotional Intelligence”, hubo numerosos autores que ya trataron de definir y
aunar inteligencia y emoción.
Históricamente, razón y emoción han sido conceptos que han ido siempre por separado.
En este sentido, Descartes afirmaba que la razón es la única cosa que nos hace hombres y que
nos permite distinguir lo verdadero de lo falso, siendo la facultad suprema que nos diferencia
de los animales. Frente al empirismo, autores como Kierkegaad o Dostoyevskyi defendían la
postura de que es el hombre quien tiene que decidir cómo actuar dejándose guiar por su
conciencia y su intuición, otorgando a las emociones un papel protagonista.
Sin embargo, en el último siglo son muchos los autores que han querido relacionar
inteligencia y emoción, admitiendo que ambos conceptos no son independientes sino
complementarios. Es en este contexto donde surge el concepto de IE.
En los siguientes apartados se hará un repaso de algunos de los autores más relevantes e
influyentes en el estudio de la IE hasta llegar a la actualidad, así como de los diferentes
modelos y posturas en los que podemos encuadrar las diferentes interpretaciones sobre IE.
1.1 Antecedentes de la Inteligencia Emocional
Cuando hablamos de los antecedentes de la IE es obligatorio hacer referencia al concepto
de inteligencia social de Thorndike. Thorndike (1920) definió los tres tipos de habilidades
que él consideraba que formaban la inteligencia humana. Por un lado, la inteligencia
mecánica entendida como la capacidad para aprender a manejar objetos como un cuchillo o
un automóvil. Por otro lado, la inteligencia abstracta, definida como la habilidad para
entender y manejar ideas y símbolos. Y por último, la inteligencia social, que hace referencia
a la capacidad para comprender y manejar a los hombres y niños para que actúen sabiamente
en las relaciones humanas. En su trabajo, Thorndike explica que hasta el mejor mecánico de
una fábrica puede fallar como capataz por falta de inteligencia social, mostrando la
importancia para el ser humano de este tipo de inteligencia, y distanciándose de la creencia de
que para tener éxito sólo hace falta tener un cociente intelectual alto.
5
En 1966 se utiliza por primera vez el término IE. Barbara Leuner publica "Emotional
Intelligence and Emancipation" donde estudia el rol de la mujer como madre y cuidadora de
niños. Los resultados mostraron que aquellas mujeres con baja IE no cumplían con los roles
establecidos como madres (cit. por López-Zafra, Pulido y Augusto, 2013).
Durante la década de los 80 son numerosas las aportaciones al estudio de la inteligencia y
las emociones. Gardner (1983) publica su obra Frames of Mind donde propone su Teoría de
las Inteligencias Múltiples con hasta ocho tipos de inteligencia diferentes, como son la
corporal-cinestésica, la lógico-matemática, la verbal-lingüística, la visual-espacial, la musicalrítmica, la naturalista y las inteligencias personales (Figura 1.1). Dentro de estas últimas se
encuentran las precursoras de la IE, cuyos orígenes los sitúa Gardner en la conexión madreinfante durante el primer año de vida. Estas inteligencias son la intrapersonal, con un sentido
interno, definida como la habilidad para conocernos nosotros mismos, nuestros sentimientos y
emociones y orientar nuestra conducta en base a ellas, y la inteligencia interpersonal, con un
sentido externo, entendida como la capacidad de las personas para conocer las emociones,
sentimientos y motivaciones de los demás, así como leer sus intenciones y deseos y modificar
su conducta. Dos años después, Sternberg (1985) publica su libro Beyond IQ: A triarchic
theory of human intelligence donde nos habla del comportamiento inteligente a través de su
“Teoría Triárquica” (Figura 1.2). Ésta postula tres tipos de inteligencias o subteorías, las
cuales no son independientes, si no que están interconectadas de tal forma que el
comportamiento inteligente depende del buen funcionamiento de las tres. En primer lugar, la
inteligencia analítica o subteoría componencial, formada por los metacomponentes, los
componentes de rendimiento y los componentes de adquisición, que permite al individuo
separar los problemas, ver sus soluciones y realizar con éxito las diferentes tareas. En segundo
lugar, la inteligencia creativa o subteoría experiencial, entendida como la capacidad del
individuo para crear ideas y estrategias nuevas y aplicarlas en el entorno. Ante una
circunstancia novedosa, una persona apta en el manejo estas situaciones puede ser capaz de
encontrar las soluciones de adecuadas a tareas inéditas y crear nuevas ideas.
6
Figura 1.1 Adaptación de la Teoría de las Inteligencias Múltiples de H.Gardner (1983).
Por último, la inteligencia práctica o subteoría contextual, comprendida por tres procesos:
la adaptación, entendida como el mecanismo por el cual las personas cambiamos nuestro
comportamiento para adaptarnos al entorno; la conformación, definida como la capacidad de
la persona para ajustar el entorno a sus necesidades; y la selección, que ocurre cuando se
sustituye un entorno inapropiado por otro más conveniente para poder alcanzar las metas. La
inteligencia práctica es la que más se ha relacionado con la IE debido a que nos permite
ejecutar y poner en práctica nuestros pensamientos y conocimientos (López-Zafra, Pulido y
Augusto, 2013). Un año después se utiliza por segunda vez el término IE. Payne (1986)
publica su tesis doctoral “A study of emotion: Developing Emotional Intelligence, Self –
Integration, Relating to Fear, Pain and Desire” donde habla de la IE como la habilidad para
relacionar de forma creativa los estados de ansiedad, miedo y deseo. Según el autor, esta
habilidad es diferente en cada persona pues depende de cómo evaluemos y analicemos las
situaciones en un momento determinado (cit. por Mara, 2010).
Greenspan (1989) en su obra “Learning and education: Psychoanalytic perspectives.
Emotions and behavior monographs” se interesa por los procesos afectivos y cognitivos
durante el desarrollo del niño de forma conjunta, pues para el autor ambos procesos no
pueden separase (cit. Por Couto, 2011).
7
Figura 1.2 Adaptación de los tipos de inteligencia de Sternberg (1985).
En la última década del siglo XX se producen dos hitos para el estudio de la IE. En
primer lugar, en 1990 Peter Salovey y John Mayer establecen una definición formal del
concepto, convirtiéndose en los padres de la IE. Según los autores, la IE se define como “la
capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios y ajenos, para discriminar entre
ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y acciones” (Salovey y
Mayer, 1990). Posteriormente en 1997, los mismos autores realizan una revisión del concepto,
definiendo la IE como “la capacidad de percibir con precisión, valorar y expresar
emociones; la capacidad de acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la
capacidad de comprender las emociones y el conocimiento emocional; y la capacidad de
regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y
8
Salovey, 1997). De esta forma, Mayer y Salovey no sólo incluyen la capacidad para percibir y
regular las emociones sino que además el individuo tiene la habilidad de comprenderlas y
distinguir entre ellas. El segundo hito se refiere a la repercusión que el concepto de IE tiene en
la comunidad científica y el público en general a partir de 1995 gracias a Daniel Goleman,
quien publica su best-seller “Inteligencia Emocional”. En dicho libro, Goleman cuestiona el
papel del Cociente Intelectual (CI) para alcanzar el éxito en la vida a través del suceso de
Jason H., un alumno sobresaliente que atacó a su profesor por calificarle con un notable alto,
otorgando un 20% al valor predictivo del éxito al CI y un 80% a otros factores como la suerte,
la clase social o la IE. Además, aclara que el tener un CI elevado no significa tener más
felicidad o mayor satisfacción en las relaciones con las personas del entorno (Goleman,
1995). Estos argumentos le valieron a Goleman para ocupar la portada de la revista Time
(Giggs, 1995) y provocar una oleada de investigaciones alrededor del constructo, aportando
nuevas definiciones y modelos para la inteligencia emocional que se repasarán a continuación.
1.2
Modelos de la Inteligencia Emocional
A partir de la literatura de los últimos años se pueden dividir los modelos sobre IE en
dos tipos fundamentales. Por un lado, el modelo de habilidad de Mayer y Salovey (Salovey y
Mayer, 1990; Mayer y Salovey, 1997), quienes basan el constructo de IE en un conjunto de
habilidades que nos ayudan a obtener la información relacionada con las emociones; y por
otro lado los modelos mixtos, como Bar-On en 1997 y Goleman (1998), quienes apuestan, no
sólo por las habilidades sino también por los rasgos estables de la personalidad.
Modelo de habilidad de Mayer y Salovey
Salovey y Mayer (1990) definen la IE como la habilidad para manejar y distinguir
nuestras propias emociones y las de las demás personas, con el fin de guiar nuestros
pensamientos y acciones para resolver los problemas y adaptarnos al entorno. De esta forma,
los autores establecen las tres habilidades principales que constituyen el proceso mental:

