SUPREMA CORTE DE JUSTICIA: ANTECEDENTES 1) En estos autos, caratulados: “D. G. de C. C/ B. C. U. 568 Y OTROS: JUEGOS DE AZAR”, Excepción de inconstitucionalidad. Arts. 1, 3, 19 y 20 de la Ley Nº 19.120. (I.U.E. N° 332-525/2013), G. D. S. G.; y la Defensa de los encausados J. L. y H. B., opusieron excepción de inconstitucionalidad contra la citada Ley Nº 19.120 (escrito de fs. 312 a 321). El Sr. Juez de Paz Departamental de Rivera de 2º Turno, resolvió suspender los procedimientos y elevar los autos, a la Suprema Corte de Justicia (Providencia 2642 de 16 de diciembre de 2013, fs. 322). La Corporación, por providencia 2567, dictada el 23 de diciembre de 2013, de fs. 337v-338, confirió traslado a las partes. La Fiscal Letrado Departamental de Rivera de 3º Turno, evacuando el mismo, concluyó que correspondía desestimar la excepción de inconstitucionalidad incoada, en cuanto a los arts. 1, 3, 19, 1 20, 22 y 23 de la Ley 19.120 y acoger favorablemente a la solicitud de declaración de inconstitucionalidad del art. 21 inc. 2º de la misma (escrito de fs. 360 a 362v). Por su parte, los encausados G. D. B. y N. C. V., opusieron la excepción de inconstitucionalidad por escritos de fs. 365 a 371 y 376 a 382. La D. G. de C. evacuando el conferido solicita se desestime en todos sus términos la declaración de inconstitucionalidad impetrada vía excepción contra los arts. 1, 3, 19 a 23 de la Ley Nº 19.120 (escrito de fs. 391 a 398). Asimismo, la Corporación le confirió vista a esta Fiscalía, lo que se efectivizó el 08 de agosto de 2014 (fs. 431-432v). 2) Los excepcionantes expresan que la Ley Nº 19.120, en sus artículos 1, 3, 19, 20, 22 y 23 son inconstitucionales atento a que viola los artículos 7, 8, 10, 12, 32, 36, 53 72 de la Constitución. Entienden en primer término, que la norma limita las garantías de defensa en juicio por violación a las normas del debido proceso dado los exiguos plazos que prevé. A los efectos, invoca la llamada “tutela constitucional del proceso”, por el que como enseñaba 2 el Maestro Couture, “El proceso es, por sí mismo, un instrumento de tutela del derecho. Lo grave, se ha dicho, es que más de una vez, el derecho sucumbe ante el proceso y el instrumento de tutela falla en su cometido” (Fundamentos de derecho Procesal Civil, Editorial B de F, 4º Edición, Año 2002, pág. 120). Afirma que la ley 19.120 al regular este proceso de instancia única, establece el plazo de 10 días (que no son tales atento a que se le notifica uno o dos días antes), plazo (48 hs) con el que cuenta el indagado para preparar su defensa y su prueba que deberá articular en la audiencia única fijada, por lo que en cada caso se contará con un plazo diferente según sea la rapidez o agilidad con la que actúen los funcionarios encargados de realizar las notificaciones. Agrega que al acortamiento de los plazos para el denunciado se suma el plazo que tuvo el denunciante, por ejemplo de un año, para preparar su denuncia, por lo que el demandado no sólo tiene plazos brevísimos que conculcan su derecho de defensa, en una clara posición de desigualdad frente al actor, debiendo contestar la demanda en audiencia en forma limitada, confrontando groseramente el artículo 8 de la Constitución. En segundo término alega que la ley cuya declaración de inconstitucionalidad se solicita limita o niega el derecho a que la sentencia sea revisada por un tribunal de alzada, lo que ha sido considerado como un elemento integrante del derecho al debido proceso. Dice que la Ley en su artículo 21 limita el mencionado 3 derecho Constitucional. Entiende que ello también tiene sustento normativo en la Convención Americana de derechos Humanos, en su artículo 8 numeral 2 literal h) de la Convención, que considera como garantías mínimas de la personalidad humano, el derecho de toda persona a recurrir el fallo que se dicte en su contra y a que su caso lo resuelva un tribunal de alzada. En tercer término, argumentan que la ley impugnada prohíbe la contravención a la ley y referido al Juego de Azar sin que éste este regulado por alguna norma, violando lo dispuesto por el artículo 10 de la Constitución, que establece el principio de legalidad y seguridad jurídica. Asimismo sostienen la violación al artículo 7 y 53 de la Constitución por privación al goce del trabajo y la propiedad, en tanto adquirieron en legal forma las máquinas en cuestión, algunas importándolas y otras, armándolas parcialmente, lo que determina la legalidad que, sean de su propiedad y con ello no se confisquen tal cual ocurre en la instancia. CONSIDERACIONES JURIDICAS En opinión de este Ministerio, corresponde desestimar parcialmente la excepción planteada, de acuerdo a las consideraciones que seguidamente se exponen: I) Inicialmente resulta necesario plantear la 4 situación en la que se encuentran las presentes actuaciones a los efectos del análisis del asunto. I.1.- Enterado el Sr. Juez de la causa, por la denuncia efectuada por la D. G. de C. de una presunta comisión de la falta de juego de azar ilícito en los locales designados a fs. 5, convocó a sus propietarios a la audiencia prevista por el art. 18, 19 y 20 de la Ley 19.120 (fs. 59). Celebrada la audiencia de precepto el 09.12.2013, con presencia del Sr. Juez, el Ministerio Público y los indagados debidamente asistidos (fs. 235 a 248), G. D. S. G. y J. L. y H. B., estos últimos representados por su defensa, interpusieron excepción de inconstitucionalidad (fs.312 a 321), lo que también efectuaron los indagados G. D. B. (fs. 365/371) y N. C. V. (fs. 376/382). I.2.