AySVI,R 7,F 376-385 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Sala II Penal
Libro de Autos y Sentencias N° VI
Resolución N° 007
Folio N°
376 - 385
En la ciudad de Santa Fe, a los diecisiete días del mes de
febrero del año dos mil diez, se reúne el Tribunal (Sala Segunda
-integrada- de la Cámara de Apelación en lo Penal) para conocer y
resolver los recursos de nulidad y apelación interpuestos contra la
resolución de fecha dos de marzo del dos mil nueve, dictada por el Señor
Juez en lo Penal de Sentencia de la Tercera Nominación, por la que
condena: 1) a R. F., como autor penalmente responsable del delito de
Administración Fraudulenta (art. 173 inc. 7 del C.Penal) a la pena de Dos
años y seis meses de prisión, la que deja en suspenso y costas del juicio;...
3) a A. R. S. y a N. D. G., como autores penalmente responsable del delito
de Estafa (art. 172 del C. Penal) a la Pena de Un año y seis meses de
prisión, la que se deja en suspenso y a las costas del juicio...7) Rechazar la
nulidad y el arraigo interpuesto; 8) Hacer lugar a la demanda civil,
condenando a los demandados civiles R. F. - A. R. S. - N. G., ... a pagar
en forma mancomunada y solidaria a la Unión de Trabajadores de
Entidades Deportivas y Civiles la suma de Doscientos treinta mil pesos ($
230.000) con más un interés del 9 % anual a partir del 11 de enero de
1999, ... y disponer el cese de todas las acciones entre los condenados y la
actora, con costas a cargo de los demandados vencidos; en los autos
caratulados: “Expte.N° 366 – Año 2009 - “1) F. R; 2)S., A. R.; 3) G, N.
D. s/ 1.- Administración Fraudulenta; 2 y 3.- Estafa”; sometiendo a
votación las siguientes cuestiones a resolver:
1.- ¿Es nula la sentencia recurrida?
2.- En su caso, ¿es justa la sentencia apelada?
3.- ¿Qué pronunciamiento debe dictarse en definitiva?
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Establecido el orden de la votación (art. 437 últ. parte del C.P.P.), a
la A la Primera cuestión; el Señor Juez de Cámara Dr. SEBASTIÁN
CREUS, dijo: Que contra la sentencia de fojas 621/634, se interpusieron
recursos de apelación a fs. 638, 644, 644vto. y 658, que concedido el
medio de impugnación radicaron los autos en la Cámara, dándosele
substanciación por Presidencia.
I.- La defensa Técnica de R. F., dice: Que le agravia las
manifestaciones del a-quo, cuando señala que del material probatorio
arrimado en autos surgen elementos suficientes para tener por responsable
de los hechos investigado a su defendido. En primer lugar la defensa deja
planteado la nulidad de la Sentencia; atento que se imputó y procesó a F.,
por la comisión del delito de Estafa (art. 172 del CPP.) y luego se lo
condena por otro: Administración Fraudulenta (art. 173 inc. 7 del C.P.).
Agravia que el juez no sigue una estricta correspondencia entre el
contenido de la Sentencia y las cuestiones oportunamente planteadas por
las partes, significa un comportamiento contrario a la garantía de defensa
en juicio como lo tiene dicho la Corte Suprema de la Nación (art. 18
C.N.), cuando las sentencias omiten examen de cuestiones propuestas por
las partes. Cuando el a-quo en el fallo excede el límite cuantitativo o
cualitativo de las peticiones contenidas en las pretensiones o la oposición,
concediendo o negando más de lo reclamado por las partes. Es decir que
las sentencias para que no lesionen garantías constitucionales de
inviolabilidad de la defensa en juicio, deben ser congruentes.