Evaluación y expresión de las emociones de uno mismo y de otros, tomando el
concepto de empatía como elemento central para el desarrollo de la IE. Esta habilidad
permite a los sujetos medir con claridad sus respuestas emocionales y elegir la más
adecuada.
9

Regulación de las emociones, que nos conduce a una mejor adaptación y refuerza
nuestro estado de ánimo, además de motivar a otras personas y dirigirlas hacia un
mejor fin.

Utilización de las emociones. El buen uso de nuestros pensamientos y emociones en
nuestra vida diaria puede llevarnos a una mejor flexibilidad y creatividad para eventos
futuros, permitiéndonos desarrollar mejores alternativas a los problemas.
La limitación que presenta este modelo y que llevó a los autores a hacer una
reformulación años más tarde es que se centra en las habilidades para percibir y regular
emociones, dejando de lado la capacidad para pensar en los sentimientos. Así, en 1997
definen la IE como “la capacidad de percibir con precisión, valorar y expresar emociones; la
capacidad de acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la capacidad de
comprender las emociones y el conocimiento emocional; y la capacidad de regular las
emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997).
Esta nueva revisión del modelo se estructura como una jerarquía ascendente con las cuatro
habilidades que conforman la IE (figura 1.3):

Percepción, expresión y evaluación de las emociones. Ya desde pequeños, los niños
aprenden a identificar sus estados emocionales y diferenciar entre ellos, mejorando
esta habilidad a medida que van creciendo, permitiendo distinguir expresiones fáciles
en sus padres y en el entorno, así como reconocer sus sensaciones musculares y
corporales. Tener una buena percepción y expresión emocional no excluye no tener el
resto de las habilidades.

Facilitación emocional. Hace referencia al uso de las emociones para mejorar el
pensamiento cognitivo, de tal forma que nos permite atender a la información
relevante del entorno.

Comprensión emocional. Es la habilidad que nos permite nombrar y clasificar las
diferentes emociones; entender las emociones complejas incluso comprender aquellas
contradictorias (por ejemplo amar y odiar a la misma persona simultáneamente).

Regulación emocional. Es el ápice de la jerarquía. La habilidad más compleja del
modelo teórico. Tener regulación emocional significa que tenemos la habilidad para
percibir y expresar las emociones, para generar un óptimo pensamiento y para
comprender nuestros estados internos. Es saber reemplazar los pensamientos negativos
por los positivos pero estando abierto a cualquier tipo de sentimiento. Es la habilidad
que permite el crecimiento personal.
10
Figura 1.3 Adaptación del modelo de habilidad de Mayer y Salovey (1997).
Modelo de Inteligencia Emocional de Goleman
Goleman (1998) hace un repaso de las competencias que forman parte de aquellos
trabajadores con éxito en su libro “La práctica de la Inteligencia Emocional”, a través de las
investigaciones en diferentes organizaciones. Goleman considera una parte esencial de las
organizaciones la práctica de la IE, pues conduce a una mejora de los beneficios, de la
productividad y del bienestar psicológico de los empleados.
De este modo, el autor establece cinco habilidades que se agrupan en dos áreas: las
competencias personales y las competencias sociales:
11

Conciencia de sí mismo. Habilidad para conocer nuestros sentimientos y emociones y
tener la suficiente confianza para tomar decisiones de manera realista en base a
nuestras capacidades.

Autorregulación. Habilidad para manejar y controlar nuestras emociones en todo
momento y ser capaces de lograr cualquier objetivo demorando las recompensas.

Motivación. Ser capaces de dirigirnos hacia nuestras metas y mantenernos en el
camino a pesar de los obstáculos.

Empatía. Habilidad para percibir y comprender los sentimientos y emociones de los
demás, ponerse en su lugar y saber cultivar una relación.

Habilidades sociales. Habilidad para cooperar y trabajar en equipo, resolver conflictos
y manejar de forma adecuada las emociones en las diferentes relaciones sociales.
Modelo de Inteligencia Emocional – Social de Bar-On
Bar-On desarrolló en 1997 el tercer modelo más importante sobre la Inteligencia
Emocional. Para este autor, la inteligencia emocional – social es un conjunto de habilidades y
competencias sociales y emocionales relacionadas entre sí que indican la eficacia con que nos
comprendemos a nosotros mismos y nos expresamos, comprendemos a los demás y nos
relacionamos con ellos y hacemos frente a las presiones habituales (cit. Por Bar-On, 2006).
De acuerdo con este modelo de inteligencia emocional, ser emocionalmente inteligente
implica saber gestionar el cambio personal, social y ambiental por otro más realista para
poder hacer frente a los desafíos y demandas diarios.
Bar-On realizó su modelo bajo la influencia de diferentes autores como Darwin, quien
destacó la importancia del bienestar emocional para la supervivencia y la adaptación al
entorno; influencias de Thorndike y su inteligencia social como elemento principal del
desempeño humano (Thorndike, 1920); y de los estudios de Weschler sobre los factores no
cognitivos y conativos en el comportamiento inteligente, pues las emociones son parte
esencial de cualquier actividad que realicemos (Weschler, 1940). Además de estos autores,
hubo otras aportaciones que influyeron en los trabajo de Bar-On, como la definición de
alexitimia de Sifneos (1967) y la definición de mentalidad psicológica de Appelbaum (1973)
(cit. Por Bar- On, 2006).
12
Según Bar-On (1997), la inteligencia emocional – social está compuesta por cinco
grandes áreas, cada una de ellas divididas a su vez por diferentes sub-escalas (cit. Por Bar-On,
2006):
1.
Intrapersonal. Es comprender y expresar las emociones propias y la de los demás y ser
consciente de nuestras fortalezas y debilidades para hacer frente a las demandas y las
presiones. Comprende las siguientes sub-escalas:

Autoconciencia emocional. Conocer y comprender las propias emociones.

Autoestima. Percibir con precisión, comprender y aceptarse a uno mismo.

Asertividad. Expresar de manera eficaz y constructiva las emociones propias sin dañar
a los demás.

Independencia. Ser autosuficiente y libre de la dependencia emocional del resto de
sujetos.

2.
Autoactualización. Lograr los objetivos y metas personales y desarrollar el potencial.
Interpersonal. Incluye ser consciente de las emociones, sentimientos y necesidades de las
demás personas y conseguir establecer y conservar relaciones positivas y beneficiosas
para todos. Engloba las siguientes sub-escalas:

Empatía. Habilidad para conocer y comprender cómo se sienten los demás.

Responsabilidad social. Capacidad para identificarse con el grupo social y cooperar
con ellos.

Relaciones interpersonales. Habilidad para establecer relaciones mutuamente
satisfactorias
3.
Gestión del estrés. Implica la regulación de nuestras emociones de forma adecuada. Está
formada por las siguientes sub-escalas:

Tolerancia al estrés. Habilidad para soportar situaciones estresantes y emociones
fuertes.