- Efectuada la ubicación del tema, corresponde comenzar el análisis de la recurrencia desde el punto de vista formal. Conforme dictamen de esta Fiscalía, N° 3583/13, en cuanto a la legitimación activa, para interponer excepción de inconstitucionalidad, se ha señalado: “La Suprema Corte de Justicia respecto al punto y en particular a la existencia de un interés directo en el presumario ha 5 adoptado una posición que resultó sostenida en el tiempo.” “Así por ejemplo, en S. N° 2856 de fecha 10 de diciembre de 2007 ha expresado: “En la especie, el planteo de inconstitucionalidad fue ejercitado en la etapa presumarial, en la que aún no se ha formulado juicio alguno sobre la probable participación del denunciado en hechos con apariencia delictiva”. “En función de ello y teniendo en cuenta que el enjuiciamiento penal resulta una eventualidad, las disposiciones cuya declaración de inaplicabilidad se peticiona no resultan de ineludible aplicación al caso de autos – lo que conlleva a su declaración de inadmisibilidad – en tanto el planteamiento se hace valer para la eventualidad de que se entienda aplicable al caso la norma legal impugnada” y haciendo caudal de anteriores pronunciamientos continúa: “Los fundamentos en que se apoya este criterio son claros en opinión de la Corte, la declaración acerca de la constitucionalidad de una ley sólo es pertinente si ésta es de aplicación necesaria e ineludible en ese caso concreto…; por el contrario, a la Corte en la materia, le está vedado efectuar declaraciones genéricas y emitir opiniones sobre cuestiones abstractas de derecho...” “...al igual que Sentencia N° 842/06 que la circunstancia de que la aplicación al indagado de la norma impugnada resulte actualmente incierta, sujeta a la eventualidad de que se disponga su procesamiento, conduce a concluir que se asiste en la 6 especie, a una falta de legitimación activa, por carecer actualmente el excepcionante del interés directo que el art. 258 de la Constitución de la República reclama (art. 509 ord. 1° CGP) – Sent. N° 1805 de 18 de octubre de 2006-” “(En el mismo sentido S. 217/2010 y S. 1032/2012).” “La Fiscalía de Corte ha sostenido hasta ahora similar criterio (verbigracia en Dictamen N° 959/09 de 4/3/2009).” “…Sin perjuicio de esos precedentes, la evolución que ha tenido la etapa del presumario en nuestro derecho, sobre todo a partir de la reforma del art. 113 del CPP, trae aparejada dudas, a esta Fiscalía de Corte sobre la conveniencia del mantenimiento de esta postura tradicional.” “En nuestro parecer, en las actuales realidades procesales, aún el mero indagado tiene un interés con las características exigidas por la Carta para movilizar este recurso, el cual según la norma constitucional puede, por vía de excepción, oponerse en “cualquier procedimiento judicial” (art. 258.2 Constitución).” “Toda persona indagada tiene derecho a ser 7 defendida desde el primer momento y la actuación del Defensor da la pauta de la existencia de actividad procesal, en una etapa de instrucción – la presumarial – que es el inicio del procedimiento penal.” En consecuencia, habiéndose iniciado la instrucción del proceso por faltas en audiencia y en instancia única, conforme lo establece el art. 18 de la Ley 19.120, respecto de los indagados, y pudiendo encontrarse en el supuesto de que las normas que solicitan sean declaradas inconstitucionales, les sean aplicadas, los mismos se encuentran legitimados activamente, para interponer el presente excepcionamiento. No obstante ello, cabe precisar, que la previsión impugnada por los excepcionantes G., L. y B., respecto del artículo 1 (acápite del artículo 360 C.P.), no se encuentra dentro del eventual objeto del proceso a determinarse, por lo que no se ingresará al análisis de su recurrencia por considerarlo inadmisible. II) Precisiones previas En cuanto a la excepción planteada, ha sostenido esta Fiscalía, por dictamen Nº 1763/13 que: “…En materia de inconstitucionalidad de las leyes, el principio general es el de presunción de compatibilidad con el texto superior. Los poderes del 8 Juez constitucional, deben ejercerse en forma prudente y racional y debe primar un criterio restrictivo.” “Decía la Comisión de Constitución y Legislación de la Cámara de Senadores: “El Poder Legislativo es el supremo intérprete de la Constitución; cada ley a la vez es reglamentaria o resulta de la aplicación de un precepto constitucional. El acto legislativo tiene por ello, a su favor, la presunción de constitucionalidad” (Cf. Anales Administrativos, Montevideo, 1970, p.p.63 y s.s.).” “Enseña Risso Ferrand que en nuestro sistema concentrado de control constitucional existen determinados principios que deben tenerse en cuenta al resolver una cuestión de inconstitucionalidad: - el de interpretación de la norma conforme a la Constitución, tomando en cuenta para realizar la hermenéutica legal, en especial, la interpretación sistemática y la teleológica y - el de conservación de la norma, que implica que no corresponde la declaración de inconstitucionalidad si no existe una “duda razonable” en cuanto a su contradicción con la Carta y en que, si hay varias interpretaciones razonablemente posibles de la norma legal, debe optarse por aquélla que resulte compatible con la 9 Constitución”. “El juicio que emite la Suprema Corte de Justicia al examinar el texto legal y cotejarlo con el principio constitucional que se alega como vulnerado, implica, en última instancia, una tarea de vulneración interpretativa.” “- Para emitir ese juicio valoratorio procede ubicarse dentro de la “constelación del sistema” donde está colocada la ley que es cuestionada de inconstitucional, como dice Soler (Interpretación de la ley, Barcelona, 1962).” “El derecho es concebido como una unidad sistemática, agrega el referido autor y ello es consecuencia de la imposibilidad de admitir derechos o deberes contradictorios y simultáneamente válidos, dentro del mismo orden jurídico (Cf. ob. Cit., p.125)”. III) Marco Normativo aplicable El presente excepcionamiento será analizado conforme a las normas de Derecho Positivo de nuestro país, el que integran los Tratados que el Uruguay ha ratificado. A este respecto debe precisarse que, las normas sobre derechos humanos 10 contenidas en esos instrumentos internacionales ratificados, tienen rango constitucional. En efecto, estos pactos internacionales, cumplieron con el proceso previsto por los arts. 168 nral. 20 y 85 nral. 7 de la Constitución de la República, así como con las etapas atinentes a los mismos a fin de su entrada en vigor, por lo que integran el derecho positivo de nuestro país. Declarada su vigencia, no cabe otro paso, que el reconocimiento de sus normas, deviniendo exigibles las obligaciones contraídas. Específicamente, en lo que refiere a la Convención Americana de Derechos Humanos, nuestro país la ratifica, formulando únicamente reserva sobre la previsión contenida en el parágrafo 2 del art. 23, que no incluye la limitación a los derechos reconocidos, prevista por el art. 80 nral. 2 de la Constitución, relativa a la suspensión de la ciudadanía: “Por la condición de legalmente procesado en causa criminal de que