Seguidamente, invocando doctrina, la defensa dice agraviarse por que el
a.quo en el supuesto de sustituir de artículo al condenar, en caso de
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proceder, cuando se imputa a una persona la comisión de algún tipo
plasmado en el art. 173 del C.P., pero por no encuadrar la conducta en
alguno de los incisos de dicho artículo se aplica el art. 172 del C.P. por ser
genérico, pero no viceversa, que es lo que se aplicó a su defendido. Por
ello la defensa solicita la nulidad de la sentencia por haber el a-quo
aplicado su libre arbitrio y no debió proceder al cambio de lo genérico a lo
específico es decir que le agravia que se responsabilice a F., por el delito
de Administración Fraudulenta (art. 173 inc. 7 del C.Penal) y que se
reproche al mismo haber actuado en pleno conocimiento. Para la defensa
su defendido nunca se valió de ardid o engaño para defraudar a nadie, así
que no ha incurrido en ninguna de las figuras de los artículos 172 y 173
inc. 7 del C.P.- En autos no se ha probado que F. haya usado los sellos de
UTEDYC, si ha sido víctima del actuar de P.; quien con ardid o engaño le
ha hecho suscribir pagares por sumas irrisorias. Su defendido nunca libró
pagares por cifras
elevadas ni en nombre propio, ni en nombre del
gremio. F., nunca utilizó a UTEDYC, para su beneficio. P. y sus
cómplices han actuado fraudulentamente causando el error a su defendido
y que fue contra él la acción estafatoria, haciéndosele suscribir pagares a
título personal, para luego adulterarlos, por lo que no debió habersele
iniciado acción alguna y mucho menos condenarlo. En el caso que se
considere que incurrió en alguna conducta típica de la cual se lo imputa, la
defensa quiere dejar claro que su actuar fue de buena fe, es un hombre
avanzado de edad y no registra antecedentes penales. Se queja la defensa
contra la acusación por cuanto del proceso no surgen elementos
probatorios que verifiquen los extremos de la imputación a su defendido.
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No se puede mantener una sentencia condenatoria solo con indicios o
pruebas endebles. Por ello dice la defensa, estamos ante un
pronunciamiento injusto que no se adecua a la realidad. El único tipo que
admite la culpabilidad es el de dolo y es una clase de dolo directo por eso
agravia la sentencia por cuanto no está demostrado que su defendido haya
actuado con intención de defraudar. Le agravia, ya que delos autos surge
claramente -dice- que el a-quo no tiene certeza de la culpabilidad de su
defendido por la comisión del delito que se le imputa, en autos carece de
total certeza que la acción realizada por F., sea una conducta antijurídica e
imputable al mismo. Por todo lo dicho, solicita que su defendido sea
absuelto de culpa y cargo. En caso de no ser así, se tenga presente lo
establecido en el art. 40 y 41 del C.P. (inc. 2), consideraciones que el aquo a omitido en la sentencia. Por último le agravia que se condene a F. a
pagar en forma mancomunada y solidaria a UTEDYC. la suma de $
230.000 con mas un interés del 9 % a partir el 11/01/1999, además le
agravia el punto “8 y 9” del fallo, y hace reserva de los recursos de
inconstitucionalidad Ley 48 y 7055.II.- La defensa técnica de A. R. S., dice: Que viene a expresar
agravios contra la Sentencia en crisis. Agravia que el a-quo no tuvo en
cuenta las probanzas de autos. Le agravia que el juez no ha distinguido en
el decisorio apelado, los elementos probatorios que revelan la falta de
responsabilidad de su defendido. La defensa responsabiliza de toda la
maniobra ardidosa a un tal P. El Juez no supo diferenciar la naturaleza de
las conductas, llegando por ese error al injusto reproche. Su defendido, no
articuló por si y para si ningún ardid o engaño tipo conforme a la ley de
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fondo. La defensa se queja del perjuicio ocasionado por el juez ya que del
análisis de las probanzas surge indudablemente que S. no protagonizó
conducta ardidosa alguna. Si es responsable la conducta de P. no así la de
su defendido quien es un ciudadano de escasa cultura y que fuera
eclipsado por la verborragia depositando toda la confianza en P.,
prestándose a la suscripción de la documental cuestionada. Solicita por
todo ello, se absuelva de culpa y cargo a A. R. S., rechazando con costas
la demanda civil instaurada.
III.- La Sra. Defensora General de Cámaras en representación de N.
D. G., dice: que agravia la sentencia dictada en autos responsabilizandolo
por el delito de Estafa (art. 172 del C.Penal). Solicita se revoque dicha
resolución atento que el material probatorio reunido, no es suficiente
como para tener por acreditada la existencia del hecho ilícito investigado,
autoría y responsabilidad penal del nombrado, agraviándole
el fallo
apelado por aparecer injusto, no conforme a derecho. Agravia cuando la
sentencia expresa que se halla acreditada la convocatoria de un grupo de
conocidos entre los que estaba G., para organizar una maniobra
fraudulenta contra UTEDYC, nada de ello se ha probado. En la causa su
defendido expresa las razones de su vinculación con P., en ese tipo de
operaciones, donde no se demostraba de donde provenía el dinero, ni la
existencia del mismo. G., reconoce que entregó dinero a P., no
necesitando tener comprobantes, siendo prácticas comunes y regulares del
mercado financiero. Que todo lo expresado, sintetiza la defensa que en
autos no se comprobó que existió confabulación para considerar tipificada
la estafa. Tampoco se halla probado el ardid y /o engaño por parte de G.