4.
Control de impulsos. Habilidad para controlar de forma eficaz nuestras emociones.
Adaptación. Capacidad para gestionar el cambio de los sentimientos en función de la
situación. Implica las siguientes sub-escalas:

Comprobación de la realidad. Capacidad de validar de forma objetiva nuestros
sentimientos y pensamientos con la realidad externa.

Flexibilidad. Habilidad para adaptar y ajustar nuestros sentimientos y pensamientos a
las nuevas situaciones.
13

Solución de problemas. Habilidad para identificar y solucionar problemas de
naturaleza social y personal.
5.
Humor general. Habilidad para automotivarse. Está compuesta por las siguientes subescalas:

Optimismo. Habilidad para ser positivo y mirar el lado bueno de las cosas.

Felicidad. Capacidad para sentirse contento con uno mismo, con los demás y con la
vida en general.
Este modelo ha resultado tener un gran valor predictivo para diferentes áreas como en las
relaciones sociales, en el colegio y en el trabajo, además de influir en la salud física y en la
salud psicológica (García-León y López-Zafra, 2009). De esta forma, Bar-On comprueba que
aquellas personas con mayor IE tienen una mejor salud física, y que la comprensión
emocional es el factor que mejor predice la IE, acompañada de la tolerancia al estrés, la
autoactualización, el optimismo y la felicidad. Por tanto, aquellos sujetos que tenían una
mejor conciencia de sí mismo, que sabían manejar sus emociones y que eran optimistas eran
catalogados como individuos sanos (Bar-On, 2012).
2. Evaluación de la Inteligencia emocional
Al igual que las teorías que explican la IE han surgido tantos métodos de evaluación como
modelos y definiciones planteados. Estos métodos nos permiten comprobar las diferencias
significativas entre los individuos y el constructo. Concretamente, son tres los métodos
principales para la evaluación de la IE: las medidas de auto-informe, las medidas de ejecución
y los informes de observadores externos. El primer método es el que más se ha utilizado en el
campo de la psicología, gracias a su fácil administración y rapidez. De esta forma, mediante
los test y cuestionarios se ha podido evaluar variables como la Extraversión y Neuroticismo y
otros aspectos emocionales como la empatía y autoestima.
2.1
Medidas de auto-informe
Las medidas de auto-informe son cuestionarios basados en la evaluación introspectiva del
individuo, esto es, los sujetos pueden valorarse a sí mismos en función de la percepción que
tienen acerca de sus habilidades emocionales. De ese modo, la mayoría de los cuestionarios
están estructurados por un conjunto de enunciados y la persona tiene que medir su grado de
acuerdo o desacuerdo en una escala tipo Likert.
14
Las dos medidas de auto-informe más usadas actualmente en todos los campos de la
psicología son el Trait Meta-Mood Scale y el inventario EQ-i.

Trait Meta-Mood Scale
Creado por Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai (1995), el Trait Meta-Mood Scale
(TMMS)
es una escala que mide la parte intrapersonal de la inteligencia emocional,
concretamente la habilidad para atender a los sentimientos, saber identificarlos y
discriminarlos y la habilidad para reparar los estados emocionales. En sus primeras
investigaciones, el cuestionario constaba de 48 ítems que evaluaban cinco dimensiones en una
escala Likert que oscilaba desde 1 (Totalmente en desacuerdo) a 5 (Totalmente de acuerdo).
Estas dimensiones eran claridad emocional, entendida como la habilidad para entender
nuestro estado de ánimo (i.e. Siempre sé exactamente cómo me siento), estrategias de
regulación emocional o la habilidad para moderar nuestras emociones (i.e. Cuando estoy
molesto recuerdo los pequeños placeres de la vida), integración de sentimientos, que hace
referencia a la relación entre los sentimientos y las emociones (i.e. Cuando estoy de buen
humor soy optimista sobre el futuro), atención a las emociones, que es la habilidad para sentir
y pensar sobre las emociones (i.e. Presto mucha atención a como me siento) y actitudes sobre
emociones que alude a la percepción subjetiva acerca de la importancia de las experiencias
emocionales (i.e. Creo en actuar desde el corazón). Posteriormente, los autores modificaron
la estructura de la escala, dejando sólo las tres dimensiones que actualmente miden la IE:
atención emocional, claridad emocional y reparación emocional.
La consistencia interna de las dimensiones para la versión de 48 ítems oscilaba entre .82 y
.88, manteniéndose similares resultados en la versión de 30 ítems propuesta por Salovey y
cols. (1995) siendo esta nueva versión la recomendada por los autores.
En España, Fernández-Berrocal, Alcaide, Domínguez, Fernández-McNally, Ramos y
Ravira (1998) realizaron la adaptación española del TMMS-48, consiguiendo propiedades
psicométricas semejantes a la escala original (Atención, α = .87; Claridad, α = .81; y
Reparación, α = .76) (cit. Por Extremera y Fernández-Berrocal, 2005). Posteriormente,
Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos (2004) redujeron la versión de 48 ítems a la mitad,
eliminando aquellos ítems con menor consistencia interna. De este modo, el TMMS-24
presenta una consistencia interna de α = .90 para Atención emocional; α = .90 para Claridad
emocional; y α = 0,86 para Reparación emocional.
15