pueda resultar pena de penitenciaría.” En consecuencia, aprobadas y ratificadas sus normas, constituyen el derecho interno. En cuanto a su jerarquía, tratándose de derechos humanos, como ya se expresara, se incorporan a la Constitución por la aplicación de su art. 72. Como expresa Mariana Blengio Valdés, “La Constitución uruguaya no contiene a texto expreso ningún artículo que 11 otorgue especial jerarquía a estos instrumentos jurídicos, a diferencia de otras soluciones que emanan del derecho comparado…”. Agrega que: “Surge del texto constitucional que la norma que ratifica un tratado tiene jerarquía legal. Sin embargo esta afirmación se matiza al analizar en forma armónica la Carta y vislumbrar los efectos que sobre la cuestión genera el art. 72. Este expresa que: “La enumeración de derechos, deberes y garantías hecha por la Constitución no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno”. Por tanto, a la luz de dicho artículo, los derechos, deberes y garantías que están previstos en un tratado de derechos humanos pueden entonces incorporarse al derecho interno a través de este artículo. Y dichos derechos tienen jerarquía constitucional. Los derechos previstos en el tratado, no el tratado en sí. Ello en mérito al principio de inherencia a la naturaleza humana o en tanto derivan de la forma republicana de gobierno. Estos derechos previstos en los tratados complementarán la nómina que la Constitución enumera y cuyo listado permanece abierto ante la posibilidad de que se verifiquen otros no expresados en el texto”. (BLENGIO VALDES, Mariana, “Código de Derechos Humanos”, Año 2010, pág. 31). En igual sentido Martín Risso, expresa que: “En definitiva, y con el enfoque mencionado, parece necesario concluir 12 que: (a) En primer lugar el concepto de derecho inherente a la personalidad humana, que presentaba problemas de interpretación y análisis en el pasado, hoy parece ser más claro en la medida que la constatación de que un derecho es reconocido como fundamental en tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por nuestro país, pone de manifiesto sin mayores dificultades dicho carácter, y por lo tanto habrá que reconocer a dicho derecho rango constitucional conforme al artículo 72 de la Constitución.” “(b) En segundo término, bien puede sostenerse que la carga de la argumentación en la materia se ha desplazado. Ya no corresponderá argumentar y discutir que un derecho reconocido como fundamental por el ordenamiento jurídico internacional es inherente a la personalidad humana, sino que dicha conclusión ya estará impuesta por dicha regulación internacional. Por el contrario, la carga de la argumentación se desplaza a quien pretenda que un derecho humano reconocido en un tratado y pese a dicha regulación, no es inherente a la personalidad humana y por ende carece de rango constitucional conforme al artículo 72.” “De esta forma los derechos humanos no 13 establecidos a texto expreso en la Constitución, pero contenidos en tratados internacionales ratificados por la República, tendrán no sólo rango supralegal, sino jerarquía constitucional, tal como lo impone el artículo 72 de la Constitución, salvo demostración en contrario. (RISSO FERRAND, Martín, “Derecho Constitucional”, Tomo I, FCU, págs. 351 y 352). Este artículo 72, se encuentra estrechamente vinculado, a las previsiones de los artículos 7 y 332 de la Constitución, que consagran la protección de los derechos relativos a la persona e inherentes a su naturaleza, no pudiendo dejar de aplicarse por falta de la reglamentación respectiva. IV) Artículos impugnados de la ley 19.120: arts. 3 (artículo 361 C.P. numeral 4), artículos 19, 20, 21, 22 y 23 de la Ley 19.120. IV.1.- Arts. 19, 20, 22 y 23 - Ley 19.120 El art. 20 inc. 2º de la ley 19.120 establece que: “Si todos o algunos de los medios de prueba estuvieren disponibles, se producirán e incorporarán de inmediato y en la misma audiencia. En caso de ser necesario, esta se prorrogará por un plazo no mayor de 10 (diez) días, debiendo en esa nueva oportunidad completarse y agregarse la prueba pendiente.” Y el inciso 3º, prevé: “Todas las 14 resoluciones dictadas en el curso de la audiencia admitirán exclusivamente recurso de reposición”. Como ha sostenido esta Fiscalía de Corte, “El Legislador está facultado constitucionalmente para regular las normas de los juicios (art. 18 de la Carta), resultando legítimo que las regle de acuerdo con las circunstancias que debe contemplar, según los casos.” “Al efecto ha sostenido esa Corporación: “El principio constitucional del debido proceso no postula ni prescribe determinada forma procedimental para la defensa del justiciable, sino el derecho específico y concreto a defenderse ante los tribunales, como titular de la tutela jurisdiccional de sus derechos.” “En casos similares, la Corporación ha reafirmado la facultad legislativa de regular las etapas procesales, la ritualidad de los juicios (art. 18 de la Carta Fundamental), facultad que lleva implícita la de adaptar el proceso a la naturaleza peculiar del derecho comprometido en cada relación procesal (Sentencias Nos. 70/68, 8/86, 56/86” (Cfme. Dictamen Nº 1755/2007). Partiendo de la naturaleza penal de las faltas, y que su proceso se encuentra específicamente regulado por la ley 19.120, el mismo responde a las características de este tipo de ilícitos, que se reconocen como leves. Como tales, se les aplica un régimen procesal 15 diferente, privilegiándose por el legislador, la celeridad en su tramitación, lo que no menoscaba la defensa de los derechos del justiciable. La producción de prueba y su incorporación, constituyen una etapa de este proceso, que se adecua a su naturaleza y responde a la necesidad mencionada, lo que no implica la violación del principio del debido proceso. Asimismo, impugna el art. 22 de la citada ley que prevé (De los incidentes. De la instancia única), estableciendo que: “El Juez podrá desestimar de plano y verbalmente todo incidente que se promoviere por las partes. Los incidentes admitidos se sustanciarán y decidirán en la audiencia. Las providencias dictadas en este proceso solo admitirán recurso de reposición, que se deducirá y resolverá en la propia audiencia”. Como acaba de expresarse, dado el proceso diferente de las faltas, se ha legislado sobre los incidentes que pudieran suscitarse en el mismo. Así, Dante Barrios de Angelis, expresa que “un incidente no es un procedimiento sino un objeto del proceso; que no es un proceso en pequeño sino una cuestión sobre la que versa un procedimiento, generalmente abreviado…” (BARRIOS DE ANGELIS, Dante – “El Proceso Civil”, Editorial IDEA, Año 1990, pág. 91). 