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contra alguna persona física y/o jurídica. Su defendido reconoce haber
entregado de buena fe dinero a P. para inversión, desconociendo las
operaciones posteriores de P. con dicho dinero, no aparece documentado
en autos la voluntad de engañar o hacer incurrir en error, ni con calidad
simulada ni con falsos títulos o posición a UTEDYC. Así también no se
vincula con la condena civil. Por lo expuesto, solicita se absuelva de culpa
y cargo a N.D.G., del delito por el cual se lo condena y del reclamo civil
interpuesto, hace reserva de los recursos de inconstitucionalidad (Ley
7055 y Ley Nacional N° 48).IV.- Que el Señor Fiscal de Cámaras, al responder los agravios, y
por las razones de hecho y derecho que expone, solicita se desestimen los
agravios formulados y auspicia la confirmación en todas sus partes del
fallo apelado.
V.- A su turno El apoderado del actor civil dice: Que los apelantes
que pretenden cuestionar el fallo en dictado en autos, expresan agravios
sobre la cuestión específica penal, dejando prácticamente sin tratamiento
alguno la cuestión introducida por esta parte en lo que hace al pleno
resarcimiento que el a-quo acogió en la sentencia. Por ello y atento que no
se ha dejado asentado agravios concretos ni específicos del resarcimiento
acordado a nivel indemnizatorio, el mismo tiene plena vigencia y así se
solicita, se confirme el fallo en su totalidad, con costas.
VI.- Ya ingresando a la cuestión de la nulidad planteada por la
defensa letrada de R. F. corresponde señalar que el intercambio de los
tipos penales considerados al momento de procesar y requerir la elevación
a juicio, y el seleccionado al momento de dictar la sentencia no ha
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generado una situación de incongruencia en la acusación que haya
lesionado el derecho de defensa.Efectivamente, es necesario recordar que el tipo legal previsto en el
artículo 172 del Código Penal es considerado subsidiario de los tipos
especiales previstos en el artículo siguiente (173 del Código Penal), con
ello se quiere significar que los denominados “casos especiales”,
eventualmente, son o constituyen estafas en sentido lato. Como todo caso
de concurso aparente, donde una figura desplaza a otra por subsidiariedad,
existe una interferencia de ambos tipos en el sentido que ellos (el
desplazante y el desplazado) encierran el mismo conjunto de conceptos
definitorios y, por ende, captan un universo común de conductas (aunque
no idénticos). La defensa de Flores cita a un autor pero lo interpreta mal.
Efectivamente, se ha dicho, refiriéndose a las conductas establecidas en el
artículo 173, que: “..muchas de ellas no pasan de ser ejemplos de estafa
que se mantienen en los elencos legislativos casi por tradición (Soler),
con lo cual la figura del art. 172 viene a ser prácticamente subsidiaria de
los fraudes especiales del art. 173; cuando estos tipos no son aplicables
por defecto alguno de sus elementos especiales, nada obsta a que el
hecho pueda quedar comprendido en la estafa genérica del art. 172…”.