EQ-I
El Inventario de Cociente Emocional (EQ-i) fue desarrollado por Bar-On (1997) para
evaluar la inteligencia emocional-social. Basado en su modelo teórico de la IE, el cuestionario
está compuesto por 133 ítems que miden los cinco factores principales y las 15 sub-escalas en
que se descomponen: inteligencia intrapersonal (evalúa las habilidades de autoconcienciaemocional, autoestima personal, asertividad, auto-actualización e independencia); inteligencia
interpersonal (comprende las sub-escalas de empatía, relaciones interpersonales y
responsabilidad social); adaptación (incluye las habilidades de solución de problemas,
comprobación de la realidad y flexibilidad); gestión del estrés (compuesta por las sub-escalas
de tolerancia al estrés y control de impulsos); y humor general (integrada por las sub-escalas
de felicidad y optimismo) (cit. Por Bar-On, 2006).
Los análisis psicométricos informados en el manual técnico indican que tiene una buena
fiabilidad interna y fiabilidad test-retest, además de una buena consistencia interna en las 15
sub-escalas que van desde α=0.69 para Responsabilidad Social a α=0.86 para Autoconciencia
Emocional (Cit. Por Palmer, Manocha, Gignac y Stough, 2003). Sin embargo, se trata más
bien de un inventario sobre un conjunto de habilidades emocionales y sociales más que un
instrumento exclusivo de IE (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004).
A pesar de ser las medidas más utilizadas en el campo de la investigación, no están
exentas de críticas. Entre las desventajas que presentan las medidas de auto-informe se
encuentran: a) son herramientas más subjetivas y menos directas de evaluación del nivel de IE
(evalúan más la percepción de nuestra IE); b) las respuestas pueden estar sesgadas por
problemas de deseabilidad social y sesgo premeditado para dar una mejor imagen de uno
mismo;
c) el problema del insight sobre los propios niveles de IE (i.e. personas con
alexitimia) y d) las medidas de auto-informe no presentan correlaciones altas entre sí. A pesar
de lo anterior, también presentan diversas ventajas como: a) requieren menos tiempo y menos
ítems para obtener una puntuación; b) tienen instrucciones sencillas y permiten la aplicación
colectiva; c) su coste es mínimo y tiene fácil entrenamiento y d) algunas medidas están
disponibles para su uso en investigación (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004b).
16
2.2
Medidas de ejecución
Para evaluar de forma correcta la IE no sólo es necesario medir las percepciones
emocionales y afectivas de cada persona, sino que se deben incluir tareas que evalúen las
respuestas emocionales y el conocimiento emocional de los sujetos (Fernández-Berrocal y
Extremera, 2010). Basados en esta postura, Mayer, Salovey y Caruso (1999) crearon el
“Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test” (MSCEIT), y una versión mejorada en
2001 (MSCEIT v.2.0). Previamente, Mayer, Salovey y Caruso crearon el “Multifactor
Emotional Intelligence Scale” (MEIS), otra medida de ejecución cuyos problemas principales
eran la longitud del test (402 ítems) y algunos problemas psicométricos, como los bajos
niveles de consistencia interna en algunas sub-escalas y la validez de los métodos de
calificación (Extremera, Fernández-Berrocal y Salovey, 2006).
El MSCEIT v.2.0 es un instrumento que nos permite evaluar las cuatro habilidades del
modelo de IE Mayer y Salovey: a) percepción de las emociones; b) el uso de las emociones;
c) la comprensión de las emociones y d) la regulación de las emociones. Cada habilidad es
evaluada mediante dos tareas. De este modo, la capacidad para percibir emociones es
evaluada mediante tareas de percepción de emociones en rostros faciales y fotografías; el
factor de asimilación emocional es medido a través de la tarea de sensación y facilitación; la
capacidad de comprensión de emociones es evaluada a través de una tarea de combinación de
emociones y otra de cambios o transformaciones emocionales; y, finalmente, la capacidad
para manejar emociones es evaluada mediante una tarea de manejo emocional y otra tarea de
relaciones emocionales.
Además, el MSCEIT proporciona una puntuación total, dos
puntuaciones referidas a las áreas (experiencial y estratégica), las puntuaciones referidas a las
cuatro habilidades del modelo y, finalmente, las puntuaciones en cada una de sus sub-escalas.
Cada una de estas puntuaciones es obtenida mediante dos criterios: experto y consenso. El
criterio experto implica el grado de acuerdo de la respuesta de los participantes con la opinión
de 21 expertos e investigadores en el campo emocional. El criterio consenso se refiere al
acuerdo de las respuestas de los participantes con la respuesta de una muestra amplia y
heterogénea de más de 5000 individuos.
Al igual que las medidas de auto-informe, las medidas de ejecución presentan una serie
de ventajas y limitaciones. Entre las ventajas podemos destacar que: a) proporciona una
medida de la IE actual o de los niveles de conocimiento para utilizar estrategias emocionales ;
b) son menos propensas a los sesgos de deseabilidad social y a la posibilidad de falsar una
respuesta; c) presentan menor solapamiento conceptual con medidas de personalidad y
17
correlaciona moderadamente con otras inteligencias como la verbal. Por otro lado, entre las
desventajas de las medidas de ejecución se encuentran: a) son más extensos e implican un
mayor número de tareas, así como instrucciones más precisas; b) las bajas correlaciones entre
sí debido a planteamientos de partida diferentes y c) el mayor gasto en recursos en cualquiera
de sus versiones (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004; Fernández-Berrocal y Extremera,
2010).
2.3
Medidas de observación externa
También denominadas medidas de evaluación 360º son medidas complementarias a los
anteriores métodos de evaluación ya que se solicita información a personas del entorno del
individuo para que nos aporten su opinión en cuanto al comportamiento del sujeto con otras
personas. El cuestionario EQ-i de Bar-On de 1997 incluye el instrumento de observación
externa Bar-On EQ-360 que permite evaluar la inteligencia interpersonal de los individuos
aunque presenta una limitación clave como es el sesgo del observador (Extremera y
Fernández-Berrocal, 2004; Extremera, Fernández-Berrocal, Mestre y Guil, 2004). En este
sentido, la evaluación que se haga del sujeto va a depender de cómo éste se comporte en
presencia del observador y del contexto en el que se encuentre.
3. Aplicaciones de la Inteligencia Emocional
Son numerosos los beneficios que puede aportar la inteligencia emocional (IE) a los
sujetos en muchos campos de actuación. En este apartado se hará un repaso de la influencia
positiva de la Inteligencia Emocional en los tres principales ámbitos de la vida del individuo:
en la salud, en el trabajo y en la educación.
3.1 Beneficios en la salud
Son diversos los estudios que ponen de manifiesto los beneficios que puede producir la
IE sobre nuestra salud física y mental. Más concretamente, hay investigaciones que
demuestran la relación entre la IE y algunas enfermedades mentales como la depresión. Así,
en un estudio sobre IE y ajuste psicológico de Fernández-Berrocal y Ramos (1999), con una
muestra de 217 mujeres embarazadas, se obtuvieron resultados que mostraban la relación
entre las dimensiones de IE, Reparación y Claridad emocional, con depresión, siendo las
18
mujeres con mayor puntuación en IE las que mejor se adaptaban a los primeros meses de
embarazo y las que menor puntuación obtenían en el cuestionario “Beck Depression
Inventory”. Para Martínez-Pons, la IE ejerce una influencia indirecta sobre la depresión a
través de la percepción de satisfacción vital, de forma que cuanto más elevada sea la IE en el
sujeto, mayor será la capacidad de adaptarse a las tareas, y simultáneamente, mejorará la
percepción de la calidad de vida e implicará un descenso en la aparición de síntomas
depresivos (cit. Por Fernández-Berrocal, Ramos y Extremera, 2001). Además de la relación
con la depresión, altas puntuaciones en IE se han asociado también con un menor consumo de
alcohol y tabaco en adolescentes (Ruiz-Aranda, Fernández-Berrocal, Cabello y Extremera,
2006) y una mejor recuperación de eventos negativos, menor nivel de estrés ante los