16 La ley 19.120, en atención a los conceptos ya vertidos, estableció un proceso sumario, adjudicando al Juez la potestad de resolver si los admite o desestima, procediendo en su caso a la sustanciación. La Suprema Corte de Justicia ha sostenido: “Es jurisprudencia pacífica de la Corporación que: “…la Carta no ampara una forma concreta de proceso o de procedimiento, sino básicamente que el justiciable tenga “su día ante el tribunal”, es decir, el poder contar con las oportunidades y los medios procesales de ser oído, rendir prueba y formular defensas” (Conf., entre otras, Sents. Nos. 450/86, 153/88, 54/90, 57/92, 30/93), así como que la facultad legislativa de regular las etapas procesales, la ritualidad de los juicios prevista en el art. 18 de la Carta fundamental, “lleva implícita la de adaptar el proceso a la naturaleza peculiar del derecho comprometido en cada relación procesal” (Sentencia Nº 491/2013, Suprema Corte de Justicia). Estos artículos al regular el procedimiento del proceso en audiencia por faltas, legalmente establecido, no violan el principio del debido proceso legal, consagrado en el artículo 12 de la Constitución. 17 Cabe agregar, que a juicio de este dictaminante, las normas impugnadas tampoco violan el artículo 8º de la Constitución, que consagra el principio de igualdad. En efecto el aludido proceso por faltas, no establece plazos diferenciales para los distintos integrantes del mismo, toda vez que en dicho proceso no hay actor y demandado, sino partes que comparecerán a una audiencia, que como lo establece el artículo 19 de la Ley19.120, será presidida por el Juez, a la que deberán comparecer el indagado asistido por el defensor, y el Representante del Ministerio Público, debiendo estar a los plazos establecidos en la norma, que no generan desigualdad entre las mismas. Por tanto, no se advierte la vulneración aludida al citado principio constitucional. IV.2.- Art.21 (De la sentencia) – Ley 19.120 El art. 21 de Ley 19120, establece en su inciso 2º, que “La sentencia sólo admitirá los recursos de aclaración y ampliación, que deberán ser deducidos y resueltos en la propia audiencia”. Los excepcionantes manifiestas que también el citado artículo, menoscaba las garantías del justiciable al no poder recurrir a una instancia superior, lo que se encuentra establecido en la Convención Americana sobre Derechos Humanos – Pacto de San José 18 de Costa Rica – en su art. 8. Entre los principios básicos que rigen el proceso penal uruguayo, aplicables a todo su desarrollo y etapas, ubicamos como esencial al principio del debido proceso legal. El mismo se encuentra consagrado en los arts. 12 y 18 de la Constitución. El primero establece: “Nadie puede ser penado ni confinado sin forma de proceso y sentencia legal”, determinando el segundo que: “Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios”. Estas normas integradas y armonizadas, constituyen una de las garantías de protección para los ciudadanos. El Código Penal uruguayo, en consonancia con los preceptos constitucionales, dentro de los principios generales, al tratar de los delitos, prevé en su artículo 1º, que: “Es delito toda acción u omisión expresamente prevista por la ley penal. Para que ésta se considere tal, debe contener una norma y una sanción”. Y ampliando dicho concepto, el art. 85 del citado Código, prevé “(Nulla poena sine lege. Nulla poena sine judicio) No podrá ejecutarse pena alguna sino en virtud de sentencia, emanada de los jueces en cumplimiento de una ley, ni hacerse sufrir de distinta manera que como ella lo haya establecido.”. Igualmente el art. 86, expresa: “(Individualización de la pena) El Juez determinará en la sentencia, la pena que en su concepto 19 corresponda, dentro del máximo y el mínimo señalado por la ley para cada delito, teniendo en cuenta la mayor o menor peligrosidad del culpable, sus antecedentes personales, la calidad y el número – sobre todo la calidad – de las circunstancias agravantes y atenuantes que concurran en el hecho. Tratándose de delitos sancionados con pena de prisión, cuando concurren atenuantes excepcionales, el Juez tendrá la potestad de bajar a la de multa que aplicará conforme al inciso precedente (artículo 68, apartado 2).” De las referidas normas, se concluye que conforme este principio, debe haber un proceso penal, legalmente sancionado, que reconozca a los ciudadanos su derecho a acudir ante los tribunales, respaldado en las garantías establecidas por las mismas leyes. En dictamen Nº 1655/99, de esta Fiscalía, se señala al tratar del Debido Proceso, que: “COUTURE, en su “Vocabulario Jurídico” (ed. Depalma, 1997, p. 199) define al debido proceso legal como la “garantía constitucional consistente en asegurar a los individuos la necesidad de ser escuchados en el proceso en que se juzga su conducta, con razonables oportunidades para la exposición y prueba de sus derechos.” “PALACIO, por su parte, señala que el principio implica la prohibición de que los jueces dicten alguna resolución o 20 dispongan la ejecución de alguna diligencia procesal sin que, quienes pudieran verse directamente afectados por tales actos, hayan tenido la oportunidad de ser oídos (Cf. “Derecho Procesal Civil”, T.I, pág. 269.” “En el mismo sentido, VESCOVI enseña que, cuando se habla de las garantías del debido proceso, se está pensando en las mínimas que deben existir, para que pueda hablarse realmente de un proceso, en el principio de inviolabilidad de la defensa en juicio, que implica la de ser oído y de haber tenido oportunidad de producir pruebas (Cf. “Derecho Procesal Civil 2”, T. I., p. 78).” “Es decir que, como reiteradamente lo han sostenido esta Fiscalía y la Corporación, lo que ampara la Carta es que cada sujeto tenga su “día ante el tribunal”. (Cfr. Dictámenes 2164/94, 3397/94, 4245/95, 2701/97, 4948/97, 5105/97, 1397/98, 2827/98, 3957/98, y Sentencias Nº 66/95, 234/95, 596/95, 856/95, 989/96, entre otros.” La Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), aprobada por ley Nº 15.737 de fecha 08/03/1985, y ratificada por nuestro país, consagra este principio en el nral. 1º de su art. 8º, al establecer dentro de las garantías judiciales que: “1) Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y 21 dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.”