Por su parte, el fenómeno inverso es admisible (cuando se dan los
elementos especiales puede trocarse una atribución de estafa genérica por
la correspondiente figura del art. 173 Código Penal), siempre y cuando,
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claro está, la atribución coincida en lo fáctico. En el caso de Flores se
observa que al recibírsele declaración indagatoria se le intimó "...haber
perjudicado en su patrimonio al gremio U.T.E.D.Y.C. conjuntamente
con....Alberto Ramón Sangiacomo, Claudio Roberto Paz, Norberto Dante
Gatti y Héctor José Luis Borra, en una suma de dinero aún
indeterminada, a través del libramiento de varios pagarés firmados por el
declarante......en calidad de...Secretario General...del gremio aludido en
favor y/o beneficio del declarante y los demás nombrados, sin causa
alguna que los justifique, obligando de esta manera a la entidad que
representaba..." (fs. 31 vto.). Igual conducta se mantuvo como objeto del
auto de procesamiento y se reiteró a fs 294 y 295, en la requisitoria de
elevación a juicio de fs. 310 y 311. En todos los casos, aún cuando se las
calificó en los términos del artículo 172 del Código Penal, en realidad se
observa una adecuación perfecta al delito de administración infiel del
artículo 173 inciso 7. del mismo Código, que se constituye con el perjuicio
de intereses patrimoniales confiados al autor por otro, perjuicio que se
concreta por el abuso de funciones o la extralimitación en las facultades en
el manejo de ese patrimonio ajeno. En definitiva, sin perjuicio que la
conducta de perjudicar el patrimonio del gremio de U.T.E.D.Y.C. por
parte de Flores (su Secretario General local) pueda constituir una estafa
genérica por abuso de confianza, también es una administración infiel.Por estas razones no hubo incongruencia en la acusación que
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perjudicara el derecho de defensa y la nulidad, por ese motivo, debe ser
rechazada.Ahora bien, aunque no hubo agravios sobre el particular y
tratándose la cuestión civil -que impide expedirnos sobre el particular-, no
puedo dejar de observar el desborde que significa la disposición de la
parte resolutiva, en el punto 9), donde se ordena el cese de las demandas
entabladas por alguno de los imputados contra el gremio citado y se
comunique tal circunstancia por vía de exhorto, de lo cual seguramente
dará cuenta el Señor Juez de Distrito en lo Civil y Comercial que tenga a
su cargo los respectivos procesos, interpretando y aplicando las normas de
los artículos 1101, 1102, y 1103 del Código Civil Argentino. Así voto.
A la misma cuestión, el Sr. Juez de Cámara Dr. PEDRO R.
SOBRERO, dijo: Dejando a salvo mi opinión acerca del procedimiento
llevado a cabo por ante esta instancia de grado. Todo conforme mi parcial
disidencia en Expte. N° 34 - Año 2003 “MAROCCO, Alejandra
s/Declaratoria de Pobreza” al que me remito “brevitatis causae” y Zeus T. 88 - Secc. “D” - pág. 185, siendo consecuente con lo que vengo
manteniendo al respecto, a esta cuestión y adhiriendo al voto del Dr.
Creus.
A igual cuestión, el Sr. Juez de Cámara Dr. FEDERICO C.
ECHAURI, dijo que habiendo efectuado el estudio de la causa y
advirtiendo la existencia de dos opiniones totalmente concordantes, por
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aplicación del art. 26, Ley 10.160, se abstiene de votar.
A la Segunda cuestión, el Señor Juez de Cámara Dr. SEBASTIÁN
CREUS continuó diciendo: Atento el resultado obtenido al tratar la
cuestión anterior corresponde ingresar al tratamiento de los agravios
expuestos por los distintos defensores apelantes sobre la atribución
delictiva.En primer término habré de aclarar una suerte de base o punto de
partida para comprender lo que se considera certeza, que es el producto de
la valoración de la prueba. Al respecto se ha dicho: “El principio del
Derecho vigente reza: “sobre el resultado de la recepción de la prueba”
–por tanto sobre los hechos- “decide el tribunal según su libre convicción
extraída de la totalidad del juicio”..Esto significa que el juez debe
considerar cierto un estado de cosas determinado, sin duda alguna….,la
certeza personal así obtenida es indispensable para la condena, pero
también suficiente. Esa convicción del juez tampoco es reemplazada por
la comprobación objetiva de una probabilidad rayana en la seguridad…
Estos principios…merecen aprobación, en tanto prohíben imponer al juez
determinada convicción. Pero, por otra parte, se debe postular que la
mera certeza subjetiva del juez no es suficiente allí donde el resultado
objetivo de la recepción de la prueba no admite una conclusión racional y
convincente sobre la autoría del acusado…” (ROXIN, Claus, Derecho
Procesal Penal, Trad. De la 25ª edición alemana por Maier, Córdoba y
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Pastor, Editores del Puerto, Bs. As. 2000, pág. 103). También se ha dicho
que: “La imposibilidad de formular un criterio seguro de verdad de las
tesis judiciales depende del hecho de que la verdad “cierta”, “objetiva”,
o “absoluta” representa siempre la “expresión de un ideal” inalcanzable.
