La fachada, crujía y capilla del Hospicio de Madrid

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TOMO
Lxxv
Agosto-Octubre, 1919
CUADERNOS II-IV
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES OFICIALES
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LA FACHADA, CRUJÍA Y CAPILLA DEL HOSPICIO DE MADRID
Con fecha 17 de los corrientes, la Secretaría de esta Real Academia me comunica que el Sr. Director se ha servido designarme
para que informe sobre la declaración de «monumento nacional»
de las dos crujías por la calle de Fuencarral y la capilla del
Hospicio de esta Corte, solicitada por la Sociedad Central de
Arquitectos. En cumplimiento de lo dispuesto tengo el honor de
exponer lo que sigue:
Con fecha l.° de Marzo próximo pasado, la Sociedad Central
de Arquitectos dirigió al Sr. Ministro de Instrucción Pública y
Bellas Artes la instancia referida, en la que, además del extremo
citado, pide que, caso de obtenerse, el Hospicio de Madrid se
destine á Biblioteca y Museo regional madrileño. Remitido el
documento á la Real Academia de Bellas Artes, informó con fecha 7 de Mayo último. Expresa dicha Corporación que no cree
necesario historiar de nuevo la importancia artística del edificio,
por haberlo hecho ya en dictamen de 15 de Julio de 1919- Y"
que, reconocida su valía como ejemplar de una arquitectura muy
característica y apreciable y, por tanto, muy digna de respeto
y conservación, le corresponde al ponente declarar que estos
fines se cumplirán perfectamente y con las mayores garantías
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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
acogiéndose á la ley del 4 de Marzo de 1915? y obteniéndose
que sea declarado oficialmente «monumento arquitectónico-artístico». Respecto al destino que haya de darse al edificio, aquella Academia no tiene por qué coartar las iniciativas del Estado
6 de la Diputación provincial, y se abstiene de señalarlo.
Tócale ahora á esta Real Academia de la Historia informar
sobre el expediente. De justicia será, ante todo, alabar la iniciativa de la Sociedad Central de Arquitectos, que con ello demuestra con cuánto celo cumple sus deberes de Corporación oficial
de utilidad pública. Entrando ya en la cuestión, debe examinarla
desde diversos puntos de vista.
En el artístico no habrá que extenderse mucho. Es el Hospicio
de Madrid, y con especialidad su famosa portada de la calle de
Fuencarral, monumento copiosa y ampliamente descrito y analizado, desde los autores neoclásicos del siglo xvín, que prodigaron
á la obra las más agrias censuras y á Pedro de Ribera, su autor,
ios más insultantes epítetos, hasta los modernos, que, pasando ai
extremo contrario, dedican elogios sin cuento á la nobleza y carácter de la fachada y á la fecunda inventiva y asombrosa ejecución de la celebérrima portada. Cualquiera que sea el juicio que
deba prevalecer, no cabe dudar que la fachada del Hospicio de
Madrid es una obra capital de un estilo y una época interesantísimos. Como página de la historia del A r t e español ha de considerarse; y al afirmarlo, esta Real Academia deja sentado cuan
interesante estima su conservación.
Si consideramos ahora su valía puramente histórica, no encontraremos en verdad en los anales del Hospicio de la corte sucesos
ó acontecimientos que lo eleven á superior categoría. Pero bastará con lo que significa como edificio de carácter social en la historia de nuestra Beneficencia piïblica. La privada de la Edad Media había sido tan alabable en su caridad, como digna de vituperio en su organización; tanto, que el Concilio de Trento hubo
de tomar serios acuerdos, y Felipe TI entendió llegado el caso
de una unificación, clausurando los establecimientos «mal fundados», ó sea los constituidos sobre bases poco sólidas. No obstante, en todo el siglo xvii no logró encauzarse el asunto de la pú-
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hlica beneficencia. Fué el primer Borbón el que, llevado del cen, jj fím o francés, intentó de nuevo la unificación. Una de sus
formas lue el crear hospicios destinados á recoger pobres de
oficio- vagos de profesión y desamparados verdaderos. Y, al efecto fundó el de Madrid, dándole por domicilio las „casas de la
calle de Fuencarral, que desde 1674 ocupaba la Casa de Socorro
del Santo Nombre de María, y emprendiendo por fin en el misino luo-ar, en 1/22, la construcción de un edificio que no quedó
terminado hasta 1/99- Es, por lo tanto, el Hospicio de Madrid
el primer edificio levantado en España con destino á esa institución benèfic?, y el modelo sobre el cual, á poco, se hacían los de
Zaragoza, Valencia, Oviedo y otras poblaciones.
Esta sucinta relación dice el lugar que socíalmente ocupa el
edificio de que se trata. Y si por su relativa modernidad y por
la pobreza de sus memorias no se eleva mucho en la importancia
histórico-sociah sí lo bastante para que, uniéndose á la históricoartística, tenga categoría de ejemplar, por cuyos respetos y
conservación cuidadosa debe abogar entusiastamente esta Real
Academia.
Mas la Corporación entiende, de acuerdo por completo con la
ele Bellas Artes de San Fernando, que esos fines se obtendrán,
mejor que con la declaración de «monumento nacional», con su
inclusión en el Catálogo de los «artístico-arquitectónicos» á que
se refiere la ley de 4 de Marzo de I / I 5 - No están muy claras, en
efecto, las consecuencias de cierto orden que aquella categoría
tiene en los edificios que no pertenecen al Estado; y, en cambio,
los «artístico-arqueológicos» quedan absolutamente defendidos
de la destrucción, por lo estatuido en el art. 2.° de dicha ley,
puesto que para efectuarla precisan tramitaciones oficiales y permisos que rara vez llegarán á obtenerse.
Por lo tanto, esta Real Academia aboga calurosamente, y así
3o pide á la Superioridad, porque la fachada, primera crujía y
capilla del Hospicio de Madrid sean declarados oficialmente monumentos «arquitectónico-artísticos» á todos los efectos de la
ley de 4 de Marzo de 1915En cuanto al destino futuro, la Academia se inhibe de seña-
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larlo, por entender que no es asunto de su cometido, y que todos le parecerán bien si son dignos, como no puede menos de
esperarse de la Excelentísima Diputación de Madrid, y con cualquiera de elios se obtiene la conservación de tan interesante
monumento.
Lo que tengo el honor de informar. La Academia, no obstante, acordará lo que estime más acertado.
Madrid, 25 de Junio de 1919.
VICENTE LAMPÉKEZ Y ROMEA.
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