. Esta norma integrada a la Constitución, por la vía de su art. 72, reconoce ampliamente este derecho, para todas las personas, en la sustanciación o determinación de sus derechos en las materias allí referidas. Teniendo en cuenta el concepto mencionado, la posibilidad de la existencia de una recurrencia ante un tribunal superior, no es requisito para la existencia del debido proceso legal. No obstante ello, para el proceso penal, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su art. 8º num. 2º, lit. h, prevé expresamente “el derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.” Asimismo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado por la Ley Nº 13.751 de 11/07/1969, en su art. 14 nral 5, y también para el ámbito del proceso penal, expresa: “Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley”. 22 El artículo 2º del Código Penal, reconoce a las faltas como delitos, estableciendo: (División de los delitos) Los delitos, atendida su gravedad se dividen en crímenes, delitos y faltas. Y luego prevé: “Las faltas se rigen por lo dispuesto en el libro III del presente Código”. En virtud de este artículo, se las establece legalmente como delitos, y en consecuencia se les aplica su régimen jurídico. Por tanto, atendiendo a su naturaleza penal, la estructura de su proceso, establecido por la ley 19.120, debe guardar consonancia con la afirmación precedente. En cuanto al inc. 2º del art. 21 de la ley 19.120, que prevé la inapelabilidad de la sentencia definitiva, a juicio de este dictaminante, el mismo vulnera las disposiciones contenidas en los citados Tratados, que están específicamente vinculadas a los procesos en los que se ejerce una pretensión de naturaleza penal. En suma, estableciendo el art. 8° nral. 2, lit h, del Pacto de San José de Costa Rica y el art. 14 nral. 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el derecho a recurrir a una instancia superior, y siendo que el art. 21º inc. 2º de la ley 19.120, lo limita expresamente, respecto a las sentencias definitivas, deviene a juicio de la Fiscalía, inconstitucional. 23 IV.3.- Art. 3 de la Ley 19.120 (artículo 361 C.P. numeral 4). Los excepcionantes sostienen que los artículos impugnados violan el derecho de los propietarios y dueños de los sabres tomadores de las máquinas, en este caso, de las máquinas Tragamonedas, a ser protegidos en el goce de su seguridad, trabajo y propiedad. Asimismo entienden que vulneran lo dispuesto por el artículo 10 de la Constitución en tanto establece que ningún habitante de esta República Democrática está obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe. El artículo 7 de la Constitución establece que: “Los habitantes de la República tienen el derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecen por razones de interés general.”. Dicha protección en lo que refiere al trabajo, está asimismo previsto, pero en forma especial por el artículo 53 de la citada Carta, disponiéndose su amparo de forma imperativa. Este principio protector consagrado constitucionalmente, tiene por objeto asegurar el goce y ejercicio del derecho del trabajo a todos los habitantes de nuestra República Ello se ve reafirmado en el artículo 36 que prevé: “Toda persona puede dedicarse al trabajo, cultivo, industria, comercio, profesión o cualquier otra actividad lícita, 24 salvo las limitaciones de interés general que establezcan las leyes.” (Subrayado nuestro). En la primera norma mencionada, luego del trabajo, como bien jurídico a ser protegido se señala también, el derecho de propiedad, lo que se encuentra consagrado en su artículo 32. A juicio de este dictaminante, no asiste razón a los excepcionantes, en tanto la previsión contenida en el artículo 361 numeral 4º del Código Penal, en su actual redacción, relativa a los Juegos de Azar, que establece que: “El que en lugares públicos o accesibles al público, o en círculos privados de cualquier especie, en contravención de las leyes, tuviere o facilitare juegos de azar.”, refiere a la comisión de una actividad ilícita, que se encuentra prohibida por la ley. En efecto, de la evolución normativa de nuestro país, surge que los juegos de azar se encuentran prohibidos, salvo lo establecido por las diferentes leyes en materia de autorizaciones a tales efectos. Así el Dr. Carlos Reyes, en opinión que se comparte, en Dictamen de la Fiscalía de Maldonado de 2º Turno, de fecha 1º de febrero de 2007, en expediente Fa. 293-449/2006, tramitado ante el Juzgado de Paz Departamental de Maldonado de Segundo 25 Turno, sostuvo en su recurrencia que: “II.- El Código Penal vigente, conforme al artículo 361 del CP bajo el título De las Faltas contra la moral y las buenas costumbres en su numeral 9º bajo la denominación juego de azar sanciona “ El que en lugares públicos o accesibles al público , o en círculos privados de cualquier especie, en contravención a las leyes , tuviere o facilitare juegos de azar ...”. Por su parte el numeral 10º bajo la denominación participación en juego de azar sanciona al que, en las mismas circunstancias tomare participación en juegos de azar. La referencia en contravención de las leyes plantea una hipótesis de norma penal en blanco. Norma penal en blanco es aquella cuyo supuesto de hecho se configura por remisión a una norma de carácter no penal, en donde la regulación de determinadas actividades como por ejemplo la económica esta fuertemente condicionada por las circunstancias históricos – sociales concretas (Cfme Francisco Muñoz Conde –Mercedes García Arán . Derecho Penal .Parte General página. 