La idea contraria de que se puede conseguir y aseverar una verdad
objetiva o absolutamente cierta es en realidad una ingenuidad
epistemológica…”(FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón, Ed. Trotta,
Madrid 1995, pág. 50); por ello “Como en todas las inferencias
inductivas, también en la inferencia historiográfica y en la judicial la
conclusión tiene, por tanto, el valor de una hipótesis probabilística en
orden a la conexión causal entre el hecho aceptado como probado y el
conjunto de los hechos adoptados como probatorios. Y su verdad no está
demostrada como lógicamente deducida de las premisas, sino sólo
probada como lógicamente probable o razonablemente plausible de
acuerdo con uno o varios principios de inducción.” (FERRAJOLI, Luigi,
op. Cit., pág. 53). En consecuencia, pretender que la condena se funde en
una cantidad de pruebas de las cuales se extraiga una certeza absoluta, con
el nivel lógico equiparable a la de las ciencias duras (donde, inclusive,
también está cuestionada esta posibilidad del conocimiento humano),
resulta una exigencia exagerada.Teniendo en cuento esto, observo que, objetivamente, resulta
totalmente acreditado que F. y P. suscribieron una cantidad no
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determinada de pagarés entregados a P. Esto ha sido plenamente admitido
en sus indagatorias por ambos (ver fs. 31 y siguientes, y fs. 22 y
siguientes), y ambos reconocen también que recibieron dinero en efectivo;
F. explicando que la central del gremio de Buenos Aires no le mandaba
los fondos para el giro de la delegación local; P. reconociendo, inclusive,
que en una oportunidad el mismo B. -con F. en el medio- le entregó dinero
para sus viáticos. Ambos explican con razones que no pueden aceptarse
tales como que debía financiarse una hipotética construcción en Rafaela
(nunca acreditada) o que la central les debía dinero. Así, en el caso de F.
existe una frase realmente reveladora. A la pregunta sobre la razón por la
cual recibía o pedia dinero a P., contestó: "lo que pasa es que la central de
UTEDYC Buenos Aires le debía a la seccional Santa Fe un millón
cuatrocientos mil pesos y queríamos recuperar algo..."(fs. 32), así que
resulta totalmente plausible afirmar que F., pretendiendo recuperar el
dinero que le correspondía a la Seccional, libraba pagarés en
representación del gremio, se hacía del dinero y luego, si la remesa
llegaba, se restituía, y si no, respondería la sede central. Por otro lado,
Pavón reconoce también -y expresamente- que le advirtió del perjuicio
que generaba la maniobra. A fs. 25 dijo: "...En relación a esto recuerdo
que le dije a FLORES, Ramón vos te das cuenta de los intereses que te
están cobrando son muy elevados, a lo que él me respondió: si, si total la
plata la tenemos para cubrir los cheques que he librado..", para
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inmediatamente reconocer que todo se desarrollaba telefónicamente, que
lo llamó para firmar los pagarés y que lo hicieron en las oficinas de P.En definitiva, sea o no en beneficio del bolsillo de F., lo cierto es
que se encuentra acreditado suficientemente que existía una suerte de
negocio informal de dinero en el que éste financiaba el movimiento de la
seccional Santa Fe requiriendo efectivo a un prestamista informal para
cubrir cheques librados para el giro del gremio, pagando un interés que
sabía alto o más alto del que correspondía. Ello implica un perjuicio para
el patrimonio confiado constitutivo del resultado perjudicial propio de la
figura del artículo 173 inciso 7 del Código Penal y que lo sabía
perfectamente. De estas circunstancias surje acreditado el dolo típico cuya
ausencia discute la defensa.
La maniobra, por otro lado, luce evidente a partir de la absoluta
falta de toda contabilidad o sistema de registración que lleve al día los
movimientos. Me refiero a los pagarés. En efecto -y esto vale para
contestar los agravios de la defensa de G.- que existan operaciones
financieras en negro no significa de ningún modo que no deban estar
claramente documentadas. Es decir, tenemos una cantidad notable de
pagarés, donde algunos cubrían saldos impagos de otros, en operaciones
que se trasladaron por lapsos de tiempo importantes, lo lógico, para
establecer la certidumbre de dichas operaciones es que hubiera contratos
(mutuos), o, al menos, estados de cuentas que documentaran la evolución.