exámenes, mayor satisfacción vital y menor alexitimia, mayor empatía y optimismo y mejor
satisfacción sexual (cit. Por Martínez-González, Piqueras y Ramos-Linares, 2010).
3.2 Beneficios en el trabajo
Desde que Goleman publicara su libro Emotional Intelligence en 1995, la relación entre
el cociente intelectual (CI) y éxito laboral ha dado un giro de 180º. Las organizaciones ya no
se interesan por aquellos candidatos con un expediente académico brillante sino que se
centran en personas con buenas habilidades emocionales, capaces de adaptarse a los cambios
del entorno organizacional y convirtiéndose en los trabajadores más productivos. Siguiendo
esta línea, en un estudio de Boyatzis (2006) sobre líderes de una compañía consultora
multinacional se refleja que las competencias emocionales son las que mayor impacto ejercen
sobre el rendimiento financiero en los líderes. Idénticos resultados se encontraron en el
estudio de Spencer, director internacional de Investigación y Tecnología en Hay McBer, cuya
investigación con 286 organizaciones de países diferentes mostraba que más del 80% de las
aptitudes que discriminan entre los trabajadores superiores y los mediocres dependían de la IE
(cit. Por Berrios, 2009).
A continuación, explicaré algunas investigaciones que relacionan la IE con otras
variables como el liderazgo, el rendimiento individual y el estrés.
En relación con el liderazgo, Siegling, Nielsen y Petrides (2014) realizaron recientemente
un estudio en una compañía multinacional europea en el que evaluaban si la IE podía
diferenciar entre los líderes y los no líderes. Los autores comprobaron que el grupo de líderes
19
obtuvo una mayor puntuación en IE, y que existía una correlación positiva entre IE y
liderazgo. En un artículo publicado en Human Relations, George (2000) explica cómo
contribuye la IE
al desarrollo de los líderes y cómo les permite alcanzar el mejor
funcionamiento en la organización a través de diferentes formas: ayudando a los líderes a
hacer frente a las amenazas y retos; estableciendo una visión positiva para ser más creativos
en la toma de decisiones; y generando confianza en sus empleados para elevar sus niveles de
autoeficacia. Por otra parte, también se ha comprobado que aquellas personas con mayores
puntuaciones en IE mostraban una mejor satisfacción laboral (Berrios, Augusto y Aguilar,
2006; Perea, Sánchez y Fernández-Berrocal, 2008).
En cuanto al rendimiento, Sy, Tram y O’Hara (2006) llevaron a cabo un estudio con 187
empleados de servicios de alimentación donde estudiaron la relación entre la IE, la
satisfacción y el rendimiento, encontrando que aquellos trabajadores con una mayor
puntuación en IE tenían mayor satisfacción laboral y un mejor desempeño, siendo éstos más
expertos en la regulación de sus emociones y mejores en la gestión ‘hacia arriba’, esto es, más
hábiles en el manejo con sus gerentes. En otro estudio más reciente, Shamsuddin y Rahman
(2013) obtuvieron resultados positivos entre IE y rendimiento laboral con una muestra de 118
empleados de dos centros de llamadas de Kuala Lumpur. Los análisis mostraron una
correlación positiva entre las dimensiones de manejo de las emociones y regulación
emocional con el desempeño laboral.
Por último, podemos definir el estrés como una reacción fisiológica provocada por la
evaluación que hace el individuo sobre el entorno, percibiendo que carece de los recursos
necesarios para hacer frente a una amenaza. En este sentido, la IE podría ayudar a mejorar los
mecanismos de afrontamiento de los sujetos ante las situaciones de amenaza. En algunos
estudios revisados podemos observar esta relación entre IE y estrategias de coping. Limonero,
Sábado, Fernández-Castro y Gómez-Benito (2004) analizan la influencia de la IE en el estrés
laboral, obteniendo correlaciones negativas entre el estrés y las dimensiones Comprensión y
Regulación emocional de la IE. Además, las mujeres son más propensas a padecer estrés
debido a la excesiva atención sobre sus sentimientos, adoptando un estilo de afrontamiento
rumiativo centrado en las emociones (Fernández-Berrocal y Extremera, 2003). En otro
estudio de Jordan y Ashkanasy (2002) aquellas personas con baja IE tienen una mayor
probabilidad a experimentar reacciones emocionales negativas e inseguridad en el empleo y a
adoptar estrategias de afrontamiento negativas. Para explicar el vínculo entre IE y estilos de
afrontamiento, Augusto-Landa, López-Zafra y Pulido (2011) proponen dos explicaciones: en
primer lugar, las personas que poseen una buena inteligencia emocional, en lugar de evitar los
20
sucesos estresantes, los afrontan, siendo capaces de aprender rápidamente de las situaciones
sociales y emocionales; y en segundo lugar, los individuos emocionalmente inteligentes
cuentan con patrones de pensamiento más constructivos, siendo capaces de observar con
mayor precisión o exactitud sus propios pensamientos y el impacto que éstos tienen sobre sus
emociones.
3.3 Beneficios en el ámbito educativo
Al igual que en el ámbito laboral, se está produciendo un cambio en relación a la
educación de los niños y su desarrollo en la escuela. Si bien los colegios se han construido
para formar a los niños en el aprendizaje cognitivo y científico, en los últimos años se ha
hecho patente la necesidad de educar en el aprendizaje emocional y desarrollar habilidades de
IE. Estos movimientos educativos denominados “Educación Emocional” o “Educación
SocioEmocional” reflejan la preocupación de los profesionales del sistema educativo por
modificar una educación que se percibe en crisis e incapaz de afrontar los retos de la sociedad
actual (Fernández-Berrocal y Ruiz-Aranda, 2008).
Existen dos áreas principales durante el desarrollo educativo del niño en las que la IE actúa de
forma beneficiosa: en el ajuste psicológico y en el rendimiento académico.
En relación con el ajuste psicológico, estudiantes con altas puntuaciones en IE presentan
mejores relaciones interpersonales, mayor satisfacción interpersonal, comportamientos más
adaptativos de regulación y mejor identificación emocional (Ciarrochi, Chan y Bajgar, 2001);
mayor empatía, mayor satisfacción vital y mejor calidad de las relaciones sociales (Ciarrochi,
Chan y Caputi, 2000); y mejores estrategias de afrontamiento al estrés, centradas en el
problema y en las emociones positivas (Najmeh, Besharat y Zarei, 2010).
En cuanto al éxito académico, un estudio de Parker y cols. (2004) donde se evaluó a 667
estudiantes, se comprobó que la IE era un factor importante para predecir el éxito académico.
Más concretamente, se encontró que aquellos estudiantes incluidos en el grupo académico
superior tenían niveles más altos de manejo interpersonal, capacidad de adaptación y gestión
del estrés que los otros grupos con menor rendimiento. En otro estudio de Petrides,
Frederickson y Furnham (2004) se estudió el papel de la IE sobre el rendimiento académico y
la conducta desviada en una muestra de 650 alumnos de educación secundaria británica,
cuyos resultados mostraron que aquellos alumnos con una puntuación alta en IE presentaban
menos conductas disruptivas y un mejor desempeño académico, gracias a la influencia
estabilizadora que ejerce en los momentos previos a las evaluaciones académicas. Siguiendo
21
esta línea, Maraichelvi y Rajan (2013) analiza la relación entre IE y rendimiento académico
con una población de 300 estudiantes en el último año, asociándose positivamente las
dimensiones de la IE con el rendimiento académico.
4. Avances empíricos en el estudio de la Inteligencia Emocional
Existen muchos y variados trabajos sobre IE, lo que refleja perfectamente la aplicación
de este constructo a diferentes contextos y pone de manifiesto los avances empíricos
logrados desde que Salovey y Mayer (1990) iniciaron esta línea de investigación. Los
resultados de estos estudios aportan gran cantidad de evidencia empírica que apoya
una idea fundamental: el desarrollo de la IE, por un lado, incrementa el bienestar y la
felicidad de las personas
y, por otro, les ayuda a afrontar de forma más adaptativa
situaciones difíciles incrementando la probabilidad de éxito y minimizando la de fracaso
(Fernández-Berrocal, Berrios, Extremera y Augusto-Landa, 2012).
Como hemos dicho, son numerosos los temas que se han estudiado en relación con la IE