42 ). Genéricamente la prohibición y la sanción están perfectamente determinadas pero en las normas en blanco donde la sanción está determinada, permaneciendo indeterminada la prohibición, cuentan con una sanción determinada , quedando indeterminado el contenido de las mismas el que deberá ser 26 sucesivamente investigado (José Enrique Pierangeli. El Consentimiento del Ofendido. Una Teoría del Delito pág 28 ). La ley 9994 del 26 de diciembre de 1940 sancionada con posterioridad al actual Código Penal, en su artículo 2º establecía que el Poder Ejecutivo podía autorizar la implantación de juegos de azar en la Villa de Río Branco estableciendo el artículo 8º que las infracciones a lo dispuesto en esta Ley caerán bajo las sanciones previstas en el Código penal, sin perjuicio de las medidas que podrá aplicar el Poder Ejecutivo. Además el artículo 3º establecía que el Poder Ejecutivo determinaba “la clase de juegos permitidos“ así como todo lo relativo a su funcionamiento, medidas de vigilancia y fiscalización, admisión a las salas de juegos, hora de apertura y cierre y demás condiciones que creyere conveniente . La Ley 9630 del 22 de diciembre de 1936 que declarara la zona de Rivera apta para el desarrollo del turismo en su artículo 2º estableció que el Poder Ejecutivo fijaría la clase de juegos permitidos, sancionándose con fecha 18 de abril de 1941 la ley 10010 que aplicó las mismas disposiciones de la Ley 9630 a la ciudad de Carmelo. La Ley 11183 del 15 de diciembre de 1948 facultó al Poder Ejecutivo para explotar los juegos de azar en las zonas balnearias de los departamentos de Maldonado y Rocha, facultando al Poder Ejecutivo para explotar el Argentino Hotel Casino de 27 Piriápolis y sólo derogó expresamente el artículo 2º de la ley 3909 del 22 de setiembre de 1911 , por lo cual implícitamente dejó vigente las disposiciones del artículo 12 que establecían que las infracciones a las disposiciones de la Ley 3909, aparte de la sanción que establece el artículo 7º, que daba lugar a la aplicación, a los Directores o miembros de la Comisión Directiva, de las penalidades previstas por el Código Penal, remisión que se debe entender realizada al actual Código Penal vigente de 1934. En el año 1953 el entonces Fiscal de Corte y Procurador General de La Nación Dr. A. R. Abadie Santos en Dictamen Nº 3023 del 10 de noviembre expresaba refiriéndose al régimen legal de las concesiones de juegos de azar: “En el primer período (1889 – 1911) en razón de que durante el se reputa delito toda forma de explotación de los juegos de azar el Poder Ejecutivo carecía de facultades para autorizar esa explotación y está impedido de hacerlo. En el segundo período (1911- 1948 ) con la vigencia de la ley 3309 del 22 de setiembre 1911 , las cosas cambian. Dejan de ser ilícitas aquellas formas de esa actividad habituales en los casinos y círculos de las estaciones balnearias, que sean autorizados especialmente por el Poder Ejecutivo y se hagan efectivas precisamente en las condiciones impuestas en dicha ley y dentro del marco de estas, en las que fijasen el Poder Ejecutivo y la autoridad municipal respectivas, aunque 28 continúan siendo ilícitas las demás, erige las actividades por ellas autorizadas en un verdadero servicio público que el Poder Legislativo faculta al Poder Ejecutivo para organizar encomendando su prestación a los particulares interesados en ellos que lo solicitaren bajo el régimen de “concesión “ ...donde la administración puede ejercer sus poderes de policía y las facultades que le son propias en las materias, sin más limitaciones que las resultancias de los textos ...En un tercer período (enero – diciembre 1948 ) a partir de la ley 10041 del 17 de enero de 1948 por el artículo 5º quedaban suprimidas las facultades de prorrogar y renovar las concesiones vigentes de que hasta ella, por la legislación anterior venía gozando el Poder Ejecutivo. Y en el cuarto periodo (diciembre 1948 en adelante en virtud de la derogación expresa del artículo 2º de la ley 3309 que hizo la ley 11183 de 18 de diciembre de 1948 (art. 7º) queda vedado al Poder Ejecutivo el otorgamiento de cualquier concesión del género de las aludidas y restablecía plenamente por ende, la ilicitud penal de toda forma de explotación de juegos de azar por particulares, sin perjuicio naturalmente de aquellas que en el momento de la promulgación de la nueva Ley habían quedado autorizadas por concesión especial legalmente acordada al efecto ...”. El 30 de noviembre de 1970 se sanciona la Ley 13921 la cual dispone la instalación de establecimientos en los 29 departamentos de Maldonado, Rocha , Colonia , Rivera , Canelones y en la zona termal del noroeste, estableciendo la referida norma en su artículo 6º: “Declárase en vigor las normas legales y reglamentarias sobre explotación de juegos de azar que no se opongan a la presente Ley.” La Ley 14335 declaró el turismo como una actividad de interés público como factor de desarrollo económico social y que los mismos corresponden a la actividad privada, y estableció que el Estado por razones de orden público o cuando considere necesaria la explotación de actividades y servicios turísticos que los particulares no quieran o no puedan asumir, la tomará a su cargo. La referida ley estableció que el Estado explotará los casinos de que dispone actualmente y las salas de juego que estime conveniente instalar, mediante el régimen de concesiones (art. 20 ).” Precisamente de los antecedentes de la referida norma “… surge que es una actividad privada desarrollada por el Estado en régimen de monopolio . Se ha sustraído a los particulares esa actividad que por naturaleza pertenece al ámbito privado, por considerarse que se atendía así mejor el bien común . En la actualidad, los casinos son explotados por el Estado (persona pública mayor ) y por la Intendencia Municipal de Montevideo, aunque lo atenúa al admitir las concesiones, donde el Estado continuará explotando el 30 juego , pero lo hará indirectamente a través de un concesionario (Cfme Augusto Durán Martínez . Turismo, Acali 1979). Analizando el concepto de concesión en la referida norma Duran Martínez indica que en este caso no se concede el uso de un bien, sino el ejercicio de una actividad, donde no es un acto unilateral sino bilateral, no siendo una concesión de servicio público ( aunque como se refiere en nota 68 con la noción francesa serían servicio público) sino una actividad privada que desempeña el Estado en régimen de monopolio, donde al otorgar las concesiones, más que en el precio que el Estado pueda obtener por la explotación de los casinos , se tienen en cuenta las obras de infraestructura que se realizan, inversiones que se efectúan y su repercusión en el desarrollo del turismo ( Augusto Duran Martínez . Turismo .Editorial Acali 1979 pág . 