Entrevista en Expansion Pais Vasco 25-05-2015 a JoseLuis Jimenez Brea. Además del esfuerzo tecnológico, se necesitan formas de gestionar diferentes" M. Vargas. 33 25/05/2015 Bilbao Tras dos décadas en la corporación Mondragón, cinco años en la dirección general de la multinacional Formica y doce como director general del Grupo Arteche, José Luis Jiménez Brea coordina en la actualidad el Grupo Vasco del Club de Roma. Este grupo de análisis y reflexión pretende ser un referente en la sociedad vasca para alertar de los retos del futuro. El tema que ocupa ahora el debate es la empresa participativa inclusiva, que supone un nuevo modelo de organización y de gestión para el que Euskadi, a juicio de Jiménez Brea, está preparada. – ¿Se puede decir que el grupo vasco del Club de Roma defiende un cambio de modelo empresarial? No es tanto defender un concepto de modelo empresarial, porque es lo que nos viene. Con la crisis de finales de los 70 toda la industria básica tradicional, muy intensiva de mano de obra, con una cualificación bastante baja, se fue al traste. Pero Euskadi hizo una apuesta importante por la calidad, siendo una de las regiones europeas con más ISO y EFQM. Y ese modelo nos ha durado hasta ahora, que debemos dar el salto de la calidad a la innovación. Pero el problema es que cambia el modelo de gestión y la forma en que las personas se sitúan ante el trabajo. – ¿El nuevo modelo de empresa es el que se basa en la innovación? El cambio de modelo intensivo en mano de obra al modelo orientado hacia la calidad, mejora la gestión de los procesos repetitivos. Pero, si debemos incluir la innovación, significa que todas las personas de la organización tienen que participar del mismo proyecto empresarial. Eso solo surge en base al trabajo en equipo y no se ha enseñado a gestionar así. Ese es el cambio que hay que hacer. En Euskadi ya hay unas cuantas empresas que están trabajando en esto, los que genéricamente hemos llamado modelos de gestión basados en las personas. – ¿Los planteamientos de cambio siempre coinciden con ciclos económicos de crisis? Claro. En la crisis de finales de los años 70 costó 13 años recuperar los mismos niveles de empleo, porque se entendía que había un problema estructural. Y hubo mucha gente que no fue capaz de acomodarse a lo que las empresas o industrias, basadas en la calidad, demandaban. Ahora nos va a ocurrir un poco por el estilo. Con la industria 4.0 el nivel de cualificación va a ser diferente. En España va a haber un problema importante porque habrá trabajo para los que están cualificados, y en este sentido en Euskadi hay, teóricamente, mejor base formativa. – Con este planteamiento, ¿qué sucede con la variable del coste de mano de obra? Creo que vamos a tener una ola de productos made in EEUU y Alemania porque va a ser más barato producirlo en el propio país que fuera. Ya empiezan a llegar industrias que, tras estar en India y China, se vuelven a relocalizar en sus propios países de origen. El costo de la mano de obra es un tema, pero también cuentan los costos asociados a la empresa, como proveedores de materia prima y de servicios, o la estabilidad jurídica y financiera. Y hay lugares donde tienes la ventaja de mano de obra, pero el resto del ecosistema hace aguas. De este modo, la única posibilidad de ser competitivos es creando unas dinámicas de innovación de cambio que sean difíciles de seguir para esos otros países. – ¿Euskadi tiene las bases para competir en el mundo? Yo creo que sí por la identidad cultural, por nuestro concepto de trabajo y por nuestra tradición industrial. Tecnológicamente creo que se está haciendo un esfuerzo, pero lo que hace falta son formas de gestionar distintas a las actuales, donde las capacidades de las personas se pongan de manifiesto. – ¿En este cambio de modelo de gestión tienen que implicarse el gestor, pero también el trabajador? Exactamente. Y los sindicatos tienen que dar el salto hacia elementos más de participación que de enfrentamiento. Si el trabajador participa en la gestión, el siguiente paso es participar en los resultados, y en el siguiente es, a poder ser, hacerlo en algunos niveles de capital de empresa. Los sindicatos empiezan a ser conscientes de esto y en otros lugares lo han sabido entender. El país que tiene más sociedades en que los trabajadores participan en el capital es Estados Unidos, donde se creó una figura llamada SEOP, con un tratamiento fiscal diferencial para poder sacar adelante empresas por parte de equipos de personas. – ¿Las cooperativas son las organizaciones que están más próximas a este nuevo modelo de gestión? Sí, pero el modelo cooperativo es muy radical y hay que buscar una fórmula mixta. Las SEOP americanas son empresas de unos 140 trabajadores que tienen el 35% del capital que está asociado, y les permite que decisiones clave como la venta de la empresa a un tercero tengan que ser aprobadas por una mayoría cualificada. En el grupo vasco del club de Roma hemos definido los dos extremos de empresa. La extractiva, donde un subconjunto extrae las plusvalías de todos los demás, y la inclusiva participativa donde los subconjuntos colaboran entre sí para sacar adelante ese proyecto. Hacia ese modelo debemos ir si queremos mantener nuestro nivel de vida. – ¿También debe ayudar la política industrial de la Administración? Sí, pero hay que ir un poco más adelante. Desde Amigos de Arizmendiarrieta estamos trabajando para lanzar un borrador de Ley de Sociedades Civiles particulares de responsabilidad limitada, siguiendo el ejemplo de la SEOP. Se trata de facilitar la participación de los trabajadores en el capital de la empresa para que decisiones estratégicas sobre el futuro de la sociedad tengan que tener el consenso o la opinión de todos. – Se acaba de cumplir el centenario de José María de Arizmendiarrieta, de cuya asociación de amigos usted es miembro. ¿Sus valores son de lo más actuales? Sí, porque don José María intenta montar empresas donde se pueda dar ese respeto y desarrollo de todas las capacidades de las personas. Esos valores siguen siendo válidos y son los que nos van a permitir salir de esta crisis. Concebir a la persona como un elemento de consumo y suscitar la codicia y la envidia entre las personas nos ha llevado al consumismo y a la deslocalización de las empresas en función de costos absurdos. "Los sindicatos tienen que dar el salto hacia elementos más de participación que de enfrentamiento" "Hay industrias que, tras estar en India y China, se vuelven a relocalizar en sus propios países de origen" "La única posibilidad de ser competitivos es creando unas dinámicas de innovación de cambio"