durante las últimas décadas. Dado que este trabajo pretende analizar el papel de la IE en el
síndrome de Burnout y algunos indicadores de bienestar psicológico en la salud, en los
próximos epígrafes nos vamos a centrar en los estudios que analizan estas variables.
4.1 Estudios sobre la Inteligencia Emocional y Síndrome de Burnout
El síndrome del “estar quemado” o síndrome de Burnout (SB) es un concepto que
apareció a mediados de los años 70 en la obra del psicólogo estadounidense Herber
Freudenberguer, quien pretendía explicar el proceso de deterioro que sufrían los trabajadores
del sector servicios en sus funciones de atención y cuidado a los usuarios (cit. Por Gil-Monte,
2003). A raíz de esta publicación, han sido muchos los autores quienes han querido dar una
definición formal del concepto, siendo la interpretación de Maslach y Jackson la más
extendida y contrastada. Maslach y Jackson (1981) definieron el SB como un síndrome de
agotamiento emocional que se produce de forma frecuente entre las personas que trabajan al
servicio de los usuarios. Para estas autoras, “un aspecto clave del síndrome de Burnout es que
incrementan los sentimientos de agotamiento emocional. A medida que los recursos
emocionales se agotan, los trabajadores sienten que ya no son capaces de dar más de sí
mismos en un nivel psicológico” (Maslach y Jackson, 1981). Además, estos trabajadores
22
desarrollan sentimientos y actitudes negativos con los usuarios, que son percibidos como la
causa de sus problemas, y con sí mismos, fomentando sentimientos de insatisfacción e
infelicidad con su trabajo. A partir de esta definición, las autoras identificaron tres elementos
clave en el SB: cansancio emocional, entendido como aquellos sentimientos de estar
desbordado y agotado emocionalmente por el trabajo; despersonalización, que hace referencia
a la respuesta impersonal del sujeto hacia la atención de otros; y realización personal, que
incluye sentimientos de competencia y buenos resultados en el trabajo. Aquellos sujetos
diagnosticados con Burnout poseen elevados niveles de cansancio emocional y
despersonalización y bajas puntuaciones en realización personal, es decir, la persona siente
que está agotada mentalmente, se vuelve insensible con las personas y dura consigo misma y
percibe que no es adecuada para su profesión.
Entre las profesiones más castigadas por el SB se encuentran aquellas profesiones
asistenciales cuya actividad principal está dirigida a mantener una relación constante y directa
con los usuarios, pasando gran parte del tiempo al servicio de sus necesidades, lo que provoca
una implicación emocional que acaba afectando al estado emocional de los trabajadores. Un
ejemplo de estas profesiones son profesores, bomberos, policías o enfermeros, siendo estos
últimos el grupo más afectado (Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006).
La mayoría de los estudios que analizan la relación entre IE y SB en profesionales de la
enfermería encuentran que las dimensiones de la IE, Reparación y Claridad emocional,
correlacionan con el SB de forma inversa, es decir, aquellos enfermeros que tienen
sentimientos claros sobre sus emociones y las situaciones en las que ocurren, y son capaces de
tratarlas y manejarlas de manera adecuada, muestran menores niveles de Burnout, sobre todo
en las dimensiones Despersonalización y Cansancio Emocional (Augusto, Berrios, LópezZafra, 2006; Augusto y López-Zafra, 2010; Perea, Sánchez-Gil y Fernández-Berrocal, 2008;
Görgens y Brand, 2012).
4.2 Estudios sobre la Inteligencia Emocional y el Bienestar Psicológico
Tradicionalmente, existen dos perspectivas que explican el bienestar en el individuo: la
perspectiva hedónica y la perspectiva eudaimónica. La primera, propia de los filósofos
griegos y con Epicuro como máximo representante (Cit. Por Vázquez, Hervás, Rahona y
Gómez, 2009), define el bienestar como la capacidad para experimentar en la vida la cantidad
23
máxima de placer, siendo la felicidad una suma de momentos placenteros. Dentro de esta
corriente predomina el bienestar subjetivo, definido por Veenhoven (1994) como el juicio
global que las personas hacen de su vida (Cit. Por Rodríguez-Carvajal, Blanco, MorenoJiménez, Gallardo, Valle y Dierendonck, 2006). Por otro lado, la perspectiva eudaimónica
concibe el bienestar como la habilidad para vivir de forma plena y dar realización a los
potenciales humanos más valiosos (Ryan, Huta y Deci, 2008). En esta corriente se hace
referencia al bienestar psicológico, ligada al desarrollo del potencial humano. Dentro de esta
perspectiva surge el Modelo Multidimensional de Ryff compuesto por seis dimensiones que
explican el bienestar psicológico (Ryff, 1989): autoaceptación, dominio del entorno,
autonomía, propósito en la vida, relaciones positivas con otros y crecimiento personal, siendo
estas dos últimas las variables de estudio en esta investigación. El crecimiento personal lo
define el autor como la capacidad del individuo para desarrollar todo su potencial, crecer y
expandirse como persona y saber adaptarse a un entorno cambiante (Ryff, 1989). En cuanto
a las relaciones positivas con otros, Ryff entiende que no sólo es esencial para el ser humano
adoptar una actitud positiva hacia uno mismo, sino que es importante mantener relaciones
interpersonales afectivas y de confianza con los demás.
Pena y Repetto (2008) hacen hincapié en la necesidad de aplicar programas de
intervención centrados en habilidades de IE con el objetivo de mejorar el crecimiento
personal, puesto que aquellos alumnos con un mejor ajuste emocional presentan mejores
niveles de optimismo y madurez. En otros estudios se analiza la relación entre la IE y el
bienestar psicológico encontrando que la IE es un buen predictor del bienestar eudaimónico
(Extremera, Ruiz-Aranda, Pineda-Galán y Salguero, 2011; Raina y Bakhshi, 2013). Más
concretamente, Augusto, Pulido y López-Zafra (2010) encontraron relaciones positivas entre
Claridad y Reparación Emocional y todas las dimensiones del bienestar psicológico y
relaciones significativas entre Atención emocional y autonomía.
5. Objetivos e Hipótesis de trabajo
Este trabajo tiene como principal objetivo analizar si existe relación entre la Inteligencia
Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB), el Crecimiento Personal (CP) y las Relaciones
Positivas (RP) de los enfermeros/as. Dicho objetivo general se traduce en los siguientes
objetivos específicos:
24
1- Analizar si existe relación entre la IE, el SB, y los indicadores de bienestar psicológico (CP
y RP) en los profesionales de enfermería.
2- Comprobar si la IE, el CP y las RP predicen el nivel de Burnout de los enfermeros/as.
3- Comprobar si la IE, el SB y las RP predicen el CP de los enfermeros/as.
4- Comprobar si la IE, el SB y el CP predicen las RP de los profesionales de la enfermería.
Teniendo en cuenta los resultados de investigaciones anteriores esperamos encontrar:
Hipótesis 1: la IE se relacionará positivamente con el CP y las RP y negativamente con el SB,
y el SB se relacionará negativamente con el CP y las RP.
Hipótesis 2: la IE, el CP y las RP tendrán poder predictivo sobre el SB.
Hipótesis 3: la IE, el SB y las RP tendrán poder predictivo sobre el CP.
Hipótesis 4: la IE, el SB y el CP tendrán poder predictivo sobre las RP.
6. Metodología
6.1 Participantes
La muestra de esta investigación está formada por 115 enfermeros/as de un hospital
público de Jaén, de los cuales 80 eran mujeres y 35 eran hombres con edades comprendidas
entre 22 y 60 años (media = 41,7; DT=9,25).
6.2 Procedimiento
Los cuestionarios fueron repartidos durante los meses de febrero y marzo del año en
curso a 120 enfermeros del Complejo Hospitalario de Jaén con el consentimiento de los
órganos superiores del hospital y con la colaboración de un enfermero activo. De todos los
cuestionarios entregados fueron devueltos 115. En ningún momento se les explicó a los
participantes los objetivos de la investigación con el fin de evitar el sesgo de respuesta. Al
final de las instrucciones se les agradeció su interés y participación. El tiempo de aplicación
de los cuestionarios fue de 20 minutos.
Para el análisis de los datos se usó el paquete estadístico SPSS statistics versión 19.0 y se
realizaron análisis descriptivos, de correlación y de regresión jerárquica siguiendo el método