43). La ley 15206 extendió por su artículo 4º la facultad otorgada al Poder Ejecutivo por la ley 13921 a los casinos que se instalen en hoteles de categoría internacional “cinco estrellas“ cuya actividad haya sido declarada de interés nacional al amparo de la ley 14178 . La referida Ley 13921 en su artículo 6º declaraba “.... en vigor las normas legales y reglamentarias sobre explotación de juegos de azar que no se opongan a la presente Ley.” 31 El Decreto Nº 56/80 de fecha 30 de enero de 1980 fijó como únicos juegos de azar explotables en los Casinos del Estado autorizados por las normas legales vigentes los de ruleta, punto y banca, Caballitos, las diversas variaciones del juego de dados, el Black Jack o veintiuno, el Bingo y las máquinas tragamonedas . III.- Por ende en cuanto a los casinos y la explotación de los juegos de azar, se está ante una actividad que es desarrollada en régimen de monopolio por el Estado. Y que puede ser desarrollada en régimen de concesión por los particulares, donde la ley 14335 exige “un pedido de ofertas” y el Decreto reglamentario (588/75) una licitación pública, punto en el que el Decreto es más restrictivo que la Ley, habiéndose efectuado concesiones como la dispuesta por Resolución del Poder Ejecutivo del 4 de agosto de 1992 (Cfme Augusto Durán Martínez . Casos de derecho Administrativo Vol I pág. 183 ). La desmonopolización, sólo acontece por vía legislativa, lo cual constituye la norma de principio en nuestro derecho constitucional ya que el legislador que crea esa situación, es quien puede modificarla y devolver el estado de cosas a la situación en que se encontraba antes como ha ocurrido con la desmonopolización de los seguros (Ley 16426), alcoholes (ley 16753) o préstamos hipotecarios 32 (Ley 16760) (Cfme Mariano Brito – Carlos Delpiazzo . Derecho Administrativo de la Regulación). Pero en el referido proceso no fue aprobada la desmonopolización de los casinos, siendo por ende de aplicación lo dispuesto por el artículo 20 del Decreto Ley 14335 ya analizado atenuado por el régimen de concesiones (Cfme Carlos Labaure Aliseris :Desmonopolización en la Reforma del Estado . A D A T VII pág 132 ). En definitiva concesión por ende “es el acto por el que la Administración, en virtud de las atribuciones derivadas del ordenamiento positivo, confiere a una persona un derecho o un poder que antes no tenía. La concesión otorga así un status jurídico, una condición jurídica, un nuevo derecho, la característica esencial del acto administrativo de concesión radica en la circunstancia de ser un acto eminentemente creador de derechos, pero sin que la Administración transfiera o trasmita nada ..”(Cfme Roberto Dromi . Derecho Administrativo . Buenos Aires 2001 ).En el mismo sentido puede citarse a Julio A. Prat (Derecho Administrativo T III Vol II pág 44 ) . Las consideraciones precedentes no son modificadas por lo dispuesto en la ley 17243 (art 13) ya que si bien las empresas que desarrollen actividad económica cualquiera fuera su 33 naturaleza jurídica, están sujetos a las reglas de la libre competencia, lo son “sin perjuicio de las limitaciones que se establecieran por ley y por razones de interés general (art. 7º y 36º de la Constitución de la República) o que resulten del carácter de servicio público de la actividad de que se trate . En tal sentido el art. 7º de la Constitución establece que “Nadie puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecieran por razones de interés general. A ello correspondería agregar que el artículo 36 de la Constitución expresa que “ Toda persona puede dedicarse al trabajo, cultivo, industria, comercio, profesión o cualquier otra actividad lícita, salvo las limitaciones de interés general que establezcan las leyes. Por otra parte no se advierte que la aplicación de las normas del Tratado de Asunción en cuanto a la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países con la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias, puedan incidir en la desmonopolización de la actividad referida. Las disposiciones del Código penal que reprimen los juegos de azar se encuentran vigentes. Las leyes no pueden ser derogadas, sino por otras leyes y no valdrá alegar, contra su observancia, el desuso ni la costumbre o práctica en contrario (art. 9º del CC). Por otra parte sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley, de un modo generalmente obligatorio (art. 12 del CC). Se ha 34 señalado que aún el desuso o la no aplicación de las normas, no puede significarle quitarle la fuerza y eficacia que le son propias, razones técnicas, históricas, sociales y políticas aconsejan la repudiación de la costumbre contraria a la ley (Conf. TAC 1º S 63/88. A D A T III c. 266 con citas de Eduardo García Maynez y Bernardo Supervielle). Conforme lo expresa Gamarra (Tratado de Derecho Civil Uruguayo T I pág 112 ) la autorización administrativa sólo tiene por alcance derogar las normas penales que prohíben el juego de azar en lugar público o abierto al público. En el mismo sentido Jaime Berdaguer señala que el Código Penal reprime los llamados juegos de azar y que en caso de que exista autorización administrativa para realizar determinado juego de azar, sólo tiene la virtud de excluir el efecto penal (Fundamentos de derecho Civil . Primera parte . La Obligación T I 274). Por tanto el análisis de la legislación vigente y sus fuentes que la han inspirado determina la vigencia del principio general de la ilicitud de los juegos de azar, requiriendo autorización expresa tanto lo explote el estado o un particular. Corresponde señalar asimismo que el Decreto 63/1997 establece entre otras disposiciones los objetivos estratégicos de la Dirección General de Casinos incluyendo entre otros la detección del juego ilícito y que de ahí “en conocimiento de irregularidades en esta materia de juegos de azar de casinos y salas de esparcimiento, es un 35 deber de ese organismo efectuar la denuncia correspondiente por la vía penal...” ( fs. 29 ). En cuanto a la definición de juego de azar, contenida en el art. 362 del Código Penal, expresa: “El concepto o referencia de lucro del tipo penal resulta probado en autos, ya que no está en juego el monto que se apuesta o el premio que hipotéticamente el azar pueda deparar sino la motivación que induce a participar. Cuando se debe interpretar el sentido de los términos de la ley tal como lo establece el artículo 18 del Código Civil