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Nada de eso, F. necesitaba dinero, P. le daba algo o parte, F. le devolvía
algo o parte y nada de ellos fue documentado -salvo los pagarés-. Y nótese
que no era poco dinero si tenemos en cuenta las referencias brindadas en
la indagatoria de P. (noventa o cien mil pesos mensuales y se requería la
mitad -fs. 25-). La única explicación posible para semejante falta de orden
en la operatoria es el ocultamiento de algo que no se puede revelar o
confesar. No puedo dejar de mencionar -frente a los argumentos de la
defensa de G.- , por otro lado, que los negocios financieros tienen control
estatal, sea tributario, sea por el Banco Central (toda entidad que
intermedie en la oferta y demanda de dinero está sujeto a dicho control) y
no creo necesario explayarme demasiado sobre las normas legales que
tratan dicha materia para sostener que la actividad que es objeto de este
proceso es totalmente ilícita.
Queda por analizar la intervención de G. y S. en estas conductas.
Contestando a las breves consideraciones de los respectivos letrados debe
entenderse que la connivencia con P. y, a su vez, entre éste y F., no debe
explicarse al modo vulgar en el que estamos acostumbrados, ni siquiera
del mismo modo como si se tratara de una participación técnicamente
hablando (como uno de los rasgos del principio de accesoriedad). Ello es
así porque no es necesario acreditar que todos los involucrados se han
sentado a concertar el modo de operar, en un momento determinado. Es
evidente que, por ejemplo, F. no tenía contacto con G. o S. Lo que sucede
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es que tanto G. como S. le facilitaron dinero (lo suponemos porque no hay
prueba alguna de dichas transferencias por la informalidad ya
mencionada) para invertir o, más bien, prestar sin saber a quien. Luego,
cuando P. debía restituirles les ofreció transferirles pagarés suscriptos por
F. Leyendo las indagatorias de ambos (fs. 45 y 90 y siguientes) brindan
explicaciones que realmente son insólitas tales como la de G. que dice que
le habrían cedido los pagarés porque P. le mencionó que los fondos
habrían sido entregados a UTEDYC para financiar una campaña política
(fs. 46), o cuando S. reconoce su firma en la cesión de derechos sobre los
títulos a favor de G. o poder especial para ejecutar uno de los pagarés pero
no recuerda haber firmado ninguno de esos documentos o que
significaban. De todo lo cual entiendo que se puede extraer como
conclusión plausible que, tanto G. como S. le entregaron dinero a P. y que
éste nunca restituyó. Ya cansados de intentar cobrarle, se prestaron a la
maniobra contra UTEDYC, comprendiendo -ya que eso está a la vistaque se prestaban a algo relativamente turbio desde el mismo momento que
su deudor era P. no otro.
En este aspecto, entonces, guarda una lógica aceptable que la
administración infiel de F. se viera adicionada a la estafa de G. y S. en la
medida que éstos consintieron una maniobra no real o ficticia contra el
patrimonio del gremio, utilizando la ilicitud de P. y F, para intentar cobrar
lo que le habían prestado al primero. En esto, no es requerido de ningún
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modo que todos los mencionados se hayan puesto de acuerdo para obrar
de este modo y tampoco resulta relevante que, a su vez, tanto G. y S.
hayan sido engañados por P. pues tal engaño no es constitutivo de estafa
alguna dado que entregaron voluntariamente el dinero P., sin resguardo
alguno y consintiendo toda la informalidad que cubría el negocio. Su
propia torpeza o un exceso de confianza exagerado con P. impide hablar
de su victimización, recordando que se trata de empresarios con años de
experiencia.
En conclusión, estimo que la sentencia recurrida debe ser
confirmada.
Sin perjuicio de lo anterior, en el punto II (parte final), la defensa de
F. sostiene que le agravia la individualización de la pena solicitando la
aplicación de los artículos 40 y 41 pero sin expresar crítica alguna a la
sentencia impugnada, razón por la cual técnicamente no constituye
agravio y, por ello, no corresponde tratar el punto.
Finalmente, todas las objeciones sobre la cuestión civil se remiten a
los agravios expuestos por la cuestión penal en el sentido que los apelantes
no han cometido delito o no son responsables de los mismos y, por lo
tanto, habiendo llegado a la conclusión contraria, careciendo de facultades
para abordar otros tópicos sobre la cuestión civil sin que existan agravios
concretos, corresponde confirmar la sentencia también en dicho aspecto.
Así voto.
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A igual cuestión, el Señor Juez de Cámara Dr. PEDRO R.