de pasos sucesivos.
25
6.3 Instrumentos
1. “Trait Meta-Mood Scale” (TMMS; Salovey, Mayer Goldman, Turvey y Palfai, 1995;
adaptación española de Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2004). Está compuesta por
24 ítems con un formato de respuesta tipo Likert, cuyo rango de puntuación oscila entre 1
(Nada de acuerdo) y 5 (Totalmente de acuerdo). El cuestionario mide tres dimensiones
intrapersonales de la inteligencia emocional, cada una de las cuales es evaluada a través de 8
ítems: Atención emocional, entendida como la habilidad para sentir y pensar sobre las
emociones; Claridad emocional, definida como la habilidad para entender nuestro estado de
ánimo; y Reparación emocional, entendida como la capacidad para moderar nuestras
emociones. El alfa de Cronbach es de 0.86 para el factor Atención, 0.90 para el factor
Claridad y 0.86 para el factor de Reparación.
2. “Maslach Burnout Inventory” (MBI; Maslach y Jackson, 1981; adaptación española de
Seisdedos, 1997). La escala está compuesta de 22 ítems relacionados con el trabajo y las
respuestas se registran en una escala tipo Likert que oscilan desde 0 (Nunca) hasta 6 (Todos
los días). El cuestionario mide tres dimensiones principales del Burnout: Cansancio
Emocional con 9 ítems, entendido como la pérdida de energía y agotamiento;
Despersonalización con 5 ítems, que se define como la actitud negativa hacia uno mismo y
los demás; y Realización Personal con 8 ítems, caracterizado por respuestas negativas hacia
el trabajo y baja autoestima. El alfa de Cronbach es de 0.83 para el factor Cansancio
emocional, 0.48 para el factor Despersonalización y 0.77 para el factor de Realización
personal.
3. “Subescala de Crecimiento Personal de la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff”
(SPWB; Ryff, 1989; adaptación española de Díaz y cols., 2006). La dimensión Crecimiento
Personal está formada por 4 ítems y miden la capacidad de crecimiento y expansión, así como
de apertura a la experiencia y autoconocimiento. La dimensión tiene un rango de respuesta
que va de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo). Su consistencia interna
es α=0,71.
4. “Subescala de Relaciones Positivas de la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff” (SPWB;
Ryff, 1989; adaptación española de Díaz y cols., 2006). La dimensión Relaciones Positivas
está compuesta por 5 ítems que evalúan la habilidad para establecer y mantener relaciones
cálidas y de afecto con las personas, basadas en la confianza y la empatía. Tiene un rango de
26
respuesta que va de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo). La
consistencia interna α=0.78.
7. Resultados
7.1 Análisis descriptivos y de correlaciones
Los estadísticos descriptivos, junto con la fiabilidad (alpha de Cronbach) y las correlaciones
entre las variables analizadas en este estudio se muestran en la tabla 1.
Tabla 1: Medias, desviaciones típicas, fiabilidad y correlaciones entre las variables del estudio
Variables
1
2
3
4
5
6
7
8
--
1.Atención
emocional
2.Claridad
0.30**
--
emocional
0.22**
0.63**
0.28**
-0.13
-0.14
-0.16
-0.09
0.61**
0.03
0.40**
0.46**
-0.34**
-0.14
0.006
0.36**
0.41**
-0.07
-0.12
0.46**
--
-0.13
0.30**
0.42**
-0.34**
-0.19**
0.37**
0.48**
M
25.10
27.21
27.16
17.58
7.9
35.61
19.55
23.86
DT
5.96
5.6
6.1
11.00
5.51
6.77
3.35
4.43
α de Cronbach
.90
.89
.88
.90
.70
.80
.72
.71
3.Reparación
--
emocional
4.Cansancio
--
emocional
5.Despersonalización 0.07
6.Realización
---
personal
7.Crecimiento
personal
8.Relaciones
--
positivas
Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001
Más allá de las relaciones entre las dimensiones de una misma variable, las personas con
alta puntuación en Cansancio emocional tienen mayores puntuaciones en Atención
Emocional. La dimensión Realización personal se relaciona positivamente con Claridad y
27
Reparación Emocional. La subescala de bienestar psicológico Crecimiento Personal parece
asociada positiva y significativamente con las escalas de inteligencia emocional Claridad y
Reparación Emocional y con Realización Personal. Además, a mayor nivel de Relaciones
Positivas se obtiene mejor Claridad Emocional, Reparación Emocional y Realización
Personal y peores niveles de Cansancio Emocional y Despersonalización. Por último y como
elemento a destacar, las personas con mejor puntuación en Relaciones Positivas obtienen
mejores resultados en el Crecimiento Personal.
7.2 Análisis de regresión
Para analizar la influencia entre las dimensiones de la inteligencia emocional, el síndrome
de Burnout, el crecimiento personal y las relaciones positivas, una vez controlado el efecto de
las variables socio-demográficas, se llevaron a cabo análisis de regresión jerárquica siguiendo
el método de pasos sucesivos. Los resultados de los análisis de regresión sobre el síndrome de
Burnout, el crecimiento personal y las relaciones positivas se muestran en la tabla 2, 3 y 4
respectivamente.
Tabla 2: Análisis de regresión jerárquica sobre el síndrome de Burnout controlando el efecto de las variables
sociodemográficas.
Predictores
Cansancio Emocional
F
β
Modelo 1
Atención emocional
.08
Modelo 2
Atención emocional
Claridad emocional
.13
Modelo 3
Atención emocional
Claridad emocional
Relaciones Positivas
.19
Despersonalización
F
β
Realización Personal
F
β
10.04
.28**
8.80
.36***
-.24**
9.02
Modelo 1
Relaciones Positivas
.29**
-.14
-.26**
.039
4.58
-.19*
Modelo 1
Reparación E.
.21
Modelo 2
Reparación E.
Crecimiento personal
.30
30.33
.46***
24.97
.32***
.32***
Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001
28
Los resultados sobre la capacidad predictiva de la inteligencia emocional, el crecimiento
personal y las relaciones positivas sobre las dimensiones del síndrome de Burnout se
muestran en la tabla 2. Utilizando el análisis de regresión por pasos se obtuvieron tres
modelos para el cansancio emocional; un modelo para la despersonalización; y dos modelos
para la realización personal. En relación con Cansancio Emocional, un 19% de la varianza fue
explicada por el modelo 3. En concreto, se retienen la Atención emocional (β= 0.29; p≤ .01) y
las Relaciones Positivas (β= -0.26; p≤ .01) mientras que la claridad emocional tiende a perder
su capacidad predictiva. Esto pone de manifiesto que las personas que prestan mayor atención
a sus emociones tienen mayores niveles de cansancio emocional. Sin embargo, las relaciones
positivas ejercen su influencia negativamente, esto es, las relaciones positivas actuarían como
un factor de protección frente al cansancio emocional. En cuanto a la Despersonalización, un
3.9% de su varianza fue explicada por las relaciones positivas (β= 0.19; p≤ .05). Las personas
con mejores relaciones positivas tendrán mayor motivación en su trabajo y actitudes menos
negativas hacia el mismo. Por último, un 30% de la varianza de la Realización Personal fue
explicada por la reparación emocional (β= 0.32; p≤ .001) y el crecimiento personal (β= 0.32;
p≤ .001). De este modo, los sujetos que manifiestan una alta habilidad en el manejo de sus
emociones y gran capacidad para conocerse a sí mismo y desarrollar su potencial tendrán
actitudes más positivas hacia su trabajo y una mejor autoestima.
29
Tabla 3: Análisis de regresión jerárquica sobre el Crecimiento Personal controlando el efecto de las variables
sociodemográficas.
Predictores
Crecimiento Personal
F
β
Modelo 1
Edad
.05
Modelo 2
Edad
Sexo
.08
Modelo 3
Edad
Sexo
Reparación emocional
.22
Modelo 4
Edad
Sexo
Reparación emocional
Realización personal
.31
6.2
-.22*
5.4
-.22*
.19*
10.70
-.20*
.09
.38***
12.33
-.18*
.09
.23*
.33***
Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001
En la tabla 3 se muestran los resultados del impacto de las variables predictoras
inteligencia emocional, síndrome de Burnout y las relaciones positivas sobre la variable
dependiente crecimiento personal. De los cuatro modelos que se han obtenido, el modelo 4 es
el que más varianza de crecimiento personal explica, más concretamente, el 31% de la
varianza. Con este modelo, el factor que mejor predice el crecimiento personal es la
realización personal (β= 0.33; p≤ .001), de forma que aquellos sujetos con altas expectativas
personales y una autoevaluación positiva tendrán un mejor crecimiento y desarrollo personal.