se debe estar al sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras. Y si analizamos el significado de la palabra lucro encontraremos palabras afines como “ganancia, provecho, logro, utilidad, beneficio, producto, emolumento”. Si tomamos la palabra lucrativo encontraremos palabras afines como “lucroso, fructuoso, fructífero, beneficioso, productivo, ganancioso, provechoso, útil “ (Cfme Diccionario de Sinónimos, Antónimos, Parónimos e Ideas Afines. Editorial Hyspamérica T III). Por su parte sobre el concepto de lucro la Enciclopedia Jurídica Omeba señala “Su significado común según el Diccionario de la real Academia española es el siguiente: ganancia, utilidad o provecho que se saca de una cosa , definición que trasladada al plano jurídico nos pone ante la evidencia que la situación o situaciones que prevé están contempladas largamente por 36 innumerables disposiciones legales que lo ordenan y controlan en beneficio de todos los componentes del grupo, eventuales partes en una relación de la que al menos uno de ellos espera un beneficio ..”. Tal como lo establece el artículo 362 el lucro “ es el móvil que induce a tomar parte de ella ...”. Por ende es una referencia del tipo. Ahora bien si la objetividad jurídica protegida es la hacienda pública, corresponde preguntarse donde se produce la lesión. Es evidente que no se puede analizar solo desde la óptica del jugador el cual estaría comprendido en el numeral 10 del artículo 361 del CP, situación que no se plantea en autos, sino además en las previsiones del numeral 9º del mismo artículo que sanciona “al que en contravención de las leyes tuviere o facilitare juegos de azar “, que es la norma que fundamenta el pedido de enjuiciamiento de los encausados .Conforme surge de fs. 361 la actividad de los juegos con máquina tragamonedas ha determinado la constitución de AUFOJE que nuclea a los propietarios de máquinas tragamonedas electrónicas de azar, surgiendo que es una tarea que comenzaron hace más de dos años en la cual han invertido mucho esfuerzo y dinero para defender sus capitales, trabajando con el propósito de regularizar dicha actividad. Dentro del contexto del bien jurídico hacienda pública la ley 16320 además en su artículo 489 establece la tributación de los 37 juegos de azar y de los demás juegos de azar que se pudiesen autorizar en el futuro . El Decreto 317/2006 coloca los juegos de azar entre las actividades sujetas a contralor por la Dirección General Impositiva. Por otra parte las leyes que se han dictado en la materia han regulado los porcentajes de afectación de las ganancias y su distribución como recurso del Estado (Ley 9994 art. 5º , Ley 11183 art. 5º , Ley 11913 art. 7º, Ley 13921, art. 5º , Ley 14335). Indica Silva Forné que la objetividad jurídica es la hacienda pública porque si bien el juego ha sido considerado siempre un vicio el Estado ha permitido su establecimiento en forma regulada , obteniendo con ello recursos para sus arcas, convirtiéndose en una actividad de real importancia económica vinculada a su vez al desarrollo del turismo, señalando que Camaño Rosa sostenía en general que el juego de azar se persigue para tutelar las buenas costumbres, aunque excepcionalmente se ampare la economía pública ( Cfme Diego Silva Forné. Juegos de Azar , Tutela Penal de la Propiedad y Delito de Juego de la Mosqueta . RDP Nº 12 pág. 91).”. Igualmente en consulta de fecha 14 de mayo de 2014, que le efectuara el Grupo de “Padres contra las malas costumbres”, al Dr. Gonzalo Fernández, a propósito del Proyecto de Ley que reestructura la institucionalidad referida a los juegos de azar, 38 enviado por el Poder Ejecutivo con fecha 20 de marzo de 2014 al Parlamento, en cuanto a su ilicitud el mismo expone: “7.- Vale la pena señalar, asimismo, que en la Exposición de Motivos se hace un relevamiento histórico de la regulación de los juegos de azar y apuestas, remontándose inclusive hasta la primitivas Leyes de Indias . 8.- De dicho relevamiento de antecedentes normativos se extrae, como principio vigente hasta hoy en día, la prohibición de los juegos de azar, instituida por la Ley Nº 1.595 de 16 de diciembre de 1882, que ya conminaba con pena de multa o prisión, así como el decomiso de los efectos, la transgresión de la norma prohibitiva.. 9.- Dicha tradición fue continuada con la entrada en vigor del Código Penal de 1934, cuyo art. 361 nums. 9 y 10 y art. 362 edictaban como falta la contravención de la ley en materia de explotación y facilitación de juegos de azar, así como por el Decreto-Ley Nº 14.319 de 16 de diciembre de 1974, que incriminó posteriormente como delito las carreras de caballos y el juego clandestinos de quinielas.” En consecuencia, partiendo de la ilicitud de los juegos de azar, no puede admitirse que la eventual aplicación a los encausados de la disposición del art. 361 numeral 4 del Código Penal, en la redacción dada por el artículo 3º de la Ley 19.120, vulnere el mandato garantizado constitucionalmente a la protección del trabajo, 39 situación a que expresamente se refiere el artículo 36 de la Carta Magna, cuando alude al trabajo … o cualquier otra actividad lícita. Igualmente, no corresponde amparar el reclamo efectuado, en cuanto a la lesión al derecho de propiedad. En efecto, el hecho de la confiscación aludida es consecuencia de un fallo dictado por un tribunal, en el curso de un proceso judicial, y por la aplicación de las normas legales al respecto, encontrándose asistidos los encausados en caso de no compartir tal resolución, a solicitar la revisión de dicha medida, por las leyes que lo faculten a tales efectos. Por lo expuesto, no se advierte la vulneración de los principios constitucionales del derecho y protección al trabajo y propiedad, (artículos 7, 32, 36, 53 de la Constitución), ni al de legalidad contenido en el artículo 10 de la citada Carta, por lo que no corresponde declarar la inconstitucionalidad de los artículos 1º (acápite 360 C.P.) y artículo 3 (artículo 361 C.P. numeral 4) de la Ley 19.120 impugnados. CONCLUSIÓN A criterio de esta Fiscalía por los fundamentos antes expuestos, procede acoger parcialmente la excepción de inconstitucionalidad planteada, sólo respecto del art. 21º inc. 2º de la 40 Ley 19.120.Montevideo, 26 de agosto de 2014.- Dr. Jorge Díaz Almeida Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación 41