SOBRERO, dijo: Que adhiero a los fundamentos y conclusiones a los que
arriba el colega preopinante. Únicamente deseo manifestar, respecto de la
cita del doctrinario Roxin, que no comparto que los jueces puedan decidir
según su “libre convicción”. Como lo he sostenido reiteradamente, el
sistema de valoración probatoria de la sana crítica, impone al juzgador una
labor historiadora consistente en tratar de reconstruir los hechos acaecidos.
Para ello ha de considerar los elementos de juicio trascendentes, aplicando
en su caso el método inductivo y su experiencia personal. La evaluación
debe comprender el haber de mérito en su integridad, apreciando la
concordancia de los medios de pruebas producidos y su conexión con las
circunstancias de modo, lugar y tiempo de la ocurrencia de los sucesos.
Este sistema, adoptado por la ley procesal penal (art. 297 C.P.P.) es
congruente con las normas constitucionales que imponen el deber de
fundamentar las sentencias y los autos interlocutorios y como es obvio, se
opone a la utilización de otros como los llamados de las pruebas legales,
tasadas o aritmética y el de la “libre convicción” propios de muy
diferentes enjuiciamientos (v. Couture,“Fundamentos del Derecho
Procesal Civil”, N° 171 a 175, Depalma, Bs.As. 1977, también Devis
Echandía, Compendio de la prueba judicial, T.I N° 21, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1984). Con la aclaración, antes expresada, emito mi voto por la
afirmativa.
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A la misma cuestión, el Señor Juez de Cámara Dr. Federico C.
ECHAURI dijo que teniendo en cuenta lo sostenido en la cuestión
anterior y por aplicación del art. 26, Ley 10.160, se abstiene de votar.
A la tercera cuestión, el Señor Juez de Cámara Dr. Sebastián
Creus dijo: Atento el resultado obtenido al tratar ambas cuestiones
precedentes corresponde: a) Rechazar la nulidad sostenida por la defensa
letrada de R. F. b) Confirmar la sentencia impugnada en todo cuanto ha
sido materia de apelación, con costas a los recurrentes (artículo 29 inciso 3
del Código Penal y 168 del Código Procesal Penal).- Así voto.
El Señor Juez de Cámara Dr. Pedro R. SOBRERO, votó por igual
pronunciamiento.
El Señor Juez de Cámara Dr. Federico C. ECHAURI, teniendo en
cuenta lo sostenido en las cuestiones anteriores y por aplicación del art.
26, Ley 10.160, se abstuvo de votar.
Por los fundamentos y conclusiones del precedente acuerdo, la Sala
Segunda de la Cámara de Apelación en lo Penal de Santa Fe,
RESUELVE: a) Rechazar la nulidad sostenida por la defensa letrada de
Ramón Flores. b) Confirmar la sentencia impugnada en todo cuanto ha
sido materia de apelación, con costas a los recurrentes (artículo 29 inciso 3 del
Código Penal y 168 del Código Procesal Penal).Regular los honorarios profesionales por su intervención en la faz penal
de la presente causa al Dr. R. B. V. por su actuación como representante de A.S.
en 5 unidades jus equivalentes a $ 934,20 (pesos novecientos treinta y cuatro,
con veinte centavos) y a los Dres. J. L. O. R. y G. S. O. R. por su actuación
como representantes de R. F. en la suma de 5 unidades jus equivalentes a $
18
934,20 (pesos novecientos treinta y cuatro con veinte centavos) y en esta
instancia.
Regular los honorarios profesionales por la actuación en la faz civil al Dr.
A. B. (representante del actor civil) en la suma de 88 jus, equivalentes a $
16.441,92 (pesos dieciseis mil cuatrocientos cuarenta y uno con noventa y dos
centavos); a los Dres. J. L. O. R. y G. O. R., en conjunto y en proporción de ley,
en la suma de 75 jus equivalentes a $ 14.013 (pesos catorce mil trece) a cargo de
su representado R. F.; al Dr. R. B. V. la cantidad de 25 jus, equivalentes a $
4.671 (pesos cuatro mil seiscientos setenta y uno) a cargo de su representado
Alberto Sangiácomo, todo con más los intereses estimados en primera instancia
y por su intervención en esta etapa.
Protocolícese el original, agréguese copia, hágase saber y bajen.
Fdo.: Dr. S.CREUS - Dr. P.SOBRERO - Dr. F. ECHAURI
(art. 26 - Ley 10160 t.o)
Dra. A. YUSTMAN
ha.
19
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