Otro factor que mantiene su influencia sobre el crecimiento personal es la reparación
emocional (β= 0.23; p≤ .05), de modo que las personas que manejan sus emociones de forma
correcta y son capaces de anteponer las emociones positivas a las negativas tendrán mayores
oportunidades de crecimiento personal. Por último, la variable edad pierde poder predictivo
aunque mantiene su influencia sobre el crecimiento personal (β= -0.18; p≤ .05), mostrando
que las personas de mayor edad tienen más limitado su desarrollo personal.
30
Tabla 4: Análisis de regresión jerárquica sobre las Relaciones Positivas controlando el efecto de las variables
sociodemográficas.
Predictores
Relaciones Positivas
F
Modelo 1
Sexo
.036
Modelo 2
Sexo
Reparación emocional
.18
Modelo 3
Sexo
Reparación emocional
Atención emocional
.24
Modelo 4
Sexo
Reparación emocional
Atención emocional
Cansancio emocional
.29
β
4.26
.19*
12.89
.08
.40***
12.21
.12
.44***
-.25**
11.41
.09
.40***
-.17*
-.22**
Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001
En la tabla 4 se muestran los resultados sobre la influencia de la inteligencia emocional,
el síndrome de Burnout y el crecimiento personal sobre las relaciones positivas. En función de
los resultados obtenidos, el modelo 4 es el que más varianza explica de las relaciones
positivas (29%). Entre las características principales del modelo, se observa cómo el sexo deja
de influir sobre las relaciones personales a medida que se añaden otras variables. Sin
embargo, la reparación emocional (β= 0.40; p≤ .001) mantiene su poder predictivo, de tal
manera que las personas que muestran una alta capacidad de controlar sus emociones van a
ser capaces de mantener mejores relaciones positivas con otras personas. En cuanto a la
atención (β= -0.17; p≤ .05) y al cansancio emocional (β= -0.22; p≤ .01), su influencia sobre
las relaciones positivas es inversa, de modo que niveles altos de atención a las emociones y de
agotamiento físico y mental provocarán en los sujetos dificultades para mantener o crear
relaciones interpersonales.
8. Conclusiones
Los principales objetivos de esta investigación han sido comprobar si existen relaciones
entre la Inteligencia Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB) el Crecimiento Personal
31
(CP) y las Relaciones Positivas (RP); si la IE, el CP y las RP tienen valor predictivo sobre el
SB; si la IE, el SB y las RP ejercen influencia sobre el CP; y si la IE, el SB y el CP tienen
poder predictivo sobre las RP.
En cuanto a la relación entre la IE, el CP y las RP he encontrado que altas puntuaciones
de claridad y reparación emocional se relacionan positivamente con el crecimiento personal y
las relaciones positivas, de forma que aquellas personas capaces de comprender sus
sentimientos y emociones y las de los demás y pensar de forma reflexiva sobre esas
emociones presentan mejores niveles de desarrollo personal y una mejor calidad en sus
relaciones positivas con otras personas. Tal y como sugiere Extremera y Fernández Berrocal
(2004), la claridad y la regulación emocional son esenciales para el desarrollo de relaciones
interpersonales cálidas y una mejor empatía. En otro estudio de Lopes y cols. (2005) se
observa la importancia de la regulación emocional en la obtención de una amistad recíproca
(cit. Por Fernández-Berrocal y Ruiz-Aranda, 2008). Además, la IE no sólo tiene una relación
positiva con las dimensiones de bienestar psicológico sino que se ha comprobado que la IE
influye de manera directa en los índices de bienestar. Así, la reparación emocional tiene un
papel fundamental en la predicción del crecimiento personal y las relaciones positivas.
Del mismo modo, se han encontrado relaciones positivas y significativas entre algunas
dimensiones de la IE con el SB. Por un lado, aquellas personas que han obtenido altas
puntuaciones en atención emocional se han relacionado con mayores niveles de cansancio
emocional, por lo que aquellos sujetos que prestan mucha atención a sus sentimientos se
caracterizan por mayores niveles de estrés y fatiga emocional, posiblemente a causa del
desarrollo de una espiral de pensamientos que les lleva a adoptar estrategias de tipo rumiativo
frente al estrés. Los análisis de regresión muestran la influencia de la Atención emocional
sobre el cansancio, convirtiéndose en el factor que más varianza predice. A pesar de que hay
estudios que corroboran este resultado (Vera y cols. 2007) se han encontrado diferencias con
otras investigaciones que encuentran correlaciones positivas entre la atención emocional y la
despersonalización (Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006) y la atención emocional
y realización personal (Extremera, Fernández-Berrocal y Durán, 2003). Estos resultados me
llevan a pensar que serían necesarias más investigaciones en esta línea para conseguir
resultados más concluyentes en cuanto a la relación de la Atención Emocional con las
dimensiones del Burnout. No obstante, los resultados obtenidos van en consonancia con la
idea de que la excesiva atención a los sentimientos se relaciona con el Burnout, la satisfacción
32
en el trabajo y el autoconcepto de los enfermeros/as (Augusto y López-Zafra, 2010). Por otro
lado, los análisis correlacionales muestran que puntuaciones altas en Claridad y Reparación
emocional se relacionan con altos niveles de Realización Personal, indicando en el sujeto una
mayor autoestima y satisfacción en el trabajo y una menor predisposición a sufrir Burnout
(Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006). La reparación emocional es la dimensión
que mayor influencia ejerce sobre la realización personal en función de los análisis de
regresión, mostrando la importancia de la IE sobre el SB.
Por último, también se han constatado relaciones entre el SB y los índices de bienestar
psicológico. Concretamente, el Cansancio emocional y la Despersonalización se relacionan
negativamente con las relaciones positivas mientras que la Realización personal correlaciona
positivamente, lo que demuestra que aquellos sujetos con fatiga emocional y sentimientos
negativos hacia ellos mismos y al trabajo tienen mayores problemas con las relaciones
positivas que aquellos sujetos con alto autoconocimiento y capacidad de desarrollo. Esta
relación entre Despersonalización y relaciones positivas puede encontrarse en el estudio de
Vera y cols. (2007) donde un mayor nivel de despersonalización se asociaba a peores niveles
de apoyo social, mostrando el efecto del Burnout sobre la calidad de las relaciones
interpersonales. Siguiendo esta línea, Maslach (2009) apuntaba como consecuencias del
cansancio emocional las relaciones negativas con los compañeros de trabajo y con la familia.
En cuanto al crecimiento personal, el único factor del síndrome de Burnout que se relaciona
de manera significativa y positiva es la realización personal, siendo ésta la variable que mejor
lo predice.
Los resultados obtenidos han confirmado en parte las hipótesis iniciales:
1. Se ha comprobado la relación positiva entre la IE y los índices de bienestar psicológico y la
relación negativa entre IE y SB, y la relación negativa entre SB y los índices de bienestar
psicológico.
2. La IE, el CP y las RP tienen poder predictivo sobre el SB.
3. La IE y el SB influyen en el CP, pero no se ha encontrado valor predictivo de la RP sobre
el CP.
4. La IE y el SB tienen influencia sobre las RP mientras que el CP no influye en las RP.
En general, los resultados que se han obtenido en este trabajo siguen la línea de autores
como Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar (2006) según los cuales existen factores
33
emocionales que se relacionan con la aparición de Burnout por lo que deben tenerse en cuenta
a la hora de realizar programas de prevención e intervención en profesionales de enfermería.
Además, no hay suficiente evidencia empírica que analice de forma conjunta las relaciones
entre las dimensiones de IE, del Burnout y del bienestar psicológico. Por ello, considero que
sería necesario seguir investigando en esta línea, controlando el posible efecto de variables
como la personalidad y llevando a cabo otro tipo de análisis que permitan establecer
conclusiones más definitivas acerca de las relaciones entre estas variables (por ejemplo
análisis de mediación).
34
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